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En tiempos de Horacio toda esa alegre compañía era ya una plaga. Algunas gentes dadivosas les servían de Mecenas, a su vez:


Ambubajarum collegia, pharmacopolae,
Mendici, mimae, balatrones, hoc genus omne
Moestum ac sollicitum est cantoris morte Tigelli:

porque Tigelio, quippe benignus erat. Era, pues, natural que entre todos le endecharan al morir: flautistas procedentes de Siria con sus ambubaie (sambuca), echadores de conjuros y vendedores de remedios (pharmacopolae, como se ha indicado precedentemente). Es interesante notar en ese collegia que las asociaciones de mendigos musicantes y congéneres, tan extendidas durante la Edad Media y después, existían ya en los albores de la Era Cristiana. Stultis nihil medium se dice de esa sátira de Horacio (la segunda). En tal corporación estaba presente ya, sin duda, aquel espíritu de facecia lindero con la necedad que caracterizó, tiempo adelante a los sots, histriones o bufos de menor cuantía, frecuentemente lisiados o deformes, tan del gusto de las cortes del Renacimiento y que, burla burlando, constituyeron sus confrèries.

 

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Epicarmo vivió en Siracusa, donde murió en 450. La comedia bufa nació poco antes que él en Megara con Susario y Meson. En Atenas comenzó con Chionidas al iniciarse el siglo V, después de que al caer el despotismo comenzó a reinar la libertad en el lenguaje y en la crítica burlesca de las costumbres.

 

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Año 220 ó 240 según Cecil Torr (Oxford H. of M.) Año 180 según Wolf.

 

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Desde muy joven, la futura emperatriz Teodora, hija con otros dos hermanos de una madre tempranamente viuda de un chipriota domador de osos, figuró en el teatro de Constantinopla con su hermano mayor. Teodora no bailaba ni cantaba ni tocaba la flauta. Sus habilidades estaban confinadas al arte mímico y a la pantomima; sobre todo sobresalía en los papeles bufos, y, como estos mismos, hinchaba las mejillas y gemía en tonos y gestos paródicos quejándose de los bofetones que recibía, ante lo cual el teatro entero se estremecía con las risas y aplausos de los concurrentes. La belleza de Teodora era extraordinaria y de una cualidad delicada; pálida de tez, fina de figura y de rasgos, con movimientos vivos y elegantes y una gran vivacidad en la mirada. En algunas comedias aparecía desnuda y sus encantos venales estaban al alcance de cualquier ciudadano. La vida disipada de Teodora en su juventud, las terribles crueldades que ejerció desde el trono, en venganza de sus miserias pasadas, constituyen uno de los más famosos escándalos de la Antigüedad; pero sus vicios no aminoran el talento de la Emperatriz de Oriente, y gran parte de las acusaciones con que se la incrimina provienen de eclesiásticos perseguidos por esa mujer extraordinaria.

Para la vida de Teodora, según los cronistas contemporáneos, véase Edward Gibbon: The decline and fall of the Roman Empire. Edición de «The Modern Library». Nueva York. Vol. II. pp. 134ss.

 

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Technes. Arte, en el sentido de artesanado.

 

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Aunque lo sea el habla. Es decir, que si el hecho de hablar es cosa folklórica por excelencia, no lo es el conocimiento del lenguaje, ni su aprendizaje por vía gramatical.

 

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Véase, para fijar mejor las ideas, de un modo que quisiera ser decisivo, la nota que sobre los límites y el contenido del Folklore se inserta al final de este capítulo.

 

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Curt Sachs: «Towards a Prehistory of Occidental Music». (En The Musical Quarterly.) Nueva York, abril, 1938.

 

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El cántico de Israel «Brota, ¡oh, manantial! Números XX. v. 17-18) es para algunos autores (W. O. E. Oesterley: Oxford H. of Music. Cap. II), un canto popular que proviene netamente de la invocación mágica, extendida ya en un sentido religioso-popular, de notorio lirismo. Los árabes cantaban y danzaban en torno a las fuentes. (Goldzher, cit. por Oesterley.)