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«Púselo en forma de coloquio, por ahorrar de "dixo Cipión", "respondió Bergança", que suele alargar la escritura» («El casamiento engañoso», III, 152, 10-12). Tanto en el «Coloquio de los perros» como en el manuscrito de nuestro texto los nombres están abreviados.

 

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Frecuente en Cervantes el habla larga de un personaje; por ejemplo: «ten paciencia de no responderme hasta que acabe de dezirte lo que se me ofreciere acerca de lo que te ha pedido tu desseo; que tiempo quedará para que tú me repliques y yo te escuche» (Don Quixote, II, 98, 31-99, 3, I, 33).

 

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«Os suplico me respondáis a lo que os pregunté» (2:8-9); «vos, por me hacer merced, me decid cómo os habéis hallado en el campo» (3:22-23); «podréis responderme a lo que os dije» (4:17). «Con ninguna cosa, discreta zagala, satisfarás más nuestros desseos [...] que con darnos cuenta de lo que te hemos rogado» (La Galatea, I, 50, 29-32).

 

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«"Escuchad, que yo os diré quién soy, si ya no os cansa oír agenas desventuras." "En ellas viva yo siempre, [...] si no llegue el gusto de saberlas a la pena que me darán el ser vuestras, que ya las voy sintiendo como propias mías"» («Las dos donzellas», III, 31, 30-32, 6).

 

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«"Passa adelante y acorta el cuento, porque llevas camino de no acabar en dos días". "No ha de acortar tal", dixo la duquessa, "por hazerme a mí plazer; antes le ha de contar de la manera que le sabe, aunque no le acabe en seis días; que si tantos fuessen, serían para mí los mejores que huviesse llevado en mi vida"» (Don Quixote, III, 384, 28-385, 4, II, 31). «"No os canséis, señores, de oír estas digressiones que hago; que no es mi pena de aquellas que puedan ni devan contarse sucintamente y de passo, pues cada circunstancia suya me parece a mí que es digna de un largo discurso". A esto le respondió el cura que, no sólo no se cansava en oírle, sino que les dava mucho gusto las menudencias que contava, por ser tales, que merecían no passarse en silencio y la mesma atención que lo principal del cuento» (Don Quixote, I, 403, 3-14, I, 27). «Todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfazerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele» (Don Quixote, II, 62, 31-63, 3, I, 30). «Ella, con breves y discretas razones, contó todo lo que antes avía contado a Cardenio, de lo cual gustó tanto don Fernando y los que con él venían, que quisieran que durara el cuento más tiempo: tanta era la gracia con que Dorotea contava sus desventuras» (Don Quixote, II, 176, 24-29, I, 36). «"Agradézcoos el gusto que me avéis dado con la narración de tan sabroso cuento." "¡O!, aún no sé yo la mitad de los casos sucedidos a los amantes de Marcela; mas podría ser que mañana topássemos en el camino algún pastor que nos los dixesse"» (Don Quixote, I, 163, 26-32, I, 12). «"Ésta es la historia que prometí contaros; si he sido en el contarla prolixo, no seré en serviros corto." [...] General gusto causó el cuento del cabrero a todos los que escuchado le avían» (Don Quixote, II, 387, 31-389, 7, I, 51-52). «Haréla [mi larga relación] de suerte que sólo sintáis disgusto por la brevedad della» (La Galatea, II, 211, 11-13).

 

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El canónigo de Toledo, «con todo quanto mal avía dicho de tales libros, hallava en ellos una cosa buena, que era el sujeto que ofrecían para un buen entendimiento pudiesse mostrarse en ellos, porque davan largo y espacioso campo» (Don Quixote, II, 343, 23-28, I, 47).

 

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«No sé si podré cumplir lo que antes dixe que en breves razones te contaría mi desventura, por ser ella tan larga y desmedida, que no se puede medir con razón alguna; con todo esto, haré lo que pudiere y lo que el tiempo diere lugar» («El amante liberal», I, 138, 22-27).

 

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«Yo estava con ella en dulcíssimos y amorosíssimos coloquios» (Don Quixote, I, 218, 24-25, I, 17); «yo no puedo ni dexo tener salud, careciendo de su agradable vista y discreta conversación» (Don Quixote, III, 300, 22-23, II, 23). Los duques, en su jardín, pasaron el rato con Don Quixote y Sancho en «entretenidos razonamientos» (III, 426, 27, II, 34), «sabrosa conversación» (III, 448, 22, II, 36).

 

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«Mirad, dixe entre mí, qué néctar o ambrosía me da este poeta, de los que ellos dizen que se mantienen los dioses» («Coloquio de los perros», III, 237, 20-23). «A Dios Madrid, a Dios tu Prado y fuentes, / que manan néctar, llueven ambrosía» (Parnaso, 16, 29-30). Sobre «el viejo Néstor», recuérdese las palabras del mozo de maese Pedro, «[que gozéis] en paz tranquila los días -que los de Néstor sean-, que os quedan de la vida» (III, 331, 25-26, II, 26).

 

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Igualmente, en las obras de Cervantes quien tiene gusto en hablar no es el que sufre, sino el que tiene resueltos los problemas: «si es verdad, como lo es, ser dulcíssima cosa contar en tranquilidad la tormenta, y en la paz presente los peligros de la passada guerra, y en la salud la enfermedad padecida, dulce me ha de ser a mí agora contar mis trabajos en este sossiego» (Persiles, I, 294, 3-8, II, 18); «quando los trabajos passados se cuentan en prosperidades presentes, suele ser mayor el gusto que se recibe en contarlos, que fue el pesar que se recibió en sufrirlos» (Persiles, I, 304, 5-8, II, 19).

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