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ArribaAbajoV. La poética de los antipoetas. Ramón de Campoamor, Nicanor Parra y Ángel González

Ulpiano Lada Ferreras



Universidad de Alicante

Las intrincadas conexiones literarias que se han producido entre España y América a lo largo de la historia pueden ser observadas a través de un recorrido poético bidireccional, que parte de Asturias hacia América y de allí vuelve de nuevo a Asturias, en el cual podremos comprobar cómo las ideas, formas y prácticas literarias se propagan fácilmente a través del tiempo y del espacio, para desarrollarse más tarde con las lógicas peculiaridades propias de cada poeta en su contexto socio-cultural.


Ramón de Campoamor

El punto de partida de este viaje está situado en la villa de Navia, lugar de nacimiento del hoy prácticamente olvidado Ramón de Campoamor y Campoosorio, a pesar de la fama y del éxito que gozó en su vida. Nos interesa Campoamor tanto en su faceta de poeta como de teórico de la literatura, porque sin duda su Poética responde a una clara voluntad de enmarcar su producción literaria dentro de una teoría que la explique y justifique.

La semiología literaria ha contribuido, con las investigaciones desarrolladas en los últimos años, a aclarar de qué manera se construye el personaje dramático. En primer lugar esta construcción se atiene siempre a dos principios generales y fundamentales: el principio de discrecionalidad y el de unidad. El personaje se presenta con un nombre, que es, como señala la profesora Carmen Bobes, una etiqueta semántica y funcional en blanco que se va completando con datos discretos y discontinuos que proceden de tres fuentes: (1) sus propias palabras, (2) sus propias acciones y (3) lo que los demás personajes dicen de él58. Pues bien, de la misma forma, a la hora, no de construir, pero sí de caracterizar el pensamiento teórico de Campoamor, como posteriormente de los otros poetas de los que me ocuparé, tendré también en cuenta tres aspectos: (1) sus propias palabras, es decir, el pensamiento teórico sobre la poesía; (2) sus propias acciones, la creación poética; (3) la opinión de la crítica sobre las creaciones de los poetas.

La obra de Campoamor supone una clara ruptura con la tradición poética precedente, dominada por una retórica vacía y una grandilocuencia muy alejada de la realidad del individuo. Este deseo de innovación de la lírica se pone expresamente de manifiesto en su Poética:

Yo también, si fuera tan buen preceptista como soy agricultor, sembraría de sal parte del campo de la dogmática literaria para que no brotase en él una sola planta en un lapso de tiempo tan largo por lo menos, como el que media entre Longino y Revilla. La faja tradicional con que casi nos revientan al nacer es más soportable que el peso de esa montaña de Sísifo de las reglas convencionales con que abruma nuestra inteligencia la retórica oficial. No hay pedagogo que al escribir una preceptiva artística no descubra algún matiz nuevo en la abigarrada escala de colores en que se dividen los varios pelotones del inmenso ejército de pensamientos, o no añada alguna división arbitrarias en las interminables clasificaciones de los géneros literarios, que no se dividen por nada esencial, sino por accidentes puramente formales, como el metro, por ejemplo, y que tienen la misma subsistencia que si esas reglas se escribiesen en el agua59.



No habrá poesía lírica tan general como se concibe hoy día mientras no se compliquen las leyes que la mecánica emplea para dar firme asiento a los cuerpos «bajar el centro de gravedad y ampliar la base de sustentación», o lo que es lo mismo, no levantar demasiado el tono y escribir como el Romancero en el lenguaje del pueblo60.



Queda de manifiesto cómo Campoamor defiende una postura claramente antirromántica que supone un rechazo expreso a lo que, en aquellos momentos, se entendía y por tanto se escribía como poesía. La nueva poesía propugnada por Campoamor implica una actualización del lenguaje poético con la introducción del lenguaje cotidiano, el realismo psicológico, la autoficcionalización, la ampliación de los temas, el empleo del humor y de la ironía, la abundancia de formas breves, lapidarias y sentenciosas. Las características de esta nueva poesía la entroncan directamente con la poesía moderna, como podemos comprobar en las siguientes citas:

La poesía es la representación rítmica de un pensamiento por medio de una imagen y expresado en un lenguaje que no se pueda decir en prosa ni con más naturalidad ni con menos palabras61.



Sólo el ritmo debe separar el lenguaje del verso de la prosa62.



