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Las Doce palabras: Romance y Leyenda.

DIAZ VIANA, Luis

Las canciones que tradicionalmente se cantan durante el ciclo de "Navidad y Reyes" no son sino una pequeña parte del rito en el cual se hallan inmersas. El nacimiento de Cristo se celebra en una fecha que ya poseía gran raigambre mítica antes de que los cristianos le aplicaran su particular significado. Recuerda J. M. Gómez Tabanera (1) cómo los padres de la Iglesia proponían diversos días para festejar la Natividad del Salvador: "Clemente Alejandrino, muerto hacía el 220, sitúa la Natividad el 18 de abril; San Epifanio, muerto en 403, el 6 de enero, fecha adoptada por la Iglesia de Oriente La fecha del 25 de diciembre es atribuida al Papa Liberio en 354...".

La coincidencia entre las Fiestas Saturnales romanas -del 17 al 24 de diciembre- y la Navidad cristiana ha sido puesta de manifiesto frecuentemente por los estudiosos de la mitología universal, siendo muchos los que opinan que tal correspondencia no obedece a la mera casualidad. Sabemos, también, que la observancia mitraica del "Nacimiento del Sol" (natalis invicti solis) tenia su centro el 25 de diciembre y a menudo se ha resaltado la relación entre los primeros cristianos y los adoradores de Mitra. Unos y otros tenían en común creencias y rituales (el bautismo para la remisión de los pecados, el alimento espiritual de la comunión que incluía vino consagrado, la redención, la salvación, la confirmación y la promesa de la vida eterna). Todo ello favoreció que los paganos llegaran a identificar ambas religiones. La influencia real del mitraismo en lo cristiano es difícil de precisar, aunque, por los datos que hoy poseemos, se puede presumir su importancia.

De otra parte dentro del ciclo de Navidad tienen lugar, desde épocas remotas, curiosas fiestas y ritos de inversión cuyo significado E. Casas Gaspar intentaba explicar así: " ...nos parece responden aun plan de provocación a la naturaleza, a una mofa de las leyes morales, para obligarla a subvenir sus leyes meteorológicas o, dicho más claro, se pretende, al invertir las reglas de conducta que la naturaleza invierta, en reciprocidad, las estaciones dándole al campo temperaturas benignas, ya entrado el invierno y fogosidad al sol languideciente...(2).

Cita el mismo autor una serie de testimonios relacionados con la fiesta de "Los locos", extravagante y burlesca celebración que aún hoy perdura si bien prácticamente irreconocible respecto a sus primitivas y brutales manifestaciones: "En la Edad Media los monacillos de coro y los clérigos menores elegían de su seno, el día de San Nicolás, un obispo (papa le llamaban en Mallorca; abadillo en Gerona; bisbato en Valencia), que el día de Inocentes era conducido en andas por un tropel de mocetones al palacio episcopal, a cuyo balcón de honor asomábase para la toma de posesión pública de su cargo y, metido hasta la cintura en un tonel, pronunciaba algunas frases grotescas o echaba la bendición al pueblo...El obispillo se sentaba en silla del obispo, hacía el oficio, predicaba, bendecía y administraba la Confirmación.Sus compañeros ocupaban el coro superior, sirviéndoles el clero libros, velas y cuanto ellos hacen el resto del año

La fiesta de "Los locos", a veces confundida con la de "Los animales" (17 de enero, San Antonero), quizá desdibujada remembranza de la "Festa Stultorum" de los romanos viene a añadir más datos a la teoría -sostenida por muchos folkloristas- de la perpetuidad de ciertos ritos paganos en la Era Cristiana. Algo semejante debió suceder con una composición que tradicionalmente se interpretaba en los días de Navidad y cuyo remoto origen trataremos de desentrañar.

"LAS DOCE PALABRAS", CANTO TRADICIONAL

En las encuestas realizadas por mí junto a Joaquín Díaz y J. Delfín Val por tierras de Valladolid y Palencia he podido constatar la pervivencia del tema de "Las doce palabras". Próximamente publicaremos varias versiones orales de la provincia de Valladolid" por lo que transcribiré aquí una lección palentina, de Cervera de Pisuerga, como ejemplo; fue cantada por Petra Gómez que iba repitiendo -según es usual en esta composición- a cada "palabra nueva" que decía todas las "palabras" anteriores:

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Una es una,
la que parió en Belén,
virgen y pura es.

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
dos son dos
las tablas de Moisés;
una es una...etc.

