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ArribaAbajoCapítulo XVI

Presupuesto


SUMARIO

Ley de 1874.- Sus disposiciones.- Presupuesto de 1915.- Régimen de iniciativa individual en el Parlamento en materia de presupuesto.- Consideraciones sobre el déficit de 1918.- Cuadros estadísticos.- Artículo del señor Ricardo Madueño.- Formación y ejecución del presupuesto Fiscal.


A lo ya manifestado acerca de este tópico en nuestro artículo «Poder Legislativo», debemos agregar que, según la Constitución del Estado, corresponde a las cámaras determinar las entradas y los gastos de la Nación; teniendo el Congreso la facultad de sancionar el proyecto, que, al tiempo de su instalación, en las legislaturas ordinarias, debe presentarle el ministro de Hacienda.

Estos mandatos de la Carta Fundamental están reglamentados por la ley de 1874. Ella divide el presupuesto General de la República en dos partes: una que se llama el pliego ordinario, compuesto de las rentas y gastos permanentes; y otra extraordinaria, proveniente de los ingresos   —260→   y egresos nuevos y transitorios. Todo lo que se recibe por contribuciones fiscales, de carácter fijo, cuyo monto efectivo es posible conocer por las estadísticas de Hacienda, se llama renta permanente; y se conocen con el nombre de gastos normales, los sueldos de los servidores de la Nación en los tres ramos de los poderes públicos, el material y obras nacionales; en suma, todo gasto permanente creado por ley expresa y que sólo puede suprimirse o modificarse por otra ley. Lo que se recibe o gasta fuera de estos conceptos, pertenece, respectivamente, a los pliegos extraordinarios de ingresos y egresos.

Así como en 1886 a raíz de la debacle internacional, fue necesario pasar por encima de la ley reglamentaria de 1874, así también en 1915 fue preciso repetir igual supresión habiendo sido éste el único medio de facilitar el estudio y la formación de un presupuesto real y de verdad, presupuesto que estuviera libre de todo egreso superfluo y que fuera preparado para arrojar superávit y no déficit, como había sucedido en los años anteriores. Desde entonces, o sea a comenzar desde enero de 1916, los pagos del Estado se han hecho con toda puntualidad, y por primera vez después de siete años, ha sido posible construir caminos, carreteras, ferrocarriles y otras obras públicas y cancelar deudas sin dejar de pagar en su integridad a los servidores de la Nación.

El régimen de iniciativa individual que existe en nuestro parlamento para crear o modificar partidas, la forma empírica y anticientífica como se discuten y aprueban los gastos y las entradas, y la manera como se salda el déficit consiguiente al desorden y al despilfarro, causan serias dificultades   —261→   y son motivos para que nunca tengamos un buen presupuesto. No son los técnicos, como ocurre en otras naciones, los que discuten la materia. Entre nosotros intervienen en la formación del presupuesto todos los diputados y senadores; siendo sensible que, por lo regular, esa intervención sea interesada y rija en el sentido de que se aumente el sueldo al amigo, al comprovinciano, al elector, al mismo legislador, o tendente a que se ejecuten obras públicas de vulgarísimo carácter regional.

Si tuviéramos una ley que impidiera asentar un egreso por iniciativa personal, si conjuntamente no se creaba también la fuente de recursos de donde debía salir ese nuevo gasto, nuestras finanzas en materia de presupuesto funcionarían con regularidad. Pero aún funcionarían mejor, si a nuestras cámaras les estuviera prohibido, por la Constitución del Estado, votar subsidios o gastos con cargo a los ingresos ordinarios y extraordinarios que no fueran propuestos por el Ejecutivo.

El déficit de Lp. 278.000'0'00, que arrojó el presupuesto para 1918, es el exponente del desorden legislativo en la materia de que tratamos. Si el Perú vivía holgadamente en 1914 con 32.000.000 de soles, ¿cómo es posible que en 1918 no le basten los 45 millones que producen sus entradas? Este hecho, al parecer incomprensible, es algo que evidencia la necesidad de reformar la ley de 1874. Cosa más grave en este tópico, fue el propósito de balancear dicho déficit con el producto de un empréstito. Es natural que el país se vea obligado a recurrir al crédito en épocas de crisis económicas, pero que lo haga en el presente estado de bonanza en que estamos, es algo imperdonable.

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PROYECTO DE PRESUPUESTO PARA 1918 Y SU COMPARACIÓN CON EL PRESUPUESTO DE 1912
INGRESOS
Total de ingresos consignados en el Proyecto de presupuesto para 1918 Lp. 3.975.616'0'00
Total de ingresos consignados en el Proyecto de presupuesto para 1912 Lp. 3.313.396'7'11
Diferencia a favor del proyecto para 1918 Lp. 662.219'2'89
EGRESOS
PLIEGOS AÑOS DIFERENCIA
1918 1912 MAYOR EN 1918 MENOR EN 1918
Pliego Legislativo Lp. 108.321'6'50 Lp. 107.942'7'72 Lp. 378'8'78 . . . . . . . . . . . . . .
Ministerio de Gobierno Lp. 646.045'9'91 Lp. 559.715'9'73 Lp. 86.330'0'18 . . . . . . . . . . . . . .
Ministerio de Relaciones Lp. 64.528'5'92 Lp. 98.620'7'68 . . . . . . . . . . . . . . . . . Lp. 34.092'1'76
Ministerio de Justicia Lp. 553.745'7'93 Lp. 520.325'2'66 Lp. 33.420'5'27 . . . . . . . . . . . . . .
Ministerio de Hacienda Lp. 1.548.475'8'66 Lp. 1.070.829'2'66 Lp. 477.646'6'00 . . . . . . . . . . . . . .
Ministerio de Guerra Lp. 730.425'6'88 Lp. 738.401'7'92 . . . . . . . . . . . . . . . . Lp. 7.976'1'04
Ministerio de Fomento Lp. 324.072'4'20 Lp. 217.560'8'74 Lp. 106.511'5'46 . . . . . . . . . . . . . .
Totales Lp. 3.975.616'0'00 Lp. 3.313.396'7'11 Lp. 704.287'5'69 Lp. 42.068'2'80
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COMPARACIÓN DE LOS PRODUCTOS Y GASTOS DEL PRESUPUESTO DE 1916 CON LOS DEL AÑO DE 1915
INGRESOS
RENTAS 1916 1915 MAYOR 1916 MENOR 1916
Aduanas Marítimas Lp. 985.996'6'98 Lp. 631.657'9'24 Lp. 354.338'7'74 . . . . . . . .
Aduanas Fluviales Lp. 102.737'4'41 Lp. 81.423'7'78 Lp. 21.313'6'63 . . . . . . . .
Contribuciones Lp. 845.097'0'50 Lp. 768.284'5'08 Lp. 76.848'5'42 . . . . . . . .
Estancos Lp. 823.452'4'49 Lp. 764.818'8'57 Lp. 58.633'5'92 . . . . . . . .
Muelles Fiscales Lp. 13.221'0'88 Lp. 7.892'4'90 Lp. 5.328'5'98 . . . . . . . .
Diversas Rentas Lp. 295.207'9'74 Lp. 236.342'3'43 Lp. 58.865'6'31 . . . . . . . .
Telégrafos Lp. 34.549'4'30 Lp. 35.173'4'20 . . . . . . . . . . Lp. 623'9'90
Correos Lp. 130.771'4'42 Lp. 92.037'1'07 Lp. 38.734'3'35 . . . . . . . .
Telegrafía inalámbrica Lp. 3.788'7'12 Lp. 2.239'8'87 Lp. 1.548'8'25 . . . . . . . .
Contribuciones de la Peruvian Lp. 12.000'0'00 Lp. 12.000'0'00 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Caja de Depósitos y Consignaciones Lp. 6.689'0'31 Lp. 7.011'7'05 . . . . . . . . . . Lp. 322'6'74
Depósitos de Cereales en Bellavista Lp. 9.958'0'46 Lp. 8.982'8'38 Lp. 975'2'08 . . . . . . . .
Explosivos Lp. 3.496'2'38 Lp. 2.383'3'08 Lp. 1.112'9'30 . . . . . . . .
Fondos de Instrucción Lp. 167.274'8'76 Lp. 143.224'7'03 Lp. 24.050'1'73 . . . . . . . .
Impuesto a los Cheques Circulares Lp. 27.027'4'72 Lp. 34.206'0'35 . . . . . . . . . . Lp. 7.178'5'63
Derechos de Exportación según leyes 2.143 y 2.187 Lp. 481.116'0'52 Lp. 55.953'5'85 Lp. 425.162'4'67 . . . . . . . .
Lp. 3.942.383'9'99 Lp. 2.883.596'4'88 Lp. 1.066.912'7'38 Lp. 8.125'2'27
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EGRESOS
GASTOS 1916 1915 MAYOR 1916 MENOR 1916
Pliego Legislativo Lp. 108.321'6'50 Lp. 62.415'5'67 Lp. 45.906'0'83 . . . . . . . .
Ministerio de Gobierno Lp. 529.121'5'95 Lp. 497.801'1'49 Lp. 31.320'4'46 . . . . . . . .
Ministerio de Relaciones Lp. 53.683'3'41 Lp. 51.222'9'25 Lp. 2.460'4'16 . . . . . . . .
Ministerio de Justicia Lp. 506.147'9'51 Lp. 430.842'4'67 Lp. 75.305'4'84 . . . . . . . .
Ministerio de Hacienda Lp. 964.223'7'73 Lp. 924.072'3'57 Lp. 40.151'4'16 . . . . . . . .
Ministerio de Guerra Lp. 624.670'5'16 Lp. 711.302'4'31 Lp. 86.631'9'15 . . . . . . . . . .
Ministerio de Fomento Lp. 156.600'9'08 Lp. 144.300'1'70 Lp. 12.300'7'38 . . . . . . . .
Pliego Suplementario de Hacienda Lp. 250.839'9'47 . . . . . . . . . . Lp. 250.839'9'47 . . . . . . . .
Lp. 3.193.609'6'81 Lp. 2.821.957'0'66 Lp. 458.284'5'30 Lp. 86.631'9'15
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El señor Ricardo Madueño, en un bien meditado artículo, titulado Formación y ejecución del Presupuesto Fiscal, ha dicho lo siguiente:

Errores cometidos en la formación del presupuesto.- Pliego de ingresos.- De una manera general puede decirse que los pliegos de ingresos han sido calculados con relativo acierto; así, si se estudian los ingresos recaudados en los últimos años anteriores a la guerra, se observará que no fueron mayores a lo previsto sino alrededor de un 7 por ciento. Puede decirse que se siguieron las prácticas recomendadas por la ciencia económica, de dejar un pequeño margen para salvar las eventualidades del porvenir. La época actual no puede ser objeto de apreciaciones por su completa anormalidad; pues así como hechos imprevistos han dado lugar a grandes mayores ingresos, así también las mismas causas han podido producir un grave desequilibrio económico.

