«La peregrinación de Bayoán», de Eugenio María de Hostos
Carmen Vásquez
En 1863 vio la luz en Madrid La peregrinación de Bayoán, «Diario recogido y publicado por Eugenio María de Hostos», primera obra editada del gran escritor puertorriqueño. Fue éste el único intento novelístico de quien es principalmente conocido como uno de los pensadores y hombres políticos que más marcaron el porvenir de la América Latina durante la segunda mitad del siglo XIX. La novela vivió, como su creador, un destino no poco movido. Tras de haber conocido el silencio de la crítica española, fue censurada y confiscada por el gobierno de Ultramar. Ha podido llegar a nosotros gracias a una segunda edición hecha por su autor durante la estadía de éste en Santiago de Chile en el año 1873.
Para comprender el verdadero sentido de esta novela debemos recordar algunos aspectos de la vida y de la obra de su autor1. Eugenio María de Hostos y Bonilla nació a comienzos del año 1839 en Mayagüez, Puerto Rico. Cursó su escuela elemental en esa isla, pasando luego a España donde estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza de Bilbao y en las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. En la década de los sesenta, fue miembro de la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud y participó en numerosas actividades en favor de la República española. Al conocer la represión que sufrían Puerto Rico y Cuba como consecuencia respectiva del Grito de Lares, en septiembre de 1868 y del Grito de Yara, en octubre de ese mismo año, tomó posiciones en contra del régimen colonial que lo llevaron a una vida de exilio casi permanente.
En 1869 y 1879, Hostos se desplazó por Europa y por gran parte del hemisferio americano: Madrid, París, New York, Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, República Dominicana, Venezuela, las Islas Vírgenes, su Puerto Rico natal. Durante estos años fue miembro del Club de Artesanos, de la Sociedad de Instrucción, de la Liga de Independientes, de la Sociedad de Auxilios a los Cubanos, Sociedad de Amantes del Saber, Academia de Bellas Letras de Santiago de Chile, Sociedad Fraternal Bolivariana. Fundó la Sociedad Pro Independencia de Cuba; publicó Las Tres Antillas, que tras la censura asumió los nombres Los Antillanos, y, luego, Las Dos Antillas y colaboró en El Federalista, de México, y otros periódicos de la América Latina.
En 1879 llegó a Santo Domingo donde inauguró la Escuela Normal y en cuya Universidad fue profesor de Derecho constitucional, internacional penal. En 1888, a instancias del presidente Balmaceda, se instaló en Chile donde fue rector del Liceo de Chillan y del Liceo Miguel Luis Amunátegui de Santiago, a la vez que profesor en la Universidad, director del Ateneo de la capital chilena y miembro de numerosas asociaciones científicas de América y Europa.
En 1898 viajó a New York y a Washington y, ya de regreso a su Puerto Rico natal, cuando se operó el cambio de soberanía, fundó la Liga de Patriotas. Señalemos que, al año siguiente, presidió la Comisión de Puerto Rico reunida en New York.
En 1900, desilusionado con la nueva situación colonial en Puerto Rico, partió para Santo Domingo donde continuó ocupando cargos de gran prestigio y donde murió en agosto de 1903. Sus restos se hallan aún hoy en el cementerio de la capital dominicana.
La obra escrita y publicada de Hostos es extremadamente vasta. Además de su novela primeriza, publicó numerosos ensayos, entre los que se encuentran Hamlet, Romeo y Julieta y Plácido, magnífico trabajo sobre Gabriel de la Concepción Valdés, el célebre poeta y patriota cubano, y otros tantos tratados de pedagogía y de sociología. Es imprescindible mencionar aquí Moral Social y Tratado de Sociología, escritos que inician el estudio de esta disciplina en la América Latina. Sus obras completas, que fueron publicadas por vez primera en La Habana en 1939, constan de unos veinte impresionantes volúmenes.
