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1

La siguiente introducción, edición y notas explicativas de «La Suave Patria» se basan en las páginas, ampliadas en algunos puntos, que le dedico al poema en mi edición de La sangre devota. Zozobra. El son del corazón, Madrid, Hiperión, 2001.

 

2

«López Velarde a Margarita González» (11 de junio 1920), Obras, ed. José Luis Martínez, México, 2.ª ed. aumentada 1990, p. 860.

 

3

«López Velarde a Margarita González» (3 de agosto 1920), Ibid., p. 862. Sobre su situación en estos momentos cfr. el testimonio de Pedro de Alba: Ramón López Velarde. Ensayos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1958, p. 93, y las opiniones de Gabriel Zaid: Tres poetas católicos, México, Océano, 1997, pp. 226-232.

 

4

Enrique Krauze: Biografía del poder. Caudillos de la Revolución mexicana (1910-1940), Barcelona, Tusquets, 1997, p. 302. Sobre el gran proyecto cultural de Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación cfr. al menos Claude Fell: José Vasconcelos, los años del águila (1920-1925), México, UNAM, 1989.

 

5

Existe edición facsímil de ambas en FCE, serie «Revistas Literarias Mexicanas Modernas», 1979.

 

6

«La conquista» (México Moderno, 1 de septiembre 1920), Obras, p. 315. El subrayado es mío.

 

7

Para una mejor contextualización del poema resulta imprescindible tener en cuenta las implicaciones políticas y culturales de las celebraciones del doble Centenario. Entre la creciente bibliografía, dos referencias útiles: Mauricio Tenorio Trillo, «1910 Mexico City: Space and Nation in the City of the Centenario» y Elaine C. Lacy, «The 1921 Centennial Celebration of Mexico's Independence: State Building and Popular Negotiation», ambas en William H. Beezley y David E. Loret (eds.): ¡Viva México! ¡Viva la Independencia! Celebrations of September 16, Wilmington, Delaware, A Scholarly Resources Inc., 2001, pp. 167-232.

 

8

«Novedad de la patria» (El Maestro, abril 1921), Ibid., p. 282. Subrayo la expresión «pinturas de olla de sindicato». Sic aparece en El Maestro, en El minutero y así ha seguido apareciendo en casi todas las ediciones, incluidas las canónicas del FCE o Archivos, sin que ningún editor la corrija o comente o al menos haga una advertencia. Pero no parece tener el menor sentido. Opino que no sólo es una de las muchas expresiones raras lopezvelardeanas, sino que su rareza esta vez es fallida y está complicada por una errata, y que lo que seguramente escribió el autor fue «las pinturas de olla de silicato», un tipo de pintura -al parecer- especialmente resistente. A partir de aquí se podría ensayar una explicación: detrás de los componentes aparentemente indisolubles que conforman la nación mexicana, lo indio o azteca y lo español o -tal y como López Velarde imagina lo español en algunos de sus textos- «castellano y morisco», la realidad es el mestizaje. En prosas algo anteriores había escrito: «lo criollo neto» no cabe «en lo hispano ficticio ni en lo aborigen de pega» («Enrique Fernández Ledesma», Obras, p. 525); no es ni «lo cobrizo ni lo rubio, sino este café con leche que nos tiñe» («Melodía criolla», Ibid., p. 477).

 

9

«Novedad de la patria» (El Maestro, abril 1921), Ibid., p. 284.

 

10

«La fealdad conquistadora» (Revista de Revistas, 28 de enero 1917), Ibid., pp. 472-473.