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ArribaAbajoCapítulo XXII

Vías de comunicación


SUMARIO

Nada ha contribuido tanto al atraso moral y material en que está el Perú como su falta de vías de comunicación- En la sierra la vialidad existe en forma inadecuada, deficiente y hasta peligrosa.- Dos vías férreas han trasmontado los Andes.- Ferrocarriles de Trujillo, Pacasmayo, Paita y Chimbote.- A falta de ferrocarriles no se han construido carreteras, ni se han mejorado las sendas escasas, estrechas y peligrosas que se llaman caminos de herradura.- Los pueblos se hallan aislados unos de otros.- La gente que se contrata en la sierra para trabajar a jornal en la costa hace el viaje a pie como en tiempo de los Incas.- De 10.000 poblaciones que tiene el Perú sólo 300 están unidas por ferrocarriles.- El aislamiento actual andino tiene mucho de parecido al que tenían los pueblos de Europa en los tiempos de la Edad Media.- La administración pública, deficiente por falta de comunicaciones.- Por la misma causa nuestros hombres públicos no conocen la República y la mayoría de los pueblos viven en estado de barbarie.- La colonia alemana del Pozuzo, aislada por falta de caminos.- Por igual causa numerosas empresas llevan vida anémica.- Nuestra red ferroviaria hasta 1878 fue la primera de la América Latina.- Lo que dijo el doctor Lisson en su «Sociología del Perú» sobre nuestro primer ensayo ferrocarrilero.- Ley de marzo de 1904. Su incumplimiento y, por su causa, las obras   —369→   ferroviarias se paralizan.- Durante doce años Bolivia ha hecho en vías férreas esfuerzos superiores a su capacidad financiera.- Lo que dice al respecto el señor Ricardo Tizón y Bueno.- La bonanza fiscal de 1916 despertó en el Congreso el propósito de invertir medio millón de libras en nuevos ferrocarriles.- El Ejecutivo encuentra inaceptable la ley de la materia y le pone su veto.- Fundadas razones que tuvo para ello.- No hay espectáculo más triste en el Perú que el desacierto (nacional) en materia de obras públicas.- El Congreso de 1917 autoriza la construcción del ferrocarril de Puno al Desaguadero.- Vía de Paita al Marañón. Inconveniencias de la que se proyecta al Ucayali.- Acápites del mensaje presidencial de 1918 en lo relativo a ferrocarriles.- Los que se construyen en la actualidad.- Cuadro de los ferrocarriles del Perú.- Entradas brutas de la Peruvian Corporation.- La carretera y el camino de herradura.- Errores y prejuicios que han impedido su construcción.- La carretera se abre paso y el espíritu de los que desean construirlas triunfa en el Perú.- Su costo fluctúa entre 100 y 500 libras kilómetro.- El automóvil puede hacer tanto como la locomotora.- Carreteras para camiones y para carros tirados por mulas.- Cuánto se ha ganado en costo y el impulso en las primeras.- Lo que ha dicho el señor Ricardo Tizón y Bueno en su buen artículo «Política de Vialidad».- Mal en ferrocarriles y carreteras, aún nos hallamos peor en caminos de herradura.- Carecen de gradientes y desarrollos técnicos.- Cómo los describe el ingeniero señor Balta.- Altura a que se ha colocado el Presidente señor Pardo en su política de vialidad.- Obras que perpetuarán su nombre.- Cómo se hace la navegación en nuestras costas.- Ríos navegables del Perú.


Nada ha contribuido tanto al atraso moral y material en que está el Perú, como la falta de vías de comunicación. Los ferrocarriles costaneros que tenemos han favorecido las industrias del azúcar y del algodón; pero siendo su kilometraje reducido, aún se presencia en nuestro litoral el transporte de productos por los costosos medios de la locomoción animal, locomoción que recién comienza a ser sustituida por la que se hace usando automóviles.

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En la sierra, la vialidad existe en forma inadecuada, deficiente y hasta peligrosa. Dos vías férreas han trasmontado los Andes, pero la del centro no se ha extendido más allá del Cerro de Pasco y de Huancayo, y la del sur hace diez años que no pasa del Cuzco. La primera ha dado intensa vida a las regiones mineras halladas en su tránsito, pero como su extensión es sólo de 518 kilómetros, sólo dos departamentos, Lima y Junín, y no en toda su extensión, han alcanzado relativo progreso. Mayor amplitud (861, kilómetros) tiene la que parte de Mollendo; pero siendo las comarcas de Puno y Arequipa, que cruza la vía, tal vez las más pobres de toda la República, el gasto de 5.000.000 de soles hechos en esa región no ha sido correspondido en conformidad a los esfuerzos realizados.

En el norte no es mucho lo que se ha conseguido en materia ferroviaria. La red de Trujillo es meramente agrícola y en su mayor parte al servicio de particulares. Más amplia y pública es la de Pacasmayo, con su ramificación hasta Chilete, que hace 30 años llegó hasta la Magdalena, a una jornada a mula de Cajamarca. Las de Paita y Chimbote tienen algo hecho; pero la primera todavía no llega al Pongo de Manseriche, ni la segunda, a Recuay y Cajabamba por Chuquicara, que son los términos naturales de una y otra. La primera hállase estancada en la ciudad de Piura, y la segunda en el kilómetro 104 de su larga extensión.

En la montaña, en cuestión de caminos, no se ha hecho nada. Sólo son conocidos y explotados los lugares a donde se puede llegar por medio de una embarcación, estando lo demás de aquella vasta comarca, no solamente inexplotado, sino casi desconocido.

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Como a falta de ferrocarriles no hemos construido carreteras, ni mejorado las sendas escasas, estrechas y peligrosas que se llaman caminos de herradura, la vida social y política de la Nación está poco más o menos que en tiempo de la Colonia. Los pueblos se hallan aislados unos de otros. Sus habitantes no tienen facilidades para viajar y nunca conocen el resto de la Nación en que viven. Esto motiva un provincialismo muy rancio y un caciquismo insoportable. La gente que se contrata en la sierra para trabajar a jornal en las haciendas de Pativilca, Casma, Chimbote, Chicama, etc., viaja a pie como en tiempo de los Incas, necesitando de cuatro a seis días para caminar distancias no mayores de 24 a 28 leguas, que recorridas en ferrocarril o en automóvil se bastarían con ocho o diez horas. Son tan malos los caminos en el Perú, que en el departamento de Ancash, en el hermoso callejón de Huaylas, familias que sólo están separadas por catorce o quince leguas, como sucede con las que viven entre Caraz y Huaraz, no pueden visitarse sino una vez cada dos o tres años. Y esto que ocurre en Ancash, pasa en todos los pueblos de la sierra donde faltan ferrocarriles. El ingeniero Tizón y Bueno afirma que en el Perú hay, poco más o menos, diez mil poblaciones, y que sólo 300 se hallan unidas por ferrocarril. Por causa de este aislamiento, el intercambio de productos entre una provincia y otra es limitadísimo. Cada pueblo produce lo que necesita para vivir, más un poco de lana o de mineral, productos que son conducidos a los puertos de la costa a lomo de mula o de burro, acémilas que quedan muertas en los mismos caminos a causa de lo áspero y lo empinado de los senderos.

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El actual aislamiento andino tiene mucho de parecido al que tenían los pueblos de Europa en los tiempos de la Edad Media. Una familia compuesta de varios miembros que vive en la sierra y que desea trasladarse a Lima, necesita para llegar al puerto inmediato 30 días de preparación y de afanes a fin de conseguir que le presten o le alquilen las acémilas que le son indispensables.

