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Las sábanas del cura

Boceto en un acto y en verso

Enrique Gaspar





                      PERSONAJES
 
ELISA
ANTONIO
LEÓN
CÁNDIDA

[7]



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Acto único



Una elegante sala en una fonda de Madrid. Puertas laterales que conducen a los dormitorios y una de entrada en el fondo.

            
 
 

Escena I

 

ELISA y ANTONIO sentados en los dos extremos opuestos de la escena.

 
ANTONIO       (Tras larga pausa.)
Si alguien nos llegara a ver
a cada cual en su asiento
adivinaba al momento
que nos casamos ayer.
ELISA Pero es porque no supones 5
al tal alguien advertido
de que yo tengo un marido
que no se aviene a razones.
ANTONIO Asuntos de este jaez
no las admiten.
ELISA                           Según. 10
ANTONIO Ven, y al sentido común
hagamos árbitro y juez.
(Se levantan.)
Ayer a las nueve en punto
se efectuaba nuestra boda,
y obedeciendo a la moda, 15
que hoy se mezcla en todo asunto,
con los minutos contados [8]
almuerzan, cambian de traje
y se ponen en viaje
estos dos recién casados; 20
y allí va la procesión,
pues los parientes en masa
como en la iglesia y en casa
te siguen a la estación,
donde por última vez 25
te abrazan hasta los primos:
-al tren -gritan, y subimos;
entro, miro, sumo, diez.
Excuso hablar de la orquesta
que a lo Wagner nos han hecho 30
aquellos niños de pecho
con la mesa siempre puesta,
ni de aquel otro incidente...
ELISA ¿Cuál?
ANTONIO               ¿Ya lo has dado al olvido?
La manta que has compartido 35
con tu vecino de enfrente.
ELISA ¡Si me helaba!
ANTONIO                          No es razón
para ponerme en un potro;
o se apela a cualquier otro
medio de calefacción. 40
Nunca debe hacerse nada
de lo que un marido encela;
luego hay que andar con cautela
cuando se es recién casado;
eso estaría en razón 45
de aquí a dos años o tres:
antes se ponen los pies
encima del almohadón.
ELISA Pero eres injusto, Antonio,
la cosa es harto inocente... 50
ANTONIO Dejemos ese incidente;
son gajes del matrimonio.
Vengamos a lo esencial,
hablemos de hechos reales,
únicos en los anales 55
de la historia conyugal.
Ya en Madrid, y en esta fonda, [9]
abro de amor el capítulo
con un abrazo que al título
de marido corresponda. 60
Y digo mal «abro», intento,
pues cuando hecho un alcuzcuz
me ves llegar puesto en cruz
dando mis aspas al viento,
te escapas y desde allí 65
me gritas: «Antonio, cesa;
hasta cumplir mi promesa
no eres nadie para mí.»
E imitando a la Ristori
en gestos y entonación 70
pónesme en la situación
de un marido a posteriori.
ELISA Colócate en mi lugar
y dime ¿qué debo hacer?
Mi madre al partir ayer 75
y haciéndomelo jurar...
ANTONIO Pero tu madre está chocha;
perdona la interrupción.
ELISA Me impuso por condición
ir a la Virgen de Atocha 80
sin que, aunque te encolerices,
te haya ni un mimo otorgado
antes de haberla rogado
que nos haga muy felices.
ANTONIO Pero Elisa, es un rigor 85
que raya en la tiranía
privar de su ortografía
a la frase del amor.
Tu madre, que es algo apática,
en su exigencia ha insistido, 90
porque ya ha puesto en olvido
las reglas de la gramática.
¿Ríes y a chanza lo tomas?
Pues, Elisa, haces muy mal.
El estilo conyugal 95
tiene sus puntos y comas,
y ¡ay de aquel que al matrimonio
se niegue la puntuación!
ELISA Pues usa en esta ocasión [10]
del paréntesis, Antonio. 100
ANTONIO ¿Es decir?
ELISA                    Que aunque lo siento
por ver que te contraría,
voy a Atocha.
ANTONIO                         ¡Qué manía!
ELISA No es manía, es juramento.
ANTONIO Hay que ceder, es de ene. 105
ELISA ¿No es justa mi pretensión?
ANTONIO La mujer tiene razón
hasta cuando no la tiene.
¡Y con qué recogimiento
voy a rezar!
(Queriendo tomarle una mano.)
ELISA (Rechazándole.) No seas loco. 110
Espera, me arreglo un poco
y soy contigo al momento.
ANTONIO No tardes.
ELISA                     ¿Tardara yo
dejándote solo aquí?
ANTONIO ¿Me quieres mucho?
ELISA                                    Eso sí. 115
ANTONIO Dame la prueba.
(Insistiendo en tomarla la mano.)
ELISA                             Eso no. (Vase.)
 
