Los animales en la poesía de Quevedo
Ignacio Arellano
Universidad de Navarra
El mundo animal ha constituido de siempre un elemento relevante de los mundos literarios. El empleo del universo zoológico como repertorio de modelos que ejemplifican comportamientos, actitudes o cualidades determinadas posee una larga y antigua tradición, constantemente renovada en nuevas coyunturas y obediente a mecanismos de interpretación diversos, desde la exégesis bíblica a la simbología de los emblemas1.
Hitos fundamentales en distintas vías de uso del mundo animal, o fuentes de información indispensables en la historia literaria de estos motivos son tratados como el famoso Fisiologus, que reescribe alegóricamente las obras clásicas de Aristóteles, Plinio o Eliano, las mismas obras clásicas citadas, muy manejadas, a veces en traducciones, como la que hizo Jerónimo de Huerta de la Historia Natural de Plinio, o las enciclopedias animalísticas, abundantes en el Humanismo, sin olvidar los infinitos libros de emblemas, algunos dedicados expresamente a motivos animales, como los de Camerarius o en el ámbito español Ferrer de Valdecebro2.
Quevedo recuerda, entre otros, a los tratadistas clásicos Claudio Eliano y Julio Solino en el poema3 PO, núm. 767, vv. 101-102, y a Plinio en los 347, 564, 70, y sin duda sus fuentes de información son múltiples y de imposible delimitación precisa, incluyendo tradiciones cultas de ámbito diverso (religioso o de poesía grecolatina, bestiarios medievales, emblemática, poesía petrarquista…), y creencias populares sobre los animales (coincidentes o no con los repertorios aludidos), además de la observación directa y los motivos folklóricos o costumbristas.
Sea como fuere la presencia de los animales en la poesía quevediana es un rasgo notable en cantidad, estructuración y funciones, que quizá merezca alguna reflexión, en tanto componente temático y estilístico de importancia.
Su examen detallado exigiría un libro de cierta extensión, y un rastreo meticuloso de rasgos funcionales de cada motivo, que no puedo hacer aquí, donde pretendo solo un esbozo general de la panorámica del tema en el corpus poético de Quevedo, la cual apuntaré según una categorización puramente didáctica, que pasará desde las ocurrencias «neutras» o lexicalizadas, hasta los poemas dedicados expresamente a un animal o conformados como bestiarios4 (por ejemplo los romance dedicados al pelícano, fénix, unicornio y basilisco, englobados en PO, núm. 700).
Los limitados ejemplos que aduciré en mis comentarios se pueden completar revisando los pasajes a que remito en el catálogo de animales final. No insistiré tampoco demasiado en la documentación erudita relativa a los animales mencionados, sobre los que hay abundante bibliografía en estudios sobre bestiarios o libros de emblemas zoológicos, y procuraré ceñirme a las ilustraciones que me parezcan menos ociosas.
Las menciones animales en la poesía de Quevedo son muy abundantes, y cubren un espectro variado, que muestra estructuras y funciones distintas según las especies poéticas en que se insertan. Es frecuente también el caso de las menciones que mezclan vertientes complejas, de manera que toda ordenación categorizadora ha de tomarse como simple aproximación.
La primera categoría, todavía lejos de una función 'animalística' propiamente dicha, sería la constituida por las menciones que podemos calificar de neutras o de un elevado grado de lexicalización. En esta clase los semas 'animales' no son lo primordial. Pueden aparecer al paso, como detalle secundario, dato descriptivo para definir un personaje u objeto, o con valores lexicalizados que alejan la mención animal de su sentido primigenio.
La
descripción de un ámbito rústico enfrentado a
los palacios reales incluye los «surcos
arados de los bueyes»
(142, 43) en donde los animales
desempeñan una mera función secundaria. Las vacas que
el poderoso introduce en el campo del pobre para que le coman las
cosechas son una mera forma de expresar los abusos del potentado, y
resultan intercambiables con otros posibles motivos
animalísticos o no: es poco relevante desde este punto de
vista la mención en el soneto 122, 5-8: «Arrójanle con ansias enemigas / con laso
cuello en su quiñón tus vacas, / para que,
hambrientas, las que entraron flacas / le saquen la cosecha en las
barrigas»
.
Lexicalizadas son las menciones relativas a signos del zodiaco o constelaciones de representación animal: el toro que rumia en campo azul pasto luciente (204, 111 con evocación gongorina), las Osas celestes (constelaciones de Osa mayor y menor, 233, 8), el Can o los Peces (482), el rabioso Can del verano o el León (500)…
Extremadamente lexicalizadas son otras ocurrencias integradas en frases hechas como la relativa al juego de la gallina ciega (506, 14) o a motivos muy tópicos de la poesía lírica como la metáfora de «sierpe cristalina» para el arroyo (403, 10). En el terreno de la invectiva burlesca o satírica hay casos equivalentes en el perro, perrazo, galgo, etc., como insultos para moros y judíos (566, 603…), o en la constelación semántica de los cuernos y cornudos, donde se documentan repetidamente casos muy lexicalizados de toros, carneros, ciervos o cabrones (594, 5; 594, 7; 601, 8; 603, 6; 606, 3; 633, 48, 52; 639, 131…). Estos dos centros de atracción fraseológica no son los únicos. Abundan otros ejemplos: gatos 'ladrones' (647, 37), zorras 'borrachos' (545, 13), mosca 'dinero' (662)…
En algunos casos
dan pie a juegos ingeniosos de aplicación literal de frase
hecha5
que permiten recuperar momentáneamente el sentido animal,
pero siempre a través de una interpretación del
mecanismo de agudeza implicado: ejemplos típicos son los
juegos con la frase «dar perro
muerto»
6
'engañar a una prostituta yéndose con ella sin
pagarle', que dan lugar a rupturas literales de la frase hecha o
pie a alusiones en que el sema animal recupera por un momento una
funcionalidad asociada, como en el texto «el perro, pues no ladra, está
muriendo»
(537, 8), en el que el contexto («Apolo
cazador» persigue a Dafne) de caza y la atribución de
una acción animal característica (ladrar) rescatan el
elemento animal en la frase, que una vez analizada, apunta, sin
embargo, alusivamente, a la significación figurada.
El ingenio
quevediano es proclive a mezclar varias dimensiones: los franceses
que llegan a Madrid en el séquito del Duque de Humena en
1612 reciben regalos de potros y joyas de parte de los nobles
españoles («joyas y potros de
valor les dieron»
, 565, 11), y también reciben
«caballos» (v. 13) de parte
de las prostitutas madrileñas, término que en esta
segunda ocurrencia hay que interpretar 'bubas sifilíticas',
naturalmente sin rasgos de 'animal'. El juego puede complicarse con
referencias intertextuales, como la del poema 695, 5-8, donde se
describe a Marica la Chupona como moza de caballos
|
caballos que son bubas venéreas (en las ingles), con parodia de los versos gongorinos «por sus relinchos lozano / y por sus cernejas fuerte» del romance «Entre los sueltos caballos», numerosamente glosado en el Siglo de Oro.
