11
Sobre el padre Blas Valera puede leerse Monumenta Peruana, edición de Antonio de Egaña, Roma, 1954, vol. I, pp. 283-284, p. 446 y p. 512. Sobre la polémica de Blas Valera, véase José de la Riva Agüero, La Historia en el Perú, Lima, 1910, pp. 13-32.
12
El Inca Garcilaso
en su prólogo a la traducción de los Dialoghi d'amore especifica:
«Y habiéndome entretenido algunos
días en este ejercicio, lo vino a saber el padre
Agustín de Herrera, maestro en santa Teología y
erudito en muchas lenguas, preceptor y maestro de don Pedro
Fernández de Córdoba y Figueroa, marqués de
Priego, señor de la casa de Aguilar, y el padre
Jerónimo de Prado de la Compañía de
Jesús, que con mucha aceptación hoy lee escritura en
la real ciudad de Córdoba, y el licenciado Pedro
Sánchez de Herrera, teólogo, natural de Montilla, que
años ha leyó Artes en la imperial Sevilla y a
mí me las ha leído en particular, y
últimamente lo supo el padre Fernando de Zárate, de
la orden y religión de San Agustín, insigne maestro
en santa Teología, catedrático jubilado de la
Universidad de Osuna, y otros religiosos y personas graves que por
no cansar a V. S.
no las nombro. Todos ellos me mandaron e impusieron con gran
instancia que pasase adelante en esta obra...»
.
Véase la edición de E. Pupo-Walker, ob. cit., p. 107.
13
En 1568 se había publicado, en Venecia, la primera versión al castellano por obra de Ibn Guedalia ben Joseph, judío de origen portugués, nacido en Imola, vinculado, por su familia, a los Arbarbanel. La segunda traducción española se publicó en España, Zaragoza, en 1585, a cargo de Micer Carlos Montesa.
14
José Durand, El Inca Garcilaso, clásico de América, México, Secretaría de Educación Pública (Sepsentas, 259), 1976, p. 22.
15
José Durand, ibid., pp. 109 y ss.
16
Susana Jakfalvi-Leiva, Traducción, escritura y violencia colonizadora: un estudio de la obra del Inca Garcilaso de la Vega, Syracuse, Maxwell School of Citizenship and Public Affairs, 1984, p. 10.
17
Señala
Margarita Zamora: «Durante los diez
años después de su llegada, fray Luis sería
perseguido por la Inquisición a causa de sus traducciones y
por su uso del método filológico para cuestionar la
precisión de la Vulgata. Poco después
Martínez y Grajal, estudiosos y filólogos hebreos de
Salamanca, morirían en las celdas de la Inquisición
por delitos parecidos. Éste era el trasfondo contra el cual
Garcilaso desarrollaría las ideas sobre la lengua que le
llevarían a traducir los Dialoghi d'amore de León Hebreo y
posteriormente a sus comentarios revolucionarios acerca de la
historia y cultura de los incas»
. Margarita Zamora,
Language, authority,
and indigenous history in the Comentarios reales de los
Incas, Cambridge: Cambridge
University Press, 1988, p.
37. La traducción es mía.
18
José Antonio Mazzotti, Coros mestizos del inca Garcilaso. Resonancias andinas, Lima, 1996, p. 98.
19
F. Rico, «Laudes litterarum: humanismo y dignidad del hombre en la España del Renacimiento», en Homenaje a Julio Caro Baroja. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978.
20
El mito del buen salvaje y el de las islas felices son de origen clásico. En Colón aparecen ambos unidos a la tradición bíblica del redescubrimiento del paraíso terrenal y a las lecturas de Plinio, los viajes de Marco Polo, las leyendas y fantasías bíblicas, clásicas o medievales. La utopía cristiana del Nuevo Mundo parte del mito del buen salvaje: los indios son más aptos que los europeos para vivir en una república cristiana. Este mito cobra vigor en el Renacimiento como modelo humano incorrupto por los males y vicios de la sociedad occidental. Los europeos renacentistas se plantearon si no era el indio más feliz que el hombre europeo, pues vivía en un estado natural y no estaba sometido a las leyes de la civilización. El ideal utópico de Tomás Moro se radicará en el Nuevo Mundo y se extenderá a gran parte de la literatura europea, sobre todo francesa e inglesa. Así, el mito del buen salvaje aparece, por ejemplo, en los Essais de Montaigne, en The Tempest de Shakespeare, en Rousseau, en Robinson Crusoe de Daniel Defoe, o en Vendredi ou les limbes du Pacifique de Michel Tournier. Véase Crónicas de Indias, introducción, selección y notas de Mercedes Serna, Madrid, Cátedra, 2002.