1
B. de Las Casas, Historia de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1951, II, p. 440.
2
Ibid., cap. IV, L. III, pp. 441-442.
3
M. Mahn-Lot, Bartolomé de Las Casas et le droit des Indiens, Paris, Payot, 1982, pp. 441-442.
4
4 Cortés li
accolse nella capitale del vinto impero con eccezionali
dimostrazioni di rispetto e di devozione, come racconta Bernal Diaz
del Castillo nella sua Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España: «y
cuando Cortés supo que llegaban, se apeó del caballo,
y todos nosotros juntamente con él, y ya que nos encontramos
con los reverendos religiosos, el primero que se arrodilló
delante de fray Martín de Valencia y le fue a besar las
manos fue Cortés, y no lo consintió, y le besó
los hábitos y a todos los más religiosos, y
así hicieron todos los más capitanes y soldados que
allí íbamos, y Guatemuz y los señores de
México.»
(Cfr. Cap. CLXXI, Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España, México, Porrúa, 1968, II,
p. 177.
5
Motolinía, Carta al Emperador. Refutación a Las Casas sobre la colonización española. Introducción y notas de J. Bravo Ugarte S. J., México, Editorial Jus, 1949.
6
Cfr. G. Baudot, Utopie et histoire au Méxique. Les premiers chroniqueurs de la civilization méxicaine (1520-1569), Toulouse, Privat, 1977. (I nostri riferimenti sono all'edizione spagnola, Utopía e historia en México, Madrid, Espasa Calpe, 1983, pp. 261-262).
Il vescovo di México, fra Juan de Zumárraga, lanciò l'interdetto sulla città il 7 marzo 1530, in seguito alla violazione da parte dell'Audiencia del diritto di asilo del convento francescano, dove la forza pubblica si impadronì di alcuni capi indigeni, e ne giustiziò due.
7
Scriveva
Motolinía nella Carta al Emperador, ed. cit. p.
52: «Sepa V. M. que
cuando el Marqués del Valle entró en esta tierra,
Dios nuestro Señor era muy ofendido, y los hombres
padescían muy crudísimas muertes y el demonio nuestro
adversario era muy servido con las mayores idolatrías y
homecidios más crueles que jamás fueron:
[...]
. Il frate sottolineava che con l'arrivo
degli spagnoli si era posto fine allo stato di asservimento degli
indigeni al diavolo.
A difesa del
Marchese scriveva (ibid., p. 95): «Y
algunos que murmuraron del Marqués del Valle, que Dios
tiene, y quieren ennegrecer y escurecer sus obras, yo creo que
delante de Dios no son sus obras tan acetas como lo fueron las del
Marqués. Aunque, como hombre, fue pecador, tenía fe y
obras de buen cristiano y muy gran deseo de emplear la vida y
hacienda por ampliar y aumentar la fe de Jesucristo, y morir por la
conversión de estos gentiles. Y en esto hablaba con mucho
espíritu, como aquel a quien Dios había dado este don
y deseo y le había puesto por singular capitán de
esta tierra de Occidente. [...]»
.
E ancora
(ibid., pp.
100-101): «Por este
capitán nos dio Dios la puerta para predicar su Santo
Evangelio, y éste puso a los indios que tuviesen reverencia
a los Santos Sacramentos, y a los ministros de la Iglesia en
acatamiento. Por esto, me he alargado, ya que es difunto, para
defender en algo su vida.»
8
B. de Las Casas, Historia de las Indias, op. cit., I, p. 176.
9
Per il tema cfr. di fra Toribio de Benavente i capitoli I-III de Tratado II, in Historia de los Indios de la Nueva España, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
10
Motolinía, Carta al Emperador, ed. cit., p. 70.