Otras veces no se produce este tipo de juego y la frase hecha queda en su explotación lexicalizada sin que el sema animal resulte operativo:
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(633, 27-28) |
Aunque a menudo
tienen valor animalizador intenso, podría incluirse en este
apartado los casos de referencias perifrásticas, en las que
la presencia animal se desprende de una expresión indirecta:
así cuando el locutor satírico moral se burla del
ambicioso que quiere acocear las nubes (55, 3), o ataca al mezquino
y codicioso Matón cuya casa «si
fuera más capaz pocilga fuera»
(52, 8), que
implican las calificaciones de asno o cerdo para los personajes
aludidos.
Hay una amplia serie de ocurrencias en las que el animal conserva plenamente su condición significativa en sí misma, pero su relevancia textual es secundaria, ya que se halla fijado a una situación, personaje, ambiente o anécdota, que es el verdadero núcleo textual, y que lleva anejo, como un rasgo más, al animal, de modo que no hay, por así decirlo, posibilidad de elección en su presencia, lo que aminora su función expresiva.
En el soneto 53 se
critican las oraciones corrompidas del pecador que pretende
sobornar a los dioses con sus ofrendas: en la evocación de
estas ofrendas es inevitable la presencia de los animales del
sacrifico, ovejas y toros (53, 14), lo mismo que en el 69, en que
se menciona el «toro mejor de la
ribera»
(v. 3), ofrecido,
según las exigencias del rito7,
motivo tópico ya en las fuentes latinas de Persio y Juvenal
a que se atiene Quevedo. Estas presencias animales están
provocadas por la situación descrita y tiene poca relevancia
en este sentido. Igualmente inevitable, en un área
satírica costumbrista será, por ejemplo, la mula de
los médicos, que aparece siempre que se caricaturiza al
personaje, como dato inseparable de su descripción, que
responde a hechos de la realidad coetánea (426, 11).
Si se trata de
evocar la Roma clásica a través de episodios
fundamentales de su historia (poema «Roma antigua y
moderna»), el recuerdo de los fundadores Rómulo y Remo
atrae la mención de la loba que según la leyenda les
dio de mamar (137, 15-16), o el de otro fundador, Evandro, el de
los bueyes y rebaños que pastaban en torno a su
palacio8,
según lo evoca, por ejemplo, Virgilio en Eneida,
VIII, 350 y ss.: «se acercaban al palacio del pobre Evandro y
veían mugir por doquier en el foro romano y en las elegantes
Carinas los rebaños»
. En otros pasajes se recuerda
el caballo que monta Marco Aurelio (v.
98), o los famosos ánsares del Capitolio que avisaron de la
invasión de los galos9.
Como en otros casos Quevedo tiende a elaboraciones complejas: así en la reflexión moral a propósito del profeta Balán y su burra (poema núm. 160), o el muy elaborado chiste en torno al episodio evangélico de la negación de San Pedro, donde se convoca al gallo de la Pasión para proponer la metáfora degradatoria de gallina para el cobarde apóstol Pedro sin ahorrar el juego con frase hecha (187, 7-12):
En las ocasiones citadas la presencia animal está provocada por la misma estructura fija de un motivo. Me parecen más interesantes aquellas ocurrencias en las que, aun estando el motivo animal asociado tópicamente a una situación, se explota de manera más intensa su significado zoológico, es decir, el motivo pasa progresivamente a un primer plano de interés, tanto en extensión como en relevancia textual, de modo que no podría ser prescindible sin atentar seriamente contra la misma organización o temática del poema, aunque se coloque siempre al servicio del tema o temas centrales, que no son los de carácter animal.
Destaca en este terreno la creación de un ambiente o atmósfera, especialmente la de los lugares amenos asociados generalmente a lamentaciones o cantos amorosos de la poesía lírica, sin que falten versiones pastoriles o más cercanas a la sofisticación de los jardines cortesanos o los vergeles de la nobleza. En estos ámbitos son imprescindibles las aves que cantan dulces trinos o pintan los árboles con sus coloridas plumas, o lanzan gorjeos amorosos en reclamo de sus parejas:
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(12, 75-78) |
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(192, 681-82) |
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(202, 45-49) |
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(279, 18-20) |
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(362, 5-6) |
etc.
El pájaro
puede designar al amante (ver infra), como es común en la
tradición petrarquista, pero en este apartado me interesa la
función ambientadora. Se ha visto en los ejemplos aducidos
que predominan el jilguero y ruiseñor, pájaros con
ilustres antecedentes en Virgilio, Petrarca y los petrarquistas. En
la rima CCCXI del Canzoniere se halla la imagen del ruiseñor
procedente de las Geórgicas (IV, 511 y ss.)10,
ese «rosignuol che sí
soave piagne»
, cuyo lamento trae al
pensamiento del poeta a Laura, y el pájaro se reitera en
todos los poetas del Siglo de Oro11.
El poema 202
«Describe una recreación y casa de campo de un valido
de los señores Reyes Católicos». La amplitud
del artificioso paisaje descrito y su condición 'cortesana'
atraen numerosas menciones animales expresadas en un estilo que
recuerda al gongorino, pleno de cultismos y metáforas
musicales: jilgueros y ruiseñores se describen como Orfeos
que vuelan, clarines de pluma, silbos vigilantes, órganos de
plumas, plumas canoras, y a los pájaros se suman en
evocaciones más «realistas» las abejas que liban
en las flores, perdices, jabalíes o faisanes, siempre por
medio de referencias cultas y preciosistas: así el
faisán es «quien fue llanto en la
mesa de Tereo»
12
(v. 76) o la perdiz es
«múrice volador que esmalta el lazo»
(v. 70).
Una nueva variante
queda representada por la parodia burlesca de estos motivos del
locus amoenus en la carta con que el poeta responde a un
médico desde la Torre de Juan Abad (núm. 711), apelado jocosamente al
tópico del beatus ille que integra el de un particular
locus amoenus,
en el que merodean aves cantadoras (vv.
41-44), grillos (v. 62), el «bien barbado cabrío»
(v. 70), lechuzas (81-82), picazas,
pajarillos trigueros, cuclillos (vv. 85
y ss.), hormigas (v. 103), milanos (v.
93)… Todos estos animales se observan desde el prisma
jocoso, y se hacen ocasión de chistes alusivos o juegos de
palabras:
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(vv. 41-44) |
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(vv. 81-82) |
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(vv. 85-92) |
En el extremo opuesto del locus amoenus se encuentran los ambientes infernales o diabólicos, expresados también a veces por medio de los animales: la morada infernal (que evoca a su vez pasajes virgilianos de la Eneida) del Poema heroico a Cristo resucitado (PO, núm. 192) se puebla de perros, culebras, sierpes, hidras o víboras, y en el retrato de una bruja no ha de faltar el sapo o el gato negro (núm. 541).
