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1391

«Lo que sería soso contado por otro novelista, se transforma en interesante, merced a las cualidades de narrador que posee»; art. cit., págs. 10.272 y 10.273.

 

1392

Tras resumir el asunto de la novela, escribe: «Todo esto, en sí tan poca cosa, contado por Pereda compondría unas páginas muy castas, sentidas y dulces, si no pecasen de prolijas»; art. cit., pág. 48 de Nuevo Teatro Crítico (al recogerlo en su libro de 1892, modifica levemente el texto, sustituyendo «Pereda» por «un artista»). Un poco más adelante insiste: «Lo que veo en ella [la novela] [...] es un error de dimensiones: la mitad que sobra» (en Nuevo Teatro Crítico, pág. 49; en Polémicas..., pág. 103).

 

1393

«La censura que a la novela Al primer vuelo aplican, no yo, pecador de mí, sino cuantos la han leído: que es largo [...] el lector recorre del mejor grado páginas y páginas, y sólo al llegar a más de la mitad del cuento advierte que todavía no ha pasado cosa alguna [...] cabría holgadamente todo el argumento en una página».

 

1394

«Para el "idilio vulgar" [...] no hacen falta, en rigor, ni tanto fondo ni tantos personajes secundarios, ni siquiera aquellas relaciones hispanoultramarinas».

 

1395

«Es el capítulo culminante de la novela, el escrito con más amor y con más genio tal vez, y al leerle hay por fuerza que olvidar lo extraño de la situación de los dos jóvenes navegantes [...] No me atrevo a asegurar que las últimas [escenas] sean tan ricas en verosimilitud como los demás percances de la novela».

 

1396

«Hasta terminar -aunque el autor se lo calla- con la boda, el viaje de novios, las felicitaciones del hogar y demás cosas que traen estas cosas consigo aparejadas, y suplirá muy a gusto todo lector», escribe Ortiz de la Torre. «El pintor renuncia a toques suplementarios, descontentando al lector, quien se queda sintiendo comezón de combinar escenas a lo Pereda», opina Vimar.

 

1397

Art. cit., págs. 225-226.

 

1398

MONTESINOS: 1969, pág. 226.

 

1399

Algo parecido señalaría Miquel: «Los diálogos, empero, se convierten a veces en descripciones»; art. cit., pág. 10.273.

 

1400

«Su pluma, eminentemente descriptiva, se asoma con el Sr. D. Alejandro Bermúdez a los balcones del pabellón de Peleches, pero la fotografía del panorama que desde aquéllos se domina, sale sin iluminaciones ni relieves, de tamaño vulgar, tarjeta americana, como si dijéramos. Tal como allí nos los presenta Pereda, la tierra y el mar duermen enlazados, como dos hermosos rapazuelos, pero no hablan, ni cantan, ni se mueven, ni voltijean como en Cumbrales y en Las Quebrantas»; aunque luego lo justifica así: «la inercia de aquellos elementos es necesaria para que sirva de marco apropiado a la idílica escena que dentro de ellos se desarrolla».