La renovación que pretende introducir Campoamor en la poesía, a través de sus aportaciones teóricas, ha sido destacada entre otros por Luis Cernuda, quien establece relaciones entre el poeta asturiano y William Wordsworth63, o Vicente Gaos, que pone de relieve las semejanzas con T. S. Eliot64. Otros críticos han desvelado desde posibles relaciones hasta claras influencias de la poesía de Campoamor en autores como Augusto Ferrán, Gustavo Adolfo Bécquer, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva, Rubén Darío65, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna, Luis Cernuda, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferrater, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Luis García Montero, Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi, Javier Salvago, Víctor Botas, Javier Egea, Álvaro Salvador o Carlos Marzal, entre otros66.

Si hoy reconocemos la importancia de la poesía de Ramón de Campoamor en su intento de desterrar unas formas altisonantes y artificiosas, ajenas al mismo tiempo a cualquier preocupación social o vital, así como su influencia en la formación de una nueva sensibilidad poética vinculada a la experiencia y lo cotidiano, expresado a través de un verso narrativo y reflexivo, no por ello dejamos de admitir la distancia estética que nos separa de unas composiciones poéticas que nos resultan, en ocasiones, lastradas por la abundancia de moralejas explícitas y formas ripiosas que dejan entrever cierta confusión en su práctica poética, no en su teorización, entre rima y poesía.

En consecuencia, Campoamor inaugura una nueva forma de poesía, con independencia de su mayor o menor acierto, que algunos críticos como Félix Ros, Vicente Gaos, Roberto Fernández Retamar o Jordi Jové han calificado de antipoesía67. A este respecto Jordi Jové señala que:

El asalto a las nuevas fórmulas poéticas (que básicamente consiste en alcanzar un estilo natural) presupone un ímpetu considerable, por lo menos desde el ángulo que se toma en consideración la afirmativa respuesta de un hombre que dice «yo he sentido», sin embargo sabemos que los logros poéticos de semejante actitud no vendrían hasta mucho más tarde, cuando el poeta es capaz de distanciarse y en cuanto elabora la expresividad con un lenguaje irónico, antipoético, como modalidad que Campoamor preconizó antes de su efectiva llegada en la tradición moderna española. El poeta indicó en notas y en algunos puntos de su argumento lo que no pudo realizar en su obra desmesurada68.



Ángel González incide también a propósito de la obra poética de Campoamor en los aspectos que la vinculan con la antipoesía:

Al oponer el lenguaje de la calle al enrarecido lenguaje de la poesía: de su tiempo, Campoamor se comporta, aunque hoy no lo parezca, como un audaz innovador. Por su uso de la ironía, por sus deliberadas fijaciones en lo vulgar, es cronológicamente el primer «antipoeta» de la lengua española: un negador de mitos69.



Algunas de las características antes señaladas de la poesía de Campoamor podemos verlas en los siguientes textos:




Lo que se piensa al morir


[...]
Partiste, y del sentimiento
en cama enfermo caí,
y cuando exhalar por ti
iba ya mi último aliento,
embargó mi pensamiento,
en vez de tu amor y el mío,
este cantar tan vacío
que oí de niño a mi hermana:
«CUCÚ, cantaba la rana,
CUCÚ, debajo del río».
[...]70






La santa realidad


¡Inés! tú no comprendes todavía
el ser de muchas cosas.
¿Cómo quieres tener en tu alquería,
si matas los gusanos, mariposas?
Cultivando lechugas Diocleciano,
ya decía en Salerno
que no halla mariposas en verano
el que mata gusanos en invierno.
[...]71



*  *  *


La que ama un ideal, y sube... y sube...
Suele morir ahorcada de una nube72.




En su primera confesión, a Pura
ya no le dio la absolución el cura73.




Si como el héroe de La Mancha antaño
realicé por tu amor grandes hazañas,
hoy, sentado a la sombra de un castaño,
pensando mucho en ti, como castañas74.




Como está sin cercado, el mundo entero
es, más que un camposanto, un pudridero75.




¡Ay del día que lancen a los vientos
el «sálvese el que pueda» los hambrientos!76




Un cadáver encierra
los problemas del cielo y de la tierra77.




Yo conocí un labrador
que celebrando mi gloria,
al borrico de su noria
le llamaba Campoamor78.






Nicanor Parra

La siguiente parada en nuestro itinerario poético la realizaremos en América para fijarnos en un poeta que, tanto en su obra como en sus opiniones teóricas, manifiesta un rechazo frontal a la poesía que se escribe en su momento y hace una propuesta de una nueva poesía de ruptura con la tradicional. La parada la hacemos en Chile, cerca de Chillán, y nos ocupamos de la antipoesía de Nicanor Parra.