En el paradigma de las fiestas de toros13 y cañas se reiteran constantemente las menciones de toros y caballos, como se advertirá en los poemas núms. 146, 136 y ss.; 216, 217, 673, 675, 677, 693, 752…
De especial
interés en este sentido es la fiesta descrita en el poema
767, ya que se trata de una fiesta venatoria14
en la que, según anota González de Salas «a imitación de las de los romanos dadas
al pueblo en sus anfiteatros y circos, se echaron varias fieras a
lidiar entre sí»
, por lo que abundan los animales.
tal como se pondera en el arranque del romance:
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(vv. 1-4) |
En esta arca de
Noé figuraron «más bestias
diferentes / que hojaldran en un pastel»
(vv. 5-6). Como términos reales o
metafóricos se suceden en este poema: bestias, león,
gallo, toro, pajarito, macho, caballo, ovejas, mona,
acémila, oso, camello, gato montés, lebrel, tigre,
zorra, tortuga, con descripciones de las luchas entre las
bestias.
En la ambientación del universo burlesco proliferan las plagas parásitas15 con su correspondiente léxico. Eran, sin duda, una realidad omnipresente en la época; Quevedo, en el romance paródico en elogio de la sarna (núm. 780) exalta su poder, pues le rinden vasallaje
|
(vv. 38-40) |
Desempeñan papeles fundamentales de ambientación en numerosos poemas burlescos16, y presentan ejemplos espléndidos, como el soneto 533, con su descripción del enfermo entregado a las plagas y médicos, inerme entre sus harapos frente al acoso de los piojos, chinches y aradores de la sarna:
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(vv. 1-8) |
Con frecuencia se
concreta su función degradadora en la desmitificación
de un personaje elevado o idealizado en la tradición
literaria: ridiculizan, por ejemplo, la exaltación de un
amante a través de un soneto en que retrata a Isdaura, cuyo
vientre es un barbadísimo letrado plagado de ladillas
(núm. 597, 10), y
degradan sistemáticamente a los protagonistas
mitológicos o heroicos: Medoro está quitándose
del jubón y la camisa los piojos en el romance 704,
Alejandro halla al filósofo Diógenes espulgando sus
ropas «con unas uñas
verdugas»
(745, 57-61), Ioles engalana a Hércules
las «liendres»
(682, 133), y el
Cid duerme rondado de moscas (764, 11-12)…
Mención aparte merecen los parásitos de los gigantes del Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando el enamorado (875, I, 425-28), montañas humanas pobladas de plagas proporcionadas a su tamaño:
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En el terreno de la metáfora animalizadora o de la simbología animal hallamos ejemplos mucho más nítidos en los que el sema 'animal' constituye el centro de interés de una expresión. Las constelaciones animalísticas se estructuran generalmente según especies poéticas, y pueden examinarse, grosso modo, desde la perspectiva de las musas o secciones en las que el poeta pretendió dividir su colección del Parnaso español. Esto es, hallamos grupos característicos definitorios de las distintas secciones de poesía religiosa y moral, heroico cortesana, amorosa o burlesca. Los animales documentados en cada sector responden en su mayoría a tradiciones culturales y literarias determinadas (Sagradas Escrituras, patrística, emblemática, poesía petrarquista…), que le confieren su valor simbólico cargándolos de connotaciones que expanden su expresividad en redes intertextuales de dimensión variable.
Al revisar el corpus de la poesía religiosa y moral (serie 'ética'), destacan algunos motivos muy significativos. En los poemas estrictamente religiosos, como los que forman el Heráclito cristiano, domina la serie cristológica (con motivos adyacentes referidos a la Virgen María, o al Espíritu Santo). Imagen central es la del Cordero 'Cristo', que se repite constantemente, a veces en paradojas que identifican pastor y cordero, y que enraíza en la imagen del cordero de Dios que quita los pecados del mundo, sacrificio puro que simboliza la operación redentora de Cristo:
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(36, 29-30) |
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(172, 1) |
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(184, 6-7) |
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(192, 439-40) |
etc.
Esta imagen de Cristo, cordero de Dios que quita los pecados del mundo, es básica en la tradición cristiana. El simbolismo del cordero es muy frecuente y rico en las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia lo glosan innumerablemente17.
No menos conocida
es la imagen colectiva del rebaño para los fieles
cristianos, que aparece, por ejemplo en el salmo núm. 14, 1: «Cuán fuera voy, Señor, de tu
rebaño»
. La imagen de la oveja sirve desde la
época de Moisés para aludir al pueblo de Dios como
rebaño (cfr.
Números, 27, 17: «ne sit populus Domini
sicut oves absque pastore»
); la oveja sin
pastor es así imagen del que está alejado de
Dios18.
Otros símbolos se refieren a Cristo son el unicornio y la sierpe sanadora. El primero se desarrolla en el poema 36, 43-47:
|
Como explica
Covarrubias, el unicornio «Es un animal
feroz [...] Está recebido en el vulgo que los demás
animales, en las partes desiertas de África, no osan beber
en las fuentes por temor de la ponzoña que causan en las
aguas las serpientes y animales ponzoñosos, esperando hasta
que venga el unicornio y meta dentro de ellas el cuerno, con que
las purifica»
. Según otras tradiciones de los
bestiarios, el veneno no tiene efecto en quien lleva encima un
cuerno de unicornio19.
Por muchas razones los bestiarios medievales identifican al
unicornio como imagen de Cristo, porque, según el
Fisiólogo griego20,
«el unicornio es la figura de nuestro
Salvador, el cuerno de salvación alzado para nosotros en la
casa de nuestro padre David»
. Ferrer de Valdecebro en su
Gobierno General moral y político hallado en las
fieras..., cap. XXXII del
Libro Cuarto, trata del unicornio «la
fiera más celebrada [...] por la virtud que encierra la
punta que de la frente le nace»
, y recoge la
simbología pertinente: «celestial
amante unicornio [...] lo arrebató del seno inmenso del
Eterno Padre la humildad de María, señora y madre
nuestra, para desterrar el veneno de la esclavitud que en las aguas
amargas de la original laguna dejó la serpiente
engañadora»
21.
Por el episodio
bíblico de Números, 21, en que Moisés
alza una serpiente de metal que cura a los picados por las
serpientes del desierto, interpretado como tipo
cristológico, se identifica a Cristo con la sierpe de metal
(la «médica serpiente»
,
PO,
núm. 192, 489-90),
elevada en alto, como Cristo en la Cruz22.
