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La verdadera cuna de Cristóbal Colón

Rectificación histórica. Vindicación del pueblo gallego

Constantino de Horta y Pardo


Socio correspondiente del Instituto Lusitano-Americano de Portugal, Miembro vitalicio de la Real Sociedad Geográfica de España, Individuo de la Asociación de Americanistas y Colonistas de América, Associé de la National Educational Association de los Estados Unidos, Correspondiente de la Sociedad Española de Bibliografía, Laureado con el premio Luz Caballero por la patriótica Sociedad Económica de Amigos del País de la República de Cuba, Director de la Biblioteca Hispano Americana de Ciencias Comerciales, etc. etc.




ArribaAbajoEuropa y las vías de navegación

El siglo XIX, fue el siglo de los inventos y de las evoluciones científicas, el siglo XX será el de las rectificaciones históricas y geográficas, que marcarán el destino de todos los pueblos; porque el destino de uno está enlazado con el de los demás.


T. Roosevelt                


Después de la caída de Constantinopla, en poder de los turcos, la ciudad llamada Santa, situada en las puertas de Asia, fundada por Constantino y heredera de los últimos restos del romano imperio, quedó incomunicado el Occidente con el Oriente y cerrado el paso al comercio directo entre Europa y el Oriente; empezando el decaimiento de las florecientes repúblicas mercantiles de Italia, como Pisa, Amalffi, Venecia y Génova, siendo ésta la que monopolizaba el comercio de Levante, sosteniendo activas relaciones con las plazas comerciales de España, Portugal y Galicia, formando estos dos pueblos la antigua Lusitania, pues los marinos de Génova tenían fama de ser los más intrépidos navegantes de aquellos tiempos.

En efecto, Europa sentía la necesidad de hallar una ruta, para poder restablecer el comercio con los pueblos de Oriente, empezando a estudiarse por los cosmógrafos, navegantes, geógrafos, físicos y matemáticos, respecto a la nueva vía marítima, que había de comunicarla con los mares de la India, siguiendo rumbo hacia el Sur, por las costas de África y por el Oeste; y de aquí, los viajes de exploración y circunvalación que empezaron a realizarse por los atrevidos nautas de aquellos tiempos.

Los primeros exploradores que tomaron la delantera a los demás pueblos del Atlántico, fueron los portugueses y gallegos, saliendo las expediciones de los puertos de Portugal y Galicia, pueblos que por su posición geográfica, tenían más ventajas que Inglaterra y Francia, realizando una serie de empresas marítimas por la costa de África hasta el Cabo de Buena Esperanza, que remontaron, dejando expedita la vía para los mares de la India.

Así, pues, en 1420 descubrieron las Islas Terceiras o de Madeira; en 1444 las Islas Azores; en 1460 las Islas de Cabo Verde; en 1429 el Cabo Bojador; en 1441 el Cabo Blanco; en 1441 el Senegal y en 1486 el Cabo de Buena Esperanza por Vasco de Gama, que lo remontó penetrando en el mar de las Indias; quedando de esta manera, abierta la nueva ruta y franqueado el paso para las Indias Orientales.

Los navegantes y cosmógrafos de aquella época, eran la opinión, que podía llegarse a las Indias Orientales, navegando por el Atlántico con rumbo a Occidente, y que en ese océano, existían tierras desconocidas, que podían servirles de escalas para una larga navegación, intentándose algunas expediciones que salieron de Lisboa y que fracasaron sin éxito alguno, hasta que un joven marino, hijo de aquellas rías, que residía en Lisboa, intrépido, de gran experiencia y conocimientos cosmográficos y náuticos, alentado por el éxito que en sus exploraciones acababan de obtener los navegantes portugueses, concibió el proyecto de atravesar el Atlántico y llegar a las tierras orientales, dando a conocer su proyecto a las personas más importantes y preparando al efecto, una expedición. Este atrevido marino se llamaba Cristóbal Colón y Fonterosa, de quien vamos a tratar en este trabajo, a fin de dar a conocer al comercio mundial, su verdadera patria, y destruir la falsa leyenda de que había nacido en Génova.




ArribaAbajoInvestigaciones históricas

Durante cuatro siglos de pesquisas inútiles, han estado los historiadores, eruditos y cronistas, revisando archivos, exhumando documentos, escrutando datos y compulsando fechas, examinando papeles y cotejando escrituras, desempolvando los carcomidos estantes de las bibliotecas, haciendo estudios paleográficos, caligráficos, grafológicos y arqueológicos, hurgando libros, tomos y volúmenes, y apelando a deducciones y forzadas interpretaciones de vocablos o frases, para determinar la verdadera patria del navegante Colón, por haber éste dicho al fundar el mayorazgo de su nombre, que había nacido en Génova.

La oscuridad en que se halla envuelta la verdadera patria del Almirante del Océano, las sombras que cubren su nacimiento, su infancia, su educación, su juventud, sus ascendientes, su progenie y su vida, hasta su aparición en Castilla, con sus proyectos de descubrimiento de nuevas tierras; la confusión y divergencia de opiniones entre los autores, que han tratado de su vida en libros, folletos y artículos; la deficiencia de los documentos presentados por los apasionados autores italianistas, interesados en el no esclarecimiento de la cuna del Virrey de las Indias, han creado innumerables dudas, dando lugar a que muchos autorizados críticos le negasen la cualidad de genovés, a la vez que haciendo imposible fijar con exactitud cuál fue la patria nativa; acentuándose las investigaciones históricas entre los colombistas a partir de 1892, conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de América.

En este asunto de rectificación histórica, están interesados tres pueblos, que son: Italia, Portugal y Galicia; llevando o aportando sus historiadores y críticos, el valioso y eficaz concurso de sus conocimientos e investigaciones históricas, para aclarar la verdad, toda la verdad, respecto a la verdadera cuna del Descubridor del Nuevo Mundo; y esa investigación y juicio histórico, ha de ir acompañado siempre de un alto espíritu de imparcialidad y despojado de todo apasionamiento.

Con la controversia sostenida para determinar la verdadera patria del intrépido Colón, ocurre algo parecido a lo que ocurrió con la de Viriato, famoso guerrillero gallego que hizo temblar a las águilas romanas, cuya cuna disputaron los portugueses durante algunos siglos; y también con la de Pelayo, jefe de la reconquista ibérica, que los astures y cántabros disputaron hasta la Edad Moderna; sólo que, en la patria de Colón, él mismo se la calló, mientras que en la de aquellos dos célebres guerreros, se perdió en la oscura noche de los tiempos, hasta que, las Ciencias Históricas, con su lógica deductiva y su crítica analítica, vinieron a probar que tanto Viriato como Pelayo, nacieron en Galicia.




ArribaAbajoPontevedra, la cuna de Colón

La tan debatida cuestión de la verdadera patria de Colón, que venía envuelta en la oscura noche de los tiempos, que era una incógnita para los historiadores y eruditos, acaba de surgir nuevamente del polvo de los archivos, cabiéndole la gloria de despejar la incógnita y correr las sombras que envolvían el pueblo en que vino al mundo, al eminente historiador y polígrafo Dr. Celso García de la Riega, ilustre catedrático de Historia en el Instituto de Pontevedra y autor de varias obras de Historia y Geografía antiguas.

El Sr. García de la Riega, lleva más de treinta años con paciencia benedictina, investigando e inquiriendo en el campo de la historia y desentrañando todo lo referente a tal asunto, para buscar la verdadera cuna del vidente Colón; desenterrando documentos oficiales y textos de aquellos tiempos, escritos en varios idiomas, y señalando los errores en que han incurrido todos los historiadores, cronistas y críticos que de la vida de Colón se han ocupado, al tomar los datos del mismo origen, que es el dicho o frase de Colón al constituir su mayorazgo, que había nacido en Génova.

Las pacientes y laboriosas investigaciones históricas llevadas a cabo por el bibliófilo y lexicógrafo Dr. García de la Riega, corrieron las sombras y aclararon la oscuridad que envolvía la cuna del Almirante de las Indias, que ha resultado ser Pontevedra, ciudad del antiguo Reino de Galicia, limítrofe a Portugal, semillero de marinos ilustres y patria de los famosos almirantes y osados navegantes Payo Gomes de Charino, Alfonso y Jofre Tenorio, Álvarez-Páez, Xan de Nova, Sarmiento, Gamboa, los Nodales, los hermanos Matos ramificados en Portugal, cuyos viajes y proezas había leído y admirado Colón.

Los pueblos galaico y portugués, que forman la Lusitania, están unidos por los mismos elementos naturales, formando una sola familia étnica, confundidos por un dulce y amoroso lenguaje que es común a ambos pueblos, aparte de la religión, usos, costumbres y temperamento, que se consideran un solo pueblo, llamando los portugueses a los gallegos, sus hermanos gemelos da outra ribeira do Miño. Es tal la fraternidad de los portugueses de la provincia de Tiras os Montes y los gallegos de Pontevedra, que en una misma familia hay individuos que son unos gallegos y otros portugueses; al gallego se le considera en Portugal como lusitano, como se consideró a los Colones, hallando innúmero de gallegos arraigados en Portugal.

Así, pues, nada de particular tiene que Colón pasara a Portugal, centro en aquellos tiempos de empresas marítimas y descubrimientos de nuevas tierras, a donde iban todos los navegantes y aventureros; en Galicia había nacido el padre de Camoens, autor del poema Os Lusiadas; los marinos Matos, Lemos, Moure, ramificados en Portugal y en el Brasil, y los exploradores y navegantes, contemporáneos de Colón, Bartolomé Díaz y D. Cao, que nacieron en la margen gallega del río Miño y estaban considerados como portugueses.




ArribaAbajoDemostración del Descubrimiento

Ninguna de las pruebas hasta el día aportadas al proceso, para probar la verdadera nacionalidad de Colón, ha dado resultado; los testimonios presentados son inadmisibles por la crítica histórica, por su dudosa autenticidad; los documentos justificativos son apócrifos los unos y mixtificados los otros, por haberse agotado en Italia las fuentes de información respecto a la supuesta progenie de Colón, y los argumentos que se aducen, no resisten el más ligero análisis de la razón, ni del sentido común.

