La reorganización de la Matemática en España tras la Guerra Civil. La posibilitación del retorno de Esteban Terradas y Julio Rey Pastor
Francisco A. González Redondo
En trabajos precedentes en esta misma sección, «Mirando hacia atrás», de la Gaceta de la RSME, hemos ido recorriendo la parte más sencilla de historiar de la evolución de la Matemática en España a lo largo del siglo XX: los aspectos institucionales, en general, y la vida de la Real Sociedad Matemática Española, en particular -y sobre todo-, su gestación, momentos creacionales, pasos iniciales, primeras crisis, períodos de estabilidad, etc. Incluso nos atrevimos a estudiar el cultivo de nuestra ciencia y los avatares de nuestros matemáticos durante 1936 y 1939 -los años de la Guerra Civil-, desde el doble punto de vista de la RSME y del Laboratorio Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios.
Cronológicamente -por tanto-, corresponde ahora adentrarse en los momentos y situaciones consecuentes al fin de la incivil contienda; históricamente -como apuntaba antes-, lo más sencillo sería continuar sintetizando la vida institucional de la Sociedad; personalmente, voy a dar un paso más allá, adentrándome en la complejísima realidad española de postguerra y en las dificultades para la reorganización de la Matemática en un país asolado. Es más, voy a centrarme en el análisis pormenorizado de tres casos personalizados paradigmáticos: un «vencedor» paladín de la reconstrucción nacional, un exiliado al que se anima a volver a su país, y un matemático que ha hecho forma de vida el apostolado científico simultáneo -o alternante- en dos patrias hispánicas de las dos orillas del Atlántico.
Esteban Terradas Illa y Julio Rey Pastor, dos de los matemáticos españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, pasaron la Guerra Civil en Argentina. El primero, exiliado -temiendo que su conocido talante, católico y políticamente conservador, le ocasionara problemas en Barcelona- desde el otoño de 1936, tras aceptar una invitación de la Universidad de Buenos Aires para desarrollar cursos como los impartidos durante su visita de 19271, y establecerse después en La Plata. El segundo, residente habitual desde que, tras volver a Argentina nuevamente en 19212, contratado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Buenos Aires, contrajese matrimonio con la hija del Presidente de la Institución Cultural Española, el médico de origen santanderino Avelino Gutiérrez. Los dos 'maltratados' por el Ministerio de Instrucción Pública de la República: desposeído Terradas de la Cátedra en Madrid que le había sido concedida sin oposición en los momentos finales de la Dictadura de Primo de Rivera; prácticamente cesado Rey Pastor por la reiterada desatención de la Cátedra española en beneficio de sus ocupaciones laborales (y familiares) en Argentina.
La 'facilitación' de la vuelta -real o potencial- de los dos a España una vez terminada la guerra ha constituido un objeto de interés en diferentes momentos, para distintos autores. Los puntos de partida de los estudios existentes, como en tantas ocasiones, pueden encontrarse en los recuerdos generales de compañeros y discípulos3. En este caso existen, además, las glosas mutuas de ambos científicos4. Los trabajos monográficos documentados sobre la cuestión, sin embargo, se han realizado a medida que los historiadores de la Ciencia actuales se han ido adentrando en el conocimiento de los expedientes personales de los dos matemáticos conservados en algunos archivos importantes: primero -sólo para el caso de Terradas- en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid y en el Institut d'Etudis Catalans5; después -para ambos- también en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, el Arxiu Universitari de Barcelona y el Archivo de la Universidad de Buenos Aires6.
El conjunto de datos recogidos en todas esas publicaciones -aparentemente- deberían haber completado el tema. Sin embargo, siempre se puede aportar algo más, pues el panorama que entre todos han planteado adolece de deficiencias y las lagunas han seguido existiendo. La bibliografía novedosa que utilizamos y la documentación inédita (y/o no utilizada de entre la que se conocía) que aquí aportamos, procedente del Archivo personal de Julio Palacios Martínez (1891-1970)7, Catedrático de Tecnología de la Universidad Central de Madrid, y los expedientes conservados en los Archivos mencionados antes, hacen que resulte necesario formular otras hipótesis historiográficas. La primera de todas, que Palacios jugó un papel de una relevancia tan especial y determinante en las gestiones 'posibilitadoras' de la vuelta de Terradas y Rey Pastor a España, que no puede entenderse cómo -y solamente sospecharse por qué- su intervención ha podido pasar desapercibida hasta el momento8.