Pliegos de egresos.- En la formación de estos pliegos se han cometido indudablemente desaciertos muy apreciables, y ellos han provenido, en general, de la manera como se discute en las Cámaras la distribución de los gastos públicos, pues olvidándose ellas, con frecuencia, de que dada nuestra organización económica han de calcularse primero los ingresos y de conformidad con éstos determinar después los egresos, votan infinidad de partidas que no hallan más tarde cabida. De aquí resulta que al efectuarse el balance tienen muchas que ser suprimidas o rebajadas deshaciendo así de golpe lo que se había hecho durante el curso de varias sesiones; y algunas veces, esto es lo grave, dando lugar a que por influencias más o menos poderosas se dejen en el presupuesto partidas que no son indispensables y cuyo servicio exige se disminuya o se suprima el monto de las verdaderamente necesarias. Aún más, sucede con frecuencia en la práctica, que partidas rebajadas se exceden y otras suprimidas se cumplen con cargo a la partida de imprevistos de los diversos ramos de la Administración. No se hace, pues, un estudio meditado para llegar a conocer con toda precisión las partidas que deben o no conservarse, a fin de que al poner en vigencia el presupuesto no sufran los principales servicios públicos y las economías no se hagan ilusorias.

Errores en la ejecución del presupuesto. -En la ejecución del presupuesto es donde verdaderamente se ha incurrido en las más grandes faltas económicas, no en la recaudación de   —266→   las rentas públicas que casi siempre han dado mayor rendimiento de lo previsto, sino en la inversión de los dineros fiscales, que exceden en sumas enormes a los gastos autorizados por la ley. Y estas faltas fueron mayores en los últimos años de vida normal anteriores a la guerra; así, por ejemplo: de 1910 a 1913 el mayor gasto del presupuesto alcanzó en conjunto a más de veintiún millones de soles, exceso que fue cubierto en parte con los once millones y medio de soles que hubo de mayores ingresos en igual tiempo y con cuatro millones y medio de soles provenientes de los préstamos bancarios que se efectuaron, quedando todavía pendiente de pago una deuda flotante de más de cinco millones de soles. Es de advertir que en estos saldos deudores no están comprendidas las sumas que se invirtieron en servicios especiales, como fueron la movilización del ejército con motivo de las cuestiones con Bolivia, primero, y con el Ecuador, después, y compra de los elementos navales y de guerra que en esa época se adquirieron. Los déficit en el presupuesto no ha provenido, como muchos han creído, de menores ingresos, pues, como se manifiesta anteriormente, más bien hubiera podido haber superávit, el que pudo ser invertido en la amortización de parte de los empréstitos vigentes en aquel entonces o en obras públicas reproductivas. De manera que en esa época no solamente se gastaron los mayores ingresos del presupuesto y los provenientes de los empréstitos que se efectuaron, sino que todavía se dejó, por añadidura, una deuda flotante por suma apreciable, la que junto con la producida en los años anteriores y posteriores a la del período mencionado va a pagarse por el actual Gobierno, con los bonos que se emitirán en virtud de la novísima ley de deuda interna.

Los déficit en el presupuesto se producen por los excesos en la mayor parte de las partidas para gasto de material y, de manera especial, en las de imprevistos de cada ramo. Así de 1910 a 1913 lo votado para los servicios extraordinarios de los seis ministerios fue Lp. 136.740'0'00 y lo gastado ascendió a Lp. 682.828'0'00, produciéndose un mayor gasto de la enorme suma de Lp. 546.088'0'00, es decir casi cinco millones de soles, suma con la que bien pudo construirse una obra ferroviaria de importancia. Los excesos en las partidas correspondientes a los pliegos ordinarios de los ministerios alcanzaron también a cerca de cinco millones de soles.

Otras de las causas principales que contribuyen al desequilibrio del presupuesto es la apertura de los créditos suplementarios y extraordinarios, que se votan para atender a   —267→   servicios no previstos por la ley. Así, en el mismo período de que tratamos, éstos ascendieron a Lp. 508.761'0'00, suma igualmente apreciable, cuya inversión aumentó los trastornos económicos de aquella época, porque para atender a estos gastos se tuvo que recurrir a los funestos préstamos bancarios.

Lo que ha contribuido, también, a la mala ejecución del presupuesto, ha sido el movimiento de ingresos y egresos por liquidación, que se efectúa después de cerradas las cuentas de los años económicos, con lo cual se impide conocer lo verdaderamente recaudado y pagado en cada ejercicio. De aquí que, aparentemente, resulten en las cuentas generales de la República menores rentas de las percibidas o menores gastos de los realizados. En este orden se han cometido siempre grandes irregularidades, y así se ha visto que partidas que durante el año económico se habían excedido en sumas considerables, en el año siguiente, por el movimiento por liquidación, han sido objeto de nuevos giros, de manera que parte de los excesos en el presupuestos se han efectuado por medio del servicio de liquidación, apareciendo ocultos a los ojos de los investigadores, porque este movimiento o no se consideraba en la Cuenta General o al hacerlo se hacía de manera incompleta.

Otra de las causas a la que se puede inculpar la mala ejecución del presupuesto es la manera tardía como se lleva la contabilidad fiscal, debida a la falta de organización de un sistema general, por deficiencias de la ley de la materia. La manera, pues, un tanto defectuosa como están constituidas las Contadurías de los ministerios, no permite que se lleven con el día el libro de partidas y el balance de las mismas. Esta se hace anualmente y no mensualmente, como debería hacerse para conocer el estado de los pliegos de cada Ministerio por los gastos efectuados en toda la República. Cerrándolo cuatro o cinco meses después de haber terminado el año, sólo sirve para conocer con algún atraso lo que se ha gastado y no para prevenir y evitar a tiempo los desmanes en los gastos. Igualmente la Dirección de Contabilidad, que es la oficina centralizadora y controladora de los gastos de las Contadurías, por estas mismas faltas de organización, no puede dar a conocer con la oportunidad debida al Ministro de Hacienda la manera como se conduce la hacienda pública, para que este funcionario pueda dictar todas las medidas convenientes para el mejor funcionamiento de las finanzas nacionales.

Daños causados al país por la mala ejecución del presupuesto.- Los daños causados por los errores cometidos en la   —268→   ejecución del presupuesto, ya sea por falta de prudencia y tino de los que han dirigido las finanzas nacionales, ya por deficiencia de la ley reguladora de los gastos públicos o ya por falta de organización en el sistema de contabilidad fiscal, han sido verdaderamente enormes. Así hemos visto que en años anteriores o hasta mediados de 1915, la deuda pública ha venido aumentando en una proporción de cinco a seis millones de soles anuales llegando a alcanzar el monto de ella a cincuenta o sesenta millones de soles, por causa en su mayor parte de los déficit del presupuesto. Difícil por su magnitud es apreciar el daño que se le esperaba al país si se hubiese continuado en este camino; pero, felizmente, este mal fue salvado a tiempo por el actual Gobierno, con las medidas atinadas que dictó al principio para introducir verdaderas economías en el presupuesto y, después, para dar una buena inversión a los mayores ingresos, dedicándolos en su mayor parte a la amortización de la deuda pública. Esta cuantiosa deuda produjo los mayores trastornos en nuestro sistema económico, por los violentos servicios que ella demandaba y que impedía la realización de los más importantes servicios públicos. La gravedad del mal y la penuria eran tan enormes que el Gobierno con tal de obtener dinero no reparaba ni en los intereses que debían abonarse y así se vio que por millones de soles se pagó hasta el inmenso interés de 10 por ciento anual. Este malestar no sólo se limitó al Fisco, sino también alcanzó a la industria y al comercio, porque en países como el nuestro, en donde no se ha alcanzado un gran desarrollo económico, la situación financiera fiscal tiene una gran influencia en todas las operaciones del mercado; y esto es fácilmente explicable si se observa que el Estado es el que tiene mayor número de servidores y el que realiza operaciones comerciales, en cierto orden, de mayor importancia. En consecuencia, el malestar fiscal se traduce inmediatamente en malestar comercial. De aquí la gran importancia de normalizar nuestras finanzas fiscales por ser la base de la prosperidad nacional.

Es, pues, de vital importancia que los dirigentes se den cuenta de la gran necesidad que hay de que se dicte una acertada ley de presupuesto, que asegure una mejor organización en la contabilidad fiscal y que obligue a los gobiernos a ser prudentes en sus gastos. De lo contrario, tan pronto como desaparezca esta excepcional situación de bonanza, se volverán a producir nuevamente los déficit en el presupuesto y con ellos la acumulación de nuevas deudas que comprometerán la estabilidad económica del país. Estas medidas salvadoras deben dictarse con   —269→   toda previsión y oportunidad a fin de que no se pierdan los grandes beneficios que han producido para las finanzas nacionales la labor y saneamiento de la deuda pública efectuados por la actual administración; hecho que, aunque necesario, no ha dejado de ser doloroso, pues muchos millones de soles que han podido invertirse en obras reproductivas, hemos visto dedicarlos a amortizar deudas que sólo representan errores económicos de los Gobiernos anteriores. ¡Cuán triste responsabilidad para ellos!





