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31

«Abusus autem praelationis potest esse dupliciter: vel ex eo quod est praeceptum a praelato, contrarium eius ad quod praelatio ordinata est, ut si praecipiat actum peccati contrarium virtuti ad quam inducendam et conservandam praelatio ordinatur» (S. Tomás, Commentum in quatuor libros sententiarum magistri Petri Lombardi, Lib. II, dist. XLIV, Q. II, a. 2).

 

32

Platón, en el mismo lugar, escribe: «De las constelaciones que ornamentan el cielo visible, en el cual están aquellas como bordadas, hay que pensar que son, por cierto, lo más bello y acabado en este orden, pero que son bien deficientes en relación con las constelaciones verdaderas y con sus movimientos, dirigidos entre sí por la velocidad esencial y la lentitud esencial, según el verdadero número y en todas las figuras verdaderas, con todo lo que en ellas se contiene y que también se mueve: todo lo cual se aprehende por la inteligencia y reflexión, pero no por la vista. Cito por la ed. de A. Gómez Robledo, México, 1971.

 

33

«Eius enim potentiae subest, ut cor tyranni crudele convertat in mansuetudinem secundum Salomonis sententiam, Prov. XXI, 1: "Cor regis in manu Dei quocumque voluerit inclinabit illud", Ipse enim regis Assueri crudelitatem, qui Judaeis mortem parabat, in mansuetudinem vertit. Ipse est qui ita Nabuchodonosor crudelem regem convertit, quod factus est divinae potentiae praedicator. "Nunc igitur", inquit, "ego Nabuchodonosor laudo, et magnifico, et glorifico regem coeli quia opera eius vera et viae eius judicia, et gradientes in superbia potest humiliare" (Dan. IV, v. 34)» (De regimine, L. I, c. VI).

 

34

Criticón, ed. cit., III, p. 117-118.

 

35

«Nihil igitur terrenum est quod hominem possit beatum facere; nec igitur terrenum aliquod est praemium regis sufficiens; non enim, ut Augustinus dicit christianos principes ideo felices dicimus, quia diutius imperarunt, vel imperatores filios morte placida reliquerunt, vel hostes reipublicae domuerunt, vel cives adversum se insurgentes el cavere et opprimere potuerunt; sed felices eos dicimus si iuste imperant, si malunt cupiditatibus potius quam gentibus quibuslibet imperare, si omnia faciunt non propter ardorem inanis gloriae, sed propter charitatem feliquitatis aeternae» (L. I, c. VIII).

 

36

Cito por la edición de Obras. Madrid, 1793, p. 318. En otro lugar habla Mesa de la «tragedia del teatro de este mundo» (p. 320), «el mundo es gran teatro» (p. 321).

 

37

Teatro inédito de D. Francisco de Quevedo. Madrid, RAE, 1927, p. 19; también el protagonista de El amante liberal se vence a sí mismo, en clave amorosa. Es tópico recibidísimo desde las Leyes de Platón.

 

38

Ed. cit., p. 35. Es curioso el ejemplo de Alejandro Magno, tan contradictorio con la interpretación tradicional, desde la clerecía medieval hasta Fernando de la Torre, por ejemplo (ver La obra literaria de F. de la T., Valladolid, 1983, p. 106; y el Alexandre, claro). Quizá Quevedo se refiera a la historia de Apeles y la generosidad que con él usó Alejandro, tal como lo cuenta, por ejemplo, El Cortesano. En cualquier caso, cfr. Marco Bruto, ed. cit., p. 22.

 

39

Ed. cit., p. 23.

 

40

Ed. cit., p. 29. Referencia tan explícita y directa a la religión falta en La vida es sueño, aunque sí la haya en El gran teatro... y en los autos. Parece como si Calderón buscara ahora un planteamiento abstracto, mínimamente circunstanciado, lo que no es el caso de Quevedo, más ceñido a los problemas políticos concretos e inmediatos. De todas formas, hay otras coincidencias entre las dos obras, por ejemplo: «Rey: Si imagen llaman al sueño / de la muerte, ¿cómo miro / en el retrato belleza /si al original, impío, / borra siempre los colores / más hermosos y más vivos?» (p. 56); el juego y equívoco del retrato continúa en los versos siguientes. Difieren, sin embargo, en la manera de relacionarse los protagonistas con el peligro femenino pues Segismundo lo encara y vence, el Rey de Quevedo huye, y también vence (pp. 100-101). La obra de Quevedo debió escribirse entre 1627 y 1629, aunque quizá hubiera una versión anterior, de 1624.