Dentro de esta compleja y variada obra, La peregrinación de Bayoán ocupa un lugar muy especial. No solamente en ella tenemos el primero y único intento conocido de novelar, sino que allí se anuncia el resto de la obra de Hostos. En el prólogo a su primera edición, el autor escribió:
(pág. 152) |
Luego, en el prólogo a la segunda edición elabora:
(pág. 18) |
Elevar al nivel de novela esta experiencia vital fue, para el joven ambicioso de veinticuatro años, empresa no poco fácil. Lograr una fábula, crear a partir de una realidad histórica, unas figuras míticas que a su vez, por un proceso de transposición, encarnaran un ideal político era la meta que se había propuesto lograr. En una entrada en su diario con fecha del 24 de septiembre de 1866, escribe:
«Hasta 1863 quería gloria, y nació La Peregrinación de Bayoán. Aquélla era la fábula de una volición latente, y la crisis que produjo empezó a elaborarse: quise patria, y como medio, aspiré a la política; submedio de este fin secundario fue el desenvolvimiento intelectual, y luchando contra mi inverosímil indolencia, intenté dar toda su fuerza a la razón»3. |
Esta razón es calificada en el prólogo de la segunda edición de la manera siguiente:
(págs. 27-28) |
El problema principal presentado en La peregrinación de Bayoán es pues el del coloniaje, con sus causas y consecuencias evidentes. Como es de suponer, tras la denuncia, se encuentra la meta que, en el caso de Hostos, fue lograr la independencia y la creación de una fusión antillana, la cual describió así en su diario del 25 de septiembre de 1869:
«[...] las Antillas no pueden ser sino estados independientes: las Antillas deben forzosamente unirse en una federación»4. |
Esta federación, compuesta por Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo, se logra en la novela a través de los tres personajes principales y de los lugares que visitó el protagonista en su larga peregrinación. El significado de todo ello nos es explicado en la «Clave» que precede al texto narrativo (págs. 45-46). Allí se nos dice:
«En este libro se emplean con frecuencia los nombres indígenas de las Antillas y se ha dado nombres indígenas a los personajes de la obra». |
Luego, el autor procede a presentar, entre otros a Boriquen, «nombre que los indígenas daban a la isla que llaman Puerto Rico los españoles»
; a Haití, «nombre indígena de la isla de Santo Domingo, llamada Española por su descubridor Colón»
; Bayoán, «nombre del primer indígena de Boriquen que dudó de la inmortalidad de los españoles»; y Marién, «nombre indígena de la comarca más bella de Cuba. Hoy se llama Mariel»
. Hostos concluye: «Guarionex, Bayoán, Marién, representan en este libro la unión de las tres grandes Antillas»
.
Así pues, es inevitable afirmar que, en La peregrinación de Bayoán, Hostos se propuso lograr una alegoría con fondo indudablemente histórico. Él mismo lo afirma en el prólogo a la segunda edición donde cita, como fuentes principales, los nombres de Raynal, Robertson, de Pradt, Prescott, Irving, Chevalier. Estos historiadores y viajeros de los siglos XVIII y XIX habían, de hecho, contribuido enormemente a la formación de los intelectuales puertorriqueños contemporáneos de Hostos. De hecho, en Puerto Rico, para la época anterior a la redacción de nuestra novela, los jóvenes intelectuales habían mostrado un interés renovador por la historia de la isla. La prueba más evidente fue la publicación, en 1854 de la Biblioteca Histórica de Puerto Rico, por Alejandro Tapia y Rivera, en la que colaboraron, además de Tapia, historiadores como Ramón Baldorioty de Castro, Segundo Ruiz Belvis y Ramón Emeterio Betances. A esta exhaustiva recopilación de documentos, había que añadir trabajos de la misma época que la redacción de nuestra novela, como lo fueron la traducción al castellano de los trozos dedicados a Puerto Rico de Voyage aux îles de Teneriffe, la Trinité, Saint Thomas, Sainte Croix, et Porto-Rico, exécuté par ordre du gouvernement français par André-Pierre Lédru, de Julio Vizcarrondo y la exégesis de Historia geográfica, civil y política de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, de Fray Íñigo Abbad y Lasierra, publicada por José Julián Acosta, citada y alabada por el propio de Hostos en un texto de 18725 . Añadamos que los intelectuales mencionados aquí siempre usaron los trabajos de Humboldt como guía esencial y que a éstos debían añadírsele los de cubanos como del Monte, Saco, Arrate y otros.