El sabio y afortunado descubridor de la verdadera patria de Colón, demuestra y prueba su descubrimiento, con la autenticidad de varios testimonios de documentos en pergaminos y escrituras en papel, desenterrados de los viejos archivos, minutas notariales con todas las condiciones de autenticidad en esta clase de documentos y otras determinadas particularidades, detalles y datos, como: el pergamino, papel, tinta, los caracteres caligráficos de aquella época, la ortografía, la redacción, las frases sacramentales que se usaban en aquellos tiempos en la redacción de documentos; hallándose, algunos de ellos, agujereados y carcomidos, otros con los bordes rotos y algunos con frases y letras casi ininteligibles, debido a la acción del tiempo transcurrido.

Con abundancia de prueba documental e indiciaria y con argumentos irrefutables, fundados en bases verdaderas, en importantes tradiciones históricas y en indicios seguros, prueba de una manera concluyente, clara y patente, que no da lugar a la menor duda, que el Descubridor del Nuevo Mundo, era gallego; quedando de esta manera resuelto el problema histórico y corrido el velo que cubría su verdadera patria o nacionalidad.


ArribaAbajoPrueba documental

En la Real Sociedad Geográfica de Madrid, y en la Academia de la Historia, dio una conferencia, el sabio descubridor de la nacionalidad de Colón, ante numeroso y selecto auditorio, en la que narró sus investigaciones y trabajos históricos llevados a cabo, exhibiendo y leyendo una serie de documentos, escrituras notariales, papeles, pergaminos, noticias, datos y detalles; y entre los documentos que prueban de una manera plena, convincente y decisiva la nacionalidad gallega de Colón, tomamos los siguientes:

Documento n.º 1, año 1528:

Escrituras de cartas de pago, dado a Inés de Mereles, por Constanza Corres, mujer de Esteban de Fonterosa, fecha 22 de julio de 1528.

Documento n.º 2, año 1525:

Escritura de aforamiento por el Concejo de Pontevedra, en 6 de noviembre de 1525, a Bartolomé Sueiro, el mozo, mercader, y a su mujer María Fonterosa, folio 6 vuelto de un cartulario de 58 hojas de pergamino.

Documento n.º 3, año 1512:

Ejecutoria de sentencia de pleito ante la Audiencia de La Coruña, entre el Monasterio de Poyo y D. Melchor de Figueroa y Cienfuegos, vecino y Alcalde de Pontevedra, sobre foro de la heredad de Andurique, en cuyo texto se incluye por copia la escritura de aforamiento de dicha heredad, hecho por el expresado monasterio a Juan de Colón, mercante de aquella villa, y a su mujer Constanza de Colón, en 13 de octubre de 1512.

Documento n.º 4, año 1496:

Escritura de aforamiento por el Concejo de Pontevedra, en 14 de octubre de 1496, a María Alonso, de un terreno cercano a la puerta de Santa María, señalado como uno de sus límites, la heredad de Cristóbal (?) de Colón. Folio 20 vuelto de dicho cartulario de 58 hojas en pergamino.

Documento n.º 5, año 1454:

Acuerdo del Concejo de Pontevedra, año 1454, sin señalar el día ni el mes, nombrando fieles cogedores de las rentas del mismo año, entre ellos, a Gómez de la Senra y a Jacob Fonterosa para las alcabalas de hierro. Folio 66 del libro del Concejo que empieza en 1437 y termina en 1463 con 78 hojas.

Documento n.º 6, año 1444:

Folio 48 del mismo libro. Acuerdo del Concejo fecha 18 de enero de 1444 en que se da cuenta de la carta fieldades del Arzobispo de Santiago, nombrado fieles cogedores de las rentas de la villa en dicho año, entre ellos a López Muñiz o Méndez y a Benjamín Fonterosa, para las alcabalas de las grasas.

Documento n.º 7, año 1440:

Minutario Notarial de 1440, folio 4 vuelto. Escritura de 4 de Agosto, por una parte del terreno de la rúa de D. Gonzalo de Pontevedra, a favor de D. Juan Osorio, picapedrero, y de su mujer María de Colón.

Documento n.º 8, año 1437:

En el mencionado libro del Concejo, folio 26, acuerdo de Pedro Falcón, juez; Lorenzo Yañez, alcalde y Fernán Pérez, jurado, en 29 de julio de 1437, mandando a pagar a Domingo de Colón y Benjamín Fonterosa, 24 maravedí viejos por el alquiler de dos acémilas que llevaron con pescado al Arzobispo de Santiago.

Documento n.º 9, año 1436:

Minutario notarial, 1436. Escritura de aforamiento en 31 de marzo, hecho por Fernán Estévez de Tuy, Álvaro Alfón, de una viña en la feligresía de Moldes en Pontevedra, señalando como uno de sus límites otra viña del alferante que labra Jacob Fonterosa, el Viejo.

Documento n.º 10, año 1435:

Minutario notarial de 1435. Escritura de 25 de diciembre, en la que Alfón Ean Jacob, afora la mitad de una viña a Ruy Fernández y a su mujer Elvira Columba.

Documento n.º 11, año 1434:

Minutario notarial que empieza en 28 de diciembre de 1433 y termina el 20 de marzo de 1435, 98 hojas folio 85, vuelto. Escritura de 29 de septiembre de 1434 de compra de casas y terreno hasta la casa de Domingo Colón, el Viejo, por Payo Gómez de Sotomayor y su mujer doña Mayor de Mendoza.

Documento n.º 12, año 1431:

El mismo minutario, folio 80. En 11 de agosto de 1431, escritura de venta de la mitad de un terreno que fue casa de la Rúa de las Obejas por María Eans a Juan de Viana, el Viejo, y a su mujer María de Colón, moradores en Pontevedra.

Documento n.º 13, año 1434:

Minutario notarial, de 1434. Escritura de venta de enero, en que Gonzalo Fariña, hijo de Nuño Mouriño y de Catalina Columba, difunta, hace donación de una casa sita en la rua de D. Gonzalo de dicha villa.

Documento n.º 14, años 1434 y 1445:

Minutario notarial de 1434 y 1445, folios 6 vuelta y 7. Dos escrituras correlativas, fecha 19 de enero de 1434, en que el abad del Monasterio de Poyo se obliga a pagar, respectivamente, 274 maravedíes de moneda vieja a Blanca Soutelo, heredera de Blanca Colón, difunta, mujer que fue de Alfonso Soutelo, y 550 maravedíes de la misma moneda a Juan García, heredero de dicha Alfonso de Soutelo y su mujer Blanca Colón.

Documento n.º 15, año 1428:

Minutario notarial, cuaderno de 17 hojas, folio 2. En 28 de noviembre de 1428, escritura de censo hecho por María Gutiérrez, a favor de la cofradía de «San Juan», de Pontevedra, en presencia de los procuradores y cofrades de la misma, Bartolomé de Colón y Álvaro de Nova.

Documento n.º 16, años 1470 a 1480:

En un cuaderno de cuentas y visitas de la cofradía de marineros llamada de «San Miguel» en Pontevedra, entre los años de 1470 a 1480, figura un Alfonso de Colón pagando el impuesto de viajes de su barco, de Pontevedra al puerto de Aveiro en Portugal.

Documento n.º 17, año 1489:

En 1489, Pedro González, hijo de Bartolomé Colón, otorga testamento en Córdoba. El historiador D. Rafael Ramírez de Arellano, en un estudio referente a D.ª Beatriz Enríquez de Arana, la amante de Colón, publicado en el Boletín de la Real Academia de la Historia en diciembre de 1900, dice: que ese Colón vino a Córdoba en 1425, o tal vez sea el Bartolomé Colón que cita el Sr. de la Riega, y sin duda emigrado de Pontevedra y establecido en Córdoba, dadas las activas relaciones, que en aquellos tiempos, mantenía Pontevedra con Sevilla y otros puertos andaluces.

Los anteriores documentos están redactados en idioma gallego, y el siguiente en romance o castellano de aquella época.

Documento n.º 18, año 1413.

Cédula del Arzobispo de Santiago, Señor de Pontevedra, mandando al Concejo, en 15 de marzo de 1413, que entregue a maese Nicolao Oderigo de Janua 15.000 maravedíes de moneda vieja, blanca en tres dineros.

Así pues, en la provincia de Pontevedra, en Galicia, desde 1428 a 1528, es decir, una generación anterior a la del Almirante y en la que él perteneció, aparece en Pontevedra su famoso apellido unido a nombres propios, de casi todas las personas que formaron su familia: Domingo Colón el Viejo, otro Domingo Colón, Cristóbal Colón, Bartolomé Colón, Juan Colón, Diego Colón, Blanca Colón, esto es, una renovación muy frecuente en todas partes originada por afecto, por respetuoso recuerdo a los antepasados, o por padrinazgo de los parientes inmediatos en la pila del bautismo; y, como si esto no fuera bastante, aparecen juntos los dos apellidos de Colón y Fonterosa en el mandato del pago relativo a servicio especial, todo lo cual constituye, al lado de los demás indicios, la clave de la unión o matrimonio de un Colón con una Fonterosa, de cuyo matrimonio nació el célebre navegante.

En presencia del acuerdo del Concejo de Pontevedra, como afirma el sabio historiador, que en 29 de julio de 1437, manda a pagar 24 maravedíes viejos a Domingo Colón y a Benjamín Fonterosa, nace espontáneamente la reflexión, de que va poca distancia de un matrimonio realizado por personas de ambas familias, a la asociación para negocios o de intereses entre estas últimas; o al contrario, de la asociación al matrimonio, y he aquí el medio más sencillo para explicar el hecho de que el Almirante tuviera por padres a un Colón y a una Fonterosa, dando la clave al misterio de su vida.

