Jornada I |
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Toquen cajas y trompetas, y salgan soldados y bandera, y el CONDE DE MONFORT, General.
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MONFORT | Haced alto, soldados de la Aurora, | | madre del Sol, cuyo animado cielo | | dejando intacto tu virgíneo velo | | comunicó a la tierra | | la luz que el Serafín temblando adora. | 5 | Haced alto, soldados de la guerra, | | tan parecida a la que el cielo tuvo | | con el Lucero que tan loco estuvo, | | |
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| que la tercera parte le destierra. | | Aquella contra el Sol tomó la espada, | 10 | y esta contra la Luna, | | a quien nunca el dragón miró eclipsada, | | ni ofendió su cristal mácula alguna. | | Aquella fue de la criatura ingrata | | contra el Criador, y en esta un hombre trata | 15 | hacer guerra crüel a una criatura | | tan celestial y pura | | que a su Criador crïo, por quien la vida | | el hombre tiene; que lloró perdida. | | Hizo Luzbel a Dios guerra en el cielo, | 20 | y a su Madre Purísima en el suelo | | el Conde de Tolosa; | | a quien echar de toda Francia espero. | | El Conde, que siguiendo la herejía | | del Albigense fiero | 25 | contra la siempre y limpia, y toda hermosa | | cristífera María, | | dulce Aurora del Sol, Madre del día, | | otro Luzbel se atreve | | al pie divino, cuya blanca nieve | 30 | de celestial angélica limpieza | | le ha de romper la bárbara cabeza. | | Que yo imitando al Ángel soberano, | | que de Dios se llamó la fortaleza, | | pienso copiar las letras de su mano; | 35 | que si Miguel «¿Quién como Dios?» decía, | | yo diré al Conde «¿Quién como María?». | |
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SOLDADO | ¡Cuán justamente, valeroso Conde, | | a tu sangre justísima responde | | el valor desta empresa! | 40 | Pues vemos que no cesa | | la Albigense herejía | | en ofensa del cielo de María | | por las armas del Conde de Tolosa. | | Pero como la rosa | 45 | entre lazos de espinas más lozana | | estiende agradecida a la mañana | | la pompa de las hojas, | | |
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| unas de puro nácar y otras rojas, | | así será la Reina soberana, | 50 | que las ofensas de enemigos tales | | no han de ofender su virginal limpieza, | | que a defender su cándida pureza | | bajarán de sus tronos celestiales | | las intelectuales | 55 | sustancias de los cielos, | | que tiene ya de nuestras armas celos. | |
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(Entre de soldado francés SAN PEDRO NOLASCO y PIERRES, su criado.)
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PIERRES | Tu intento conozco agora. | |
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PEDRO | Gracias a aquella Señora | 60 | por quien me ceñí la espada. | |
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PIERRES | Pues ¿cómo vienes a ser | | soldado contra tu tío? | |
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PEDRO | La Madre del Padre mío | | eso y más me mandó hacer. | 65 | Porque si es mi tío el Conde, | | que en tan grave error porfía, | | al ser mi Madre María | | más obligación responde; | | que parentescos del suelo, | 70 | que hoy niegan lo que era ayer, | | ¿qué tienen, Pierres, que ver | | con las defensas del cielo? | |
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PIERRES | Cierto negro y su señor | | eran de dos Cofadrías | 75 | Mayordomos en los días | | de la Semana mayor. | | Acaso las procesiones | | en una calle encontradas, | | anduvieron a puñadas, | 80 | y arrimaron los pendones. | | El negro, Iglesia me llamo, | | y el amo, Perro decía, | | a tu amo y respondía: | | en cosa de Dios no hay amo. | 85 | Vamos a morir los dos, | | porque en cosas de María | | no ha de haber tío ni tía, | | sino solamente Dios. | |
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PEDRO | Ilustre Conde, | 90 | cuya generosa espada | | vuelve diamantes el Sol | | desnuda a la misma causa. | | Por quien el godo Ilefonso | | mereció joya tan alta, | 95 | que de sus rayos la luna | | vistió el cuerpo y honró el alma. | | Yo soy don Pedro Nolasco, | | y sucesor de la Casa | | de los señores de Bles, | 100 | y los Duques de Bretaña. | | Rama Real, como sabes, | | de la familia de Francia, | | Guillermo y Teodora fueron | | mis nobles padres, mi patria | 105 | el villaje de Narbona, | | imperando en Alemania | | Enrico nací, y teniendo | | en Roma la silla sacra | | celestino, mi niñez, | 110 | Conde, prodigiosa llaman. | | Referirla no presumas, | | |