Por otro lado, los estudios que han precedido a éste adolecían de descontextualización: no se insertaban en el análisis de la situación de la vida científica española de una época, los años 1939-1941, entre el final de nuestra Guerra Civil y los comienzos de la II Guerra Mundial, de una complejidad extrema. A ello también aportamos algunas -quizá no pocas ideas en diferentes parágrafos. Procedamos.
El 25 de marzo de 1958 escribía desde Lisboa Pedro Sainz Rodríguez a Julio Palacios adhiriéndose al homenaje tributado al físico aragonés con motivo de la concesión a éste del Premio de la Fundación Juan March9:
Y así sucedió realmente. Tras la presidencia (desde octubre de 1936) de José María Pemán y Pemartín de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, Sainz Rodríguez, nombrado Ministro de Educación Nacional por Ley del 30 de enero de 193810, dentro del primer Gobierno de Franco11, organizó su departamento durante nuestra incivil contienda con algunas de las pocas personalidades del círculo de católicos monárquicos de su confianza que tenían un cierto prestigio: José Pemartín, Alfonso García Valdecasas y Eugenio Vegas Latapie. Retomaba, de hecho, los propósitos del grupo de Renovación Española expresada desde la revista Acción Española (Figura 1), de donde procederá una parte muy importante de los fundamentos ideológicos del régimen hasta los primeros años cuarenta (aportados por Ramiro de Maeztu, Juan José López Ibor, Víctor Pradera, ...), y desde el que se hará gran parte de la depuración de los científicos del profesorado universitario (Enrique Súñer, Antonio de Gregorio Rocasolano, ...).
Figura 1.- Reunión de directivos y colaboradores de «Acción Española» en Madrid, 1935
Este proceso de depuración12, realizado desde los dos bandos hasta entonces como un aspecto más del conflicto bélico, se va a articular por los que se sabían vencedores en una normativa legislativa específica13. Una Orden de 28 de enero de 193914 fijaba que todos los funcionarios del Ministerio de Educación (en general) que hasta ese momento no hubieran pedido su rehabilitación y/o no tuvieran su expediente resuelto, deberían solicitar el reingreso en su puesto anterior al 18 de julio. Unos días después, la Ley general de 10 de febrero precisaba las «Normas para la depuración de funcionarios públicos». Al mes siguiente, el 18 de marzo, firmaba Sainz Rodríguez una nueva Orden, específica para su Ministerio, creando la Comisión Superior Dictaminadora de los expedientes de depuración.
Terminada la guerra en abril, las Facultades, las Academias y los Laboratorios habían quedado en cuadro. En particular, en Madrid, donde serían expulsados del servicio, por Órdenes del 4 y 2215 de febrero de 1939, numerosos Catedráticos de Ciencias que se habían ido exiliando desde 1936: Blas Cabrera (Presidente también, hasta entonces, de la Academia de Ciencias), Enrique Moles, Arturo Duperier, Manuel Martínez Risco, Pedro Carrasco, Honorato de Castro, Cándido Bolívar, etc. Otros, como José Barinaga, Miguel Catalán, Fernando González Núñez, Miguel Crespí, etc., que permanecieron en el país, fueron encarcelados o/y apartados. Y es que a Universidad al completo se vio sometida a depuración.
En esa tesitura, Sainz Rodríguez nombraba a Palacios: 1) Vicerrector de la Universidad de Madrid el 17 de abril de 1939 (con Pío Zabala como Rector, puesto que ya había ocupado durante unos meses desde marzo de 193116); 2) Vicepresidente del Instituto de España, creado para reorganizar las Reales Academias desde el bando nacional (puesto bajo la presidencia de Manuel de Falla, quien, residiendo en Argentina, no llegó a tomar posesión); y 3) Director del Instituto Nacional de Física y Química (tras la separación de Blas Cabrera de todos sus cargos17), institución que se constituirá en punto de partida del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Realmente, era el único Catedrático de la Sección de Físicas de la Facultad de Ciencias de Madrid que quedaba en España y uno de los pocos, junto con el de la Sección de Químicas al que nombrará Decano, Luis Bermejo Vida, en los que tenía confianza el Ministro. Con los casos ya mencionados, más el exilio de Antonio Madinaveitia y la separación de su puesto de Julio Guzmán, Palacios había quedado también como único Jefe de Sección del Instituto Nacional de Física y Química18.