Entre los documentos originales, aparece también que en 1512 un Juan de Colón «mareante», nombre que se daba a la gente de mar en aquellos tiempos; y en 1496 -en pleno descubrimiento de América- la heredad «Cristóbal Colón»; y en 1437 resultan asociados para un servicio el Arzobispo de Santiago, Domingo Colón y Benjamín Fonterosa, ¿no podría ser, com observa el Sr. Antón, Marqués de Dosfuentes, que unidos por los negocios estos amigos, enlazaran por un matrimonio sus familias, casándose un hijo de Domingo con una hija de Benjamín, de los que resultarían los Cristóbal y los Diego Colón y Fonterosa? Parece de una lógica inflexible esta deducción y de una eficacia persuasiva y sugestiva.

De los mencionados documentos, resulta que el Domingo de Colón, a quien se refiere, era un modesto comerciante, y si el Almirante fue hijo de él, no sería absurdo suponer que las preocupaciones sociales de aquellos tiempos, fueron motivos bastantes para obligarle a ocultar patria y origen.

El apellido Fonterosa aparece en la provincia de Pontevedra con los nombres Jacob el Viejo, otro Jacob el Benjamín; la madre de Colón se llamaba Susana. «Si el Almirante perteneciese a esta familia, hebrea, sin duda, dice el Dr. La Riega, que así puede deducirse de su nombre bíblico, o por lo menos de cristiano nuevo», no habríamos de disculparle y declararle plenamente justificada su resolución de no revelar tales antecedentes, dado el odio a dicha raza que existía en aquellos tiempos, y dadas las iras que contra ellos se desencadenaron en la segunda mitad del siglo XV en que la raza hebraica estaba expuesta de continuo a toda suerte de atropellos e injusticias, se explica que el Almirante del Océano, tuviese interés en ocultar su cuna gallega y su origen semítico.

Además si Colón se atribuyó la nacionalidad genovesa o italiana, fue también para beneficiarse, al comienzo de su carrera, del prestigio que en aquellos tiempos tenían los navegantes genoveses y portugueses, pues nadie ignora, que al servicio de Castilla han estado portugueses y los célebres marinos italianos Bocanegra, nombrado almirante por Alfonso XI, los Dorias, Lacarias y otros que podríamos citar; además, en aquellos tiempos, según parece, vivían dos famosos marinos italianos de apellido Colombo o Columbus, siendo también un aliciente para su popularidad, y para que la ayuda que podían prestarle los poderes públicos, darse por miembro de una familia de marinos ilustres, y ser hijo de una populosa ciudad.






ArribaAbajoNadie es profeta en su tierra

En los pasados tiempos, lo mismo que en los modernos, la frase o sentencia, Nadie es profeta en su tierra, se ha cumplido; la condición de extranjero, despierta en sus semejantes, más interés, más atracción, más simpatía y más respeto a su persona; aún hoy, muchos hombres de talento, van al extranjero a dar a conocer sus producciones intelectuales, pues allí se les oye, se le atiende, se les respeta, se les hace justicia; díganlo, recientemente, los ingenieros españoles Torres-Quevedo y Balsera que sus inventos fueron admirados en París y Londres y admitidos por la Ciencia, mientras que en España se les calificaba de locos y chiflados.

Si Colón al presentarse en la Corte de Castilla, que residía en Córdoba, con su proyecto, diciendo que era gallego, no le hubiera oído nadie, le hubieran considerado un loco, un visionario, un tonto; porque, dado el erróneo concepto que Castilla y Andalucía, tienen formado del sufrido pueblo gallego, no cabía en la cabeza de ningún español de aquellos tiempos, que un humilde marino gallego, fuera capaz de encontrar el camino de las Indias, a través de desconocidos océanos; además, las ociosas gentes de Andalucía y Castilla, creen por ignorancia supina, que el laborioso y honrado pueblo gallego, es un pueblo de imbéciles y de estúpidos, incapaz de producir nada intelectualmente, error que divulgaron por América.

Por otra parte, el pueblo gallego, era mirado con desprecio por los Reyes Católicos, porque se alzó apoyando la causa de «La Beltraneja», en contra de Isabel de Castilla; y en venganza, le despojaron de sus libertades, le maltrataron y sojuzgaron a Castilla, quedando el antiguo reino de Galicia reducido a la condición de esclava colonia.

Por los motivos expuestos, Colón se decidió a ocultar su cuna y su origen; pues la duda de que era italiano, la alimentaron sus contemporáneos, sus amigos más íntimos, sus compañeros de aventuras y aun sus hijos; pues tal parece, que tanto sus hermanos como sus hijos, obedecieron a una consigna, al ocultar el origen gallego de su padre; siendo cosa muy rara, que los hijos no sepan dónde han nacido sus padres.

Y con respecto a su hermano Bartolomé, no existe la menor duda de que ha nacido en Portugal, y si Bartolomé era portugués, según los historiadores del Descubrimiento, ¿no podría serlo también su hermano Cristóbal? Sí.




ArribaAbajoPrueba indiciaria

El navegante Colón, a las tierras que iba descubriendo, las bautizaba con diferentes nombres; empezando por cumplir con Dios y después con los Reyes y luego con la Patria; dando el nombre de Salvador y Concepción a las dos primeras islas que descubrió, en acción de gracias al cielo; a las siguientes, las de Isabela, Fernandina y Juana como demostración de agradecimiento a la familia real española; después descubre otra en el Mar Caribe a la que bautiza con el nombre de La Española, tributo de recuerdo a la nación que apoyó su colosal empresa; luego da nombres que son recuerdo y admiración a los lugares donde nació y jugó en los primeros años de su infancia.

A otra isla que encuentra delante de la proa de su nave, en el mar antillano, le da el nombre de San Salvador, que es el nombre de la parroquia de San Salvador de Poyo, donde probablemente fue desprendido del claustro materno y recibió las aguas del bautismo el Almirante; y a la isla que sigue, la bautiza con el nombre de Porto Santo, que es el nombre de la ensenada de la parroquia de Santa María, y este nombre fue el segundo con que se bautizó la carabela La Gallega, en el puerto de Palos.

En su segundo viaje, dio el nombre de La Gallega a una de las islas del Mar de las Antillas, nombre, que tal vez, sea un recuerdo a la bendita carabela La Gallega, que fue construida en Pontevedra; y a la isla Quisqueya, la bautizó con el de La Española -hoy Santo Domingo- no ocurriéndosele dar el nombre de La Genovesa, La Portuguesa, La Corsa, La Italiana, La Latina, La Griega, La Castellana, La Andaluza, etc., a ninguna de las tierras que descubría.

En el tercer viaje, al primer promontorio de tierra que divisa le da el raro nombre de La Galea, y el nombre de Galea, se da en Pontevedra a una plaza o espacio comprendido entre varios edificios, cerca del muelle o fondeadero llamado de la Puente. En la escritura o documento n.º 4 se menciona que La Galea, que linda con terrenos de Colón, el Viejo, que ocupaban la puerta y torre de la Galea; era el lugar o sitio donde los marinos extendían sus redes y aparejos y estaba frente a los fondeaderos de las naves; y la huerta que en Pontevedra poseía Juana Colón también linda con la ensenada de San Salvador, llamada o bautizada por Colón, Porto Santo a una de las islas en el mar de las Indias Occidentales. Observará el lector, que Colón no se haya acordado de los actos de su vida de navegante, ni de sus hijos, ni de sus padres, ni de sus parientes, ni de los países en que dicen nació: Génova, Calvi, Saona, Córcega, Italia, Portugal, ni de Córdoba, Huelva, Palos, Azores donde vivió, etc., ni realizó acto alguno que confirme ser de aquellos países; que los nombres dados a las tierras que descubría, coinciden con los lugares y sitios donde nació, frecuentó y pasó los primeros años de su niñez. Estas coincidencias son significativas, sugestivas y persuasivas.

En uno de sus viajes, Colón, dio el nombre de San Miguel a la punta más occidental de la Isla de La Española, o sea Santo Domingo, que viene a ser el nombre de la cofradía de marineros de Pontevedra, que existió de 1470 a 1480; y ni en Génova, ni en Saona, ni en Córcega, ni en Calvi, existía cofradía alguna bajo la advocación de San Miguel.

Colón en otro de sus viajes, dio a la parte más oriental de la Isla de Cuba el nombre de Maisí, que quiere decir, en castellano, es verdad, es cierto; es frase eminentemente galiciana. Hay opiniones, de que la frase emaisí, fue pronunciada por el Almirante, y otros de que fue pronunciada por Sebastián do Campo, piloto gallego, que acompañó a Colón en uno de sus viajes, y fue el primero que bojeó la isla; también se atribuye a Diego de Salcedo, criado de Colón. El cubanismo se creyó en principio, que este vocablo era de cultura indígena, pero por trabajos históricos de autorizados colombistas, se probó que es frase netamente gallega.

En los documentos citados, aparecen los nombres de Domingo, Cristóbal, Bartolomé, Juan, Diego y Blanca, nombres iguales a los de la familia de Colón. Según Colón, su hermana Blanca había muerto, Juan desapareció, quedando solos Cristóbal y Bartolomé, pues Diego, se unió a ellos después que tuvo noticias del Descubrimiento.

La carabela Santa María o La Gallega, fue construida en los famosos astilleros de Pontevedra, siendo la preferida por Colón para Capitana, no obstante ser un buque de carga, ya viejo y de malas condiciones marineras, pues La Niña y La Pinta reunían mejores condiciones, y como dice el bibliófilo García de la Riega, ¿fue casual esta elección o quiso reunir en el nombre de La Gallega los dos recuerdos, el de la nave y el de Galicia, si en ella hubiese nacido?

En las memorias de Colón, los historiadores castellanistas, encontraron algunas frases de sabor o léxico gallego, que no han sabido verter o traducir al castellano; así como en la frase que Colón emplea, al describir el desembarco, en un día ardiente o caluroso de los trópicos, en que el sol penetra en el cuerpo como si fuera un hierro enrojecido dice: el sol tenía espeto, frases que cambiaron por esta otra: el sol tenía ímpetu, ignorando que en Galicia se dice: Ten o sol espeto, cuando los rayos del sol son ardientes; aún se podrían citar otras frases galicianas que también usa Colón en su correspondencia.