Todo ello indica que de Hostos, al escribir sobre su Antilla natal, reflejaba las corrientes que en ella imperaban. No obstante, nuestro escritor fue más allá que sus amigos boricuas, al escoger la novela como modo de expresión.
Escrita en primera persona. La peregrinación de Bayoán, es novela romántica, como lo afirma Emilio Carilla en su libro El Romanticismo en la América Hispánica. Lo es tanto por su aspecto político y social como por lo que el propio Carilla llama sus «rasgos más superficiales (sobre todo sentimentalismo)»
6. Presentada a manera de manuscrito publicado por el propio de Hostos, que aparece como tal en el texto, adopta la forma de diario de Bayoán, presentando su peregrinación y sus malogrados amores con Marién, la bella cubana, hija del haitiano Guarionex, Si el autor escogió esta forma, es precisamente porque el diario era algo familiar para él. No olvidemos que, como lo constatan los dos primeros tomos de las Obras Completas, Hostos mantuvo un diario por numerosos años. Allí escribió sus pensamientos y movimientos. Bayoán, fiel reflejo suyo, podía, y quizás tenía que hacerlo también.
La historia que allí se cuenta es la siguiente. En la época que corresponde al momento de la creación de la novela, Bayoán, joven puertorriqueño, emprende un viaje desde su isla natal hacia el oeste de las Antillas. Siguiendo los consejos de quien él llama «mi buen Agüeybana»
(pág. 54), refiriéndose al cacique principal de Borinquen a principios de la colonización, emprende una peregrinación a Europa. Antes debe de visitar a Guarionex, el haitiano que vive en Cuba y cuya hija es Marién.
Bayoán llega a la mayor de las Antillas, descubre la gran belleza del puerto de La Habana y luego conoce a Guarionex quien, a su vez, lo presenta a su esposa y a Marién, sobre quien escribe:
(págs. 80-81) |
Es el amor a primera vista que, por lo demás, es recíproco. Pero este amor está condenado antes de cristalizarse:
(pág. 85) |
El sentimiento pudoroso (pág. 92), casto, profundo, se encuentra, sin embargo, en peligro porque en la vida de Bayoán existen otras prioridades. El protagonista decide partir de Cuba y continuar su peregrinación porque, dice, desea «encontrar los medios de hacer feliz a mi infeliz Borinquen, para dar el ejemplo, y preparar el advenimiento de una patria que hoy no tengo»
(pág. 96).
La despedida, llena de tristeza y lágrimas, presagia el lamentable fin de la delicada Marién. La madre de ésta lo interpela así:
(pág. 112) |
Bayoán parte de Cuba y llega a Puerto Rico, «isla querida»
, «isla amada»
(págs. 149-150). Allí el protagonista se encuentra con Guarionex, su esposa y Marién. La enfermedad de la joven ha hecho que la familia se traslade a España en busca de tratamiento médico. El reencuentro de los castos amantes ocurre así:
(pág. 154) |
El viaje o la peregrinación de Bayoán y de la familia de Guarionex hacia España continúa. La travesía en barco e larga, propicia para que el protagonista medite sobre muchas cosas, sobre lo que califica de «la fraternidad de los pueblos de América y España»
(pág. 173) y sobre la vida en general. Motivación de esto último es su encuentro con un anciano, pobre, antiguo patriota americano, ignorado y humillado por todos. Su preocupación por Marién crece y le hace comentar: «¡Pobre Marién! ¡qué insidiosa tristeza la domina!»
(pág. 181).
Los castos amantes llegan por fin a España. Allí Bayoán hace sus diligencias y observa, con impotencia, el empeoramiento de Marién. Ante la insistencia de ésta, deciden casarse aunque, como lo indica el texto, el matrimonio no llega a consumarse. El fin presagiado de la joven cubana se acerca. Bayoán desespera, descontinuando intermitentemente el diario que entrega al amigo Hostos. La noticia de la muerte de ésta es abrumadora:
(págs. 317-318) |
Consciente de su presente situación decide, finalmente, regresar al suelo natal:
(pág. 319) |
En varias ocasiones hemos calificado a La peregrinación de Bayoán como novela alegórica de fondo político. En el prólogo de la segunda edición, Hostos menciona «las monstruosidades sociales»
, «la injusticia»
, «el deber de libertad a su patria»
(págs. 28-29) que aparecen aquí fusionados y llevados al plano novelesco. Debemos, sin embargo, tener siempre en cuenta que estas constantes de la obra operan como la denuncia de un sistema al que el autor ofrece una alternativa como solución.