 

Escena II

 

ANTONIO.

 
¡Suegras! ¡Suegras! Vuestra fama
aumenta de día en día.
Ahora pienso que a la mía
le he ofrecido un telegrama. 120
 

(Se sienta a escribir.)

 
«Purificación Abad,
Játiva.» ¿Las señas? No.
«Llegados Elisa y yo...
sin la menor novedad.»
Soltar temo un disparate, 125
porque un hombre que trasnocha...
«Nos vamos, Virgen de Atocha,
sin tomar ni chocolate.» [11]
¡Con un hambre del demonio
irse en ayunas a misa! 130
«No escribo, cansado. Elisa
no se encuentra lo mismo. Antonio.»
No habrá santo a quien no invoque
desde ayer, y su afán era
repetirnos: «¡Ay! ¡Siquiera 135
que no tengáis ningún choque!»
 
 

Escena III

 

ANTONIO y LEÓN.

 
LEÓN Chico, aquí estoy; mi mujer
me ha vuelto a echar de mi casa.
ANTONIO ¿Quién es?
LEÓN                     ¡Ay! Usted dispense.
He debido por las trazas 140
ser víctima de algún lapsus.
Sin embargo, esa butaca,
en la que he pasado más
de una noche toledana...
Cum subit illius tristisima 145
noctis imago...
ANTONIO (Aparte.)          (¡Qué charla!)
LEÓN ¿Es que ha salido Macario?
ANTONIO Si usted busca al que habitaba
este cuarto antes que yo,
está ausente.
LEÓN                       ¿Quare causa? 150
ANTONIO ¿Cómo ha dicho usted?
LEÓN                                         He dicho
por qué en latín. (Aparte.) (¡Qué ignorancia!)
ANTONIO Pues según el camarero
me refirió a mi llegada,
ese señor se ha mudado 155
huyendo de una cantárida
que, en la forma de un amigo,
creo que le levantaba
ampollas en la paciencia
una vez a la semana. 160 [12]
LEÓN ¿Y quién podrá ser?
ANTONIO                                   Lo ignoro.
LEÓN Y yo. Y eso que sin falta
venía todos los jueves;
pero nunca vi más cara
que la mía en mis periódicas 165
visitas hebdomadarias.
Esta voz viene del griego.
ANTONIO Déla usté expresiones.
LEÓN                                       Gracias.
(Aparte.) (No es filólogo.) (Alto.) No es malo
el conflicto en que su marcha 170
me pone, porque hoy es jueves.
ANTONIO Es muy posible.
LEÓN                             Mañana
entra el sol en Piscis.
ANTONIO                                      ¿Qué?
LEÓN ¿No conoce usted la faja
del zodiaco?
ANTONIO                        No señor. 175
LEÓN (Aparte.) (Ni astronomía ni nada.)
(Alto.) Voy a referirle a usted
en forma concisa y clara,
cual conviene a un individuo
de tres academias sabias, 180
la síntesis, el resumen,
el polen de mis desgracias.
ANTONIO (Aparte.) (Este hombre con cada frase
que suelta me descalabra.)
LEÓN Empiezo... ¿Es usted casado? 185
ANTONIO Sí lo soy.
LEÓN                   Yo también. ¡Vaya!
Pues le doy a usted el pésame
y continúo. Mi cara
mitad, que es como su nombre,
mi esposa se llama Cándida, 190
ha incurrido en la sindéresis,
que yo enfermedad llamara,
de tener celos de mí
y está ya monomaniaca.
ANTONIO (Aparte.) (Es claro, la ha vuelto loca 200
con una de esas palabras.) [13]
LEÓN Una vez cree ver deshecho
el lazo de mi corbata,
otra que estoy despeinado,
otra, como esta mañana 205
al volver de la estación
de recoger unas plantas,
con las que por fin completo
mi colección de parásitas,
me dice que huelo a almizcle: 210
y como de la amenaza
pasa a la acción al momento,
pues yo soy de buena pasta,
arrójame de mis lares,
al ostracismo me lanza, 215
y nómada vivo mientras
dura su crisis neurálgica.
¿Ha entendido usted?
ANTONIO                                      Un poco:
así alguna frase aislada.
LEÓN Macario solía darme 220
acogida hospitalaria
cada vez que a mi mujer
los nervios se la alteraban;
y como ella era consciente,
pronto filiforme y pálida 225
a levantarme el destierro
de motu propio llegaba.
ANTONIO ¿Es decir que a esa señora
como le da se la pasa?
LEÓN No, sino que por fortuna, 230
la Providencia es muy sabia,
cada riña que tenemos
coincide con la llegada
de un primo segundo suyo
que vive en Guadalajara, 235
y a Madrid a asuntos propios
viene un día por semana.
Y como Pepe es tan recto,
cada vez que desembarca
y me ve ausente purgando 240
la cacoquimia de Cándida...
ANTONIO (Aparte.) (Lo que es esta me la apunto.) [14]
 

