Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Llorens Artigas, en Londres

Ricardo Gullón





  —274→  

José Llorens Artigas, nuestro gran ceramista, asistió, en representación de sus colegas españoles, a la Conferencia Internacional de Artistas en Cerámica, celebrada en el Dartington Hall inglés, bajo los auspicios del British Council, en el verano pasado. Acudieron a esta reunión unos 150 alfareros, y fueron 20 los países representados en ella.

Comenzó la Conferencia con un discurso de Leonard Elmhirst, al que siguieron charlas del ceramista inglés Bernard Leach, promotor y alma de la reunión, y del japonés Shoji Hamada. Mr. Leach, nacido en Hong-Kong y residente durante diez años en el Japón; Hamada y el profesor Yanagui, director del Museo de Folklore de Tokio, coincidieron en cantar las excelencias de la alfarería oriental, no controvertidas por nadie, siempre que al elogiarlas no se pretenda sugerir una inferioridad técnica o artística de los ceramistas occidentales.

  —275→  

El crítico Patrick Heron habló del arte contemporáneo en relación con la artesanía, y otros congresistas intervinieron para exponer problemas de la alfarería en diversos tiempos y lugares o para realizar demostraciones prácticas de su manera de trabajar. Pero sin duda la intervención más sensacional, la que en cierto modo alteró el curso de las cosas según iban desarrollándose y puso en claro, ante los fascinados auditores, lo que representa la obra del artista occidental en la evolución de la cerámica, fue la de nuestro Llorens Artigas.

Una vez más, este hombre jovial, ahora con su barbita cana, que, como dice Leopoldo Panero, le da aspecto de notario francés, venía siendo la alegría del Congreso, con su fantasía, su buen humor, su ingenio dinámico y nunca dañino. Y una vez más también (¡curioso fenómeno de doble personalidad!), cuando le llegó el momento de actuar, el festivo Llorens cedió su puesto al serio Artigas, quien con toda claridad y todo rigor, según suele y sabe hacerlo, puso los puntos sobre las íes.

Se habían cantado las excelencias del orientalismo y la tradición oriental, y por influjo de la poderosa personalidad de los artistas japoneses, de Mr. Leach y de sus discípulos, imbuidos de japonesismo, olvidaba el auditorio lo que Artigas recordó con elocuencia: bien estaban los elogios a la cerámica del Oriente, bueno era hablar de Buda y del sintoísmo, pero sin olvidar que los artistas occidentales tienen también una tradición, la cristiana, y que el ejemplo japonés debía ser imitado, pero no copiando sus modelos y adoptando sus actitudes, sino siguiendo, como ellos hacían, los caminos de la propia espiritualidad, sin dejarse arrastrar a la copia de actitudes inspiradas en las ajenas.

Los congresistas, restituidos de pronto a su conciencia occidental, aplaudieron con entusiasmo a Llorens Artigas, luego invitado a hablar por radio a través de los micrófonos de la B. B. C. Gracias al tacto y a la agudeza del representante español, cada cosa quedó en su lugar, y las escuelas artísticas de esta parte del mundo reconocidas en su autenticidad y en su belleza, ni mayor ni menor, sino distinta, de la apreciable en las orientales.

Tras las charlas y conferencias, se mantuvieron animados coloquios entre los asistentes al Congreso, y todo el material así producido se recogió en cinta magnetofónica para más adelante publicarlo en libro. Los ingleses han sido los grandes beneficiarios de la reunión, pero a todos los ceramistas ayuda y enriquece esta cordial e inteligente toma de contacto con las obras e ideas ajenas.





Indice