La administración pública es deficiente por la falta de comunicaciones. Un prefecto nunca puede atender a todas las necesidades de su departamento; tampoco puede hacerlo un subprefecto. Por esta causa, el cura, el gobernador y el juez de paz se hacen dueños de los pueblos que se hallan incomunicados. Muchas veces, un subprefecto necesita 40 días para trasladarse de Lima a la capital de su provincia. Un atentado contra el orden público en el interior, se le sospecha por la interrupción del telégrafo. Obligado el Gobierno a pacificar la comarca insurreccionada, encamina hacia ella sus fuerzas, fuerzas que para llegar a su destino necesitan apoderarse de las acémilas que encuentran a su paso, las mismas que, en su mayor parte, quedan muertas de hambre y cansancio en los caminos.

Por falta de comunicaciones, la mayor parte de nuestros hombres públicos no conoce la República. Chile, la Argentina, el inmenso Brasil, pudieran recorrerse, en tres meses el primero, en un año el segundo, en dos años el último. Semejante propósito no sería posible realizarlo en el Perú ni en cinco años. Raimondi dedicó su vida a conocerlo, estando probado que no llegó a visitarlo todo. Esta incomunicación es causa del estado de barbarie en que vive la mayor parte de nuestros pueblos y de grandes fracasos   —373→   en los negocios industriales. Porque no se conoce el país ni se sabe que faltan caminos, hay en el Congreso representantes que se ocupan de pedir colonización europea. La colonia alemana del Pozuzo, establecida el año de 1857, costó al Perú medio millón de pesos; y no obstante que ya lleva sesenta años de establecida, se encuentra hoy como ayer, únicamente porque no han cambiado las condiciones de los caminos que existen en la región.

La mayor parte de las empresas mineras radicadas en Pallasca, Huailas, Cajabamba, Hualgayoc, Cajatambo, Huallanca y algunas otras han llevado y llevan una vida anémica por falta de vías de comunicación. No hay nada más rico en el Perú en plata, plomo, carbón y tungsteno que Ancash, ni más abundante en oro que Pataz; pero como no tenemos ni siquiera caminos de herradura en esas provincias, todo esfuerzo se agota ante la imposibilidad del transporte. Por la misma causa, la gran riqueza agrícola de Jaén y Mainas no tiene ningún valor. Ni a diez soles el acre pudieran venderse sus terrenos, no habiendo caminos para llegar a ellos.

Dichas estas generalidades y contrayéndonos ahora a estudiar lo poco que tenemos hecho en vías de comunicación, debemos manifestar que éstas son de tres clases: terrestres, marítimas y fluviales. Aún no se ha ensayado la aérea. Corresponden a las primeras los ferrocarriles, las carreteras y los caminos de herradura. A la segunda y tercera, la navegación, respectivamente, en el océano Pacífico y en los ríos de nuestro Oriente.

Nuestra red ferroviaria que hasta 1878 fue la primera de la América Latina y que durante las administraciones   —374→   de José Balta y Manuel Pardo tuvo extraordinario crecimiento, no es hoy para nosotros motivo de orgullo, habiéndose limitado la labor del Ejecutivo durante 40 años a terminar lo que quedó inconcluso a causa de la guerra con Chile.

Comentando el doctor Lissón en su Sociología del Perú el primer ensayo ferrocarrilero de la República en los años de 1867 a 1874 y analizando la manera como se gastaron en esos años 40 millones de libras esterlinas, dijo en 1886 lo que sigue:

Una administración, cuyo fin trágico hace atenuar sus recuerdos, rodeada de especuladores rapaces, dio a la ferrocarrilización de la República otro sesgo. Encontrábase la Nación próxima a salir de los consignatarios del guano, y en vísperas de manejar por sí sus caudales, que era el deseo general de los buenos ciudadanos, porque en ese hecho veían la futura prosperidad de la República. Esperábase ese ansiado momento; pero semejante plaga no se dejó vencer. Intrigaron para que continuasen las consignaciones; y lo habrían conseguido en su propio provecho, sino hubieran estado desacreditados por demás, y sido el negocio por sí y por su manejo tan aurífero, que nació la concurrencia. En ella fueron vencidos; y pasarnos en cuerpo y alma al poder de Dreyffus, que daba con mano pródiga los millones, y de Meiggs, que los recibía y manejaba, deslizándolos entre los dedos.

Cubierto con profusión el presupuesto de la República, quedaba un «superávit»; y la caja de Dreyffus, abierta a todos los vientos. A su vista, la palabra Obras Públicas fue pronunciada y repetida con alborozo, figurando en primera línea los ferrocarriles. Emprediéronse éstos sin plan alguno: se decretaron para todos los departamentos, sin estudio previo, para que todos ellos, como se dijo entonces, diesen salida a sus cosechas, que se suponían abundantes y estancadas entre los cerros de la cordillera; para que tuviese trabajo el pueblo, cuyos brazos se suponían también ociosos por la carencia de ocupación, y para que naciera y renaciera la industria, cambiándose en un vergel el triste aspecto de nuestro   —375→   país. Ante tan bello panorama se gastó sin tasa ni medida descontándose el porvenir por varias generaciones; con lo que, según el leal entender de los hombres de esa camarilla, se aseguraba la paz pública, quitándose a las revoluciones los cuarenta millones de libras esterlinas a que en poco tiempo ascendió nuestra deuda externa; y se produjo un movimiento artificial del numerario en el mercado como era natural, puesto que se derrochaba sin freno. ¡Qué época!

El resultado de todo esto fue: que cuando se ajustaron cuentas salimos debiendo cuarenta millones de libras esterlinas; y que cuando Chile empezó a armarse para hacernos la guerra, y se pensó en la defensa, Dreyffus protestó nuestras letras, y nos quedamos sin buques de guerra para contrarrestar a nuestro enemigo, que a su placer ha satisfecho en nosotros sus antiguos y profundos odios; que aquella paradoja, de que gastando el porvenir se ponía término a las revueltas civiles, se tradujo en un sangriento motín de cuartel, en que se dio el inaudito escándalo en nuestra patria de ser victimado el Presidente de la República; que la Administración Pardo, que le sucedió, tuvo que pasar por las horcas caudinas, declarándose en bancarrota, tomando en consecuencia con férrea mano las llaves del tesoro, origen único de su holocausto en el santuario de la ley; que, sin embargo de los 40.000.000 gastados, los ferrocarriles quedaron inconclusos y así lo habrían estado aunque se hubiesen invertido en ellos doble suma.



La ley de 30 de marzo de 1904 y la complementaria de 23 de octubre de 1905 dispusieron la construcción de los ferrocarriles de Oroya a Huancayo, Sicuaní al Cuzco, Ilo a Moquegua y Yonán a Magdalena. Se afectó a estas construcciones y otras más de estudio la renta de tabacos, a razón de Lp. 100.000'0'00 el año de 1904, 150.000'0'00 en 1905 y Lp. 200.000'0'00 en los años siguientes. El desorden en que hemos vivido y la crisis económica que principió en 1909 y terminó en 1916 redujeron gradualmente las cifras iniciales dedicadas a ferrocarriles, hasta la exigua suma de Lp. 14.000'0'00, votadas en el presupuesto de 1915. El descenso gradual se puede apreciar en el siguiente cuadro:

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1909 Lp. 200.000
1910 Lp. 100.000
1911 Lp. 100.000
1912 Lp. 50.000
1913 Lp. 40.000
1914 Lp. 40.000
1915 Lp. 14.000

Mientras el Perú ha permanecido inactivo durante siete años, Bolivia ha hecho en vías férreas, en el mismo tiempo, esfuerzos superiores a su capacidad financiera. Al respecto, el ingeniero señor R. Tizón y Bueno dice lo siguiente:

Hace 25 años, en Bolivia no se conocía el riel; pues fue sólo hacia 1892 que la línea de Antofagasta llegó a Oruro. Y aún catorce años después, sólo se habían implantado apenas 90 Kms más. Hoy alcanza ese país mil setecientos kilómetros en explotación y tiene en construcción quinientos.

