El
Teatro de Aula es una estrategia pedagógica a través
de la cual se fomenta la educación en valores, no tanto
porque éstos se sugieran en la obra dramática sino
porque el contexto teatral se utiliza para conseguir que los
alumnos adquieran actitudes positivas en todos los campos.
Si
ya cualquier dramatización escolar es educativa, el Teatro
de Aula sirve para abordar ese problema, un poco diluido en los
proyectos educativos, que se ha dado en llamar transversalidad.
Independientemente del tema de la obra que se está
trabajando, en el Teatro de Aula se van a vivir situaciones que se
plantean en el texto y otras, infinitamente más profundas,
que van a surgir entre los compañeros, que necesariamente
han de limitar sus apetencias en función de las necesidades
del grupo.
Dado el cúmulo de áreas de información que
agobian a los estudiantes y que, aunque se intenten convertir en
activas, la urgencia de contemplar todo el programa, trastoca la
calidad por la cantidad de materia, hacen falta en el horario unos
momentos dedicados a animar y entusiasmar al alumnado, que de esta
manera sobrellevará mejor el curso.
El
Teatro de Aula que es global, multidisciplinar, coral, tolerante,
creativo, disciplinado, integrador y, sobre todo, divertido, es
intrínsecamente la transversalidad viva. La experiencia de
veinte años utilizándolo lo corrobora distinguiendo
un antes y un después en el colectivo que lo ha
realizado.
«LA PATERA MÁGICA» es una dramatización
pensada para ser desarrollada con alumnos desde 6.º de E.
Primaria hasta primeros cursos de la E.S.O. y el grado de
adaptación del curso a la obra depende del grado de madurez
del mismo y de sus circunstancias.
El
tema de la droga, que se aborda en todos los colegios, es
profundamente delicado por lo que incluirlo en una
representación escénica puede ser motivo de
polémica. En la mayoría de los centros escolares se
encuentran alumnos que viven en sus propias familias desde el
tráfico de estupefacientes hasta el dolor más
profundo de la toxicomanía y cualquier alusión poco
matizada puede herir sensibilidades.
Con
esta obra se dramatiza para desdramatizar, sin creer que por ello
se diluya el mensaje que enviamos. Queremos que éste sea
positivo y, en ningún momento, pretendemos atacar a las
personas que han tenido la desgracia de caer en la drogodependencia
sino ayudarlas a superarla. Deliberadamente ninguno de los
personajes humanos tiene relación con la droga. Incluso la
jovencita, que padece tentaciones de probarla, es la buena de
Cenicienta para que nadie se dé por aludido.
Como en otras dramatizaciones escritas para Teatro de Aula se
abordan otros temas educativos que suelen ser constantes en las
programaciones de cualquier centro tales como la
inmigración, la convivencia, la adicción a los
divertimentos audiovisuales, la necesidad de la lectura, etc. Cada
profesor puede seleccionar aquellos que considere oportunos para
intensificar su estudio a través de investigación,
debates, películas u otras técnicas educativas.
En
esta dramatización nos encontramos con tres tipos de
personajes. Por una parte aparecen seres que proceden del
País de la Fantasía aunque sean de diferentes
categorías como humanos (Caperucita y Cenicienta), animales
(el Gato con Botas y el Lobo Feroz) y completamente mágicos
como el Hada y la Bruja Coruja. Cada uno de ellos se comporta de
acuerdo con el rol tradicional, de todos conocido.
El
GATO CON BOTAS es un ser sumamente inteligente y astuto, con gran
dosis de sabiduría acumulada, capaz de resolver los
problemas y de dar consejos oportunos. Está seguro de
sí mismo y espera conseguir una buena situación en el
Mundo Real dirigiendo una empresa de Relaciones Públicas.
Después de lograr que el hijo del molinero se convirtiera en
Marqués de Carabás y llegara a emparentar con el
mismísimo rey, está convencido de poder lanzar al
estrellato a cualquier artista mediocre que se deje apadrinar por
él. Es el organizador de la expedición que ha salido
en una Patera Mágica del País de la Fantasía
con un grupo de amigos a los que se siente en la obligación
de ayudar.
El
LOBO FEROZ, ha sufrido una insólita transformación a
raíz del incidente del bosque, tras comerse a la abuela de
Caperucita: acudió a un centro de rehabilitación y
está a punto de conseguir comer bellotas y tortitas de
manteca. Aún tiene que desprenderse de algunos malos
hábitos, pero está en camino de poder convivir con
todos aquellos seres a los que antes acosaba y por los que,
aún ahora, es temido y denostado y a los que debe demostrar
continuamente su nueva situación gastronómica.
También es viejo, y por lo mismo, sabio. En algunos momentos
sumará sus consejos a los del Gato con Botas. El Lobo Feroz
es nuestro personaje entrañable y pretende dar ánimos
a los escolares que padecen un rol negativo y enviarles un mensaje
de esperanza: Nadie debe ser malo eternamente. Siempre se puede
comenzar una nueva vida.
El
HADA sí que está un poco desfasada. Tiene un gran
corazón y todo su afán consiste en resolver problemas
a fuerza de varita mágica. Se quedó bastante
acomplejada al observar a los Ciberhéroes conseguir casi
tantas maravillas como ella utilizando un rayo láser o
percatarse de que los invasores tenían poderes para viajar a
través del tiempo o desintegrarse y reaparecer en otro
planeta. Le parece ingenua su hazaña, tan sorprendente en su
tiempo, de convertir en carroza una vulgar calabaza. También
ha vivido mucho y conoce a fondo el alma humana. Sabe de sus
problemas y sus anhelos que procura satisfacer, lo que no le impide
ser un poco despistadilla y atolondrada en ocasiones, hasta el
punto de perder la varita en la que radican sus ya obsoletos
poderes. Es consciente de que, en el Mundo Real, ha de desprenderse
de ella definitivamente y está abrumada pensando que
sólo le quedan tres actuaciones. Aún no sabe
cómo resolverá su vida mortal. Tal vez pueda ser una
excelente trabajadora social. Experiencia no le falta.
CAPERUCITA ROJA ha perdido su trabajo porque la abuelita,
después de que el cazador la sacara de la barriga del Lobo
Feroz, se integró en un grupo de la Tercera Edad,
abandonó la casita del bosque, tan lejana y se ha mudado a
un apartamento cerca de un club de jubilados; allí juega a
las cartas y hace excursiones en las que los vejetes se divierten
cantando canciones pasadas de moda. Además, al bosque lo han
convertido en Parque Nacional y está terminantemente
prohibido coger margaritas en los bordes de la vereda, y mucho
menos cazar mariposas o lagartijas en peligro de extinción.
Caperucita piensa que el reparto a domicilio, que es lo que a ella
se le da bien, se puede mejorar con una moto. Conducir una moto es
su gran secreta ilusión. ¡Ay si la hubiera tenido en
aquel fatídico día!... Seguramente hubiera llegado
antes que el Lobo... Tendrá que sacarse carnet de
conducir.
CENICIENTA estaba hasta las narices de tanto limpiar la cocina de
leña del carcamal de su madrastra, sabiendo que se
habían inventado las eléctricas. (Para colmo, piensa
que los niños de ahora, ni saben qué es la ceniza, y
sólo conocen el fuego gracias a las hogueras de San Juan).
Sus hermanastras seguían sin echarle una mano. Lo que
más le fastidiaba era tener que hacer la limpieza con
aquella escoba de retama, tardando tantísimo, sin sacar un
minuto para divertirse, mientras en el Mundo Real se usan
aspiradoras y lavavajillas muy rápidos y con los que sobra
tiempo para participar en actividades feministas, que es lo que
ella desea. Así que, en cuanto se ha enterado de que se
estaba organizando la Patera Mágica, le ha pedido al Gato
con Botas que la incluya en el pasaje. No tiene ningún
interés en casarse con un príncipe,
convirtiéndose en sumisa y delicada esposa. Quiere estudiar
para conseguir un trabajo que la independice. Se sabe capaz de
comerse el mundo, porque es inteligente y gentil; y cuando se calza
los zapatos de cristal, que aún conserva, se encuentra muy
atractiva..
LA
BRUJA CORUJA sigue tan pérfida como siempre. En los Cuentos
hacía mal de ojo y preparaba brebajes para envenenar a la
gente o convertía a los príncipes en sapos, cosa
asquerosísima, pero que a ella le divertía mucho, no
entendemos por qué. Cuando el País de la
Fantasía fue invadido por los Ciberhéroes, Coruja
hizo muy buenas migas con los peores, dándose cuenta
entonces, de lo primarias que eran sus prácticas. Hizo
cursillos de actualización y aprendió marketing e
ingeniería financiera. Se puso en contacto con el
cártel de Medellín y, mientras ella les
enseñaba a manipular la coca para convertirla cada vez en
más dañina, ellos llevaban las ganancias a
paraísos fiscales. Superada esta fase, amplió sus
conocimientos de química e ideó las drogas de
diseño, que son lo último en maldad, con las que se
consigue descerebrar del todo al individuo. Aunque tiene una red de
colaboradores considerable, no deja que nadie la sustituya a la
hora de engañar a los jóvenes incautos y acude ella,
en persona, disfrazada de colega, para envolverlos en sus redes
alucinógenas. Dice llamarse Coru, para despistar.
Actúa siempre con gran astucia porque, a pesar de sus artes,
no ha conseguido un camuflaje perfecto: le ocurre como a aquel
emperador que se vistió de la nada y al que sólo vio
desnudo un niño que era inocente. A Coruja la ven
actualizada los desilusionados, los apáticos, los
desesperados, los acomplejados, los que no son capaces de
soñar ni de poner ilusión en su vida. En cambio, las
personas felices, seguras, optimistas, y con fantasía la ven
mala y fea, con las uñas largas y verrugas en la nariz. A
éstos no los puede engañar Coruja y se
librarán de su maleficio.