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| que es efeto de arrogancia. | | Mas porque sepas qué intento | | me obliga a tomar las armas, | 115 | en esta mano derecha | | luego que a la lumbre clara | | salí del Sol, un ejambre | | de abejas, ausente el ama, | | fabricó un panal de miel, | 120 | cuya maravilla rara | | vio de Gregorio la boca. | | ¡Ay Dios, quién puede imitarlas! | | Acudieron aquel día | | tantos pobres a mi casa | 125 | como abejas a mi mano. | | Dios sabe, Conde, la causa. | | Pero apenas cuatro veces | | dio vuelta la mayor llama | | por sus paralelos de oro | 130 | a sus esferas de plata, | | cuando por mi propia mano | | daba limosna y lloraba | | si soltaba para algunas, | | supliendo el llanto la falta. | 135 | Lleváronme de seis años | | a Narbona, mi crianza | | le debo a Gaufredo, monje | | de san Bernardo, que estaba | | cuando a su casa llegué | 140 | con la condesa Costanza, | | hija de Francés Luis. | | Desde esta edad ya me daba | | rayos la luna María | | anticipados al alma. | 145 | No me sentaba a la mesa | | con pariente que tocaba | | en la Albigense herejía, | | y con notable desgracia, | | si me tomaba en los brazos, | 150 | de los brazos me arrojaba. | | Por enojar los herejes | | buscaba imágenes santas | | desta divina Señora, | | y en todo el palacio andaba | 155 | haciendo altares con ellas, | | y con el alma esperanzas. | | Enfermé en esta sazón, | | y como tanto me amaban | | los Condes, con ser Domingo | 160 | el santo Guzmán de España, | | y grande enemigo suyo, | | con encarecidas ansias | | le rogaron que me viese; | | viome, y fue su virtud tanta | 165 | que me dio salud, y cuentan | | que dijo tales palabras: | | «Ojalá sea mi venida | | de tanto provecho a Francia | | como ha de ser deste niño | 170 | la suya a España mi patria». | | Busqué luego de qué hacer | | una bandera, y pintada | | la imagen de mi Señora, | | en su defensa formaba | 175 | ejército contra herejes. | | Finalmente publicada | | la Cruzada contra ellos, | | y sabiendo que te daban | | los Legados Apostólicos, | 180 | Francia, Inglaterra, Italia | | el bastón de General | | para esta empresa, la espada | | me ceñí para servirles | | contra mi sangre y mi casa. | 185 | Alístame en tus banderas, | | sea mi ventura tanta, | | que ser soldado merezca | | de aquella Paloma blanca, | | de aquella Cordera humilde, | 190 | cuyo vellón de la escarcha | | del Espíritu de Dios | | |
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| bordó las hebras doradas, | | de aquella vara de Aarón, | | en cuya divina vara | 195 | podrás llevar por bandera | | sus flores de blanco y nácar. | | Escríbeme por esclavo | | de quien dijo que era esclava, | | que ya el nombre de María | 200 | le tengo escrito en el alma. | |
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MONFORT | Tanto ha sido el contento de escucharte, | | ilustre Pedro de Nolasco, y tanto | | el gozo de saber tu celo santo, | | que para interrumpirte no fue parte | 205 | la estimación que a tu valor debía | | en justa cortesía. | | Dame los brazos, que en tu rostro he visto | | escrita la vitoria | | para triunfo mayor, para más gloria. | 210 | Del Aurora de Cristo, | | ya quedas por soldado de María. | |
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PEDRO | Dichoso Conde yo, dichoso el día. | |
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PIERRES | ¿Y a mí no han de escribirme, | | que soy en su defensa mármol firme? | 215 |
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MONFORT | ¿Cómo os llamáis soldado? |
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PIERRES | En lo latino | | Petrus, y más hidalgo que un tocino, | | Pietro en italiano; | | Pierre en francés, y Pedro en castellano. | | Que en Cataluña Pere me apellido. | 220 |
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MONFORT | Vos quedáis recebido; | | yo, Pedro, voy a prevenir la gente | | que tengo al Conde de Tolosa enfrente, | | sigue la empresa a que te llama el cielo. | |
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PEDRO | En él espero el premio de mi celo. | 225 |
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(Váyanse y queden SAN PEDRO y PIERRES.)