Hacia 1904, el gobierno boliviano disponía de dos millones de libras que le había pagado el Brasil por la cesión del Acre, y trescientas mil entregadas por Chile a tenor del tratado de paz y amistad; o sea cerca de dos millones y medio de libras esterlinas. Tomaba cuerpo entonces, en el país, el propósito de construir vías férreas, para dar salida cómoda y barata a los valiosos productos mineros; pero los hombres de gobierno no se echaron por cierto a tender rieles, ni aun se trazaron ellos mismos el plan de las futuras construcciones ferroviarias. Fue contratado con la casa Spayer, de Nueva York, el envío de una comisión de ingenieros que, presidida por el señor Sisson, visitó las distintas zonas del país, y proyectó, según ellas, el plan de vialidad más conveniente; plan que aprobó el congreso en diciembre de 1905.

Vino entonces el ajuste, con la misma casa americana, de un contrato de construcción y explotación, cuyo mecanismo financiero era en sustancia así:

Fijada en £ 5.5000.000, la suma a emplearse en los ferrocarriles proyectados, para obtenerla se lanzaban dos emisiones de bonos:

Una por £ 3.750.000 de primera hipoteca sobre las líneas, amortizables en 20 años y con interés de 5 por ciento garantizado por el gobierno; bonos que los banqueros se comprometían   —377→   a tomar a firme por tres millones de libras, o sea al 80 por ciento; y

Otra por dos millones y medio de libras de segunda hipoteca, con interés también de 5 por ciento, pero en plazo de 25 años; emisión ésta que el gobierno tomaba a la par.

Los banqueros podrían invertir hasta dos millones más de libras en la construcción de nuevas líneas, pero sin garantía del gobierno.

Los productos netos de la explotación serían aplicados, de 2 por ciento, para las acciones de los concesionarios, y en primer lugar, al pago de intereses de los bonos de la primera emisión; de haber sobrante, se pagaría un dividendo un 5 por ciento de interés sobre los bonos de la segunda emisión; y el mayor sobrante, si todavía lo hubiera, sería beneficio de los concesionarios.

Y a los treinta años, se reembolsarían los dos millones y medio de libras que había aportado, con el 30 por ciento del producto líquido de las líneas.

El cuadro siguiente hará ver claramente el estado actual de esa red:

Línea troncal
Tramos construidos:
Guaqui a Viacha 74 Kms
Viacha a Oruro 202 Kms
Oruro a Uyuni 313 Kms
Uyuni a Atocha 90 Kms
Tramo proyectado:
Atocha a Tupiza 100 Kms
Tramo en construcción:
Tupiza a La Quiaca 100 Kms
879 Kms
Ramal a Puerto Pando
Tramo construido:
Viacha a La Paz 24 Kms
Tramo en construcción:
La Paz a Yungas 124 Kms
Tramo proyectado:
Yungas a Puerto Pando 130 Kms
278 Kms
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Ramal a Arica
(Todo construido)
En territorio boliviano 254 Kms
En territorio peruano ocupado por Chile 185 Kms
439 Kms
Ramal al río Mamoré
Tramo construido:
Oruro a Cochabamba 191 Kms
Tramo proyectado:
Cochabamba a río Mamoré 200 Kms
391 Kms
Ramal Machamarca a Uncía
Todo construido 83 Kms
Ramal a Sucre
Tramo construido:
Río Mulatos a Potosí 174 Kms
Tramo en construcción:
Potosí a Sucre 174 Kms
348 Kms
Ramal a Antofagasta
(Todo construido)
Oruro a Uyuni (ya considerado en la línea troncal) 313 Kms
Uyuni a Ollagüe 174 Kms
Ollagüe a Antofagasta (en territorio chileno) 437 Kms
924 Kms
Ramal Uyuni a Huanchaca
Todo construido 38 Kms
Ramal La Quiaca a Tarija
Proyectado 210 Kms


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Iniciada en 1916 la bonanza económica que ha elevado los ingresos fiscales a cerca de cuatro y medio millones de libras, y en la seguridad de que ellos no sufran sensible menoscabo el día que venga la paz europea, se ha vuelto a estudiar por ambas cámaras el propósito de invertir medio millón de libras en construcción de ferrocarriles. El largo tiempo tomado en 1917 para discutir el proyecto, las pobres razones de orden técnico que fueron dadas por los diputados al combatir los acuerdos de la colegisladora y la forma casi depresiva como el Ejecutivo vetó la ley, han puesto de manifiesto la falta de orientación y de buen criterio con que procedieron los representantes en 1917 al legislar sobre ferrocarriles. Sin contemplar en lo absoluto los intereses económicos e industriales de la República, sin plan definido, sin estudios parciales y menos de conjunto, haciendo política regional y sólo favoreciendo el plan del otro a cambio de recibir la recíproca en los propósitos propios, se acordó construir simultáneamente 1.500 kilómetros de ferrocarriles a razón de 10 o 15 kilómetros por línea en cada año.

Triste es en el Perú el desacierto en obras públicas. No tenemos carreteras, ni siquiera caminos, y damos leyes para que se construya un ferrocarril entre Puno y el Desaguadero, a fin de que Bolivia, que ya tiene dos vías para Chile, una para el Brasil y otra para la Argentina, tenga una vía más por el lado del Perú, vía que, existiendo la navegación en el lago Titicaca, no es de provecho a ninguna de las dos naciones limítrofes. Respecto al ferrocarril a Oriente, persiste la idea de escogerla del Callao al Ucayali, vía que después de haber cruzado los Andes en el túnel de   —380→   Galera, a 13.400 pies, de ascender a 14.000, en el Nudo de Pasco, tiene que volver a subir 11.000 pies para pasar la cordillera oriental antes de llegar a un río navegable. Escogiendo la proyectada vía de Paita al Marañón, sólo hay una cordillera que pasar, en Porculla, a once mil pies. Respecto a obras públicas ya realizadas ¿hay algo que sea más fuera de razón y de ciencia que lo hecho en los trazos de los ferrocarriles de Ancón a Huacho, Mollendo a Arequipa, Pisco a Ica, Trujillo a Chicama, Arequipa a Puno?

Vetada por el Ejecutivo la ley de ferrocarriles sancionada en 1917, el presidente, señor Pardo, en defensa de sus propósitos dijo a la Legislatura de 1918.

El primer día de vuestras labores, el señor ministro de fomento someterá a vuestra elevada consideración el proyecto de ley sobre construcción de ferrocarriles, el cual contendrá dos partes fundamentales, que a la vez traducen dos propósitos que se complementan entre sí, al punto que si se dejara de sancionar uno de ellos, las disposiciones de la ley quedarían escritas, y nuevamente se verían defraudadas las aspiraciones nacionales, en orden a la construcción de ferrocarriles.

En la primera parte del proyecto se hace la enumeración razonada de las líneas férreas que deben construirse de toda preferencia; en la segunda, se especifican las rentas con las que se ejecutarán las obras y las disposiciones legales que aseguren el porvenir, la efectividad de esos recursos y su estricta inversión en ferrocarriles.

En cuanto al primer punto, las ideas del actual gobierno son conocidas: concentrar la acción y los fondos en las direcciones principales indicadas por los grandes intereses nacionales, tendiendo siempre a que la solución de tan trascendental problema no sea retardada y oscurecida por expectativas, respetables indudablemente, pero de menor importancia, como aconteció al darse la ley observada en 27 de mayo último, en que un exagerado espíritu de conciliación de intereses llevó al congreso a formular un programa irrealizable.

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Mientras no se mantengan con perseverancia infatigable, en la construcción de ferrocarriles, las orientaciones indicadas en un programa sobrio y claro y mientras con energía inflexible no se separen las rentas señaladas, a fin de invertirlas exclusivamente en esas obras, ninguna línea podrá terminarse, ni se realizará en este orden nada de verdadera importancia, nada que signifique un progreso efectivo en esta ardua cuestión de vialidad, que tanto representa para el resurgimiento nacional.