La Virgen se
expresa por la imagen de la paloma sin hiel (171, 9-10). San
Isidoro, Etimologías, XII, 61 dice de las palomas:
«son aves apacibles que se mueven en
medio de la muchedumbre humana y no tienen hiel»
; y
Covarrubias subraya la simplicidad de la paloma señalando
que «La paloma dicen no tener hiel, y
así es el símbolo del ánimo cándido y
pacífico»
. Comentando a San Mateo, 10, 16
(«Sed astutos como las serpientes y
sencillos como las palomas»
), escribe San Agustín
(sermón 64, 3): «En la paloma me
agrada que no tiene hiel»
. Como señala Ferrer de
Valdecebro, Gobierno general, moral y político hallado
en las aves, cap. LXX del
libro XVII, dedicado a la paloma, «tiene
también de buena dicha el que la madre del Unigénito
Verbo encarnado, María santísima se nombre con nombre
de paloma en los Cantares»
.
También se
le aplica la imagen de la tórtola («sacra tórtola viuda»
(36,
37-39), según la misma explicación que propone el
Bestiario de Philippe de Thaun23:
«Por la tórtola, como es
razón, debemos entender a la Santa Iglesia, que es humilde y
casta, siendo Dios su esposo, y cuando Dios fue afligido y herido a
muerte en la Cruz, la Santa Iglesia lloró por Él, y
no lo abandonó ni antes ni después. Por eso dicen los
profetas que tal permanecerá hasta el fin, que estará
junto a Dios y se salvará sin falta. Y la tórtola
representa, sabedlo, a la Virgen María o al alma santa en
verdad»
. Quevedo vuelve a usar en otros contextos el
motivo lírico de la tórtola: PO, núm. 201, vv. 28-32: «Cualquier
pájaro amante / desiertos dejará tus brazos duros, /
y vengo a poner duda, / si para que te habite en llanto tierno / a
la tórtola basta el ser viuda»
; PO, núm. 349, vv. 9-11: «Oyó
gemir con músico lamento / y mustia y ronca voz
tórtola amante / amancillando querellosa al
viento»
; o PO, núm. 383: «Exequias a una tórtola que se quejaba
viuda y después se halló muerta»
, con gran
abundancia de estos motivos de fidelidad, etc. sobre los que volveré
después, a propósito del bestiario amoroso.
Los apuntados son suficientes ejemplos, creo, del mecanismo de la simbología animal en esta sección de la poesía quevediana, estrechamente relacionada con los textos escriturísticos o las exégesis alegóricas de los bestiarios medievales24, que Quevedo no hace sino continuar de manera ortodoxa.
En relación con las poesías religiosas, pero sin coincidir exactamente ni en sus fuentes de inspiración ni en su desarrollo imaginario, hay que analizar los poemas morales. Las presencias animales en este grupo de poemas (los de la Musa Polimnia del Parnaso español, principalmente) ofrecen una estructura muy definida en un corpus bastante preciso ordenado en series peculiares.
Por un lado se
advierte una serie animal que expresa los pecados capitales en que
incurren los personajes cuya crítica se realiza en estos
poemas morales. La gula se representa por los animales devorados
por los glotones: las manadas de Apulia, corzos, ciervos, venados,
pescados exóticos, murenas o la misma ave
fénix25,
mientras que la parquedad sobria se representa, en contraste, por
el consumo de vaca y carnero que caracteriza a los antiguos
españoles evocados en la Epístola satírica
y censoria (núm.
146, vv. 93-97). La ambición se
simboliza por los áspides (50, 10-14), y la
hipocresía por el motivo del áspid y víbora
entre flores (según el motivo virgiliano «latet anguis in
herba»
de Bucólica 3, 93),
muy reiterado en el Siglo de Oro. La soberbia por fieras
genéricas (135, 60), la vanidad por el betún de la
ballena (146, 115-16), o el color del múrice (146, 125), y
la finura de la seda, producto del gusano (146, 127-28).
Como se ve hay una
constante apelación a motivos animales para la
definición de estos vicios. En la expresión de la
vileza del hombre pecador, y de la fragilidad de la inestable vida
humana, se reitera sobre todo la imagen del gusano, en modulaciones
diversas y complementarias: como se advertirá en el
catálogo de animales la presencia del gusano es muy intensa.
La variedad de modulaciones no se percibe, en cambio, en dicho
catálogo y hay que analizarla en sus contextos. El gusano de
la tumba revela la porquedad del hombre en poemas núms. 62, 118, 142…; es
imagen de la vileza del hombre, que «llamarle gusano /es mortificación para
el gusano»
(133, 7-8); denuncia la hipocresía de
las falsas vanidades y opulencias externas de los cubiertos de oro
y púrpura que «asco dentro son,
tierra y gusanos»
(118, 14), etc. Es importante también como
metáfora de la conciencia26
que remuerde al pecador: «la conciencia
me sirve de gusano»
(34, 13), «de tu conciencia el vengador gusano»
(80, 14)… Variante ingeniosa de Quevedo es identificar en el
poema 97 al gusano de la conciencia con el gusano de seda, para
explicar la resistencia del pecador a escuchar sus
remordimientos:
|
(vv. 1-4) |
alegoría que nace de la costumbre de «ensordecer» al gusano de seda con músicas y tambores para que no oiga el trueno, lo que se consideraba nefasto para la producción de la seda27.
En los poemas de
la Musa Clío (heroicos, elogios de personajes ilustres y
príncipes) el repertorio animal está marcado por sus
cualidades heráldicas, que definen el mismo corpus. Se
acumulan ejemplos de águilas imperiales, leones de
España, delfines franceses28…
sin que falten versiones paródicas, como la del romance 722,
17 y ss. en que se identifica a la
tía de una pedigüeña con el águila
imperial heráldica, porque, como ella, «asida de los escudos / en todas partes
está»
, con explotación dilógica de
escudos 'de armas', 'monedas'. Todos estos valores
heráldicos son muy conocidos29
y no merece la pena detenerse aportando otros casos o
documentación en la historia de la emblemática. Hay
algunas ocurrencias de notable elaboración ingeniosa, con
agudezas de proporción que establecen relaciones con las
circunstancias de los sujetos metaforizados: así sucede, por
ejemplo, con la aplicación del ave fénix a Roma
incendiada por Nerón (renace de sus cenizas como el ave
mítica), o a Mucio Scévola, que se quema la mano para
renacer en gloria en la fama de los hombres, o a Paravicino, que
como el ave establece su inmortalidad en las plumas 'de
escritor'… (PO, núms. 137, 218, 261). El bestiario
heráldico se explota densamente en algunos poemas que
comentaré después, como el de las abejas francesas
(226, «Pequeños jornaleros de la tierra»).
Privilegiado terreno es también el de la poesía amorosa, cuyo bestiario remite a la tradición petrarquista sobre todo30.
Hay una serie de animales que muestran estructuras de cierta libertad, y ocurrencias esporádicas: las hormigas que sirven de ejemplo de sensatez al amante (397, 37-42)31, o los animales que ofrece como rendimiento el amante del poema Farmaceutria (399): pavones, un toro blanco, golondrinas, paloma, tórtola…
Pero destacan fundamentalmente algunos animales bien conocidos en la tradición amorosa: la citada tórtola, por supuesto o el pájaro solitario y enamorado32, pero sobre todo los animales del bestiario ígneo, símbolo del amante que vive en el fuego del amor: mariposa, fénix, salamandra, que proliferan en las colecciones de emblemas.