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PEDRO | Para entrar en la batalla, | | Pierres, que ya nos espera, | | quiero hacer una bandera, | | que no hay acerada malla, | | ni peto fuerte sin Dios, | 230 | que es el que da las vitorias, | | como por tantas historias | | habemos visto los dos. | | Cuando el salado cristal | | sepultó al Egipcio fiero, | 235 | no fue en virtud del acero, | | que fue poder celestial. | | Pastor David, rey después, | | |
-fol. 68r-
| la piedra esconde al Gigante | | en la cabeza arrogante, | 240 | y le derriba a sus pies. | | ¿Cómo pudiera dejar | | Judit con golpe violento | | del fuerte Asirio sangriento | | el pabellón militar | 245 | sin Dios, que el valor le dio?, | | ¿ni caer de gente armado | | al son del bronce animado | | el muro de Jericó? | | Jacob y el Ángel, los dos | 250 | luchan, y piden partido, | | el Ángel, tan atrevido | | es con Dios, quien tiene Dios. | | En la bandera que digo | | quiero una imagen poner | 255 | de quien hoy ha de vencer, | | que no el Conde a su enemigo. | | Tú verás con qué osadía | | mata a Sísara Jael, | | y al fuerte Asirio crüel | 260 | la nueva Judit María. | |
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PIERRES | Y cómo si será cierto | | que esa bandera le espante. | |
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PEDRO | Ya veo al fiero Gigante | | de polvo y sangre cubierto. | 265 | Las cinco letras del nombre | | desta Virgen han de ser | | las piedras que he de coger, | | para que al blasfemo asombre. | | La eme, que dice Madre, | 270 | le da bien claro a entender | | cuán pura y limpia ha de ser | | para Hijo de tal Padre. | | La A, que del parto antes | | como en él, y después dél | 275 | fue puerta de Ezequiel | | de impenetrables diamantes, | | produce un torpe animal | | la tierra negro en color, | | que de la rosa el olor | 280 | es su veneno mortal. | | Pues la erre, es Rosa hermosa, | | Virgen, matereisle vos. | | ¡Notable poder de Dios | | que mata con una Rosa! | 285 | La cuarta piedra será | | I, por su jardín cerrado, | | campo del trigo sagrado, | | que el pan de los cielos da. | | La quinta piedra, A, segunda, | 290 | será el Ave de Gabriel, | | pues que para hablarla en él | | tan dulce oración se funda. | | Honda será sin igual | | de cinco piedras gloriosa, | 295 | Madre siempre, Virgen Rosa, | | Jardín y Ave celestial. | |
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PIERRES | Ya con ellas adivino, | | que le quitas dos mil vidas, | | siendo en arroyo cogidas, | 300 | más puro y más cristalino. | |
(Cajas.)
| Cajas suenan, al encuentro | | sale el atrevido Conde. | |
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PEDRO | La furia exterior responde | | al alma que tiene dentro. | 305 | Ea pues, divino Sol, | | san Jorge, dice el inglés, | | san Dionís, dice el francés, | | y Santiago, el español. | | Pero yo tengo de ser | 310 | solo vuestro, Reina mía. | | Pierres. |
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PEDRO | Di María. | | Por quien hoy se ha de vencer | | la furia de los contrarios, | | y su rebelde porfía. | 315 |
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PIERRES | Diré mil veces, María, | | diré setenta rosarios. | |
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(Suene dentro la guerra con cajas y trompetas, y salga el CONDE REMÓN DE TOLOSA huyendo.)