Cualquier ferrocarril en el Perú, y en cualquier dirección que corra, atravesará valles muy fértiles o asientos minerales muy ricos; pero se impone sobre todo la construcción, -y nadie podrá negarlo- de aquellos que tienen sobre las ventajas enunciadas la de resolver otros problemas de mayor importancia aun para los problemas económicos. En esta situación se hallan las grandes líneas siguientes:

A) La de Huancayo al Cuzco.

B) La que una un puerto o una estación de ferrocarriles con un puerto sobre un río que sea navegable todo el año, en la región oriental.

C) La de Chimbote a Recuay, que, prolongada por el ramal de Chuquicara al norte y al sur, en la dirección a Alpas, formará en el porvenir el sistema del norte y permitirá la unión con Lima de los principales departamentos de esa región.

La primera y tercera de estas líneas pueden construirse en pocos anos; así se deduce de los reconocimientos y estudios hechos; pero la unión con el Oriente no está aún totalmente estudiada en todas las diversas soluciones que puede tener.

Estas son las ideas que cristaliza el proyecto que os va a ser sometido, en orden a la construcción y estudio de líneas férreas.

En cuanto a los recursos, éstos deben ser los productos del tabaco afectos a la construcción de ferrocarriles, por la ley de marzo de 1904.

Para asegurar en el porvenir la eficacia y efectividad de la aplicación de la renta, ésta debe ser administrada por compañía especial, que se ocupe únicamente en la fabricación y venta de los cigarrillos y en entregar el producto libre a la Caja de Depósitos y Consignaciones, para que se paguen las planillas y facturas por trabajos y materiales de ferrocarriles o los cupones de los bonos que se emitan para su construcción, los que en esta forma habrían de gozar de buena aceptación; pues una renta saneada es garantía   —382→   firme y suficiente, que inducirá al ahorro nacional a preferir esta segura inversión.

Como la renta del tabaco forma parte de las que recauda la compañía que hace este servicio, y ésta tiene a su favor créditos por valor de más de Lp. 1.200.000, debe el congreso no olvidarlo, para que al autorizar al ejecutivo a la organización de la compañía que administre el estanco, pueda elevarse el servicio de aquellas obligaciones, o las que se contraigan para cubrirlas, a la cuenta de los productos de la renta. Debe igualmente tenerse presente, que el diez por ciento de estos productos está afecto a la amortización de los préstamos en cheques circulares que hicieron los bancos en 1914 y 1915.

Por último, también debe contarse con el interés del capital que se invierta en la fabricación y con la comisión que debe percibir la compañía administradora.

Deducidas estas cargas, puede quedar una cantidad respetable, que aplicada permanentemente algunos años nos permitirá ejecutar obras de aliento.

Dentro de estos límites debe concentrarse por ahora la acción de los poderes públicos. Sobrepasarlos, señalando rentas hipotéticas, sobrantes inciertos y aun iniciativas desconocidas, no conducirá a resultados tangibles.

Tampoco es imposible olvidar, aunque se trate de gastos que interesan vivamente a la Nación entera, que pasamos período inseguro para las finanzas nacionales. El actual momento es de franca prosperidad, por efecto de los impuestos a la exportación, pero ellos pueden verse reducidos considerablemente, por razones ya indicadas en otro lugar de este mensaje.

Es discreto, por lo tanto, no salir de los límites indicados, para no comprometer la regularidad del sistema que se organiza.



Como sería imperdonable que habiendo 45.000.000 de soles en los ingresos del presupuesto, no se hiciera nada en materia de ferrocarriles, el Gobierno, por propia iniciativa, lleva adelante la construcción de la línea de Lima a Chilca, línea en la cual se invirtieron en 1917 Lp. 18.500'0'00. Hállase también en construcción el tramo de Limeña al Chorro, respectivamente, en los kilómetros 104 y 117 de la   —383→   línea de Chimbote a Recuay; habiéndose estudiado y resuelto el paso del famoso cañón de Pato. Por último, se sigue con actividad la construcción del ferrocarril del Cuzco a Santa Ana, en la cual se invirtieron en 1917 Lp. 32.000'0'00.

Además de estos trabajos efectivos, en los cuales en conjunto no se invierten cien mil libras al año, numerosas comisiones de ingenieros levantan planos topográficos y estudian las posibilidades del desarrollo agrícola y minero en las regiones situadas entre Izcuchaca y Ayacucho, Huancayo y Pampa de Arrieros o Sumbay, siguiendo las altas cumbres de la cordillera occidental, y además los trazos de Limeña a Recuay, Chuquicara a Cajamarca y Vitor a Majes.

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Designación de las líneas Año de la construcción Ancho de la vía
en m.
Extensión en km. Se explota por Dueño actual
Paita a Piura 1884 1'45 97.000 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Piura a Catacaos 1888 0'75 10.650 Empresa particular Empresa particular
Bayovar a Reventazón 1904 1'00 45.000 Azufrera de Sechura Azufrera de Sechura
Pimentel a Lambayeque 1873 0'91 24.140 Empresa particular Empresa particular
Eten a Cayaltí 1871 1'45 43.100 Cia. del F. C. de Eten Cia. del F. C. de Eten
Eten a Ferreñafe 1904 0'60 37.000 Aspíllaga Hnos. Aspíllaga Hnos.
Chiclayo a Pátapo 1871 1'45 24.000 Cia. del F. C. de Eten Cia. del F. C. de Eten
Pacasmayo a Guadalupe y Chilete 1876 1'45 180.000 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Salaverry a Trujillo y Ascope 1875 0'91 76.000 Idem Idem
Chicama a Pampas 1898 0'91 30.000 Idem Idem
Trujillo a Laredo 1896 0'91 12.000 Idem J. Ignacio Chopitea
Laredo a Galindo 1896 0'91 13.000 Empresa particular Idem
Galindo a Menocucho 1905 0'91 5.000 Peruvian Corporation Idem
Huanchaco a Roma 1902 0'91 40.000 Larco Hnos. Larco Hnos.
Chimbote a Limeña 1872 1'00 104.500 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Supe a Río Pativilca 1902 0'60 12.200 F. C. Supe a Barranca F. C. Supe a Barranca
Río Pativilca a Hda. Paramonga 1903 0'60 10.000 Empresa particular Empresa particular
Supe a San Nicolás 1899 1'00 6.000 Soc. Agrí. San Nicolás Soc. Agrí. San Nicolás
Chancay a Palpa 1877 1.00 30.000 Soc. Agrí. Palpa Soc. Agrí. Palpa
Lima a Ancón 1869 1'45 37.000 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Callao a Chicla 1870 1'45 141.300 Idem Idem
Chicla a la Oroya 1893 1'45 80.700 Idem Idem
Ticlio a Morococha 1900 1'45 13.400 Idem Empresa particular
Casapalca al «Carmen» 1900 0'60 4.650 Empresa particular Idem
Cerro Azul a Cañete . . . . . . . 0'91 11.000 British Sugar Co. British Sugar Co.
Tambo de Mora a Chincha Alta 1898 1'00 10.000 Empresa particular Empresa particular
Pisco a Ica 1869 1'45 74.000 Idem Gobierno Peruano
Mollendo a Arequipa 1869 1'45 172.000 Peruvian Corportaion Idem
Ensenada a Hda. Pampa Blanca 1905 0'75 8.000 Víctor F. Lira Víctor F. Lira
Arequipa a Puno 1871 1'45 351.760 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Juliaca a Santa Rosa 1872 1'45 132.000 Idem Idem
Santa Rosa a Sicuaní 1891 1'45 68.000 Idem Idem
Sicuaní al Cuzco 1906 1'45 138.000 Idem Idem
Ilo a Moquegua 1871 1'45 100.000 Idem Idem
Oroya al Cerro de Pasco 1904 1'45 131.000 C. Pasco Railway Co. C. Pasco Railway Co.
Oroya a Huancayo 1906 1'45 122.000 Peruvian Corporation Gobierno Peruano
Vista Alegre a Goillarisquisgra 1905 1'45 43.000 C. Pasco Mining Co. C. Pasco Mining Co.
Lima a Huacho 1912 1'00 140.000 Empresa particular Empresa particular
  —385→  