En esta reorganización de las instituciones educativas científicas, le tocará análogamente el turno a la Escuela Superior de Aerotecnia de Cuatro Vientos, que también había quedado vacía de profesorado, toda vez que un apreciable número de militares del ramo del Aire, con Emilio Herrera, fundador de la Escuela a la cabeza, habían permanecido fieles a la República, numerosos profesores estaban pendientes de rehabilitación sin sanción y otros muchos tenían un panorama ante sí bastante confuso. Como parecía inevitable en esos momentos, de nuevo le corresponderá al Catedrático de Termología colaborar en esta tarea a petición del Director encargado de la Escuela, el General Vicente Roa Miranda.
Contestando a la solicitud realizada por Roa en dos cartas de 9 y 13 de septiembre de 1939, escribe Palacios el 1 de noviembre19:
Llegados a este punto, por tanto, no sorprenderán ya los contenidos que aparecen a continuación en la carta de Sainz Rodríguez a Palacios -transcrita sólo parcialmente arriba- que permiten centrarnos en el tema de este trabajo:
Efectivamente, ganar para el nuevo Estado a los países hispánicos, a partir de sus centros culturales, constituía una tarea de ninguna manera baladí al finalizar la Guerra Civil española en la primavera de 1939: se avecinaban momentos muy complejos para la reconstrucción nacional en el seno de -o, peor aún, implicados directamente en- una previsible nueva guerra mundial... También le corresponderá a Julio Palacios realizar el trabajo y en el marco de esta tarea es donde deberá situarse la complejidad del proceso de retorno a España de Terradas y Rey Pastor.
La Institución Cultural Española (ICE), creada por la colonia española en Buenos Aires en 191420, se preparaba al comenzar 1939 para celebrar su XXV Aniversario. Paralizadas las misiones culturales que por mediación de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas habían llevado a Argentina a la flor y nata de las Ciencias y las Letras españolas, la ICE, con el fin de la Guerra Civil avizorándose próximo, inicia las gestiones para reemprender la tarea donde se vio interrumpida: con un Julio Palacios que tenía concedido su pasaporte y sacado su billete en julio de 1936.
Las instituciones científicas, como sucede en tantas ocasiones, afrontan sus tareas con la que podría parecer despreocupación por situaciones sociopolíticas tan complejas como la española de los momentos finales de nuestra Guerra Civil, y tan complicadas como la de Palacios, quintacolumnista en el Madrid sitiado y mediador durante los primeros meses de 1939 ante el Coronel Casado para la rendición de la capital21.
Figura 2.- Carta de Rey Pastor a Palacios, 7 de marzo de 1939
Conociendo la confesión de Sainz Rodríguez que leíamos antes, y apuntando la presencia en Europa -por ejemplo, en la España de Burgos- en «misión cultural»
del nuevo Presidente de la ICE, Rafael Vehils -sucesor del suegro de Rey Pastor-, la elección de Palacios nos sorprende menos. Finalmente, el que documentemos que sea Rey Pastor quien haga la petición -sucesivamente- en febrero y marzo de 1939, comienza a justificar la pertinencia de este artículo. Escribía el matemático español desde Argentina (Figura 2) el 7 de marzo22:
Por otro lado, muy próximo por talante político y religioso -y consecuentes lazos de amistad- al grupo de Renovación Española, Esteban Terradas había coincidido con Palacios en numerosas ocasiones: como maestro desde los años de estudiante del aragonés en Barcelona, formando parte del tribunal que le concedió la Cátedra de Termología en la Universidad de Madrid en 1916, invitándolo al Institut d'Etudis Catalans en los años veinte, etc.23 Durante la Guerra Civil había mantenido el contacto con personalidades como el General Vigón quien, además de haber visitado Argentina en los años de lucha fratricida en España, tras la llegada de las tropas franquistas a Barcelona el 26 de enero de 1939, le envió un cable informándole de la liberación de sus hijos24.
Pero la legislación que describíamos en el parágrafo anterior, reguladora de la situación del profesorado universitario, exigía una declaración jurada de todo aquel que quisiera normalizar su situación con nuevos testimonios complementarios de testigos que pudieran corroborar sus afirmaciones. Por tanto no es de extrañar que un día antes de que se diese por terminada la contienda, el 31 de marzo, Terradas presentase un escrito ante la Embajada de España en Buenos Aires, dirigida a Sainz Rodríguez, en la que describía su estancia en Argentina tras verse obligado a abandonar España, precisando que la índole de las ideas que habían presidido su actuación había sido conocida solamente por personas de la mayor confianza, tales como el Conde de Guadalhorce, y que personalidades relevantes del régimen como Vigón podían ser consultadas.