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ArribaAbajoCapítulo XVII

Tributación


SUMARIO

Recursos que tiene la Nación para vivir.- Exceptuando la contribución sobre la renta, las demás son de carácter indirecto y de origen anticuado.- Lo que pasa con las patentes industriales.- Criterio seguido por el legislador al aprobar las leyes que gravan las exportaciones de los productos agrícolas y mineros. Sus inconvenientes.- El Estado vive de las contribuciones que pagan las clases pobres.- Opinión del doctor Maúrtua al respecto.- Productos de Aduanas.- Compañía Recaudadora de Impuestos.- Grandes servicios que presta a la Nación.- El sistema acusa incapacidad administrativa. Críticas que se hacen al Gobierno.- Estadísticas.- Alcohol, azúcar, tabaco, etc. Estanco de la sal.- Productos.- Compañía Administradora del Guano. Productos.


Tiene la Nación para vivir como entidad política, las entradas que producen los estancos, los derechos aduaneros de importación y exportación; las rentas que se obtienen por el impuesto de sucesiones, por la fabricación de moneda, por los ramos de correos y telégrafos y los consulados; los fondos de instrucción, las contribuciones sobre la   —271→   renta, el capital movible y la de minas, la que paga la Peruvian Corporation, la que producen los muelles fiscales, la Caja de Depósitos y Consignaciones, los depósitos de cereales, los predios y patentes, y otras entradas fijas o eventuales, pero de menor cuantía.

Exceptuando la contribución sobre la renta, las demás son de carácter indirecto y de origen anticuado. La tributación directa en el Perú, está en su período de iniciativa. Nuestra escasa civilización y progreso, nuestra misma inestabilidad política nos impiden llegar a su altura. Lo mal que se hacen las acotaciones en las patentes industriales y las dificultades que existen para cobrarlas, son prueba evidente de lo difícil que sería implantar en el Perú un sistema de tributación que descansara sobre la base científica de la contribución directa. Son los grandes hacendados de la costa, los de la sierra y los comerciantes de ambas zonas, los primeros que pasan sobre la ley y dejan de pagar los que en rigor les corresponde.

Otra prueba la tenemos en el criterio seguido por el legislador al discutir y aprobar las leyes que gravan las exportaciones agrícolas y mineras, ley que ha sido fundamentada, no, como debería ser, sobre el registro de las utilidades declaradas por los exportadores, sino sobre la cantidad y precio de lo que se exporta. Medida tan opuesta a la ciencia económica da por resultado que unos industriales, especialmente los modestos, paguen más que los ricos; que el rendimiento del impuesto sea variable, sujeto a continuas mutaciones y expuesto a sufrir descenso el día que termine la guerra europea y como consecuencia baje el precio de las materias primas de exportación. Atendiendo   —272→   a estas consideraciones y a la necesidad de modificar el sistema circunstancial vigente, una comisión, presidida por el Director de Aduanas, tiene en estudio la nueva ley que debe darse sobre la materia.

Siendo nuestro régimen tributario netamente indirecto, hasta hoy, el Estado, vive de la contribución que se cobra al pobre, siendo muy poco lo que en proporción paga el rico. Al respecto, el doctor Víctor M. Maúrtua, decía en la Cámara de Diputados, en 1916, al tratar de los impuestos de exportación.

No hay nada, honorables señores, en que seamos tan injustos y en que estemos tan retrasados como en materia tributaria. Vivimos en esta materia exactamente lo mismo que en el siglo XVI. Vivimos todavía bajo el imperio de la sisa general de Carlos V. Todos los verbalistas, todos los reformadores hablan de muchas cosas más o menos sonoras. Pero ninguno se da cuenta de que las primeras reformas son las que atañen a la vida misma de la población del país. Y, así, la suprema de las reformas ha debido consistir, desde hace tiempo, en descargar las débiles espaldas de nuestra clase media y obrera y en repartir el peso del tributo con honradez y con justicia. Para nadie es un misterio que la contribución sobre la renta produce una insignificante cantidad de veinte a treinta mil libras. La contribución sobre la propiedad inmueble y sobre la utilidad industrial no rinde a las juntas departamentales, excepción hecha de Lima y Callao, más de cien mil libras. De modo que todo el impuesto de la fortuna y de la renta nacional no representa permanentemente más del cinco o seis por ciento de las entradas generales. En cambio de estas incalificables liberaciones, los indios, los trabajadores de la costa, los empleados, los profesores, los maestros, los que viven exclusivamente de la labor personal pagan en el pan, en el azúcar, en la sal, en los fósforos, en los consumos superfluos, el noventa y cinco por ciento de la renta fiscal. La administración está sostenida por ellos principalmente, que son el mayor número, y ellos comen y visten mal, para que el minero escarbe tranquilamente nuestro suelo, al amparo de leyes de privilegio, y se lleve al exterior los metales   —273→   preciosos, para que el propietario y el industrial aumenten sus provechos sin contribuir proporcionalmente a las cargas del Estado y para que la gran turba de parásitos del presupuesto cabeceen de tedio en nuestras oficinas. Esta es la más terrible injusticia social que puede haber. No hay nada menos equitativo que adoptar el gasto o el consumo con base de tributación, porque los medios de medir la facultad contributiva, el capital, el producto, o la renta no tiene ninguna relación con el gasto. Todos los países consideran como materia imponible la renta del capital, la renta mixta del capital y del trabajo. Discriminan estas rentas, fijan sus límites de imposición, las tasan progresivamente, y, muchas veces, corrigen las imperfecciones inevitables con un impuesto complementario. Nosotros hemos hecho precisamente lo contrario. Hemos caído implacablemente sobre el trabajo, que es, por razón natural, el que hace siempre el mayor consumo de los artículos gravados. Y no hemos utilizado las gotas de sudor arrancadas a la frente de nuestro pueblo, en capitalizar o reproducir, sino en hipertrofiar la burocracia empírica y ociosa. Somos así, por excelencia, fieles a nuestra tradición colonial, el país del consumo. Por eso, honorables señores, los actuales impuestos, sean cuales fueran sus defectos normales, implican una aurora de sentimiento solidarista en nuestros agricultores e importarán para este régimen y para este parlamento, el honor de haber iniciado una obra de reparación social y de equilibrio [...].»



Las aduanas marítimas y la fluvial de Iquitos, por derechos de importación y exportación, han producido lo siguiente, en los últimos años:

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AÑOS IMPORTACIÓN EXPORTACIÓN TOTAL
VARIOS GOMAS LEYES 2.143-2.187
1912 Lp. 1.419.499'994 Lp. 89.975'220 Lp. 1.509.475'214
1913 Lp. 1.375.878'056 Lp. 53.297'746 Lp. 1.429.475'802
1914 Lp. 1.010.915'230 Lp. 21.910'868 Lp. 1.032.826'098
1915 Lp. 674.430'848 Lp. 26.178'168 Lp. 60.050'263 Lp. 760.659'279
1916 Lp. 1.035.662'792 Lp. 29.378'225 Lp. 476.373'269 Lp. 1.541.414'286
1.er sem. 1917 Lp. 597.078'299 Lp. 8.893'069 Lp. 241.005'127 Lp. 846.976'495

El rendimiento en 1917 de los derechos de exportación creados por las leyes 2.143 y 2.187 sobre productos agrícolas y mineros ha sido el siguiente:

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Por el azúcar Lp. 115.231'15'2 19'538%
Por el algodón Lp. 83.404'19'6 14'141%
Por la lana Lp. 15.035'115 2'549%
Por los cueros Lp. 13.120'911 2'225%
Por los minerales metalúrgicos Lp. 32.879'726 55'748%
Por el petróleo y derivados Lp. 34.126'156 5'786%
Por el borato y potasa Lp. 78'2'5 0'013%
Por tierra y greda Lp. 0'0'7 0'000%
Total Lp. 589.794'17'0 100'000%

Comparado lo recaudado en este año con lo percibido en 1916, que fue Lp. 477.165'16'11, tenemos un mayor producto en favor de 1917 de Lp. 112.629'0'1.

El impuesto a las gomas produjo en 1916 Lp. 35.833'545; y en 1917 ha producido Lp. 31.651'964 o sea un menor rendimiento de Lp. 4.181'581.

Deficiente como es hasta ahora nuestra organización administrativa, el Estado cobra sus impuestos por intermedio de una sociedad, que se llama Compañía Recaudadora de Impuestos. Empleados que resguardados sólo por un gerente se manejan con disciplina, contracción y honorabilidad, vivirían en la más completa desorganización si obedecieran los mandatos del ministro de hacienda o los de sus subordinados. A órdenes del Gobierno, faltaríanles estabilidad, garantías, respeto; y careciendo de seguridades, veríanse obligados a buscar la influencia del diputado favorito para no ser sustituidos. El número de estos empleados llega a cerca de tres mil, y el servicio que prestan a la Nación es digno de todo encomio. Debido a su celo y a su independencia, nadie deja de pagar contribuciones, no exceptuándose, como sucedía antes cuando el Gobierno recaudaba   —276→   directamente, las autoridades, los representantes, los políticos amigos del régimen y los gamonales.

El sistema es deprimente para el Estado. Acusa incapacidad, desorganización, escaso espíritu de trabajo y falta de energía. El Gobierno sufre pacientemente la crítica que dentro y fuera del país se le hace, convencido de que se le juzga con justicia. Sin embargo; halagado por la eficacia del cobro y de lo poco que le cuesta recaudar por mano ajena, hállase dispuesto a no cambiar de método.

Además, la Compañía Recaudadora de Impuestos, no solamente le cobra al Estado, sino también le presta dinero, teniendo una buena comisión de cobranza y repartiendo buenas utilidades a sus accionistas. La Recaudadora ha podido hacer al Gobierno un préstamo inicial de Lp. 1.200.000'0'00 y se halla dispuesta a socorrerle en sus consuetudinarias falencias de dinero.