Las entradas de la Peruvian Corporation, por concepto de ferrocarriles, guano y otras rentas, durante los últimos diez años han sido las siguientes:

Ferrocarriles Guano Otros Total
Junio 30 £ £ £ £
1907 227.217 186.280 21.040 434.537
1908 205.746 168.002 105.404 479.152
1909 228.247 140.855 100.526 469.628
1910 321.267 102.016 98.137 522.420
1911 452.365 114.008 85.357 651 730
1912 418 910 141.143 86.935 646.988
1913 415.314 113.471 89.782 618.567
1914 431.655 126.642 93.833 652.130
1915 222.336 136.843 47.536 406.715
1916 347.050 87.457 31.684 466.191
1917 372.622 ____ 152.410 525.032

No habiendo ferrocarriles ni posibilidad de hacerlos, la carretera y el camino de herradura han debido merecer la atención de los poderes públicos. Por desgracia, prejuicios, errores y obsesiones han impedido su construcción, y apenas en 1915 se ha iniciado la apertura de ellos. El desdén con que se han visto las carreteras en el Perú es algo que desalienta y revela nuestro poco espíritu práctico. Hasta Alejandro Garland, uno de los hombres de más cultura, fe, inteligencia y actividad, que con gran entusiasmo hizo labor útil y patriota en el Perú, sostuvo en sus artículos que un camino carretero era más costoso que una línea férrea, y que el Perú sólo debía pensar construir ferrocarriles, ensueño hasta hoy no realizado. En cambio, la carretera se ha abierto paso destruyendo los prejuicios, las obsesiones y los errores que detuvieron su realización desde el año de 1902, en que aparecieron las primeras iniciativas. Hoy, que ya tenemos algunos kilómetros   —386→   de caminos carreteros terminados y listos para entregarlos al tráfico, y que su costo fluctúa por término medio entre 200 y 500 libras el kilómetro, fácil ha sido probar que es posible hacer carreteras por la décima parte de lo que importan los ferrocarriles. Otro error que bastante daño ha hecho al deseo de extender esos caminos, tiene origen en la creencia de que el movimiento de pasajeros y de carga por automóviles es más caro y más limitado que el que se hace por ferrocarriles. La congestión ferroviaria de los Estados Unidos ocasionada por la guerra mundial y el movimiento extraordinario que han hecho y hacen en largas distancias por todo el territorio de la Unión los camiones, llevando estupenda cantidad de carga, han puesto en evidencia que el automóvil trabaja tanto como la locomotora.

Circunstancia desfavorable a la carretera, es también la mala voluntad que la tienen los ingenieros peruanos. Cansados de calumniarla, atribuyéndole exorbitante costo de construcción, conservación y tracción, sostienen que es más seguro, cómodo y rápido trasportar carga por ferrocarril. Piensan así y se fijan en estos insignificantes detalles, porque creen que el Perú tiene todo el dinero que se necesita para cruzarlo de vías férreas, no habiendo manera de hacerles comprender que disponiendo el Fisco apenas de 300.000 libras por año y no pudiéndose hacer con esta suma más de 80 a 100 kilómetros, no es posible condenar a los pueblos de la República, no haciendo caminos ni carreteras, a permanecer estacionarios sin industrias ni comercio hasta que les toque el turno. Como el Perú necesita para su verdadera comunicación lo menos 15.000 kilómetros   —387→   de vía, y cuando más puede hacer 100 por año, si se acuerda que ésta sólo sea hecha por ferrocarriles, los últimos beneficiados en este reparto ferrocarrilero tendrán que aguardar cincuenta o sesenta años.

En época en que la tracción sólo podía hacerse empleando fuerza animal, no habiéndose descubierto el automóvil, y en que por tal motivo, en los caminos, se necesitaban de cuatro a seis mulas para halar un carro; en tiempos en que la gradiente, por estas causas, no debía pasar de 4 por ciento y las curvas debían ser muy amplias para que la carreta tirada por cuatro mulas pudiera evolucionar, fue natural, explicable, lógico, que el Perú hubiera pensado sólo en construir ferrocarriles; pero no hacer carreteras hoy, cuando ya no se necesitan mulas ni extensas zonas de pastos para alimentarlas, cuando ya las curvas se han reducido al mínimum y las gradientes pueden llegar al 7 por ciento y el ancho de la vía a tres metros, todo lo que antes fue imposible, es verdaderamente un atentado contra la civilización, contra la cultura, comercio e industrialismo nacionales.

¿No es un error económico dar preferencia al ferrocacarril de Magdalena a Cajamarca, habiendo por hacer otros más necesarios y existiendo ya un camino carretero entre ambos lugares, que con toda amplitud llena las necesidades presentes? ¿No es una majadería pretender llevar la locomotora de Trujillo a Quiruvilca, cuando se puede llegar a este mineral prolongando la carretera de Ascope a Sayapullo, mediante un ramal que parta de Tambo, o haciendo el ferrocarril de Chuquicara a Cajabamba? ¿No sería imperdonable esperar inactivos la llegada del ferrocarril   —388→   de Chimbote a Recuay, para explotar en vasta escala la zona minera de Huaraz, cuando se puede solucionar el problema del tráfico hoy mismo, como ya lo ha hecho una empresa particular de minas, haciendo una carretera entre Casma y Huaraz, igual a la que la Compañía de Ticapampa tiene entre Recuay y Huarmey? Habiendo un camino de herradura entre Tarma y Chanchamayo que ha sido traficado por automóviles, ¿no sería imperdonable que no se anchara convirtiéndolo en carretera y que no se hiciera ésta porque el ferrocarril es mejor, y porque es preferible aguardar los años que faltan para que el Perú tenga todo el dinero que necesita para hacer, entre otras, esta vía férrea?

El ingeniero señor Tizón y Bueno, en 1910, en un artículo, titulado Política de Vialidad, ha dicho lo siguiente en materia de carreteras:

Los medios de transporte en un país deben estar en relación con la producción. -Lo que conviene es aumentar ésta para que su incremento exija mejorar cada día aquellos medios.- Imponerse un país pobre cuantiosos sacrificios de dinero para construir y explotar un ferrocarril alegando que él será poderoso medio de impulsar una región, es decir, adquirir costoso medio de transporte para una escasa masa transportable, es contrariar deliberadamente las leyes económicas.

Pero se argüirá que en esto hay un círculo vicioso.- Los medios de comunicación no se hacen porque la producción es limitada; y ésta es limitada porque no hay medios adecuados de transporte.- Una mina en la sierra no se explota porque el costoso transporte a lomo de mula no costea los trabajos; y no se hace un ferrocarril hasta esa mina porque su producción es limitada.

Pero la petición de principio es sólo aparente. Mejorando el camino para el tráfico de acémilas, éste se hará sin duda alguna más barato y la producción aumentará un poco, quizá hasta hacer indispensable una carretera; y ésta a su vez favorecerá la producción hasta hacer indispensable el ferrocarril.

  —389→  

La política de vialidad tiende a fijar los términos de esa fórmula que liga a la producción con las vías de comunicación.

Parece natural también que así como los hombres principian gateando, después caminan y por último corren, los pueblos primero tengan caminos, después carreteras y en último lugar ferrocarriles, cuando la intensidad de la producción conseguida merced a los caminos y las carreteras haga esos ferrocarriles indispensables.

Pero aun para los ferrocarriles ya construidos la apertura de caminos es provechosa, porque estas vías aumentan la capacidad de transporte de aquellos. Así como no se concebiría la vida de un organismo si sólo existieran las grandes arterias, y las pequeñas no llevaran a todas partes la corriente circulatoria, no se comprende tampoco cómo puede vivir y prosperar un país con ferrocarriles pero sin las arterias de segundo y tercer orden representadas por los caminos.

