Escena primera
|
|
Representa una calle de la ciudad de
Valencia. Decoración corta, y sale FELISA, muy afligida,
de saya y manto y con un rosario en la mano
|
FELISA. | ¡Ay de
mí! Recorro en vano | | estas calles de Valencia | | para
buscar un consuelo | | y de la infelice nuevas. | | Hoy el pueblo
alborotado | | con la terrible sentencia | | que contra Zeir y
Abdalla | | y otros moriscos de cuenta | | ha pronunciado el consejo, | | de María no se acuerda, | | ni se habla de su aventura, | | ni de hacia dónde estar pueda. | | Al fin los pasados
días | | su fuga tan sólo era | | la conversación
de todos | | en calles, casas y tiendas. | | Y el oír en
los corrillos | | nombrarla y hacer diversas | | conjeturas, de
consuelo | | pudo servir a mis penas. | | Mas hoy ya nadie la nombra, | | nadie en su infortunio piensa. | | (Llora.) | ¡Virgen Soberana!,
madre | | de la oprimida inocencia, | | sedle, escudo, sedle amparo, | | y dadme luz con que pueda | | descubrir... | (Sorprendida.) | Pero
¿qué veo? | | Jurara, ¡cielos!, que él era. | | Sí...
¡Corbacho! |
|
|
|
(Entra CORBACHO, embozado.)
|
CORBACHO. | (Sorprendido.) | ¡Ama
Felisa! | |
|
|
FELISA. | ¿Cómo tú por esta tierra...? | | ¿Y María?... ¿Y don Fernando? | | ¿No me traes noticias
de ella? | | ¿No me dices...? |
|
|
CORBACHO. | ¿Por
ventura que sé | | de ellos algo piensas, | | cuando anhelaba
encontrarte | | para que tú me dijeras...? | |
|
|
FELISA. | (Desconsolada.) | ¿Qué he de decirte, Corbacho?... | | ¿Cómo darte,
amigo, nuevas | | que busco anhelante?... |
|
|
CORBACHO. | Dime: | | ¿tú desde cuándo en Valencia? | |
|
|
FELISA. | Desde
que entraron los presos, | | hace tres días. |
|
|
CORBACHO. |
Yo
apenas | | ha dos horas que he llegado. | |
|
|
FELISA. | Pero tú,
¿después de aquella | | terrible noche seguiste...? | |
|
|
CORBACHO. |
¿Y quién seguirlos pudiera? | | Muerto el capitán,
mi amo, | | más veloz que una saeta, | | con la morisca
en las ancas | | en las lóbregas tinieblas | | desapareció.
Y yo, ¿cómo | | a pie seguirlos pudiera, | | no estando
antes prevenido | | de adónde se dirigieran? | | Cuando
se alzó aquel desorden | | con las voces y las quejas | | del herido, agazapéme | | oculto entre las maleza | | para
no ser descubierto | | y pagar culpas ajenas. | | Y al aparecer
el alba | | tomé una trillada senda | | que se me ofreció,
y vagando | | no sin peligro y miseria, | | por todos, los escondites | | de aquellas fragosas sierras | | he estado; hasta que aburrido | | vengo sin norte a Valencia, | | por ver si de mi amo logro, | | que le quiero mucho, nuevas. | | Pero tú, Felisa, ¿cómo | | abandonaste a tu prenda | | en aquel conflicto?... ¿Cómo | | sin tu amparo acometerla | | pudo el capitán? |
|
|
FELISA. |
Corbacho, | | cómplice el sargento era | | del crimen sin duda alguna, | | pues con infernal cautela, | | en cuánto cerró
la noche, | | después de que con reserva | | le habló
el capitán, mi mula | | aseguró por la rienda, | | sin apartarse ni un punto. | | Y al atravesar la cuerda | | el
bosque, de mi María | | me separó con destreza, | | tomando por un atajo | | al través de las laderas; | |
y cuando escuché sus voces, | | sus lamentos y sus quejas, | | ya me hallé entre los soldados | | y a grande distancia
de ella. | | En medio de aquel desorden | | intentaron sus cadenas | | romper los míseros presos, | | y armóse grave
pendencia | | entre soldados y moros, | | sin que yo, infeliz,
pudiera, | | aunque bien quise, fugarme; | | y en llanto amargo
deshecha, | | me resigné con mi suerte | | y llegué
aquí con la cuerda. | | Al punto, como española, | | me dejaron en completa | | libertad, | (Llora.) | y
ando perdida, | | sólo ansiando tener nuevas | | de aquella
infeliz. |
|
|
CORBACHO. | No
llores, | | Que está en salvo es cosa cierta. | |
|
|
|
CORBACHO. | Felisa, | | ¿y es verdad esa sentencia? | |
|
|
FELISA. | Lo es, y terrible, terrible... | |
|
|
CORBACHO. | No hay nada que no merezcan. | |
|
|
FELISA. | (Compasiva..) | Es así...; pero... |
|
|
CORBACHO. | Tu
amo | | tuvo más feliz estrella, | | que al cabo como valiente | | pereció, pues si hoy viviera... | |
|
|
FELISA. | ¡Qué
lástima! Era indomable | | y muy ciego por su secta; | | pero muy caritativo, | | de muy gallarda presencia, | | de pensamientos
muy altos | | y de muy clara nobleza. | | Dieciocho años
he comido | | su pan..., y una ingrata fuera | | si no llorara
su muerte, | | si no elogiara sus prendas. | | ¡Cuántas
desgracias!... | (Llora.) |
|
|
|
FELISA. | Voyme, Corbacho a la iglesia, | | a que la Virgen piadosa | | por nosotros interceda. | |
|
|
CORBACHO. | Pues yo no sé dónde
vaya, | | ni tampoco dónde pueda | | hallar abrigo. |
|
|
FELISA. |
Si
quieres..., | | en casa de una parienta, | | que pobremente me
aloja... | |
|
|
CORBACHO. | Basto yo para pobreza. | | ¿Y dónde
es? |
|
|
FELISA. | Allá
en la plaza. | | Alejándome voy de ella | | para no ver
el suplicio | | de esos dos, que al cabo eran | | conocidos. |
|
|
CORBACHO. |
Pues
a verlos | | ahorcar voy, ¡malditos sean! | | Yo te buscaré. |
|
|
FELISA. | Si
logras | | alguna noticia cierta... | |
|
|
|
|
CORBACHO. | Con
él te queda. | | (Vanse por distintos lados.) |
|
|
Escena II
|
|
Representa el gran salón del Consejo. Al
fondo habrá un dosel con el retrato de Felipe III;
una gran mesa, con rico tapete y recado de escribir, cinco
sillones, y un taburete para el SECRETARIO. Entra por un
lado el CONDE DE SALAZAR, ricamente vestido y con el collar
del Toisón de Oro, y por el otro, el COMENDADOR MAYOR
de la Orden de Calatrava, con la insignia en la ropilla y
en la capa y la venera al cuello, pendiente de una cadena
de oro
|
|
COMENDADOR. | (Con
respeto.) | ¡Oh excelentísimo conde! | | Bien la fortuna
responde | | a vuestro sabio valor. | | Esta desastrosa guerra | | ya de un modo o de otro modo | | termina, y queda del todo | | en seguridad la tierra. | | Y a vuestro noble tesón | | y prudencia debe el rey | | de esta rebelada grey | | ver cumplida
la expulsión. | |
|
|
CONDE. | A la prudencia y lealtad | | del
consejo solamente | | servicio tan eminente | | hoy debe su majestad. | |
|
|
COMENDADOR. | Pero el alma del Consejo | | ha sido vuestra excelencia, | | que tiene la presidencia. | |
|
|
CONDE. | Sólo por ser el
más viejo. | |
|
|
COMENDADOR. | Ya viene el señor marqués | | de Caracena. |
|
|
CONDE. | Ya
estamos | | todos, pues solos formamos | | hoy el Consejo los tres, | | puesto que los otros dos, | | con encargos diferentes, | | están
en Valencias ausentes, | | al rey sirviendo y a Dios. | |
|
|
COMENDADOR. |
¿Dónde nuestro patriarca? | |
|
|
CONDE. | Con caridad exquisita | | a la canalla maldita | | allá en Alicante embarca, | |
por la raza delincuente | | mostrando una suavidad | | que no me
gusta en verdad | | con tan depravada gente. | |
|
|
|
CONDE. | Queda aún
guardando la sierra, | | aunque terminar la guerra | | consiguió
su valentía. | |
|
|
COMENDADOR. | Grande en el Consejo es | |
su ausencia. |
|
|
CONDE. | Mas,
sin embargo. | | cumpliremos nuestro encargo, | | que poco falta,
los tres. | |
|
|
|
(Entra el MARQUÉS DE CARACENA, virrey,
ricamente vestido a la usanza militar y con bastón,
botas y espuelas.)