En los últimos años, las rentas fiscales cobradas por la Compañía Recaudadora de Impuestos han dado los siguientes resultados:

En 1912 Lp. 1.327.977'7'82
En 1913 Lp. 1.365.597'3'59
En 1914 Lp. 1.308.717'8'69
En 1915 Lp. 1.378.191'5'63
En 1916 Lp. 1.507.423'6'76

He aquí el detalle por Ramos en 1916:

Alcoholes Lp. 438.632'275
Azúcar Lp. 98.503'992
Alcabala de enajenaciones Lp. 41.526'448
Capitanías Lp. 2.158'325
Contribución sobre la Renta Lp. 32.986'052
Estanco de Opio Lp. 21.420'541
Productos Estanco Tabaco Lp. 521.118'175
  —277→  
Faros Lp. 2.406'578
Fósforos Lp. 29.477'084
Minas Lp. 44.858'250
Papel sellado Lp. 28.502'625
Papel de Aduanas Lp. 5.702'700
Papel de Multas Lp. 159.752
Patentes Lp. 66.033'747
Registros Lp. 11.224'901
Rentas Escolares Lp. 122.082'075
Serenazgo Callao Lp. 1.427'630
Timbres Fiscales Lp. 35.266'842
Timbres de Minerías Lp. 2.797'700
Lp. 1.506.285'656
Contrabandos y Multas Alcoholes Lp. 1.138'020
Total según Balance Lp. 1.507.423'676
30% de Rentas departamentales Lp. 48.288'506

El consumo de alcoholes en el Perú, en los años mencionados en el cuadro que sigue y medido en litros, es el siguiente:

  —278→  

ARTÍCULOS 1912 1913 1914 1915 1916
Alcohol de uva (absoluto) 1.704.221'86 1.474.307'59 1.303.202'79 1.505.784'77 1.543.290'37
Alcohol de caña Costa 4.442.431'28 4.819.569'18 4.834.402'47 4.454.576'58 4.731.795'38
Alcohol de caña Sierra 1.783.848'56 1.903.472.'4 2.022.700'66 1.754.712'94 1.881.145'54
Alcohol de uva Chanchamayo 881.501'55 961.168'31 816.844'12 641.946'76 818.668'79
Cerveza (litros) 7.159.144'00 7.811.971'00 7.366.000'00 7.175.616'00 9.324.344'00
Vino Natural 11.082.323'00 9.757.176'00 8.960.627'00 9.166.058'00 9.324.344'00
Vino Artificial 264'00 41'00 620'00 . . . . . . . . . . . . . . . .
Imitaciones 153.012'76 182.234'44 163.225'04 148.098'39 171.170'28
Importación
Cerveza 361.850'50 347.093'62 199.952'75 70.264'87 80.147'90
Vinos corrientes tinto y blanco 389.766'10 324.530'96 165.672'28 104.427'81 83.843'71
Vinos Generosos 199.439'72 184.111'84 139.794'69 91.902'89 109.128'52
Licores 288.918'20 285.518'16 207.852'24 166.337'59 228.136'51
Champagne 42.286'09 50.755'34 20.737'25 15.572'61 38.489'67
  —279→  

El impuesto al consumo del azúcar ha producido lo siguiente:

1912 Lp. 108.376'9'46
1913 Lp. 105.683'3'74
1914 Lp. 95.200'6'21
1915 Lp. 95.205'4'75
1916 Lp. 98.503'9'92

El siguiente cuadro evidencia los productos y gastos obtenidos y hechos, respectivamente, en el estanco del tabaco:

AÑOS Productos Gastos
1912 Lp. 447.720'787 Lp. 105.924'893
1913 Lp. 467.162'408 Lp. 123.008'188
1914 Lp. 464.648'121 Lp. 137.364'841
1915 Lp. 465.650'281 Lp. 139.909'714
1916 Lp. 521.118'175 Lp. 153.324'354

El estanco de la sal se halla a cargo de la Compañía Salinera Nacional, a consecuencia del empréstito de Lp. 1.200.000'0'00, que le hizo al Estado la Banque de París et de Pays Bas y la Societé General de París, el 11 de diciembre de 1909. Hasta ahora, la Compañía ha hecho con toda oportunidad el servicio de este empréstito, en armonía con las estipulaciones acordadas; no limitando su labor a la extracción y venta de la sal, sino también al mejoramiento de la calidad del producto y a la conservación de los yacimientos.

Los productos líquidos obtenidos en diez años son los siguientes:

  —280→  

1907 Lp. 81.223'4'64
1908 Lp. 86.694'0'87
1909 Lp. 87.294'7'38
1910 Lp. 93.238'6'17
1911 Lp. 108.193'1'25
1912 Lp. 106.221'7'34
1913 Lp. 118.007'5'13
1914 Lp. 119.997'4'30
1915 Lp. 119.652'4'89
1916 Lp. 125.632'8'78
1917 (1er sem.) 64.237'6'59

Los gastos de administración, recaudación e intereses en 1916, llegaron a Lp. 25.289'9'91.

Con el objeto de normalizar la extracción del guano y su venta a los agricultores nacionales, se constituyó, por resolución suprema de 1.º de marzo de 1909, la Compañía Administradora del Guano, con un capital de Lp. 30.000'0'00. Ayudada eficazmente por el Gobierno, la Compañía, no solamente se ha dedicado a la vigilancia de las islas, a la limpieza de ellas, arrojando las piedras al mar, y a la protección de las aves guaneras, sino también a inspeccionar los centros de cultivo, y a vulgarizar, mediante los medios de la propaganda y de la enseñanza práctica, los procedimientos científicos para obtener mayores productos en los sembríos. La sección técnica, con este objeto, ha servido gratuitamente de consejera a los agricultores, y su trabajo, El Guano de las Islas, hecho en la forma de cartilla de vulgarización, ha dado excelente resultados.

El siguiente cuadro, manifiesta los productos obtenidos por el Gobierno, los pedidos hechos por los agricultores, la producción total vendida en el Perú y la ley de ázoe, en las campañas correspondientes a los años mencionados.

  —281→  

CAMPAÑA PRODUCTO PEDIDOS PRODUCCIÓN LEY
Lp. Tons. Tons. %
1.ª 1909-10 2.300'8'28 58.901 25.370 10'04
2.ª 1910-11 3.331'7'36 73.393 24.921 10'70
3.ª 1911-12 3.213'7'53 105.771 18.656 10'14
4.ª 1912-13 3.386'7'90 124.345 24.350 9'18
5.ª 1913-14 3.407'4'44 140.630 31.486 8'65
6.ª 1914-15 3.203'8'10 40.142 24.446 9'36
7.ª 1915-16 86.235'5'00 47.746 43.721 10'16
8.ª 1916-17 105.032'6'22 70.659 59.208 11'82


  —[282]→  

ArribaAbajoCapítulo XVIII

Aduanas, Industrialismo y Comercio


SUMARIO

Régimen proteccionista aduanero.- Carestía de la vida por su causa.- Imposibilidad de suprimirlo siendo escasa la riqueza nacional sujeta a tributación.- Las pocas especies que aún viven de tarifa proteccionista causan malestar económico.- El Perú carece de carbón abundante y barato, de fierro nacional labrado, de obreros inteligentes y de capitales al tres por ciento de interés.- Por estas causas no puede ser país manufacturero.- Es ruinoso fomentar a costa de las rentas aduaneras, del movimiento comercial y del bolsillo del consumidor industrialismos ficticios.- Lo que pasa con los fósforos, la harina, la manteca y el arroz.- Opiniones del señor Garland al respecto.- Nuestra importación y exportación al término de la centuria.- Condiciones eventuales que influyen desfavorablemente en el libre curso de la primera.- Pasa todo lo contrario con la exportación.- Favorable situación comercial del Perú.- Movimiento en la Caja de Depósitos y en los Bancos del Perú.- Nuestro comercio en 19 años.- Situación de los Bancos.-Quiénes hacen el comercio en el Perú.- Observaciones de Alejandro Garland.- El turco, el chino y el japonés.


Siendo escasa la riqueza nacional e imposible vivir de una tributación que pese sobre ella, ha sido necesario establecer   —283→   en aduanas una tarifa protectora. Ella grava nuestros consumos y hace cara la vida del ciudadano, siendo de todo punto imposible pensar en suprimirla. Si la contribución directa, como ya hemos dicho, está en su naciente período y nuestros egresos son fuertes, ¿qué otro medio nos queda para proveernos de recursos que acudir al régimen aduanero que hoy existe?

Por necesidad fiscal somos, pues, proteccionistas; y sin protesta contribuimos a sostener al Estado, pagando los impuestos que gravan la importación. En cambio, somos librecambistas en materia industrial, convencidos como estamos de la mala voluntad con que el consumidor paga mayor recargo en los artículos que compra, cuando sabe que ese recargo en el costo sólo sirve para acrecentar las ganancias de muy pocas y determinadas empresas.

El proteccionismo industrial en un país como el nuestro que aún no dispone de elementos necesarios para la producción de artículos manufacturados, es simplemente un absurdo. Las pocas especies que aún viven de una tarifa prohibitiva, sólo han causado y siguen causando malestar económico y dificultades a las clases trabajadoras y a las menos acomodadas, las únicas que verdaderamente sufren por su causa.

Así como ningún ser humano puede crecer si le faltan elementos indispensables para ese crecimiento, así también, el Perú jamás será país manufacturero mientras carezca, como carece, ahora, de carbón abundante y barato, fierro labrado, obreros inteligentes y numerosos, y, sobre todo, capitales a muy bajo interés. La población del Perú no pasa de dos habitantes por cada kilómetro cuadrado, y las minas   —284→   de carbón no han podido ser explotadas ni aun estando la hulla y la antracita a cien y ciento veinte soles, respectivamente. En estas condiciones, ¿cómo es posible crear el industrialismo?

Ha sido, pues, juicioso no fomentar a costa de nuestras escasas rentas aduaneras, del movimiento comercial y del bolsillo del consumidor, industrias que no tienen razón de ser, careciendo de bases propias para surgir. Por fortuna, sólo los fósforos, la harina y el arroz viven al amparo de antipatriótica e irritante protección, no estando lejano el día en que se les deje a su propia suerte.