Un camino vale 10 o 12 veces menos que un ferrocarril y su servicio y conservación requieren un gasto inmensamente menor. Es lo que de preferencia pueden, pues, construir los países pobres.

Nuestra región de la sierra cuenta apenas con sendas traficables por caballerías, y en cuanto a la montaña, entre los escasos centros de población que allí existen y que no pueden comunicarse por los ríos, ni aun con aquellas imperfectas sendas que contamos, pues para transitar por esa región los viajeros, por lo regular, tienen que hacerlo a pie, trepando cerros a modo de cabras, con exposición de la vida muchas veces.

«No se concibe, ha dicho uno de nuestros más distinguidos ingenieros, que en los albores del siglo XX las vías de comunicación en el Perú se encuentran en peor estado que el que tenían los caminos, en regiones montañosas de Europa, durante la Edad Media. En nuestra montaña los caminos casi no existen, por desgracia; y en la sierra puede decirse sin exageración que los que hay son formados con poquísima o ninguna ayuda del hombre; en la costa, aun en las regiones más ricas, las vías de comunicación se abren siguiendo el trazo que más conviene a los propietarios ribereños y con las sinuosidades del terreno cuya superficie natural ocupan».

No he podido escoger, creo, pintura más exacta y gráfica.

Creo haber demostrado que lo práctico, lo urgente, es   —390→   construir caminos en el Perú, principiando por los de herradura en las regiones más fragosas de la sierra y en la costa, y donde sea posible, carreteras. Pero ¿cómo? ¿con qué recursos?

Conviene hablar aquí, aunque sea ligeramente, de la acción de las comunidades indígenas en la construcción de caminos, principalmente en la región andina. Todos los que hemos recorrido esa región, habremos podido observar con frecuencia, en determinadas regiones, que a raíz de cada estación de esas torrenciales lluvias que ponen en estado lamentable las sendas a que por allá se da pomposamente el nombre de caminos, cómo los indios, sin dirección casi, arreglan esas sendas, haciéndolas medianamente transitables. Y basta ese hecho, sin remontarnos a las nuestras que los Incas nos han dado de cómo saben hacer caminos los aborígenes de este país, para considerar cuán útil será favorecer la acción de las comunidades en este sentido, haciendo hábilmente que secunden las iniciativas que en el ramo de vialidad adopten los poderes públicos. Pero que no sea este servicio que prestan los indígenas y que con mayor eficacia pueden prestar, pretexto para nuevas expoliaciones y nuevos vejámenes contra esa raza desgraciada y tan digna de mejor suerte.

El indio en materia de minas y de construcción de caminos es elemento de trabajo irreemplazable. Bracero barato, sobrio, sufrido, incansable, sólo se necesita apartarlo del alcohol, despertar algo su adormecida inteligencia y crearle necesidades que no las tiene para hacer de él un magnífico obrero.

La disposición de la ley de caminos de 1857 que ordenaba a las municipalidades hacer determinados caminos es inaceptable a la fecha, pues se sabe el papel restringido aunque importantísimo que llenan las corporaciones edilicias en relación casi exclusivamente con la higiene y el ornato de las poblaciones. Aquello de encomendarles la instrucción, la alimentación de presos, la construcción de caminos, sólo puede explicarse como medio de descargar al presupuesto fiscal para echar la carga a las instituciones que más a la mano se tienen, aunque esa carga nada tenga que hacer con el objeto propio y exclusivo de tales instituciones.

Parece que las corporaciones destinadas a hacer los caminos son las juntas departamentales, porque recaudan y manejan rentas provenientes de gravámenes sobre la producción, interesándoles por consiguiente propender al aumento de esa producción por los caminos. Principalmente el impuesto   —391→   llamado de predios rústicos grava, como se sabe, la producción agrícola.

El estado debe reservarse las grandes obras de vialidad, como son los ferrocarriles, las obras de mejoramiento de puertos, los canales de navegación, pero puede y debe fomentar la construcción de caminos, eficazmente, sufragando los gastos del personal técnico preciso para la construcción y conservación de esas obras, con lo cual también se conseguiría la mejor y más acertada aplicación de los fondos a ellas destinados.

En un artículo publicado por mí hace algún tiempo probaba que, dedicando un 30% de las 180.000 libras al año a que ascienden las rentas departamentales en la república, podría hacerse mucho en materia de caminos.

Ese 30% ahora asciende a Lp. 63.000; pero es susceptible de llegar fácilmente a Lp. 80.000 anuales por diversos medios, entre otros por la acción de los mismos caminos a construirse que, aumentando la producción, harían crecer la renta de predios rústicos.

Pero vendría una cuestión, que desde luego corresponde a un curso técnico, pero a la que me voy a referir muy ligeramente aquí. Cuál es el tipo de camino que nos conviene construir, lo que aún no se ha estudiado oficialmente, pero que es indispensable conocer, porque de la resolución de ese problema depende el costo de los caminos y por consiguiente el provecho que podamos sacar de la suma afecta a su construcción y conservación.

En un concurso que hace años promovió la sociedad de ingenieros, presentó un buen trabajo el ingeniero Twedle, proponiendo como tipo general de camino apropiado para el Perú uno de gradiente de 3%, susceptible de llevarse extraordinariamente hasta el 6%, ancho de la calzada de 8 a 16 pies, con piso de macadam.

El ingeniero Gandolini preconiza la construcción de caminos de 3 metros de ancho con ensanche cada ciertos trechos, pendientes que no pasen de 7%, de manera de tener caminos de herradura susceptibles de servir para un tráfico limitado de vehículos y de transformarse en verdaderos carreteros cuando la intensidad del tráfico lo demande.

El señor Dávalos y Lisson, en un folleto que publicó hacia 1902, (al mismo tiempo que propone la dación de una ley en virtud de la cual se obligue a todos los ciudadanos de cierta edad a trabajar 15 días en el año, por un jornal de 25 centavos en la construcción de caminos, o pagar para exonerarse de ese servicio 10 soles anuales, calculando poder   —392→   obtener 110.000 libras por año para caminos), sostiene la conveniencia de construir carreteras para automóviles con gradiente máxima de 6%, curvas de 15 m. y ancho de 4 a 6 m.

Sin duda alguna que el automóvil es el vehículo ideal para el Perú, como que no participa de los inconvenientes de los vehículos de tracción animal ni exige las condiciones de instalación y costo de las vías férreas, pudiendo decirse que es locomotora sin rieles. -Es indispensable, pues, preparar la implantación de vías para automóviles, pero haciendo primero caminos de herradura y mejorando los actuales.

La opinión de los ingenieros Guevara y Arancibia es que un buen camino de herradura en la sierra costará Lp. 250 por kilómetro y uno carretero en la misma región no menos de Lp. 600; precios que en la costa bajan a 150 y 200 libras, respectivamente.

Esas opiniones, y el resultado de algunos estudios técnicos hechos recientemente, me permiten calcular que, dejando a un lado el gasto de dirección profesional, pueden hacerse buenos caminos con un término medio de Lp. 250 por kilómetro.

Con las 80.000 libras producto de rentas departamentales pondrían construirse más de 300 kilómetros de caminos por año; y al cabo de un decenio tener cruzado por caminos todo el territorio o una gran parte de él por lo menos.



Escasos de ferrocarriles y mucho más de carreteras, aún nos hallamos peor en caminos de herradura. No solamente no existen todos los que son necesarios para nuestra comunicación, sino que, con excepción del que une Tarma con Chanchamayo, los demás carecen de su necesario ancho, de gradientes técnicas y lo que es más inconveniente, de líneas uniformes en ascensos y descensos. Lo accidentado de nuestras cordilleras se ha salvado subiendo y bajando cerros. Caminos que en línea recta tienen 100 kilómetros de extensión y desniveles de 3 a 6%, resultan, por no estar abiertos técnicamente, con 120 a 140 kilómetros de longitud y gradientes que llegan hasta el 30%.