En el petrarquismo
«frente a la multiplicidad de
términos reales que podía presentar la imagen del ave
fénix en la poesía de Petrarca y de los
petrarquistas, la de la mariposa, figura conformable dentro de la
imaginería del fuego y de la luz [...] designará
siempre al amante revoloteando en pos de la
amada»
33,
tal como se reitera en la emblemática.
La mariposa que se
quema en el fuego es símbolo amoroso en Vaenius34
con el mote «Brevis et
damnosa voluptas»
; con otros sentidos pero
con representaciones semejantes se puede hallar en
Borja35,
aplicable en este caso también al amor. En Quevedo se aplica
a Leandro que nada hacia la luz que Hero mantiene en la torre del
otro lado del estrecho: «pretensión de mariposa / le descaminan
los dioses»
(210, 21-22), o al volcán Vesubio,
identificado con el amante, calificado de «luciente / mariposa en tus llamas
inclemente»
(302, 6-7), y hasta le dedica un poema entero
que comentaré después, el núm. 200 «Túmulo de la
mariposa», en que vuelve a ser emblema del amante y en el que
se acumulan las otras imágenes animales del fénix y
salamandra.
Sobre el fénix, y su resurrección de las cenizas en que él mismo se quema, los testimonios serían innumerables; basten algunas líneas de Covarrubias (Tesoro):
Fénix. Dicen ser una singular ave que nace en el oriente, celebrada por todo el mundo; críase en la felice Arabia [...] y vive seiscientos y sesenta años. Plinio, hablando della, dice así, lib. 10, cap. 2: Et ante omnes nobilem Arabiae phoenicem [...] vivere annos DCLX, senescentem casia, thurisque surculis construere nidum, replere odoribus et super emori. Ex ossibus inde et medullis eius nasci primo ceu vermiculum, inde fieri pullum [...] Todo lo que la antigüedad ha dicho de la fénix [...] lo refiere Plinio en el lugar alegado [...] muchos han formado jeroglíficos de la fénix aplicándolos a la resurrección de Nuestro Redentor. |
Malaxecheverría36,
recoge otros textos y Ferrer de Valdecebro, en el libro que dedica
a las aves argumenta en favor de la existencia del ave
fénix, siguiendo «el corriente de
los más santos filósofos y escritores»
, y
comenta el sentido de resurrección de la carne en el
capítulo XXXV.
Sobre el ave fénix traen emblemas Camerarius, Piero Valeriano, Horapolo37...
Por su calidad de
única puede referirse a la amada; por la de renacer y
revivir en el fuego, al amante. Todas las variantes aparecen en la
poesía quevediana, generalmente asociadas a circunstancias
que permiten el juego ingenioso. Tómese el soneto 302, en
que el amante se metaforiza en fénix, pero identificado
también con el Vesubio, volcán que vive en el propio
fuego, como el ave fénix, de modo que «Ya, fénix cultivada, te renuevas / en
eternos incendios repetidos»
(vv. 9-10); o el alma del enamorado se identifica
con el fénix precisamente al encontrar a Aminta el
día del miércoles de ceniza, lo que le permite juegos
alusivos a la ceniza penitencial y a la ceniza de la que el
fénix torna a vivir:
|
(308, 5-8) |
Otra circunstancia que da pie al juego ingenioso es la de llevar Aminta al cuello un fénix de diamantes, que el poeta se imagina buscando un incendio mejor en el cabello de oro de la dama (305)… Incendio que encuentra el corazón del amante, nuevo Leandro que navega en las ondas del cabello dorado de Lisi en el soneto «Afectos varios de su corazón fluctuando en las ondas del los cabellos de Lisi»:
|
(449, 9-11) |
La
salamandra38,
en fin, se hace fácilmente símbolo amoroso por la
capacidad que se le atribuía de poder vivir en el fuego. En
el libro XVI de Valeriano, entre otras significaciones, la
salamandra, simboliza al «Amator» (Hieroglyphica, fol. 120r.): «Sunt qui per huiusmodi
speciem, per salamandram quippe in igne positam amatorem ostentent,
quod amore ex igne significari apud omnes vulgatum sit [...] et
ardere se amantes omnes profiteantur»
. El
mismo valor tiene en otro emblema de Vaenius39
(«Mea vita per
ignem»
). Es imagen de gran éxito en
el petrarquismo40
aunque en Petrarca mismo sólo aparece una vez «stranio cibo, et mirabil
salamandra»
(Canzoniere, CCVII, v. 41). Véase el ejemplo de Quevedo:
|
(369, 8-11) |
Resulta interesante advertir que a menudo estos motivos se acumulan en el mismo poema quevediano:
|
(450) |
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(302) |
Es muy intensa también la mención de las genéricas fieras para la amada cruel (poemas 355, 360, 387, 403, 432…), lugar común petrarquista41.
El campo de la poesía burlesca, en fin, abunda en imágenes animalizadoras con intención caricaturesca42. Se eligen los animales de connotaciones más negativas por su aspecto grotesco, e intensificado por calificaciones degradantes o hiperbólicas, con abundantes juegos de ingenio. El narigudo (513) no sólo se identifica con un pez espada sino con un pez espada mal barbado, y con un elefante boca arriba. La elección del animal término de comparación puede estar provocada por la intencionalidad ingeniosa alusiva, o bien responder a dimensiones visuales propiamente caricaturescas. De la primera clase es la asimilación de Dafne a un murciélago (537) por huir del Sol (Apolo); o la de una vieja afeitada con la corneja vestida de plumas ajenas (551)43; o la comparación de un amante desvelado con la grulla (685), animal que según las creencias zoológicas deja una centinela en guarda de la bandada, que vigila sujetando una piedra en una pata, de modo que si se duerme el ruido de la piedra al caer la despierte. Se hace emblema de la vigilancia44. Etc.
De la segunda
categoría son las comparaciones de una pecosa con la piel de
tigre, ala de mariposa o pellejo de culebra (585). En la
descripción del tendero borracho del 583 «es mona que a los jarros hace el buz, / es
zorra que al vender se vuelve miz»
(vv. 12-13) los tres casos de identificación
con un animal obedecen a la técnica del juego de palabras
(mona 'borracho', gato, miz 'ladrón', zorra 'borracho'); en
cambio la misma imagen del mono en la caricatura de una vieja
expresa ridiculización visual basada en el aspecto arrugado
de la cara:
|
(708, 69-71) |
Es abundantísimo el repertorio de caras de grajo (551), lamprea (585), papagayo (757); fregonas como cerdos (770), elefantes y ballenas (788), dueñas con tocas negras y blancas que las hacen semejar urracas (713, 772, 777), rapaces y charlatanas como ellas, calvos que parecen perros chinos (689, 703), flacas con espinazos erizos (713), viejos teñidos como cuervos (557), chatas como perros bracos (803), etc.