Como es natural, no faltan quienes soliciten aumentos de derechos aduane ros para establecer industrias en provecho de sus propios intereses y a expensas del consumidor. Por fortuna, el espíritu público se resiste a estas pretensiones. De otra manera no pudiera ser, habiéndose estudiado bien a fondo la materia y apreciado la falta de elementos nacionales para llevarlas a cabo y la necesidad de establecerlas importándolo todo: materia prima, maquinaria y personal de trabajo. Si en algo estamos acordes en el Perú, es en convenir que los pueblos no se hacen manufactureros por la simple acción de las leyes.

En 1901, el señor Alejandro Garland uno de los más notables publicistas que hemos tenido, decía respecto al proteccionismo lo siguiente:

Para los países nuevos, como el Perú, que carecen de capitales y brazos, es aún más funesto el imperio del proteccionismo. El tráfico internacional de los países nuevos sólo puede ser alimentado por las exportaciones de sus productos naturales, pues no existen otros, y el desenvolvimiento de ese tráfico es lo único que puede proporcionarle, en cambio, los elementos indispensables para su progreso; esto es, capitales,   —285→   maquinarias, brazos, ciencia, etc. La introducción de capitales por medio de préstamo, si no impera un régimen comercial que favorezca el desarrollo de las riquezas naturales del país, lejos de beneficiar causa perjuicios.

Cuanto más exporte el Perú, mayores riquezas recibirá en retorno; o, en otros términos, mayores elementos de progreso ingresarán al territorio nacional.

Dejemos en libertad a esa admirable entidad que llamamos comercio, siempre previsor, vigilante, resuelto, y listo a arriesgar sus capitales para ensanchar su esfera de acción y a desarrollar el movimiento económico del Perú; dejémosle vender en el mercado más caro y comprar en el más barato, sujetándonos únicamente al pago de los inevitables derechos fiscales en las aduanas; pero no perturbemos su marcha natural, ni anulemos sus iniciativas con leyes inconsultas, y muy pronto palparemos los bienes de semejante régimen.

Contrariar esa libertad de acción, y reducir el tráfico comercial, fomentando con medidas arancelarias la producción en el país de artículos similares, que reducen directamente las importaciones e indirectamente las exportaciones, por cuanto hay que emplear en la fabricación de aquéllos brazos dedicados a la exportación de las riquezas naturales, es un gravísimo error; y difícilmente puede cometerse otro mayor, a no ser el de encarecer, en aras de la misma diosa -la protección- los artículos de primera necesidad para la alimentación, tal cual lo hemos hecho estúpidamente con el pan, el arroz y la manteca. Será grosero el calificativo empleado, pero es justo.



Nuestra actualidad (julio de 1918) encuentra al comercio exterior del Perú en condiciones adversas a la importación y favorables a la exportación. Desenvuelta la primera al amparo de las facilidades que le fueron otorgadas por los industriales europeos sobre la base del descuento de letras, nuestros importadores sufren las consecuencias consiguientes a la supresión absoluta del crédito y la obligación de abonarlo todo al contado. A esto hay que añadir la clausura de nuestro comercio con Alemania y Bélgica, y las dificultades que se encuentran en la Gran Bretaña,   —286→   Francia y los Estados Unidos, estando sus principales fábricas dedicadas de preferencia a servir las necesidades de la guerra. Por estas causas, nuestras importaciones son cada día más reducidas, pasando lo contrario con las exportaciones. El alto precio que ellas han alcanzado en los mercados extranjeros, estimula la producción presente y le da proporciones en cantidad y precio que anteriormente nunca tuvo.

El canje de cheques entre los Bancos, operación que se hace por el departamento de compensación de la Caja de Depósitos y Consignaciones y que fue estimada en 1915 en veintidós millones de libras, aumentó en 1916 en un 33 por ciento, habiendo seguido aumentando en 1917 y 1918. Igual revelación en materia de bonanza comercial, nos la da el continuo incremento que se observa desde 1916 en la renta de correos y telégrafos.

Exponente de nuestras ventajosas condiciones económicas son las cifras relativas a la situación bancaria, de un año a otro en las fechas mencionadas.

Caja total en 30 de junio 1917 Lp. 2.846.190'0'00
Caja total en 30 de junio de 1916 Lp. 1.722.120'8'41
Depósitos y cuentas corrientes acreedoras:
En 30 de junio de 1917 Lp. 5.627.958'0'00
En 30 de junio de 1916 Lp. 2.451.096'0'00
Cuentas deudoras a los Bancos, en
30 de junio de 1917 Lp. 2.177.644'1'94
30 de junio de 1916 Lp. 2.222.878'0'00

Nuestro comercio exterior en los años de 1897 a 1917, ha sido el siguiente:

  —287→  

Años Importación Exportación TOTAL
1897 Lp. 1.800.404'8'77 Lp. 3.102.538'2'17 Lp. 4.902.943'0'94
1898 Lp. 1.929.727'2'13 Lp. 3.027.477'5'89 Lp. 4.957.204'8'02
1899 Lp. 1.873.494'8'71 Lp. 3.072.591'0'99 Lp. 4.946.085'9'70
1900 Lp. 2.317.150'6'33 Lp. 4.497.999'5'45 Lp. 6.814.950'1'78
1901 Lp. 2.717.107'4'70 Lp. 4.318.776'5'55 Lp. 7.035.884'0'25
1902 Lp. 3.428.283'8'52 Lp. 3.703.971'3'09 Lp. 7.132.255'1'61
1903 Lp. 3.783.380'6'05 Lp. 3.857.753'8'07 Lp. 7.641.134'4'12
1904 Lp. 4.357.338'5'23 Lp. 4.066.639'5'27 Lp. 8.423.978'0'50
1905 Lp. 4.357.696'8'37 Lp. 5.757.350'6'86 Lp. 10.115.047'5'23
1906 Lp. 5.010.496'7'83 Lp. 5.695.879'1'92 Lp. 10.706.375'9'75
1907 Lp. 5.519.715'7'82 Lp. 5.744.544'7'77 Lp. 11.264.290'5'59
1908 Lp. 5.311.973'5'03 Lp. 5.478.941'4'51 Lp. 10.790.914'9'64
1909 Lp. 4.908.627'4'47 Lp. 6.492.670'7'20 Lp. 10.721.298'1'67
1910 Lp. 4.980.697'1'68 Lp. 7.074.076'7'20 Lp. 12.054.773'2'79
1911 Lp. 5.438.254'9'69 Lp. 7.422.027'9'78 Lp. 12.860.273'9'47
1912 Lp. 5.140.338'9'61 Lp. 9.438.581'5'26 Lp. 14.578.920'4'87
1913 Lp. 6.088.776'8'80 Lp. 9.137.789'6'05 Lp. 15.226.557'4'85
1914 Lp. 4.827.930'0'83 Lp. 8.767.790'0'34 Lp. 13.595.720'1'17
1915 Lp. 3.095.544'6'32 Lp. 14.123.071'6'44 Lp. 17.218.616'2'76
1916 Lp. 8.683.150'2'55 Lp. 18.643.414'9'42 Lp. 32.146.266'1'59
1917 Lp. 13.502.851'2'17 Lp. 18.643.414'9'42 Lp. 32.146.266'1'59

El cuadro inserto no necesita comentarios, sus cifras manifiestan con precisión el desarrollo gradual de nuestro comercio, hasta llegar al año de 1917, y comparadas sus cifras con las de 1902, nos fan un porcentaje de crecimiento en la siguiente forma: en la Importación 293'87%; en la Exportación de 403'34% y en valor total de 350'72%.

La comparación de lo importado en los años 1916 y 1917, clasificado por las secciones del Arancel, es la siguiente:

  —288→  

Secciones Valor 1916 Valor 1917 Aumento o disminución
1.º Algodones Lp. 1.029.504'2'70 Lp. 1.942.804'0'16 + 913.300'1'46
2.º Lanas y pelos Lp. 239.806'6'68 Lp. 471.474'5'22 + 231.667'8'54
3.º Lino, cáñamo, etc. Lp. 416.932'3'51 Lp. 561.074'0'86 + 144.141'7'35
4.º Seda animal, etc. Lp. 67.166'5'79 Lp. 72.954'6'25 + 5.788'0'46
5.º Peletería Lp. 116.216'9'20 Lp. 119.349'1'07 + 3.132'1'87
6.º Confecciones Lp. 18.311'3'64 Lp. 27.040'9'67 + 8.729'6'03
7.º Muebles Lp. 34.282'2'60 Lp. 56.855'8'20 + 22.573'5'60
8.º Metales Lp. 1.711.453'0'84 Lp. 3.689.707'5'95 + 1.978.254'5'11
9.º Piedras, tierras, etc. Lp. 688.699'8'38 Lp. 974.297'7'64 + 285.597'9'26
10.º Maderas Lp. 393.392'0'88 Lp. 526.434'9'56 + 133.042'8'68
11.º Materias, etc. Lp. 451.847'0'30 Lp. 466.798'5'69 + 14.951'5'39
12.º Animales vivos Lp. 11.600'8'73 Lp. 7.809'6'17 ― 3.791'2'56
13.º Artículos escritorio Lp. 269.783'2'72 Lp. 524.154'5'99 + 254.371'3'27
14.º Herramientas Lp. 820.769'7'76 Lp. 1.168.586'4'42 + 347.816'6'66
15.º Instrumentos, etc. Lp. 30.806'0'84 Lp. 58.453'1'85 + 27.647'1'01
16.º Armas, municiones, etc. Lp. 219.715'8'76 Lp. 203.978'8'01 ― 15.737'0'75
17.º Diversos Lp. 327.766'8'42 Lp. 528.428'1'78 + 200.661'3'36
18.º Bebidas Lp. 112.063'6'44 Lp. 168.438'6'17 + 56.374'9'73
19.º Víveres, etc. Lp. 1.416.990'7'54 Lp. 1.537.102'6'34 + 120.111'8'80
20.º Sustancias, etc. Lp. 288.584'0'11 Lp. 375.715'3'49 + 87.131'3'38
R. 51. Art. no denominados Lp. 17.456'6'71 Lp. 21.391'3'68 + 3.934'6'97
Lp. 8.683.150'2'55 Lp. 13.502.851'2'17 + 4.839.229'2'93
― 19.582'3'31
Aumento en 1917 Lp. 4.819.700'9'62 + 4.819.700'9'62
Lp. 13.502.851'2'17 Lp. 13.502.851'2'17
  —289→  