(Se levanta y apunta la palabra en un papel. LEÓN le sigue.)

 
LEÓN La echa su conducta en cara,
la dice cuatro verdades,
y la obliga a que a mis plantas 245
venga a pedirme perdón.
ANTONIO Ese primo es una alhaja.
LEÓN Yo estoy muy contento de él.
Pues bien, en las circunstancias
por que estoy atravesando, 250
la deserción de ese tránsfuga
me contraría, y es obvio,
pues una vez disipada
la tormenta, mi mujer,
será en venir tan exacta 255
como son los logaritmos
o la tabla de Pitágoras;
y si no me encuentra aquí
la vuelven los celos, dada
del temperamento suyo 260
la temible idiosincrasia,
ANTONIO Señor mío, aunque lo siento
no me es posible hacer nada
por usted, yo estoy de paso.
Luego mi mujer me aguarda 265
para irnos a Atocha a vísperas.
LEÓN ¿Vísperas por la mañana?
ANTONIO Pues bueno, serán maitines.
 
 

Escena IV

 

Dichos y ELISA.

 
ELISA Cuando gustes. ¡Ah!
LEÓN (Aparte.)                  (¡Qué guapa!)
ELISA Dispense usted si indiscreta 270
vengo a interrumpir su plática.
LEÓN De ningún modo, señora.
Siempre la presencia es grata
de quien, si es verdad que el rostro
es el espejo del alma, 275
de prendas físicas tales [15]
son las psíquicas hermanas.
ELISA Mil gracias. (Aparte a ANTONIO.) (¿Es extranjero
este Señor?
ANTONIO (Aparte a ELISA.) ¡Hija, calla!
Si es un sabio de... tres colas. 280
ELISA Habla de un modo...
ANTONIO                                    A pedradas.)
LEÓN Por no faltar al precepto
de aquella latina máxima,
que dice: Non bis in idem,
la historia de mis desgracias 285
excusando repetir
ni aun en sintética cláusula,
limítome a suplicarles
que mientras sus preces hagan
me otorguen el beneplácito 290
de que espere aquí a mi Cándida.
ANTONIO ¿Pero solo?
LEÓN                     Eso no importa,
señor... ¿Qué voz onomástica
usa usted? Su patronímico
nombre... En fin, ¿cómo se llama? 295
ANTONIO ¡Ah! ¡Cómo me llamo! Antonio.
LEÓN ¿Abad?
ANTONIO              No señor, de Padua.
 

