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«Esta vuelta a los temas favoritos constituía además, una posición de repliegue típicamente perediano ante los varapalos que la crítica había propinado a una novela cosmopolita como La Montálvez», escribe en la introducción a su edición de La puchera, 1980, pág. 42.

 

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El Atlántico, 29 de enero.

 

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«Mucho tiene que ver La puchera con los otros libros montañeses de Pereda. En los mismos moldes se hizo, igual aderezo lleva, y sin embargo, es tan original su traza que, asemejándose a todos, a ninguno se le parece».

 

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«Casi imposible es leer las páginas de La puchera sin sentir que se vació en el mismo molde que Sotileza, El sabor de la tierruca, El fin de una raza, y tantas otras [...] y sin embargo, nadie por pequeño que sea su conocimiento de lo que son la naturaleza y el arte, podrá negarla originalidad».

 

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MENÉNDEZ PELAYO: 1941, pág. 383.

 

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Y continúa, más adelante con esta alusión a la novela del año anterior: «por consiguiente no es una segunda edición de La Montálvez, ni en ella hay el menor vestigio del Pereda ficticio, convencional y forzado».

 

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Recientemente, J. I. FERRERAS (1973, pág. 120) ha aludido así a La puchera: «Los personajes, el universo de los mismos, son intemporales; los conflictos o problemática entre personajes y universo, mínimos; es, sin embargo, una novela llamada regional, que entra dentro de la tradición de los cuadros de costumbres».

 

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Art. cit., págs. 194 y 195.

 

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Art. cit. en El Día, 25 de marzo.

 

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Si bien con esta puntualización: «en esta parte, Pereda es no diré fotógrafo, porque la fotografía en sí no es arte sin o mecanismo, pero siendo tan exacto como el fotógrafo pudiera serlo en copiar el natural».