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Reiteraciones


Si se nos preguntara cuál es el recurso expresivo más usado por Rosalía, habría que contestar sin duda que es la reiteración: reiteración de conceptos, de palabras, de frases, de formas sintácticas, de estructuras...

No parece que Rosalía conociera los cancioneros galaicoportugueses cuando publicó los Cantares, y hay que pensar más bien en una influencia -o mejor, asimilación- de la poesía popular, en la que la reiteración es un elemento fundamental. En la poesía popular, gallega y castellana, pervivieron los paralelismos y diversas formas de repetición, y de allí las tomaron Rosalía y D. Antonio de Trueba, en cuyo libro declara haberse inspirado la poetisa.

Rosalía, en el poema que cerraba la primera edición de Cantares gallegos, nos parece que alude a este rasgo de su estilo:


   Cantéi como mal sabía
dándolle reviravoltas,
cal fan aqués que non saben
direitamente unha cousa.


(C. G. 153)                


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En efecto, las reviravoltas, las vueltas y rodeos, el volver una y otra vez atrás apoyándose en lo anterior para avanzar un nuevo paso, es rasgo característico no sólo de los Cantares sino de toda la poesía de Rosalía.

Sin señalar límites precisos, hay un predominio de las repeticiones formales en las primeras obras, y de repeticiones conceptuales a partir de Follas novas. Las primeras producen fundamentalmente un efecto rítmico; las segundas, de intensificación. Al analizar los ejemplos veremos con más claridad estas ideas.


Repetición de conceptos y formas sintácticas

Un tipo de repetición frecuente desde los primeros poemas de Rosalía es aquel en que se repiten conceptos y fórmulas sintácticas. Los conceptos -repetidos- quedan como engarzados en una estructura cuyos elementos se repiten a su vez. Pongamos un ejemplo para ver con claridad a qué tipo de repeticiones nos referimos:


   ¡Cuán tristes pasan los días,
cuán breves... cuán largos son...
[...]
   ¡Cuán negras las nubes pasan,
cuán turbio se ha vuelto el sol!
Era un tiempo tan hermoso...,
mas ese tiempo pasó.
Hoy como pálida luna
ni da vida ni calor,
ni presta aliento a las flores,
ni alegría al corazón.
[...]
¡Qué triste se ha vuelto el mundo!
¡Qué triste lo encuentro yo!


(O. C. 245)                


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Están repetidos los elementos sintácticos siguientes:

  • cuán tristes pasan los días
  • cuán turbio se ha vuelto el sol
  • cuán triste se ha vuelto el mundo
  • qué triste se ha vuelto el mundo.

Se repiten, por tanto, conceptos y fórmulas sintácticas (elementos dispuestos en un orden determinado). Veamos algún ejemplo más de la primera época:


   ¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!


(O. C. 246)                


Se repiten los conceptos (tristeza, dolor) y los elementos morfológicos dispuestos en un mismo orden, es decir, la fórmula sintáctica: exclamación + adverbio ponderativo + adjetivo + sustantivo. Otros ejemplos posteriores:


   A un batido, outro batido,
a unha dor, outro delor,
tras dun olvido, outro olvido,
tras dun amor, outro amor.


(F. N. 171)                


Aunque la repetición de fórmulas sintácticas produce un efecto rítmico, la repetición conceptual se siente como más fuerte, y la impresión general de estos poemas es la de una intensificación de las ideas.




Repeticiones y contrastes

La repetición va íntimamente enlazada muchas veces al contraste en Rosalía, de tal modo que el efecto predominante es el de oposición de dos términos, supeditando el efecto de la repetición al del contraste. Por ejemplo:

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   Ella ha muerto y yo estoy viva.
Ella ha muerto y vivo yo.


