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  —379→  


ArribaAbajo- LXXXVII -


Octavas305


   No bastando a la Parca mejorable
los héroes, que por siglos sepultaba
en su abismo profundo, impenetrable,
un otro Fabio a su furor buscaba
esforzado, prudente, infatigable;  5
violo en Belgrano al fin, vio cual brillaba,
llega, lo hiere con aleve mano,
y es llanto y luto el Mundo Americano.
-pág. 294-

   Quien patrio amor no sienta al ver la losa
que las cenizas cubre de Belgrano,  10
quien no se inflame, y con la faz llorosa
no invoque su heroísmo sobrehumano,
hijo es de servidumbre vergonzosa,
esclavo triste del poder tirano,
que en medio de la rabia y del espanto  15
oye de libertad el himno santo.

   Bravos guerreros, hijos de la gloria,
llegad todos al túmulo elevado
de vuestro jefe ilustre a la memoria;
no os intimide el triunfo que ha logrado  20
—380→
la Parca atroz: si en vida a la victoria,
él os llevó mil veces denodado,
muerto aún os habla en este santo templo
con su noble virtud y heroico ejemplo.

   Ved a la Patria en tan aciago día  25
triste, eclipsada la apacible frente,
que antes con gloria y majestad lucía;
vedla sobre el sepulcro amargamente
de Belgrano llorar sensible y pía;
llorad todos, sentid, como ella siente,  30
mientras admiran todas las naciones
del héroe más virtuoso las acciones.

ESTEBAN DE LUCA



  —381→     -pág. 295-  

ArribaAbajoSonetos que expresan el carácter y mérito del general don Manuel Belgrano

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ArribaAbajo- LXXXVIII -


1.º306


   ¡Desventurada patria! son llegados
los momentos de luto. Fallecido
ha el héroe militar, en que han podido
descansar sin azares tus cuidados.

   El ínclito Belgrano... (¡desgraciados  5
acentos de mi voz!) víctima ha sido
del patrio amor, deidad, a que ha tenido
sus valientes esfuerzos consagrados.

   Viste pues luto patria malhadada:
tu robusta columna ya no existe,  10
va a la tumba tu honor. Es acabada
—382→

   la esperanza de gloria en que viviste,
y mi alma en tus ruinas sepultada
fija el lema a tu suerte: Pereciste.




ArribaAbajo- LXXXIX -


2.º307


   ¡Feliz plantel del suelo americano,
gran Buenos Aires, patria afortunada
del campeón más ilustre, cuya espada
-pág. 296-
nunca en conflicto se desnudó en vano!

   De los laureles que plantó tu mano  5
en tus marciales glorias empeñada
haz diadema de honor en que grabada
se vea la imagen del mejor Belgrano.

   De ella sola la expresión valiente
el aire noble su mirar activo,  10
su denuedo gentil, grato, imponente,

   su tono militar ejecutivo
actitudes serán que, mudamente,
a una voz griten: ¡Compatriotas, vivo!

  —383→  


ArribaAbajo- XC -


3.º308


   Falleció en el ínclito Belgrano
de militares el cabal dechado,
intrépido, valiente, denodado,
atinado en su obrar, jamás insano.

   Patriota sin revés, leal ciudadano,  5
en sus prometimientos fiel y honrado,
nunca del oro vil tiranizado,
carácter franco, corazón humano.

   ¡Oh, jefe digno de inmortal memoria!
A virtudes tan raras en el suelo  10
eternos premios con laurel de gloria.

   Que ellas unidas a su ardiente celo
folios añadirán a nuestra historia,
para regla, ejemplar, norte y modelo.




ArribaAbajo- XCI -


4.º309


   ¡Oh!, ¿dónde habitas, militar guerrero?
-pág. 297-
¿Cómo te fuiste y huérfana dejaste
tu amada patria, que a la vez libraste
con los cortantes filos de tu acero?
—384→

   ¿Cómo le has dado el golpe postrimero,  5
e insensible a su llanto te ausentaste,
abandonando al último contraste
su libertad, su honor, su bien entero?

   Que se encienda de nuevo, que se encienda
la antorcha de tu vida. Y si es en vano  10
nuestro justo clamor, en la contienda

   de tu afligida patria, pon la mano
sobre quien te suceda, y la defienda.
¡Pero, quién te sucede, gran Belgrano!




ArribaAbajo- XCII -


5.º310


   ¡Provincias de la Unión! no el torpe olvido,
nota de ingratitud, vil, degradante,
sea el laurel destinado al más constante
patriota militar, que habéis tenido.

   Cuando el mundo político ha sabido  5
su mérito graduar de relevante,
haced que su gran nombre sea en diamante
con indelebles cifras esculpido.

   O, dando el lleno a empeño tan laudable,
haced que el pecho fiel del ciudadano  10
sea la lámina viva y perdurable
—385→

   en que de amor la agradecida mano
grave en gloria de este héroe inimitable:
«Aquí vivirá eterno el gran Belgrano».



  —386→     -pág. 298-  

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ArribaAbajo- XCIII -


Canto a la muerte del señor general don Manuel Belgrano311


   Si a tu sed de destruir, muerte implacable,
algún triunfo bastara,
que colmase tu cólera insaciable
y todos tus trofeos coronara,
¿cuál otro esperaría  5
el crudo afán de tu dureza impía?