Por el documento n.º 18, se ve, que por cédula del Arzobispo de Santiago, Señor de Pontevedra, fechada en 15 de marzo de 1413 y dirigida al Concejo, juez, Alcalde, Jurados y hombres buenos de la villa de Pontevedra, se ordena entregar «recogidos y recabados» 15.000 maravedíes de moneda vieja a Maese Nicolás Oderigo de Génova. Este apellido Oderigo, es el de un íntimo amigo de Colón, que le mereció la confianza de ser depositario en 1502, de las copias de sus títulos, despachos y demás documentos y se llamaba Nicolás Oderigo y había sido embajador o representante de la República de Génova ante los Reyes Católicos; obsérvase que entre ambos Oderigos ha transcurrido casi un siglo y que demuestra que eran dos los individuos del mismo nombre y apellido, uno en 1413, y otro en 1502; esta coincidencia, hace reflexionar, si el primero fue un ascendiente del segundo, que probablemente fuera también navegante o mercader que traficaba en los puertos de Galicia, que cobraba de orden del Arzobispo de Santiago 15.000 maravedíes, o si alguno de sus descendientes hubiera podido ser cónsul o embajador en la República de Génova, o también si los padres de Colón emigraron a Italia y que el Oderigo de Galicia dio para el de Italia alguna recomendación del Arzobispo de Santiago. La historia de este personaje no está aún bien aclarada.

De la prueba indiciaria se desprende, que por los años 1444 al 1550 los padres de Colón emigraron a Génova, pues nadie ignora que Galicia ha sostenido siempre, aún hoy, activo comercio de salazón o de sardina con Génova y Nápoles y llevaron recomendaciones para el Arzobispo de Pisa, que había sido clérigo o cura de la iglesia de Santa María la Grande de Pontevedra, y cobraba un quiñón de sardina de los mareantes de la villa; como Colón dominaba el latín, se colige o se deduce que hizo los estudios en Pontevedra con el clérigo, que después fue Arzobispo de Pisa y que éste le llevó a Italia, o fue con sus padres recomendado por el Arzobispo de Santiago a algún Olderigo; o también puede inducirse que los padres de Colón, hubieran emigrado a Italia, huyendo a las persecuciones contra los judíos.

Lo que no ofrece duda alguna, por estar demasiado conocido, que otro ilustre hijo de Galicia, fue el más eficaz protector de Colón para que éste realizara su gigantesca empresa, fray Diego de Deza, consejero de los Reyes Católicos, maestro del príncipe D. Juan, obispo de Pobucia y, más tarde, arzobispo de Sevilla; fue el principal causante del descubrimiento de las Indias, según la categórica manifestación del almirante Colón, en las cartas dirigidas a su hijo Diego; y esta misma coincidencia, de ser gallego aquel famoso prelado, es otro indicio favorable para afirmar de que Colón era gallego y no italiano, como el vulgo y muchos eruditos creen.

El obispo de Tuy, D. Diego de Avellaneda, en una pastoral de la fecha del Descubrimiento, ensalza el mérito de Galicia y hace mención de que el marino Cristóbal Colón era nativo del reino gallego. Esta pastoral nos demuestra, que en Galicia, se creía que el Colón que acababa de descubrir la América, era de la familia de los Colones de Pontevedra, por más que el rumor público, decía que era extranjero.

Por otra parte el descubrimiento del Nuevo Mundo, no causa entusiasmo, no despierta interés alguno en Génova; ni en el Gobierno ni en las autoridades, ni en el pueblo, ni en las ciudades italianas, ni en los que se decían sus parientes; ni tampoco durante su popularidad, se vio que existiera pariente alguno de Colón, el más famoso de los almirantes de aquellos tiempos; siendo este silencio, otro indicio de que Colón no era italiano.

Genealogía de la Casa de Colón: Dice el historiador La Riega: «Como si la Providencia o el acaso, hubiesen querido que se cumpliese la fórmula hipócrita de la escritura de fundación del mayorazgo de Colón, de poner en Génova persona de su linaje con Casa, Estado, aparece en Pontevedra en el siglo XVII, con Casa, Estado, Rentas y Patronazgo de una Capilla, Nuestra Sra. del Buen Suceso en el Convento de San Francisco, una señora llamada D.ª Catalina Colón y Portugal». Debía esta señora pertenecer a la familia del Almirante de las Indias, indudablemente.

En efecto; el tercer almirante D. Luis Colón, hijo de don Diego, segundo almirante y nieto del supuesto genovés, muere en 1571 siendo el último de su apellido.

El cuarto almirante es D. Nuño, llamado Colón de Portugal, pero cuyo verdadero apellido es el segundo, como hijo de D. Álvaro de Portugal y Colón, conde de Gelves, nieto de D.ª Isabel Colón, hermana de D. Luis, tercer almirante, continuando llamándose los descendientes de Colón, Colón de Portugal, durante las generaciones sucesivas hasta que este apellido se pierde de nuevo en el décimo almirante D. Carlos Fitz-James Stuart y Colón de Portugal hijo de doña Catalina Colón de Portugal, duquesa de Veragua, noveno almirante.

Hijo del precedente fue el onceno almirante, D. Jacob Fitz-James Stuart Colón de Portugal, después del cual pasa la casa, por pleito, en virtud del mejor derecho, como descendiente por otra rama de Cristóbal Colón, a D. Mariano de Larreategui, el cual tomó el apellido Colón, duodécimo almirante en 1790, que es la actual.

Singular coincidencia es la de residir en Pontevedra en el siglo XVI una rama de la familia de Cristóbal Colón no siendo D.ª Catalina Colón de Portugal la única de ella, pues que en su obra La Gallega entre los hijos ilustres de Pontevedra, cita el Sr. La Riega a Miguel Enrique Colón de Portugal, alcalde mayor de Méjico, aproximadamente en la misma época.




ArribaAbajoMás prueba indiciaria

Respecto a la vida de Colón, antes de su venida a España hacia el año 1486, muy poco o nada se sabe; la oscuridad es grande, y las diligencias más exquisitas de los escritores, no han podido disipar hasta ahora, del todo, las tinieblas que la envuelven; ni biógrafos, ni cronistas que le acompañaron en sus viajes, ni sus íntimos amigos, ni su mujer, ni sus hijos, pudieron responder, a ciencia cierta, sobre la cuna de su padre, lo cual viene a corroborar la afirmación de su hijo Fernando en la «Vida del Almirante», que dice: que su padre quiso hacer desconocido e incierto su origen y patria.

En cuanto a su otro hijo Diego, puede afirmarse; que no es de su matrimonio de Portugal, pues no se explica el por qué de ignorar, cuándo se casó su madre, el lugar donde fue enterrada, que ni él ni su padre le costearon una humilde sepultura, habiendo disfrutado de tantas riquezas, placeres y honores, ni se acordaron de llevarla a Santo Domingo, ni dedicarla sufragios a su alma, ni siquiera la han mencionado para nada en ninguno de sus escritos.

También se halla entre sombras la vida de Colón en Portugal y en las Azores, y lo mismo su viaje a Huelva, que da lugar a grandes reflexiones, pues en vez de hospedarse en la casa de los esposos Muliarte, que se decían cuñados de Colón, se fue a refugiar al Convento de La Rábida. Uno de los Muliarte acompañó a Colón en uno de sus viajes a Las Indias, observando los cronistas que sus relaciones eran muy respetuosas y ceremoniosas, que demostraban que no había tal parentesco.

En la vida del ínclito Colón, se observan cuatro situaciones o condiciones de nacionalidad, que son: gallego antes de trasladarse a Génova; italiano, al darse cuenta de la importancia de los marinos genoveses; español, al venir a Lisboa, centro de los descubrimientos; italiano en España, al convencerse de su conveniencia.

Respecto al nacimiento de Colón, hemos consultado doce autores colombistas, que son otras tantas opiniones o fechas fijando un nacimiento, y de esas doce fechas las que más se aproximan a la verdad, son dos: la del historiador Washington Irving, que cree que Colón nació en 1434 a 1486; y el bachiller Bernal, cura de los Palacios, gran amigo de Colón que fue su huésped y depositario de todos sus papeles, dice: «que Colón murió en 1506, y que tenía al morir, a lo sumo de 68 a 70 años.»

Los argumentos que aducen para decir que el Almirante del Océano era italiano son: 1.º, que al constituirse su mayorazgo en 1498, dijo, que había nacido en Génova. 2.º, que al decir Colón que era genovés, creyeron que estaba enlazado con la familia de los Domenicos Colombo, famosos marinos italianos. 3º., por la demanda establecida en Saona en 1501 contra los hermanos Colón, para el cobro de 25 libras de una casa comprada en Legino por uno de los Colombos de Italia. 4.º, por otra demanda formulada por Miguel Cuneo, que según los colombistas, acompañó a Colón en su segundo viaje, y que dice que Colón le hizo donación de una isla «La Saonesa». Todos estos argumentos han sido desechados por inadmisibles por la crítica histórica.

Al constituirse en 1498 la fundación del mayorazgo, fueron llamados sus dos hijos Diego y Fernando, nacidos, el primero en Lisboa, y el segundo en Córdoba; y en defecto de estos, los dos hermanos de Colón, Bartolomé y Diego; siendo Bartolomé de edad avanzada, y Diego quería entrar en el sacerdocio, según declara el Almirante, no teniendo sucesión ninguno de los dos; así pues, el mayorazgo tenía grandes probabilidades de extinguirse, y en previsión de ello, el astuto Colón, no teniendo sucesión, declara heredero en defecto de sus hijos y hermanos el pariente más cercano que estuviera en cualquier parte del mundo.