(O. C. 246)                


La expresión que queda realzada en estos dos versos es «ella ha muerto y vivo yo», que, en definitiva, es un contraste. La primera parte se realzó con la repetición total de todos los elementos («ella ha muerto» - «ella ha muerto»); la segunda, que ya había sido enunciada como concepto («estoy viva»), queda realzada por la novedad de la forma verbal y el orden inverso de los elementos verbo-sujeto (frente a «yo estoy viva», «vivo yo»). La repetición aquí es, pues, un recurso subordinado al contraste, es un medio de dar mayor fuerza a los términos contrapuestos. Lo mismo sucede en el ejemplo siguiente:


   Mas tú que tanto has amado,
tú que tanto has padecido,
tú que nunca has ofendido
y que siempre has perdonado.


(O. C. 254)                


La repetición «tú que tanto» sirve de base para enfrentar los términos amado-padecido, ofendido-perdonado, siempre-nunca, que son los más importantes psicológicamente. Otro ejemplo:


Elas fono as que tocaron
cando os meus alí naceron;
elas fono as que choraron,
elas fono as que dobraron
cando os meus abós morreron.


(C. G. 143)                


La repetición de los elementos «elas fono» y «cando os meus» permite que quede realzada la contraposición de los   —423→   términos naceron-morreron; tocaron -choraron-dobraron.

Veamos un ejemplo más:


   fue cielo de su espíritu, fue sueño de sus sueños,
y vida de su vida, y aliento de su aliento;
y fue, desde que rota cayó la venda al suelo,
algo que mata el alma y que envilece el cuerpo.


(O. S. 348)                


La repetición fue - fue - y - y - y fue permite que se intensifique el contraste entre los conceptos primeros, de signo positivo: cielo, sueño, vida, aliento; y los segundos, de signo opuesto: algo que mata y que envilece.

En todos estos casos se trata de una repetición de elementos sintácticos que no se corresponde con una repetición de conceptos, sino al contrario, que sirve de podio para resaltar la diferencia que existe entre ellos, es decir, funciona como un medio de intensificar el contraste conceptual.

A veces, uno de los términos del contraste se realza por la ruptura de un sistema creado mediante la repetición. Veámoslo con un ejemplo:


cuán bello es el mundo cruel que no vieron,
cuán ancha la tierra, cuán hondos los mares,
cuán grande el espacio, qué breve su huerto.


(O. S. 341)                


El término breve queda realzado frente a bello, ancha, hondo, grande, porque en él se produjo la ruptura de la enumeración ponderativa-reiterativa: «cuán [...] cuán [...] cuán [...] cuán [...] qué breve». Al cambiar de cuán a qué, el elemento nuevo atrae hacia sí toda la atención del lector. Otras veces la reiteración de elementos es menos visible, forma una estructura más fluida, menos rígida, y su   —424→   ruptura es, por ello, menos evidente. Por ejemplo, en el poema «Tiemblan las hojas y mi alma tiembla» (O. C. 658) encontramos la secuencia siguiente: cuando + subjuntivo + oración ponderativa, repetida dos veces. La tercera vez que aparece se sustituye la ponderación por una oración enunciativa que viene a constituir una especie de recapitulación final de la poeta:



   Cuando en las noches tristes y largas
que están llegando
brille la luna, ¡cuantos sepulcros
que antes no ha visto verá a su paso!

   Cuando entre nubes hasta mi lecho
llegue su rayo,
¡cuan tristemente los yermos fríos
de mi alma sola no irá alumbrando!
[...]

   Cuando te apene lo que atrás dejas,
recuerda siempre
que es más dichoso quien de la vida
mayor espacio corrido tiene.


(O. C. 658-59)                


A veces, la ruptura del sistema creado por la repetición va acompañada de otros recursos retóricos, por ejemplo de un cambio brusco del punto de vista, como en el poema que reproduzco:


O meu olido máis puro
dérache si eu fora rosa,
o meu marmurio máis brando
si é que do mar fora onda,
o bico máis amoroso
si fose raio da aurora,
si Dios... Mais ben sei que ti
non qués de min nin a groria.