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REMÓN | ¡Oh varia siempre militar fortuna, | | más que en el resto del estado humano! | | ¿Qué confianza reservaste alguna?, | 320 | ¿a quién no derribó tu injusta mano? | | Pusiste en el Alcázar de la luna | | al Persa, al Godo, al Griego y al Romano, | | los mismos derribaste, que no tienes | | ni pena en males, ni firmeza en bienes. | 325 | Si algunos das, fortuna, son prestados, | | que es trato vil de tu mayor ganancia, | | pues firmes aún no son los heredados | | en llegando el rigor de tu inconstancia. | | Amanecí, señor de mis Estados, | 330 | y desta tierra en lo mejor de Francia, | | y antes del medio día apenas tengo | | más tierra que por donde huyendo vengo. | | ¿Adónde vais soldados? Deteneos, | | daréis con más valor al enemigo, | 335 | en las manos siquiera los trofeos, | | y no en los pies, con que también os sigo. | | Estampas dejarán pasos tan feos, | | por donde os sigan, si venís conmigo. | | Volved, que añade al vencimiento gloria, | 340 | quien da por las espaldas la vitoria. | | Oh soldado crüel, ¿qué valentía | | trujiste en la bandera que llevabas?, | | que menos ciega el Sol a mediodía, | | que el escudo que en ella tremolabas. | 345 | Pero si con la imagen de María, | | que no con el acero peleabas, | | ¿qué me admiró tiniendo aquel escudo, | | el cielo absorto y el infierno mudo? | | Cuando en virtud de la Pasión de Cristo | 350 | venció Miguel la guerra, allí tendría | | parte su Madre, pues que della es visto, | | |
-[fol. 69r]-
| que aquella pura sangre tomaría. | | Desde entonces parece que previsto | | quedó el vencer la celestial María, | 355 | que es bien que tenga, y que a su nombre cuadre | | en vitorias de Dios parte su Madre. | | Erré siguiendo herejes neciamente, | | del dragón imitando la cabeza, | | y así me quiebra vuestro pie la frente | 360 | que osó negar vuestra Real limpieza. | | Díjole a Dios un Cesar insolente: | | «Venciste Galileo, a tu pureza, | | María diré yo con voz más triste, | | venciste Nazarena, ya venciste». | 365 |
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(ESPAÑA y FRANCIA salen cada una en su traje ricamente2.)
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ESPAÑA | ¿Pensarás, Francia, salir | | con tu intento? |
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FRANCIA | Advierte, España, | | que es Pedro mi hijo, y tiene | | sangre de reyes de Francia. | | ¿Quítote yo a ti los tuyos? | 370 |
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ESPAÑA | Por vuestras ciudades anda | | fray Domingo de Guzmán, | | que con celo santo trata | | limpiar del trigo de Cristo | | esta pertinaz cizaña. | 375 | Las reliquias de mi Eugenio | | aún están depositadas | | en ti, pues ¿de qué te quejas? | |
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FRANCIA | Fundaba yo mi esperanza | | en lo que ha de hacer en ti. | 380 |
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ESPAÑA | Amor de madre te engaña. | | No porque Francisco agora | | venga a España, pierde Italia. | | Los Apóstoles partieron | | entre sí para enseñarlas | 385 | las cuatro partes del mundo, | | y yo para gloria3 tanta | | de Diego tengo la fe; | | Diego, que en tantas batallas | | me ha defendido y defiende, | 390 | y no por eso su patria | | está quejosa de mí. | |
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FRANCIA | Es diferente la traza | | con que mi Pedro se ausenta, | | pues viendo que de su casa | 395 | echan al Conde su tío, | | me olvida y me desampara | | para vivir y morir | | en ti. |
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FRANCIA | No, pues que deja la propia | 400 | por honrar la tierra estraña. | |
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ESPAÑA | La orden y el instituto | | que Pedro Nolasco aguarda | | fundar en mí, verás presto | | como por ti se propaga. | 405 | Un árbol de donde nace, | | a otra parte se trasplanta. | |
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FRANCIA | Dar en otra tierra el fruto | | condición parece ingrata, | | pues donde nace le debe. | 410 |