Coruja representa a esa persona que induce al adolescente a
mantener su primer contacto con la droga, segura de que se
convertirá en adicto no tardando mucho.
Los
personajes no fantásticos que aparecen en nuestra obra
están divididos en dos grupos: los empleados de la Oficina
(Conserje y Entrevistadora) y los buscadores de trabajo. Todos son
buenas personas, pero su situación es muy diferente
haciéndose más patentes los problemas de los sin
empleo.
La
avalancha de inmigrantes de los últimos tiempos hace que el
número de éstos prevalezca sobre los desempleados
autóctonos. En el texto no son muy numerosos, pero si
hacemos Teatro de Aula, en el que deben participar absolutamente
todos los alumnos, se pueden multiplicar algunos personajes y
repartir su discurso entre varios actores. En este caso,
cambiaremos, por ejemplo, frases con acento y expresión
argentinas, utilizadas por Carmelita, por las equivalentes
pronunciadas con acento de los países del Este u otro lugar
que tenga vinculación con la comunidad educativa en la que
trabajemos.
CARMELITA es el ser humano clave en nuestro mensaje. Es capaz de
ver la realidad porque tiene el don de la fantasía. Su mundo
interior está repleto de proyectos, de ilusiones, de
actitudes positivas. Tuvo que salir de su país por peleona;
porque no admitía las injusticias que se cometían con
otras gentes. En la sala de espera animará a Bongo y se
comprometerá a arreglarle su situación ilegal. Su
sensibilidad le hace percibir la presencia de la Bruja, a la que
los demás confunden con una amable jovencita, y
luchará con ella para evitar que corrompa a la juventud.
Para Carmelita los problemas de la Humanidad son sus propios
problemas.
(Carmelita se expresa en «argentino», por lo que los
vocablos específicos de este habla se escriben en
negrita).
CÉSAR es un típico anodino honorable padre de
familia. Toda su vida la ha pasado trabajando para que su mujer y
sus hijos vivan lo mejor posible, con la única
compensación de ver en la tele los partidos de
fútbol. El tren de la tecnología le ha pillado
desprevenido y saldrá de la Oficina con un impreso para
matricularse en un curso de informática. Hará los
deberes en el ordenador de su hija.
BONGÓ no acepta que le llamen subsahariano ni inmigrante de
color siendo ambas cosas, y mucho menos afroamericano porque
él no es de América. No tiene complejos ni se siente
ofendido cuando alguien le llama negro: lo es y está
contento con ello. Tampoco necesita recordarlo en la
conversación. Los blancos, piensa, jamás hablan del
color de su piel para justificar una situación ¿por
qué ha de decirlo él? Bongó arrastra una vida
llena de huidas, de destierros y de campamentos de refugiados capaz
de enloquecer a cualquiera que no tenga esperanza. La misma
situación que convierte a otras personas en retorcidas, le
ha hecho analizar la condición humana que no cambia con el
color de la piel y lo ha convertido en un filósofo. Su
integridad está a prueba de penalidades y poder. Posee una
riqueza espiritual tan grande que, es capaz de intuir la maldad de
Coruja, aunque ésta no tenga las características
físicas de las brujas de su cultura africana. Se merece que
la clase haga un debate acerca de sus circunstancias, muy actuales,
tristemente.
FERNANDO es un muchacho representativo de la remesa juvenil pasota
y apática, que puede ser víctima de cualquier
desaprensivo que tenga talento para utilizarle. Se pasó la
escolaridad con la Nintendo en vez de hacer los deberes, con lo que
su base cultural es mínima. Le dio a la litrona cuando
hacía novillos en el Instituto y, ahora, ve con envidia
cómo sus antiguos compañeros, de los que él se
burlaba, andan terminando la carrera o tienen un buen oficio. Le
gusta vestir con ropa de marca y pasar por la discoteca los fines
de semana. Es buena gente y goza de amigos excelentes por los que
daría la vida si fuese necesario. Con la familia apenas
habla. Apenas se conocen. En casa sólo gruñe.
Necesita trabajo para comprarse una moto. No lee jamás. Toda
su cultura proviene de la televisión y no se molesta en
poner a funcionar la fantasía, así que está
perennemente aburrido. Es ingenuo e incapaz de reconocer la maldad
y la identidad de la Bruja, que se hace pasar por su amiga. No es
extraño que Coruja tenga en él uno de sus posibles
mejores clientes.
MARINA nunca fue muy inteligente, pero su madre se
empeñó en que terminara una carrera universitaria,
porque ella no iba a ser menos que sus amigas. Se ha pasado la vida
estudiando, con un esfuerzo superior a sus capacidades, sin
permitirse el lujo de leer una novela o acudir a una fiesta. Es
trabajadora y tenaz. A fuerza de septiembres consiguió la
licenciatura y, cuando se vio con el título en la mano, se
dio cuenta de que había pasado muchos años sin quemar
las etapas vitales que hacen madurar a las personas, enfrascada en
aprender algo que a ella no le interesaba. No tiene la menor
esperanza de ejercer una profesión relacionada con sus
conocimientos. Pero no desespera y sabe que su constancia y su
seriedad le harán encontrar un trabajo que merezca la pena.
De momento sólo encuentra colocación de
niñera. Pero, quién sabe, a lo mejor, en el contacto
con los niños adquiere ese punto de fantasía que le
hace falta para tener éxito.
El
CONSERJE es el típico funcionario que cumple con su deber
estrictamente. Es decir: sin pasarse, pero correcto. Está
contento con su trabajo que, si bien es monótono, le permite
estudiar en la UNED. Ya llega a tercero de Historia.
El
NIÑO repelente que encuentra la varita mágica forma
parte del reparto de la obra, aunque, a primera vista, parezca que
es un espectador más. Se comporta como lo deben hacer los
niños inteligentes: con mucha más madurez que gran
parte de los adultos.
Acto I
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Toda la obra transcurre en la sala de espera de una
Oficina de Empleo, en tiempo real. Al abrirse el telón
aparecen sentadas varias personas. Aún falta un rato para
que se abra el despacho, pero han ido pronto para conseguir un
mejor trabajo. Algunos tienen el periódico en la mano y leen
anuncios de ofertas. En la sala no deja de entrar y salir gente.
Unos leen, otros hablan bajito. A veces se sientan, a veces se
levantan; hacen corrillos, se cambian de sitio..., porque la espera
siempre es aburrida por una parte y expectante por otra:
¿Cómo saldré de esta decisiva entrevista que
puede cambiar mi vida?, piensan todos los sin empleo que se dan
cita en esta oficina tan singular. Solamente hablan alto aquellos
personajes que nos interesan en cada momento. Antes de levantarse
el telón se comienza a escuchar música de esperanza,
que continuará unos minutos hasta que el público se
sitúe y comience el diálogo.
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CÉSAR.-
(Paseando.) ¡Cuidado que se hace
larga la espera! Ayer, me quedé sin pasar al despacho y hoy
he querido llegar el primero.
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CARMELITA.- (Con acento
sudamericano.) ¿Y vos querés trabajar
enseguida?
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BONGÓ.- ¿Ya tienen papeles en
regla?
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CÉSAR.- (A BONGÓ.) Por
supuesto. (A CARMELITA.) Necesito
cualquier oficio que sirva para mantener a mi familia. Mi empresa
ha cerrado y me he quedado en la calle con 45 años. Con esta
edad no me contratan en ningún sitio.
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CARMELITA.- Pero ¿qué sabés
hacer?
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CÉSAR.- Saber, saber.., sé
delineación. A ello me he dedicado toda la vida. Pero un
ordenador hace el mismo trabajo que yo y no necesita aumento de
sueldo, ¿entiendes? De cuatro que trabajábamos
allí, tres nos hemos ido a la calle. ¿Y, sabes
quién es el que se ha quedado?... pues el listillo que
estudió informática.
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CARMELITA.- De listillo, con retintín,
nada: él fue el único que tuvo visión de
futuro. No te vendría mal un cursillo para actualizarte.
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CÉSAR.- ¿Estás segura?
¿Tú crees que a mí me van a entrar esas
modernidades?... Mi hija, sin embargo, lo tiene chupado... Y
tú, ¿qué trabajo esperas?
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CARMELITA.- Yo no estoy en condiciones de
elegir: Puedo limpiar escaleras, dar clases, atender ancianos o
arreglar jardines.
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CÉSAR.- Pero qué es lo que sabes
hacer?
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BONGÓ.- ¿Tiene usted papeles?
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CARMELITA.- (A BONGÓ.) Claro.
(A CÉSAR.) Soy
pintora y profesora de Arte en una Universidad de mi país,
del que he tenido que escapar: tengo asilo político.
(A BONGÓ.) y vos
¿tenés papeles?
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BONGÓ.- Pues no. Soy un ilegal. Espero
que en esta oficina de Cáritas me den los papeles que
necesito.
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|
CÉSAR.- Ésta no es una oficina de
Cáritas. Es una oficina de empleo. Aquí ya hay que
tener toda la documentación en regla para que te den
trabajo.
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BONGÓ.-
(Preocupado.) Entonces... ¿qué hago yo
aquí?
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CÉSAR.- Perder el tiempo. Y, si me apura,
que le metan en la cárcel.
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CARMELITA.- (Dirigiéndose a
CÉSAR.) No le
asustes, hombre. (A BONGÓ, con
amabilidad.) ¿Y cómo llegó
usted acá?
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BONGÓ.- En patera, como todos.
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CARMELITA.- Yo vine en avión.
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CÉSAR.- ... A ver quién es el majo
que atraviesa el Atlántico en patera...
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CARMELITA.- (Sonriendo, con
picardía.) Colón lo hizo...
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CÉSAR.- ... más o menos...
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BONGÓ.- ... Al llegar a Tarifa, nos
estaba esperando la policía para devolvernos a
África... me eché al agua, y, cuando encontré
tierra... me escondí. Yo no puedo volver a mi
país.
|
|
CÉSAR.- ¿Por qué?
¿Piensas que el Primer Mundo es un paraíso?...