La sección Metales número 8, en lo que se refiere a importación de moneda, se descompone así:

Oro en barras Lp. 1.128.064'0'00
Oro en discos Lp. 1.102.010'0'00
Oro sellado Lp. 545.035'0'00
Diversos Lp. 158.090'2'73
Total Lp. 2.933.199'2'73

La exportación en 1917 está constituida como sigue:

  —290→  

Valor por Grupos Valor por Secciones %
1.ª SECCIÓN-PRODUCTOS ANIMALES
1.º Grupo: Animales vivos Lp. 86.499'9'50
2.º Grupo: Productos alimenticios Lp. 8.743'9'76
3.º Grupo: Productos industriales Lp. 2.061.496'5'70
4.º Grupo: Productos manufacturados Lp. 15.385'4'67 Lp. 2.172.125'9'63 11'651
2.ª SECCIÓN-PRODUCTOS VEGETALES
1.º Grupo: Productos alimenticios Lp. 4.585.761'4'13
2.º Grupo: Productos industriales Lp. 3.651.750'8'89
3.º Grupo: Productos manufacturados Lp. 53.648'6'22
4.º Gripo: Maderas Lp. 239'6'73 Lp. 8.291.400'5'97 44'474
3.ª SECCIÓN-PRODUCTOS MINERALES
1.º Grupo: Minerales metalúrgicos Lp. 6.900.492'4'80
2.º Grupo: Metales manufacturados Lp. 490'8'43
3.º Grupo: Sales naturales Lp. 27.272'9'12
4.º Grupo: Sustancias no metálicas Lp. 1.182.640'9'31 Lp. 8.110.807'1'66 43.505
4.ª SECCIÓN-BEBIDAS
. . . . . . . . Lp. 2.721'8'21 0'014
5.ª SECCIÓN-DIVERSOS
. . . . . . . . Lp. 2.814'4'73 0'015
Total de la Exportación Nacional . . . . . . . . Lp. 18.579.870'0'20 99'659
Total de la Exportación Nacionalizada . . . . . . . . Lp. 63.544'9'22 0'341
Total de la Exportación . . . . . . . . Lp. 18.643.414'9'42 100'000
  —291→  

SITUACIÓN DE LOS BANCOS DEL PERÚ EN 31 DE OCTUBRE DE 1918
Fecha
de fundación
Nombre
del Banco
Caja y Oro
depositado en
Lima y New York
Carteras y Ctas.
Ctes. deudoras
Muebles
e inmuebles
Varios del Activo
incluso Cobranzas
Lp. Lp. Lp. Lp.
1863-1877 Banco del Perú
y Londres
2.312.928'0'00 3.077.332'0'00 126.769'0'00 1.036.935'0'00
1868 Caja de Ahorros 355.096'0'00 719.120'0'00 24.045'0'00 22.616'0'00
1889 Banco italiano 1.783.325'0'00 1.491.761'0'00 139.245'0'00 787.712'0'00
1897 Banco Internacional
del Perú
528.106'0'00 335.366'0'00 2.228'0'00 2.754'0'00
1899 Banco Popular
del Perú
34.210'0'00 533.545'0'00 2.880'0'00 6.293'0'00
1905 Caja de Dpto.
y Consig.
182.442'0'00 412.645'0'00 1.195'0'00 76'0'00
1905 Banco Alemán
Transatlántico Lima
610.238'0'00 763.041'0'00 38.920'0'00 175.966'0'00
1916 Banco Mercantil
Americano del Perú
951.537'0'00 1.386.570'0'00 1'0'00 16.302'0'00
7.457.882'0'00 8.719.380'0'00 335.343'0'00 2.049.154'0'00
Fecha
de fundación
Nombre
del Banco
Capital
y Reservas
Cheques circulares
emitidos
Cuentas acreedoras,
Depósitos
y Aceptaciones
Varios del Pasivo
incluso Cobranzas
Total del Activo
igual al Pasivo
Lp. Lp. Lp. Lp. Lp.
1863-1877 Banco del Perú
y Londres
928.578'0'00 1.506.849'0'00 3.047.903'0'00 1.070.634'0'00 6.553.964'0'00
1868 Caja de Ahorros 75.752'0'00 294.489'0'00 660.950'0'00 89.686'0'00 1.120.877'0'00
1889 Banco Italiano 397.609'0'00 766.468'0'00 2.289.832'0'00 748.134'0'00 4.202.043'0'00
1897 Banco Internacional
del Perú
125.685'0'00 360.940'0'00 78.996'0'00 12.893'0'00 868.514'0'00
1899 Banco Popular
del Perú
225.601'0'00 388.639'0'00 622.688'0'00 0'0'00 1.276.928'0'00
1905 Caja de Dpto.
y Consig.
111.234'0'00 0'0'00 485.624'0'00 0'0'00 596.858'0'00
1905 Banco Alemán
Transatlántico Lima
200.000'0'00 660.000'0'00 538.143'0'00 190.022'0'00 1.598.165'0'00
1916 Banco Mercantil
Americano del Perú
133.865'0'00 0'0'00 1.968.871'0'00 251.674'0'00 2.354.410'0'00
2.198.324'0'00 3.967.385'0'00 10.033.007'0'00 2.363.043'0'00 18.561.759'0'00
  —292→  

Nuestro comercio de exportación se hace en su mayor parte por intermedio de extranjeros radicados en el Perú. Lo mismo pasa con las ventas al por mayor y al por menor. Alejandro Garland, en su obra El Perú, escrita en 1907, estuvo muy verídico en la parte pertinente a este tópico. En su descripción, cuya parte principal copiamos, no se menciona al turco, que se ha hecho dueño del comercio al por menor en el sur del Perú y que ahora pretende ingresar a Lima. Tampoco se ocupa del chino, a quien encontramos en 1918, no ya únicamente como encomendero y fondero, sino como capitalista, fundando compañías de seguros de incendio y comprando fundos agrícolas que valen algunos millones. El japonés, cuya inmigración no teníamos antes, es industrial, agricultor y también comerciante, en esto último en mayor escala que el chino.

Por lo regular, los industriales y comerciantes extranjeros no se conforman únicamente con enviar sus productos y artefactos al Perú para su venta; sino que buen número de ellos llegan al país y establecen casas de comercio, adquiriendo así una clientela propia, en el mismo terreno que desean convertir en campo de acción de su industria. Al efecto, se instalan en las principales poblaciones, ellos son los que proveen la demanda por los artículos extranjeros que importan, y así les es posible conocer mejor los gustos y necesidades de los compradores. Estos comerciantes contribuyen eficazmente al desarrollo del comercio directo con el país de su nacionalidad. En el Perú, principalmente en la capital, y en el puerto del Callao, el comercio de artículos alimenticios está en manos de los italianos, que en este tráfico han sido los sucesores de los españoles. Los comerciantes italianos, gracias a su economía y perseverancia, se ven generalmente, después de algunos años de trabajo, en situación holgada y dueños de grandes fortunas; los franceses se dedican de preferencia a la venta al pormenor de géneros de toda clase, sederías, ropa hecha, y artículos de lujo y de fantasía; los ingleses no se ocupan en el comercio por menor, sino en la importación   —293→   por mayor de géneros de todas clases, quincallería y demás artículos de sus numerosas fábricas; los alemanes se contraen a la importación de artículos análogos, pero con su acostumbrada habilidad y contracción, aprecian mejor los gustos y las conveniencias de sus clientes. Los alemanes tienen hoy en sus manos buena parte del comercio de importación, habiendo logrado suplantar en muchos casos a los ingleses. En el Perú se observa que el progreso del comercio alemán, cuya importancia aumenta de día en día, está basado en el espíritu de observación y de investigación de los gustos y predilecciones del cliente. El esfuerzo incesante y asiduo de sus comerciantes y comisionistas, unido a la especialidad de sus fabricantes, de producir artículos baratos para la masa de sus consumidores, va transfiriendo a manos de los alemanes el predominio comercial en el país, y, según parece, igual cosa acontece también en las otras repúblicas sudamericanas.

Si los norteamericanos sólo han fundado relativamente pocas casas de comercio, en cambio tienen en su poder parte considerable del negocio que se relaciona con la explotación de las minas, la construcción de líneas férreas y demás obras públicas. El capital invertido en los últimos años (1906) por los capitalistas de los Estados Unidos de América, asciende a 25.000.000 dollars oro. Por otra parte, los grandes establecimientos comerciales e industriales de los Estados Unidos, entre ellos las principales empresas siderúrgicas, envían al Perú, como acostumbran, agentes propios, los que, armados de voluminosos catálogos hábilmente ilustrados y confeccionados, logran realizar importantes transacciones.

Los comerciantes extranjeros establecidos en el Perú dedicados a la importación al por menor, hacen directamente sus pedidos y al hacerlo, como es natural, dan la preferencia a su propio país; pero al dirigirse a sus corresponsales resulta que muchas veces ignoran la verdadera procedencia de los artículos que reciben. El modesto comerciante al por menor, por lo general de nacionalidad peruana, establecido en el interior del país, desempeña también importantes funciones en el progreso del comercio externo; él es el que se encarga de la realización de las mercaderías importadas por conducto de las diversas casas extranjeras, establecidas en las principales ciudades del Perú.

