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«Entonces [en la edad de oro] se decoravan los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos» (Don Quixote, I, 148, 31-149, 3 , I, 11); «los poetas de aquel tiempo tuvieron ocasión donde emplear las plumas, exagerando la hermosura y los sucessos de las dos tan atrevidas, quanto honestas donzellas» («Las dos donzellas», III, 68, 4-7). Un ejemplo sobre los encarecimientos poéticos: «los impossibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos Elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mexillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alavastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve» (Don Quixote, I, 174, 1-8, I, 13; también II, 126, 21-23, I, 34; III, 134, 12-17, II, 10; III, 143, 17-26, II, 11. Véase también «El amante liberal», I, 139, 4-14; «El licenciado Vidriera», II, 94, 29-95, 9; y Persiles, I, 274, 21-275, 8, II, 15).

 

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«La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las quales el cuerpo, aunque lo sea, no deve de parecer hermoso» (Don Quixote, I, 186, 32-187, 2, I, 14); «la hermosura que se acompaña con la honestidad, es hermosura; y la que no, no es más de un buen parecer» (Persiles, IV, 208, 4-6, IV, 1).

 

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«Periandro [...] sugeto donde todas las virtudes están recogidas y cifradas» (Persiles, I, 153, 2-5, I, 23); «todas aquellas acciones que pueden hazer perfecto a un varón ilustre» (Don Quixote, II, 344, 24-25, I, 47).

 

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«Su belleza, su donaire, su sossiego, su honestidad y recogimiento» («La ilustre fregona», II, 301, 19-21); «una labradora [Dorotea] [...] hermosa, recatada, discreta y honesta» (Don Quixote, I, 339, 19-22, I, 24); «una hija de tan estremada hermosura, rara discreción, donaire y virtud» (Don Quixote, II, 380, 10-13, I, 51); «la calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda» (Don Quixote, I, 394, 18-19, I, 27); «su belleza [...] valor y entendimiento» (Don Quixote, I, 396, 19-30, I, 27). En el mismo sentido, «la poesía es una bellíssima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discreción más alta» («La gitanilla», I, 63, 25-28).

 

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También «al necio [...] le llaman bueno, siendo depósito de buena necedad» (10:2-5). Don Quixote, quien según Diego de Miranda fue «depósito y archivo» de las ordenanzas y leyes de la caballería andante (III, 224, 7-10; II, 17), llamó a Sancho «depositario de mentiras» (I, 323, 12, I, 46). La historia es «depósito de las acciones» (Don Quixote, I, 132, 31, I, 9), Feliciana de la Voz tenía una doncella «depositaria de mis secretos» (Persiles, II, 30, 31, III, 10), el cuerpo de Grisóstomo fue «depositario de un alma» (Don Quixote, I, 177, 7, I, 13) y Merlín «archivo de la ciencia zoroástrica» (Don Quixote, III, 434, 18, II, 35).

 

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«El verte y adorarte llegó junto, / porque ¿quién fuera aquel que no adorara / de un ángel bello el sin igual trasumpto?» (La Galatea, I, 163, 4-6); Camila era «un simulacro de la honestidad» (Don Quixote, II, 146, 7-8, I, 34).

 

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«Tienes una muger que dignamente puede ser exemplo y corona de todas las mugeres buenas. Assí como Camila es cifra de toda belleza, es archivo donde assiste la honestidad y vive el comedimiento y el recato y todas las virtudes que pueden hazer loable y bien afortunada a una honrada muger» (Don Quixote, II, 123, 6-17, I, 34).

 

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No nos es posible repasar los muchísimos pasajes donde se habla del tema en las obras de Cervantes, autor de La casa de los zelos, del romance «de los zelos», único de los suyos que destacó cuando redactaba el Parnaso (55, 18-19), y del «Zeloso estremeño».

 

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Selanio repite las palabras «quitarme de la fantasía» (4:7). «Todas estas cosas rebolvía en mi fantasía» (Don Quixote, II, 27, 22, I, 28); «ay opinión que no vamos a estos combites sino con la fantasía» («Coloquio de los perros», III, 215, 9).

 

120

Por eso, de su «dulce boca» salen «las razones que contra lo por mí propuesto tenéis» (14:26-27).

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