A los ochenta años de la fundación del mayorazgo, se extingue la línea masculina de la Casa del Almirante, presentándose dos supuestos parientes de apellido Colombo, uno de Cucaro y otro de Cuqureo, poniendo pleito a la Casa de Colón, no logrando ninguno de ellos probar su parentesco, siendo desestimadas las dos citadas demandas. De los Colombo de Génova, cuyo apellido había usado Colón, algún tiempo, no se presentó ninguno, lo cual prueba que no tenían parentesco alguno con la familia del Almirante, y que la nacionalidad genovesa que Colón se atribuía era falsa.

Los historiadores de los tiempos colombinos, ninguno justifica la verdadera cuna del Almirante, ni los mismos italianos, interesados en este asunto más que los españoles, pues todos tomaron como punto de partida, las manifestaciones de Colón, que había nacido en Génova. Los autorizados historiadores italianos Gallo y el obispo Agustín Giustiniani, que conocieron a Colón, nada aclaran en este asunto, toman los datos de los cronistas españoles, limitándose a decir: que Bartolomé había nacido en la Lusitania y Cristóbal en Génova, que eran de padres pobres y humildes, -¿si Bartolomé, Juan, Diego y Blanca nacieron en Portugal, no pudo haber nacido también, su hermano Cristóbal? Sí.

Angelo Trivigiano, que conoció mucho a Colón, dice en 1514: «según se cree, Cristóbal Colombo, genovés, hombre robusto y de alta estatura, color rojo, de grande ingenio y cara larga». Alejandro Geraldino, el segundo obispo de Santo Domingo, y que reposa en la Capilla del Cristo, dice en su obra: «Itinerarium ad regiones sub aequinocliale», terminada en Santo Domingo en el 1552: «C. Colón era italiano, según decían, y de la ciudad ligur de Génova. Andrés Bernaldez, cura de la villa de los Palacios, en su Historia de los Reyes Católicos, expresa que le dijo era natural de la provincia de Génova». Pedro Mártir de Anglería dice en sus Décadas «que Colón era varón ligur; ligur en otra parte; y genovés en otra». Gonzalo Fernández de Oviedo, Abad de Valdés y cronista del descubrimiento, dice así: «Cripstobal Colom, según yo he sabido de hombres de su nación, fue natural de la provincia de Liguria, que es en Italia, en la cual cae la cibdad e señoría de Génova: unos dicen que de Saona, e otros que de un pequeño lugar o villaje, dicho Nervi, que es a la parte del levante y en la costa de la mar, a dos leguas de la misma cibdad de Génova; y por más cierto se tiene que fue natural de un lugar dicho Cugureo, cerca de la misma cibdad de Génova». Francisco González, tesorero de los Reyes Católicos, en Sevilla, dice en una parte de sus cuentas, de fecha 5 de mayo de 1487: «En dicho día di a Cristóbal Colón, extranjero, tres mil maravedíes, que está aquí haciendo algunas cosas cumplideras al servicio de Sus Altezas»; y en la información para el Expediente de Pruebas de Nobleza de Diego Colón, los testigos que declaran y entre ellos Pedro de Arana, hermano de Beatriz Enríquez, amante de Colón, lo hacen por oídas o referencias, de que era de la cibdad de Génova.

De manera, que, ningún historiador, ni cronista, ni persona alguna que haya intervenido o tomado parte en los hechos, por Colón realizados, afirma ni prueba documentalmente, la verdadera patria de Colón, pues, para afirmar, es necesario ver, como dice Santo Tomás. Los dichos o pruebas de referencia son inadmisibles, para probar la nacionalidad o patria de una persona; la prueba ha de ser documental, los juicios o razonamientos fundados y las afirmaciones justificadas.

Los documentos que presentan las ciudades italianas para reclamar la cuna del Virrey de las Indias, todos, todos han sido desechados por falta de autenticidad por ser los unos simulados y los otros mixtificados; siendo declarados todos apócrifos, por haberse empleado medios nada escrupulosos, para probar que Colón había nacido en tal o cual ciudad italiana, al extremo de recurrirse a falsedades notariales y preparación de documentos históricos, traducción de apellidos y argumentos fútiles, sofísticos y risibles, que no resisten el más simple argumento de la razón y del sentido común. Algunos de esos papeles, que llaman documentos, han sido ridiculizados y puestos en solfa, por autorizados historiadores ingleses, alemanes y americanos, como: Harrisse, Vignaud y Mahein, por exponerse algunos de ellos, en el Archivo Municipal de Génova al lado del violín de Paganini.

Opiniones autorizadas: Entre los historiadores que más se han distinguido, en estudiar concienzudamente, la historia del Descubrimiento del Nuevo Mundo, figuran los eruditos y críticos norteamericanos Enrique Harrisse y E. Vignaud, que de una manera imparcial, serena y juiciosa, se han dedicado a estudiar durante muchos años la personalidad del Almirante. E. Vignaud que fue treinta años secretario de la Embajada de los Estados Unidos en París, ha dedicado todo este tiempo, al estudio de Colón; y en su última obra que acaba de publicar, en tres voluminosos tomos, sobre la «Vida del Almirante», obra premiada por el Instituto de Francia, dice: «que al Descubridor de América, no era de familia noble, que era de familia humilde y que avergonzado de ello, se hacía pasar de descendiente de notables navegantes, que no tenía parentesco alguno con los marinos de apellido Colombo de Italia y que no había nacido en Génova.

Que Behain, que confesó las mismas ideas, sobre nuevas tierras hacia Oriente y publicó éstas en el año 1491, y tal vez antes ya; que tanto Behain como Colón habían encontrado los elementos esenciales de su teoría cosmográfica en obras: "Image Mundi" a "Historia rerum", así como en la famosa relación de Marco Polo;

Que los documentos atribuidos a Toscanelli, en nada influyeran en las ideas y decisiones de Colón ni de Behain, y que de todos modos no fueron publicados sino a mediados del siglo XVI, y probablemente, con la intención de apoyar la versión de que Colón había emprendido su viaje a fin de buscar el camino de la India, y que la correspondencia entre ambos era apócrifa y que Toscanelli y todos los hombres eminentes de aquella época, tenían a Colón por español o lusitano.

El verdadero mérito de Colón -dice Vignaud- merced al cual cabe considerarle como uno de los seres más grandes de la humanidad, es el de haber sabido sacar una deducción acertada de indicaciones vagas, y hasta en parte del todo erróneas, y de haberse empeñado en encontrar tierra en la dirección donde realmente descubrió América».

El crítico Henry Harrisse en su obra titulada Christophe Colomb, son origine sa vie, demuestra que Colón no ha nacido en Génova ni en Saona, y que Colón no tenía parentesco con los Colombo o Columbo de Italia. Estos testimonios vienen a justificar el descubrimiento de García de la Riega.

¿A qué citar más autores? La prueba documental que al mundo civilizado, presenta el sabio historiador y polígrafo García de la Riega, justifica plenamente, que Colón no era italiano y sí, gallego.

Desde Colón hasta nuestros días, ningún historiador ha probado nada, respecto a la verdadera patria del Almirante; lo que hicieron algunos cronistas españoles e italianos, fue proyectar sombras, haciendo más oscura la cuna de Colón. El único historiador que prueba, que ha investigado y que justifica que Colón no es italiano, es el ilustre historiógrafo Celso García de la Riega, pues los demás fundan sus argumentos, en conjeturas, suposiciones e hipótesis.

Las probanzas justificativas, que presenta tal erudito Dr. de la Riega, aclaran la oscuridad y dan potentosos focos de luz respecto a la cuna, juventud y vida de Colón hasta 1486, que aparece en la Corte de Castilla; demostrando plenamente que Colón nació en Pontevedra, que allí pasó sus primeros años juveniles, que recibió la primera enseñanza, que estudió humanidades con el cura de la parroquia de la iglesia de Santa María la Grande y que después pasó a Italia en compañía del cura de esta parroquia, que fue nombrado Arzobispo de Pisa, adquiriendo en Italia, conocimientos generales de las ciencias y principalmente de la náutica a cuyos estudios era aficionado.




ArribaAbajoOrigen semítico de Colón


ArribaAbajoSus obras y escritos

El origen semítico de Colón, hay que estudiarlo en su tipo físico, en su temperamento y en sus escritos: sus obras están en correcto castellano, de aquellos tiempos, que demuestran que Colón, no sólo conocía el idioma español, si que también el latín, y que su cultura era general; en el estilo se ve la personalidad propia del escritor, al que acompaña, como la sombra sigue al cuerpo, siendo la sintaxis entrecortada, formada de pequeñas oraciones y párrafos con interjecciones y admiraciones; su estilo entrecortado, su especial fraseología, la descripción fantástica que hace de los paisajes de la naturaleza, y de la isla Evangelista que llamó a la isla de Pinos, las metáforas que emplea, no son propias de la literatura de su raza; la pintura que hace de las cosas, los relatos de sus viajes a los Reyes Católicos, sus invocaciones al Cielo de nombres bíblicos, como Israel, David, Jerusalem, Judá, el Rey de Israel, el Egipto y en su Libro de las Profecías, se ve la influencia bíblica y su origen semita, del que no ha podido sustraerse, siendo sus obras monumentos de selecta literatura impropia de aquellos tiempos.




ArribaAbajoSu físico y temperamento

En cuanto a su físico y a su temperamento, oigamos a eminentes historiadores y sociólogos, unos grandes amigos y compañeros de Colón, y otros contemporáneos o de la época actual de la investigación y crítica histórica. Dice el padre Las Casas, su gran amigo y protector: «Colón era de cara larga y no llena ni enjuta, la nariz aguileña, los ojos grises y vivos, pecoso y algo colorado de pómulos salientes de venerable aspecto, siendo sobrio y moderado en el comer, beber, vestir y calzar.»

El historiador López Gomara, que lo conoció, en su «Historia de las Indias», dice: «Colón era de buena estatura y membrudo, cariluengo, bermejo, pecoso, enojadizo, crudo, disimulado y sufrido en los trabajos».

El cronista Herrera, dice: «Colón era de franca y varonil fisonomía, alto de cuerpo, de rostro luengo y autorizado, la nariz aguileña, los ojos garzos, la color blanca que tiraba a rojo encendido, la barba y cabello cano.»