¿Cuáles son las características de esta nueva forma de poetizar? Autores como Andrew P. Debicki, Federico Schopf, Joaquín Marco, Teodosio Fernández, Cedemil Goic, Luis Sáinz de Medrano o Iván Carrasco79, entre otros, coinciden en destacar los siguientes rasgos en la obra de Parra: firme reacción contra la retórica romántica y modernista, empleo del lenguaje común, acentuado prosaísmo, coloquialismos, uso abundante de frases hechas y referencias literarias, huida de la expresión altisonante, del lenguaje convencionalmente poético, rechazo hacia la tradición literaria, preocupación por el individuo sin caer en la solemnidad ni en el tono predicativo, acusada conciencia crítica, empleo del humor, una ironía casi siempre amarga y distanciadora, la parodia y una visión pesimista de la realidad.

Como podemos comprobar fácilmente, tanto el propósito rupturista, como la forma de llevarlo a cabo por medio de un determinado uso del lenguaje poético, coinciden en Campoamor y Parra con las lógicas diferencias en la concreción del discurso que impone la larga distancia temporal que media entre ambos. De hecho no sólo se caracteriza la poesía de Campoamor como antipoesía, sino que algunos autores han señalado las evidentes relaciones entre la obra del poeta asturiano y la de Nicanor Parra. Así, Roberto Fernández Retamar identifica como escéptica tanto la poesía de Parra como la de Campoamor, a quien considera el antipoeta de su tiempo80; Luis Sáinz de Medrano, por su parte, afirma que Parra encuentra su propio lenguaje al asumir el papel de un sagaz Campoamor criollo81; mientras que Joaquín Marco apunta a propósito de Parra:

Pero me temo que la referencia a don Ramón de Campoamor es también obligada. En efecto, Campoamor cultiva ya, a fines del siglo XIX, el lenguaje coloquial, la ironía distanciadora [...] El localismo de Parra e incluso la utilización de las formas populares, a las que carga de ironía, ¿no están ya contenidas en Campoamor, poeta al que se habrá de recurrir en el futuro?82



El propio Nicanor Parra, en una carta dirigida al poeta y amigo, Tomás Lago, incide de forma teórica en las mismas ideas que ha destacado la crítica:

La poesía egocéntrica de nuestros antepasados en que ellos tratan de demostrar al lector cuan estimable es el ser humano, cuan inteligentes y sensibles son ellos mismos, cuan dignos de admiración son los objetos de este mundo, debe ceder el paso a una poesía más objetiva de simple descripción de la naturaleza del hombre83.



Estas ideas son también expresadas a través del lenguaje artístico de Parra, como queda reflejado en los textos siguientes:




Sinfonía de cuna


Una vez andando
por un parque inglés
gon un angelórum
sin querer me hallé.

Buenos días, dijo,
yo le contesté,
él en castellano
pero yo en francés.

Dites moi, don ángel,
comment va monsieur.

Él me dio la mano,
yo le tomé el pie.
¡Hay que ver, señores,
cómo un ángel es!

Fatuo como el cisne,
frío como un riel,
gordo como un pavo,
feo como usted.
[...]84






La montaña rusa


Durante medio siglo
la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
echando sangre por boca y narices85.






Advertencia


Yo no permito que nadie me diga
que no comprende los antipoemas.
Todos deben reír a carcajadas.
[...]86






Tres poesías




1


Ya no me queda nada por decir.
Todo lo que tenía que decir
ha sido dicho no sé cuántas veces.



2


He preguntado no sé cuántas veces
pero nadie contesta mis preguntas.
Es absolutamente necesario
que el abismo responda de una vez
porque ya va quedando poco tiempo.



3


Sólo una cosa es clara:
que la carne se llena de gusanos87.






Advertencias


Se prohíbe rezar, estornudar
escupir, elogiar, arrodillarse
venerar, aullar, expectorar.

En este recinto se prohíbe dormir
inocular, hablar, excomulgar
armonizar, huir, interceptar.

Estrictamente se prohíbe correr.

Se prohíbe fumar y fornicar88.






Manifiesto


Señoras y señores
ésta es nuestra última palabra
-nuestra primera y última palabra-
los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
la poesía fue un objeto de lujo
pero para nosotros es un artículo de primera necesidad:
no podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores
-y esto lo digo con todo respeto-
nosotros sostenemos
que el poeta no es un alquimista
el poeta es un hombre como todos
un albañil que construye su muro:
un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos
en el lenguaje de todos los días
no creemos en signos cabalísticos.
[...]