(En este momento aparece CÁNDIDA en el foro cubriéndose el rostro con un pañuelo.)

 
ELISA ¡Una señora!
LEÓN                        Es la mía.
ANTONIO ¿Llora?
LEÓN               Siempre que se trata
de hacer las paces conmigo 300
se pone desconsolada.
 
 

Escena V

 

Dichos y CÁNDIDA.

 
CÁNDIDA Aquí me tienes esposo,
vertiendo abundantes lágrimas
e implorando tu perdón,
del que indigna me juzgara, 305
a no estar muy convencida [16]
de que rencor no me guardas,
sabiendo que amor dirige
mi conducta atrabiliaria.
LEÓN Serénate y ante todo 310
sé circunspecta, sé cauta,
que no es Macario, en razón
de insólita circunstancia,
quien participe hoy conmigo
es de tu arenga elegiaca. 315
CÁNDIDA (Descubriéndose.)
¿Pues quién? Beso a usted la mano.
Y una señora...
LEÓN                           Esta dama
y el caballero son cónyuges
que habitan la propia estancia
de Macario, que hoy se fuga 320
a guisa de estrella errática,
sin previo aviso ni darme
cuenta de ello expresa o tácita.
CÁNDIDA (A ELISA.) ¿Qué pensará usted de mí
al verme entrar en su casa 325
tras un monstruo de marido,
que en vez de endulzar amarga
mi vida?
LEÓN (Aparte a ANTONIO.) (Aun parlamentando
no quiere soltar las armas.)
Si vis pace para bellum. 330
ANTONIO Tiene usted razón.
LEÓN                               ¡Y tanta!
La mujer sería inútil.
si no fuera necesaria.
Tal vez por ella se dijo:
Omnis saturatio mala. 335
¿No es verdad?
ANTONIO                          Ora pro nobis.
(Aparte.) (Toma latín.)
LEÓN (Admirando la frase.) ¡Qué epigrama!
CÁNDIDA ¿Y hace mucho que está usted
en Madrid?
ELISA                     Esta mañana
acabamos de llegar. 340
LEÓN ¿Del Septentrión? [17]
ANTONIO                               No, de Játiva.
LEÓN Del país de mi mujer.
ELISA ¿De veras?
CÁNDIDA                     Somos paisanas.
LEÓN Mi esposa ha nacido en Sétabis
que dejó en su tierna infancia. 345
ANTONIO ¿Y usted?
LEÓN                  Yo en Calatayud
o Bílbilis la romana.
ELISA ¿Y no guarda usted memoria
de nuestra ciudad?
CÁNDIDA                                 Muy vaga.
De lo que me acuerdo mucho, 350
aunque la fecha ya es larga,
es de una amable señora
que íntimamente ligada
con mi madre, me quería
con delirio.
ELISA                      ¿Y se llamaba? 355
CÁNDIDA Purificación Abad.
ELISA ¡Mi madre!
CÁNDIDA                      ¿Es posible?
LEÓN                                            ¡Hosanna!
CÁNDIDA ¿Usted es aquella niña
que todavía no hablaba?
¡Jesús! ¡Qué coincidencia! 360
ELISA Cierto.
CÁNDIDA               Abrigo la esperanza
de que me hagan el honor
de aceptar mi humilde casa.
ANTONIO (Aparte.) (Pues no nos faltaba más.)
ELISA Lo agradezco, pero... gracias. 365
ANTONIO Es mucha molestia.
CÁNDIDA                                  No.
LEÓN El recuerdo de la patria
hace la oferta congruente.
ANTONIO Ya hemos rechazado varias
y sería malquistarnos 370
con los amigos.
LEÓN (A CÁNDIDA.)    Repara
que estos señores sin duda
a salir se preparaban, [18]
y a servirles vas de rémora
si tu visita dilatas. 375
ANTONIO Elisa quiere ir a Atocha.
CÁNDIDA Precisamente mi hermana
vive muy cerca de allí.
LEÓN Lindante.
CÁNDIDA                  Y me espera para
que el día pasemos juntas. 380
Iremos todos.
ANTONIO (Aparte.)         (¡Ya escampa!)
ELISA Pero...
CÁNDIDA              No hay pero a no ser
importuna mi demanda.
ELISA De ningún modo.
CÁNDIDA                                León,
vente conmigo. En la plaza 385
hay coches de cuatro asientos.
ANTONIO ¡Tanta molestia!
LEÓN                            No.
CÁNDIDA                                    Basta.
Haré de paso unas compras
y volvemos sin tardanza.
LEÓN Illico.
CÁNDIDA            Hasta luego, Elisa. 390
LEÓN Don Antonio, vale.
 