Además, estas casas de comercio sirven de intermediarias para la venta en el extranjero de los artículos peruanos de exportación, que consisten principalmente en productos de la industria agrícola minera; pues los artículos peruanos manufacturados   —294→   se exportan en cantidades insignificantes, y sólo a las repúblicas vecinas. Esto da lugar a que algunas casas de comercio que disponen de fuertes capitales proporcionen fondos sobre los embarques y hagan adelantos por cuenta de las últimas cosechas, y finalmente habiliten a los agricultores y mineros, haciéndose así el intermediario obligado para la venta de sus productos en los grandes mercados mundiales. De esta manera, gran parte del total del comercio externo del Perú pasa por las manos de estos comerciantes, siendo reducido el monto de los negocios de exportación que se efectúan sin intervención de esas casas comerciales extranjeras, pues aún es muy limitado el número de peruanos dedicados al de comercio.

Como ya se ha dicho, el tráfico marítimo y comercial es permitido en toda la costa del Perú, y asimismo por sus vías fluviales, conforme a la ley y a los preceptos del reglamento de comercio internacional.





  —[295]→  

ArribaAbajoCapítulo XIX

Moneda


SUMARIO

Reforma monetaria de 1897.- Su estabilidad durante 18 años.- La guerra europea produce la crisis mundial del oro y el Perú queda sin circulante.- Fracaso de la estructura netamente metálica.- Papel moneda con el nombre de cheque circular.- Temores y prejuicios.- Recuerdos amargos de lo ocurrido con las emisiones anteriores.- Lp. 2.500.000'0'00, apenas con 20% de respaldo en oro.- En 1918 llega al 75%.- Se pretende establecer dos monedas distintas, una de plata y otra fiduciaria.- Fracaso de la ley 2.216.- Certificados de depósito en oro.- Moneda de níquel.- Cómo se hará la conversión.- Depreciación de las letras por no poderse importar oro.- Pérdidas experimentadas por los exportadores.- Se soluciona la dificultad haciendo una nueva emisión de Lp. 3.000.000'0'00.- Oro acuñado e importado al Perú desde 1898.- Gentes que suspiran por la vuelta del oro.- Inconvenientes y peligros que puede traer al Perú el régimen monetario metálico.- El oro aprendió a ocultarse y a fugarse en 1914.- El caso puede repetirse.- Banco privilegiado de emisión.- Opinión del señor Carlos Ledgar.


Iniciada en 1897 la reforma monetaria del Perú a base monometalista, nuestro único signo de cambio legal de poder cancelatorio ilimitado es la libra peruana de oro   —296→   de peso y ley igual al soberano inglés. Los bancos, el Estado y todas nuestras casas comerciales están obligadas por ley a llevar su contabilidad en libras peruanas, funcionando la plata y el cobre como moneda auxiliar, no teniendo la primera más poder cancelatorio que el que alcanza a diez soles.

Como el valor de nuestras exportaciones ha sido desde 1897 superior al de las importaciones, y como el costo de éstas se ha cancelado con las remesas de productos, nuestro comercio no ha tenido necesidad de enviar oro acuñado al extranjero, habiendo pasado siempre lo contrario. En consecuencia, nuestro patrón de oro ha vivido firme y estable.

Hallábamonos en esta bonancible situación, cuando estalló la guerra europea en agosto de 1914. Como nadie la esperaba, su irrupción ocasionó problemas económicos graves y de un orden desconocido, problemas que fueron originados por la ocultación de la moneda metálica, la baja de los valores cotizables en las bolsas europeas, y lo que fue más general, el retiro de los depósitos acumulados en las instituciones de crédito. Puesta en peligro por estas causas la estabilidad económica del mundo, fue necesario clausurar temporalmente las bolsas de comercio y entrar en el camino de las moratorias, dando a los bancos prórrogas para el pago de sus obligaciones comerciales, como también para la devolución de los depósitos constituidos por sus clientes. Todo esto se hizo también en el Perú, y su crisis económica mediante estos pasos hubiera quedado conjurada, como sucedió en Chile y la Argentina, si no hubieran mediado otras circunstancias contrarias, las que agravaron profundamente   —297→   nuestra situación financiera. Entre ellas, ninguna nos hizo tanto daño, como la escasez de circulante, habiéndose ocultado con notable rapidez el oro, la única moneda que existía entonces.

La creencia de que el billete de curso forzoso motivaría la ruina de nuestro comercio y como consecuencia el empobrecimiento general, fue causa de que el proyecto del Ejecutivo sugerido por los bancos y presentado al Congreso para la emisión de papel moneda, encontrara oposición y obstáculos en gentes pesimistas y dominadas por el prejuicio. El recuerdo de lo ocurrido con las emisiones fiscales hechas en los años de 1875 a 1880, nos hizo mucho daño pero algo más la terquedad de algunos para entrar de hecho en el régimen del papel de curso forzoso, único medio que podía salvar a la Nación, como en efecto la salvó, en cuanto fue expedida la ley pertinente al caso. Según dicha ley, los bancos de la República fueron autorizados para emitir Lp. 2.500.000'0'00, con el respaldo del oro que tenían en sus cajas, y con la garantía de sus propiedades urbanas y la de los papeles más saneados de sus carteras.

En junio de 1915, el encaje metálico sumaba apenas el veinte por ciento de la emisión hecha. Con posterioridad, este encaje ha mejorado notablemente. En 1916, el resguardo de esa emisión en oro y en poder de la Junta de Vigilancia, según lo dispone la ley, ascendía a 36'52%. En 1918 llega al 75 por ciento.

Las mismas personas que tan prudentes se mostraron en el Perú en materia monetaria en 1915, persistiendo en sus recelos y desconfianzas, declararon guerra en 1916 al billete de un décimo de libra. En sus propósitos de mantener   —298→   la circulación de la plata, y dominados por temores y sentimentalismos opuestos a la realidad y a las leyes científicas en materia económica, obtuvieron del Congreso la ley 2.216, que impuso al Ejecutivo la obligación de acuñar 200.000 soles mensuales, la misma que por algún tiempo y con gran dificultad se llevó a la práctica. Al presente -agosto de 1918- habiendo subido el precio de la onza troy a 41 peniques, lo que da a nuestro sol no ya 24 peniques de valor en Londres como antes tenía sino 32 o sea un exceso de 33 por ciento más de su valor como moneda, no solamente ha sido necesario suspender los efectos de la inconsulta ley número 2.216, sino apresurarse a emitir billetes de 50 centavos, habiendo emigrado al extranjero toda la moneda de plata que había en la República, incluso la que, a costa de sacrificios, se acuñó en 1915 y 1916.

Como nuestra legislación presente en materia monetaria no está fundamentada en los principios inconmovibles de la ley económica, sino en el miedo y en el prejuicio, los veintésimos de libra que se han emitido por el valor de Lp. 500.000'0'00, para sustituir a la plata emigrada, no se llaman cheques circulares, ni billetes bancarios o fiscales, sino certificados de depósito de oro; estando constituídos, en efecto, por un depósito metálico en Lima, en la Junta de Vigilancia, por el íntegro del valor de dichos certificados.

La misma causa que ocasionó la desaparición de los soles, provocó también la exportación de la moneda fraccionaria de plata. Se ha salvado la dificultad, acuñando moneda níquel. Como garantía, para la conversión de esta nueva moneda, se ha depositado en la Junta de Vigilancia, en oro, un fondo equivalente al valor de las piezas de   —299→   níquel de 5, 10 y 20 centavos hasta ahora emitidas. Este depósito tiene por objeto retirar definitivamente de la circulación el níquel de 5, 10 y 20 centavos y convertirlo en moneda de plata el día que la onza troy de plata se mantenga durante seis meses a 30 peniques. Igual conversión se hará con los cheques circulares, los que seis meses después de terminada la guerra, deberán ser canjeados a la par por oro amonedado.

Normalizado así nuestro sistema monetario, su estabilidad experimentó, no ya un quebranto, como en 1915, en que bajó de precio diez puntos, sino un beneficio o mejor dicho un premio sobre la moneda inglesa, que llegó hasta 19 por ciento. Como este premio lo pagaba el exportador al vender sus letras, y como su negocio por ventajoso que fuera no podía seguir soportando tan pesado descuento, se hizo necesario aumentar la emisión de papel moneda en tres millones más de libras. En 1915 y en 1916, fácil era a nuestros exportadores cobrar sus letras en Londres y con el producto de ellas comprar oro acuñado o en lingotes en Nueva York, e importarlo al Perú. Prohibida en 1917 por el gobierno americano la salida de oro y plata, nuestros exportadores, encontrándose sin retornos en metal, tuvieron que acudir a los bancos de Lima para obtener circulante. Como este circulante apenas alcanzaba a dos y medio millones de libras, las letras sufrieron el perjuicio de que hemos hablado. El Congreso salvó la dificultad autorizando la emisión de los tres millones mencionados, emisión que está garantizada con el depósito de letras en un banco federal de los Estados Unidos, y que convertidas en oro al término de la guerra volverán al Perú en forma metálica.

  —300→  

El valor de la moneda de oro acuñada en la Casa de Moneda de Lima desde abril de 1898 hasta el 30 de junio de 1917 ha sido de Lp. 3.008.374'0'00, y el de oro importado en el mismo tiempo de Lp. 4.173.328'0'00, haciendo un total de Lp. 7.181.702'0'00.

A pesar de lo canallamente que se portó el oro en 1914, dejando a los bancos y al público sin moneda, y de lo más canallamente que después se manejó la plata en 1916, cuando en su totalidad se fue del país en los momentos en que más la necesitamos, hay en el Perú quienes suspiran por la vuelta del régimen metálico con exclusión de toda clase de papel moneda aunque se halle garantizado en un ciento por ciento con oro metálico. Sostienen los que así piensan, que el billete estimula el derroche fiscal, el curso forzoso y las emisiones clandestinas. Todo esto es cierto, pero también lo es que el oro aprendió a esconderse y a fugarse en 1914, y que si un gobierno tiene audacia para ir al curso forzoso y a las emisiones clandestinas, también lo puede tener para apoderarse de las reservas de los bancos, si éstos no tienen billetes que darle. En el camino del abuso se puede ir muy lejos con papel o sin él.