Mírame a mí, que soy de aquí y tampoco tengo
trabajo.
|
|
(Se oye mucho barullo entre bastidores, por lo que
CARMELITA y CÉSAR cortan la
conversación para escuchar. BONGÓ también escucha.
Al cabo de unos segundos aparece la cabeza del GATO CON BOTAS, o sea, FÉLIX, como se llaman
genéricamente todos los gatos.)
|
|
FÉLIX.- (Muy
bajito.) ¿Es ésta la Oficina de
Empleo?
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CÉSAR.- ¿Qué dice?
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FÉLIX.- (Más
alto.) ... Que si es ésta la Oficina de
Empleo.
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|
BONGÓ.- ¿Tiene usted papeles?
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CARMELITA.- (Sin hacer caso a
BONGÓ y
dirigiéndose a FÉLIX.)
Sí. Pase usted.
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FÉLIX.- ... Es que... no vengo solo.
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|
CÉSAR.- No importa: si los demás
vienen a buscar trabajo, que se pongan también a la
cola.
|
|
(EL GATO CON
BOTAS hace señas para que entren los demás y
van apareciendo CAPERUCITA, HADA y CENICIENTA. CÉSAR y CARMELITA se quedan perplejos al ver
semejantes personajes y se piensan que es una broma. Mientras van
entrando nuestros protagonistas, se escucha música alegre,
porque ellos, todo hay que decirlo, llegan a este País muy
entusiasmados y llenos de ilusión.)
|
|
CÉSAR.- (Dando vueltas
alrededor del grupo.) ... Pero vamos... ¿Es
que estamos en Carnavales?
|
|
FÉLIX.- ¿Qué es eso de
Carnavales? ¿Por qué nos miran así?
|
|
CARMELITA.- Porque ustedes vienen vestidos como
los personajes de los cuentos que leíamos en nuestra
infancia.
|
|
CENICIENTA.- Nosotros no venimos disfrazados de
personajes de cuentos: nosotros SOMOS los Personajes de los
Cuentos.
|
|
CÉSAR.- ¡Ahí va!
¿Cómo han llegado hasta aquí?
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|
FÉLIX.- Pues en patera.
|
|
BONGÓ.- Lo mismo que yo.
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CARMELITA.- Los Héroes de los Cuentos
atraviesan el territorio que existe entre el País de la
Fantasía y la imaginación de los humanos en unas
PATERAS MÁGICAS, que son los libros... Pero ustedes
(Les va tocando uno a uno.) ... son
reales.
|
|
FÉLIX.- La patera mágica en la que
hemos llegado en persona ha sido construida gracias a un hechizo
del Hada.
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|
CAPERUCITA.- Ya no podemos vivir en el
País de la Fantasía.
|
|
HADA.- Desde hace unos años, el
País de la Fantasía ha sido invadido por los
Ciberhéroes, como los marcianos.
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CAPERUCITA.- .... Los alienígenas.
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|
FÉLIX.- Androides clónicos...
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|
HADA.- ... Sin contar los robots.., que los hay
de todo tipo.
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|
FÉLIX.- No os creáis que llevan la
vida tranquila que hacemos nosotros... ¡Qué va!... Nos
han invadido gracias a los cohetes espaciales y a sus sofisticadas
armas destructivas...
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|
CENICIENTA.- Se pasan todo el tiempo disparando
pistolas atómicas.
|
|
TODOS.- ¡Pum, Pum, Pum!
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|
HADA.- Son muy agresivos: Todo su afán es
dominar.
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CAPERUCITA.- Les da lo mismo dominar el
país, que el mundo..., que la galaxia.
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|
FÉLIX.- ... Usan la violencia. Mucha
violencia.
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|
TODOS.- ¡Pum, Pum, Pum! ¡Taca, taca,
taca!
|
|
CAPERUCITA.- Estos personajes son los que han
invadido el País de la Fantasía, arrasándolo
todo.
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|
HADA.- ... Con furia extraterrestre, que es peor
que la de aquí... No se pueden imaginar el destrozo que
hicieron en el castillo de la Bella Durmiente...
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CENICIENTA.- ... Como parecía que no
había nadie, se han quedado a vivir allí.
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|
FÉLIX.- ... ¡Quisieron abrir la
puerta de su dormitorio con un rayo láser...!
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|
HADA.- Menos mal que esa puerta es mágica
y solamente la podrá abrir la canción del
Príncipe.
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CARMELITA.- Y vos, que sos Hada ¿no
pudiste impedirlo?
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|
HADA.- ¡Huy!... Gracias a mi varita, he
podido mantenerlos un poco a distancia. Pero mis poderes son muy
pequeños, comparados con los suyos. Por cierto,
(Buscando.) ¿dónde la
tengo? (El HADA busca la varita y no la
encuentra. Se apura mucho.)
|
|
(En este momento el carillón de un reloj
cercano toca nueve campanadas y se abre la puerta que da a la
oficina. Aparece el CONSERJE, que permanecerá
sentado en un escritorio ante la puerta de acceso al despacho al
margen de las conversaciones de los buscadores de trabajo. Puede
leer, escribir o mirar. En algunos momentos sale de la sala de
espera. Para él, los trabajadores son números
simplemente. La oficina puede estar situada detrás de
bastidores y, sólo cuando convenga a la acción se
podrá oír lo que allí
ocurre.)
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|
CONSERJE.- Buenos días.
|
|
TODOS.- Buenos días.
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|
CONSERJE.- Puede pasar el primero.
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CÉSAR.- ¡Qué rabia!... Ahora
que tenía una conversación entretenida, me toca
entrar a mí... ¡Hasta luego! (Entra en
la Oficina.)
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CARMELITA.- Pero vamos a ver: habrá una
razón seria por la que todos hayan dejado su hermoso
país para venir acá. En el País de la
Fantasía no se limita el número de residentes.
|
|
FÉLIX.- Naturalmente que nuestro Mundo
acepta con cariño nuevos habitantes... con los que siempre
hemos convivido amistosamente... Como Harry Potter, que acaba de
llegar y es delicioso... Pero desde la invasión
cibernética, los tradicionales nos sentimos desplazados.
¿Le parece poco grave que los niños ya no nos
necesiten?
|
|
CAPERUCITA.- Los niños de ahora prefieren
los videojuegos a leer nuestras aventuras.
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|
FÉLIX.- ... Y, con tanto videojuego y
tanta tele y tanto ordenador... no tienen tiempo de jugar...
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CENICIENTA.- ... y no desarrollan su
fantasía...
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|
FÉLIX.- ... Ya no les gustan nuestras
historias...
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HADA.- ... porque dicen que están pasadas
de moda...
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|
TODOS.- ¡Por eso queremos un trabajo
moderno!
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|
FÉLIX.- Para que nos puedan
comprender.
|
|
BONGÓ.- O sea que, vosotros sois unos
exiliados en el tiempo, o cosa así.
|
|
CAPERUCITA.- (A BONGÓ.) .
¿Tú eres real, o fantástico, como
nosotros?
|
|
CENICIENTA.- ¿También vives en los
cuentos?
|
|
BONGÓ.- Yo soy un inmigrante tristemente
real. Mi vida puede parecer un cuento, pero aún no ha
conseguido su final feliz.
|
|
HADA.- (Que continúa
buscando la varita por todos los rincones y objetos del
escenario.) ¿Dónde habré dejado
mi varita? (A BONGÓ.)
¿A ti también te han ocurrido aventuras?
|
|
BONGÓ.- Me han ocurrido grandes y
terribles aventuras: En mi país llevamos mucho años
sufriendo una cruel guerra entre las dos tribus más
poderosas.
|
|
CAPERUCITA.- ... ¡Ya!... Los buenos y los
malos...
|
|
BONGÓ.- ... En mi niñez
pasé mucho miedo, porque mi tribu era la perdedora, y
peligraba mi vida...
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CENICIENTA.- ... Tu tribu es la de los
buenos...
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BONGÓ.- Ahora es mi tribu la que manda y
la que mata...
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|
HADA.- ... Entonces.., tu tribu es la de los
malos...
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|
BONGÓ.- ... y lo que peligra... es mi
dignidad.
|
|
FÉLIX.- ¡Qué cosa más
extraña!... En la Tierra es difícil saber
quiénes son los buenos y quiénes los malos.
|
|
HADA.- En los cuentos, eso está
clarísimo.
|
|
CARMELITA.- (A BONGÓ.)
¿No sentís rencor?
|
|
BONGÓ.- El rencor no hace olvidar el
dolor, sólo sirve para empeorar las cosas.
|
|
HADA.- ¿No deseas vengarte?
|
|
BONGÓ.- La venganza consiste en
añadir un mal a otro mal... Me ha decepcionado mi tribu
porque está cometiendo las mismas atrocidades que ella
había sufrido antes.
|
|
HADA.- Es hermoso encontrar un ser humano sin
odio habiéndolo pasado tan mal.
|
|
CÉSAR.- En tu tribu habrá personas
sensatas como tú, que harán valer la
razón.
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BONGÓ.- A los líderes no les gusta
escuchar la voz de la conciencia y eliminan a sus mismos hermanos
cuando éstos les hacen ver sus errores... Por eso he tenido
que huir... En mi patria soy un proscrito... y aquí un
ilegal... Sobro en todas partes.
|
|
HADA.- Tu vida es ejemplar como la historia de
un héroe... Te mereces que un juglar cante tu romance.
|
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FÉLIX.- ¡Anda, Hada.., calla!, que
los juglares ya están pasados de moda... Sigue buscando la
varita, anda.
|
|
HADA.- ... Es verdad. ¿No la
habrás escondido tú?
|
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FÉLIX.- ¡Anda ya!
|
|
CARMELITA.- (A BONGÓ.) No te
preocupés. Yo te llevaré a la oficina de asilo
político. Confiá en mí.... Personas como vos
no solamente no sobran, sino que faltan en la Tierra.
|
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FÉLIX.- (A CARMELITA.) Oye,
tú que sabes tanto: ¿Habrá trabajo
también para nosotros en este país?