  —393→  

El ingeniero señor Balta, en un discurso parlamentario, en 1916, ha hecho de estos caminos la siguiente interesante descripción:

Tal vez sorprenderá la aseveración que acabo de formular de que en nuestro territorio no hay ni siquiera caminos de herradura. Sin embargo es exacto, a no ser que se considere como caminos a aquellas vías a las cuales corresponde la definición clásica del diccionario de la lengua. Según éste, un camino es nada más que «tierra hollada por donde habitualmente puede traficarse de un punto a otro»; definición análoga a la del diccionario de García Calderón: «La tierra hollada por donde habitualmente se va de un pueblo a otro o se trafica de un punto a otro». Si esta definición se considera como buena, indudablemente que hay caminos en nuestro territorio, porque indudablemente hay tierras holladas por el tráfico continuo o por lo menos por el tráfico habitual y que conducen de unos puntos a otros; porque hay tierras holladas aunque sin trazo de ningún género; tierras holladas que ascienden inútilmente las mayores alturas, y que bajan sin objeto a profundidades considerables; tierras holladas que van bordeando precipicios de modo que un mal paso significa una caída, caída que es la pérdida del viajero, de la acémila y de la carga. Estos son los caminos que tenemos en nuestro territorio en pleno siglo veinte, casi cien años después de nuestra independencia. Tierras holladas que atraviesan ríos torrentosos o de gran caudal, a tal punto que es imposible el tráfico en la estación lluviosa; tierras holladas con pendientes inadecuadas, sin plan ninguno, con las que es menester dar vueltas inmensas para llegar a puntos relativamente próximos; tierras holladas, discontinuas en muchas ocasiones y sin puentes que comuniquen unas partes con otras; tierras holladas en donde se emplea el máximum de tiempo para trasladarse de un punto a otro, donde esta traslación se hace con el mínimum de velocidad posible, donde las acémilas no pueden conducir sino pesos insignificantes y en donde se cobran fletes enormes. Estos son los caminos por donde tenemos que viajar, por donde nos vemos obligados a transportarnos de un punto a otro del territorio. Y esto es tanto más grave, cuanto que sabemos que para un territorio de 1.5000.000 kilómetros cuadrados no poseemos más de dos mil quinientos kilómetros de ferrocarril. Es decir, que, en realidad, no hay vías de comunicación en nuestro territorio. Desde hace más de 20 a 25 años que viajo   —394→   en el interior del país, Excmo. señor, he podido apreciar, como sin duda lo habrá apreciado también la mayor parte de mis oyentes, la necesidad ineludible de construir vías de comunicación, llámense caminos de herradura, carreteras o ferrocarriles. Indudablemente que para impulsar rápidamente en la senda del progreso a nuestro país, será indispensable la construcción de ferrocarriles, o por lo menos, la construcción de carreteras; pero, también, es indispensable complementar estas vías de comunicación con otras, más modestas: con los caminos de herradura.



El señor José Pardo, cuya clarividencia le honra y distingue en materia de vialidad y que vive en divorcio absoluto con las gentes ilusas que se empeñan en resolver el problema de comunicación nacional construyendo únicamente ferrocarriles, en su carácter de Presidente de la República, ha hecho y sigue haciendo intensa y patriótica labor nacional para salvar a los pueblos del Perú del aislamiento en que se hallan, mediante la construcción de caminos de herradura y carreteras. Su último mensaje al Congreso ordinario de 1918 trae la siguiente relación:

Se han cumplido, pues, los ofrecimientos hechos a diversos departamentos, en orden a la construcción de carreteras, y al efecto, se ha puesto el mayor empeño en llevarlas adelante, ya que insuperables circunstancias impiden la ejecución de muchos ferrocarriles.

Después de los inevitables, pero necesarios, retardos en estudios y organización de los trabajos, tengo la complacencia de poderos decir que actualmente se ocupan al rededor de tres mil hombres en esas obras.

Como es natural, la ejecución de estas vías despierta en otras poblaciones deseos de ser también igualmente atendidas; pero siendo limitados los recursos disponibles, significaría grave error distribuirlos en nuevas construcciones antes de que se hallaran terminadas las que en el presente se llevan a cabo.

Actualmente se construyen los caminos siguientes:

Lambayeque al Marañón.

  —395→  

Cajamarca a la Magdalena.

Cerro de Pasco a Huánuco.

Ninacaca al Tingo de Hualpa (Pachitea.).

Tarma a la Uroya.

Huancayo a Ayacucho.

Izcuchaca a Huancavelica.

Abancay al Cuzco.

Se ha ordenado, además, la construcción de los de:

Caraz a Yungay

Quilca a Camaná (caleta «La Sorda»).

La sección de ingenieros de la primera división construye la primera de las carreteras enunciadas, de la cual os he dado cuenta en otro lugar.

El estado de estos caminos en obra es el siguiente:

Cajamarca a La Magdalena.- Longitud 60 Kms. 250 m., distribuidos en tres secciones:

De Cajamarca al Paso del Gavilán 15.000 Kms.
Del Paso del Gavilán a San Juan 20.000 Kms.
De San Juan a la Magdalena 25.250 Kms.
60.250 Kms.

Están en ejecución los treinta y cinco primeros kilómetros, que deberán ser terminados en el presente año. El importe de esta vía es de Lp. 29.929'8'43.

Los tropiezos imprevistos que la retardaron han sido felizmente vencidos; y reorganizados los trabajos y dado el entusiasmo que la ciudad de Cajamarca tiene por esta obra, puede esperarse que termine en el plazo indicado.

Cerro de Pasco a Huánuco, con una longitud de 99 Kms. 300 m., de los cuales una considerable extensión, hoy mismo, se recorre en carros; está dividida en cuatro secciones:

1.ª -De Huánuco a Ambo 22.200 Kms.
2.ª -De Ambo a San Rafael 28.800 Kms.
3.ª -De San Rafael a Pallanchacra 11.920 Kms.
4.ª -De Pallanchacra al Cerro 36.380 Kms.
99.300 Kms.

Por resolución de 9 de noviembre del año anterior, se ordenó sacar a remate dos secciones, en la obra de las variantes que deben reemplazar trozos del camino de gradiente   —396→   superior al 5 por ciento. Este remate dio lugar a la contrata de 13 kilómetros 0'35 m., en total, en las tres primeras secciones, los mismos que están en trabajo. Los contratos importan Lp. 7.182'4'88.

Ninacaca al Tingo de Hualpa (Pachitea). Comienza en el kilómetro 92 del ferrocarril del Cerro de Pasco; tiene de longitud 94 kilómetros 200 m.; su gradiente máxima debe ser de 3'75 por ciento. El contratista deberá dejar expeditos, según su contrato, 7 kilómetros en cada mes, y esta intensidad de labor es punto fundamental del convenio celebrado. En 1918 calcúlanse 64 kilómetros de construcción, por Lp. 16.356'3'79, y en 1919, sobre 30 kilómetros, con un valor de Lp. 9.236'3'08.

De Tarma a la Oroya.- Tiene una longitud de 40 kilómetros, de los que ya doce se han ejecutado, y veintiocho deben ser terminados en su integridad, en julio del año próximo, para lo cual se han provisto los fondos suficientes, acordándose un subsidio de Lp. 1.000'0'00 mensuales, que han comenzado a entregarse desde mayo inclusive, del corriente año.

De Huancayo a Ayacucho.- Este camino se divide en dos secciones:

De Huancayo a Izcuchaca 65.304 Kms.
De Izcuchaca a Ayacucho (aproximadamente) 174.000 Kms.
239.304 Kms.