|
MARQUÉS. | ¡Oh gran comendador!,
¡oh insigne conde!, | | perdonad mi tardanza; recorriendo | | de
la ciudad las calles, receloso | | de que pudiera conmoverse
el pueblo, | | no me ha sido posible más temprano | | al
Consejo acudir. |
|
|
CONDE. | A
muy buen tiempo | | llegáis, señor marqués. |
|
|
MARQUÉS. | Era
preciso | | estar alerta entre el concurso inmenso, | | que se
ha agolpado a presenciar la muerte | | de esos desventurados. |
|
|
CONDE. | ¿Tuvo
efecto | | sin novedad? |
|
|
MARQUÉS. | Sin
novedad alguna, | | y quiera Dios que sirva de escarmiento. | |
|
|
CONDE. | Pues estamos los tres que solamente | | hoy, señores,
formamos el Consejo, | | podemos proseguir nuestras tareas, | | que ya, gracias a Dios, van concluyendo. | |
|
|
|
(Hace una seña,
entra el SECRETARIO y se sientan todos en sus respectivos
puestos alrededor de la mesa.)
|
CONDE. | (Con gravedad.) | El
embarco prosigue en estas costas | | con toda actividad. Los
tristes restos | | que aun en los montes de rebeldes quedan. | | no dan cuidado ya; rotos, dispersos | | sin encontrar abrigo
en parte alguna | | desaparecerán rendido luego. | | Sólo
la fuga audaz de esa morisca, | | de la hija de Albenzar, de
aquel protervo | | que osó llamarse rey, siendo cabeza | | en las serias revueltas de este reino, | | nos pudo ocasionar
algún cuidado. | | Mas ya noticia positiva tengo | | de
que fue con su cómplice arrestada | | de la vecina Mancha
en los linderos. | | Debiéndose prisión tan importante | | a la astucia y presteza del sargento | | de aquella tropa misma,
que no pudo | | la fuga remediar. Y hoy mismo espero | | que lleguen
a Valencia, asegurados | | con buena escolta y con seguros hierros. | |
|
|
COMENDADOR. | ¡Bendito sea el Señor! La tal morisca | | me daba, y con razón, graves recelos. | |
|
|
MARQUÉS. |
¿Tanta importancia esa morisca tiene? | |
|
|
CONDE. | Mucha; que de
belleza es un portento, | | y aun más de discreción
y de osadía. | | La sangre y los altivos pensamientos | | del padre representa, y con su nombre | | podido hubiera reanimar
el fuego | | de la atroz rebelión, aun no extinguido. | | Y de que tales eran sus deseos | | es prueba el modo de emprender
la fuga, | | y lo es su dirección hacia Toledo, | | en donde
los moriscos se preparan | | a dar nuevos escándalos
al reino. | | Mas pues la pone Dios en nuestras manos | | con un
castigo rápido y tremendo | | imponga a los rebeldes
musulmanes | | saludable terror, santo escarmiento, | | y al rodar
su cabeza en el cadalso | | húndanse de su raza los proyectos. | |
|
|
COMENDADOR. | Es su pronto castigo indispensable, | | y el castigo
a la par de ese protervo, | | que osó salvarla con armada
mano, | | cómplice de sus locos pensamientos. | |
|
|
CONDE. |
Que la sentencia pronunciada sea, | | importa brevedad, pido
al Consejo. | | Y le propongo que la infiel morisca, | | y el pérfido
traidor, que osó encubierto | | con las tinieblas de
la noche oscura | | la cuerda acometer con tal denuedo, | | a su
jefe matar y libertarla, | | sean sin tardanza en el cadalso
puestos, | | en donde la cuchilla del verdugo | | corte sangrienta
sus altivos cuellos; | | y que en sendas escarpias las cabezas | | queden y sirvan de terror y ejemplo | | a la raza infernal,
mientras las llamas | | tornen ceniza sus infames cuerpos. | |
Propongo este castigo, y nos lo exigen | | de nuestro rey la
causa y la del Cielo. | |
|
|
COMENDADOR. | Pero ¿quién es el
cómplice alentado | | de esa altiva mujer se ha descubierto? | | Que algún morisco personaje sea | | el insensato audaz,
señores, creo; | | tal impiedad, traición tan
arrogante, | | de un cristiano español pensar no puedo. | |
|
|
CONDE. | Sea morisco o cristiano, la sentencia | | debe al punto
tener cumplido efecto. | | Con media hora le basta, si es cristiano, | | para impetrar la compasión del Cielo. | | Y si antes
de ponerse el sol llegasen, | | antes de que se ponga considero | | indispensable que presencie el mundo | | el urgente suplicio
de ambos reos. | |
|
|
|
|
MARQUÉS. | De la pública voz suena
en los ecos, | | que es fiel y que es cristiana esa morisca; | | que lo es de corazón. |
|
|
CONDE. | Siempre
estos perros | | saben fingirse tales, esperando | | hallar así
piedad en nuestros pechos. | |
|
|
|
CONDE. | (Con autoridad.) | Morirá
sin duda, | | dándole sólo el necesario tiempo | | para pedir a Dios misericordia. | |
|
|
|
CONDE. | (Con calor.) | Ni
edad ni sexo | | de esta raza infeliz encontrar debe | | compasión
ni piedad en tal momento. | | Y no es mujer, señores,
es la hija | | del que a llamarse se atrevió soberbio | | rey de Valencia; del que fue aclamado | | como tal rey por
el morisco pueblo; | | del que la guerra atroz ha embravecido, | | dejando un nombre, aunque en verdad funesto, | | a esa infelice,
que turbar pudiera | | el reposo y quietud de todo el reino. | | Su muerte es necesaria para darnos | | seguridad, y lo es para
escarmiento | | la del osado que salvarla pudo, | | un atroz homicidio
cometiendo. | | Que vacile me pasma en este punto | | el valor
y entereza del Consejo. | | Torno la misma pena a proponerle | | que ha un momento indiqué. Y a tal extremo | | llega
mi convicción de que la exigen | | la justicia del trono
y la del Cielo; | | que si fuera hijo mío el alevoso, | | y ella más pura que el mayor lucero, | | y más
cristiana que mi madre misma, | | al patíbulo juntos,
al momento | | de llegar a Valencia los sacara, | | sin dar indicios
de dolor mi pecho. | |
|
|
COMENDADOR. | Tal consideración pesa
en mi mente, | | y la sentencia que indicáis apruebo. | | El nombre de Albenzar es necesario | | extinguir de una vez.