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ESPAÑA | Más debe el árbol al agua | | que a la tierra, porque el cielo | | es quien le sustenta y baña. | | |
-[fol. 69v]-
| Y así, pues el cielo quiere | | sustentarle en mí, no hagas | 415 | resistencia a sus intentos. | |
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FRANCIA | Si las aguas de su gracia | | le favorecen, y él quiere | | que en ti se comience, España, | | edificio que se estienda, | 420 | por cuanto el Sol se dilata, | | yo dejo la competencia. | |
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ESPAÑA | Será de la Iglesia santa | | general, Francia, la gloria | | y tuya será la fama. | 425 | Ya estamos en Barcelona, | | donde dejando las galas | | de soldado y caballero | | en hábitos pobres anda. | | En obras de caridad | 430 | se entretiene, y son ya tantas | | entre las demás virtudes | | que su pureza acompañan, | | que le respeta y imita | | la ciudad, que toda alaba | 435 | su santidad y su ejemplo: | | padre los pobres le llaman. | | Que el panal que las abejas | | en su mano edificaban, | | con dulce auspicio mostró | 440 | sus liberales entrañas. | | Como le destina el cielo | | para religión tan alta, | | en una congregación | | parece que ya la ensaya. | 445 | Que como el pintor diseña | | primero en papel que entabla, | | y antes que el pincel el lápiz | | los lineamentos señala; | | así Pedro en esta junta | 450 | de las figuras que aguarda | | dar de colores después, | | altas ideas disfraza | | en pequeñas simetrías, | | de sus pensamientos mapa. | 455 | Mas como suele el Maestro | | al que enseña, porque vaya | | copiando su misma forma, | | para que sepa imitarla, | | tomar la mano y la pluma. | 460 | Así con dulce enseñanza | | le toma la mano el cielo, | | y él los principios estampa | | en esta Congregación | | de su religión sagrada. | 465 | El Rey tiene ya noticia | | dél, y no menos le aclama | | Raimundo su confesor, | | hombre de vida tan rara, | | que ya como a otro Basilio | 470 | coluna ardiente le llaman. | | Y porque veas que digo | | verdad, oye, y no te vayas | | a los dos que hablando en él, | | aumentan mis esperanzas. | 475 |
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(Entre el REY DON JAIME y SAN RAIMUNDO.)
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RAIMUNDO | Después, señor, que le vi, | | y le hablé, me pareció, | | que la fama no llegó | | a lo que en él conocí. | | Esperanzas presumí | 480 | de notable perfección. | |
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ESPAÑA | Este es el Rey de Aragón, | | y el otro el santo Raimundo. | |
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FRANCIA | No tienes, ni tiene el mundo | | dos luces como ellos son. | 485 | Jaime y Raimundo serán | | gloria y honor deste reino. | |
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JAIME | Venturoso yo, que reino, | | Raimundo, en siglo que están | | |
-fol. 70r-
| luces que ejemplo me dan | 490 | tan cerca de mi persona. | | Estimo que en Barcelona | | esté don Pedro. |
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ESPAÑA | Ya resplandece, | | Jaime, tu invicta corona. | 495 | Estimar en tierna edad | | los reyes la religión, | | seguros indicios son | | de lograr la Majestad. | | ¿Pondrá Jaime en libertad | 500 | este reino del tirano | | bárbaro moro africano, | | y tendrá por su valor | | nombre de Conquistador | | mejor que Alejandro Magno? | 505 | Ven conmigo, que te quiero | | mostrar un rey en Castilla, | | que ya en la fértil orilla | | del Betis armado espero, | | si bien hasta que un tercero | 510 | Filipe reine, estaré | | sujeta al Moro, y tendré | | reliquias de mi desdicha. | |
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FRANCIA | Los cielos te darán dicha | | para que ensalces su fe. | 515 |
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(Éntrense ESPAÑA y FRANCIA, y salen SAN PEDRO y PIERRES, y DON JUAN, viene el santo con sotanilla.)