Pero a medida que se van definiendo los ámbitos de poder de los diferentes sectores del bando victorioso, las riendas del Ministerio de Educación Nacional van a cambiar de manos. Por Orden de 29 de abril cesa y es apartado de todos sus cargos -llegará incluso a exiliarse años después- el monárquico católico de Renovación Sainz Rodríguez. Se hace cargo interinamente de la Cartera el Ministro de Justicia, Tomás Rodríguez Arévalo, Conde de Rodezno, aunque los asuntos los llevará el Subsecretario, Alfonso García Valdecasas25.
La situación de Terradas y Rey Pastor era complicada, pues en la Ley del 10 de febrero y la Orden de 18 de marzo se precisaba claramente que conllevarían «sanción grave»
actitudes del profesorado tales como la pasividad evidente de quienes pudiendo haber cooperado al triunfo del Movimiento Nacional, no lo hubieren hecho; y, ciertamente, ni uno ni otro (igual que Blas Cabrera, Xavier Zubiri, José Ortega y Gasset, Américo Castro, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón y otros muchos representantes de las diferentes Terceras Españas26) habían hecho mucho más que seguir los acontecimientos desde la distancia sin comprometerse en modo alguno27.
La depuración reglamentaria del propio Palacios -en este caso, sólo formal- tendrá lugar entre el 1 de abril, en que comienza a solicitar su reingreso y a presentar declaraciones juradas, y el 27 de julio, en que se le rehabilita en su destino, «sin imposición de sanción»
, junto con Ángel del Campo y Ricardo San Juan28. Por otro lado, dentro de este período de transición, se habían ratificado (el 21 de junio) todos los nombramientos hechos por Sainz Rodríguez. Y es que el papel atribuido por éste al físico aragonés se había asumido en la comunidad científica española de esos primeros meses de reconstrucción, como queda ilustrado en la carta que le envía José María Albareda, el 4 de mayo de 1939 desde Vitoria, relatándole su salida de España por Andorra en 193729:
«Deseaba felicitarle, además, por su misión rectora de nuestra vida científica. Aún más que Ud. es ésta la que está de enhorabuena...». |
Dentro de esa «misión rectora»
, D. Julio, que había sido nombrado Presidente del Patronato del Instituto Nacional de Física y Química (el antiguo «Rockefeller»), tras pasar a depender éste del Instituto de España por Orden del 26 de abril, constituye el mencionado Patronato -aprobándolo la Mesa del I. de E.- con José María Torroja, Rocasolano, Casares Gil... y el ausente Esteban Terradas.
Rey Pastor y Terradas elevaron, como Palacios, los correspondientes escritos al Ministro de Educación Nacional, explicando, tal como exigía la Orden del 18 de marzo, su actuación durante la Guerra Civil y solicitando su reingreso en los puestos que ocupaban antes del 18 de julio de 193630. Pero, a diferencia de los Catedráticos que permanecieron en alguna de las dos Españas, pedían conocer en qué condiciones se realizaría su vuelta, pues había situaciones como las de Blas Cabrera, apolítico y buen amigo de ambos, o Miguel A. Catalán, que pasó la Guerra en la zona nacional colaborando en tareas docentes y sanitarias, pero sancionado al final del conflicto, que disuadían de cualquier regreso apresurado.
Durante los meses de julio y agosto, las Comisiones depuradoras del profesorado universitario desarrollan con intensidad su labor, reintegrando a los docentes más afines, separando y/o sancionando a los que lo eran menos, y buscando sustitutos a los expulsados. Así, con vistas a preparar la plantilla de Catedráticos y Auxiliares para el curso 1939-1940, primero tras el fin de la Guerra, el 2 de agosto de 1939 se dirigía el Decano de la Facultad de Ciencias y Catedrático de Química Orgánica, Luis Bermejo, al Rector de la Universidad de Madrid [Pío Zabala] solicitando la reposición de Terradas en su Cátedra.