(F. N. 294)                


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Se repite tres veces la fórmula «complemento directo - verbo principal - subordinación condicional»: «O meu [...] (dérache)... si...». En el verso penúltimo se rompe esa secuencia, y pasa a primer término la condición «si Dios». Pero además se introduce un cambio brusco, porque nos enteramos de forma inesperada de la actitud del a quien se habla, lo cual transforma inmediatamente todo el contenido anterior del poema. Ambos recursos (ruptura e introducción de nuevos factores) suman sus efectos.

Una vez vistos los casos en los que una repetición de fórmulas sintácticas sirve de base al contraste de conceptos, vamos a seguir analizando otros en los que las distinciones son menos claras.




Repetición de formas y repetición de conceptos

En todos los poemas que vamos a ver encontramos repetición de fórmulas sintácticas y repetición de conceptos; pertenecen, pues, al grupo con el que iniciamos el estudio, pero en unos parece haberse concentrado la atención en la repetición formal, en otros en la conceptual, y en algunos se mezclan ambos factores:


   Con sus graciosos festones
con su armoniosa campana.


(O. C. 255)                


Aquí, más importante que la identidad de significado de las partículas con y su, parece la fórmula sintáctica que se repite en ambos versos: preposición + adjetivo posesivo + adjetivo calificativo + sustantivo.

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Todo é contento,
todo é folgare,
repetición de conceptos y fórmulas
mentras a pedra
bate que bate,
mole que mole,
dalle que dalle.
repetición de una fórmula.
Imita el movimiento d ela piedra,
siempre semejante a sí mismo.

Más importancia que la repetición del significado de los verbos bate, mole, dalle parece tener la repetición de la fórmula sintáctica verbo - que - verbo en los tres versos; esta repetición puede sugerir el movimiento de la piedra del molino, siempre repetido, teniendo en cuenta, además, la igualdad de volumen fónico de las palabras que constituyen la fórmula.

Veamos otro ejemplo tardío:


   bien reposa la fiera en el antro escondido,
en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido
y mi alma en su desierto.


(O. S. 317)                


Se ha repetido la fórmula sujeto-complemento circunstancial (dependiente del verbo reposar, que va en primer lugar) tres veces en el mismo orden («la fiera en el antro»; «el triste en el olvido» ; «mi alma en su desierto»), y una en orden inverso («en su sepulcro el muerto»). En este caso, la repetición de la fórmula sintáctica sirve para poner de relieve la relación que existe entre los sujetos: la fiera, el muerto, el triste y mi alma quedan, en cierto modo, identificados, merced a la repetición de la fórmula sintáctica en la que van insertos.

Hay muchos casos en que la repetición de fórmulas nos parece que obedece más a razones de carácter rítmico, musical,   —427→   que a un deseo de intensificación, aunque haya conceptos repetidos. Así en el ejemplo siguiente:


   como en un tiempo dichoso,
fui al campo por la mañana,
que estaba hermosa y risueña,
que fresca y galana estaba.
Fuime al romper la aurora,
cuando tocaban al alba,
cuando aún los hombres dormían
y los jilgueros cantaban,
saltando de rosa en rosa,
volando de rama en rama.


(O. C. 254)                


Las repeticiones:

  • fui-fuime
  • que estaba hermosa y risueña - que fresca y galana estaba
  • cuando tocaban - cuando dormían, cantaban
  • saltando - volando
  • de rosa en rosa - de rama en rama

creo que obedecen al deseo de conseguir una musicalidad basada en el ritmo alternante y en la repetición de sonidos iguales o parecidos, y que el efecto de intensificación de los conceptos repetidos es secundario, derivado del primero, y no tiene verdadera significación. Comprenderemos esto más fácilmente comparándolo con otro fragmento, en el que además de atender al ritmo se ha buscado la intensificación de las ideas que las palabras repetidas significan:


   Mas yo, vestida de luto
y aún más enlutada el alma,
bajo las ramas del bosque,
bajo las ramas paseaba,
soñando en sueños de muerte
    que nos rasgan las entrañas;
paseaba yo silenciosa,
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paseaba yo solitaria,
mientras las aguas del río66
    camino del mar rodaban,
en vano, en vano buscando
el ángel de mi esperanza,
que con sus alas ligeras
hacia los cielos tornaba.


