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La ausencia de investigaciones en los archivos salmantinos sobre las relaciones profesionales entre impresores, autores y libreros obliga a moverse en el terreno de la conjetura. La documentación recopilada al parecer por Ricardo Espinosa continúa inédita y solamente la publicación en parte de la tesis de Marta de la Mano cubre una parcela de este asunto. Sabemos que la disponibilidad de fondos de fray Luis no es pequeña, en tanto en cuanto está respaldado por su Orden, por su salario de Catedrático y por las rentas familiares, que le asignan como dote al entrar en el Convento «doce mil maravedís al año mientras viviere», y especifican «más de quinientos ducados para libros», y que por lo tanto podía asumir el coste de la edición (véase Barrientos, 1996:110, n. 40). Un tipo de contrato similar a este hipotético de fray Luis, por parte del franciscano Alonso de Castro y el librero Alejandro de Cánova, puede verse en Espinosa [1926:293] y en Marta de la Mano [1998:81].

 

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El nombre «Cordero» aparece con su propia censura eclesiástica firmada por el dominico F. Gerónimo de Almonacis, que fue catedrático de Biblia en Alcalá. De la actividad del dominico Jerónimo de Almonacir da cuenta Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Nova, 567a): catedrático de Escritura en Alcalá, Prior del Monasterio de Atocha en Madrid, censor del Santo Oficio, autor de un Commentaria in Canticum Canticorum Salomonis, (Juan Íñiguez de Lequerica, Alcalá, 1588, véase Martín Abad, 1991, III:1147); muere en 1604. José Simón Díaz [1977:29] no cita entre las aprobaciones que localiza, firmadas por Almonacir, esta del texto de «Cordero».

 

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«Con estas erratas esta impreso conforme a su original este libro, De los nombres de Cristo y Perfecta casada. En fe de lo cual lo firmé. En Salamanca hoy 18 de abril, 1603. El corrector etc. Manuel Correa de Montenegro».

 

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Plantea la hipótesis Luisa Cuesta [1960:58].

 

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DE LOS NOMBRES DE CHRISTO, AÑADIDO JUNTAMENTE EL NOMBRE DE CORDERO... SEXTA IMPRESSION nuevamente corregida... EN VALENCIA, MDCCLXX por Salvador Faulí. DE LOS NOMBRES DE CRISTO... NUEVA EDICION EMENDADA POR EL COTEJO DE LAS cinco primeras... EN VALENCIA EN LA IMPRENTA DE BENITO MONFORT. CI I CC LXX.

 

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Lo hace, por ejemplo, en la «perfecta biblioteca espiritual» del piadoso vallisoletano Alonso Manuel Palomeque y en otras bibliotecas privadas de Valladolid, como constata Anastasio Rojo Vega [1998:567], donde podemos comprobar también (pág. 574) que entre 1577 y 1598 obras de fray Luis aparecen en 16 bibliotecas, con 23 ejemplares en total (pues no era raro que el mismo libro figurase duplicado). Y aparece también entre los bienes del librero Cristóbal López, en el inventario que ordena su viuda al morir su marido en 1606: «Dos nombres de Xpo. Tasados en diez y seis reales» (Dadson, 1998:205). La tasa de este inventario ajusta un poco al alza el precio oficial de cada ejemplar, que era según la tasación de 1587, de 7 reales y 26 maravedís, es decir, que dos ejemplares costarían 15 reales y 18 maravedís. Mucho después, en el inventario que se realiza a la muerte de Benito Monfort [Serrano y Morales, 1899:345 y ss.], no aparece entre los bienes de su imprenta ningún ejemplar de De los nombres de Cristo, lo que parece apuntar a que habían sido todos vendidos.

 

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Quizá no sea ocioso señalar que esta nota pone de manifiesto el que la edición de Barcelona de 1587 es sólo una, y no dos, como se ha venido diciendo, y que es llamativo que el editor valenciano excluye del cotejo textual la edición de 1603, hecha, como hemos visto, a plana y renglón de la anterior.

 

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Así lo reconoce también el P. Merino, para quien junto con la tercera de 1587 es esta de Monfort la más exacta y correcta (véase Cuevas, 1977:128, n. 286). Palau [1954:482b] la define como «Bella y estimada edición, la mejor de todas que existe de esta célebre obra».

 

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Las obras impresas por Benito Monfort eran reputadas como dechados de perfección y hermosura [Serrano y Morales, 1899:332]. En un documento de 1759 en que Monfort justifica su petición del título de impresor de la ciudad dice: «...haberse esmerado en cuantas obras se han impreso en casa el suplicante introducir el buen gusto de los extranjeros, con bellísimas letras, hermosura en los blancos y demás circunstancias que hacen agradables las impresiones» [Serrano, 1899:333]. Don Marcelino Menéndez y Pelayo opinaba de las impresiones de Monfort que son «de lo más perfecto que nunca se vio en España» (cit. por Serrano, 1899:338).

 

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M.ª Luisa López-Vidriero, 2002: 263-436.

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