Y en cuanto al reo | | la ley está, señores, terminante: | | dos crímenes en él graves advierto | | haberle
dado a un capitán la muerte, | | que estaba con lealtad
al rey sirviendo, | | y haber prestado auxilio a los moriscos, | | acción vedada por el bando regio. | | Justa es la pena
que a los dos se impone, | | y es conveniente ejecutarla presto. | |
|
|
CONDE. | ¿Y vos, señor marqués...? |
|
|
MARQUÉS. | (Dudoso.) | Yo...,
señor conde... | | Más detención quisiera,
lo confieso; | | que es criminal el robador es claro, | | de un
atroz homicidio lo es al menos; | | pero a una joven por su
nombre sólo, | | pues que sea criminal aun no sabemos, | | a una joven, que dicen ser cristiana, | | a una mujer, en fin...
No; me estremezco | | no puedo condenar... |
|
|
CONDE. | (Con firmeza.) | Cuando
lo exigen | | de la Iglesia la paz y la del reino, | | y el delito
de fuga está probado, | | escrúpulos tan nimios
no comprendo. | |
|
|
MARQUÉS. | Mi voto no entorpece la sentencia, | | dada está; pues que tiene ya los vuestros, | | no ha
menester para cumplirse el mío. | |
|
|
CONDE. | Así
es, señor marqués. Mas considero | | que la unanimidad
fuera importante | | para resolución de tanto peso. | |
|
|
MARQUÉS. |
Cada cual deje su conciencia a salvo. | |
|
|
CONDE. | (Resuelto.) | Yo ratifico mi opinión de nuevo. | |
|
|
COMENDADOR. | Yo con
ella de nuevo me conformo. | |
|
|
MARQUÉS. | (Levantándose
de la mesa.) | Vuestra es la votación. |
|
|
CONDE. | Estadme
atento, | | y extended la sentencia, secretario, | |
|
|
|
(El CONDE dicta
en voz baja y el SECRETARIO escribe.)
|
MARQUÉS. | (Paseándose
lentamente; aparte.) | Tal vez al rey disguste... Mas no puedo | | resolverme a votar esa sentencia. | | Mi corazón angustian
los recuerdos | | que jamás se han borrado de mi mente | | ¡Ay!, hoy destrozan mi abismado pecho | | como un puñal
agudo envenenado. | | ¡Oh montes de Alajuar!... ¡Oh santo Cielo! | | ¡Dieciocho años! Mi agitada mente | | vaga sin luz en
laberintos ciegos. | | (Pausa.) | Es la hija de Albenzar... ¿Cómo
pudiera? | | Es la hija de Albenzar... Si me resuelvo... | | Nada
añade mi firma a la sentencia. | | Sí el rey,
si mis amigos, si el Consejo | | desconfían tal vez por
mi repulsa | | de mi lealtad, de mi cristiano celo... | | Resuelto
estoy. |
|
|
CONDE. | Comendador,
la firma. | | (Firma el Comendador.) | ¿Y persistís, marqués...?
Dudoso os veo. | |
|
|
MARQUÉS. | (Acercándose a la mesa.) | Aunque la compasión que siempre inspira | | la tierna
juventud pudo mi pecho | | conmover, que me adhiera al cabo
es justo | | a vuestra decisión, que yo respeto. | | De
mi rey el servicio y del Estado | | la próspera quietud
son lo primero. | | (Firma.) |
|
|
CONDE. | Siempre tal esperé,
marqués ilustre, | | vuestra sangre gloriosa conociendo. | | (Al SECRETARIO.) | Refrendadla y selladla, secretario, | | y
haced que el bando se publique luego, | | puesto que debe ser
ejecutada | | en cuanto lleguen los inicuos reos. | |
|
|
|
(Vase el
SECRETARIO con la sentencia, y el CONDE, y el COMENDADOR,
y el MARQUÉS se levantan de la mesa y vienen al proscenio.)
|
MARQUÉS. | Hasta mañana conveniente fuera | | acaso
dilatar... |
|
|
CONDE. | (Con viveza.) | ¿Y
con qué objeto? | | De rebelión el espantoso crimen | | pide castigo rápido y violento, | | pues con uno tan
sólo, las más veces, | | ejecutado sin perderse
tiempo, | | se atajan graves daños. |
|
|
COMENDADOR. | Sí,
se atajan. | | Y es piedad el rigor que pone freno | | a delitos
sin fin, que arrastrarían | | al patíbulo víctimas
sin cuento. | | (Entra el SECRETARIO.) |
|
|
SECRETARIO. | Señores,
han llegado | | los presos a las puertas de Valencia, | | y el
sargento, encargado | | de ellos, espera del Consejo audiencia. | |
|
|
CONDE. | ¡Oportuna llegada! | | De la ciudad previne que a la
entrada | | los presos detuvieran, | | temiendo que la plebe conmovieran. | | Y mande que al momento | | viniese a mi presencia ese sargento, | | con todas las noticias y papeles | | que debe haber cogido
a esos infieles. | | (Al SECRETARIO.) | Esa torre contigua a
este palacio | | a los dos reos guarde, | | puesto que han de vivir
tan corto espacio | | como hay de aquí a la tarde. | | Y
venga un religioso, | | que, si cristianos son, pueda, piadoso, | | absolverlos propicio | | y acompañarlos luego hasta
el suplicio. | |
|
|
|
CONDE. | Que
más no se detenga; | | a presentarse ante el Consejo
venga. | | (Vase el SECRETARIO.) | La bengala ha ganado | | con
el celo y valor que ha desplegado. | |
|
|
|
(Se sientan otra vez
a la mesa el CONDE, el MARQUÉS y el COMENDADOR. Entra
el SARGENTO como quien viene de camino, y se detiene respetuoso
a la entrada.)