El enciclopedista y sabio alemán Humboldt, en su obra «Colón y el Descubrimiento de América», dice: «Colón estaba caracterizado por una gran penetración y sagacidad extraordinaria, haciéndose cargo de los fenómenos del mundo exterior con una rapidez extraordinaria, combinando los hechos y generalizándolos, penetrando a veces en los secretos del mundo físico.»

El catedrático, historiador y sociólogo Sales y Ferré, en su obra «El Descubrimiento de América según las últimas investigaciones», dice: «Colón era de pronta y fina facultad de percibir, su facilidad de comprender y de sintetizar, el vigor y la frescura de su fantasía, la fecundidad y alto vuelo de su intuición, la elocuencia de su palabra, la energía y firmeza de su voluntad, su piedad misma que con frecuencia lo elevaba a las cumbres de la iluminación.»

El eminente orador e historiador Emilio Castelar, en su obra El Descubrimiento de América, dice: «Colón era avaro, interesado, porfiado y pleiteante como un litigante, impenitente, por sus privilegios, dignidades, mayorazgos, lucros, participaciones, cargas de justicia, juros, rentas, mercedes, como cualquier vulgar».

En las pinturas o descripción que hacen las autoridades históricas, que acabamos de citar, del tipo físico y temperante de Colón, se delinean los rasgos de su personalidad, se ve la ley atávica o de herencia de la familia del grande hombre, observándose todos los defectos de la raza judaica, que demuestran plenamente su origen semítico.

Los antiguos retratos de Colón, que hemos visto en algunas de las bibliotecas de naciones de Hispanoamérica, convienen con la descripción o pinturas que se hacen de su físico; acusan claramente su tipo semítico, y lo mismo los de sus descendientes.

Durante su estancia en Córdoba, visitó a muchas familias judías y tuvo gran amistad con el médico de apellido Levi y el comerciante Bocher y también con el hebreo aragonés Santángel, que fue el que facilitó el dinero necesario para organizar las carabelas y emprender el viaje.

Por otra parte, en 1489, en unos autos de fe celebrados en Tarragona, figuran entre los condenados un Andrés Colón, su mujer y su suegra, como convictos del delito de haber observado los ritos, creencias y fiestas de los judíos; y de aquí la duda, si también del lado paterno como del materno, Colón procedía de una familia hebrea.

Así pues, nada de extraño tiene que Colón, después de haber navegado por todos los mares conocidos y siendo o aparentando ser un creyente cristiano, solicitase ayuda para su empresa de soberanos católicos, habiendo encontrado amparo en frailes españoles y protección en una reina católica, y puesto su porvenir bajo la bendición del Papa, había de tener mucho interés en ocultar su origen materno.

Su madre doña Susana Fonterosa de familia hebrea; los nombres de Jacob, Benjamín, etc., de sus ascendientes lo demuestran claramente; y en aquellos tiempos las familias de origen israelita eran miradas con menosprecio, y en los pueblos católicos, aun hoy, se ve algo en la pornográfica Francia y en la cismática y despótica Rusia.




ArribaAbajoSu idioma y escritura

Todos los historiadores están conformes, después de observar atentamente, que Colón no ha escrito un solo documento en italiano, ni en dialecto genovés; y que no tan sólo sus obras, si que también sus papeles íntimos, memorias, autógrafos, cartas particulares, instrucciones, apuntes, notas marginales y notas recordatorias, y hasta la correspondencia con los personajes de Italia y su carta a la República de Génova y también la sostenida con el embajador de Génova, está toda escrita en castellano, y como él decía en su correspondencia a los Reyes Católicos en nuestro romance: ¿qué quiere decir esto?, que no era italiano.

Nadie ignora, que el idioma patrio, que es el que se aprende en la infancia, no se olvida nunca, porque es el idioma que balbuceamos en la cuna, en que reímos y lloramos, en que nuestra madre nos acaricia y besa, perdura en nuestro oído hasta la tumba, Colón según sus biógrafos coetáneos al Descubrimiento, desde que apareció en Castilla, hablaba correctamente los idiomas castellano y latino, no demostrando en su acento que fuera extranjero, lo que no se explica si fuera italiano o portugués, corso o genovés.






ArribaAbajoCiudades que disputan la cuna de Colón

Con la cuna y tumba de Colón, sucedió lo que no ha sucedido con la de ningún grande hombre, en ningún tiempo, pues salvo alguna excepción -por la pérdida y destrucción de documentos- se conoce la de todos, y aún la de los del mundo antiguo; tampoco ninguna ha sido tan discutida, sin duda, por el honor y gloria de haber descubierto un Nuevo Mundo. Su verdadera patria ha sido un enigma y su tumba fue un misterio; su cuna la reclaman varias ciudades, y su tumba dos naciones.

Las nebulosidades que envolvían la verdadera cuna de Colón, revelador de un mundo ignoto, dieron lugar a que muchas ciudades, se disputaran o reclamaran los honores y la gloria de ser su cuna, siendo la primera que con más tesón reclama dicho privilegio, la ciudad de Génova; después Saona, Cogoleto, Oneglia, Boggiaco, Pradella, Timate y Terrarosa.

La ciudad de Calvi, en Córcega, hoy posesión francesa, antes española y después italiana, ha reclamado en el último cuarto del pasado siglo, la gloria de ser la cuna del atrevido navegante; fue debido a laboriosas investigaciones históricas llevadas a cabo por el Pbro. Martín Casanova, siendo las pruebas que presenta ficticias e inductivas, basadas en testimonios de traducción histórica y por tanto inadmisibles.

En Italia, hay tres ciudades o poblaciones, donde existen edificios o casas que ostentan en su fachada o frontispicio, mármoles y bronces con inscripciones grabadas para anunciar al mundo, que allí nació Cristóbal Colón, que son: Génova, Saonia y Cogoleto. La ciudad de Calvi, en Córcega celebró con grandes fiestas, en 1492, el centenario del descubrimiento de América, colocándose una lápida anunciando urbe et orbi, que allí había nacido el nauta Cristóbal Colón. La ciudad de Pontevedra, debe con mejores títulos que ninguna otra, colocar en su plaza provincial un bronce o mármol en igual sentido.

Los pueblos de Italia, están celosos de que Pontevedra sea la cuna del argonauta Colón, y lo mismo sus aliados los hispanófobos, americanizantes y sajonizantes que por insania a la nación descubridora y colonizadora, están revolviendo mar y tierra, para oponer argumentos que prueben lo contrario.




ArribaAbajoLa tumba de Colón

Desde los primeros días del descubrimiento, la isla Española su capital Santo Domingo, fue considerada como solar del dominio de España en el Nuevo Mundo y el gobernador de la isla de Cuba, ejercía el mando como teniente del Almirante de las Indias y estaba bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo su Tribunal de Apelación en los asuntos de esta parte de América hasta 1581, que se estableciera los capitanes generales.

Por virtud del Tratado de Basilea en 22 de julio de 1795, se convino que España cedería a Francia, la parte que aún conservaba en la isla de Santo Domingo; y en su virtud se ordenó el traslado de la Audiencia y archivos de Santo Domingo que estaban repletos de datos referentes al descubrimiento a Puerto Príncipe, y los restos de Colón a La Habana, que fueron sacados de la catedral de Santo Domingo donde yacían, los cuales fueron conducidos a La Habana en 20 de diciembre de 1795, en la fragata Descubridor, al mando del jefe general de la escuadra D. Gabriel de Ariztizábal, cuyos restos se les dio sepultura en la catedral de La Habana, hasta 1898 que cesó la soberanía española, que fueron trasladados a Sevilla.

Su traslado de Santo Domingo, se hizo con todas las solemnidades y pompa que el caso requería; era arzobispo de Santo Domingo, fray Fernando Portillo; gobernador general de la isla, el general Joaquín García; G. Saviñon, regidor de aquel Ayuntamiento y ciudad; habiendo asistido todas las autoridades y dignidades de la isla, y una representación del Duque de Veragua, compuesta de los Sres. J. B. Oyarzábal y D. A. de Lecanda.

Los restos del Almirante, descansaron hasta 1898 en el féretro anterior, que llevan en hombros cuatro reyes que representan a Castilla, León, Aragón y Navarra, ante el altar mayor de la catedral de La Habana, para dar reposo a los huesos que peregrinaron durante algún tiempo.

Los dominicanos, pretenden que los restos del Descubridor, se hallan en la catedral de Santo Domingo, lo cual es incierto, según puede justificarse por el luminoso informe que sobre los restos de Colón, publicó la Academia de la Historia en 1879; fue debido a la superchería o fraude piadoso del obispo italiano Roque Cochia, el canónigo Bellini, y el dominicano Emilio Tejera, que en 1877, por el hallazgo de una urna con restos colombinos, anunciaron urbe et orbi de que eran los del Descubridor.

Los restos encontrados, eran de D. Cristóbal Colón, hijo del segundo almirante D. Diego, hermano del tercer almirante D. Luis y nieto del Descubridor, pues era hijo de D.ª María de Toledo, sobrina del Duque de Alba, no habiendo llegado a ser almirante por haber muerto en vida de su hermano D. Luis Colón, que era el verdadero almirante.

Después que la Academia de la Historia de España y la Real Academia de la Lengua Gallega, hayan dictado su fallo, respecto a la nacionalidad gallega de Colón, los restos de este, que descansan en Sevilla, deben ser trasladados a la iglesia de Santa María la Grande de Pontevedra.




ArribaAbajoLa carabela «La Gallega» o «Santa María»


ArribaAbajoParte que tomó en el Descubrimiento de las Indias

Ningún marino gallego, ignora, que los célebres astilleros de construcciones navales de Galicia, en la provincia de Pontevedra, eran en el siglo XV, en donde se construían los mejores buques de España; en estos astilleros se hacían y reparaban buques de toda clase, siendo ordenada su construcción por el gran arzobispo Gelmírez, que mandó traer de Flandes, todo el personal necesario para su establecimiento, y fueron organizados por otro prelado, no menos ilustre, llamado Rodrigo de Luna; aquellos astilleros gozaban de ciertos privilegios concedidos por los monarcas Alfonso IX, Alfonso X y Alfonso XI, y en ellos se construyó la escuadra, para la toma de Sevilla por Fernando III el Santo, cuya escuadra iba mandada por el almirante gallego José Tenorio.