Con este panorama, el conocer de primera mano por Julio Palacios, portador de mensajes concretos, la realidad que ni la prensa ni cartas personales podían describir, resultaría imprescindible para que los dos matemáticos pudieran tomar cualquier decisión. Pero aquel aún no había llegado a Argentina cuando, el 10 de agosto de 1939, tomó posesión el nuevo Gobierno de Franco, con José Ibáñez Martín ocupando el Ministerio de Educación Nacional. Éste, aunque había «pertenecido» también a Renovación Española y colaborado en Acción Española, resultaba mucho más afín al Régimen que lo que podían ser nunca los monárquicos31.
El Jefe del Servicio Nacional de Enseñanzas Superior y Media, José Pemartín, aludiendo tanto a «la conveniencia del servicio que ha de realizar como su influencia en los medios intelectuales argentinos»
, daba el visto bueno al viaje de Palacios el 6 de julio. La autorización del Ministerio de Educación Nacional, firmada todavía: «Por Delegación»
; por quien lo dirigía entonces, el Subsecretario Alfonso García Valdecasas, el 22 de julio de 1939, aclaraba aún más los fines del viaje que confesaría Sainz Rodríguez unos años después32:
La excusa formal del viaje a Argentina (ampliado a Uruguay y previsto completarlo también por otros países como Chile), era dictar un curso de 12 conferencias en Buenos Aires, tal como estaba previsto que hubiera sucedido en el verano de 1936, y al modo en que se había convertido en usual desde la primera visita de Menéndez Pidal con la que se iniciaba la Cátedra de Cultura Española. El tema elegido, «Curso breve de Aerodinámica», no se había mantenido igual al propuesto antes de la Guerra por casualidad; del mismo modo que la cita que hacíamos antes a la solicitud de colaboración a Palacios por parte del Director de la Escuela Superior de Aerotecnia de Madrid no era anecdótica.
Terradas, quien en su primera visita a Argentina en 1927 dictó un curso sobre estos mismos temas, y que desde prácticamente su creación en 192833 había sido profesor en la Escuela cuando la dirigía Emilio Herrera, estaba coordinando en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad de La Plata -entre otros- un grupo de investigación dedicado a problemas de ingeniería aeronáutica34. Mientras, Rey Pastor continuaba allí el normal desempeño de las dos Cátedras que como Profesor Titular ocupaba en la Universidad de Buenos Aires desde marzo de 1928.
La Vicepresidencia del Instituto de España -en funciones reales de Presidente por la ausencia de Falla- convertía a Palacios en responsable de la reorganización de las Reales Academias y de todo lo que había dependido de la Junta para Ampliación de Estudios. Una vez puestas en marcha -en un estado incipiente y con precariedad- todas las instituciones, ya podía emprender el siguiente de los encargos recibidos. Así, escribía el insigne físico en uno de sus resúmenes autobiográficos35:
Palacios llevaba a Argentina el ofrecimiento de diferentes puestos (Universidad, Academia, Institutos de Investigación, Escuelas, etc.) para animar a ambos a regresar a una destruida España (poco después en el seno de una Europa en guerra), abandonando la Argentina -comparativamente- tranquila anterior a los sucesivos golpes de estado que llevarán finalmente al poder a Perón.
Figura 3.- Palacios y Rey Pastor en la Institución Cultural Española, Buenos Aires36
La estancia en la América española fue de una gran actividad. Habiendo recibido invitaciones de las ICE de Argentina y Uruguay, comenzó sus cursos y conferencias en la capital de este último país, a donde arribó primero, continuando después en Buenos Aires (donde estaba Rey Pastor, Figuras 3 y 4), La Plata (en cuya Universidad colaboraba Terradas), Rosario y Santa Fe. Terminaba Palacios el relato de su viaje escribiendo37:
La situación de los numerosos españoles de las diferentes Españas dispersos fuera del país era muy compleja, y la de los que se encontraban en Argentina en esos momentos no era una excepción. No es de extrañar que la presencia de Palacios como «embajador cultural»
de la España de Franco despertara suspicacias, sospechas y desconfianzas. Como ejemplo puede valer la siguiente carta (Figura 5) que otro exiliado, José Ortega y Gasset (éste sí, figura de talla internacional -aunque en este trabajo sólo lo podamos tratar tangencialmente-), manda a Vehils el 25 de septiembre de 193938:
Figura 5.- Carta de Ortega y Gasset a Rafael Vehils desde Buenos Aires, 25 de septiembre de 1939
La misión, que estaba previsto que continuase por otras «repúblicas hispánicas»
, pues excedía con mucho lo meramente cultural y científico, tuvo que suspenderse al estallar la guerra en Europa, por el temor a que las comunicaciones transatlánticas, desde entonces amenazadas, llegaran a quedar cortadas. En cualquier caso, fue fructífera para los fines que se buscaban.