(Dándole la mano.)

 
ANTONIO                                   ¡Valga!
Señora, a los pies de usted. (A CÁNDIDA.)
LEÓN (A ELISA.) Póngame humilde a sus plantas.
CÁNDIDA (Aparte a LEÓN.)
(Son muy simpáticos.
LEÓN                                      Mucho.
CÁNDIDA Y ella es joven.
LEÓN                            Casi párvula.) 395
 

(Vanse.)

 
 

Escena VI

 

ELISA y ANTONIO.

 
ANTONIO El mundo a veces condena
al hombre a extraños deberes.
Bien dice el refrán: «¿No quieres
caldo? Pues la taza llena.»
Huyendo voy de testigos, 400 [19]
y merced a ese Confucio,
me cae sobre el occipucio
una avalancha de amigos.
ELISA Son prescripciones sociales
que evitar no nos es dado. 405
ANTONIO En fin, siéntate a mi lado
y espantemos nuestros males
tratando de divertir
ocio tan impertinente
con el cuadro del presente 410
y el sueño del porvenir.
 

(Se sientan.)

 
¡Elisa!
(Queriendo tomarle la mano.)
ELISA (Rechazándole.) Respeta al fin
mi juramento, o me enfado.
ANTONIO ¡Sino! ¡Estrella! ¡Suerte! ¡Hado!
Ecce-homo. Ya hablo en latín. 415
Conque... ¿Dueño desde ayer
soy de tu amor tierno y firme?
¿No me ilusiono al decirme
que mi Elisa es mi mujer?
¿No es que tu Antonio delira 420
llevado de su deseo?
ELISA ¿No lo ves?
ANTONIO                      Pues bien, lo veo
y me parece mentira.
¿Tanto y tanto adorador
que giraba en torno tuyo, 425
yo los venzo, yo destruyo
sus esperanzas de amor?
ELISA Que eras harto injusto di
con tus celos malhadados
creyendo que enamorados 430
estaban todos de mí
ANTONIO No era ningún desatino,
pues aún no hace muchos meses
estuvo en un tris que fueses
al altar con un marino. 435
ELISA ¿Con Luis?
ANTONIO                      Justo. No eran poco,
los que te hacían el bú,
pero entre Luisito y tú
hubo más que corrococos. [20]
Siempre te ponías moñas 440
y cintitas y monadas
cuando iba por las veladas
para hacerte carantoñas.
ELISA Que me quiso es cierto, Antonio.
ANTONIO Que le quisiste lo es más. 445
ELISA Pero no existió jamás
proyecto de matrimonio.
Y prueba que entre los dos
no hubo más que tonterías,
es que al ver que me querías 450
le dije al muchacho: «adiós.»
ANTONIO Sí, Elisita, eso que dices
es el Evangelio puro,
hablemos, pues, del futuro.
¡Vamos a ser tan felices! 455
Mira. Abriré mi bufete,
aunque no lo necesito.
ELISA Bueno es tener un ratito
de que hacer que te sujete.
ANTONIO De lo contrario es tan soso 460
el vivir desocupado...
(Queriendo tomarle la mano.)
Ya lo ves, ni aun a tu lado
me es posible estar ocioso.
No iré al café ni al casino.
ELISA ¡Qué horror! Nunca.
ANTONIO                                  Las veladas 465