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JUANA | El Rey os está esperando. | |
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PEDRO | Un ángel en él contemplo; | | pero tan divino ejemplo | | está en Raimundo imitando. | | Dad Príncipe soberano | 520 | a vuestra hechura los pies, | | aunque indigno dellos es. | |
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PIERRES | Bizarro mozo, y ¡qué humano! | |
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JAIME | Los brazos, don Pedro, son | | los que os debo; alzaos del suelo. | 525 |
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PEDRO | Hizo en vos, señor, el cielo | | un ángel rey de Aragón. | |
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JAIME | Mirad que somos parientes, | | no quiero que estéis así. | |
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PEDRO | Infundid, Príncipe, en mí | 530 | virtudes tan excelentes. | | Que quien llega a merecer | | brazos de tanto valor, | | ha de sacar resplandor, | | parte del sol ha de ser. | 535 | Vos generoso Raimundo | | debéis de ser la ocasión | | desta injusta estimación. | |
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RAIMUNDO | En justa razón la fundo, | | dejando la parte aparte | 540 | de vuestro gran nacimiento, | | en vuestro merecimiento | | tantas virtudes reparte | | el cielo, señor don Pedro, | | que verlas el mundo puede | 545 | como el cedro al mirto excede, | | y como la palma al cedro. | | El Rey ha determinado, | | como prudente y discreto, | | que sois don Pedro en efeto | 550 | su deudo, que aposentado | | estéis en palacio agora. | |
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RAIMUNDO | No le repliquéis, | | que no es justo. |
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PEDRO | ¿Vos no veis | | que su grandeza desdora | 555 | la humildad de mi bajeza? | |
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PEDRO | Señor, | | quedarase este favor | | en vuestra misma grandeza. | |
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PIERRES | El Rey se va, llegar quiero. | 560 | Deme Vuestra Majestad, | | que de su benignidad | | tal favor y gracia espero, | | |
-fol. 70v-
| lo que quisiere de sí, | | o sean pies, o sean manos, | 565 | que con reyes tan humanos | | es justo hablarlos así. | |
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PIERRES | Sombra soy, señor, | | del buen don Pedro, mi amo. | |
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PIERRES | Yo me llamo, | 570 | pero tengo algún temor | | de pronunciar tantas erres, | | que es mi nombre ocasionado | | para después de brindado, | | porque en fin me llamo Pierres. | 575 |
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PIERRES | No soy, | | ni tal tentación me ha dado, | | por don Pedro fui soldado, | | pero siguiéndole voy, | | aunque no me va tan bien, | 580 | que me hace santo por fuerza, | | si bien su virtud me esfuerza; | | pero no se muda bien | | una costumbre que ya | | viene a ser naturaleza. | 585 |
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PIERRES | Ayuna, reza, | | y siempre elevado está. | | Si se pone en oración, | | no hay comer en todo el día, | | y aun esto ya pasaría, | 590 | que no falta la ración. | | Pero no puedo sufrir | | unas ciertas colaciones, | | compuestas de canelones, | | que me manda requerir. | 595 |
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JAIME | Notable debe de ser | | la virtud deste mancebo. | |
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PIERRES | Con que me sufre la pruebo, | | que no hay más que encarecer. | | Que como toda su hacienda | 600 | para pobres ha vendido, | | y muchas veces he sido | | a quien el darla encomienda, | | siente que los trate mal, | | porque quiere tanto un pobre, | 605 | que no hay remedio que sobre, | | para comer un real. | |
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JAIME | Santo varón es Nolasco, | | Pierres imitalde vos. | |
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PIERRES | Nolasco somos los dos, | 610 | que él es el 'nol', y yo el 'asco'. | |
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RAIMUNDO | El Rey se va, yo os veré | | después, y hablaré de espacio. | |
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(El REY y RAIMUNDO se van.)