La técnica de la acumulación refuerza el efecto a la vez que revela con total claridad el grado de conciencia del recurso: Ruiz de Alarcón (843) se compara, por su estatura y corcovas, a: ardilla, gorgojo, piojo, cangrejo, ranilla, arador, gámbaro, chinche, rana, mosca, mono pelado… y una extensa e intensa alegoría de la corte como mar permite describir a las variedades de mujeres (todas voraces y feas) en metáfora de peces de todas las clases en el 871:
|
(vv. 21-54) |
Terminaré con el examen de los macrotextos o composiciones dedicadas expresamente a un tema animal, con tratamientos y funciones diversas, pero que en todo caso ocupan la mayor extensión textual y centran la atención de un poema.
La estructuración según las especies poéticas es la misma que para los casos que he denominado microtextos, y la revisión de la categoría que estudio en este epígrafe puede hacerse según el mismo orden.
Al ámbito moral y religioso pertenece la reescritura de una fábula de Esopo45 en el soneto 67, dedicado al león librado de su red por un ratón, o la paráfrasis bíblica del soneto 159 «Retrató al demonio perifraseando, en el rigor que cabe en el soneto, las palabras de Job con que le retrata, cap. II, Ecce Behemoth» en que se describe a un animal símbolo diabólico, Behemot:
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San Isidoro, en sus Etimologías, VIII, 11, 27, anota que es palabra hebrea cuya traducción latina es precisamente «animal» debido a que se precipitó desde el excelso cielo sobre la tierra y por sus merecimientos se convirtió en una bestia bruta. Se le llama también «Leviatán», es decir, 'serpiente de agua'. En la Biblia behemot, plural del hebreo behêmâh 'bestia', se usa para designar cuadrúpedos de toda especie. Para Santo Tomás es el elefante; Sánchez cree que es el toro, y Barzilai apuesta por el mamut antediluviano. Bochart lo identifica, y parece lo más probable, con el hipopótamo46. En todo caso el valor simbólico (que tampoco es fijo y unánime) aceptado por Quevedo en este texto es corriente en los Padres de la Iglesia: Behemot es Satán, como piensa también San Isidoro.
En la musa Clío destaca el poema alegórico 226 basado en los juegos heráldicos con los animales que expresan las naciones de España, Alemania y Francia, león, águila, abejas y delfines:
|
Quevedo activa
rasgos atribuidos a estos animales en los tratados
zoológicos y creencias populares, aplicándolos al
contexto preciso: véase el ejemplo de las venganzas de las
abejas, muy coherente y muestra de la solidez de la trabazón
ingeniosa quevediana: pues en efecto son animales que se
caracterizan en las ideas auriseculares por el rigor de su
venganza, como recuerda Covarrubias que señala además
que son también jeroglíficos «de la venganza, aunque sea haciéndose el
hombre daño a sí mesmo, según lo que tiene el
vulgo recebido, que la abeja en hiriendo con el aguijón
muere»
. Otras veces adapta el motivo: que el
delfín (conocido por ser amigo de los hombres: Covarrubias)
nade en aguas traicioneras no parece remitir a ningún motivo
especial zoológico, sino que obedece, creo, a la
dinámica de la confrontación establecida. Cuando el
delfín nadaba por encima de las aguas anunciaba tormenta,
pero esto servía de aviso a navegantes y no suele tener
interpretación negativa, aunque quizá aquí la
aproveche Quevedo, aludiendo a que nada el delfín en las
aguas de la tormenta (de las revueltas y sediciones): «No hay animal marino más veloz que este
[...] parece ser que cuando juegan entre las olas y se lanzan en
picado desde las crestas de las ondas, es presagio de
tempestad»
( San Isidoro, Etimologías,
XII, 6, 11).
De dimensiones cortesanas (elogios, celebraciones de sucesos o hazañas nobiliarias, etc.) son los poemas dedicados al jabalí que mató la infanta doña María (204), al toro que mató Felipe IV de un arcabuzazo en una fiesta venatoria (221, 222), o al águila muerta de un tiro por una dama (352).
Lo característico de esta categoría es la elaboración retórica cultista, con apuntes de metáforas épicas (como corresponde a la caza o actividad análoga a la caza, sustituta de la guerra) y carga de imágenes mitológicas: poemas, en fin, dirigidos a personas del estamento noble (al mismo rey en ocasiones) que exigen un registro igualmente elevado. Esta, a modo de ejemplo, es la descripción inicial del jabalí en el 204, 1-15:
|
De tono lírico son los poemas «Túmulo de la mariposa» (200) donde vuelve al motivo de la mariposa que se quema en el fuego, imagen del amante, que se asocia también a la salamandra (v. 14) y al ave fénix (v. 21), los otros dos animales centrales del bestiario ígneo; el 206, letrilla lírica al jilguero; el 208 al ruiseñor (décima construida, como algún otro de estos poemas según la estructura de los apodos conglobados)47; el 298 al pájaro solitario48; el 383, exequias a la tórtola viuda que después se halló muerta…
La libertad del ámbito jocoso le permite algunos experimentos paródicos o la burla de motivos, la reinterpretación satírica de propiedades admitidas de los animales, o la recreación de un pequeño bestiario fabuloso en clave bufa.
Así pueden
leerse el soneto 520, al perro esculpido en la sepultura de una
mujer incasta, perro que «ladró
al ladrón, pero calló al amante»
, con lo
que supone la inversión del sentido tópico de estos
perros de los sepulcros, que simbolizan habitualmente la fidelidad
de los esposos. O los poemas puramente burlescos destinados a
cantar al mosquito del vino o al mosquito trompetero (531, 532,
816, 817)49.
De mayor intensidad satírica es la moralización
enderezada contra los aduladores cortesanos, transmitida por medio
de la imagen del camaleón50
en el soneto 564:
Búrlase del camaleón moralizando satíricamente su naturaleza:
|
Covarrubias aporta
suficientes datos sobre el camaleón: «Es cosa muy recebida de su particular
naturaleza mantenerse del aire y mudarse de la color que se le
ofrece [...] Es el camaleón símbolo del hombre
astuto, disimulado y sagaz, que fácilmente se acomoda al
gusto y parecer de la persona con quien trata para
engañarla. Significa también el lisonjero y
adulador»
. Lo que dice Plinio de él lo resume
extensamente Covarrubias. En los emblemas de Alciato (emblema 53)
la ilustración del emblema dirigido contra los aduladores es
precisamente un camaleón.
Otros animales protagonistas son los gatos del 685 («Habla con enero, mes de la brama de los gatos»), o la yegua cuyo retrato grotesco se realiza en el 731. En boca de los propios animales, locutores burlescos emisores intratextuales, hallamos total o parcialmente los poemas 758 (un vejamen que da el ratón al caracol), el 750 (consultación de los gatos), o la conversación de vacas y mulas del 735.