|
CONDE. | No os detengáis, valiente. | |
Decid cómo encontrasteis a esa gente, | | y cuanto hayáis
logrado en el camino | | descubrir de su ciego desatino. | |
|
|
SARGENTO. |
Perdone vuescelencia, | | que razón es se turbe en la
presencia | | de este augusto Consejo | | y que se muestre atónito
y perplejo | | un oscuro soldado, | | al campo y al cuartel acostumbrado. | |
|
|
CONDE. | Vuestra lealtad y celo | | os deben de quitar todo recelo. | | Y ya el Consejo piensa | | en daros la ganada recompensa. | |
Hablad, pues, que os escucha. | |
|
|
SARGENTO. | Mi gratitud a su
bondad es mucha. | | (Se adelanta.) | Seguí con cuatro
soldados | | la pista a los fugitivos, | | por enmarañados
bosques, | | por asperezas y riscos, | | reconociendo cavernas, | | registrando caseríos, | | sin descansar un momento, | | sin concederme un respiro, | | cuando a la segunda noche | | de
fatiga el Cielo quiso, | | con las noticias recientes | | que recogí
en un aprisco, | | indicarme que no había | | equivocado
el camino. | | Pues que aquella misma tarde, | | un viejo pastor
me dijo | | habían estado en la choza, | | con el caballo
rendido, | | el mancebo y la morisca | | que buscaba con ahínco. | | También me indicó la senda | | que tomaron y
aun el sitio | | donde estarían, que incautos | | tal vez
de él dieron indicios. | | Me arrojé a su alcance
al punto | | más constante y más activo | | aunque
ya mis camaradas | | estaban desfallecidos. | | Marchamos la noche
toda, | | y ya en el término mismo | | de Castilla, al sol
naciente | | llegamos a un lugarcillo | | miserable, y en su ermita | | con los desdichados dimos. | |
|
|
MARQUÉS. | (Admirado..) | ¿En una ermita? |
|
|
SARGENTO. | Y
con ellos | | un sacerdote... |
|
|
MARQUÉS. | ¡Dios
mío! | | ¿Un sacerdote? |
|
|
|
|
SARGENTO. | Yo
sus designios | | no sé, señores, ni tiempo | | le
di para descubrirlos, | | pues fuí más veloz que
un rayo | | en cuanto a los fugitivos | | reconocí, en sorprenderlos. | | atarlos y conducirlos. | | El mancebo, valeroso, | | uso hacer
restado quiso | | de un pedreñal, que llevaba | | junto
al estoque, en el cinto. | | Pero yo con la jineta | | le di un
golpe con tal tino, | | que le hice perder el suyo | | rindiendo
a mis pies su brío. | | La morisca desmayóse | |
y el cura resistir quiso | | que los prendiese, y furioso | | yo
no sé cuánto me dijo | | de matrimonio, de fieles. | | de profanación, de ritos. | | Pues sin escucharle nada. | | asegurados y listos, | | saqué al campo mis dos presos | | y hacia aquí tomé el camino. | |
|
|
CONDE. | De su
majestad en nombre, | | por tan completo servicio, | | os doy la
bengala. |
|
|
|
MARQUÉS. | El rey sabrá vuestro brío. | |
|
|
SARGENTO. | Yo me confundo, señores, | | y honras tan grandes
estimo. | |
|
|
MARQUÉS. | (Suspenso..) | ¿En una ermita...?
¿Con ellos | | un sacerdote...? Es preciso... | |
|
|
CONDE. | (Interrumpiéndole
con severidad.) | Nada en el momento importa. | | Fácil
será descubrirlo | | después. Lo que ahora interesa | | es que salgan al suplicio. | |
|
|
COMENDADOR. | (Al SARGENTO.) | ¿Y
habéis, decid, descubierto, | | por ventura, en el camino | | algo de sus locos planes? | |
|
|
SARGENTO. | Ni una palabra me han
dicho: | | a mis continuas preguntas, | | con sollozos y gemidos | | la morisca contestaba: | | el mancebo con desvío, | | guardando
tenaz silencio | | impenetrable y tranquilo. | |
|
|
CONDE. | Son esos
perros muy duros. | |
|
|
MARQUÉS. | ¿Él es también
un morisco...? | |
|
|
SARGENTO. | No, señor; que es caballero | | español, y muy altivo. | | Su porte y sus ademanes | |
dan de alta nobleza indicios. | |
|
|
MARQUÉS. | (Con interés.) | ¿Y la morisca? |
|
|
SARGENTO. | Confieso, | | y no soy muy compasivo, | | que lástima algunos ratos | | me causaba el verla, fijos | | en el mancebo los ojos; | | y el
rostro que es un prodigio, | | de lágrimas inundado. | |
|
|
COMENDADOR. | ¿Y fugarse, no han querido? | |
|
|
CONDE. | ¿No han tentado
con ofertas | | vuestra lealtad? |
|
|
SARGENTO. | Pues
qué, digo: | | ¿a esta cara, a estos mostachos | | se atrevieron
los nacidos | | con tales proposiciones?... | | Se guardaran, ¡vive
Cristo! | |
|
|
CONDE. | ¿Y les hallasteis papeles? | |
|
|
SARGENTO. | Lo primero
fue el bolsillo | | registrarles, y, por cierto, | | no lo llevaban
provisto. | | Y aunque lo hubieran llevado | | de oro y de joyeles
ricos..., | | ¡Dios me libre!, por mi vida | | seguro estaba, lo
afirmo, | | que soy montañés, y nunca | | me apropio
lo que no es mío. | | Registrélos por si acaso | | encontraba algún indicio | | de traición. Más
solamente | | en la escarcela del lindo, | | (Saca un paquete de
cartas atadas con un listón.) | atados con esta cinta | | encontré estos papelillos, | | que me parecen las cartas | | de algún buen padre a su hijo. | | Pero como no conserva | | ninguna su sobrescrito, | | y están en abreviatura | |
las firmas, nada he pedido | | yo, que soy lector escaso, | | sacar,
señores, en limpio. | |
|
|
|
SARGENTO. | (Se acerca a la mesa y entrega el paquete al CONDE.) | Son
éstas; | | no llevaba más consigo. | |
|
|
CONDE. | Id con
Dios. Muy satisfecho | | queda de vuestros servicios | | el Consejo,
y el despacho | | tendréis de capitán vivo. | |
|
|
SARGENTO. |
Y yo, por honra tan grande, | | ante el Consejo me humillo. | | (Aparte, yéndose.) | Si hoy empuño la bengala, | | no habrá quien pueda conmigo. | | (Vase.) |