   ¿Con que a Belgrano heriste y no temblaste?
¿O acaso, di, olvidada
de su gloria y su mérito quedaste
al levantar la diestra descarnada?  10
¿Cómo es que de tu mano
no cayó espedazado el hierro insano?
—387→

   Pero ¡ay! yo sé que tú, menospreciada
por el héroe te vías
mil veces en la lid ensangrentada:  15
entonces de respeto no lo herías,
y vuelta a otro guerrero
-pág. 299-
cebabas tu despique carnicero.

   Por eso tu venganza habías jurado,
y traidora esperaste  20
verlo en el lecho del dolor postrado;
y aun allí, cuando el crimen consumaste,
te azoró tu delito,
y te ocultaste horrenda en el Cocito.

   Así es que, puestos en igual balanza,  25
el justo y el malvado,
todos víctimas son de igual venganza;
y, perdida una sombra, a nadie es dado
con el llanto y gemido
evocarla del reino del olvido.  30

   Faltas, Belgrano, faltas: ¿y a la tierra
que defendió tu espada
todo lo que en tu túmulo se encierra312
quién podrá ya volver? Abandonada
la patria al desconsuelo,  35
la copa apura del furor del cielo;
—388→

   y de furor sin fin. Al templo sacro
a la virtud alzado,
ya no va adorador. Su simulacro
por el crimen triunfante inacatado,  40
en trozos dividido
cayó hasta el polvo en vilipendio hundido.

   Quizá tu vida como el éter pura,
a los días de duelo,
y de luto, y de llanto, y de amargura  45
no es que debió llegar; y justo el cielo
-pág. 300-
inmaturo te lleva
do salve tu virtud de dura prueba.

   La salvará, es verdad. Pero entretanto
¿a quién sus ojos vuelve  50
la ya olvidada patria, entre el espanto
en que tu muerte y su aflicción la envuelve?
Hela ya desolada
a enojosa viudez abandonada.

   El valor, la honradez, ya sin modelo,  55
no más serán seguidos;
que el tesón incansable, el noble celo
en llenar los deberes distinguidos
cubriéndose de gloria,
no es más ya que un tributo a tu memoria.  60

   ¿Dó está la hueste que tu voz oía,
y en quien patria libraba
su esperanza y su honor? ¿La que algún día
la hueste de virtuosos se llamaba,
y cuyo solo amago  65
fue tanta vez al enemigo estrago?
—389→

   No ya tu mano mostrará el camino
por do seguir debía;
ni sus triunfantes sienes el destino
coronará cual coronó algún día,  70
cuando fiel a tu mando
del laurel a la sombra iba marchando.

   Entonces fue su vencedora planta
a hollar el cerro erguido,
que en Potosí opulento se levanta  75
-pág. 301-
de oro y riquezas y codicia henchido;
y doquiera pisaba
más glorias a más glorias aumentaba.

   Hora sin jefes, sin virtud, sin freno,
la obediencia perdida,  80
no más escucha de la guerra el trueno;
que en pequeñas reliquias dividida
aquí y allí vagando,
sus banderas infiel va desertando.

   Por esto llora la virtud, por esto  85
llora tu muerte Marte,
que mil de veces, el furor depuesto,
supo en medio del riesgo respetarte;
por esto sin consuelo
la patria su dolor levanta al cielo.  90

   Levanta su dolor; su vista tiende
a sus hijos queridos,
y cuando en ellos encontrar pretende
quien igualarte pueda, sus gemidos
quizá sin esperanza,  95
otra vez y otra vez al cielo lanza.
—390→

   Pero en vano. El camino de la Parca
nunca más se atraviesa;
y, si una sombra el Aqueronte abarca,
nada es bastante a rescatar su presa;  100
que al reino del espanto
ni penetra el clamor, ni llega el llanto.

   Vosotros, genios, que en la fuente pura
bebisteis de Hipocrene,
-pág. 302-
y que cuando cantáis vuestra amargura  105
vuestro canto acompaña Melpomene,
¿será que en frío labio
no venguéis de la Parca el crudo agravio?

   ¿Será que nunca en metro doloroso
alcéis a las estrellas  110
el nombre del varón grande, y virtuoso
que nunca quiso separar sus huellas
de la senda olvidada,
por el honor y el mérito trazada?

   ¿No haréis que emulen su valor y gloria  115
los que han sobrevivido?
¿No lo inmortalizáis? ¿O su memoria
hundiréis en la noche del olvido,
sin que a vuestros loores
merezca su virtud imitadores?  120

   ¡Oh, jefes de los pueblos, que a su frente
arbitráis su destino!
¡Oh, jefes de los pueblos! ved patente
marcado por Belgrano el fiel camino
en que puesta la Fama,  125
a que sigáis hasta su templo os llama.
—391→

   Id a la huesa donde está encerrado
el frígido esqueleto:
llegad, y el corazón sobresaltado
sentiréis de pavor y de respeto,  130
cual si os dijera el mismo:
«Aquí yace conmigo el heroísmo».

