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Al tópico de la conquista de América, Cadalso dedicó dos Cartas (V y IX) de sus Cartas marruecas, (Cadalso 2000 23 y 38-45), aludiendo al tema también en la Defensa a la nación española contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu y en un par de misivas dirigidas a Tomás de Iriarte. En términos generales Cadalso traza una defensa del proceso de conquista y colonización del continente americano emprendido por el Imperio español, elogiando el perfil de Hernán Cortés, concebido como emblema del conquistador valeroso y leal a la Corona y cuyos atropellos justifica e intencionalmente atenúa. Al mismo tiempo, con el propósito de fijar una, más bien ilusoria, perspectiva «imparcial» del tema, y que se halla encaminada a mitigar los atropellos de los conquistadores, insiste sobre la trata de esclavos «de los continuos mercaderes de carne humana» (2000, 45), cuya responsabilidad, en clave apologética, el autor endilga a las potencias europeas rivales, resaltando su actitud hipócrita sobre el tema americano. Ver a este respecto Lope 1986, el interesante estudio de Froldi, 1989, 119-127 y las atinentes notas que incluye Martínez Mata en su edición de las Cartas (NL, 315-6 y 324-27).

 

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Sobre las ideas políticas y religiosas en Cadalso se remite al estudio de Glendinning, 1982a, para quien el poeta soldado «es más innovador en sus ideas religiosas que en sus teorías políticas» (139).

 

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En dicha perspectiva, Glendinning afirma que «Cadalso parece ofrecer una perspectiva radical sobre la igualdad, poco frecuente en las publicaciones españolas de la época, aunque es posible que se trate de una postura intencionadamente exagerada por parte de su personaje Tediato, y no de la opinión propia del autor» (2000, XVIII).

 

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A este respecto se remite a los estudios de Froldi (1985, 141-54) y Glendinning 1982b, quien opina con razón que «por sus circunstancias y también por su temperamento, Cadalso rehuía la idea de una revolución política, o cambio social radical» (1982b, 257).

 

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Carta de Batilo [Meléndez Valdés] y Arcadio [Iglesias de la Casa] a Ramón de Caseda y Esparza [Hormesindo] (Ximénez de Sandoval 367). Aunque la misiva está escrita a nombre de los dos poetas amigos de Cadalso, en verdad fue redactada por Meléndez Valdés. En otra carta dirigida a su amigo Mena, el poeta extremeño reconocía la deuda que había contraído con el poeta gaditano, aseverando que la desaparición de un hombre como Cadalso constituía «una pérdida común para todas las almas sensibles» (Cueto, I: CVI, las cursivas son mías).

 

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En esta misma línea, y resaltando la finalidad didáctica de la obra, Rodríguez indica que «Cadalso pretendería, en última instancia, plantear una reflexión acerca de los trastornos que en el hombre racional provoca un estado de exaltación sentimental. Trastornos, ya se ha visto, de índole perceptiva, pero también trastornos en la relación con la sociedad, provocados por un exceso de egoísmo. En ese sentido, la obra del gaditano sería una manifestación más de ese necesario equilibrio entre la fantasía y la razón que la moda sentimental nacida en el seno de la Ilustración española reivindicaba», 2003 [1996]. En esta misma perspectiva ver el iluminador estudio de Caldera (2004, 127-30), quien examina los componentes del lenguaje -«clasicista» y «sentimental» al mismo tiempo- que exhiben las Noches, alejadas aún manifiestamente del vocabulario romántico.