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|
CARMELITA.- Pero, ¿por qué
tenés tanto empeño en vivir en la Tierra?
(Al GATO CON
BOTAS.) ¿Vas a seguir haciendo
travesuras para que viva bien el tontorrón de tu amo, el
Marqués de Carabás?
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FÉLIX.- No, mujer... Yo puedo buscar un
trabajo como representante de artistas.., o relaciones
públicas... que se me dan estupendamente, como
sabrás...
|
|
CARMELITA.- Bueno... bueno... Y vos,
(A CAPERUCITA.) ¿también
decidiste dejar de vivir en los Cuentos, para tener problemas
acá...?
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|
CAPERUCITA.- ... Después de los problemas
que tuve en el bosque, ya todos los demás me
parecerán de mentirijillas.
|
|
CARMELITA.- No sé.., no sé... A
mí me gustaba mucho tu historia, Caperucita... sobre todo
cuando ibas por el camino largo recogiendo flores.
|
|
CAPERUCITA.- ¡Sí, claro!... muy
bonito... y también te lo pasarías muy bien cuando me
quiso comer el Lobo, después de tragarse a mi abuelita,
¿verdad?
|
|
CARMELITA.- ... Era muy emocionante.., se me
ponían los pelos de punta... Por cierto: ¿qué
ha sido de tu abuelita?
|
|
CAPERUCITA.- No veas lo que ha cambiado.
Después del susto del Lobo, cuando el cazador la sacó
de su barriga y se recuperó del todo, mejoró mucho.
Ahora se inscribe en todos los viajes del Imserso... Estos
días está pasándoselo pipa en Fuengirola... y
como tiene colesterol, me ha dicho que nada de regalarle tortitas
de manteca. Por eso ya no tengo ocupación.
|
|
CARMELITA.- ¿Qué te
gustaría hacer en estos tiempos?
|
|
CAPERUCITA.- ... Pues... Me he pasado una
eternidad llevando la merienda.., así que podía
trabajar en una pizzería o llevar comida a domicilio... pero
en moto, que es lo moderno. Nosotros venimos al Mundo Real para
actualizarnos. No lo olvides...
|
|
FÉLIX.- ... Para que los chicos nos
comprendan...
|
|
(EL HADA
continúa buscando la varita entre sus ropas y los equipajes
de los demás.)
|
|
HADA.- ... Que me estoy poniendo muy nerviosa...
¿Alguien ha visto mi varita?
|
|
TODOS.- No.
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|
FÉLIX.- Si creíamos que la
traías tú...
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CENICIENTA.- Eres una despistada.
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|
CAPERUCITA.- Cualquier día pierdes el
cucurucho.
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|
FÉLIX.- Ya estás muy vieja.
|
|
HADA.- Ya sé que estoy muy vieja... Y que
mi varita no sirve ya más que para tres hechizos: es la
promesa que tuve que hacer para poder convertirme en una persona
real... Pero todavía me pertenece.
(Dirigiéndose al
público.) ... ¿Alguien ha visto mi
varita mágica? ¿La pueden buscar entre los
asientos?
|
|
(El público se sorprende ante esta pregunta
y cada uno contesta en alta voz explicando el resultado de su
búsqueda. Es un momento de desconcierto.)
|
|
NIÑO DEL PÚBLICO.- ¿Es
ésta? (Se levanta y se la lleva al
escenario.)
|
|
HADA.- Muchas gracias. ¡Ay, qué
susto me había llevado! Gracias, de nuevo, guapo.
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|
NIÑO.- De nada. (Hace
ademán de irse.)
|
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HADA.- ... ¡No te vayas!... Espera.
|
|
NIÑO.- ¿Qué pasa?
|
|
HADA.- Nada, hombre, que te quiero recompensar,
por haberme devuelto mi instrumento de trabajo...
|
|
NIÑO.- ¡Ah!
|
|
HADA.- Piensa tres deseos, y, en cuanto
solucionemos esto del empleo, me los pides. Ahora estoy un poco
preocupada y no te puedo atender como te mereces.
|
|
NIÑO.- No tengo prisa... Así voy
pensando los tres deseos. (Se vuelve a su
asiento.)
|
|
(Durante estas últimas frases han entrado
una muchacha, MARINA, un
muchacho, FERNANDO y, a
hurtadillas, el LOBO
FEROZ, que intenta esconder su larga cola tras una gabardina
sin conseguirlo. Los tres se sientan y permanecen callados,
observando la escena.)
|
|
CARMELITA.- (Dirigiéndose a
CENICIENTA.) ... Y vos,
¿quién sos? Porque al Gato con Botas, al Hada y a
Caperucita enseguida los he distinguido... pero te veo tan
humildita, que no adivino tu personaje?
|
|
CENICIENTA.- ¿Que no me has distinguido?,
dices. ¿Entonces no se me nota que soy Cenicienta?...
¿No ves mi escoba?
(Señalando.) La he dejado
ahí en la puerta, para no llamar la atención...
|
|
CARMELITA.- ¿Sos Cenicienta?
¡Qué bueno! Sos mucho más bella de lo que me
imaginaba.
|
|
CENICIENTA.- ¿Más bella?... Si los
libros dicen que estoy todo el día limpiando la casa, y
quitando la ceniza del horno, con la cara sucia... Hoy vengo
lavada...
|
|
CARMELITA.- Por eso. Me parecés hermosa
con esa ropa y la cara limpia. No me extraña que, en la
fiesta, el Príncipe se enamorara de vos.
|
|
CENICIENTA.- Eso del Príncipe es cosa
pasada. ¿Y usted no cree que ya es hora de cambiar la escoba
por la aspiradora?
|
|
CARMELITA.- Por supuesto. Hay muchas
modernidades y muchos adelantos en las labores del hogar... pero si
cambiás de oficio, habrás de cambiar de nombre...
Aunque no te imagino llamándote Vitrocerámica o
Microondas...
|
|
FÉLIX.- ¡Ni yo tampoco!
|
|
CAPERUCITA.- Sería cambiarte la
personalidad.
|
|
CENICIENTA.- Eso es lo que quiero yo. Que en vez
de aparecer como una chica medio tonta y resignada, pueda ser
diferente y convertirme en una mujer preparada, capaz de cantarle
las cuarenta a mi madrastra.
|
|
HADA.- ¡Que me estás saliendo
respondona!... Así no te va a querer el Príncipe,
niña...
|
|
CENICIENTA.- Ni falta que me hace. Tú
sabes mejor que nadie que me llevaste a palacio para sacarme de la
explotación de mi familia... Cuando la cultura me haga
libre, no necesitaré de tus magias.
|
|
HADA.- (Llorando.)
Así me agradeces todo lo que hice por ti...
|
|
CENICIENTA.- (Intentando
consolarla.) ... Que no, Hada mía, que te
quiero mucho... Perdóname... Pero aquéllos eran otros
tiempos... ¿No te das cuenta?
|
|
HADA.- Claro que me doy cuenta, hija... Si yo
también quiero evolucionar... pero es que el pasado... pesa
tanto...
|
(Por medio de la mímica, CENICIENTA continúa consolando
al HADA un poco
más, mientras hablan otros personajes.)
|
|
CARMELITA.- Pesa tanto, Hada, que jamás
podrás abandonar del todo el País de la
Fantasía.
|
|
HADA.- ¿No?
|
|
FÉLIX.- ¿Y yo he organizado todo
este montaje de la patera para escapar de allí?
|
|
CARMELITA.- El pasado de los Héroes de
los Cuentos es patrimonio de la Humanidad: pertenece a cada persona
que lea sus aventuras.
|
|
HADA.- Yo no quiero vivir solamente en la
fantasía de los lectores. ¡Quiero ser real!
|
|
CARMELITA.- Y lo serás... Pero, para
mí..., siempre serás el Hada que convirtió la
calabaza en carroza de oro.
|
|
HADA.-
(Presumiendo.) ¡Qué bien me
salió aquel hechizo! ¡Qué tiempos...!
|
|
CAPERUCITA.-
(Suspirando.) ... ¡No podré repartir
comida montada en una moto...!
|
|
CENICIENTA.-
(Compungidísima.) Entonces:
¿Estoy condenada a la escoba de por vida?
|
|
CARMELITA.- (A CENICIENTA.) El futuro
lo habrás de fabricar cada día. Tendrás que
decidir entre la vulgaridad de barrer la ceniza o la ilusión
de calzarte los zapatos de cristal.
|
|
HADA.- Pero, a lo que íbamos:
¿Nosotros podemos estar allí y aquí a la
vez?
|
|
CARMELITA.- Naturalmente. Ustedes ya no son
responsables de su pasado en el País de la Fantasía,
aunque continúen viviendo virtualmente en él: pero el
futuro, en el Mundo Real, se abre ante todos lleno de
posibilidades.
|
|
FÉLIX.- O sea, que tendremos doble
nacionalidad. ¡Mira, qué bien!
|
|
CAPERUCITA.- ... Ya caigo: habitaremos en el
País de la Fantasía, mientras haya un abuelo que le
cuente nuestra historia a su nieto.
|
|
CARMELITA.- O se la lea.
|
|
FÉLIX.- ... Pero, a la vez, podemos
quedarnos en el Mundo Real, para aprender a ser modernos.
|
|
CÉSAR.- (Saliendo del
despacho.) No me ha resuelto mucho. Dice la
señorita que me apunte a un cursillo de informática
que organiza el sindicato. Sólo así me podré
quitar esta espina del desempleo.
|
|
CARMELITA.- Ya se lo dije yo...
|
|
CONSERJE.- El siguiente, por favor.
|
|
CARMELITA.- (Al CONSERJE.) Ya voy.
(Dirigiéndose al grupo.) En
cuanto hable con la entrevistadora, vuelvo con ustedes. Es muy
enriquecedora esta conversación. (A
BONGÓ.)