JUAN CRUZ VARELA



  —392→     -pág. 303-  


ArribaAbajo- XCIV -


Canto fúnebre a la muerte del general don Manuel Belgrano313


Obruit audentem rerum gravitasque, nitorque,
nec potui coepti pondera ferre mei.

Ovidio, Ex Ponto314.                


   ¿A dónde alzaste fugitiva el vuelo
robándote al mortal infortunado,
      virtud, hija del cielo?
¿Quien ayermó tu templo inmaculado
y tu antorcha apagó? Dinos ¿a dónde  5
el voto te hallará del varón justo?
—393→
Un eco pavoroso ¡ay! nos responde:
Olvidó para siempre al mundo injusto;
al túmulo volose, allí se esconde.
Y el justo lo sintió; que en su alta mente  10
vio las desgracias que la patria llora,
y antes que ella lloró; vio de repente
gemir los bronces, do el buril pronuncia
los nombres de los hijos de la gloria;
de luto el estandarte que antes fuera  15
prenda de la victoria;
ronco el tambor glorioso
que predicó el combate y las venganzas;
y al héroe que animoso
vio su sangre correr en mil matanzas,  20
      y violo en faz serena,
hoy postrarse al dolor, darse a la pena.
-pág. 304-
Aún sintió más: en bárbara alegría
los abismos hervir, y las pasiones
del mundo apoderarse con fiereza;  25
de la guerra fatal la chispa impía
avivar es su afán, y con presteza
la copa tiende el miedo a la venganza
      traidora e impotente;
mientras que la ambición más insolente  30
avanza hasta el terrible tabernáculo;
el velo despedaza, escupe el ara;
truena la guerra, y mil desastres para
y mil sepulcros abre. La cuadriga
en carro de serpientes arrastrada  35
      la densidad rompiendo
de una nube de crímenes preñada,
el paso se abre, y en los aires zumba
un grito pavoroso a que responden
      los huecos de la tumba;  40
—394→
grito fatal con que ella se recobra:
Murió Belgrano; consumada es la obra.
Y ¿es verdad? ¿El oráculo espantoso
terminaría aquí? ¡Bárbara suerte!
¡Acabó la virtud! ¡Polvo y ceniza  45
caen en el rostro que la misma muerte
no logró conturbar! La tumba triste
      por una ley precisa
es el último carro de los héroes!
Sea: y ¿qué resta, muerte, al triunfo impío,  50
      si el valor es difunto;
qué resta ya sino cambiar al punto
-pág. 305-
en sepulcro la tierra, divorciando
al tiempo y a la vida para siempre?
Sol que ves nuestro luto; ilustre padre  55
de la patria y la luz; tú, que reinando
en las regiones do sus lindes puso
la inmensa creación, viste las glorias
del héroe que a tu causa reservaste;
      ¿testigo del contraste,  60
que por su amarga pérdida lloramos,
serás? Mil veces para sus victorias
      fue escasa tu luz pura;
hasta aquella región donde natura
escondió sus tesoros, y algún día  65
aras de oro se alzaron a tu frente,
hasta allá fue su espada; y su energía
vengó tu templo, y redimió tu gente.
Pero, ¡a qué describir sus altos triunfos!
¡A qué rumiar laureles marchitados  70
      de la tumba en el hielo!
Contemplemos por único consuelo
a Belgrano inmortal en nuestras almas,
      y su alma contemplemos.
—395→
Su religión, ¡oh, Dios! ¿quién como él supo  75
rendir al ara el estandarte altivo
y al Dios de los combates acatarse?
      Su pecho compasivo,
cuando estaba la gloria fermentando
sus soberbias semillas,  80
y en el furor del triunfo, él las ahogara
      por mejor heroísmo,
-pág. 306-
y a la hueste rendida le declara
la vida y libertad. Su patriotismo,
su celo por el bien, su porte justo,  85
su generosidad... gritadlo a voces,
legiones que a la gloria condujera;
vosotros que a su ejemplo fuisteis siempre
      pródigos de las almas;
la miseria espantosa, la hambre fiera,  90
la estación penetrante ¡ay! combatisteis
con vuestro general; ¡oh!, vos sentisteis
de su pecho las tiernas emociones;
      vos le visteis
primero que la luz, volar en torno  95
de vuestras pesadumbres. ¡Cuántas veces
no os consoló su ejemplo poderoso!
Y cuando la fortuna en sus reveses
falló ciega por vos, en sus abrazos
      cogisteis con usura  100
el precio a tanta pena acerba y dura.
Rodead también el negro monumento,
jóvenes tiernos que al santuario ilustre
de la hermosa virtud habréis llegado
a merced de su amor. Quería el hado  105
perpetuar en vosotros sus caprichos,
y ciegos a la luz, parar el día
      en que fuerais esclavos.
—396→
Belgrano combatió su tiranía,
y con piedad heroica y sin ejemplo  110
de la alma educación os abrió el templo.
¡Qué más quiere la tierra! No, no es ella
-pág. 307-
      para quien tanto se hizo:
la virtud quiere su obra y se querella
contra el tiempo y el crimen;  115
la eternidad a unirse con el hombre
      anhela ávida y torva;
y ella y la muerte con furor oprimen
la muralla de bronce que lo estorba;
¡ay!, que el dolor, la enfermedad acerba  120
      legados de la parca
desploman su existencia, y Esculapio
jamás, jamás tan crudo
en sus altares lágrimas ver pudo,
      ¡y lágrimas tan justas!  125
Iba a rayar el día en que la patria
recuerda de su cuna la hermosura;
triste era esta alba, no cual la alba pura
en que el mundo la vio libre y señora;
el bronce en truenos su llegada anuncia,  130
y Belgrano lo siente; en esta hora
desasirse pretende de la muerte
      que lo ahoga y lo devora:
cárdeno el labio, trabajosa el habla
al cielo alzando las deshechas manos,  135
se rindió a un parasismo... Americanos,
un cuadro tan terrible y tan sublime
os faltó ver; entonces clamaríais:
Nuestra patria no vuelve a los tiranos.
Vuela el tiempo sus alas empapando  140
del excelso vivir en las corrientes
      hasta secarlas todas;
—397→
-pág. 308-
Belgrano ya no alienta; ¡oh!, ¡qué elocuentes
son sus miradas lánguidas, sus formas
      escuálidas y tristes!  145
Así descansa el ave hermosa y pura
sus plumas y matices recogiendo,
pronta a volar a la suprema altura
y mostrarnos sus alas derramadas,
de oro y azul celeste salpicadas.  150
      Héroes de nuestro suelo,
que habéis volado de la gloria al templo,
      a la tierra dejando
sangre, gloria, virtud, fama, y ejemplo,
ved vuestro general: corred el velo  155
a las doradas puertas, mientras tanto
      nosotros con desvelo
visitaremos la urna para darle
tributo eterno de amargura y llanto.