|
|
MARQUÉS. | (Con ansiedad.) | Señor conde, ¿qué os detiene | | las cartas en recorrer? | | Importante puede ser | | lo que en
ellas se contiene. | |
|
|
CONDE. | (Pone el paquete, cual lo recibió,
sobre la mesa, y encima de él, la mano.) | Según
ha dicho el sargento, | | no presentan luz alguna. | | Y si le
dan, oportuna | | no la juzgo en el momento. | |
|
|
COMENDADOR. | (Perplejo.) | Si es caballero español | | ese reo..., descubrir... | |
|
|
CONDE. | (Con entereza.) | ¿Para qué, si ha de morir, | | aunque fuera el mismo sol? | | De nada le sirve al juez | | el
nombre del delincuente; | | antes, gran inconveniente | | es el
saberlo tal vez. | | Que ese preso ha asesinado | | a un capitán,
de servicio | | en importante ejercicio, | | ¿no está, señores,
probado? | |
|
|
|
CONDE. | Y
la general | | ley, de todos conocida, | | ¿no condena al homicida | | a la pena capital? | |
|
|
|
CONDE. | ¿Y
no es evidente | | que siendo traidor al rey | | ha quebrantado
la ley, | | en que terminantemente | | se prohíbe el impedir | | del bando infiel la expulsión, | | condenando, y con
razón, | | a quien lo intente a morir? | |
|
|
|
CONDE. | (Resuelto.) | Pues
sólo veo | | en quien hizo tales cosas | | de dos penas
capitales | | un imperdonable reo. | | Y dada desde esta silla | | una sentencia legal, | | aunque sea el criminal | | un infante
de Castilla, | | se ha de cumplir, ¡vive Dios! | | (Entra el SECRETARIO.) |
|
|
SECRETARIO. | Ya va a publicarse el bando, | | y el pueblo hierve
anhelando... | |
|
|
CONDE. | ¿El suplicio de los dos? | | Dentro de una
hora será. | |
|
|
SECRETARIO. | No, señor. Suenan rumores... | |
|
|
CONDE. | (Con desprecio.) | ¿Qué dicen los habladores? | | Mas ¿quién crédito les da?... | |
|
|
SECRETARIO. |
Dicen que un grande de España | | es el mancebo. |
|
|
|
SECRETARIO. | Y que su acción es quizás, | | más bien que delito, hazaña. | | Dicen que cristiana:
y fiel | | es la morisca... Son varios | | los cuentos extraordinarios | | que de ella cunden y de él, | | y reina gran ansiedad. | |
|
|
CONDE. | (Con viveza.) | Las tropas a todo evento, | | no haya
algún traidor intento, | | señor marqués,
preparad. | |
|
|
MARQUÉS. | (Levantándose.) | Voy; mas
juzgo necesario, | | puesto que en la población | | reina
alguna agitación, | | como dice el secretario, | | a punto
fijo saber | | la importancia del tal reo, | | y por esas cartas
creo | | que se podrá conocer, | | pues, aunque el sargento,
rudo, | | nada de ellas descubrió, | | si bien se examinan,
yo | | que algo se encuentre no dudo. | |
|
|
COMENDADOR. | Pues que no
se ha de alterar | | por su contenido en nada | | la sentencia
pronunciada, | | se pueden examinar, | | para que las precauciones, | | según la clase del preso... | |
|
|
MARQUÉS. | Solamente
para eso | | busco estas indagaciones. | |
|
|
CONDE. | (Incomodado.) | Accedo, contra mi gusto, | | si os anima ese interés, | | pues con esa razón es | | que yo me conforme justo. | | (Desata el paquete de cartas, y al ver la primera se demuda,
tiembla, se levanta y manifiesta gran sorpresa y turbación.) | ¡Cielos!... ¡Cielos!... ¿Es verdad, | | o es un sueño
que me engaña?... | |
|
|
MARQUÉS. | (Aparte.) | ¡Qué
turbación tan extraña! | | (Alto). | ¿Por qué,
conde, esa ansiedad?... | |
|
|
CONDE. | ¡Ay de mí!... ¡Suerte
cruel! | |
|
|
COMENDADOR. | ¿Qué descubrís, señor
conde? | | ¿Qué grave secreto esconde | | ese angustioso
papel? | |
|
|
MARQUÉS. | (Dudoso.) | Yo la causa no colijo... | |
|
|
CONDE. | (Fuera de sí.) | Amigos..., el criminal | | que
va al cadalso fatal... | | es... | |
|
|
MARQUÉS Y COMENDADORE. | (Con gran ansiedad.) | ¿Quién es? | |
|
|
|
|
(Cae sin sentido en el sillón, y le cercan
y socorren, atónitos, el MARQUÉS, el Comendador
y el SECRETARIO.)
|
Escena III
|
|
Decoración corta,
que representa el interior de una reducida prisión,
y salen MARÍA y DON FERNANDO, vestido de soldado,
y ambos con cadena y en gran abatimiento
|
|
|
|
DON FERNANDO. | Al darme tú ese nombre | | en guirnaldas
se tornan estos hierros. | | ¿Qué me importa la vida, | | si en tus brazos la pierdo, | | y juntas nuestras almas | | de
este mundo infeliz alzan el vuelo, | | inocentes y puras, | | a
recibir a un tiempo | | en la mansión celeste | | la santa
bendición del Dios eterno? | |
|
|
MARÍA. | ¿Tú
morir...? ¡Mi Fernando! | | ¿Tú morir...? Me estremezco. | | ¿Qué delito es el tuyo?... | | Muera yo sola, pues delito
tengo. | | Sí, nací delincuente; | | la sangre que
en mi pecho | | por ti late es delito, | | delito propio que pagar
yo debo. | | Pero ¿tú...? |
|
|
DON FERNANDO. | El
adorarte | | es un crimen horrendo | | a los ojos del mundo, | | y
de tal crimen me pongo reo. | |
|
|
|
|
MARÍA. | (Con gran vehemencia.) | Sálvate,
te lo ruego. | | No me espanta la muerte, | | no me espantan los
bárbaros tormentos, | | si tu vida se salva. | |
|
|
DON FERNANDO. |
Yo sin ti la detesto, | | y es ya morir contigo | | la mayor dicha,
que afanoso anhelo. | |
|
|
MARÍA. | ¡Fernando!... Tus palabras | | desgarran, ¡ay!, mi pecho. | | ¿Tú morir...? No, ¡Dios
mío! | | Una víctima basta. |
|
|
DON FERNANDO. | (Con gran ternura.) | Amor
y el Cielo | | hoy piden dos. |
|
|
MARÍA. | Esposo, | | yo sola morir debo. | | Cumpliéronse mis días..., | | pues alcancé a ser tuya, y nada espero. | | Pero ¡tú...!
