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11

Las fuentes de esta égloga fueron estudiadas con toda puntualidad por Gabriel Bous-sagol, «La deuxième Eglogue de Juan del Encina», Revue de l'Enseignement des Langues Vivantes, XLVI (1929), 193-198. Sus fuentes bíblicas fueron estudiadas por J.R. Andrews, Prometeus in search of prestige, Berkeley-Los Angeles: University of California Press, 1969, hizo notar en su momento que en ocasiones Encina pone en boca de Juan parlamentos que corresponderían a Mateo (pág. 176, notas 12 y 14) y que lo hace para darle más relieve al personaje que, de ser rigurosamente fieles al texto evangélico, tendría bastante menos que decir.

 

12

Cf. la introducción de Ana María Rambaldo al volumen IV de las Obras completas de Juan del Encina, Madrid: Espasa Calpe, 1983, págs. XIII-XVIII. Rambaldo apunta que el tema tiene claras conexiones homiliacas y que su extensión desborda los límites españoles.

 

13

Et dixit illis angelus: Nolite timere: ecce enim evangelizo vobis gaudium magnum, quod erit omni populo: 11. quia natus est vobis hodie Salvator, qui est Christus Dominus, in civitate David. 12. Et hoc vobis Signum: Invenientes infantem pannis involutum, et positum in praesepio. Cito por el Evagenlium secundum Lucam (lesu Christi nativitas in Bethlehem), Biblia Sacra iuxta Vulgatam Clementinam. Nova Editio de Alberto Colunga, O. P. y Laurentio Turrado, Biblioteca de Autores Cristianos, Matriti, MCMXLVI, pág. 1.336.

 

14

Otra versión, la de Grajalejo, añade: «reclinado en un pesebre y por compaña un jumento» (pág. 164).

 

15

El editor, que tan prolijamente anota su texto, no hace mención alguna de esta extrapolación que para nada cuenta en la tradición ortodoxa de la anunciación. Aunque no analizo las diferencias formales que se observan entre ambas obras, repárese en la distinción entre las pulcras estrofas de Encina, escritas para el recitado, y las muy descuidadas cuartetas (¿quizás romance?) de la pastorada, con el reiterativo ¡ea! que denuncia la elaboración popular destinada al canto.

 

16

Vid. A.M. Rambaldo, op. cit, págs. XVIH-XIX, quién, retoma lo propuesto por John Brotherton, The «Pastor-Bobo» in the Spanish theater before the time of Lope de Vega, London: 1975 (esp. el Capítulo I), con respecto a la conversión del pastor a la vida de la gracia, tras la aparición del ángel o la visita al pesebre. Es postura que parte de la interpretación simbólica del sueño bíblico de los pastores y de su despertar a otra vida.

 

17

No acierto a comprender la nota de Trapero a los versos 14-17 de la pastorada: «El presagio turba también a los pastores» y cita los versos 127-130 de esta égloga de Fernández. Pero lo que se lee en la versión de Gusendos (que es la única que conserva el pasaje) es: «¡No perderéis el reparto/ aunque llueva y haga frío!» (pág. 165), y siguen los citados versos de las doncellitas, todo en boca del ángel.

 

18

No deja de ser curioso que ninguna de las piezas de los salmantinos siga ni de cerca la línea argumental presentada en los Evangelios, resumida así por Trapero: «unos pastores duermen; mientras velan sus ganados un ángel les anuncia el nacimiento del Niño Dios; los pastores discuten y dudan de la veracidad del anuncio; por fin deciden ir a adorar al Niño ofreciéndole sus dones y cantando las maravillas allí vistas. Este es el esquema que se fija como núcleo central y fundamental en todos», (pág. 83). Es sorprendente, por lo tanto, que el autor afirme: «... los textos de nuestros primeros autores dramáticos demuestran -subrayo de forma rotunda este hecho: los episodios o escenas de los autos del Nacimiento que con mayor firmeza se repiten una y otra vez sin variación esencial destacable son éstos: [los enumerados arriba] (pág. 83). Es evidente que tampoco las églogas de los salmantinos son la fuente de la pastorada.

 

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«Se trata [...] de materiales muy heterogéneos, de acarreo, que han ido acumulándose a lo largo de los siglos por obra de manos muy diversas. Si procediésemos nosotros ahora a desgajar de la tradición todos estos episodios enumerados 1 (parcialmente), 2, 4, 6, 8, 9, 22, 26, 27, 29 (parcialmente), 30 y 31] en una operación de poda de ramas y hojas que el tiempo ha hecho florecer, para descubrir el tronco, nos enfrentaríamos quizás con el modelo de auto primitivo. Tendríamos delante el más verosímil texto originario» (pág. 86).