Un país que tiene como moneda oro metálico, que carece de un banco emisor sobre las bases de los bancos federales de los Estados Unidos, está más amenazado de llegar al papel sin garantías, que otro que tiene reglamentada legalmente y en forma técnica y prudente una emisión de papel moneda. Conceder a los particulares la facultad de retirar de los bancos para ocultar en sus cajas la única moneda (oro metálico) que el país tiene, es vivir a merced del capricho, del miedo y de la especulación de un   —301→   círculo irresponsable que sólo ve su propio provecho y no el del Estado ni el de la Nación.

Un papel moneda garantizado por un banco emisor privilegiado que tenga un respaldo de 60 por ciento de oro y 40 de bienes raíces o cartera de primera clase, puede sufrir premios o descuentos que hacen daño, pero que no ponen en peligro su estabilidad. Recordemos lo que pasó con el cheque circular en 1915 y 1917. En el primero de estos años descendió diez puntos en valor; en el segundo subió 19. Siendo rígido el valor del oro como moneda, no puede subir ni bajar: si hay oferta, las libras inundan el mercado, si hay demanda, se van al extranjero. Y no se diga que está en manos del Gobierno evitar su salida por los puertos del Perú, porque esto no es posible aquí ni en ninguna parte. En España en el siglo XVI peligraba la vida el sacarlo, y sin embargo los judíos se lo llevaron todo.

Una revolución política, un peligro de guerra exterior, un aumento exagerado de deuda pública, una baja pavorosa de los productos nacionales en los mercados extranjeros, ocasionarán, como pasó en Londres con la guerra, una depreciación del papel moneda, depreciación que desaparecerá cuando las cosas se normalicen, desde que la crisis políticas y financieras no son eternas. Teniéndose oro como moneda, no habría depreciación, sino ocultación y quiebra total del plan monetario. Y como sin moneda no se puede vivir, nuevamente se repetiría el acontecimiento monetario de 1914; esto es, billetes de curso forzoso sin más garantía que un mísero respaldo en oro.

Estudiando nuestra organización económica en la parte   —302→   pertinente a moneda, el señor Carlos Ledgard, especialista en la materia, ha dicho:

Desde que se llevó a cabo la plausible pero incompleta reforma monetaria por la cual se implantó en nuestro país el patrón de oro, hasta el principio del conflicto europeo en 1914 hemos vivido adormecidos en estéril rutinarismo económico y financiero, dentro del cual no ha habido otras incidencias dignas de mencionarse que unas que otras leyes aumentando la tributación, a pesar de las cuales no se ha podido salvar de periódicas falencias al Tesoro Nacional.

La circulación de moneda exclusivamente metálica, produjo en nosotros un curioso fenómeno psicológico del panglosismo económico. Eramos el único país civilizado del mundo que no tenía billetes fiscales, ni de bancos privilegiados de emisión, ni de bancos particulares; y vivíamos ufanos y engreídos con nuestro sistema monetario, en el que veíamos el símbolo de la prosperidad nacional y la cristalización de los más sanos principios económicos. Nada igualaba nuestra felicidad cuando metíamos los dedos en el bolsillo del chaleco y palpábamos las monedas que en el fondo contenía. No eran muchas, pues las dificultades que había para ganarlas no permitían tener abundancia de ellas, pero eran de oro duro, amarillo, reluciente, físico, como se le dio en llamar por entonces, para distinguirlo seguramente de algún otro etéreo e impalpable, compuesto, sin duda, por misteriosos alquimistas con el objeto de engañar a las gentes honradas y sencillas.

No al patrón de oro en sí mismo, ni a la posesión de una moneda sana, sino a la circulación exclusivamente metálica, atribuíamos las más peregrinas virtudes. Creíamos que ella significaba un freno para los gobiernos y un seguro de tal naturaleza para los capitales que, cualesquiera que fueran las incidencias que afectaran a la vida económica del país, y aunque sobreviniera a éste el más grande cataclismo, dichos capitales deberían salir ilesos por virtud del circulante metálico.

Nos enorgullecía decir a los extranjeros que nos visitaban que aquí no circulaba sino moneda metálica y dejarles la impresión de que en cualquier instante podía renovarse el esfuerzo de Atahualpa.

Satisfechos de nuestra perfección, mirábamos por encima del hombro a los países vecinos que no habían alcanzado el desiderátum de la circulación exclusivamente metálica, desdeñando, por otra parte, averiguar las causas de la extraña   —303→   aberración que, con tal criterio, debía suponer el hecho de que no solamente tuvieran esos países mayor emigración extranjera que el nuestro, sino que miles de nuestros compatriotas emigraran también a ellos y abandonaran la ventaja de ganar oro físico, aquí, por la de ganar en ellos moneda de papel. Y tampoco advertíamos que la rapidez del desarrollo económico de casi todos los demás países sudamericanos era más grande que la nuestra y que, por tanto, en la misma proporción crecían los medios de que podían disponer para realizar su progreso material y cultural; que muchos de ellos nos habían dejado ya irremediablemente distanciados, y que otros, a quienes antes aventajábamos considerablemente, nos pisaban los talones. ¿Qué importancia podía tener que la producción de dichos países aumentara más rápidamente que la nuestra; que en ellos fuera más fácil la movilización de la riqueza y estuviera más desarrollado el crédito; que en algunos las cajas de ahorros demostraran con sus millones de depósitos y sus cientos de miles de imponentes cómo crecía el hábito del ahorro y se fomentaba la capitalización nacional? ¿Qué significaba todo esto ante la ventaja incomparable que nosotros poseíamos de tener un circulante metálico?

Y así como no veíamos lo que sucedía en otros países, tampoco observábamos ciertos ominosos signos de los peligros que, en el interior, amenazaban la normalidad de nuestra vida económica. Una serie de años en que los egresos nacionales excedían considerablemente a los ingresos había creado una deuda flotante que crecía como la bola de nieve, amenazando convertirse en avalancha; el expediente de cubrir parte de los déficit con préstamos a corto plazo parecía agotado, tanto por la cuantía de los ya existentes, como porque aun los intereses de algunos de estos adelantos habían dejado de abonarse; y hasta las obligaciones del Tesoro, que desde hacía veinte años se cubrían religiosamente el día de su vencimiento, habían dejado de ser atendidas desde marzo de 1914. El cambio sobre el extranjero, que durante años se había mantenido con descuento, se cotizaba a premio desde 1913. Durante el primer semestre de 1914, los cheques sobre Londres se vendían invariablemente a 13/4% de premio, cambio que entonces representaba el gold point desfavorable para el país y que acusaba, por tanto, un desequilibrio en nuestra balanza de pagos internacionales. No se necesitaba, en verdad, mucha perspicacia para suponer que, de continuar así las cosas, nuestro sistema monetario habría sido incapaz de resistir la presión de tantos factores desfavorables y que una   —304→   emisión de billetes fiscales habría dado remate a nuestro desorden hacendario, pues esta es la lógica consecuencia de un continuado desequilibrio en la vida fiscal en países de tan endeble estructura económica como el nuestro. Pero nosotros, confiados en las imaginarias virtudes conservadoras del circulante metálico, no queríamos verlo así, y habríamos calificado de impostor a quien hubiera augurado que los signos que hemos señalado querían decir «billete fiscal», y de la peor especie, den emitido para saldar déficit.

El estallido del conflicto europeo vino a sacarnos de nuestro sopor con un violento sacudimiento. Vaciló toda nuestra estructura económica y cedió en algunos puntos. Lo primero es desplomarse fue, como no se podía dejar de ser, la circulación exclusivamente metálica. La sorpresa y el desconcierto que este hecho produjo fueron grandes. Nuestra mentalidad no estaba preparada para este fenómeno, y como no existía ni banco central, ni caja de emisión, ni organización alguna de las indispensables en todo país adelantado para el control y regularización del sistema monetario y del crédito, fue necesario crearlo todo, y mientras esto se discutía y se llevaba a efecto, aumentaban la gravedad de la situación y los peligros inmensos que amenazaban al país. Vivo está aún el recuerdo de cómo la incomprensión y los prejuicios reinantes estorbaron y demoraron la dación de las leyes y decretos necesarios para salvar las reservas metálicas existentes en los bancos, única base con la que se podía contar, por el momento, para crear un sistema monetario provisorio que sustentara el crédito del país e impidiera el colapso total de las industrias y el comercio. Pero, en fin, el buen sentido, y más que todo, la necesidad obtuvieron el éxito: se efectuó la emisión de los que, con eufemismo que significa homenaje a arraigadas resistencias, llamamos «cheques circulares». La gravísima crisis fue conjurada, y al amparo de esa emisión, que no es por cierto lo más perfecto de su género, ha podido el país seguir hasta hoy su vida económica. Y han pasado cuatro años y no se han realizado las catástrofes que las Casandras de un mal entendido «mercantilismo» nos predecían.

Estos últimos cuatro años, los mismo que más o menos lleva de existencia la actual emisión, son fecundos de enseñanzas para nosotros. Como en una cinta de cinematógrafo, hemos visto desarrollarse ante nuestra vista, en ese corto período, interesantísimos fenómenos económicos que en otras circunstancias habrán necesitado quizás decenas de años para   —305→   representarse o para completar su proceso evolutivo. Hechos innegables, que han caído bajo el dominio de la personal experiencia de cuantos aquí vivimos, han venido a demostrar la inconsistencia de muchos prejuicios y erróneas teorías que tenían -y desgraciadamente aún tienen-, hondo arraigo en nuestro medio. Anotemos uno, solamente, que es muy valioso: que el circulante exclusivamente metálico en un sistema monetario imperfecto y que falla en los precisos momentos en que se necesita mayor cantidad de medio circulante y mayor expansión de crédito, y que un signo fiduciario, un billete sin valor intrínseco, que no esté respaldado sino en parte por especies metálicas, es posible que circule entre nosotros, sin depreciación y llenando todas las necesidades de nuestra vida económica. Esta no es una teoría incomprobada: este es un hecho cuya constatación está al alcance de todos.





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