¿No contemplas | | el porvenir inmenso | | que Dios te da propicio?... | | Ingrato, ¿podrás tú desconocerlo? | | Tu padre...,
sí, tu padre... | |
|
|
DON FERNANDO. | Calla, calla, ¡oh
tormento!... | | Allá en Flandes me juzga. | | Sepa quién
soy después que hubiere muerto | | ¿Yo, sin poder salvarte, | | intentar...? ¡Dios eterno! | | Jamás. |
|
|
MARÍA. |
Sí,
que resuelta | | a revelarle voy todo el secreto. | | Yo llamaré
a tu padre, | | y a sus pies... |
|
|
DON FERNANDO. | Vano
esfuerzo: | | es un juez inflexible. | |
|
|
|
|
|
|
MARÍA. | ¿Qué importa, si yo muero? | |
|
|
|
MARÍA. | Es
falso. | | El dar castigo a un forzador perverso | | salvando a
una infelice, | | no ha sido en ningún tiempo | | crimen.
Y tu inocencia | | publicará mi labio al Universo. | |
|
|
DON FERNANDO. |
Y moriré. | | (Se oye ruido y el cerrojo y llave de la
prisión.) |
|
|
MARÍA. | (Suspensa.) | ¿No escuchas?... | |
|
|
|
|
DON FERNANDO. | (Mirando a la puerta sobrecogido
de terror.) | ¡Mi padre!... ¡Oh desventura! | | Huye, déjame
solo, te lo ruego. | |
|
|
|
(Empuja a MARÍA con violencia
hasta sacarla de la escena, y él queda confuso al
lado opuesto de aquel por donde se escuchó el ruido.
Sale el CONDE DE SALAZAR, embozado, y se detiene a la entrada,
clavando los ojos en DON FERNANDO y retirándolos al
empezar a hablar.)
|
CONDE. | Él es. ¿Podrá mi
valor | | tan alto punto alcanzar? | | Mi planta siento temblar. | | ¡Oh cielos!..., dadme favor. | | Mas si él es..., ¿qué
espero aquí? | | Si es cierta mi desventura, | | ¿qué
busco ya, qué procura | | mi afán?... ¡Infeliz
de mí! | | (Pausa.) | Si no fuera criminal... | | ¡Ay!...
Si disculpa aun tuviera... | | Si alguna desdicha fiera | | le
arrebató a exceso tal... | | ¿Ya pretendo alucinarme | | buscando disculpas vanas? | | ¿Quiero mancillar mis canas? | | (Resuelto.) | Sólo huyendo he de salvarme. | |
|
|
|
(Va a
partir, y se detiene, a la primera voz de DON FERNANDO, pero
sin desembozarse ni volver el rostro.)
|
DON FERNANDO. |
¡Padre! ¡Señor!... ¡Padre mío! | | (Corre y se
arroja a sus pies, y le abraza las rodillas.) | Una vez entrado
aquí, | | ¿os vais sin hablarme así, | | abandonándome
impío? | |
|
|
CONDE. | (Inflexible y sin volver el rostro y
con afectado sosiego.) | Tengo un hijo solamente, | | que sigue
en Flandes la guerra. | | ¿Cómo puede en esta tierra | | preso estar, ser delincuente? | |
|
|
DON FERNANDO. | Golpes
de fortuna son, | | que explicados... |
|
|
CONDE. | (Con reconcentrado
furor.) | ¿Explicar, | | ¡oh traidor!, el ayudar | | a la morisca nación? | |
|
|
DON FERNANDO. | (Abatido.) | ¿Yo..., caballero..., cristiano, | | a tal crimen
arrojarme...? | | (Despechado.) | Y ¿quién osa apellidarme | | traidor?... ¡Cielo soberano! | | ¡Padre! |
|
|
CONDE. | (En la misma
actitud.) | El
delito es patente. | | ¿No osasteis vos atacar | | los rebeldes
por salvar...? | |
|
|
DON FERNANDO. | (Con energía.) |
Quien tal os ha dicho, miente. | |
|
|
CONDE. | Y de noche en un camino, | | quebrantando toda ley, | | ¿de un capitán de su rey | | fuera mi hijo el asesino? | |
|
|
DON FERNANDO. | (Levantándose
con dignidad.) | ¡Padre, padre! Basta ya. | | ¡Asesino...! ¿Quién,
señor? | | ¿De vuestra sangre el valor | | juzgáis
que tan bajo está? | | (Con entereza.) | Con razón
y frente a frente, | | cruzándose los aceros, | | cual cumple
entre caballeros, | | le herí, señor, noblemente | | a una infelice amparando | | que en un monte violentar | | quiso
el feroz militar, | | de su poder abusando. | | Al gemido del despecho | | de la víctima acudí, | | y logré salvarla,
sí... | | Vos lo mismo hubierais hecho: | | que amparar
a una mujer | | oprimida y principal | | de todo ultraje brutal | | es un sagrado deber. | |
|
|
CONDE. | (Se va volviendo lentamente
enternecido al oír los últimos versos; se desemboza,
y sin mirar aún a su hijo, dice aparte, muy conmovido.) | ¡Cielos..., cielos!... Si es así, | | disculpa tiene
tu arrojo, | | gran disculpa. | (Alto.) | Me
sonrojo | | de haber dudado de ti. | | (Le echa los brazos.) | ¡Hijo
mío!... ¡Hijo! | (Después de una ligera pausa,
recobra su entereza y lo separo de sí con severidad.) | Mas...
no. | | Con la mora te fugaste, | | y el decreto quebrantaste | |
que darle amparo prohibió. | | Y salvando de Albenzar | | a la atrevida heredera, | | del rebelde la bandera | | del polvo
osastes alzar. | |
|
|
DON FERNANDO. | (Con vehemencia.) | ¡Padre...,
padre!... Yo salvé | | en tan crítico accidente | | a una mujer inocente | | que nunca rebelde fue. | | (Con entusiasmo.) | Cristiana es, pura, leal, | | de Albenzar la hija. Es portento | | de virtud y entendimiento, | | un encanto celestial. | | (Cae de
rodillas a los pies padre.) | Y..., padre, padre, perdón. | | Es la esposa de tu hijo. | |
|
|
CONDE. | (Atónito.) | ¿Qué
es lo que tu labio dijo? | | ¿Esposa tuya...? ¡Oh baldón! | | (Con gran ansiedad.) | ¿Cuándo...? Acaba... ¿Cómo
pudo...? | |
|
|
DON FERNANDO. | (Ahogado.) | Cuando nos halló
el sargento | | se elevaba a sacramento | | nuestro indisoluble
nudo. | | En un lugar de mi estado | | nos ha unido a ambos a dos | | el sacerdote ante Dios | | con el rito acostumbrado. | |
|
|
CONDE. |
¿Tú de una morisca...? Di. | |
|
|
DON FERNANDO. | Dios
santo es de ello testigo. | |
|
|
CONDE. | (Furioso.) | ¡Infeliz! Yo
te maldigo. | |
|
|
DON FERNANDO. | (Aterrorizado.) | ¡Padre!...