La situación es esta:
mientras ellos estaban
por una poesía del crepúsculo
por una poesía de la noche
nosotros propugnamos
la poesía del amanecer.
[...]89






Ángel González

El tercer punto de este particular itinerario poético, de vuelta ya de las Américas, se encuentra, como había adelantado, de nuevo en Asturias, en la ciudad de Oviedo y en los versos del poeta Ángel González.

Son muchos los autores que se han interesado por la obra del poeta asturiano, por lo que disponemos de una pormenorizada caracterización de su poética que se puede sintetizar a partir de los estudios de críticos como Emilio Alarcos, Andrew P. Debicki, Antonio Moreno, Ángel Luis Prieto de Paula, Xelo Candel Vila, Francisco Díaz de Castro, Luis García Montero, Pere Rovira, Álvaro Salvador, Marcela Romano o Luis Bagué Quílez, entre otros muchos90. Estos autores nos hablan de una marcada diferencia con el lenguaje anterior: de una poética antirretórica, huida de apriorismos líricos y de lo convenidamente poético; de procedimientos estilísticos desprovistos de toda gratuidad retórica o formalista; de agudeza, juegos de palabras, ruptura de frases hechas, chistes, tono conversacional, verbo difuso y prosístico, ironía distanciadora, sarcasmo, intención crítica, intertextualidad, metapoesía, pesimismo. Pero, además de las opiniones de la crítica, contamos con el punto de vista del autor, a propósito de una de sus obras, que como podemos comprobar coinciden plenamente:

Tratado de urbanismo es un título deliberadamente prosaico e irónico que obedece al intento de desmitificar la poesía, cuyo referente no tiene por qué ser únicamente lo inefable o lo sublime; la poesía -pensaba yo cuando estas cuestiones obvias eran aún objeto de la polémica- también puede aludir a las vulgares, las cotidianas realidades de los seres humanos91.

Emilio Alarcos señaló a propósito de la poesía de Ángel González que «lejos de la preocupación de señalar "fuentes" hay que indicar "afinidades"»92. Las afinidades entre la poesía de Nicanor Parra y Ángel González han sido puestas de relieve en numerosas ocasiones por la crítica, que ha llegado a calificar parte de la obra de Ángel González como antipoesía. De tal modo, Antonio Moreno sostiene que:

De esta falta de fe en el poema resulta el antipoema, elaborado con un lenguaje prosaico que huye de los apriorismos líricos y de lo convenidamente poético, tal como lo había hecho unos años antes el chileno Nicanor Parra93.



Álvaro Salvador emparenta algún texto de González con la corriente poética hispanoamericana que se define a sí misma como antipoesía94; Marcela Romano se refiere al recurso a la antipoesía del poeta asturiano95; Francisco Díaz de Castro, por su parte, pone de relieve que el lenguaje poético está sometido a una crítica paralela a la de la realidad histórica por la antipoesía de Ángel González96; mientras que Luis Bagué nos habla de un lirismo impuro que linda con la poesía de Nicanor Parra97.

Si las relaciones, o las afinidades a las que antes me refería, entre los dos poetas son evidentes para la crítica, también el propio González parece reconocerlas, al menos en el modo de abordar el objeto poético a través de la antipoesía, como podemos comprobar en estas palabras, a propósito de su propia obra:

En esos títulos, la tendencia al juego y a derivar la ironía hacia un humor que no rehúye el chiste, la frivolización de algunos motivos y el gusto por lo paródico, apuntan hacia una especie de «antipoesía», en cuyas raíces creo que está cierto rencor frente a las «palabras inútiles»98.



Además de las afirmaciones teóricas a las que he hecho referencia, contamos con la obra poética de Ángel González, en donde podemos encontrar estas características, como podremos comprobar en los ejemplos seleccionados:




Eso era amor


Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rímel?
Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas99.






Ahí, donde fracasan las palabras


Poeta de lo inefable.

Logró expresar finalmente
lo que nunca dijo nadie.

Lo condenaron a muerte100.






Contra-orden (poética


por la que me pronuncio ciertos días.)


Esto es un poema.

Aquí está permitido
fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como:

Marica el que lo lea,
Amo a Irma,
Muera el... (silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,
el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo101.






De otro modo


Cuando escribo mi nombre,
lo siento cada día más extraño.

¿Quién será ese?
-me pregunto.
Y no sé qué pensar.

Ángel.

Qué raro102.