Esperáme, que tenemos que solucionar su problema. .
|
|
(Mutis.)
|
|
BONGÓ.- La esperaré.
|
|
CÉSAR.- Yo también me voy.
Adiós.
|
|
TODOS.- Adiós.
|
|
FÉLIX.- Vamos a sentarnos que, con lo
charlatana que es, esto va para largo.
|
|
(Se sientan de manera cómica,
cambiándose de asiento, volviéndose a levantar... y
CAPERUCITA, en este
trasiego se sitúa junto al LOBO FEROZ. Al verle da un grito y se
desmaya.)
|
|
CAPERUCITA.- ¡¡¡AAAAYYY!!!...
¡Es él!... ¡Es él!...
|
|
(En este momento hay que conseguir que los actores
echen mano de sus recursos personales y actúen con la misma
naturalidad con que lo harían si, realmente, alguien se
hubiera desmayado. Debe haber una secuencia de frases
espontáneas.)
|
|
CENICIENTA.- (Dirigiéndose
al LOBO
FEROZ.) ¿Qué haces tú
aquí? ¿Quién te ha dicho que
veníamos?
|
|
HADA.- Contigo no contábamos...
¿De dónde sales tú?
|
|
FÉLIX.- Deja de preguntas y cuidemos a
Caperucita. (Gritando.) ¡Un
médico! ¡Necesitamos un médico
urgentemente!
|
|
CONSERJE.- ... No le dejan a uno ni leer el
periódico... A ver... ¿qué pasa?
|
|
CENICIENTA.- Es que nuestra amiga se ha
mareado.
|
|
CONSERJE.- Ayudadme a llevarla a los lavabos.
Eso se soluciona con un poco de agua fría.
|
|
(Sacan a CAPERUCITA del escenario entre el
HADA y CENICIENTA. El CONSERJE va con ellas. Hay mucho
revuelo en la sala. También puede salir alguno de los
parados que no pertenezcan al País de la Fantasía.
FÉLIX se dirige muy
enfadado hacia el LOBO
FEROZ.)
|
|
FÉLIX.- Pero... ¿qué te he
dicho?..., que entres ahora que está Caperucita, o que te
esperes a que hayamos terminado los demás.
|
|
LUPO.- ... Es que en la calle me miraba todo el
mundo porque no puedo esconder la cola. Por eso me camuflé y
me quedé calladito.
|
|
FÉLIX.- Sí... ya ha sido mala
suerte que Caperucita se sentara junto a ti... No sabes lo mal que
lo pasó desde que te comiste a su abuelita: ha tenido que
hacer una terapia sicológica para superar el miedo que te
tiene.
|
|
LUPO.- Aquello ya pasó.
|
|
FÉLIX.- Esperemos. Vamos a ver qué
le ocurre... y procura ser muy amable con ella, si no quieres
fastidiarlo todo.
|
|
LUPO.- ¿Y qué puedo hacer yo para
que Caperucita me perdone?
|
|
FÉLIX.- De momento, vamos a ver
cómo se encuentra....
|
|
(Salen el GATO
CON BOTAS y el LOBO
FEROZ.)
|
|
CONSERJE.-
(Entrando.) Me pone malo que la gente olvide sus
cosas. Tengo ya un almacén de objetos perdidos, que nadie se
molesta en reclamar. (Coge, enfadado, la escoba y la
cestita que, con las prisas del desmayo, se habían dejado
nuestras amigas CENICIENTA
y CAPERUCITA
respectivamente.)
|
|
(Quedan en escena BONGÓ, FERNANDO y MARINA. Como malísima que es,
entra la BRUJA CORUJA
mirando con recelo a todas partes. Va vestida de bruja
convencional: cucurucho, grandes uñas, nariz encorvada y un
poco de joroba. Lleva una cesta semejante a la de CAPERUCITA y su escoba mágica
es igual a la de CENICIENTA. La escoba puede estar
sujeta a algún cochecito de juguete que se mueva a distancia
para que pueda hacer «brujerías» cuando nos
convenga.)
|
|
NARRADOR.- La Bruja Coruja lleva ya mucho tiempo
viviendo en el Mundo Real y sus malas artes han conseguido que pase
desapercibida para todas aquellas personas que han perdido la
facultad de soñar... o sea, para la mayoría de los
mortales. La gente sin fantasía ve a la Bruja como una chica
normal que se monta en su moto, en vez de hacerlo en la escoba y,
en lugar de la cesta con las pócimas venenosas, creen que
lleva una mochila.
Los
niños que están viendo la representación, como
todavía saben soñar porque son imaginativos y leen
cuentos alguna vez, aunque los alternen con los videojuegos, no se
van a dejar engañar y la van a ver con toda su fealdad.
|
|
(Cuando llega CORUJA se escucha un ruido semejante
al de una moto aparcando. Al pararse, se baja de la escoba y la
deja en un rincón como si de tal vehículo se
tratase... el mismo rincón donde CENICIENTA había dejado
anteriormente su humilde escobita. La BRUJA se dirige a MARINA, FERNANDO y BONGÓ, que sigue leyendo su
periódico.)
|
|
BRUJA.- ¡Hola, chicos!...
¿Qué?... ¿Lleváis mucho tiempo
esperando?
|
|
FERNANDO.- Regular.
|
|
MARINA.- No demasiado, pero hay mucha gente
antes que nosotros, que están ahí afuera, en los
lavabos.
|
|
BRUJA.- (Quiere hacerse la
simpática y entablar conversación.)
... Y qué... buscando trabajo, ¿no?
|
|
FERNANDO.- Eso nos gustaría.
|
|
MARINA.- Está difícil el asunto
del trabajo.
|
|
FERNANDO.- Yo ya llevo tres distintos este
mes.
|
|
MARINA.- No fastidies. A mí no me sale
más que cuidar niños. Ya me gustaría cambiar
esta vez.
|
|
BRUJA.- ... ¡Huy!... si vosotros
quisierais...
|
|
BONGÓ.- ¿Trabajar?
|
|
BRUJA.- Trabajar... eso es de pobres... Lo
importante no es trabajar, sino tener dinero...
|
|
(En este momento entra en escena CARMELITA que ha terminado la
entrevista y vuelve para hablar con BONGÓ. CARMELITA es una mujer realista, pero
como poeta, también es capaz de soñar y de utilizar
la fantasía, por lo que ve a CORUJA tal y como es, o sea,... bruja
y fea. Se queda escuchando.)
|
|
CARMELITA.-
(Entrando.) Ya conseguí
trabajo. (A BONGÓ.) Ahora
vamos a la oficina de inmigración, que es por la que
debía haber empezado usted. (Se para y escucha
la conversación.)
|
|
MARINA.- (A la BRUJA.) ¿Se
puede tener dinero sin trabajar?...
|
|
FERNANDO.- ... Como no sea atracando un
Banco...
|
|
BRUJA.- (Muy
ladina.) ... ¡Qué cosas tienes!... Hay
otros procedimientos... Se puede jugar a la lotería...
|
|
MARINA.- ¡Si no me toca nunca...!
|
|
BRUJA.- ... Te puedes presentar a un concurso de
televisión...
|
|
FERNANDO.- Ya. Como Operación
Triunfo.
|
|
BRUJA.- Se puede... Se puede... traficar con
droga...
|
|
FERNANDO.- Pero... ¿qué dices?
|
|
CARMELITA.- (Indignada porque
acaba de reconocer a la BRUJA
CORUJA.) ¡Cómo que se puede
traficar!... ¿Qué hacés vos aquí, Bruja
malvada, queriendo envolver con malas artes a estas personas
honradas y decentes?
|
|
MARINA.- Que no es una bruja, que la conocemos
todos en el barrio...
|
|
FERNANDO.- Se llama Coruja, y es medio ligue de
un amigo mío... (A la BRUJA.) ¿Verdad
Coru?
|
|
(La BRUJA
CORUJA, mientras los demás hablan de ella, intenta
esconderse como puede.)
|
|
CARMELITA.- ¿Pero es que no la
reconocés?... ¿No ves lo horrible que es?
|
|
BRUJA.- ¿Horrible yo?... Pero si soy su
mejor amiga.
|
|
BONGÓ.- Muy amiga no serás. Cuando
nos querías enrollar con la droga.
|
|
BRUJA.- ¿Droga?... si sólo os iba
a dejar esta cajetilla de tabaco, para que pasarais más
agradablemente la espera... (Saca el tabaco de la
cesta y deja ésta en un rincón.) .
|
|
BONGÓ.- Aquí está prohibido
fumar.
|
|
MARINA.- ¿Es que el tabaco, no es
droga?
|
|
FERNANDO.- Y bien que lo es. Lo que pasa es
que... como es una droga legal, ni le damos importancia.
|
|
MARINA.- Mira, maja: vas a largarte
inmediatamente de aquí, o llamo al conserje.
|
|
BRUJA.- ¿Y quién eres tú
para echarme? (Guardando el tabaco en la
cesta.)
|
|
FERNANDO.- Lo mismo que los demás: gente
sana.
|
|
MARINA.- ¡Vete!, que no queremos
líos.
|
|
(La pérfida CORUJA se escapa corriendo sin
acordarse de recoger sus bártulos. Así que, en el
escenario deben quedar, bien visibles, la cesta de las
pócimas y la escoba brujil.)
|
|
BONGÓ.- ¡Qué curioso!... Las
brujas de mi país son muy diferentes de las europeas... no
llevan escoba... Y eso que he tardado mucho en reconocerla...
|
|
FERNANDO.- ¡Qué mal rollo!... Mi
amigo no se lo va a creer.
|
|
MARINA.- Yo no acabo de entender que sea una
bruja de verdad. A mí me parece tan normal.
|
|
FERNANDO.- Algo de verdad habrá porque se
ha largado corriendo...
|
|
BONGÓ.- ¿Pero no le habéis
visto la escoba en que venía montada?
|
|
MARINA.- ¿Qué escoba?... Si ha
venido en esa moto, que está ahí...
|
|
CARMELITA.- ... ¿Vos viste alguna vez
aparcar una moto en un segundo piso?... ¿Eh?
|
|
MARINA.- ¡Anda...! Pues ahora que lo
dices...
|
|
CARMELITA.- Vos, hija, no tenés
imaginación... pero estás en la Luna... ¿Te
das cuenta?... Esta bruja es la traficante que destroza a los
jóvenes a través de la droga...
|
|
BONGÓ.- ¡Ay, muchacha!... solamente
es capaz de ver la realidad el que tiene el don de la
fantasía... ¡Vayamos a atrapar a esa Bruja
malvada!
|
|
FERNANDO.- ¡Huy, como la coja...!