Figura 4.- Palacios en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires, 23 de septiembre de 193939
Terminada la estancia de Palacios, Vehils, Presidente de la ICE de Argentina, se dirigía al Encargado de Negocios de la Oficina diplomática española en Buenos Aires, Juan Pablo de Lojendio, en los siguientes términos40:
Palacios ya estaba de vuelta en Madrid el 28 de octubre de 1939, incorporándose nada más llegar a la Sesión de la Junta de Gobierno de la Universidad de Madrid, «siendo felicitado por el Rector en nombre de la Junta por su feliz llegada, así como de los éxitos tan lisonjeros obtenidos con motivo de las conferencias allí dadas»
41. Entre la correspondencia recibida durante su ausencia, Palacios se encontró con la carta del 13 de septiembre de 1939 del Director de la Escuela Superior de Aerotecnia, Vicente Roa, que comentábamos en el primer parágrafo42:
El 1 de noviembre, como veíamos anteriormente, le contestó Palacios y, tras declinar para sí -como veíamos- el ofrecimiento por sus muchos compromisos, en el resto de la carta comenzaba a proponer a los físicos y matemáticos de su entorno para las distintas cátedras que continuaban sin ser cubiertas:
Habiendo llegado a la conclusión de que la Escuela Superior de Aerotecnia podía ser una institución más para acoger a Terradas y Rey Pastor y, por tanto, un nuevo paso para garantizar su vuelta -como, de hecho, será tras la creación del INTA en 194243-, el 13 de noviembre de 1939 escribía nuevamente Palacios a Roa adjuntando un cablegrama recibido «de mis colegas Rey Pastor y Terradas»
44.
Sin embargo, con la Ley de Responsabilidades Políticas en la mano, la situación de ambos, que no hicieron ningún intento de volver a la España Nacional y contribuir al desarrollo del «Movimiento», resultaba delicada. Además, la situación con la que se encontró el ilustre físico español al volver de Argentina había cambiado mucho una vez transcurridos los primeros meses del Ministerio de Ibáñez Martín. En ausencia del «rector de nuestra vida científica»
(es decir, Palacios, Albareda dixit), la reorganización y el reparto de poderes, y la ascensión de recién llegados (auxiliares y becarios en su mayor parte antes de la Guerra) habían cambiado el panorama. Así lo ilustra el físico español en un informe presentado al Ministro en noviembre de 193945:
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas se creaba por Ley de 24 de noviembre de 1939, con José María Albareda de Secretario General. Éste, que en medida importante iba a recibir las atribuciones inicialmente otorgadas a Palacios, se refería por escrito a la labor precedente del físico aragonés, en su propio informe al Ministro, escrito en diciembre de ese año, en los siguientes términos46: «No se ha encauzado nada, y cuando se ha intentado mejor hubiera sido dejarlo: el Rockefeller, que se quiso constituir inmediatamente, era a base de institucionistas de los más altos grados, personas venidas del extranjero al Madrid rojo, etcétera. La Institución [Libre de Enseñanza] en el poder no hubiese sabido hacer más»
. Sin embargo, a Rey Pastor se refería el desesperanzado Albareda como sigue: «Nuestra situación en algunas ciencias es deplorable. ¿Quién dirigirá aquí tesis doctorales de Matemáticas? Con Rey Pastor se apagó la investigación»
. Ante ese panorama, para los dos matemáticos españoles transterrados en Argentina no parecían estar demasiado mal las cosas... Sólo faltaba que se encontraran nuevos argumentos para volver a una patria sumida en una casi total y peligrosísima desorganización.