JUAN CRISÓSTOMO LAFINUR



  —398→  


ArribaAbajo- XCV -


Canto elegíaco a la muerte del general don Manuel Belgrano315

   ¿Por qué tiembla el sepulcro, y desquiciadas
sus sempiternas lozas de repente,
al pálido brillar de las antorchas
los justos y la tierra se conmueven?
El luto se derrama por el suelo  5
al ángel entregado de la muerte,
que a la virtud persigue: ella medrosa
-pág. 309-
al túmulo volose para siempre.
Que el campeón ya no muestra el rostro altivo
fatal a los tiranos; ni la hueste  10
repite de la Patria el sacro nombre,
decreto de victoria tantas veces.
Hoy enlutando su pendón, y al eco
del clarín angustiado, el paso tiende,
y lo embarga el dolor; ¡dolor terrible  15
que el llanto asoma so la faz del héroe!...
Y el lamento responde pavoroso:
Murió Belgrano, ¡oh, Dios! ¡así sucede
la tumba al carro, el ¡ay! doliente al ¡viva!,
—399→
la pálida azucena a los laureles!  20
¡Hoja efímera cae!, ¡tal resististe
al Noto embravecido y sus vaivenes!
¡La tierra fría cobra tus despojos,
que abarcará por siempre!; mas no puede,
¡campeón ilustre! ¡atleta esclarecido!,  25
la mano que te roba hollar las leyes
que el corazón conoce; envanecido
el jaspe os mostrará a los descendientes
de la generación que te lamenta.
La patria desolada el cuello tiende  30
al puñal parricida que le amaga,
en anárquico horror: la ambición prende
en los ánimos grandes, y la copa
da la venganza al miedo diligente.
Aún de Temis el ínclito santuario  35
profanado y sin brillo; el inocente,
el inocente pueblo, ilustre un día,
-pág. 310-
a la angustia entregado; el combatiente
sus heridas inútiles llorando
escapa al atambor; el país se enciende  40
en guerra asoladora que lo ayerma,
asoma la miseria, pues que cede
la espiga al pie feroz que la quebranta,
y ¿ora faltas Belgrano?... ¡Así la muerte
y el crimen, y el destino de consumo,  45
deshacen la obra santa, que torrentes
vale de sangre y siglos mil de gloria,
y diez años de afán!... ¡Todo se pierde!
Tu celo, tu virtud, tu arte, tu genio,
tu nombre en fin, que todo lo comprende,  50
flores fueron un día; marchítolas
la nieve del sepulcro. Así os lamente
la legión que a la gloria condujiste:
—400→
con tu ejemplo inmortal probó el deleite,
la magia del honor, y con destreza  55
amar le hicisteis el tesón perenne,
la hambre angustiadora, el frío agudo...
Suspende ¡oh, musa! y al dolor concede
una mísera tregua. Yo lo he visto
al soldado acorrer que desfallece,  60
y abrazarlo, cubrirlo y consolarlo.
Ora rayo de Marte se desprende,
y al combate amenaza y triunfa y luego
¿qué más hacer?... El desairar la suerte
y ser grande por sí; ésta no es gloria  65
del común de los héroes; él la ofrece
en pro de los rendidos que perdona.
-pág. 311-
Ora al genio se presta y lo engrandece:
corre la juventud, y a la natura
la espía en sus arcanos, la sorprende,  70
y en sus almas revienta de antemano
el germen de las glorias316. ¡Oh!, ¡quién puede
describir su piedad inmaculada,
su corazón de fuego, su ferviente
anhelo por el bien! Solo a ti es dado  75
historia de los hombres: a ti que eres
la maestra de los tiempos. La arca de oro
de los hechos ilustres de un héroe,
—401→
en ti se deposita; recogedla,
y al mundo dadla en signos indelebles.  80
Y vos, ¡sombras preciosas de Balcarce,
de Oliver, de Colet, Martínez, Vélez!,
ved vuestro general; ya es con vosotros;
abridle el templo que os mostró valiente.
¡Tucumán! ¡Salta! ¡Pueblos generosos!  85
Al héroe del febrero, y del septiembre
alzad el postrer himno, mas vosotras,
vírgenes tiernas, que otra vez sus sienes
-pág. 312-
coronasteis de flores, id a la urna,
y deponed con ansia reverente  90
el apenado lirio; émulo hacedlo
de los mármoles, bronces y cipreses.