(Sale corriendo.)
|
|
MARINA.- Yo no estoy segura de que sea bruja,
porque me parece muy normal. Pero es una delincuente...
¡Vamos por ella!
|
|
(Música de atrapar malos.)
|
|
(CARMELITA
y BONGÓ, mucho
más convencidos que MARINA de la capacidad maléfica
de CORUJA, salen corriendo
tras ella. MARINA, lo
piensa mejor y también se va mientras va cayendo el
telón.)
|
Acto II
|
|
Al abrirse de nuevo el telón, se escuchan la
música con la que comenzó el primer acto.
CAPERUCITA, ya recuperada
del desmayo, aún no se ha sobrepuesto de la visión
del LOBO FEROZ, con el que
no esperaba encontrarse y de quien conserva los peores
recuerdos.
|
|
CENICIENTA.- (Entrando y
dirigiéndose al LOBO
FEROZ, muy enfadada.) ¿Con qué
permiso has venido?
|
|
FÉLIX.-
(Adelantándose.) Con el
mío.
|
|
CENICIENTA.- ¿Con el tuyo? ¿Y
quién eres tú para traer a un delincuente como
éste?
|
|
FÉLIX.- Lupo ya no es un delincuente.
Hace tiempo que está rehabilitado.
|
|
(Entra CAPERUCITA, dando voces, seguida del
resto de personas que la habían acompañado excepto el
CONSERJE.)
|
|
CAPERUCITA.- ¡Me engañó!...
Después de comerse a mi pobre abuela, se metió en su
cama y quiso comerme a mí...! ¡No quiero verle!
|
|
HADA.- Tranquilízate, mujer..., que
aquello pasó hace mucho tiempo...
|
|
FÉLIX.- Ven aquí, bonita...
Escucha... El Lobo Feroz, ya no es lo que era. Después de lo
de tu abuelita, se llevó tal lección que no
volvió a comer carne humana.
|
|
CAPERUCITA.- ... Pero se comió a los
Siete Cabritillos...
|
|
FÉLIX.- Eso fue mucho antes.
|
|
CENICIENTA.- ... Y se quiso merendar a los Tres
Cerditos.
|
|
LUPO.- ... Pero es que yo soy
carnívoro... aunque ahora estoy aprendiendo a comer
bellotas... Me he hecho vegetariano.
|
|
CAPERUCITA.- Tú siempre comerás
carne... No me fío de ti... eres malo...
|
|
HADA.- Caperucita, no seas intransigente. Si
Lobo Feroz nos asegura que no va a atacar a las personas, debemos
darle un margen de confianza.
|
|
FÉLIX.- Yo mismo fui un animal salvaje
hace muchos años, y el Hombre me domesticó. Es cierto
que me gusta la carne, pero también he aprendido a comer
lentejas: Todo es cuestión de educación.
|
|
CAPERUCITA.- ... Bueno... Te voy a dar un voto
de confianza, como dice el Hada...
(Mirándola.) Lo hago por ti...
¿eh?... (Al lobo.) Para probar
que has aprendido a comer de todo, vamos a compartir las tortitas
de manteca que suelo llevarle a mi abuelita.
|
|
CENICIENTA.- Las del colesterol.
|
|
CAPERUCITA.-
(Riéndose.) Eso.
|
|
LUPO.- Ya verás cómo me
gustan.
|
|
(CAPERUCITA coge la cesta que ha dejado
la Bruja y se pone a buscar en su interior.)
|
|
CAPERUCITA.-
(Buscando.) ¿Qué es esto?
(Sacando una botella.)
¿Quién ha cambiado mi tarrito de miel por una botella
de whisky?
|
|
(Todos se miran sorprendidos.)
|
|
CONSERJE.- ¿A quién le toca ahora?
Puede pasar enseguida.
|
|
FÉLIX.- (Olvidando el
contenido de la cesta.) ¡Ya nos toca a
nosotros!... ¡Qué apuro... nunca nos hemos visto en
otra!... ¿Quién quiere ser el primero?... Vete
tú, Hada.
|
|
HADA.- No. Yo no. Que pase Cenicienta.
|
|
CENICIENTA.- Ni mucho menos... Le toca a
Caperucita.
|
|
CAPERUCITA.- ¿Que entre yo?...
¡Qué miedo!... ¿Y qué tengo que
decir?
|
|
LUPO.- Para que veas, niña tonta, que no
soy tan malo, voy a entrar yo el primero a que me hagan la
entrevista.
|
|
(El LOBO
FEROZ pasa al despacho contiguo que está oculto tras
el telón, de tal manera que esta secuencia no se ve sino que
se oye aunque, si se dispone de un buen escenario, se puede
representar por medio de sombras. La acción visible
continúa en la sala de espera, pero toda ella está
vinculada a la conversación que transciende por la pared.
Los personajes de la sala de espera, aunque gesticulen, deben estar
callados y hablar solamente cuando se requiera.)
|
|
ENTREVISTADORA.- Su nombre, por favor.
|
|
LUPO.- Canis Lupus.
|
|
ENTREVISTADORA.- ¿Mayor de edad?
|
|
LUPO.- Por supuesto.
|
|
ENTREVISTADORA.- ¿Qué trabajos ha
realizado en los últimos años?
|
|
LUPO.- Vivía en el bosque. Procuraba
mantener el equilibrio ecológico en la fauna de mi
entorno.
|
|
(En la sala de espera, todo el mundo está en
posición de escuchar lo que se habla en el despacho y las
intervenciones son simultáneas a la conversación tras
bastidores. Debe darse a la situación la mayor comicidad
posible.)
|
|
CAPERUCITA.- ¡Qué astuto!
¿Os habéis dado cuenta de la manera tan elegante de
decir que no dejaba un bicho viviente a su alrededor?
|
|
HADA.- Caperucita, no seas rencorosa. Aunque lo
de tu abuelita fuera muy grave, es necesaria la presencia de los
depredadores, que forman parte del ciclo de la Naturaleza.
|
|
FÉLIX.- ¡Callad!
|
|
ENTREVISTADORA.- ... Vamos a ver... Aquí,
en el ordenador tengo varios trabajos para usted: Socorrista de un
Camping, Ayudante de un Zoológico... o tal vez, si le gustan
los niños, podríamos intentar que fuera Conserje de
un Colegio.
|
|
LUPO.- ¡Eso!... ¡Conserje de un
Colegio!
|
|
ENTREVISTADORA.- ¿Le interesa? Vamos a
llamar por teléfono a ver si continúa vacante ese
puesto.
|
|
(La conversación siguiente, tiene que
realizarse utilizando el nombre del colegio donde se representa la
dramatización y la voz auténtica del director debe
estar grabada en magnetofón.)
|
|
ENTREVISTADORA.- ¿Colegio «Lope de
Vega»? (Por ejemplo.)
|
|
VOZ.- (Al
teléfono.) Sí. ¿Qué
desea?
|
|
ENTREVISTADORA Llamo desde la Oficina de Empleo
y aquí figuran ustedes como necesitando un conserje.
|
|
VOZ.- (Al
teléfono.) Efectivamente: uno de nuestros
conserjes está enfermo.
|
|
ENTREVISTADORA.- Tenemos un individuo llamado
Canis Lupus, que dice entenderse muy bien con los niños.
|
|
LUPO.- (Relamiéndose de
gusto.) ... Pregunte si están tiernecitos...
(En el escenario.)
|
|
CAPERUCITA.- ¿No os decía yo?...
Éste sigue igual...
|
|
ENTREVISTADORA.- (Al LOBO FEROZ.)
¿Tiernecitos?... A usted qué le importa eso... si no
se los va a comer.
|
|
LUPO.- ¡Qué tonto!... son
manías mías de otras épocas... Sólo
quiero saber qué edad tienen esos niños.
|
|
CENICIENTA.- Va a hacer un estropicio... Ya lo
veréis.
|
|
FÉLIX.- ¡Calla, pesada!
|
|
ENTREVISTADORA.- (Al
teléfono.) ¿Me puede decir la edad de
los niños de ese colegio, por favor?
|
|
VOZ.- (Al
teléfono.) De dos a doce años.
(Por ejemplo.)
|
|
LUPO.- ... Buenas edades... Me interesa el
trabajo. ¿Cuándo puedo empezar?
|
|
CAPERUCITA.- ¡Ay, madre...! ¡No
quiero ni pensar lo que puede ocurrir!
|
|
FÉLIX.- ¡Que calléis!... No
me estoy enterando de nada...
|
|
HADA.- ... Es la primera vez que veo un gato
sordo...
|
|
ENTREVISTADORA.- Dice el señor Lupo que
le interesa el trabajo; que cuándo puede empezar.
|
|
VOZ.- (Al
teléfono.) Mañana mismo.
|
|
ENTREVISTADORA.- De acuerdo: mañana a las
nueve estará allí.
(Al LOBO
FEROZ.) Ya ha visto usted que en esta oficina
somos muy eficaces. Ahora necesita presentar su
documentación y llenar este impreso.
|
|
LUPO.- ¿Documentación?
¿Qué es eso de documentación?... En el
País de la Fantasía no necesitamos esas cosas...
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FÉLIX.- ¡La
documentación!