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Tres son tres,
las tres trenidades;
dos son dos...

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Cuatro son cuatro,
los cuatro evangelistas;
tres son tres,
las tres trenidades.

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Cinco son cinco,
las cinco llagas;
cuatro son cuatro

Estas doce palabras,
dichas y torneadas:
Seis son seis,
los seis candelarios;
cinco son cinco...

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Siete son siete,
los siete gozos;
seis son seis...

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
ocho son ocho.
los ocho coros
siete son siete.

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Nueve son nueve,
los nueve meses;

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Diez son diez,
los diez mandamientos;
nueve son nueve

Estas doce palabras dichas y torneadas:Once son once,
las once vírgenes;
diez son diez...

Estas doce palabras
dichas y torneadas:
Doce son doce,
los doce apóstoles;
once son once...

(y así volviendo hasta "una es una")

Las versiones obtenidas hasta ahora por nosotros no presentan diferencias de importancia siguiendo, por lo general, un modelo semejante. Algunas, como la que acabo de ofrecer, fueron cantadas con melodía de monótona salmodia; otras recitadas a modo de oración o conjuro. En ciertos casos aparecen entremezclados con el castellano restos de un latín lejano y pintoresco (4). Los informantes de nuestras versiones ignoraban la utilidad de este texto, su funcionalidad específica, si bien recordaban su estrecha relación con el ciclo de Navidad

Varias son las hipótesis que se han dado acerca del origen de tal tema que también se halla en forma de relato en muchas zonas de España. Según ciertas opiniones "Las doce palabras" podrían proceder del "Himno latino de Clinio" que comienza

Dic mihi: quid est unus?.
Unus est Deus qui regnat in coelis.

Para otros esta composición estaría relacionada con un canto hebreo de Pascua (Ejod Mi Yodea: ¿Quién sabe el uno?); pero ambas sugerencias se anulan si damos por auténtica la teoría propuesta por Oskar Fleisher: "Muchas canciones que retratan las ideas y tradiciones célticas viven aún hoy en la Bretaña en boca del pueblo, y entre ellas hay una que por su forma y contenido nos retrotrae, especialmente, a los tiempos en que druidas y bardos eran los encargados de la formación, educación y cultura musical del pueblo. Esta canción representa una escena escolar en la cual un Druida instruye a un niño en el simbolismo de los números:

-Ahora bien, tú, blanco niño de Druida, respóndeme: ¿Qué quieres que yo te cante?

-Cántame -responde el niño- la serie del número uno, para que yo hoy la aprenda.

-No hay serie para el número uno: la única necesidad, la muerte, padre del dolor, nada antes y nada después. Ahora bien, tú blanco niño de Druida, respóndeme ¿qué quieres que te cante?.

-Cántame la serie del número dos, para que yo hoy la aprenda

-Dos bueyes uncidos delante de una concha, tiran, mueren: mira aquí el prodigio.

-Cántame la serie del número tres, para que yo hoy la aprenda.

-Tres comarcas hay en el mundo, tres comienzos y tres fines para los hombres como para los robles, tres reinos de Merlín, frutos de oro, brillantes flores, niños pequeños que ríen. ..

(La canción prosigue hasta el número doce, repitiendo al bajar, con la interpretación de cada número, la correspondiente a números inferiores y llegando siempre hasta "No hay serie para e1 número uno" etc. Termina así:)

-¿Qué quieres que yo te cante

-Cántame la serie del número doce para que yo hoy la aprenda.

-Doce meses y doce signos del Zodíaco: el penúltimo, el Sagitario, dispara su último dardo. Los doce signos están en guerra. La bella vaca, la vaca negra que lleva en su frente una blanca estrella sale de la selva deshojada; en su pecho se clava el dardo; su sangre corre a raudales; muge, erguida la cabeza. Suena la trompeta, fuego y trueno, lluvia y viento; nada, nada después ninguna serie ulterior. Once son los sacerdotes armados, Diez los buques enemigos...Nueve las pequeñas blancas manos...

Ocho los vientos...Siete soles...Seis los niños talludos...Cinco las zonas de la tierra...Cuatro las piedras de afilar...Tres las comarcas del mundo...Dos bueyes uncidos ante una concha...No hay serie para el número uno: la única necesidad, la muerte, padre del dolor, nada antes y nada después" (5).