  —402→  


ArribaAbajo- XCVI -


A la oración fúnebre que en la iglesia catedral de esta ciudad fue pronunciada por su prebendado doctor don Valentín Gómez, en las exequias del general don Manuel Belgrano317

No tiene poco de héroe el que sabe
alabar dignamente a los que lo son.


(Un escritor americano).                



ODA


    Era la hora: el coro majestuoso
dio a la endecha una tregua; y el silencio,
antiguo amigo de la tumba triste,
sucedió a la armonía amarga y dulce;
la urna solitaria presidía  5
la escena que canta hoy la musa mía.

   Que las virtudes que en su torno andaban
velando su tesoro y dando al cielo
su llanto, su esperanza y sus amores,
—403→
al púlpito volaron; sus acentos  10
dulcísimos sonaron; los oyeron
los hombres... y de serlo se dolieron.

   ¡Cuándo más dulce la verdad fue oída!
-pág. 313-
¡Cuándo sus rayos más apetecidos!
Y ¡cuándo más acerba nuestra pena!  15
Y ¡cuándo nuestra pena menos dura!
Milagros tuyos ¡orador divino!,
del corazón tu lengua halló el camino.

   El pueblo suspiraba hasta tu frente;
un canal misterioso se veía  20
desde tu boca hasta él. Avara el alma
se guarda tus palabras, cual si fuesen
las reliquias del héroe que encarecen.

   Un cuadro de virtudes delineado
por quien sabe sentirlas; de virtudes  25
por quienes Clío aún no ensayó su trompa,
ni la historia sus páginas, fue dado
a tu expresión feliz, dechado entero
de lo bello, lo tierno y verdadero.

   No a la mísera Safo retrataste  30
herida de un ingrato; ni de Ariadna
los suspiros; ni lágrimas de Dido
tu pincel espumara regalado;
si al Mausoleo penetraste, triste,
con mejor causa que Artemisa fuiste.  35

   Aquí a la patria en su desdicha hundida
mostraste, señalando la urna avara,
y ¿quién no fue el primero a apresurarse
—404→
para tenderle el brazo?... El patriotismo
dijo a la Fama: Un héroe se ha acabado,  40
y en su pérdida mil han asomado.

   ¡Momentos fugitivos!, ¡oh, que vuelva
-pág. 314-
el dolor que nos diste!, torna a vernos
envanecidos de glorioso llanto;
heríate el dolor; tú nos herías  45
con su espada y la tuya; que fue entonces
mengua de tu poder no herir los bronces.

   Centellas que despide el entusiasmo,
y que apaga el sollozo... reticencias,
más elocuentes que la lengua misma...  50
Tiernas interjecciones, usurpadas
del sentimiento a la dialecta grave;
leyes son con que el arte triunfar sabe.

   Mas te bastó tu causa; tus prodigios
el cielo solo los obró en tu boca;  55
si la sombra del héroe fue presente
a tu dolor sublime ¡que contento
diciendo, a su silencio tornaría:
Os vivo aún querida patria mía!

   Pero el tiempo... ¡cruel! y ¡cuál te engaña  60
el hombre en su consuelo! Vuela el tiempo...
¡Nuestra dulce ilusión, nuestra esperanza
se han acabado ya!; despierta el alma
a su afán anterior, y se estremece,
y la verdad apura que aborrece.  65

   Tú nos dejaste al fin, pero dejando
en nuestras almas la virtud hermosa;
—405→
así oscurece el sol porque a otros climas
vaya el torrente de su lumbre pura,
así la rosa cuando dulce espira  70
descarga su fragancia en quien la mira.
-pág. 315-

   Viva en nosotros tu oración sagrada
como el fuego de Vesta; orgullo sea
de las divinas letras; pesadumbre
de los tiranos; ornamento digno  75
de la patria; que al héroe honra mil veces,
más que mármoles, bronces y cipreses.

JUAN CRISÓSTOMO LAFINUR



  —406→  


ArribaAbajo- XCVII -


A la muerte del general Belgrano


Canción fúnebre318



CORO

   ¡Ven, oh, grande Belgrano,
llega, oh, sombra sublime,
del luto nos redime,
del llanto y del dolor!

   ¡Oh, triste, infausta aurora!  5
¡Oh, día! ¡oh, fiera muerte!
al varón justo y fuerte
lograste arrebatar.


CORO

   La patria hoy triste llora
al héroe denodado,  10
al sol se ve eclipsado
su llanto acompañar.