las pasaré consagradas
a mi mujer y... al bambino.
ELISA ¡Qué loco!
ANTONIO                     Ya en tu regazo
me lo finjo en mi embeleso
dándole dormido un beso... 470
¡Si he de ser lo más padrazo!
ELISA No lo harás, porque eso es germen
muchas veces de un disgusto.
Se les puede dar un susto
besándolos cuando duermen. 475
ANTONIO Dices bien. Está mal hecho.
ELISA Hay que andar con precaución.
ANTONIO Respecto a su educación, [21]
yo creo lo más derecho,
pues sé lo que en ellos pasa 480
tocante a picardihuelas,
que nos dejemos de escuelas
y que estudie el niño en casa.
ELISA Por supuesto, porque cuando
se juntan muchos chiquillos... 485
ANTONIO Puede un día hacer novillos...
ELISA Y estropearse jugando.
ANTONIO Pues nada, lo mejor es
que estudie de esa manera
aunque atrase su carrera 490
de un par de años o tres.
Él tiene, si todo no,
mucho adelantado ya,
porque espero que será
abogado como yo. 495
ELISA ¡Abogado!
ANTONIO                    ¿En son de crítica
dices eso?
ELISA                   Hay ya un enjambre.
¿Qué va a hacer? Morirse de hambre
si no se mete en política.
ANTONIO Brillará en el Parlamento, 500
para el foro no hay barrera.
ELISA Encuentro que esa carrera
tiene poco lucimiento.
ANTONIO Yo le iré abriendo camino,
y con mi ayuda verás... 505
ELISA Me gustaría a mí más
diplomático o marino.
ANTONIO (Contrariado.)
¡Ah! Conque... marino? Bien.
ELISA ¡Es un cuerpo tan brillante!...
ANTONIO Sí, que al ponerse delante 510
ofusca a los que lo ven.
(Subiendo de enojo por grados.)
Y tú, de un chisgarabís
por recordar el cariño,
quieres hacer que mi niño
tome el oficio de Luis. 515
ELISA Pero, Dios mío, este hombre
está loco, rematado. [22]
Te juro que no he pensado
ni en el santo de su nombre.
ANTONIO Siempre acusan los residuos 520
donde se hallaba la mina.
ELISA ¿Y qué tiene la marina
que ver con sus individuos?
ANTONIO Que componiendo una pieza
cuerpo y personal están 525
lo mismo que el pan que es pan
porque hay miga y hay corteza.
ELISA Pues cuádrete o no te cuadre
me atengo, Antonio, a lo dicho,
y él se avendrá a mi capricho, 530
que para eso soy su madre.
ANTONIO La paciencia harás que pierda
yo que la tengo ya escasa,
¿es que tú crees que en mi casa
soy algún cero a la izquierda? 535
No has de verle, Elisa, no,
con tricornio y biricú,
su madre podrás ser tú
pero su padre soy yo.
ELISA ¿Y alegas en conclusión 540
más derecho por el hecho
de ser padre? Ese derecho,
si es derecho, no es razón,
y el que medita verá
que, si tras duelos prolijos 545
la madre es quien da los hijos,
estos son de quien los da.
 