R M. de Azkue que comparte la explicación de Fleisher sitúa el tránsito de la canción druídica a nuestra tradición en el siglo VI al producirse la cristianización de los bretones: "La traducción latina -dice- que parece datar del siglo X, la publicó, en 1650, el presbítero Tanguy Guéguen, y todavía en nuestros días se cantaba en el seminario de Quimper (Bretaña)..." (6).

Existen muestras dentro de la tradición oral en que "Las doce palabras" se formulan enteramente en latín o en un latín simulado (7). El mismo Azkue cita una versión latina que le fue cantada por un sacerdote conocido suyo; éste decía haberla aprendido entre los estudiantes de Salamanca. Veámosla en su comienzo:


"Dic mihi ¿quot sunt
Unus Christus qui regnat.
Dic mihi ¿quot sunt?
duae legis tabulaé..." (8)

Aurelio de Llano recoge también otra lección de carácter similar:

"Doce con un docorum,
once con un sanctorum,
diez con un angelorum,
nueve con un virginorum,
ocho de gaturulé,
siete son de espíritu,

seis fué, seis diré
que encarnan en Galilé,
cinco a los pies de David,
cuatro los angeliqués,
tres patriarqués,
las dos tablas de Moisés
y una es Cristi-Filiu-yusés (9)

UN TEMA DE GRAN ANTIGÜEDAD y CONFUSO ORIGEN

A. M. Espinosa atribuía a "Las doce palabras" una procedencia oriental. Para él la narración de la cual, en ocasiones, nuestra composición forma parte, habría pasado desde la India a través de modalidades zoroástrícas, budistas, musulmanas, judaicas y cristianas hasta occidente (10). Pero el tema, inserto en cierto tipo de relatos, o independientemente, se halla difundido por toda Europa; F. J. Child nos da testimonio de él: "One? -There is one only God: may he help me. Two -Two doves with silver wings are sporting together: I saw how they kissed... etc." (11).

"Las doce palabras" como cuento presenta, también, una amplia difusión y un contenido, por lo común, bastante parejo. Azkue recoge el ejemplo siguiente:

"San Martín era herrero y cierto día, durante sus habituales faenas, se sentía tan agobiado e irritado que invocó al diablo, a quien parece que hizo promesa de su alma a trueque de no sabemos qué gangas. No se hizo aguardar el invocado. Se le apareció al fatigado menestral y le reclamó su alma. San Martín se negó a ello, alegando que no supo lo que decía en aquel momento de arrebato. Después de larga porfía convinieron en que San Martín había de inventar un nuevo instrumento de hierro y enumerar misterios y dogmas de la religión correspondientes a las cifras aritméticas. Cumplió el santo la primera condición construyendo en el acto la sierra, utensilio hasta entonces desconocido. Para ello, cuando nada nuevo le sugería la imaginación, elevó sus ojos como pidiendo auxilio sobrenatural, y fijándolos en las hojas festoneadas de un castaño tuvo la feliz ocurrencia de elaborar una herramienta según el modelo que le ofrecía el árbol. Para llenar la segunda condición se entabló entre Martín y el diablo este diálogo:

-Martintxo: esaik bat.
-Gure jauna bera dok bat, berak salbako gaiozak, baiña ez i. .." (12).

La narración continúa hasta el número doce tal como sucedía en las otras versiones hasta ahora comentadas. Espinosa comenta, especialmente, este tipo de historias en su interesante trabajo sobre el tema de "Las doce palabras". Constantino Cabal cita un cuento ligur en el cual San Martín ayuda a un hombre engañado por el diablo contestando al espíritu del mal todas sus preguntas:

"Fué al árbol a las doce de la noche, y oyó una voz que preguntaba así:

-¿Cuál es la una?

y dijo:

-Un solo Dios.

-¿ y las dos?

-Los dos misterios de la religión cristiana.

-¿ y las tres?

-Las tres personas -Padre, Hijo, Espíritu Santo.

Y así fue preguntándole la voz hasta llegar a la trece:

-¿ Y la trece?

El mendigo replicó:

-Vete al infierno, diablo, que no hay trece.

-Y la voz terminó con amargura:

-Ah, San Martín, San Martín...! Y cómo podré vencer si te declaras tú a favor del otro!

El pobre era San Martín. .." (13).