Todo esto puede observarse desde el comienzo del discurso narrativo. El primer lugar de la peregrinación que hace Bayoán es Haití, «la infeliz Higüey»
, en particular, «último albergue de los sencillos habitantes de la isla, en la feroz persecución de los que, tan indulgentemente, llama la historia valientes defensores»
(pág. 49). Y, para denunciar el colonialismo español en las Antillas, va a sus orígenes y al propio Cristóbal Colón, quien fuera víctima de su «propia crueldad»
(pág. 51).
El aspecto devastador de la colonización se acentúa a medida que continúa la peregrinación del protagonista y que a su vez sirve para tratar el segundo viaje del descubridor que «traía ya el remordimiento de su genio, el disgusto de ver profanado el mundo que él adivinó»
. Por eso afirma, cuando menciona a Guantánamo, «ya no hay chozas en las playas, ni haciendo hogueras, indios. Las Casas, ¿dónde están tus protegidos?»
(pág. 63). Y, lógicamente, al invocar al célebre obispo, encadena el tema del coloniaje con ese otro, igualmente denunciado, que es la esclavitud. Luego exclama:
«¡Si hubierais sido lo que debisteis ser, Ojeda, Cortés, vosotros los Pizarros, Almagro, todos vosotros, los que ansiosos de campo en que ganar laureles, vinisteis a estas playas...!». |
(pág. 67) |
Al fin llega a La Habana, calificada de «gran ciudad»
(pág. 74), yendo, con Guarionex, al interior de la isla, que describe así:
(págs. 79-80) |
Tras el encuentro con Marién y él con amor, ya lo hemos dicho, Bayoán continúa su peregrinación no sin antes decir, «¡Adiós, adiós, lugar donde he amado!»
(pág. 130). Su itinerario lo lleva entonces a Guanahaní, primera isla descubierta por Colón. Esta especie de regreso a la semilla lo lleva a concluir: «Esa isla es un símbolo»
(pág. 137). Es, para él también nexo privilegiado con la que cataloga como «la infeliz España»
(pág. 138).
Antes de navegar hacia esta última, el joven peregrino visita a su Puerto Rico natal. Su crítica del colonialismo se hace entonces más violenta. Esta puede observarse en el siguiente pasaje:
(págs. 150-151) |
Y ya, dentro del tema de la justicia, presenta el caso del anciano patriota. En su prólogo a la segunda edición, Hostos explica:
(pág. 33) |
El novelista lo transpone así en su obra:
(págs. 189-190) |
Encarnación imaginaria de patriotas de la estirpe de Miranda, Bolívar, O'Higgins, este personaje sirve también para hacer resaltar la pequeñez humana, como puede observarse durante la escena en que se hace el inventario de sus míseras posesiones. Frente a la indiferencia y al abuso de la tripulación española, Bayoán afirma: «Ustedes no son hombres; son unos monstruos de infamia y cobardía»
(pág. 221).
Así, con habilidad, Hostos introduce directamente a España y a los españoles. Lo primero que nos ofrece del país es el puerto de Cádiz, al que llega el barco. Esto, claro está, sirve para mencionar las célebres Cortes de Cádiz, tan ligadas al proceso colonial antillano durante el siglo pasado. El texto dice así:
(pág. 208) |
Poco o nada puede remediar esta situación, ni el anhelo de justicia, ni el concepto del deber. Ya en Madrid, Bayoán se da cuenta de ello:
(pág. 247) |
La desilusión política unida a la tristeza del amor de Marién que agoniza lo lleva a exclamar: «¡Recuerdos de la patria, dulces memorias de mi amor, atrás...»