Preparando su regreso a España y la reincorporación a las instituciones, entre las que se encontraba la Academia de Ciencias, y desde la cual se exigía un escrito de adhesión por parte de los miembros que quisieran volver a ella, escribe Rey Pastor al Instituto de España el 12 de diciembre de 193947:
«Excmo. Señor Presidente del Instituto de España: Anticipándole en algunos días a la expresión personal que realizaré en breve, de mi adhesión al Instituto que V. E. preside, solicito del mismo por intermedio de V. E., el alto honor de ser admitido como miembro de la nueva y ya prestigiosa institución, en calidad de Académico numerario de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que desde hace años me honró con su elección y en cuyas tareas he venido colaborando en la medida que consintió mi ausencia»48. |
Ese mismo día 12 de diciembre Rey le envía a Palacios una copia del escrito anterior al Instituto de España (en el que el ex-Ministro Sainz Rodríguez continuaba teniendo cierto protagonismo), con la siguiente nota:
Por si faltaban datos, la situación de nuestros protagonistas al finalizar el año 1939 queda bastante clarificada con la lectura de la tarjeta postal (Figura 6) que envía Rey Pastor a Palacios el 30 de diciembre, en la que se vislumbraba lo que será el futuro: las ligaduras del matemático riojano en Argentina le disuaden del regreso a un país en el que contrariamente a Terradas- no tiene ni a la parte más importante de su familia, ni un futuro inmediato compatible con su tranquilo y sólido presente49:
Figura 6.- Tarjeta postal de Rey Pastor a Palacios desde Buenos Aires, 30 de diciembre de 1939
El físico aragonés, tenaz haciendo honor a su origen, y habiendo hecho propio el problema de la recuperación para España de dos de sus más altas personalidades científicas, se dirige durante la primera quincena de enero al Ministro Ibáñez Martín, nada más recibida la tarjeta de Rey Pastor y antes de la llegada a España de Terradas, para acelerar la resolución definitiva de los dos casos50:
La respuesta del Ministro (Figura 7) a las insistentes peticiones del ilustre físico es inmediata, el 18 de enero, y bastante positiva51:
Figura 7.- Carta del Ministro Ibáñez Martín a Palacios, 18 de enero de 1940
Efectivamente, no era sencillo reorganizar la situación en España en aquellos momentos tan complicados, ni establecer públicamente unos sistemas que no sólo permitieran simultanear destinos, sino que resultaran atractivos a aquellos que tenían bastante bien arreglada su situación en los países donde pasaron la Guerra Civil, como era el caso de nuestros protagonistas. La Orden que mencionaba Ibáñez Martín permitía «conservar sus derechos activos y pasivos»
a los Catedráticos invitados por alguna Universidad de la América española o de Filipinas52 a firmar contratos que conllevasen labor docente, o llevasen realizando esa labor desde hacía algunos años (sin precisar el mínimo). Solamente debían estar sujetos a una serie de normas que, en síntesis, consistían en53:
- La necesidad de autorización ministerial para cada caso concreto tras examen detenido del contrato y propuesta de la Universidad extranjera;
- La adecuación de la actividad a períodos de poca «densidad del curso académico» (reproducción del sistema empleado por Rey Pastor en sus «años sin vacaciones») atendiendo a la complementariedad de los períodos escolares entre España y América.
En todo caso, el 10 de febrero de 1940 recibió el Rector de la Universidad de Madrid un oficio del Director General de Enseñanza Superior y Media, en el que le comunica que ¡con fecha 1 de diciembre de 1939!, «este Ministerio ha resuelto considerarlos [a Terradas y Rey Pastor] reintegrados en el lugar que les corresponde en el escalafón de Catedráticos numerarios de Universidades»
atendiendo a las peticiones que habían realizado a título individual, como era preceptivo.
Unos días antes, el 3 de febrero, también se enviaba una Orden del Ministerio al Decano de la Facultad de Ciencias, declarando «firme y en todo su vigor la Real Orden de 5 de diciembre de 1928 por la que se nombró Catedrático de Análisis Matemático (ecuaciones diferenciales) de la Facultad de Ciencias de Madrid, a Don Esteban Terradas e Illa»
54, con nota para su remisión al interesado.
Palacios, recibida la contestación por escrito del Ministro a su carta de principios de enero, llegado Terradas y reintegrado formalmente a su Cátedra (que no al ejercicio de la misma, pues simplemente impartió una serie de conferencias55), y conocedor del reingreso oficial en el escalafón publicitada a principios de febrero, escribe a Rey Pastor el 19 de este mes56:
Pero ni Rey Pastor ni Terradas podían tener una percepción diáfana de qué podía suceder con ellos, puesto que ni siquiera el que había venido siendo su interlocutor tenía claro cuál era su situación y cuál su papel en la Nueva España. El comienzo de la carta que envía Palacios al Ministro el 6 de abril de 1940 constituye una descripción certera de la realidad que le tocaba vivir57:
En el batallar sin descanso de Palacios hasta conseguir la resolución completa de los dos casos, también insiste ante el Rector de la Universidad Central de Madrid, a quien se dirige él 18 de abril de 1940, sobre el tema de la simultaneidad de contratos docentes que permitía la Orden que comentábamos anteriormente58:
Tras su breve estancia en Madrid, Terradas volvió a Argentina, desde donde solicitó permiso para continuar «desarrollando la misión cultural»
que 'tenía' allí asignada, formalmente muy en la línea de las 'embajadas culturales' en la Institución Cultural Española antes de la Guerra Civil. El 28 de junio de 1940 el Ministerio le concedió permiso hasta febrero de 1941, ampliándolo tres meses más el 27 de enero de 1941, tras una nueva solicitud del matemático catalán.
