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Otros textos cervantinos: «Inclinóme mi estrella, si bien en parte a las letras, mucho más a las armas» (Persiles, I, 32, 6, I, 5); «la vida que avía començado a eternizar por las letras, la acabó de eternizar por las armas» («El licenciado Vidriera», II, 114, 1-3); «en el exercicio de las armas [...] se alcançan, si no más riquezas, a lo menos, más honra que por las letras; que puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor, que se halla en ellos, que los aventaja a todos» (Don Quixote, III, 309, 22-29, II, 24).

 

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Los harrieros «a trueco de no perder la jornada, perderán el alma» («El licenciado Vidriera», II, 97, 30-31).

 

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Es éste el argumento aducido por SCHEVILL, BONILLA y ASTRANA en defensa de la autoria cervantina de «La tía fingida». SCHEVILL y BONILLA: «No cabe la menor duda de que el autor de la novela era un cuentista excelente, y en tal concepto, es lógico suponer que escribiera otros. ¿Por qué insistir en que el desconocido ingenio no escribió otras obras por el mismo estilo, sino en virtud del propósito preconcebido de demostrar que tal ingenio no pudo ser Cervantes? De donde resulta que, no pudiendo Cervantes escribirla, ni existiendo ningún novelista conocido a quien sea posible atribuirla, habremos de convenir, quod erat demonstrandum, en que algún burlador, para probar su talento de novelista, redactó La tía fingida y no escribió nada más en su vida. A consecuencia de esta argumentación circular, nadie ha conseguido sugerir, ni remotamente, el nombre de un autor de aquella época capaz de componer una novela con tal número de rasgos cervantinos. [...] Su estilo no se parece en nada al de ningún otro escritor contemporáneo. [...] La psicología de la novela es enteramente cervantina. [...] El lenguaje mismo de la obra (tan semejante al del autor del Quixote, que ha dejado perplejos a los críticos), todo ello quita valor a la argumentación de los que se niegan a ver nada cervantino en esta novela. Cuando poseamos unas Concordancias de las obras auténticas de Cervantes, se observará más fácilmente lo poco que el estilo de La tía difiere del de aquéllas» (Novelas exemplares, III, págs. 401-404; en el mismo sentido BONILLA, «La tía fingida», en Cervantes y su obra, Madrid: Francisco Beltrán, 1916, págs. 185-257, en la pág. 190). Astrana (V, pág. 406): «[Se descubre] a voces la mano de Cervantes, no ya en aquellas palabras comunes a otros escritores de su tiempo, sino en la manera de engarzarlas, en los giros, en el movimiento de la prosa, en la gracia, en la alegría que corre por todo el cuentecillo, en el modo exclusivo de hacer entrar en acción a los personajes y desarrollar el argumento con su moraleja final; en la viveza y soltura del diálogo; en mil detalles de olor, de sabor, de atmósfera genuinamente cervantina, en que no es menor ese procedimiento suyo de encontrar hasta en lo más abyecto del ser humano una chispa luminosa de bien. Nadie sino Cervantes hubiera podido escribir La tía fingida. Examinad todas las imitaciones celestinescas: no encontraréis nada comparable. Esas novelas breves, esos cuentos rebosantes de humor, de intención, de indulgencia, de belleza que todo lo redime, él fue quien primero los compuso en España, y nadie sino él podía trazarlos. Señalad otro autor a La tía fingida. Buscaréis inútilmente.»

 

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«Imposible sería, en un estudio preliminar, ofrecer un resumen satisfactorio de todos los libros que trae a la memoria la lectura del Persiles» (Schevill y Bonilla, Persiles, I, xvii).

 

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«St. Augustine, inspired by Plato, made the idea of truth central in his philosophy. [...] Man knows immutable and eternal truths [...] with certainty. These truths are [...] a participation in man's intellect of the first and subsistent truth, which is God» (New Catholic Encyclopedia, s.v. truth). «Dieu, pour saint Augustin, c'est donc la Vérité» (Charles BOYER, L'Idée de Vérité dans la philosophie de Saint Augustin, París: Beauchesne, 19502, pág. 114).

 

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Se puede leer en PETRARCA, Obras, I. Prosa, trad. (por primera vez) por Carlos Yarza, Madrid: Alfaguara, 1978, págs. 41-142.

 

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Angelo J. DISALVO, «St. Augustine and the Persiles of Cervantes», en Studies on «Don Quijote» and Other Cervantine Works, ed. Donald W. BLEZNICK, York, South Carolina: Spanish Literature Publications Company, 1984, págs. 55-64.

 

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«Garcilaso y Cervantes», publicado en Miguel de Cervantes Saavedra. Homenaje de Ínsula, Madrid: Ínsula, 1948, págs. 141-150, la cita en la pág. 141; reimpresión de Elias RIVERS, en La poesía de Garcilaso, Barcelona: Ariel, 1974, págs. 367-79; la cita en la pág. 369.

 

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En La Dorotea («A mis soledades voy»): «Dijeron que antiguamente / Se fue la verdad al cielo». Anotando el pasaje, Edwin S. MORBY ofrece esta cita de Los embustes de Fabia, II, 99a: «Bien dicen que la edad pasó dorada, / y que, de verse la Verdad corrida, / al cielo se volvió de donde vino / » (Clásicos Castalia, 102, Madrid: Castalia, 1980, pág. 98). En una composición muy tardía, Lope comenta la visita de la Verdad al mundo en el siglo de oro y su vuelta al cielo («El siglo de oro», en Obras escogidas, ed. Federico Carlos Sainz de Robles, II, Madrid: Aguilar, 1946, págs. 354-358).

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