¡Qué horror!... ¡Ay de mí! | | (Cae al suelo.) |
|
|
CONDE. | (En actitud amenazadora y con terrible furor.) | Vuele
al cadalso la infiel, | | y que del verdugo el brazo | | rompa
y destroce ese lazo, | | dogal para mí cruel. | | (Yéndose
precipitado.) | Que no se retarde más | | el suplicio,
ni un instante. | |
|
|
DON FERNANDO. | (Arrastrándose
tras de su padre.) | Como esposo, como amante, | | debo también... |
|
|
CONDE. | (Volviendo con rapidez.) | Morirás. | |
|
|
|
(Vase. Sale MARÍA y estrecha en sus brazos a DON FERNANDO.)
|
MARÍA. | Todo lo escuché... ¡Dios mío! | | De bronce o de mármol soy, | | pues lo escuché
y viva estoy. | | ¡Oh crueldad!... ¡Oh padre impío! | |
Fernando..., Fernando..., esposo... | |
|
|
DON FERNANDO. | Mejor,
dime tu verdugo, | | pues darme al Destino plugo | | tormento tan
espantoso. | | Yo... Sí, de tu perdición | | soy
la causa... | (Desesperado.) | ¡Horrible
suerte!, | | pues que te arrastro a la muerte | | con mi necia
indiscreción. | | De mi padre la violencia, | | para romper
nuestro lazo, | | a apresurar corre el plazo | | de la espantosa
sentencia. | |
|
|
|
DON FERNANDO. | Ya
no hay piedad; | | cerróse toda esperanza. | |
|
|
MARÍA. |
Aún tengamos confianza | | en la celeste bondad. | |
|
|
DON FERNANDO. |
Me horrorizo, me confundo... | |
|
|
MARÍA. | Si te salvo con
mi muerte, | | como ya espero, mi suerte, | | es la más
feliz del mundo. | |
|
|
DON FERNANDO. | ¿Yo sin ti la vida...?
No; | | juntos al Cielo volemos, | | que allí el amparo
tenemos | | del que al hombre redimió. | | (Salen el Alcaide
y dos Alabarderos.) |
|
|
ALCAIDE. | Si sois cristiano, venid, | |
que un religioso os espera | | en la capilla de afuera; | | vuestras
almas prevenid. | |
|
|
MARÍA. | ¡Fernando!... ¡Esposo!...¡Qué
horror! | |
|
|
DON FERNANDO. | (Con resignación y dignidad.) | Pura, angelical María, | | sea la Virgen nuestra guía, | | y muramos con valor. | | (Vanse.) |
|
|
Escena IV
|
|
Representa
el gran salón del Consejo. Entran el COMENDADOR y
el SECRETARIO
|
COMENDADOR. | Terrible es la situación | | del conde de Salazar. | | ¿Es cierto que fue a apurar | | su desdicha
a la prisión? | |
|
|
SECRETARIO. | El hijo a reconocer, | | pues
aun dudaba que él fuera, | | entró en la torre. |
|
|
COMENDADOR. | Quisiera | | poderle en algo valer. | | ¡Tal afrenta!... ¡Desdichado! | | ¿Su
hijo heredero traidor...? | | A mancha tal en su honor, | | ¿qué
objeto le habrá llevado? | | Parece imposible. |
|
|
SECRETARIO. |
Es
cierto. | | Yo juzgo que alguna cosa | | escondida y misteriosa | | reina en tanto desconcierto. | |
|
|
|
(Entra el Marqués de
Caracena apresurado.)
|
MARQUÉS. | ¿Dónde...,
dónde el conde está? | |
|
|
SECRETARIO. | No ha vuelto
de la prisión. | |
|
|
MARQUÉS. | Muy temible agitación | | cundiendo en el pueblo | | va, y es preciso... |
|
|
|
COMENDADOR. | (Mirando a la entrada.) | De un cadáver
insepulto | | mejor dijerais el bulto: | | de un espectro el aire
tiene. | |
|
|
|
(Sale el CONDE DE SALAZAR demudo y descompuesto,
y, sin reparar en nadie, se arroja despechado en un sillón.)
|
COMENDADOR. | (Acercándose con timidez.) | Señor
conde, y ¿es verdad...? | |
|
|
CONDE. | (Con terrible acento.) | Al
cadalso esa mujer. | | ¡Pronto, pronto! |
|
|
MARQUÉS. | (Con
firmeza.) | Puede
haber | | alguna dificultad. | |
|
|
CONDE. | (Furioso.) | Ninguna. Al
cadalso luego. | | De este peso me liberte, | | que hoy me abruma,
con su muerte. | |
|
|
MARQUÉS. | (Acercándose.) | Señor,
escuchadme, os ruego. | | La morisca está casada. | |
|
|
CONDE. | (Fuera de sí.) | ¡Infamia!... ¡Afrenta! El sayón | | tal lazo de maldición | | romperá. |
|
|
MARQUÉS. | (Con tesón.) | Queda
salvada | | siendo su esposo cristiano: | | la ley terminante es. | |
|
|
CONDE. | No en este caso, marqués. | |
|
|
|
CONDE. | (Levantándose y con actitud
y tono de dominio.) | Es
en vano; | | que la sangre de Albenzar | | se extermine manda el
rey, | | y ésta es la suprema ley, | | que cumplida ha de
quedar. | |
|
|
|
|
|
FELISA. | (Dentro.) | Entraré, aunque os pese a
vos, | | que el paso abre siempre Dios | | a quien su justicia
invoca. | |
|
|
MARQUÉS. | (Sobresaltado.) | ¿Qué alboroto
puede ser...? | |
|
|
COMENDADOR. | (Mirando afuera.) | Los guardias
atropellando | | hasta aquí mismo va entrando | | frenética
una mujer. | |
|
|
FFLISA. | (Dentro, pero más cerca.) | Dios
me envía; respetad... | |
|
|
VOCES. | (Dentro, pero cerca.) | Atrás... Pronto. |
|
|
FELISA. | (Dentro.) | Es
inocente, | | y Dios justo no consiente. | |
|
|
MARQUÉS. | (Decidido,
acercándose a la entrada.) | Guardias, el paso dejad. | | (Entra FELISA muy agitada descompuesta.) |
|
|
FELISA. | (Fuera
de sí.) | No es morisca, que es cristiana. | | De Albenzar
no es hija, no; | | del trueque culpa soy yo: | | es de sangre
castellana. | |
|
|
|
|
|
MARQUÉS. | (Acercándose a FELISA
con mucho interés.) | Habla, mujer. |
|
|
|
FELISA. | Prestad, que os cumple, atención. | | (Con
rapidez.) | Ha dieciocho años | | que estando una noche | | con mi amado esposo, | | que del Cielo goce, | | sola en mi cabaña, | | en aquellos montes | | que en sus hondas quiebras | | a Alajuar
esconden, | | tocó fatigado, | | perdido en el bosque, | |
huyendo la furia | | de unos salteadores, | | pidiendo socorro, | | a mi puerta un hombre. | | Bajó de un caballo, | | y en
la choza entróse; | | y al desembozarse | | demostró
en su porte | | ser hombre de cuenta, | | que esto se conoce. | |