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PIERRES | Ya estás, señor, en palacio. | |
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PEDRO | Favor de Raimundo fue. | 615 |
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PIERRES | Aunque del Rey el favor | | tus pretensiones mejora, | | temo que vuelvan agora | | cuando lo sepan, señor, | | tus parientes a buscarte, | 620 | y por ventura querrán, | | como intentado lo han, | | volverte a Francia y casarte, | | que este ha sido su deseo. | |
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PEDRO | Intentan un imposible. | 625 |
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PIERRES | Ya me parece posible, | | pues en palacio te veo. | |
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PEDRO | Anticipando a mis años, | | Pierres, la razón el cielo, | | con la luz de un santo celo, | 630 | no de humanos desengaños, | | hice a la hermosa María | | enamorado y devoto, | | de limpieza eterno voto | | de su Concepción el día. | 635 | Mira tú, ¿cómo podrán | | casarme, por más que intenten? | |
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PIERRES | Ellos que tu ausencia sienten | | |
-fol. 71r-
| con este cuidado están. | |
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PEDRO | Diferentes son los míos | 640 | desde que de mí fue vista | | sobre la alfombra de un prado | | una generosa oliva, | | tan lozana en los renuevos | | y ramos, que parecía | 645 | para bendición de España | | la que el Rey profeta pinta. | | Pero en torno della estaban | | con una fiereza altiva | | algunos feroces hombres, | 650 | que sus pimpollos rompían. | | A los ecos de las quejas, | | de las ramas divididas, | | compasivo el mismo cielo, | | favor al mundo pedía. | 655 | Que puesto que nunca Dios | | de nosotros necesita, | | quiere tal vez que los hombres | | para instrumento le sirvan. | | Con esto pues no sosiego | 660 | por ver si el cielo me avisa | | de alguna cosa que ignoro, | | que en esta oliva se cifra. | | Quién fuera Edipo cristiano | | para declarar la enigma | 665 | desta Esfinge celestial. | |
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PIERRES | Mas si fuese aquesta oliva | | las espigas de Josef, | | y viniesen algún día | | a adorarte tus parientes. | 670 |
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PEDRO | Allí, Pierres, te retira, | | y tratemos de oración, | | que no hay cosa que ella pida, | | que no la alcance de Dios. | |
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PIERRES | Mientras que tú solicitas, | 675 | que de ese misterio santo | | te corra el Sol la cortina, | | quiero yo dormir un poco. | |
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PEDRO | ¡Qué presto al sueño te aplicas! | | Mientras que hablaba Moisés | 680 | a Dios, Israel vencía, | | pelea tú con el sueño | | y vencerás. |
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PIERRES | No me digas | | comparaciones, por Dios, | | que del cansancio del día | 685 | en la cuna de los ojos | | se me han dormido las niñas. | | Y pues la Escritura acotas, | | a mil personas dormidas | | revela Dios grandes cosas; | 690 | que la escala que tenía | | pasos de la tierra al cielo | | por sus estremos asida, | | durmiendo la vio Jacob. | | Si un ángel despierta a Elías, | 695 | y le advierte que le queda | | camino de tantos días, | | haz cuenta que soy enebro, | | y duermo a mi sombra misma. | |
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(SAN PEDRO se pone de rodillas y PIERRES se duerme.)
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PEDRO | Virgen hermosa, oliva cuyas flores | 700 | dieron el olio que nos dio la vida, | | cándida Aurora, que del Sol vestida | | cielo y tierra cubrió de resplandores. | | Tú que de Dios los círculos mayores | | |
-fol. 71v-
| cuadraste en tu clausura esclarecida, | 705 | donde la inmensidad se vio ceñida | | de tus siempre purísimos candores; | | ¿qué oliva que pretende maltratalla, | | es esta que provoca a socorrella | | con lenguas de hojas cuando el mundo calla? | 710 | Decidme si podré favorecella, | | que si decís que puedo remedialla, | | iré a buscalla, y moriré por ella. | |
(Aquí en un trono de ángeles abriéndose una nube, se ve a la VIRGEN Nuestra Señora.)