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HADA.- (A la vez, lo mismo que
CAPERUCITA y CENICIENTA.) ¡Las
cartas de presentación!
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CAPERUCITA.- ¡El carnet!
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CENICIENTA.- ¡Los papeles, que
decía aquel señor!
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(Mientras termina la conversación entre el
LOBO FEROZ y la
ENTREVISTADORA, nuestros
amigos «fantásticos» están presos de
miedo, dando vueltas por el escenario, con gran
aflicción.)
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ENTREVISTADORA.- No estamos en el País de
la Fantasía: éste es el Mundo Real y aquí
todas las personas deben estar documentadas.
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LUPO.- ¿Qué voy a hacer ahora?
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ENTREVISTADORA.- ¿No me dijo al principio
que estaba acostumbrado a vivir en el bosque? Le sugiero que acepte
el puesto de ayudante de controlador de incendios forestales, que
es muy importante. Para ese trabajo no se necesitan papeles
inmediatamente... En cuanto los haya conseguido, me los trae...
Ésta es la dirección de la oficina de ICONA.
¿Quiere que se la anote?
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LUPO.- Sí, por favor.
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ENTREVISTADORA.- (Cambiando de
tono.) Si hay más personas en la sala de
espera, haga el favor de decirles que son las once y los empleados
tenemos media hora de descanso para tomar el bocadillo.
Adiós. Buenos días.
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LUPO.- Adiós. Muchas gracias.
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(Los habitantes del País de la
Fantasía, se vuelven a sentar en sus sillas, como si no se
hubieran enterado de nada, cuando vuelve el LOBO FEROZ.)
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LUPO.- (Apareciendo, muy
compungido.) ¿Sabéis lo que nos
pasa?...
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TODOS.- ¡Que somos unos
indocumentados!
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LUPO.- Aquí, parece ser que toda la gente
tiene papeles y documentos que acrediten su personalidad.
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FÉLIX.- ¿Qué hacemos
ahora?
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HADA.- ¿Cómo que qué
hacemos ahora? Esto lo soluciona mi varita en un
santiamén.
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LUPO.- Pero... sin prisa... Que es la hora del
bocadillo. (A CAPERUCITA.) ¿No
tenías unas tortitas riquísimas para quitar el hambre
de media mañana?
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FÉLIX.-
(Irónico.) ¡Quién lo iba a
decir...!
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CENICIENTA.- (Más
irónica todavía.) ... ¡El Lobo
Feroz, pidiendo tortitas de manteca...! ... ¡Qué
cambio, madre!
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CAPERUCITA.- (Buscando en la cesta
de la BRUJA.) ... Las
tenía... Pero no las encuentro... Estas cosas no me
pertenecen...
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FÉLIX.- ¿Qué ocurre?...
Seguro que algún gracioso se ha llevado la merienda.
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CAPERUCITA.- Ésta no debe ser mi cesta...
Lo que hay aquí es muy raro.
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LUPO ¿Qué hay?
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CAPERUCITA.- ... Pues esto está lleno de
bolsitas de plástico con una especie de polvos de talco... y
una cajetilla llena de cigarros... y pastillas o caramelos... No
sé... Además del alcohol...
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(Se acercan los demás y husmean en la cesta
con aportaciones personales.)
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HADA.- ¡¡¡Marihuana!!!
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FÉLIX.-
¡¡¡Cocaína!!!
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LUPO.-
¡¡¡Éxtasis!!!
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CENICIENTA.- ¿Droga?
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CAPERUCITA.- (Con la botella en la
mano.) ¿También el alcohol es una
droga? ¡No me digas!... Mi abuelita se toma las tortas con
una copita de anís.
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HADA.- Una copita de anís, de vez en
cuando, hasta es buena para hacer la digestión... Pero una
después de otra y después de otra, te convierte en
una alcohólica.
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LUPO.- ... Yo conocí a muchos chavales y
chavalas toxicómanos deshechos por la droga y el alcohol,
cuando estuve en el centro de rehabilitación... ¡Daban
una pena... tan majos... y tan desgraciados..!
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CAPERUCITA.- ... Pero así se
pondrían cuando ya sufrían adicción... pero
por una vez... no pasará nada... Digo yo...
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CENICIENTA.- Yo no he visto nunca la droga...
¿Me dejas mirarla?
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CAPERUCITA.- Sí, mujer... mira... mira.
(CENICIENTA
se asoma, muy curiosa a la cesta.)
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CENICIENTA.- Oye, Gato con Botas: ... Y, ahora
que podemos... ¿por qué no probamos una miajita... a
ver cómo es esa alucinación tan rica que dicen que
produce?
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FÉLIX.-
(Irritadísimo.)
¿¿¿Cómo???... ¿Tú?...
¿Tú, Cenicienta, que tuviste la vida más
triste de todos los cuentos..., y supiste soñar mientras
limpiabas los fogones de tu madrastra..., y fuiste capaz de vivir
la ilusión de bailar con el Príncipe sobre tus
zapatos de cristal...? ¿Tú vas a echar a perder la
verdadera fantasía, que nace de la imaginación, y que
enriquece el alma, por un sucedáneo a base de droga, que
sólo sirve para enfermar tu cuerpo y tu mente?
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HADA.- No, Cenicienta. Las personas
imaginativas, optimistas, seguras, alegres... somos capaces de
disfrutar de la felicidad o de imaginárnosla cuando la vida
se nos pone negra.
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(CENICIENTA se echa a
llorar.)
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LUPO.-
(Consolándola.) No os pongáis
así... La muchacha sólo quería probar nuevas
sensaciones.
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HADA.- Ningún producto artificial puede
sustituir a la felicidad originada por la amistad o el amor... que
conducen a las más deliciosas sensaciones...
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FÉLIX.- ... Que son los sueños que
enriquecen el espíritu... ¿Os acordáis de mi
jefe, el Marqués de Carabás?... No necesitó
doparse para ser feliz y casarse con la hija del rey...
Simplemente, puso en práctica las esperanzas que yo, su
amigo, le iba transmitiendo.
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CAPERUCITA.- Entonces, ¿qué
debemos hacer para no caer en la droga?
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FÉLIX.- Debemos hacernos fuertes, tener
confianza en nosotros mismos..., apoyarnos en nuestra familia... y,
sobre todo, no dejar escapar la facultad de ilusionarnos por la
vida, que tienen los niños y los jóvenes.
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HADA.- ... Y, sobre todo, sobre todo, mi querida
Cenicienta, no probarla nunca. Muchas jovencitas como tú,
caen en la droga simplemente por curiosidad...
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LUPO.- ... Y otras veces, se enredan en ella por
no atreverse a decir que no a algún amigo que se la
ofrece... Sobre todo los chicos, se creen que son más
hombres si la prueban.
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HADA.- ... Falso amigo, diría yo... Y no
olvidéis: Sin primera vez... no hay segunda... ni
tercera.
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(CENICIENTA se pone muy compungida y
avergonzada.)
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FÉLIX.- (Consolando a
CENICIENTA.) No te
apures, bonita. Vamos a olvidar todos este incidente... Ahora
debemos deshacernos inmediatamente de la cesta porque me parece que
está llegando el Conserje... y, como nos pille con este
alijo se nos va a caer el pelo.
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HADA.- Disimulad, que está
llegando...
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FÉLIX.- ¡Callad, por favor!... Como
se entere, sí que la hemos armado.
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CAPERUCITA.- ¡Ay, madre,
¿qué hacemos ahora?... sin papeles y con esta cesta
que no es la mía... ¡Qué horror!... Alguien me
ha dado el cambiazo... Ahora me acusarán de traficante...
¡Ay!
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(Llega el CONSERJE y todos ponen cara de no
haber roto un plato.)
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(El HADA,
que a veces es un poco atolondrada, da un manotazo a la cesta y
todo su contenido se desparrama por el suelo.)
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TODOS.- ¡Ay!
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LUPO.- ¿Pero qué haces?....
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HADA.- Perdón... Ha sido sin querer.
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LUPO.- Parece que estás alelada.
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FÉLIX.- No discutáis, y vamos a
recoger todo.
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CONSERJE.- ¿Qué jaleo es
ése?
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CAPERUCITA.- Nada..., nada..., que se me ha
caído el bolso. Enseguida lo recojo.
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(Todos se apresuran a recoger los productos que se
han caído.)
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CONSERJE.- No me dejéis ni un papel por
el suelo. Voy a buscar una escoba.
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FÉLIX.- ... Papeles... ¡qué
más quisiéramos nosotros!
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HADA.- ¡Hay que limpiar esto
inmediatamente!... Tú, amigo Gato con Botas, tranquilo, que
de los papeles me encargo yo.
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CENICIENTA.- ¿Dónde está mi
escoba?
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(Al pronunciar CENICIENTA la palabra
«escoba» ésta, que pertenece a la BRUJA malvada, se pone a barrer sola
por el escenario dejando estupefactos a actores y público.
Para ello se puede montar sobre un juguete que se mueva con mando a
distancia. Esta secuencia debe estar acompañada por una
música mágica y deliciosamente maligna. CENICIENTA quiere coger la escoba, que
se le escapa, creando una situación cómica, cuando
llega CARMELITA,
arrastrando a la BRUJA
CORUJA.)
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CARMELITA.- (A la BRUJA.) ¡Recoge
tu dichosa escoba y andáte de una vez al País de la
Fantasía, de donde no debías haber salido...!
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BRUJA.- (Entrando arrastrada por
CARMELITA. Se queda
asombrada al ver allí a sus compañeros
Fantásticos) . ¡Huy!...
¿Qué hacéis vosotros aquí?
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FÉLIX.- ¿Cómo que
qué hacemos nosotros aquí?... ¿Cómo has
llegado tú?
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LUPO.- ... Yo os aseguro que fui el único
polizón de la Patera Mágica... Conmigo no ha
venido.
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BRUJA.- (Chuleando un
poquito.) ... ¿Pero qué os
habéis creído?... ¿Que yo necesitaba una
agencia de viajes promocionada por este fanfarrón del Gato
con Botas...? ¡Quiá...! Yo llevo muchos años en
la Tierra.