Plenamente inserto
en el terreno de los bestiarios fabulosos, pero sustituyendo la
técnica de las aplicaciones alegóricas morales y
religiosas, por la burla sistemática («Bien sé que desmiento a muchos / que muy
crédulos las cuentan, / mas si ellos citan a Plinio / yo
citaré a las despensas»
) está el conjunto
de cuatro romances que llevan el núm. 700 en la edición de
Blecua, romances dedicados respectivamente al ave fénix,
pelícano, basilisco y unicornio.
Todas las
propiedades maravillosas y simbologías atribuidas a estos
animales (renovación eterna del fénix, vista mortal
del basilisco, cuerno maravilloso del unicornio, práctica
del pelícano de alimentar con sangre de su pecho a sus
hijuelos, lo que permite la comparación con
Cristo…)51,
se ofrecen en clave risible: la fénix es ave del yermo que
vive «tres suegras en
retahíla»
, ave duende, nunca vista, cuyo abolorio
remata en chamusquinas, como los de los quemados por la
Inquisición; el pelícano que sangra su pecho puede
llamarse «barbero» de sí mismo (por la tarea de
sangradores que desempeñaba los barberos), o fábula
de la piedad (por las comparaciones que hacen los predicadores con
Cristo), y hace «buen
esdrújulo»
, pero no buen caldo; el basilisco mira
para la salud «con médicos y
boticas»
, y las virtudes del cuerno del unicornio no le
impresionan, pues más han de ser las de tantos cornudos
(«muchicuernos»
) como se ven
cada día: «Calvo estará,
si él pretende / andar al uso del tiempo, / mas puede
comprar un moño / de peiaduras de yerno»
.
La erosión que sufren estas fabulosas cualidades por medio de la reducción costumbrista constante contribuye a su meiosis satírica.
En suma, la presencia de los animales en la poesía de Quevedo es muy notable en extensión, intensidad y variedad de usos y mecanismos.
La expresividad de los motivos animales procede también de fuentes diversas, y se basa en las características propiamente naturales, o en las que provienen de la tradición bíblica, patrística o poética y emblemática.
Sirven a objetivos variados ordenados generalmente según las especies o subgéneros poéticos: en las composiciones de la serie ética (morales y religiosas) abundan los motivos cuyas connotaciones y sentidos se iluminan en las Sagradas Escrituras y comentarios patrísticos o bestiarios cristianos medievales; en los poemas heroicos funcionan sobre todo las dimensiones heráldicas; en los amorosos un conjunto de animales significativos conectados con la poesía petrarquista fundamentalmente; en las poesías burlescas dominan los animales de connotaciones negativa y grotescas, explotados por su cualidad visual en la caricatura, o por las connotaciones alusivas a propiedades reales o fabulosas.
Y en todos los casos se insertan en un estilo expresivo que elabora las formas de agudeza en grados complejos y en todas las vertientes posibles.
- Abadejo, 758, 66.
- Abadejos, 719, 67; 871, 39.
- Abeja, 202, 59; 717, 36; 773, 183; 817, 8.
- Abejas, 226, 2; 226, 9; 433, 52; 504, 5; 531, 8.
- Abubillas, 682, 296.
- Acémila, 767, 111.
- Acémilas, 693, 113.
- Águila, 36, 58; 226, 8; 226, 12; 263, 3; 268, 7; 342, 8; 352, 1; 402, 14; 722, 18; 722, 24; 787, 74.
- Águilas, 55, 9; 137, 171; 433, 92; 448, 4.
- Alano, 639, 173; 693, 87; 736, 67; 750, 220; 791, 35; 851, 22; 871, 83.
- Alanos, 672, 1; 752, 195.
- Alazán, 681, 100; 782, 28.
- Anchova, 871, 91.
- Animal, 146, 136; 217, 7; 222, 5; 637, 18; 639, 389; 641, 16; 641, 29; 641, 239; 641, 243; 675, 79; 700, 59; 713, 10; 715, 43; 715, 43; 767, 113.
- Animales, 204, 101; 372, 7; 387, 49; 641, 100; 700, 29; 700, e, 37; 763, 331; 780, 97.
- Ánsar, 137, 127.
- Arador, 656, 80; 843, 61.
- Araña, 400, 27; 521, 10; 538; 5; 571, 3; 656, 79; 662, 3; 662, 7; 662, 15; 662, 27; 662, 39; 662, 51; 859, 59; 875, I, 909.
- Arañas, 618, 8; 640, 157; 709, 58; 733, 67; 746, 92; 746, 114.
- Ardilla, 843, 42.
- Arrendajo, 516, 8; 763, 254.
- Asinina, oreja asinina, referencia indirecta a asno, 561, 8.
- Asnazo, 682, 157.
- Asnilla, 160, 12.
- Asnillo, 639, 269.
- Asno, 578, 13; 641, 242; 675, 114; 715, 44; 774, 98; 828, 22; 849, 75.
- Asnos, 582, 20; 851, 12; 867, 58.
- Áspid, 105, 8; 336, 5; 342, 5; 622, 4; 700, 63; 797, 54.
- Áspides, 50, 11.
- Atunes, 871, 33.
- Ave, 39, 3; 192, 394; 206, 27; 208, 9; 279, 53; 383, 25; 383, 43; 397, 27; 397, 52; 406, 1; 639, 276; 639, 348; 668, 60; 700, b, 1; 700, b, 57; 700, b, 61; 700, b, 67; 700, c, 7; 700, c, 41; 778, 67; 816, 3; 817, 2.
- Avecillas, 433, 89.
- Avechucho, 529, 4; 682, 208; 700, b, 25; 700, c, 10; 709, 59; 713, 89; 869, 106.
- Avechuchos, 853, 26.
- Aves, 33, 1; 138, 23; 145, 21; 146, 85; 260, 1; 376, 3; 389, 71; 390, 9; 399, 79; 401, 67; 531, 5; 641, 40; 666, 18; 700, a, 5; 700, a, 11; 700, d, 27; 711, 41; 729, 83; 740, 32; 769, 44; 774, 47; 781, 45; 782, 11; 788, 160; 873, 28.
- Avestruz, 774, 61.
- Avispas, 741, 51; 869, 54.
- Azor, 656, 8.
- Ballena, 146, 116; 602, 1; 602, 9; 602, 11; 602, 14; 673, 26; 737, 136; 788, 43; 788, 46; 860, 63.
- Ballenas, 867, 57; 871, 49.
- Barbo, 871, 80.
- Basilisco, 673, 159; 700, d, 57; 875, I, 14; 875, II, 63.
- Basiliscos, 748, 130.
- Becerro, 154, 5; 609, 10.
- Becerros, 494, 8.
- Beco, 654, 65.