Se hace la obra desde el kilómetro 25.750, punto en que terminaban los trabajos del ferrocarril, con pendientes del I por ciento en toda la extensión.

Los estudios y trazos se han terminado desde el kilómetro 25.754, punto terminal del terraplén que desde Huancayo se construyera en mi administración anterior, hasta el 49 inclusive, esto es, de 23 kilómetros 246; y además, desde el kilómetro 65 hasta el kilómetro 74, o sean 9 kilómetros más: en total son 32 kilómetros 246 m. fuera de dos kilómetros que hay hasta Huancavelica. Se traza actualmente del 50 al 64, que forma el trozo pendiente para completar la línea hasta La Mejorada, punto que está a 10 kilómetros de Izcuchaca. De esos 32 kilómetros 246 m., hay en trabajo 20 kilómetros 137 m. y en vías de contratarse en el presente mes los 12 kilómetros 109 m. restantes.

  —397→  

La parte contratada alcanza a Lp. 48.250'3'41
Y lo que falta por contratar a Lp. 31.861'4'75
Lp. 80.111'8'16

Izcuchaca a Huancavelica.- La longitud de esta carretera es de 61 kilómetros 0'72 m., de los que hay ya 10 kilómetros contratados, en el estudio anterior de Izcuchaca a la Mejorada. En los restantes se está dando término a la senda de paso efectivo, que terminará el trazo en la parte hecha de 27 kilómetros y que siguen en su mayor extensión el trazo longitudinal que tendrá el camino, habiendo sólo variantes en sitios determinados, por muy inaccesibles, en que la senda de paso se desvía ligeramente del trazo definitivo del camino. La gradiente máxima es de 5 por ciento, y esto en dos o tres puntos cortos.

Estos estudios y trabajos se han hecho en condiciones de aprovechar la carretera para la construcción de la línea férrea; y al darse el presupuesto actual, que contiene partida expresa para ferrocarriles, las obras del cuerpo de caminos han pasado a la dirección de obras públicas, dependencia administrativa que tiene a su cargo la construcción de dichas vías.

Abancay al Cuzco.- Este importante camino, llamado a facilitar el transporte de los valiosos productos del departamento de Apurímac, a valorizar en grande escala todas sus propiedades y a beneficiar en forma tan directa el comercio del Cuzco, tiene la más importante atención del cuerpo de ingenieros de caminos, y de mi parte el deseo de que la carretera quede terminada en julio próximo, lo cual es factible, dado el intenso celo con que trabajan la junta, los ingenieros que tienen la obra a su cargo y aun las poblaciones de todas las provincias del departamento y de la vecina provincia de Anta, del departamento del Cuzco, pues los obreros acuden por millares a los trabajos.

La distancia entre las poblaciones de Abancay y Cuzco, es de 204 Kms.

pero la sección comprendida entre el Abra de Huilque y la estación de Izcuchaca, del ferrocarril de Santa Ana, es

la hermosa pampa de Anta, que no ofrece dificultades, y que tiene 40 Kms.
Restan 164 Kms.
  —398→  

De los cuales hay que deducir, también,

la distancia Izcuchaca al Cuzco, que se recorrerá en ferrocarril 25 Kms.
Quedan, por consiguiente 139 Kms.

que es la extensión que tendrá la parte de la carretera. Los trabajos se llevan a cabo en dos secciones:

De Abancay a Limatambo.

De Limatambo al Cuzco.

Esta obra tiene grandes dificultades que vencer, por lo accidentado del terreno. Hay también dos puntos importantes que construir.

El ferrocarril de Santa Ana deberá tener un ramal de Izcuchaca a Huilque, atravesando la pampa de Anta. Esta obra beneficiará el tráfico con Abancay, y tendrá mayor rendimiento que la línea de Santa Ana. Es el complemento de la carretera de Abancay.

Se han efectuado los siguientes estudios: de Sullana a Morropón, 113 kilómetros; y actualmente se estudian los de Caraz a Yungay; Tingo de Hualpa al Pachitea; Paruro al Cuzco; la Puntilla a Izco.



La navegación de nuestras costas se hace con toda regularidad por la Compañía Peruana de Vapores, la Compañía Sudamericana de Vapores, la Pacific Steam Navigation Company; y por los vapores de otras empresas navieras que periódicamente y de tarde en tarde llegan a nuestros puertos. El Amazonas peruano es traficado por dos compañías de navegación inglesas y sus afluentes por multitud de lanchas particulares. Damos a continuación los nombres de los ríos navegables en nuestro Oriente y los de algunos que están en su vecindad.

680 kilómetros para vapores de 6 metros de calado (20 pies), como sigue:

AMAZONAS, peruano 680 kilómetros

8.780 para vapores de 1 metro 25 a 2 metros 44 de calado (4 a 8 pies), en esta-forma:

  —399→  

MARAÑÓN, hasta puerto Limón 780 kilómetros
YAPURÁ peruano, hasta Cachuela Cupati 200 kilómetros
PUTUMAYO peruano, de Cotuhé al Igaraparaná 460 kilómetros
YAVARI, hasta Gálvez 880 kilómetros
NAPO, hasta el Aguarico 900 kilómetros
TIGRE, hasta confluencia Cunambo-Pintuyacu 670 kilómetros
HUALLAGA, hasta Yurimaguas 230 kilómetros
BAJO UCAYALI 1.400 kilómetros
PACHITEA 350 kilómetros
YURÚA peruano, del Ipixunia al Amoña 440 kilómetros
PURÚS peruano, de Labrea al Catay 1.540 kilómetros
ACRE, hasta el Irari 360 kilómetros
CURARAY, hasta el Cononaco 460 kilómetros
AGUARICO 110 kilómetros

6.702 kilómetros para vapores de 0 m. 60 a 1 metro 22 de calado (2 a 4 pies), como sigue:

MARAÑÓN, de puerto Limón al Pongo de Manseriche 120 kilómetros
PUTUMAYO peruano, de Cotuhé al Igaraparaná 330 kilómetros
IGARAPARANÁ 330 kilómetros
MAZÁN 40 kilómetros
TAMBORYACU 20 kilómetros
CUNANBO 60 kilómetros
PINTUYACU 60 kilómetros
CORRIENTES 160 kilómetros
PUCACURO 60 kilómetros
PASTAZA, hasta el Huasaga 200 kilómetros
MORONA, hasta el Manhuasisa 500 kilómetros
MANHUASISA 120 kilómetros
GANGAYMA 90 kilómetros
POTRO 20 kilómetros
APAGA 20 kilómetros
CAHUAPANAS 30 kilómetros
YAVARÍ, del Gálvez al Paisandú 390 kilómetros
GÁLVEZ, afluente del Yavarí 50 kilómetros
HUALLAGA, de Yurimaguas a Achinamisa 140 kilómetros
AIPENA, hasta Naranja Tambo 90 kilómetros
TAPICHE 250 kilómetros
BLANCO, afluente del Trapiche 110 kilómetros
TAMAYA, hasta Putaya 160 kilómetros
ABUJAO 10 kilómetros
AGUAITÍA 100 kilómetros
  —400→  
PICHIS, hasta puerto Bermúdez 150 kilómetros
PALCAZU, hasta el Pozuzo 140 kilómetros
ALTO UCAYALI 500 kilómetros
URUBAMBA, hasta el Mishagua 170 kilómetros
TAMBO 170 kilómetros
PERENÉ, hasta el Pangoa 10 kilómetros
CASPAJALI 22 kilómetros
MANU 150 kilómetros
MADRE DE Dios, hasta el Manu 970 kilómetros
AQUIRI 480 kilómetros
ACRE, aguas arriba del Irari 200 kilómetros

Lo que da un total de 16.000 kilómetros en creciente. La extensión navegable para embarcaciones de menor calado, canoas y balsas puede computarse en el doble, cuando menos, lo que da un total de cerca de 50.000 kilómetros.





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