La importancia comercial y marítima de Pontevedra en el siglo XV, puede apreciarse, si se tiene en cuenta, que era el centro de la contratación de barcos, para la conducción de mercancías a los puertos de Flandes y de Levante; que los mareantes o gente de mar se hallaban asociados por cofradías, bajo la advocación de santos; que los gremios se hallaban establecidos para los diferentes oficios; y que existía el Código de Mareantes, que era una compilación de los usos y costumbres de mar, mandado hacer por el arzobispo de Santiago, D. Juan de Arias.

Ya firmadas las interesadas capitulaciones, el galiciano Colón, salió para Palos de Moguer, con el objeto de organizar la expedición que había de dirigirse en busca de nuevas tierras, quien puesto de acuerdo con los hermanos Pinzón, equiparon tres naves o carabelas que fueron: La Santa María o La Gallega, La Pinta y La Niña, las que abandonaron la playa de Palos, después de haber sido bendecidas por el guardián de la Rábida, el viernes 3 d agosto de 1492 al amanecer, con rumbo hacia las Canarias.

Las carabelas La Niña y La Pinta eran de Palos, las que iban mandadas por los marinos andaluces hermanos Pinzón, La Santa María o La Gallega, que fue escogida para capitana, iba al mando del nauta gallego Colón, jefe de la expedición; este barco había sido construido en Pontevedra, país ubérrimo en marinos ilustres; y después de algunos incidentes durante el viaje, el piloto Sarmiento, vigía de La Pinta, dio al amanecer del 12 de octubre la voz de ¡terra!... a lo que contestaron los alegres tripulantes, ¡terra!... y desde la cubierta de la capitana gritaron ¡emaisi! que en el idioma de Castilla, quiere decir, es verdad, es cierto.

Algún cronicón andaluz, puso en duda la construcción de la carabela La Gallega en los astilleros de Pontevedra, y otros escritores castellanos, han tratado de ocultar o de oscurecer la parte que a Galicia le corresponde en el descubrimiento de América, por lo que, vamos a decir algo respecto a la nave capitana de Colón.

El ilustre historiador Dr. La Riega, descubridor de la cuna de Colón, prueba con documentos auténticos, de una manera que no da lugar a la menor duda, que la carabela La Gallega fue construida en los astilleros de Pontevedra, y estaba destinada al transporte de mercancías para los puertos del Mediterráneo; que al tratarse de la empresa para el descubrimiento de las Indias, fue escogida por Colón, estando entonces comandada por el piloto cántabro Juan de la Cosa, que acompañó a Colón en el descubrimiento, justificando su afirmación con un documento o contrato de fletamento, otorgado ante notario en Pontevedra, tres años antes del descubrimiento, o sea en 5 de julio de 1489, entre un mercader de Aveiro, puerto de Portugal, en cuyo contrato aparecen como testigos un tal Foronda y otro señor García Ruiz, que luego figuraron en la relación de tripulantes de la Santa María o La Gallega. Estos valiosos documentos, obran en el archivo de la Real Sociedad Arqueológica de Pontevedra, bajo la alta inspección y custodia del Dr. La Riega.

Coincidiendo con los documentos hallados, están las opiniones de los marinos-historiadores Alcalá-Galiano, Saralegui, Topete y otros, que en sus obras, sobre la marina española de aquellos tiempos, dicen: «que el primer nombre que tuvo la nao capitana de Colón fue La Gallega por haber sido construida en Galicia, que generalmente los buques tenían dos nombres, el vulgar, que podía ser el del lugar de la construcción o de la familia, y el que se le daba con todas las solemnidades del caso, o sea bautizándolas» esta opinión viene robustecida por la afirmación del eminente Castelar que dice: que la nao «La Gallega» fue rebautizada en el puerto de Palos con el nombre Santa María.

El cronista del descubrimiento, Gonzalo Fernández de Oviedo, amigo de Colón, fiel narrador de todos aquellos hechos históricos, que sirvieron de fuente principal y en donde han bebido todos los historiadores que del descubrimiento se ocuparon, dice: «La Capitana era La Gallega, que había sido un buque de carga destinado al transporte de mercancías. Se llamó La Gallega, dedicada a Santa María, y nombre que se repite muchas veces». De que era un barco viejo, lo demuestra el hecho de que al embarrancar en uno de los cayos de la costa de la isla «La Española», se abrió en dos mitades, perdiéndose totalmente.

El sabio benedictino P. Sarmiento, después de concienzudos estudios e investigaciones históricas, dice: «La nao La Gallega se construyó en Pontevedra, y fue dedicada a Santa María la Grande, parroquia de todos los marineros de aquellos lugares». Siendo de la misma opinión el ilustre historiador Sr. Murguía.

Por otra parte, Colón dio a una isla del mar Caribe el nombre de La Gallega, como recuerdo del barco en que descubrió el Nuevo Mundo: y como dice el Dr. La Riega, aquel nombre no fue dado caprichosamente, sino conscientemente.

La tripulación de las carabelas la formaban entre otros los gallegos siguientes: Sarmiento, piloto de La Pinta, García Ruiz, Pedrede, Foronda, que aparecen en el contrato de fletamento de La Gallega por un mercader de Aveiro, y Juan de Sevilla, Diego de Salcedo y otros marineros; pues nada de particular tiene, si se tiene en cuenta, que los gallegos cuando emigran a Andalucía, no dicen que son gallegos, sino andaluces, pues de lo contrario son mal mirados por aquel pueblo ocioso. (Memorias del Coronel Otero).

Así pues, por el contrato de fletamento otorgado en 1489, tres años antes del descubrimiento; las noticias que facilitan los cronistas e historiadores coetáneos al descubrimiento; la autorizada opinión de los eruditos; y, los datos referentes a los marinos gallegos que acompañaron a Colón, como el piloto Sarmiento, García Ruiz, Juan Sevilla Pedride, Diego de Salcedo Docampo y otros, podemos afirmar, gritando urbe et orbi, que la nave capitana de Colón La Santa María o La Gallega fue construida en Pontevedra.

De manera, que no fue un genovés, italiano o corso quien sobre navío español, según diciendo se venía, descubrió el Nuevo Mundo, fue un gallego pontevedrés, navegando en la nave La Gallega como primeramente se llamaba la carabela Santa María, en los astilleros de Pontevedra, construida, quien llevó a cabo la realización de tan gigantesca empresa.

Como se ve, son tantos los testimonios de prueba documental e indiciaria, que se presentan para probar la patria o cuna gallega del Almirante del Océano y Virrey de las Indias; son tantos los indicios, lógicamente enlazados entre sí, que parecen verdades comprobadas, por hallarse fundadas en tradiciones históricas y coincidencias, expuestas de una manera clara y concreta que convencen al mundo entero, de que Colón nació en Galicia; los poderosos argumentos que aduce el Dr. La Riega, para probar la tesis gallega sobre la cuna del insigne navegante, haciéndola accesible a las más refractarias inteligencias; la lógica y serena refutación que hace de los argumentos de los contrarios que reclaman la nacionalidad de Colón; y la hábil y contundente contestación que da a los italianistas, iberófalos y deshispanizantes, interesados en oscurecer la cuna del descubridor, han preparado la opinión mundial hacia la verdadera cuna del más cristiano de los navegantes.






ArribaAbajoLa opinión mundial

Con motivo de las investigaciones y especiales estudios hechos por el sabio historiador Dr. García de la Riega, para averiguar la cuna y el origen semítico de Colón, las asociaciones, centros y clubs israelitas de Europa y América, acogieron con entusiasmo la noticia, la que circuló por todo el mundo, a semejanza de una corriente eléctrica, entre los descendientes de Israel, por el planeta dispersos; convocándose al efecto una reunión en Londres, a la que asistieron muchos sabinos y personajes semitas, en cuya reunión se acordó considerar a Colón como una gloria de la familia hebraica; dándose asimismo, una conferencia sobre el descubrimiento de la verdadera patria del revelador del Nuevo Mundo, en la que disertaron Mrs. Martin Hume, Ellis, Kelly, Van Sneider y otros historiadores y literatos ingleses.

La Asociación Colombina de América, ha tomado parte activa en este glorioso asunto: en New York la institución «Hispano Society of America», que preside Mr. Huntington, y el Club Ibero-Americano que preside el iberista Sr. Arístides Martínez, del que es secretario el hispanófilo Mr. R. Trapote, han acordado dirigir mensajes de felicitación al descubridor de la cuna de Colón.

En Buenos Aires los periódicos La Prensa y La Nación, han publicado artículos sobre la verdadera patria de Colón y han enviado a Pontevedra corresponsales para sacar fotografías de los documentos exhumados por el Dr. Celso de la Riega. La escritora Eva Canel, ha dado varias conferencias en el Centro Gallego de Buenos Aires, y ha publicado un folleto afirmando el precioso hallazgo de los documentos que prueban que Colón era gallego.

En los Estados del Río de la Plata se ha iniciado una suscripción popular para levantar en Pontevedra, un monumento al inmortal descubridor del Nuevo Mundo, habiendo encabezado la suscripción con mil pesos el ilustre colombista Dr. Riguera Montero, catedrático de la Universidad del Uruguay. La prensa del Brasil, llama medio hermano a Colón, y los periódicos de Colombia, Venezuela y Centro América, publican artículos laudatorios sobre la cuna del glorioso Almirante.

El rector de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Valentín Letetier, en la apertura del curso académico de 1910 a 1911, ha declarado en un solemne discurso que acaba de comprobarse documental mente, de manera irrefutable, según sus propias palabras, que Cristóbal Colón había nacido en España, en la ciudad de Pontevedra. Así lo consiguió el diario El Mercurio, de Valparaíso, en su artículo editorial del mismo mes bajo el título Colón español, que termina diciendo: «La declaración del Rector de la Universidad de Chile da carácter oficial al hecho».