(O. C. 255)                


Las repeticiones, además del efecto musical de reiterar sonidos y ritmos, producen una intensificación de conceptos. Así queda resaltada la idea del luto, la idea de la muerte, la idea de ensueño (soñando sueños), y nos parece significativa también la alternancia soñando-buscando que tanto futuro habría de tener en la poesía de Rosalía, sobre todo con la determinación también repetida de «en vano». Al compararlo con el ejemplo anterior, podemos ver la distinta valoración que en ambos tienen las repeticiones. En el primero, su efecto era casi exclusivamente musical; en el segundo, se produce además un realce de significados. En definitiva, la determinación de los valores a los que se ha dado preferencia (rítmicos o conceptuales) en las repeticiones, depende de la apreciación del crítico, ya que no hay reglas absolutas. Vamos a analizar alguno de los ejemplos más importantes señalando el papel que, a nuestro juicio, cumple en ellos la repetición:



   Has de cantar,
meniña gaiteira,
1 has de cantar,
que me morro de pena.

   Canta, meniña,
na veira da fonte,
2 canta, daréiche
boliños do pote.
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   Canta, meniña,
con brando compás,
3 daréiche unha proia
de pedra do lar.

Papiñas con leite
tamén che daréi,
4 sopiñas con vino,
torrexas con mel.

   Patacas asadas
con sal e vinagre,
5 que saben a noces.
¡Qué ricas que saben!

   ¡Qué feira, rapaza,
si cantas faremos...!
6 Festiña por fora,
festiña por dentro.

   Canta si queres,
rapaza do demo;
7 canta, si queres;
daréiche un mantelo.

   Canta si queres,
na lengua que eu falo;
8 daréiche un mantelo,
daréiche un refaixo.

   Co son da gaitiña,
co son da pandeira,
9 che pido que cantes,
rapaza morena.

   Co son da gaitiña,
co son do tambor,
10 che pido que cantes,
meniña, por Dios.


(C. G. 21-22)                


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Creemos que en el primer poema de Cantares gallegos la repetición cumple una función que podemos llamar unitiva: convierte al poema en un conjunto de versos sólidamente enlazados, le da unidad por encima de la diversidad estrófica. Se repiten conceptos y fórmulas sintácticas. Desde el punto de vista de los elementos repetidos, se advierten tres partes en el poema: un primer conjunto de cuatro estrofas enlazadas entre sí por una o dos palabras. La estrofa quinta va libre, ninguna palabra la une con las anteriores ni las posteriores. Las estrofas 6, 7, 8, 9 y 10 van de nuevo enlazadas como el primer conjunto. En la última estrofa volvemos a encontrar la palabra meniña (que no aparecía desde la 3), con lo cual el poema se cierra sobre sí mismo al repetir el vocativo que aparece en la primera estrofa.

Más que la impresión de una idea intensificada por la repetición, tenemos la de un todo homogéneo: conjunto de palabras iguales o que significan lo mismo. La impresión es de repetición total. El poema comienza diciendo «Has de cantar, meniña», y termina: «che pido que cantes, meniña». No se ha avanzado nada. Por otra parte, se podría continuar indefinidamente. La repetición del término meniña es una forma de cerrar esa cadena. El tema del poema (petición de canto y ofrecimiento de dádivas a cambio) se repite una y otra vez, igual a sí mismo.

La comparación con otras formas de repetición permitirá observar el estatismo del poema frente a estilos lentos pero más dinámicos. Por ejemplo, el poema «Campanas de Bastabales», cuya primera parte copiamos.



Campanas de Bastabales,
cando vos oio tocar,
mórrome de soidades.
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Cando vos oio tocar,
campaniñas, campaniñas,
sin querer torno a chorar.

Cando de lonxe vos oio,
penso que por min chamades,
e das entrañas me doio.

Dóiome de dor ferida,
que antes tiña vida enteira
i hoxe teño media vida.