CORO

—407→
-pág. 316-
   De Belgrano el aliento
espanto dio al tirano,
al suelo americano  15
dio libertad y honor.


CORO

   A su alto y noble acento
mil héroes respondieron,
y los días nacieron
de gloria y esplendor.  20


CORO

   Las Virtudes postradas
sobre su tumba lloran,
y los llantos imploran
de los hijos del Sud.


CORO

   Sus glorias celebradas  25
serán de gente en gente,
ya el himno reverente
se entona a su virtud.

CORO

ESTEBAN DE LUCA



  —408→     -pág. 317-  

ArribaAbajoA la muerte del doctor don Juan N. Solá

Sonetos


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ArribaAbajo- XCVIII -


1.º319


   ¡Providencia adorable! ¿por qué dejas
en manos de la Parca fementida
a la más apreciable, hermosa vida
del pastor más amante a sus ovejas?

Insensible a su llanto, ¿por qué alejas  5
al dulce padre, que a sus hijos cuida,
a una región en donde nunca oída
será la voz de sus sentidas quejas?
—409→

¡Oh, providencia, árbitra infalible
del destino del hombre!, tú lo hiciste.  10
Conformes recibimos el terrible

desapiadado golpe con que heriste
al pastor y al rebaño. Premio eterno
al pastor vigilante, al padre tierno.




ArribaAbajo- XCIX -


2.º320


Rebaño humilde, llora inconsolable
-pág. 318-
de tu amante pastor la eterna ausencia.
Su caridad, su celo, su paciencia
harán su pérdida siempre irreparable.

Su carácter suave, dulce, amable,  5
su apacible genial condescendencia,
su candidez con visos de inocencia,
le hicieron ejemplar inimitable.

Oh, tú, que viste dilatados días
su ejemplo, su virtud siempre en aumento,  10
empapa en llanto sus cenizas frías.

Víctima del dolor y sentimiento,
clama al Eterno: Dios de bondad lleno,
salva al rebaño, salva al pastor bueno.



  —410→  


ArribaAbajo- C -


Al mismo321


Octavas



I

   ¡Oh, templo santo!, tú testigo fuiste
de los empeños de este pastor bueno.
¡Oh!, cuántas veces, ¡oh!, ¡cuántas le viste
exhalar de su pecho de amor lleno
animados suspiros! Si advertiste  5
aquel vivo volcán, que ardía en su seno,
ellos fueron señal, que patentaba
la caridad de Dios, que le animaba.


II

   Vigilante pastor y padre humano
-pág. 319-
le vio su grey, y le admiró constante,  10
siempre en sus intenciones recto y sano,
jamás dejó de ser víctima amante
de sus ovejas. No cerró la mano
de su activa piedad edificante
a la pobre, indigente y desvalida;  15
y al fin por todas entregó su vida.
—411→


III

   Ni su avanzada edad, ni la dolencia
de que su cuerpo se sintió aquejado,
le hizo mirar con fría indiferencia
la grey encargada a su cuidado.  20
Perenne, inalterable en su paciencia
se dejó ver pastor siempre empeñado
en salvar (si pudiera) tantas vidas,
cuantas por Cristo fueron redimidas.


IV

   ¡Oh, tú, que con devoto, tierno llanto  25
miras estos despojos de la muerte!
Da treguas al dolor, suspende un tanto
la pena que te causa mal tan fuerte;
y si quieres remedio a tu quebranto,
consulta a la piedad: ella te advierte,  30
que el venerable Solá está seguro
libre ya de este siglo, en el futuro.


V

   Esta hermandad, que parte preferente
debe tener en esta triste escena,
consagra hoy humilde, y reverente  35
-pág. 320-
esta parentación de dolor llena
a su buen fundador, padre indulgente,
en alivio y solacio de su pena.
¡Oh, quiera el cielo, que en mansión de gloria,
sea ya feliz, y eterna su memoria!  40



  —412→  


ArribaAbajo- CI -


Al triunfo del vicealmirante Lord Cochrane, sobre el Callao el 6 de diciembre de 1820322


...Terribil fosti
qual tempesta, ó guerrier, de flutti tuoi.

Ossian                



   ¿Qué varón, dime, oh, Musa, tan terrible,
tan experto en las lides peligrosas,
como el ilustre Cochrane, triunfar supo
en los mares de América y Europa
de la saña enemiga  5
con vigilia inmortal y ardua fatiga?
—413→

   ¿Quién, como él, en el orbe fue inflamado
de un fuego tan heroico, tan sublime,
cuando, previendo el porvenir dichoso,
que el cielo al Nuevo Mundo preparaba,  10
decide en su alta mente
su esfuerzo unir al de la indiana gente?

   Nadie jamás: al invencible Cochrane
enciende, agita causa sacrosanta;
la libertad de mil generaciones,  15
que ya sus glorias a cantar empiezan
-pág. 321-
sobre los Kooks y Ansones
que honor dieron y gloria a los bretones.

   Un volcán es su pecho generoso
de virtudes guerreras; no le es dado  20
más tiempo resistir, y despreciando
los palacios y torres eminentes
que la Europa pregona,
al furor de las ondas se abandona.