La prensa de Inglaterra, Alemania y la de otras naciones europeas, se ocupan de los documentos encontrados por el historiador Celso de la Riega, y esperan la publicación del libro editado por la Diputación de Pontevedra, con los documentos justificativos de la verdadera patria del temerario navegante.

En España y Portugal la prensa en general ha publicado muchos artículos y hasta folletos, sobre el descubrimiento realizado por el bibliófilo Dr. La Riega, organizándose un «Comité Colombino» del que forman parte historiadores, literatos y eruditos, y entre ellos el sabio rector de la Universidad de Salamanca Dr. Unamuno; La Condesa de Pardo Bazán, profesora de la Universidad Central; el sabio Dr. Carracido, catedrático de la Universidad de Madrid; S. Riguera Montero, ex-catedrático de la Universidad de Montevideo; Beltrán Rospide, secretario de la Sociedad Geográfica de España; los ex-ministros González Besada, Rodríguez Sampedro, Pando y Valle, de la Unión Ibero-Americana, el historiador Marqués de Dospuentes y otras personalidades salientes de las letras y las ciencias.

En Portugal, la Asociación Colombina al tener noticia del valioso hallazgo, realizado por el historiador La Riega, respecto a la cuna del gran Almirante, se reunió bajo la presidencia de Teófilo Braga, quien pronunció un histórico discurso sobre los hechos de Colón, terminando con las frases «que si Portugal se vanagloriaba de ser la cuna de Bartolomé Colón, los portugueses experimentaban inmensa alegría de que Galicia, hermana gemela de Portugal, fuera la patria del Descubridor del Nuevo Mundo, compañero de los navegantes y descubridores lusitanos.»

En las Antillas, Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y Trinidad se publicaron algunos artículos o trabajos sobre la cuna del Virrey de las Indias, distinguiéndose el gran rotativo Diario de la Marina, el tercer periódico de América, que con tanto acierto dirige el ilustre hispanófilo D. Nicolás Rivero y Muñiz. Al frente del movimiento colombista, púsose el eminente historiógrafo y sociólogo D. Joaquín N. Aramburu, escritor de fama mundial, quien con acopio de datos y abundancia de razones, pulveriza los absurdos argumentos de algunos pseudocríticos que pasando plaza de eruditos y escritores, aún se atreven a afirmar, sin pruebas, de que el gran Colón había nacido en Génova.




ArribaAbajoLa obra del Descubrimiento

La España con el descubrimiento del Nuevo Mundo, por el atrevido navegante gallego Cristóbal Colón, completó el planeta ensanchando las fronteras de la Tierra y los límites del pensamiento; después de descubrirlo llevó allí el árbol de la civilización con todos sus frutos, como: lenguaje y religión, sentimientos y costumbres, ideas y cultura, vicios y virtudes, defectos y errores; al retirarse dejó el valor y la nobleza, la hospitalidad y la hidalguía, la osadía y la decisión, la fe y la generosidad; el heroísmo sin límites y las hazañas legendarias de los hombres del Descubrimiento y de la Conquista; dejando asimismo como huella y esplendorosa manifestación de la raza latina, veinte Estados o naciones, que amorosamente se cobijan bajo el manto de la nación descubridora, madre ilustre de esas naciones por su historia, sangre y civilización troncal; y también el inmortal y democrático código conocido por Legislación de Indias, que, como dice un ilustre americanista, en donde la dignidad humana halló su asiento, la libertad y la igualdad encontraron su aplicación práctica, y la fraternidad entre hombres de distintas razas estrechando los vínculos de la sociedad humana. Código que sirvió de base a la actual legislación de esos pueblos; y la América tal como la ha soñado el genio de Bolívar, San Martín, Rivadavia y Guzmán Blanco, no será más que una sola patria para la gran familia de Hispanoamérica por virtud de la confraternidad del iberismo con el americanismo, en todas sus manifestaciones de la vida étnica.

En nuestra labor americanista de amor fraternal, de cultura y humanitarismo, a través de los dilatados pueblos de la virgen América, al contemplar sus grandezas hemos reflexionado sobre los esfuerzos realizados por la nación descubridora, para sacar a la vida civilizada los pueblos que descubrió y conquistó, admirando la audacia de aquel puñado de héroes de origen oscuro, como eran los descubridores, navegantes y guerreros que constelaron con sus proezas la historia de Hispanoamérica.




ArribaAbajoConcepto de la Historia

La Historia no es inmutable en sus hechos y juicios, es muy variable y está expuesta a continuas mudanzas y variaciones. La Historia, como decía Cicerón, ha de ser «maestra de la vida» por las sublimes enseñanzas que atesora, siendo necesario que el historiador, el crítico, el erudito, el investigador, el narrador, esté adornado de especiales cualidades, como son: ciencia, veracidad, autoridad, imparcialidad y severidad en todos sus juicios y afirmaciones, si ha de llenar cumplidamente su augusta misión político-social; sucediendo, desgraciadamente, todo lo contrario, pues el patriotismo, el sectarismo, la pasión, la fantasía y la mentira, son elementos que informan las historias nacionales; las que también se encuentran influenciadas por el espíritu de secta, como sucede con la del Descubrimiento de América y lo mismo la Historia de los pueblos américo-latinos desde su emancipación, pues el sectarismo político-religioso se llevó a la enseñanza.




ArribaAbajoLa falsa leyenda

Urge, pues, destruir la falta y estúpida leyenda de que Colón nació en Génova, en donde fue cardador de lanas, leyenda o novela que fue tejida por los historiadores colombistas, a la que prestaron su concurso algunos escritores españoles, italianizados, de reconocida autoridad y erudición; es necesario rectificar todas esas falsas opiniones, emitidas por eruditos de dublé; es preciso borrar esa página del Descubrimiento y de los libros para la enseñanza en las escuelas, restableciendo la verdad triunfante de la Historia, que es el fallo y juicio de la posteridad.

La efigie, ha hablado, se rectifica la historia y la verdad se restablece, porque si la Historia ha mentido, ha sido por culpa del mismo Colón.




ArribaAbajoReivindicación del pueblo gallego

Hay que reivindicar para Galicia, la venerable matrona, el honor y la gloria de ser la cuna del inmortal navegante Cristóbal Colón y Fonterosa, que con su portentoso genio cambió los límites del mundo, haciendo surgir de entre los mares la virgen América, para honra inmarcesible del pueblo gallego, siendo un timbre de gloria, nunca igualado en los fastos de la Historia de ningún pueblo.

En las paredes del Convento de la Rábida, hace años que existe el siguiente dístico, firmado con las iniciales F. G. F., al cual cambiamos la frase genovés, que sustituimos por la de galiciano y tendremos:


¡Al nauta GALICIANO honor y gloria
bendecid españoles su memoria!

La vieja Galicia, patria de héroes, sabio y santos por millares, que ha llenado los siglos de superiores inteligencias, en todas las manifestaciones de la vida intelectual, cuyas proezas abrillantaron las páginas de la historia hispano-americana, Galicia, cuna de atrevidos navegantes que asombraron al mundo, puede estar orgullosa de contar entre sus hijos al intrépido Descubridor del Nuevo Mundo.

Ha llegado el momento histórico de que tanto la «Real Academia de la Historia, de España, y la Real Academia de la Lengua», de Galicia, unidas a una comisión de historiadores y eruditos, hagan un estudio-crítico-histórico, difundiendo urbe et orbi su fallo, para demostrar al mundo que aquel gigante, que aquel genio, que aquel vidente que se llamó Cristóbal Colón y Fonterosa, que presintió y adivinó feraces regiones a través de mares desconocidos y que completó la unidad geográfica y física del mundo, era gallego.

El que el Descubridor de América sea gallego, es una reivindicación del amoroso nombre de Galicia y del apelativo de «gallego» que despreciativamente -se aplica en Andalucía y Castilla y en algunos pueblos de América- a los pacientes y laboriosos hijos de Galicia, cuando se quiere rebajar, en la consideración personal, a cualquier persona. Con el estupendo y portentoso descubrimiento de América por un gallego, en lo sucesivo, será una honra, un alto honor, el que le llamen a cualquier iberista o a cualquier persona ¡gallego!, y esta frase se completará, pues en algunos pueblos américo-latinos, se les llama gallegos a todos los nacidos en la Península Ibérica.

Sobre el sufrido pueblo gallego, se cierne, desde los Reyes Católicos, un concepto despreciativo, desde que fue despojado de sus instituciones de nacionalidad: lleva cuatro siglos recorriendo todas las amarguras, y se llegará al Gólgota, si sus pacientes y humildes hijos, no se revelan contra el Gobierno de Castilla, pues si lo hubieran hecho en determinados momentos históricos, hubieran sido mejor tratados por propios y extraños. Galicia es la tierra que ha dado mayor contingente de emigrantes para poblar y fecundar los pueblos de la virgen América.

Los historiadores castellanistas del siglo XIX, han tratado los unos de ocultar y los otros de negar, la parte que a Galicia le correspondió en el descubrimiento de América. La historia del pueblo gallego, no se estudia en las bibliotecas de Castilla; se estudia y se escribe en los archivos de sus monumentales catedrales, de sus típicas iglesias y de sus especiales concejos municipales, que están repletos de datos y noticias históricas. Por no haber bebido en estas fuentes, los historiadores que de Galicia se han ocupado, han incurrido en grandes errores, falseando de esta manera la brillante historia de este heroico pueblo.






ArribaConclusión

El gallego Cristóbal Colón y Fonterosa, descubre para España en 1492, un nuevo continente, del cual tomó posesión y defendió, durante algunos siglos, el fiero león hispano; y otro gallego ilustre, D. Eugenio Montero Ríos, firma en París en 1898, la expulsión definitiva del león hispano, que aún rugía en los últimos restos que quedaban de aquel dilatado continente.

¡Rara coincidencia de los tiempos!



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