Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

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Sobre esto verás Baldwin (1928: 23-28), así como Clarke (1954: 177-212) y Keii (1859: III, 431-432).

 

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El empleo más representativo del término que ha encontrado el autor de esta definición de los poderes de descripción de Lisias que hace Dionisio de Halicarnaso; véase Lanham (1991: 64).

 

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Como apunta Lausberg (§813, 228-230), el efecto que tiene esta enumeración de detalles es realista, en cuanto que lo que mueve los afectos es la concreción lograda por la abundancia de detalles.

 

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Cuando se emplea incluso para objetos situados fuera del presente se denomina translatio temporum. El empleo del presente muestra algunas peculiaridades en la evidentia: 1) El presente se utiliza para los objetos que están en el presente del orador. 2) El presente se puede emplear para objetos que estén en el pasado, con el fin de que por su mayor grado de concreción frente al pasado, muevan a los oyentes. El salto puede hacerse mediatamente mediante fórmulas indicadoras que atenúen el salto, que son a su vez un recurso patético. Son fórmulas exhortativas en estilo directo. En otras ocasiones el salto puede hacerse mediante fórmulas de prudencia o el potencial. Y finalmente, también puede hacerse directamente. 3) El presente se emplea para objetos situados en el futuro, aunque esta es una modalidad más discutida.

 

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Entre otros, véanse los estudios de Russell-Smith (1954: 180-214), Owst (1966: 137 y ss.), Gougaud (1930: 168-171) y Gray (1972: 45).

 

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Gracias a Alberto del Río reparo en la distinta solución propuesta a este hecho por De Lope (1992: 60), más orientada a creer en el rito como motor de este acto de «contemplación»; de semejante opinión es Pérez Priego (1991: 47-48), para quien «Encina funde la tradición dramática con ceremonias procesionales, así como los textos canónicos con los apócrifos». Creo que son dos facetas de un mismo hecho, aunque sobre ello no pueda aquí extenderme.