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1

Braco: perro de nariz partida, hocico romo y orejas grandes (DA). (N. del E.)

 

2

Como es usual en el entremés aquí subyace una situación de equívoco, ya que cortijo, además de la alquería o casa típica del campo andaluz, en germanía significa «mancebía» (LM, p. 234). Rouanet, no sin perspicacia, traduce «bouge». Ahondando esta ambigüedad, perrera (v. 10) puede leerse simultáneamente como el que engaña o «da perro» a otro, y el mal pagador» (DA). (N. del E.)

 

3

Vv. 15-18. Llega a constituir lugar común en la literatura costumbrista de la época la sátira de la afición femenina a los perros de faldas, Francisco Santos, en su Día y noche de Madrid (BAE, t. XXXIII, p. 435): «Esta mujer tiene granjería en esto de criar tordos y perrillos... que hay muchas en Madrid que tiene librado todo su gusto en los perritos de falda...» Así, gozque, según DA, es un perro pequeño que sólo sirve para ladrar, aunque la enumeración se extiende a la cita de otros tipos que, como el ventor (v. 18), son más bien de caza. (N. del E.)

 

4

Saludador era el que por oficio saludaba con ciertas preces, ceremonias y soplos, para curar el mal de rabia. Normalmente se aplicaba saliva o se echaba el aliento. Según Covarrubias, vale «curar con gracia, gratis data». Vid también n. al v. 66. (N. del E.)

 

5

Según el folklore literario de la época, los saludadores solían ser borrachos. Vid. Lazarillo de Tormes (Trat. II): «Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezamos a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador» (ed. A. Blecua, Madrid, Castalia, 1972, p. 116). También Quevedo lanza sus andanadas contra estos embaucadores: «¿Cómo es posible que por ningún camino se hallo virtud en gente que anda siempre soplando?» (donde «soplar» vale, lógicamente, «beber») (SDQ, p. 145). Benito Feijoo dedicó el Discurso I del t. III de su Teatro Universal a los saludadores (BAE, t. CLXI, pp. 279-287, ed. de A. Millares Carlo). Finalmente, J. Caro Baroja alude a los sortilegios practicados por éstos en Las brujas y su mundo, Madrid, 1979, pp. 175-176. (N. del E.)

 

6

Hartzenbusch, siguiendo el ms. 61.536, BITB, aclara, acertadamente, «moza de taberna». (N. del E.)

 

7

Hartzenbusch lee aquí «casa alta». Nos parece evidente que se trata, como se aprecia en el ms. 15.586, BN, de una referencia a la «Cava Alta», la popular calle madrileña que, junto con la Cava Baja de San Francisco, era lugar habitual de posadas y tabernas en el Madrid del XVII. Vid. n. al v. 62 del entremés El reloj y genios de la venta. (N. del E.)

 

8

Vv. 99-103. El tema, tan frecuente en la literatura del Siglo de Oro, de la dinámica en torno a las «apariencias sociales», se refleja, como era de esperar, en un género tan «realista» como el entremés. Aquí produce dos espacios dramáticos, el público y el doméstico, que al ser simultáneos generan una serie de contraposiciones que escénicamente sólo son posibles mediante el uso de apartes, abundantes, en este entremés, especialmente vv. 99-156. Por otra parte, Doña Aldonza Equivalente es un trasunto (diríamos incluso un equivalente travestido) del hidalgo pretencioso que con tanta insistencia habitó las páginas de la literatura del seiscientos. Ilustran verbalmente este carácter vv. como 123-125, 170-173 y 181-184. (N. del E.)

 

9

Hartzenbusch, siguiendo el ms. 61.536, BITB, añade aquí dos vv.: «D.ª HERMENEGILDA: ¿Con cumplimiento me tratas? / D.ªALDONZA: No es cumplimiento. ¿No va?». (N. del E.)

 

10

Sus: cosa sin sustancia (DA). (N. del E.)