El 26 de noviembre de 1940 se nombraba al personal del Instituto «Jorge Juan» de Matemáticas, tomando posesión el 16 de diciembre del mismo año, con el siguiente organigrama directivo59:
- Director: Julio Rey Pastor;
- Vicedirector: José M.ª Orts Aracil;
- Secretario: Francisco Navarro Borras;
- Vicesecretario: Ernesto de Cañedo-Arguelles.
Análogamente, y una vez regulado el Derecho de Asociación por el Decreto del Ministerio de la Gobernación de 25 de enero de 1941, por sendas Órdenes del Ministerio de Educación Nacional de 6 de febrero y 17 de junio de 1941, se establecía la Junta Directiva de la RSME, con tres Presidentes honorarios, Alfonso Peña Boeuf, Julio Rey Pastor y Esteban Terradas Illa, y un Presidente efectivo, Juan López Soler.
Terradas tenía decidido su regresó a España en el verano de 1941 (lo hará definitivamente en noviembre), pero Rey Pastor seguía si tener claro en qué forma podía concretarse la atención simultánea de las Cátedras española y argentina. Por ello, se dirige al Ministro Juan Vigón, en un nuevo intento de ir preparando la futura jubilación -entonces ya no tan lejana y para la que creía perdidos todos sus derechos-60:
Y es que los dos matemáticos habían tenido que cambiar de interlocutor. Con Palacios -monárquico militante como tal- cada vez más apartado de los centros de decisión, y ante la situación en el país (entre otras cosas, en el seno de la II Guerra Mundial, colaborando con Alemania desde su «neutralidad»), un militar Ministro del Gobierno franquista era mucho más oportuno en aquellos momentos.
Sin embargo, una vez en España -llegó a principios de diciembre de 1941-, Terradas descubrirá su 'error': no le permitirán disfrutar de las promesas recibidas para poder simultanear las estancias y tareas docentes en las dos orillas del Atlántico. Lo sucedido servirá a Rey Pastor para no tropezar en la misma piedra. En este sentido, la carta que le escribe a Buenos Aires Terradas a Rey Pastor, en mayo de 1943, es muy esclarecedora61:
Al crearse el INTA en 194262, Terradas fue nombrado Presidente del Patronato y encarga a Julio Palacios y Antonio Mora estructurar los departamentos de Física y Química respectivamente63.
En octubre de 1943 la Universidad de Toulouse nombra Doctores Honoris Causa a Terrados y Palacios, desplazándose ambos a Francia en noviembre. En enero de 1944 el todavía respetado Palacios es enviado a Portugal en misión cultural, en un intento de destruir la «legenda negra» que pesaba sobre ambos países por su supuesta incapacidad para la investigación científica. En marzo de 1944 se pondrá punto y final a su colaboración en la tarea de reconstrucción nacional de la que había ido siendo apartado tras su vuelta de Buenos Aires en el otoño de 1939: por sumarse al manifiesto de los Catedráticos monárquicos adhiriéndose al «Manifiesto de Lausanne» de Don Juan de Borbón, se le destierra y confina en Almansa (Albacete) y se le destituye de los cargos que le quedaban (por ejemplo, de Vicerrector de la Universidad de Madrid, el 23 de marzo)64.
A Rey Pastor le permitirán seguir ausente de su país (sin sanción) hasta que llegada la edad efe jubilación, en 1948, retorne a España, donde, como si no hubiera pasado nada, pondrán a su disposición Facultades, Escuelas de Ingenieros, Instituto de Investigación, etc. Curiosamente, Julio Palacios volvería a jugar el papel de «posibilitador» de este retorno. Pero ésa es otra historia65.