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Lope se burló mucho de las unidades. Multitud de veces le asalta la conciencia de que está quebrantándolas, y no halla nada mejor que destacarlo. Por ejemplo, en el prólogo de La Dorotea, las llama impertinentes. En el acto III de la misma obra, Julio, el ayo, dice: «Tres meses ha que salimos de Madrid, y si los amores de Don Fernando fueran en alguna comedia, dado habíamos en tierra con los preceptos del arte, que no dan más de veinticuatro horas; y salir del lugar es absurdo indisculpable». Expresiones análogas, unas en broma, otras en serio, pero siempre con idéntica lejanía de las normas, se encuentran en muchos lugares. (Los embustes de Fabia, El castigo sin venganza, etc.) La consagración de los medios lopescos se alcanza universitariamente con la defensa de Alfonso Sánchez, profesor de la universidad de Alcalá y partidario del Fénix; artísticamente con las apologías de sus sucesores, como Tirso de Molina en Los Cigarrales, o Mira de Mescua en la aprobación de la Parte XX. En 1623, Lope ya proponía que se hiciera una retórica nueva, sacada de los libros vulgares. Quizá Lope escribiera esa nueva preceptiva. Montalbán habla en el Para todos de que Lope dejó escrito un tratado «copioso y científico» sobre la comedia. Pero no ha llegado a nosotros.

 

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Menéndez Pidal ha destacado acertadamente que, en lo que se llama segunda época de Lope, hay una más estrecha relación entre el público, ya educado en las maneras artísticas de Lope, y el autor. Ya no se puede llamar vulgo al auditorio. Lope habla de pueblo. Hay como un segundo Arte nuevo, silencioso, en el que lo erudito pesa con más cuidado y depuradamente sobre su espontánea producción.

 

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Existe una datación, que va siendo confirmada en muchos casos, basada en los usos métricos. Lope tuvo predilecciones temporales. En esta laboriosa tarea se basa el importante trabajo, que citamos varias veces, de S. GRISWOLD MORLEY Y COURTNEY BRUERTON, The chronology of Lope de Vega's Comedias, New York, 1940.

 

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VOSSLER, ob, cit., pág. 352.

 

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La misma dedicatoria nos dice que los Reyes, Felipe y Margarita, alabaron la comedia porque les recordaba su trato con el hermano Francisco, «como en vida lo habían hecho en tantas ocasiones, estimando aquella santa simplicidad con que los llamaba el hermano Felipe y la hermana Margarita, abrazándoles y llegándoles su rostro y ropa, que, siendo tan pobre y rota, exhalaba un divino olor, no conocido de los cuadros de sus jardines de las Reales Casas, porque debía ser de los del cielo...». Este trozo de la dedicatoria explica un pasaje de la Comedia:


Lo que me admira
que con aquella ropa sucia y pobre
tenga un olor divino que consuela.
No hay claveles que tengan tal fragancia.



 

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Véase la edición de J. F. MONTESINOS, en Teatro antiguo español, VIII, Madrid, 1935.

 

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Las fuentes de Lope están faltas de un estudio sistemático y eficaz. Cada vez parece más claro que esas fuentes son limitadas: Lope sabía muy bien unas cuantas cosas, muchas cosas, si se quiere, pero de muy concreta fuente. No podemos caer en la ingenuidad de pretender encontrar un libro o un manantial diferente para cada comedia. Los muy sabios prólogos de Menéndez Pelayo a las comedias pueden conducir, a un lector ingenuo, a la falsa creencia de que toda aquella deslumbrante erudición es también la de Lope. Para el Fénix, la mayor parte de los mitos, tradiciones, historias, etc., eran aún voz viva de su estado cultural, y no la carga de universitaria y libresca sabiduría que son para nosotros. Urge, pues, poner orden en sus fuentes. (Véase Revista de Filología Española, VII, 1921, página 131 y siguientes.)

 

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Se trata del incendio del que muchos libros hablan para relacionar al conde de Villamediana con la Reina, tradición ya desvirtuada. La obra de Lope se repitió en otras fiestas palaciegas, en Viena (1633) y Milán (1649).

 

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Compárese este trozo:


Por mi cabaña una noche
este mancebo pasó;
no le di el faisán preciado
ni el vino espirando olor;
no sábanas que amortajan
al avariento señor.
Dile en la tejida encella
el cándido naterón,
miel virgen en su alcornoque,
blanco pan, que allí nació;
la cama de pieles blancas
donde algunas veces yo
no tuve envidia a los reyes,
y que envidiara el mayor.



 

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En algunos lugares puede encontrarse expuesta una relación entre El honrado hermano de Lope y el Horacio de Corneille. Se trata de un problema superado ya: no existe relación alguna entre las dos obras.