| ¡Qué música celestial | | debe de ser la harmonía | 715 | del concierto destos cielos! | |
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VIRGEN | Yo soy la oliva del campo, | | tú para defensa mía | | quien ha de tomar las ramas | 720 | de una celestial milicia. | | Con mi nombre y mi favor | | una religión fabrica, | | que por mi blanca pureza | | hábito blanco se vista. | 725 | El nombre de redentor | | de Jesús mi hijo imita | | en rescatar los cristianos, | | que los bárbaros cautivan. | | Esto los hombres feroces, | 730 | y la oliva significan. | | Hazme este servicio, Pedro, | | pues tanto a mi honor te inclinas | | y funda este Templo santo | | de tantas colunas vivas, | 735 | que el premio de tu cuidado | | en los tesoros se libra | | de mi Hijo, que yo soy | | la llave de quien los fía. | | Lo mismo al Rey le diré, | 740 | y a Raimundo, porque asistan | | al instituto sagrado. | |
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PEDRO | Blanca paloma vestida | | del Sol, cándida azucena, | | más que los ángeles limpia, | 745 | ¿de dónde me vino a mí | | hacerme aquesta visita | | la Madre de mi Señor? | | Vos seréis obedecida | | con el alma que os adora. | 750 | Mas ay Dios, Virgen bendita | | de todas cuantas naciones | | el mar cerca, y el Sol mira, | | que os vais, y no puedo yo | | como Jacob detenía | 755 | al ángel, asir el manto | | por vuestra dorada fimbria: | | allá venía el Aurora, | | y aquí se va. |
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(Quedándose elevado despierta PIERRES.)
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PIERRES | A quién fatigan | | cansancios más que cuidados, | 760 | no hay suelo que le resista. | | Donde quiera tiene el sueño | | cama con sábanas limpias, | | cualquiera banco es colchón, | | |
-fol. 72r-
| cualquiera pared cortina. | 765 | Oigan cuál está mi amo: | | ¡ah señor! Fuese a las Indias | | del cielo. ¡Ah señor don Pedro! | | Por esos cielos camina | | como un ángel. ¡Ah señor! | 770 |
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PEDRO | ¿Quién es quien me llama? |
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PIERRES | Mira | | que se acuestan las lechuzas, | | y se levantan las mirlas. | |
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PIERRES | No sino el alba, | | ¿no ves por esas esquinas | 775 | ir pregonando agua ardiente? | |
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PIERRES | Y aun podría | | anochecer otra vez. | |
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PEDRO | ¿Qué amaneció tan aprisa?, | | pero ¿qué has hecho entre tanto? | 780 |
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PIERRES | ¿No viste que me dormía? | | Mas te prometo, señor, | | que no sé cómo te diga | | un sueño notable. |
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PIERRES | Soñé que unos hombres vía | 785 | desnudos y miserables | | en unas cuevas sombrías, | | que cargados de cadenas | | favor al cielo pedían, | | y que una persona grave | 790 | de hábito blanco vestida, | | bordado de estrellas de oro, | | que daban al Sol envidia, | | los tomaba de la mano, | | y a una reina, cuya silla | 795 | era una luna de plata, | | con humildad compasiva, | | se los presentaba alegre. | | Pero a los que no salían | | vi que unos hombres feroces | 800 | les daban palos y heridas. | | Mas como dijese a uno | | que era crueldad lo que hacía, | | alzó el palo para darme. | | Yo con el susto y la prisa | 805 | de ir huyendo desperté, | | y vi que tú parecías | | aquel del hábito blanco. | |
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PEDRO | Vamos, vamos, ¡qué gran dicha | | fuera estar siempre con vos, | 810 | alto ciprés, verde oliva, | | fuente pura, hermosa palma! | | Mas creed, que mientras viva | | seréis, Señora mía, | | el norte solo que mis ojos miran; | 815 | y yo por ellos, divina Virgen bella, | | blanco de la Merced, que en mí comienza. | |
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