Vi que un envoltorio | | resguardaba, donde | | de un recién
nacido | | noté los clamores. | | Pregunto curiosa, | | me
acerco, y mostróme | | un ángel del Cielo, | | una
niña, entonces | | de dos o tres días, | | con tales
facciones, | | con tanto atractivo | | de celestes dotes, | | que
con sus encantos | | el alma robóme. | | Presentéle
el pecho, | | y ansiosa tomóle | | (tres meses habría | | que de mis amores | | el fruto perdiera), | | y la niña
hallóse | | tan bien en mis brazos, | | que al momento el
hombre, | | si quería encargarme | | de ella, preguntóme. | | «Con el alma», dije; | | y él repuso entonces: | | «Ya
está cristianada; | | María es su nombre, | | y de
vuestras dichas | | puede ser el norte. | | Mas secreto importa, | | que un misterio esconde | | que interesa mucho | | a grandes señores. | | Yo volveré a veros, | | pues que ya sé dónde». | | Y algunas monedas | | dándome, partióse. | |
|
|
|
FFLISA. | Yo,
loca, | | no con tales dones, | | sino con la niña, | | a poner
fuí en orden | | sus ricos pañales, | | que decían
a voces | | ser aquella prenda | | de sangre muy noble. | |
|
|
MARQUÉS. | (Con ansiedad.) | Y ¿qué hicisteis?... Dime. | | ¿En dónde
está?... ¿Dónde? | | Infeliz, acaba, | | que el alma
me rompes. | |
|
|
FELISA. | A los pocos días | | de parto murióse | | de Albenzar la esposa, | | y proposiciones | | de criar su hija | | me hicieron. Entróme | | deseo, llevada | | (que al cabo
era pobre) | | de obligar con ello | | a Albenzar, al hombre | | de
mayor riqueza | | en aquellos montes; | | y amo, a quien servían | | también de pastores | | mi padre, ya viejo, | | y mi esposo,
aún joven; | | accedí, encarguéme | | de la
crianza doble; | | tomé a la morisca, | | y a las pocas
noches | | tuve la desgracia | | de que diera un golpe, | | mientras
yo dormía, | | cayendo del borde | | de la cama al suelo, | | que la muerte dióle. | | Yo, desatentada, | | confundida
entonces, | | de Albenzar temiendo | | los justos furores, | | y no
habiendo vuelto | | a ver a aquel hombre | | que la otra criatura | | me trajera... |
|
|
MARQUÉS. | Acorte | | palabras tu labio, | | excuse razones. | | Le diste por hija | |
la niña del bosque. | |
|
|
FELISA. | Sí, Señor.
Confieso | | mi delito enorme. | | Le engañé. Y a
poco | | con ella llevóme | | a su casa, y nunca | | de mí
separóse. | |
|
|
MARQUÉS. | (Aparte). | ¿Cómo
yo encontrarla | | con morisco nombre? | | (Alto, a FELISA.) | Infame...,
¿la hiciste | | morisca?... Responde. | |
|
|
FELISA. | (Con fervor.) | La crié cristiana, | | que, aunque nací pobre, | | de cristianos viejos | | y de raza noble | | castellana sangre | | por mis venas corre. | | Cristiana, inocente | | es esa que, atroces, | | habéis condenado. | | (Profunda, sensación.) | ¡Dios os lo perdone! | |
|
|
|
MARQUÉS. |
Y ¿encontraste sobre | | la niña..., en sus ropas...? | |
|
|
FELISA. | En un lienzo doble, | | este pergamino | | esta cruz. |
|
|
|
(Saca del pecho un pequeño pergamino escrito y una
crucecita de oro, que entrega al MARQUÉS. Este reconoce
uno y otra enajenado de gozo.)
|
MARQUÉS. | Rompióse | | el velo angustioso, | | al fin la hallé... Y ¿dónde? | | ¡Ay hija del alma! | | (Dentro cajas.) | ¡Funesto redoble! | |
|
|
CONDE. |
Volad, secretario; | | suspended el golpe... | |
|
|
MARQUÉS. | (Con ansiedad.) | Volad, y rompiendo | | sus duras prisiones, | | vengan a mis brazos. | | (Vase el SECRETARIO.) |
|
|
FELISA. | (Enajenada
de gozo.) | ¡Oh Virgen!... Salvóse. | |
|
|
|
(Va a marchar,
y la ase de un brazo y la detiene el CONDE.)
|
CONDE. | Mujer,
decid: ¿es seguro | | cuanto aquí habéis revelado? | |
|
|
FELISA. | Yo por el crucificado | | delante de Dios lo juro. | |
El vicario de Alajuar, | | a quien yo en la confesión | | hice esta declaración, | | me puede justificar. | | (La
suelta el CONDE y se va.) |
|
|
CONDE. | (Deteniendo al MARQUÉS.) | ¡Señor marqués...! |
|
|
MARQUÉS. | (Con viveza.) | Sí;
es mi hija, | | y de una ilustre señora... | | No es posible
entrar ahora | | en esta historia prolija. | | Basta decir que
casado | | yo con la madre estuviera, | | si la muerte no la hubiera | | a mi amor arrebatado. | |
|
|
COMENDADOR. | (Deteniéndolo también.) | La niña, ¿cómo quedó | | en un abandono
tal? | |
|
|
MARQUÉS. | Porque mi estrella fatal | | en ahogarme
se empeño. | | Mataron los salteadores, | | al volver, a
mi criado, | | y me quedé condenado | | a mil dudas y temores. | | Después mil pesquisas hice | | en vano... ¿Cómo
acertar | | que era la hija de Albenzar | | la que buscaba...?
¡Infelice! | |
|
|
|
MARQUÉS. | (Enajenado.) | ¡Dulces
pedazos | | del alma! | (Observando.) | ¡Ay!...
¡Su madre es! | |
|
|
|
(Entran DON FERNANDO con CORBACHO, MARÍA
con FELISA y demás Guardias y Pueblo de Valencia.)
|
DON FERNANDO. | (Arrojándose a los pies del CONDE.) | Padre mío, a vuestros pies... | |
|
|
CONDE. | (Con gran ternura.) | Toma, hijo mío, los brazos. | | (Se abrazan.) |
|
|
MARÍA. | (Arrojándose en brazos del MARQUÉS.) | ¡Señor!...
¿Vos...? |
|
|
MARQUÉS. | (Fuera de sí.) | ¡Oh
prenda mía! | | (Pausa.) | ¡Oh conde!... |
|
|
CONDE. | ¡Oh
marqués! ¡oh amigo! | | Yo su santa unión bendigo. | |
|
|
|
(El Conde empuja de un lado a DON FERNANDO, y el Marqués,
de otro a MARÍA para que se abracen.)
|
MARQUÉS. | (Al Conde.) | Será la heredera mía. | |
|
|
|
FELISA. | (A CORBACHO.) | Milagro
es patente. | |
|
|
|
COMENDADOR. | A
la inocencia | | siempre ampara la clemencia | | del Dios Santo
omnipotente. | |
|
|
Sevilla,
1841. |