(Pausa. ANTONIO se queda contristado.)

 
ANTONIO Basta. Discutir no es dable
leyes tan de paño burdo,
mas si en derecho es absurdo 550
eso en lógica es probable;
y ya que tu confesión
es patente y manifiesta,
yo sé lo que hacer me resta
en mi horrible situación. 555
ELISA Pero ¿a qué viene ese tono
lastimero y compungido?
ANTONIO ¿Puede engañarse a un marido [23]
con tal saña y tal encono?
Cuando en su mujer el hombre 560
de su hijo cree ver la madre
le gritan: «¡Tú no eres padre
del hijo a quien das tu nombre!»
ELISA ¡Cómo! ¿Crees?...
ANTONIO                                ¿Pues dudaría
si a tus argumentos de antes, 565
no fueran pruebas bastantes
tus raptos de hidrografía?
ELISA La disculpa no ha lugar,
que ante insulto tan grosero
mi decoro es lo primero, 570
y este consiste en callar.
Mas, pues, ni su fe, ni su...
ANTONIO ¡Qué bien finges el furor!
ELISA Hágame usted el favor
de suprimir ese ; 575
los deberes que aprendí
en la virtud me mantienen,
y ni usted ni mi hijo tienen
que avergonzarse de mí.
Usted, porque en dulce red 580
aprisionó mi cariño;
el niño por ser un niño
que lleva el nombre de usted.
ANTONIO Ni los gritos dan razón,
ni la ficción me hace mella, 585
ni se aplaca esta querella
con frases de relumbrón.
Lo que aquí hay de verdadero
es que de manos y pies,
atado como la res 590
que se lleva al matadero,
he ido al altar ante el fausto
de ceremonia sagrada
a ser víctima inmolada
de otra idea en holocausto. 595
Y ya que con previsión
vencer no supe el asedio,
sólo nos queda un remedio.
ELISA ¿Cuál es? [24]
ANTONIO                  La separación.
¿Qué responde usted?
ELISA                                      ¿Yo? Nada. 600
ANTONIO ¿No gime? ¿No se desola?
ELISA ¿Por qué? Más vale estar sola
que tan mal acompañada.
¡Esto es casarse! ¡Es divino!
Matrimonio encantador, 605
tú procedes del amor
como el vinagre del vino.
ANTONIO ¿Y aún hay quien pida consorcio?
ELISA ¿Y me envidiaban mi suerte?
ANTONIO Nada. Libertad...
ELISA                              O muerte. 610
ANTONIO Separación...
ELISA                        O divorcio.
 
 

Escena VII

 

Dichos, CÁNDIDA y LEÓN, que oyen las últimas palabras.

 
CÁNDIDA ¿Qué es lo que oigo?
LEÓN                                     Paren mientes.
CÁNDIDA Cálmense ustedes, por Dios.
LEÓN Por lo visto están los dos
o acéfalos dementes. 615
Piense usted que el matrimonio
no se poda ni vendimia.
ANTONIO ¿Quién sufre su... cacoquimia?
 

(Leyendo el papel en que apuntó la palabra.)