   Luchando con los vientos borrascosos,  25
de la soberbia Albión, del patrio suelo,
con ánimo esforzado se retira
por vengar a los hijos de Columbia
del duro cautiverio,
con que oprime la España su hemisferio.  30

   Vuelta la faz al septentrión helado,
de las brillantes Osas se despide,
y tendiendo al Antártico la diestra,
como en acción de señalar las tumbas
del Inca virtuoso,  35
a sus manes promete dar reposo.
—414→

   ¡Oh, padre de los vientos!, favorable
encadena a los fieros aquilones,
mientras navega por los altos mares
el ínclito Bretón, que ya traspasa  40
el ecuador ardiente
en demanda del indo continente.

   Y vosotras, ¡oh, estrellas refulgentes!,
acompañadle en su gloriosa empresa,
que hoy más que nunca observa vuestro brillo  45
-pág. 322-
hasta llegar al puerto suspirado;
pues un fugaz momento
un siglo vale para su alto intento.

   Mas ¡oh, ventura! ya a engolfarse empieza
en los mares del Sud, las altas cimas  50
de montes gigantescos descubriendo.
Fama es que los Tritones a su arribo
la nave circundaron,
y a todas las riberas lo anunciaron.

   El pueblo entonces del heroico Chile,  55
que juró guerra eterna a los tiranos,
al puerto corre, y entre alegres vivas,
liberal lo recibe; ya su nombre
a todo pecho inflama,
y el genio su heroísmo ya proclama.  60

   Temblad, temblad sangrientos opresores,
que domináis en la opulenta Lima;
temblad, temblad de los terribles golpes
que ha de lanzaros la indomable diestra
de Cochrane invencible;  65
temblad, temblad en vuestro asiento horrible.
—415→

   No lo quiero pintar cuando destroza
y hunde en los mares el bajel guerrero,
con que el hispano su valor insulta;
no visitando intrépido las costas,  70
que el Pacífico baña,
con terror y vergüenza de la España.

   No, como en el Callao desde el alcázar
-pág. 323-
fulmina nuevos aterrantes rayos323,
rayos de las materias inflamadas,  75
que allá en su abismo encierran los volcanes,
y son al enemigo
un presagio fatal de su castigo.

   Si me asistiera el majestuoso acento
de Píndaro sublime, si al Olimpo  80
yo me elevase en vuelo arrebatado,
no bastara a pintar el nuevo arrojo,
que ahora Cochrane medita,
y a riesgos mil y mil lo precipita.

   Al medio de la noche, al sordo ruido  85
con que baten las olas espumosas
el flanco de la nave, se dirige
a forzar en su puerto al enemigo,
que no espera confiado,
ataque recibir tan denodado.  90
—416→

   A los primeros golpes se resiste
la altiva nave324, que combate Cochrane;
crece el clamor de la marina gente,
el silencio terrible se interrumpe,
y responden entonces  95
del gran baluarte los tremendos bronces.

   Retumba lejos en los hondos mares
el formidable estruendo; por momentos
se ilumina la atmósfera y se inflama,
-pág. 324-
cruzando con brillar interrumpido  100
los globos de la muerte
que España arroja del castillo fuerte.

   ¡Oh, teatro a un tiempo de pavor y gloria!,
igual era tu aspecto al que presenta
el Etna mugidor en noche oscura,  105
cuando vomita un mar de ardiente lava,
y al bramar de su seno,
el rayo siguen y espantoso trueno.

   En medio Cochrane del horror y estrago
ejemplo es del soldado y marinero,  110
que ya claman victoria...; de un mosquete
el mortífero plomo despedido,
silbando a herirlo viene,
mas su glorioso triunfo no detiene.
—417→

   Su sangre ve correr y al punto exclama:  115
«Recibe, oh gran Columbia, este tributo,
que a tu sagrada libertad consagro».
Y rinde en tanto la alterosa nave,
en que funda el hispano
su naval fuerza con orgullo insano.  120

   Tú entonces, oh jefe ilustre, allí la sombra
terrible viste del invicto Nelson,
que en el duro combate te animaba
con su inmortal ejemplo; tú excediste
las glorias de aquel día  125
en que humilló de España la osadía.

   Al frente del Callao la nueva aurora
te ve mostrar el triunfo, que arrancaste
-pág. 325-
del centro del poder a los tiranos;
la fama vuela hasta el visir de Lima,  130
que en su dosel erguido
la santa humanidad tiene en olvido.

   Se turba y oye, pálido el semblante,
la nueva que sus próceres le cuentan.
Es en vano el despecho y rabia ciega  135
con que invoca a las Furias infernales;
que el Dios del mar potente
hoy a Cochrane ha dado su tridente.

   Salve mil veces, célebre caudillo,
que el Pacífico surcas, tremolando  140
en triunfo el pabellón, que te confía
el Estado chileno: tus hazañas
dan hoy gloria y consuelo
al peruano oprimido, al patrio suelo.
—418→

   Tú, a los altos designios consagrado  145
del bravo O'Higgins y San Martín invicto,
el mar del Sud dominas; tú aseguras
un asilo de paz a las naciones,
y un templo a tu memoria,
donde por siempre brillará tu gloria.  150

ESTEBAN DE LUCA



  —419→     -pág. 326-  


ArribaAbajo- CII -


Canción patriótica del ejército libertador a los peruanos325


   A la guerra, a la guerra peruanos,
viva, viva el patriótico ardor,
y perezca el esclavo que sigue
del tirano el sangriento pendón.

