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31

Steiger, op. cit., p. 176 y 340, Neuvonen, p. 162, no recoge sino añafil, lo mismo que el Dicc. Hist.

 

32

Vid. Neuvonen, p. 196, y DCELC.

 

33

Neuvonen, págs. 131-132, y otros muchas autores.

 

34

Steiger, op. cit., p. 358.

 

35

Vid. Gil, Tesoro, p. 171c. Para otras variantes fonéticas del arabismo, vid. Steiger, op. cit., p. 287. Cfr. M. Alvar, El árabe (an-)nacûra y su difusión en la toponimia peninsular, Bol. Fil., XVI, 1956, págs. 1-13.

 

36

Siglos IX al XIII. La misma data tienen los ejemplos con n.

 

37

Más testimonios y formas en R. Menéndez Pidal, Orígenes del español (3.ª edición), índice. A. Palorreque, Contribución al estudio del ejército en los estados de lo reconquista, AHDE, XV, 1944, págs. 221-224, recoge textos jurídicos medievales en los que aparece la voz.

 

38

La importancia de los mozárabes leoneses en la transmisión de las arabismos es tácitamente el tema principal del trabajo de Steiger, Zur Sprache der Mozaraber, citada en la p. anterior. Sin embargo, Portugal no parece haber tenido gran importancia en la redifusión de los arabismos por la Península (vid. Neuvonen, p. 308).

 

39

Vid. M. L. Wagner, Etimologías españolas y arábigo-hispánicas, RFE, XXI, 1934, p. 240. La predilección española por la terminación -ín, en vez de -í, fue señalada con abundantes documentos por A. Alonso, Problemas de dialectología hispano-americana, Buenos Aires, 1930, p. 107, nota.

 

40

Vid. C. Brockelmann, Précis de Linguistique Sémitique. París, 1910, p. 130.

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