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121

A. de Nebrija, Gramática, p. 105. Conviene tener en cuenta la centralidad que con Valla adquirió la retórica de Quintiliano, que permitió una sistematización del quehacer humanístico (A. Grafton-L. Jardine, From Humanism to the Humanities, Cambridge, Massachusetts, 1986, pp. 66-82). Precisamente, Valla contribuiría a precisar la noción quintilianea de «consuetudo» en acre polémica con Poggio Bracciolini sobre la lengua hablada por los antiguos romanos (S. I. Camporeale, Lorenzo Valla. Umanesimo e teologia, Florencia, 1972, pp. 187-192; M. Tavoni, Latino, pp. 143-147).

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122

Tanto, «que más se puede temer el descendimiento della que esperar la subida» (A. de Nebrija, Gramática, p. 101).

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123

«... que hasta que entre venga el autoridad de Vuestra Alteza, o el consentimiento de aquellos que pueden hazer uso, escrivamos aquellas pronunciaciones para las cuales no tenemos figuras de letras en la manera que diximos...» (Ibidem, p. 131). Y es que, conforme a la doctrina de Quintiliano, la «consuetudo» se funda en el consenso de doctos varones, para cuya ilustración se incluye una analogía que desvela la dimensión ética del uso correcto de la lengua: «Ergo consuetudinem sermonis vocabo consensum eruditorum, sicut vivendi consensum bonorum» (Quintiliano, Institutio oratoria, I, 6, 45). Tácitamente, pues, Nebrija constata la carencia de aquellos hombres doctos cuyo consenso en el uso del idioma da lugar a un uso fundamentado en la razón. Tal vez a estimaciones de este jaez obedezca la discontinuidad que en la tradición literaria castellana se constatara en K. Whinnom, Spanish Literary Historiography: Three Forms of Distorsion, Exeter, 1967, pp. 10-11.

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124

F. Rico, «De Nebrija a la Academia», Homenaje a Pedro Sáinz Rodríguez, t. II, Madrid, 1986, pp. 523-524.

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«... a ninguna más justa mente pude consagrar este mi trabajo que a aquella en cuia mano τ poder, no menos está el momento de la lengua que el arbitrio de todas nuestras cosas» (A. de Nebrija. Gramática, p. 102). Se ha señalado la inspiración horaciana de este final del prólogo de la Gramática (F. Rico, «De Nebrija», p. 522). Para la actividad normativa de los Reyes Católicos, vid. G. Villapalos Salas, Justicia y Monarquía. Puntos de vista sobre su evolución en el reinado de los Reyes Católicos, Madrid, 1997.

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126

Fenómeno este que se ha de enmarcar en el más amplio de la conciencia de modernidad, cuyo punto de partida se ha situado en Enrique de Villena, en quien se documenta el uso más temprano del vocablo «moderno» (J. A. Maravall. Antiguos y modernos. La idea de progreso en el desarrollo inicial de una sociedad, Madrid, 1966, pp. 239-270, para la aportación de Villena, pp. 241-244).

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127

L. Fernández Gallardo, «En torno», pp. 226-233.

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128

Así, la introducción al Título VI del Doctrinal de los caballeros incluye la siguiente referencia: «... mas las leyes de las Partidas fablaron en ello asaz bien» (A. de Cartagena, Doctrinal de los caballeros, ed. J. M.ª Viña Liste, Santiago de Compostela, 1995, p. 242). Pues líneas más adelante se pondera la elocuencia con que Aristóteles trató las cuestiones recogidas en las Partidas, es lícito suponer que el adverbio «bien» se extiende no solo al contenido sino a la forma.

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La primera figura en la primera carta dirigida a Decembrio, fechada en 1437 (apud T. González Rolán-A. Moreno Hernández-P. Saquero Suárez-Somonte, Humanismo y teoría, p. 252; cfr. L. Fernández Gallardo, «En torno», p. 233).

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130

«Corda e(n)i(m) subsistere in hijs humanitatis studijs, q(ue) precipuam libertate(m) anjmj petunt...» (A. de Cartagena, Duodenarium, fol. 1 r.º b).

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