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FÉLIX.- Pues no te habíamos echado
de menos...
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HADA.- ¿Y para qué necesitabas
venir?... Tú te llevabas bien con los invasores
cibernéticos... Eres tan pérfida como ellos...
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BRUJA.- Ellos me enseñaron a
modernizarme, y enseguida me di cuenta de que aquellas
pócimas que fabricaba con mandrágora, hígado
de araña viuda y extracto de lágrima de cocodrilo,
sólo servían para convertir en cuervo a algún
príncipe despistado...
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CAPERUCITA.- ¿Te parece poca maldad?
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BRUJA.- Ahora soy la reina del terror... Nadie
me supera en el mundo... Ja, ja, ja...!
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FÉLIX.- Pero si tus trucos están
ya desfasados... porque no se te ocurrirá, a estas alturas,
convertir en cuervo a un príncipe rubio o dormir cien
años a una princesa...
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BRUJA.- Claro que no... Ésos eran juegos
de novata... ¡Huy ahora...!
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CENICIENTA.- ¿Has inventado alguna
pócima más dañina?
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BRUJA.- La peor de todas: la DROGA. Pero no la
he descubierto yo. Es muy vieja...
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FÉLIX.- Claro que lo es. Ya Ulises se vio
con problemas cuando arribó en la isla de los
lotófagos, llena de hierbas que producían
alucinaciones... Fijaos si tiene años.
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CARMELITA.- ... Lo que ocurre es que en la
antigüedad no se comercializaba.
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LUPO.- No sé para qué la
quieres... ¿No tenías bastante con tus encantamientos
y tus filtros para hacer mal de ojo a los niños y
adolescentes?
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BRUJA.- Los niños y las adolescentes y
los jóvenes de este país son hermosos como
príncipes e ingenuos como princesas... Los envuelvo en mis
malas artes y les regalo la droga las primeras veces... Cuando ya
no se pueden escapar... je, je,... me suplican que se la venda...,
se arrastran ante mí... igual que los sapos de los
cuentos... ji, ji... ¿Conocéis mayor perversidad?...
jo, jo...
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HADA.- Nunca pude imaginar maldad tan
enorme.
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CAPERUCITA.- Pero tienen que ser muy tontos para
no ver que eres una bruja fea y repulsiva.
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BRUJA.- ¡Ah, ja, ja!... Es que yo aparezco
ante ellos como una colega que les comprende y, como no tienen
imaginación, ni ven más allá de sus narices,
se lo tragan todo... je, je...
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LUPO.- ... Eres pérfida... yo era un
ingenuo cuando andaba comiendo cabritillos por el bosque... se me
veía venir a la primera.
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BRUJA.- Las brujas somos otra cosa más...
más sofisticada, vamos... Nosotras sabemos camuflarnos...
ji, ji...
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CENICIENTA.- ¿Y cómo te
camuflas?... Ahora estás hecha un desastre... Yo te veo
vieja y asquerosa...
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BRUJA.- Eso tú... y todas aquellas
personas que aún conservan la flor de la ilusión...,
como los chavales que nos están viendo, que tienen confianza
en las personas que les aman... y son felices... ¡Qué
rabia...! ... A la gente optimista y con fantasía... no la
puedo engañar tan fácilmente... Pero a los
demás... a los deprimidos, los acomplejados, los aburridos,
los desesperados... los envuelvo en mis redes... y los veo
sufrir... que es lo que a mí me gusta... Je, je, je... Ellos
no ven que soy su enemiga: me ven guapa y agradable...
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|
HADA.- ¿Y qué beneficio sacas de
ver sufrir a la gente?
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|
BRUJA.- Soy mala remala... y veo sufrir a los
jóvenes... y a sus padres... y a sus familias... Jo, jo,
jo... ¿Hay algo más delicioso? ¿Hay algo
más delicioso que ver a un muchacho descerebrado... o a una
chavala retorcida por el «mono»?... Ji, ji, ji...
¡Qué gozada!
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CARMELITA.- (Dirigiéndose
a los habitantes del País de la
Fantasía.) ¿Pero ustedes pueden
consentir que semejante personaje se quede para hacer daño a
los habitantes de la Tierra?
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|
FÉLIX.- ¡Ni mucho menos!
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|
CENICIENTA.-
(Llorando.) Yo soy capaz de volver a los Cuentos con
mi escoba y mi ceniza, para que esta vieja se marche también
de aquí.
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|
LUPO.- Gato, ¿te puedo decir un recado al
oído?
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|
FÉLIX.- ¿Muy secreto?
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|
LUPO.- (Acercándose a
FÉLIX.) ...
Qué ocurriría si, por última vez... ¡Te
juro que por última vez!... se me olvida que me he vuelto
vegetariano... y me la como...?
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|
FÉLIX.- Debe estar durísima...
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|
HADA.- ¿Qué es eso de comerse a
nadie? ¿Es que creéis que no os he oído?... Yo
la convierto en sapo ahora mismo... y que se vaya al arroyo a comer
mosquitos... ¡Hale!
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|
FÉLIX.- ¿Olvidas, querida Hada,
que para salir de nuestra Tierra Fantástica, tuviste que
prometer que solamente utilizarías tres veces el poder de tu
varita mágica...? La primera vez la usaste para sacarnos de
allí... La segunda se la has prometido a la persona que ha
encontrado la varita, cuando la perdiste aquí mismo...
quieres conseguirnos los papeles de residencia... y encantar a la
Bruja Coruja...
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|
LUPO.- Si no cuento mal, son cuatro
encantamientos.
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|
HADA.- ¡Ay!... Pues sí...
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|
CAPERUCITA.- Alguien tiene que renunciar a su
ilusión....
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|
CARMELITA.- No se preocupen, amigos
fantásticos, el pibe que ha encontrado la varita, tiene cara
de niño feliz y, seguramente, no tendrá inconveniente
en renunciar a su privilegio. (Dirigiéndose al
público.) ¿Quieres subir, precioso, y
decirnos si preferís pedir tus deseos, o que se queden con
nosotros todos estos personajes, menos la Bruja?
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|
NIÑO.- (Subiendo al
escenario.) Yo quiero que se cumplan mis tres
deseos... Y tengo derecho... Me lo has prometido, Hada.
|
|
TODOS.- (Mirándose
desolados.) ¡¡¡Ah!!!
¡¡¡Oh!!!
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|
CARMELITA.- ¿No te interesa cambiar las
tres gracias por un buen ordenador?
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|
NIÑO.- Ya tengo.
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|
CARMELITA.- ... ¿O por unas zapatillas
deportivas de marca?
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|
NIÑO.- Ya tengo.
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|
CARMELITA.- ... ¿O por un teléfono
móvil de última generación?
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|
NIÑO.- (Sacando el
suyo.) ¿Cómo éste?
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|
CENICIENTA.- ... ¿O por un viaje a
Disneylandia?
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|
CAPERUCITA.- (Al LOBO FEROZ.) ... Es
tozudo... ¿Eh?
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|
NIÑO.- ¡Qué va!...
Allí todo es falso... Ésta es un Hada
auténtica... ¡Quiero ver cómo funciona una
varita mágica de verdad!
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|
HADA.- Bueno... Qué le vamos a hacer...
Hay que saber perder...
|
|
CARMELITA.- ¿Vos estás seguro de
que no podés prescindir de los tres deseos?
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|
NIÑO.- ¡Tengo derecho! ¡Yo
encontré la varita mágica!
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|
LUPO.- ... Nos haría tanta ilusión
que renunciaras...
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|
NIÑO.- ¡No voy a renunciar!...
Santa Rita, Rita... lo que se da no se quita!
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|
HADA.- (Muy
digna.) No perdamos más tiempo,
monín... ¿Cuáles son tus tres deseos? Puedes
estar seguro de que cumpliré con honor la palabra que te
di.
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|
NIÑO.- (Colocándose,
muy cursi, en medio del escenario.) El primero, que
esa malvada Bruja, que está haciendo tanto daño por
culpa de la droga, desaparezca definitivamente.
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|
TODOS.- ¡¡¡Hurra!!!
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|
NIÑO.- El segundo, que todos los
inmigrantes, que han luchado para mejorar su vida, sean legalizados
y tengan su documentación en regla...
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|
TODOS.- ¡¡¡Bien!!!
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|
NIÑO.- ... Y el tercero... que los
habitantes del País de la Fantasía no nos
abandonéis a los niños de la Tierra, porque no hay
nada más hermoso que vivir todas las vidas de los
Héroes de los Cuentos.
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|
TODOS.- ¡¡¡VIVA!!!
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|
HADA.- Comenzaré por tu primer deseo.
(El HADA
toca a la BRUJA con su
varita mágica y ésta se queda paralizada en una
postura cómicamente inverosímil.)
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NIÑO.- ¿Qué pasa?
¿No la ibas a convertir en sapo? ¿Es que se ha
encasquillado la varita?
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|
HADA.- Yo creo que está perdiendo
energía. Voy a cargarla. (El HADA frota rítmicamente la
varita sobre la manga de su vestido, siguiendo el compás de
un solo de violín. Silencio absoluto.) Ya
está.
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NIÑO.- Aprovéchala ahora que
todavía la tienes, porque en la Tierra, no se arreglan las
cosas con varitas mágicas.
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(El HADA
levanta su varita mágica a los acordes de una música
orquestal y va tocando a todos y cada uno de los presentes en el
escenario, de tal manera, que, al tocarlos, les aparece en la mano
un documento. Pueden entrar en escena otros personajes con
vestimenta típica de los países de donde proceden los
inmigrantes habituales. Con su papeles en alto, hacen un baile
rodeando a la BRUJA, que
queda acorralada. Se acerca el HADA, la toca con la varita... y se
convierte en un repugnante sapo, en medio del grupo. Prosigue el
baile y cae el telón.)
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