 
LEÓN ¿Tu quoque, Brutus?
ANTONIO                                     No; Antonio.
ELISA (A CÁNDIDA.) Dígame usted si no es justo 620
el cargo que le dirijo,
cuando se opone a que a mi hijo
dé yo carrera a mi gusto.
CÁNDIDA Pero ¿a qué esa oposición?
LEÓN Cándida, opino que calles. 625
CÁNDIDA No quiero.
ANTONIO                      Excuso detalles
en que apoyar mi razón,
y limítome a decir [25]
que como padre y marido
tengo un derecho adquirido 630
a trazarle el porvenir.
ELISA ¿Y yo el mío lo he robado?
CÁNDIDA Es injusticia notoria...
LEÓN El hombre es todo en la historia
desde la tribu al estado. 635
Múltiples frases de encomio
tribútanle obras selectas,
así en la ley de Pandectas
como en el Deuteronomio.
CÁNDIDA Pero en cambio la mujer 640
tiene un título mayor,
sobre el fruto de su amor,
que al cabo es ser de su ser.
ELISA Eso he dicho yo.
CÁNDIDA                              Y bien dicho.
ANTONIO ¡Qué absurdo!
LEÓN                          ¡Cuánta impericia! 645
Eso es...
CÁNDIDA                 Razón.
LEÓN                              Estulticia.
ELISA Deber de madre.
ANTONIO                            Capricho.
CÁNDIDA Yo no cedería.
ELISA                           ¡Oh! No.
LEÓN (A ELISA.) Usted obre a su placer;
mas mi esposa es mi mujer 650
y hará lo que mande yo.
CÁNDIDA ¿Bravatas conmigo tú?
LEÓN Sí señora; tiempo es ya...
CÁNDIDA ¿Y yo he de sufrir con?... ¡Cá!
LEÓN Pues bueno, sufre con cu. 655
ELISA (A CÁNDIDA.) ¡Por Dios!
LEÓN                                              ¿Qué eres tú? Vil limo.
ANTONIO (A LEÓN.) Calma.
CÁNDIDA                                ¿Y a gritar te atreves?
LEÓN (Aparte a ANTONIO.)
(Hoy puedo gritar que es jueves
y tengo en Madrid al primo.)
CÁNDIDA Retráctate.
LEÓN                     ¿Yo? [26]
CÁNDIDA                               ¡León! 660
LEÓN Hoy principio a honrar mi nombre.
CÁNDIDA ¿Te retractas?
LEÓN                          No; soy hombre.
CÁNDIDA Pues me divorcio.
LEÓN (Cayendo a sus pies.)
                                   Perdón.
ANTONIO ¡Débil!
ELISA (A ANTONIO.)
              Tome usted ejemplo.
ANTONIO ¡Humillarse de esa suerte! 665
LEÓN Como yo soy el más fuerte,
por no abusar la contemplo.
ANTONIO Hombre sin carácter, sin...
CÁNDIDA ¿Porque le ve usted sumiso?
También usted es preciso 670
que ponga a su cuestión fin.
ANTONIO No cedo.
ELISA                 Ni yo.
LEÓN                             Persistit.
CÁNDIDA Pues bien, transijan.
LEÓN                                   Yo opino
con el proverbio latino
que in medio virtus consistit. 675
Hagan de razón acopio.
A ver si mi plan nos fija.
Que venga el chico y que elija
su carrera motu propio.
ANTONIO ¿El chico? No puede ser. 680
CÁNDIDA ¿No?
ELISA           No.
LEÓN                   ¿Por qué? No me explico...
ANTONIO ¿Cómo ha de venir el chico
si nos casamos ayer?
CÁNDIDA ¡Jesús! Todo ese arrebato
por una cosa en proyecto. 685
LEÓN Sin causa no existe efecto.
¿Se llama Ramón Nonnato?
ANTONIO ¡Hija!
(A ELISA avergonzado.)
ELISA            ¡Antonio!
CÁNDIDA                             ¡Qué locura!
ANTONIO ¡No hemos hecho mal papel!
ELISA Esto ha sido el cuento aquel 690
de las sábanas del cura; [27]
que él y el ama sin cautela,
y antes de plantar el lino,
reñían perdiendo el tino
sobre el ancho de la tela. 695
Hasta que hicieron venir
al alcalde justiciero,
que dijo...
ANTONIO                    Planten primero,
que tiempo habrá de reñir.
Es verdad, fue un desatino. 700
¿Me perdonas?
ELISA                           Perdonado.
ANTONIO Pero... en fin, ¿será abogado?
ELISA Lo que tú quieras, (Aparte.) (¡Marino!)
 

FIN

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