Conclusiones

La caracterización de las poéticas de Campoamor, Parra y González, a través de la crítica, del pensamiento teórico y de la obra poética, nos llevan necesariamente a observar una evidente interrelación entre ellas, a pesar de encontrarnos ante poemas individuales diferentes103. Podemos situar su obra dentro de una misma concepción de la poesía. Los tres poetas parecen utilizar los mismos ingredientes para elaborar obras diversas, aunque con unas evidentes notas comunes en el caso de los dos últimos, mucho más cercanos en el tiempo. En todo caso, la vinculación entre la forma de poetizar de Ángel González y de Nicanor Parra parece, a todas luces, evidente; de la misma forma, la relación entre Campoamor y Parra también parece clara, así como los puntos en común entre Campoamor y González104. Por tanto, podemos hablar de una cadena de transmisión poética a lo largo del tiempo formada por Campoamor, Parra y González que resulta articulada por la antipoesía, de la que participarían las poéticas de los tres autores105. De hecho, el proceso de inversión discursiva, del que nos habla Sánchez Torre106, en la poesía de Ángel González puede ser puesto en relación con las tres instancias de realización del antipoema descritas por Iván Carrasco para la poesía de Nicanor Parra: aceptación aparente o conjunción, duda o ambiguación y rechazo final o disyunción107, procesos que también se pueden rastrear en muchos de los poemas de Campoamor.

De esta forma concluyo el serpenteante recorrido poético, Asturias-América-Asturias, con el convencimiento de que la proximidad cultural y vital, proporcionada por el uso de una lengua común, es lo que permite la propagación fluida de ideas, formas y prácticas literarias a través del tiempo y del espacio.








ArribaBibliografía citada



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    • Allende, Isabel, La casa degli spiriti (trad. di Angelo Morino e Sonia Piloto), Feltrinelli, Milano, 1983.
    • ——, La figlia della fortuna (trad. di Elena Liverani), Feltrinelli, Milano, 1999.
    • ——, Paula (trad. di Gianni Guadalupi), Feltrinelli, Milano, 1995.
    • ——, Il piano infinito (trad. di Edda Cicogna), Feltrinelli, Milano, 1992.
    • Amorim, Enrique, Il carrettone (trad. di Attilio Dabini), Ultra, Milano, 1945.
    • Asturias, Miguel Ángel, Il ladrone (trad. di Amos Segala), Rizzoli, Milán, 1969.
    • ——, Mulatta senzanome (trad. di Cesco Vian), Mondatori, Milano, 1967.
    • ——, Gli occhi che non si chiudono (trad. di Cesco Vian), Rizzoli, Milano, 1968.
    • ——, La pozza del mendico (trad. di Elena Mancuso), Veutro, Roma, 1966.
    • ——, Uomini di mais (trad. di Cesco Vian), Rizzoli, Milano, 1968.
    • ——, L'uomo della Provvidenza (trad. di Elena Mancuso), Feltrinelli, Milano, 1958.
    • ——, Vento forte (trad. di Cesco Vian), Rizzoli, Milano, 1965.
    • ——, Week-end in Guatemala (trad. di Giuseppe Bellini), Accademia, Milano, 1964.
    • Azuela, Mariano, Quelli di sotto (trad. di Attilio Dabini), Mondatori, Milano, 1945.
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    • ——, L'invenzione di Morel (trad. di Livio Bacchi Wilcock), introd. di Jorge Luis Borges, Bompiani, Milano, 1966.
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    • ——, Storia universale dell'infamia (trad. di Mario Pasi), Il Saggiatore, Milano, 1961.
    • Borges, Jorge Luis, y Adolfo Bioy Casares, Cielo e inferno (trad. di Antonio Porta e Marcelo Ravoni), Ricci, Parma, 1972.
    • ——, Un modello per la morte (trad. di Vanna Brocca), Palazzi, Milano, 1972.
    • ——, Racconti brevi e straordinari (trad. di Gianni Guadalupi), Ricci, Parma, 1973.
    • ——, Sei problemi per Don Isidro Farodi (trad. di Vanna Brocca), Palazzi, Milano, 1971.
    • Borges, Jorge Luis, y Margarita Guerrero, Manuale di zoologia fantastica (trad. di Franco Lucentini), Einaudi, Torino, 1962.
    • Borges, Jorge Luis, y Maria Esther Vázquez, Brume, Dei, Eroi (trad. di Gianni Guadalupi e Marcelo Ravoni), Ricci, Parma, 1973.
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    • ——, La fucilazione (trad. di Maria Vasta Dazzi), Longanesi, Milano, 1962.
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