(pág. 249). Este joven que «quería la libertad y pedir y aclamar la verdad sin someter sus opiniones a otro hombre»
(pág. 254), sólo podía hacer lo que hace al final: dejar a España y proseguir con su eterno peregrinar en tierras americanas.
Novela de juventud, La peregrinación de Bayoán anuncia, por su contenido, toda la obra de Hostos. El célebre peregrino nunca cesó de reafirmar las ideas que allí expuso, aunque sí hizo que estas evolucionaran. La prueba más evidente de ello son las notas al calce que añadió al texto narrativo antes de la publicación de la segunda edición. Sobre los lazos de España y las Antillas afirma:
(pág. 52) |
Luego, en otra, recalca:
(pág. 171) |
Este clamor palpita en el resto de la obra de Hostos, en sus diarios, cartas y ensayos sobre las Antillas y sobre la América en general.
Así pues, pese a su ingenuidad, consecuencia evidente de la juventud de su autor, La peregrinación de Bayoán es obra ciertamente meritoria. Tras las abundantes lágrimas que rociaron los amores de Bayoán y la hermosa Marién, encontramos la mitificación de unos personajes que, a su vez, encarnan los más valederos ideales políticos de la época. La técnica no era nueva. Sin embargo, dentro del contexto antillano, sí era innovadora y sigue siéndolo hoy si tenemos en cuenta la vigencia del pensamiento que allí se encuentra.
En su diario del 28 de abril de 1874, Hostos escribió:
«Tengo la conciencia de haber hecho en ese libro, que es una exposición desnuda de una conciencia en desarrollo, una obra digna de los hombres»7. |
Estas palabras explican la siempre renovada defensa de su obra primeriza, pese a las críticas acerbas que emitió en contra de la novela como género literario. Recordemos aquí lo que escribió en su libro Moral social:
«La novela es necesariamente malsana. Lo es dos veces: una para los que la cultivan; otra para los que la leen. En sus cultivadores vicia funciones intelectuales, para ser puntualmente exacto, operaciones capitales del funcionar intelectual. En los lectores vicia, a veces de una manera profunda, irremediable, mortal, la percepción de la realidad. [...] El arte, aunque sea descabellado, y lo bello, aunque sea desproporcionado, tienen siempre algún buen fin, o cuando menos, alguna buena intención, y en ese sentido algo tienen de intrínsecamente moral. Así, no puede ni se debe negar que cada una de las formas contemporáneas de la novela tiene su buena intención particular, y que todas ellas juntas han tenido la benévola intención de contribuir, por medio de la historia ficticia, a consumar la destrucción de las imperfecciones sociales de que es impopular e inaccesible exponente la historia real»8. |
Estas palabras también explican el juicio que Francisco Manrique Cabrera hace en su Historia de la literatura puertorriqueña:
«Su novela La peregrinación de Bayoán, escrita hacia 1863, cuatro años antes que la María de Isaacs, es una muestra del novelar romántico en Hispanoamérica. Novela poemática, de entraña lírica y símbolos brumosos. Novela de arraigo indigenista con claro mensaje literario. En cierto modo sobreestimada por el mismo Hostos, pero sin duda alguna, profecía de su peregrinación. Quien lee Bayoán comprenderá cómo en tal obra se anticipan los rumbos y desvelos del Maestro. Profecía de sí mismo es Bayoán»9. |
Todo esto nos lleva a hacer nuestro el juicio que Miguel Ángel Asturias hizo en un artículo publicado en la revista Trópico de Guatemala en septiembre de 1939. Tras aludir a «su mensaje vigoroso de gran americano»
, Asturias concluyó:
«El mejor recuerdo que puede hacerse de Eugenio María de Hostos es la lectura periódica de sus libros. Sus palabras tonifican con la dignidad del cerebro que pensó ecuánimamente sobre nuestros problemas y señaló derroteros ciertos para el futuro de nuestra raza. No se engañó porque supo desnudar su juicio en austera disciplina mental de lo que no respondía a la realidad de los medios americanos, y su lección por excelencia es la que se desprende de su fe en el ideal del Bien, en la Moral, en el Deber»10. |