   Buenos Aires y Chile lograron326  5
de su seno al tirano expeler,
con la sangre que heroicos supieron
de la patria en las aras verter.
Bogotá y Venezuela han pisado
la cerviz del injusto opresor,  10
¡y el Perú las cadenas arrastra!
¡Oh, qué infamia, qué oprobio y baldón!


CORO

—420→
   Oid cual claman los manes ilustres
de los héroes que han muerto en la lid;
oid cual claman: «Venganza, peruanos,  15
nuestras huellas gloriosas seguid».
Aún humea la sangre inocente
con que el fiero Pezuela tiñó
el cadalso afrentoso que honraron
la virtud, patriotismo y valor.  20


CORO

   Estos viles esclavos hundidos,
en servil ceguedad y en error,
-pág. 327-
que siguieron la causa ominosa
de la impía execrable opresión.
Unos tiemblan del déspota al lado,  25
y otros juran su crimen borrar;
es llegado el momento precioso:
a las armas patriotas marchad.


CORO

   Esos héroes que han hecho mil veces
al tirano orgulloso temblar,  30
pisan ya vuestras playas clamando
patria, unión, libertad, igualdad.
San Martín al combate los guía,
San Martín de tiranos terror,
San Martín a quien siempre constante  35
la victoria en campaña siguió.


CORO

—421→
   ¿Qué esperáis, generosos peruanos?
¡Qué!, ¿no osáis a sus filas partir?
¿No miráis espantado al tirano
cual fluctúa y se agita sin fin?  40
Todo, todo os incita a la gloria
de formar una libre nación,
de destruir la infernal servidumbre
que ha humillado a los hijos del sol.

CORO



  —422→     -pág. 328-  


ArribaAbajo- CIII -


Letrilla sincera327


   Que muchos hombres malvados
aquí vivan embozados,
ya lo veo;
pero que falten bandidos
que sean bien conocidos,  5
no lo creo.

   Que unos deseen la Unión,
otros la federación,
ya lo veo;
pero que estas opiniones  10
merezcan aclamaciones,
no lo creo.

   Que deseen el congreso
los que vivieren con eso,
ya lo veo;  15
pero que el que es buen porteño
también tenga aqueste empeño,
no lo creo.
—423→

   Que la Junta provincial
no nos ha hecho hasta ahora mal,  20
ya lo veo;
pero que más bien no hiciera
si más porteñismo hubiera,
no lo creo.

   Que el más mínimo decreto  25
se ha de extender en secreto,
ya lo veo;
pero que se halla olvidado
que todos lo han rechazado,
no lo creo.  30

   Que el gobierno no obre mal
mirado en lo general,
ya lo veo;
pero que más bien no hiciera
si en propiedad se eligiera,  35
no lo creo.
-pág. 329-

   Que casi halla tanto empleado
como en el antiguo estado,
ya lo veo;
pero que precisos sean  40
por más que escriban y lean,
no lo creo.

   Que se permita de empleado
al que es provinciano honrado,
ya lo veo;  45
pero que al preocupado
dejen todavía empleado,
no lo creo.
—424→

   Que uno sea consejero,
camarista y gacetero,  50
ya lo veo;
pero que no halla porteño
para esto apto o arribeño,
no lo creo.

   Que pague ahora nuestro estado  55
lo que debiese atrasado,
ya lo veo;
pero que también paguemos
lo que entre todos debemos,
no lo creo.  60

   Que el último Director
tenga el rango de inspector,
ya lo veo;
pero que no es sospechoso
por no salir victorioso,  65
no lo creo.

   Que un confeso carrerista
hoy esté de periodista,
ya lo veo;
mas que este tolerantismo  70
no nos meta en otro abismo,
no lo creo.

   Que a éste costee el estado
siendo imparcial procesado,
ya lo veo;  75
pero que esto fuese justo
aunque nos brindase el gusto,
no lo creo.
—425→
-pág. 330-

   Que siembren la división
por puntos de religión,  80
ya lo veo;
pero que se haga callar
a quien la quiere entablar,
no lo creo.

   Que haya muchas charreteras  85
ganadas por correderas,
ya lo veo;
pero que entre los soldados
de Belgrano haya pagados,
no lo creo.  90

   Que esté bastante puntual
el sueldo de un general,
ya lo veo;
mas que de los oficiales
los sueldos estén puntuales,  95
no lo creo.

   Que se concluye el verano
sin las honras de Belgrano,
ya lo veo;
pero que se haya olvidado  100
que murió por buen soldado,
no lo creo.

   Que aun vivan entre las gentes
aquellos yentes-vinientes,
ya lo veo;  105
pero que yendo a este paso
no hemos de morir a lazo,
no lo creo.
—426→

   Que ya se hayan fusilado
dos hombres por lo pasado,  110
ya lo veo;
pero que vivir debieron
los que a estos dos los metieron,
no lo creo.

   Que ahora yo haya censurado  115
lo que creo en mal estado,
ya lo veo;
pero que con esto calle
porque más materia no halle,
no lo creo.  120