Sólo media me deixaron
os que de aló me trouxeron,
os que de aló me roubaron.

Non me roubaron, traidores,
¡ai!, uns amores toliños,
¡ai!, uns toliños amores.

Que os amores xa fuxiron,
as soidades viñeron...
De pena me consumiron.


(C. G. 58)                


La exposición del tema se hace insistiendo en una nota ya enunciada y dando otra nueva. Hay un movimiento de avance continuado, retardado por el paso atrás que supone la repetición. Algunos conceptos están reforzados así por la repetición: «cando vos oio», «dóiome», «media vida», «roubáronme», «amores toliños». Pero la falta de repetición, el carácter de únicos o de elementos nuevos, hace que queden realzados otros contenidos, como «de lonxe» en la segunda estrofa, y los dos últimos versos con su alusión a las soidades que aparecen en el cantar popular. Es relativamente frecuente que, al repetir un elemento, el efecto producido sea el de destacar otro elemento, que aparece como   —432→   nuevo y acaparador de la atención: «unha noite, noite negra» (C. G. 72). La atención se concentra sobre el adjetivo negra y no sobre el objeto repetido. En este poema las notas fundamentales del tema: dolor, amor, soledad, van apareciendo en forma sucesiva. Tenemos la impresión de un avance en el sentido ideológico, se nos dicen cosas nuevas e importantes. Por el contrario, en el primer poema, el tema aparecía perfilado en sus notas principales en los primeros versos, y todos los demás son una repetición de ellos, en los que se concretan aspectos parciales y accesorios. En el primero las repeticiones reforzaban el sentido unitario del texto; en el segundo refuerzan determinados significados y producen el efecto de un avance lento.

La repetición en «Amigos vellos» sirve para destacar unas impresiones fundamentales: tristeza, caducidad, deseo de permanencia...



   Cando antre as naves tristes e frías
de alto mural,
cal elas frías, cal elas triste,
ó ser da tarde vou a rezar,
¡qué pensamentos loucos e estraños
á miña mente venen e van!
[...]

   Quén fora pedra, quén fora santo
dos que alí hai:
Coma San Pedro, nas mans as chaves,
co dedo en alto coma San Xoán,
unhas tras outras xeneracioes
vira pasar,
sin medo á vida, que dá tormentos,
sin medo á morte, que espanto dá.
Logo se acaba da vida a triste
pelerinax.
Os homes pasan, tal como pasa
nube de vran.67
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I as pedras quedan..., e cando eu morra,
ti, catredal;
ti, parda mole, pesada e triste,
cando eu non sea, ti inda serás.


(F. N. 192-93)                


Hay repetición de palabras (triste, fría), de fórmulas sintácticas (quén fora... quén fora; coma San Pedro... coma San Xoán; sin medo á... sin medo á) y de ideas (caducidad del hombre en contraste con la permanencia de las piedras). Creo que el papel de la repetición es aquí el clásico y el primero en de intensificar los contenidos semánticos. Todas las repeticiones del poema contribuyen a realzar el contraste entre el hombre y la catedral.




Repetición de una palabra o frase breve

Hay un caso de repetición muy frecuente en Rosalía, que es aquel en el que se repite únicamente una palabra o frase breve. Toda la fuerza de la repetición se concentra así sobre el elemento objeto de ella, que queda realzado sobre los otros elementos del texto. Esta repetición puede darse en el espacio de pocos versos, o más diluida a lo largo de un poema. Vamos a ver distintos casos:


   ¡Ay la que tanto me amaba,
que aunque no estás a mi lado
y aunque tu voz no me llama,
tu sombra, sí, sí..., tu sombra,
tu sombra siempre me aguarda!


(O. C. 256)                



   -Meiguiño, meiguiño, meigo,
meigo que me namoraste,
vaite de onda min, meiguiño,
antes que o sol se levante.


(C. G. 33)                


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Son casos de repetición afectiva; el sentimiento exaltado se desborda y se complace en la repetición del nombre del objeto:


   Miña xoia, miña xoia,
miña prenda, miña prenda...