El número trece aparece, pues, como fuera del universo simbólico cristiano, como palabra misteriosamente relacionada con el demonio, pero sin embargo en la tradición judía se nos presenta como el guarismo de la plenitud:

"Doce las tribus y
Trece los atributos de Dios" (14)

El asunto de "las doce palabras" dichas y torneadas, -o retorneadas como señalan algunas versiones- se caracteriza por su sorprendente divulgación dentro de la cultura tradicional, su presumible antigüedad aceptada por todas las hipótesis presentadas, sea cual sea su opinión, y por el mágico secreto que parece encerrar

CONCLUSION

"Las doce palabras", tema considerado por algunos juego y adivinanza, por otros cuento y por otros oración, es básicamente -y desde el punto de vista de su "funcionalidad folklórica"-, un conjuro que se presenta en diversas formas. C. Cabal ofrece la siguiente información que yo he podido comprobar en las encuestas realizadas por tierras castellanas: "En Portugal aún se las considera con poder para curar ciertos males; cuando se valen de ellas a este fin, curandero pronuncia las palabras del demonio y el enfermo las del santo. Y hay procesos que consta que ciertas hechiceras las usan como de efecto indudable contra los malos espíritus..." (15).

La composición, pues, es popular, ha adoptado incluso un revestimiento piadoso y de aparente ortodoxia, pero quienes la transmiten oralmente ignoran -como ellos mismos reconocen- su sentido profundo y auténtico. Los datos que Cabal aportaba apuntando el valor de mágico conjuro de "Las doce palabras" se ven confirmados por un curioso detalle que en "Las noticias", periódico de Barcelona, recogió D. Francisco Carreras y Candí (ejemplar del 11 de septiembre de 1920): "Un proceso de brujería incoado en Valencia en 1624, manifiesta que empleaban en actos de hechicería "Las doce palabras de la fé", con especial eficacia para librarse de la acción de los ministros de la justicia empezando: A la una vale más el sol que la luna; a las dos, vale más Dios que vos; a las tres las tres Marías, y terminaba: las dos tablas de Moisés, donde fue Nuestro Señor Jesucristo a Jerusalem, do vive y reinará para siempre y sin fin, amén" (16)

Pensamos que "Las doce palabras", de igual modo que otros relatos y composiciones de la mitología y el folklore universales, se han difundido por medio de dos vertientes distintas: una profana, superficial; y otra hechiceril y oscura. Las series numéricas ligadas a concepciones religiosas y mágicas constituyen desde la tradición druídica a la cábala hebrea uno de los sistemas preferidos para la instrucción iniciática. Quizá, por todo ello, nuestro poema pueda ser, en efecto, un eco más o menos desvirtuado de remotas creencias anteriores a la civilización latina y cristiana. (17).

El viejo druida repite, más allá del tiempo, a su pupilo la arcaica salmodia:

-Tres comarcas hay en el mundo, tres comienzos y tres fines para los hombres como para los robles...
__________

(1) "El folklore español" (J. M. Gómez Tabanera y otros), IEEA, Madrid, 1968, pág. 208.

(2) y (3) E. Casas Gaspar, "Ritos agrarios", Madrid, 1950, páginas 182-183.

(4) Trataré posteriormente de este tipo de versiones.

(5) O. Fleischer, "Sammelbände der Internationalischen Musik", Vol. I, pág. 38, Ein Kapitel vergleichender Musikwissenchaft.

(6) Resurrección Mª de Azkue, "Cancionero popular vasco", Vol. II, Bilbao 1968, pág. 916.

(7)En el n.º3 (103), del Vol. IV del "Catálogo folklórico de la provincia de Valladolid", publicamos una versión de esta clase.

(8) Resurrección Mª de Azkue, op. cit., pág. 917.

(9) Aurelio de Llano Roza de Ampudia, "Del folklore asturiano", Oviedo 1972, pág. 105.

(10) "Revista de filología española", XVII, 1930, págs. 390-413.

(11) Francis James Child, "The english and schottish popular ballads", Dover Publications, Inc., New York 1965, págs. 416-417.

(12) R. Mª Azkue, op. cit., pág. 918

(13) C. Cabal, "La mitología asturiana", Oviedo 1972, págs. 564-565.

(14) Gaston Paris, "La chanson du chevreu", Rumania 1872, página 223.

(15) C. Cabal, op. cit., pág. 567.

(16) A. Llano, op. cit., págs. 104-105, recoge en "nota" este valiosísimo dato documental, nada sorprendente de otra parte, a la vista de todo lo argumentado en e1 presente trabajo

(17) Véase nuestro trabajo sobre e1 simbolismo de los números en "Romances tradicionales", Vol. I, pág. 285, a propósito de "La baraja"