(C. G. 87)                


La misma afectividad, aunque de signo distinto, dicta las repeticiones del poema «Non che digo nada... pero vaia», incluso las derivaciones como «casada, casadiña» (C. G. 89), con las que se pretende que quede realzado el estado civil de la mujer criticada, o el «demo endemoncrado» (C. G. 53), con que se destaca la calidad demoníaca del diablo.

En el primer poema de «as viudas dos vivos y as viudas dos mortos» se realza el expolio de que ha sido víctima el campesino con la repetición del verbo que lo expresa:



Vendéronlle os bois,
vendéronlle as vacas,
o pote do caldo
i a manta da cama.

Vendéronlle o carro
i as leiras que tiña;
deixárono sóio
coa roupa vestida.


(F. N. 278)                


En «Tecin soia a miña tea» (F. N. 287) se repite cinco veces la palabra soia, que concentra sobre sí la atención del lector. En «Adiós ríos, adiós fontes» (C. G. 69) las palabras repetidas son varias: adiós es la más frecuente, como es lógico, dado el tema fundamental del cantar; en orden decreciente se repiten también el verbo deixar (7) terra (6) lonxe (4) y casa (3).

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A veces lo repetido es una frase, que suele ocupar el último verso de cada estrofa o formar parte de él. En «Qué prácidamente brilan» (F. N. 194) encontramos seis estrofas de cuatro versos. Los tres primeros, octosílabos, y el cuarto, pentasílabo. Este verso extraño por su ritmo junto a los otros tres se repite al final de cada estrofa. El efecto que produce la repetición es de refuerzo del significado. La primera vez que aparece el verso pentasílabo produce un efecto de sorpresa por encerrar una afirmación que sitúa al poeta al margen de los demás mortales:


¡Qué prácidamente brilan
o río, a fonte i o sol!
Canto brilan..., mais non brilan
       para min, non.


(F. N. 194)                


La repetición consigue que aceptemos esa afirmación como un hecho extraño, pero cierto. Se impone, podríamos decir, por la fuerza de la presencia. La frecuencia de su aparición (6 versos sobre un total de 24) nos obliga a aceptar el hecho aunque no comprendamos las causas. Un efecto similar tiene la repetición en los poemas «Anque me des viño do Ribeiro de Avia» (F. N. 294) y «En los ecos del órgano o en el rumor del viento» (O. S. 364). En el primero se repite la frase «non sei qué me falta», que constituye la mitad del dodecasílabo final de la estrofa. Cada repetición ve incrementado su poder expresivo con el valor de las repeticiones anteriores. En el segundo, la frase «sin encontrarte nunca» forma por sí sola el verso final de una estrofa de cuatro versos: tres alejandrinos y un heptasílabo. El heptasílabo, merced a la repetición, se convierte en el portador del significado más importante.

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La reiteración se nos presenta en Rosalía como la forma más inmediata y sencilla de expresión de sus preocupaciones fundamentales. Echando una ojeada a las palabras y frases que en más ocasiones han sido objeto de repetición, nos encontramos con que representan también los temas más importantes de su visión del mundo: la tristeza, el dolor, las sombras, la soledad, la caducidad del hombre, el ansia insaciable, la búsqueda de algo desconocido... De la abundancia del corazón habla la boca; Rosalía insiste, repite aquellos temas que la preocupan. La repetición es la forma que adopta su interés ante determinadas realidades.

Dos factores determinaron así el uso de la repetición en nuestra poeta. Por una parte, la influencia de los cantares populares desarrolló en ella el gusto por los ritmos reiterativos. Por otra, la repetición se muestra como la forma más inmediata y fácil de dar expresión a unas ideas que interesan vivamente al sujeto. Ritmo -popular- y afectividad son, pues, las constantes que rigen el empleo de la repetición en Rosalía. Las reviravoltas son el correlato, la expresión formal de su sentido rítmico y de su postura afectiva en el mundo y ante las cosas.





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