- Bestia, 149, 36; 160, 14; 379, 8; 561, 12; 570, 7; 746, 5; 752, 185; 866, 130.
- Bestias, 641, 23; 677, 48; 733, 44; 767, 5; 768, 102.
- Besugos, 638, 7.
- Bogas, 639, 46; 768, 96; 853, 139; 853, 140.
- Bonito, 871, 41.
- Boquerón, 764, 38.
- Borrego, 800, 5.
- Borrico, 639, 284; 855, 60.
- Borricos, 753, 68; 770, 26; 855, 89.
- Braco, 728, 26; 750, 138; 851, 84.
- Bracos, 687, 40; 715, 58.
- Braquilla, 803, 45.
- Brutos, 34, 8; 204, 101; 709, 63.
- Buey, 185, 11; 639, 85; 641, 38; 673, 138; 715, 44; 725, 52; 773, 56.
- Bueyes, 137, 27; 142, 43; 639, 137; 730, 50; 730, 88; 730, 105; 730, 114.
- Búho, 688, 15.
- Búhos, 766, 20.
- Burra, 735, 35.
- Burro, 790, 41.
- Caballería, 198, 121; 291, 8; 875, I, 219.
- Caballerías, 207, 25.
- Caballo, 137, 98; 146, 147; 212, 5; 217, 12; 235, 119; 247, 2; 342, 7; 514, 11; 548, 5; 578, 14; 641, 83; 641, 87; 646, 10; 651, 11; 656, 27; 656, 48; 656, 70; 673, 85; 673, 85; 673, 149; 673, 154; 675, 59; 675, 115; 677, 202; 687, 78; 693, 201; 707, 105; 735, 36; 749, 73; 749, 92; 767, 105; 778, 95; 779, 21; 794, 47; 823, 3; 848, 4; 849, 61; 851, 74; 855, 80; 855, 187; 861, 60; 875, I, 102; 875, I, 678; 875, II, 72; 875, II, 95; 875, II, 110; 875, II, 112; 875, II, 168; 875, II, 168; 875, II, 193; 875, II, 346; 875, II, 514; 875, II, 566; 875, II, 600; 875, II, 609; 875, II, 610; 875, II, 703; 875, II, 713.
- Caballos, 221, 13; 565, 13; 646, 60; 673, 63; 673, 167; 677, 33; 693, 205; 693, 207; 695, 5; 723, 33; 752, 169; 757, 96; 760, 28; 763, 297; 776, 25; 779, 50; 828, 84; 875, II, 67; 875, II, 380.
- Cabestro, 590, 12; 650, 22; 697, 128.
- Cabestros, 639, 264.
- Cabra, 771, 10; 865, 66; 875, I, 773.
- Cabras, 684, 20; 738, 99; 745, 40.
- Cabrío, 711, 70.
- Cabrón, 545, 4; 606, 3; 633, 52; 646, 49; 671, 32; 710, 2; 776, 24; 875, I, 17; 875, I, 55.
- Cabrones, 594, 7; 598, 11; 762, 8.
- Cabruna, leche cabruna, 601, 6.
- Camaleón, 369, 12.
- Camello, 720, 48; 758, 7; 767, 133.
- Can, 146, 129; 314, 13; 482; 13; 500, 6; 603, 11; 681, 22; 744, 48.
- Canario, 557, 9; 653, 22; 692, 17; 757, 139; 875, I, 320.
- Cangrejo, 843, 55.
- Cantáridas, 690, 57; 759, 13; 759, 170; 770; 154.
- Capón, 576, 7; 576, 14; 703, 7; 868, 20.
- Capones, 555, 4; 576, 11; 606, 12; 855, 172.
- Caracol, 651, 37; 693, 230; 723, 24; 745, 7; 758, 3; 758, 51; 761, 18.
- Caracoles, 756, 28.
- Carnero, 146, 97, 530, 7; 530, 9; 588, 13; 588, 14; 589, 4; 594, 5; 631, 13; 681, 44; 696, 24; 715, 67; 745, 37; 750, 127; 763, 340; 773, 180; 848, 8; 868, 37.
- Carnerón, 603, 6.
- Carneros, 763, 116.
- Carpa, 836, 5.
- Carpas, 871, 44.
- Catálnica, 778, 66.
- Cazones, 597, 4; 757, 36.
- Cernícalo, 865, 10; 875, II, 90.
- Chicharra, 865, 62.
- Chicharras, 770, 35; 772, 51; 875, I, 171.
- Chinche, 532, 7; 533, 6; 749, 155; 816, 6.
- Chinches, 772, 155; 843, 100; 855, 11.
- Chivato, 641, 79.
- Chivo, 640, 252; 738, 100.
- Cierva, 397, 4.
- Ciervas, 386, 7.
- Ciervo, 77, 7; 641, 162.
- Cigüeña, 567, 1; 567, 14; 677, 220.
- Cigüeño, 720, 47.
- Cisne, 54, 14; 273, 5; 285, 10; 394, 36; 640, 1; 690, 65; 873, 20.
- Clueca, 576, 11.
- Cocodrilo, 342, 13.
- Cocodrilos, 811, 13.
- Cocrodrilos, 748, 74.
- Coches, 582, 16; 646, 59; 690, 34; 754, 54; 779, 3; 779, 74; 779, 93.
- Cochino, 582, 15; 634, 7; 748, 4; 806, 3.
- Cogujada, 875, II, 91.
- Colorines, 653, 25.
- Conejo, 854, 86.
- Conejos, 750, 191; 853, 8.
- Congrio, 871, 29.
- Corderito, 693, 152.
- Corderitos, 777, 43.
- Cordero, 36, 30; 147, 62; 147, 98; 172, 1; 184, 6; 185, 12; 192, 15; 195, 439; 192, 478; 192, 619; 192, 624; 196, 36; 263, 1; 268, 8; 494, 1; 746, 85.
- Corderos, 639, 42; 766, 79.
- Corneja, 551, 6; 615, 8.
- Cornejas, 719, 55.
- Corzo, 77, 3.
- Cuca, 535, 11.
- Cucaracha, 875, II, 164.
- Cucaracha, 771, 104.
- Cuclillo, 711, 90; 875, I, 54.
- Cuclillos, 643, 18.
- Cuco, 875, I, 320.
- Cuervo, 557, 9; 640, 1; 641, 158; 642, 54; 645, 8; 692, 18; 774, 14.
- Cuervos, 698, 18; 731, 19; 771, 23; 875, II, 232.
- Culebra, 585, 8; 699, 31; 699, 41; 699, 43; 763, 72; 875, II, 276.
- Delfín, 226, 14; 286, 3; 550, 14; 654, 72; 871, 30.
- Delfines, 291, 6; 867, 61.
- Dogos, 752, 197.
- Dragón, 530, 3.
- Dromedal, 849, 78.
- Elefante, 513, 6; 788, 40.
- Erizo, 145, 191; 683, 34; 732, 56; 745, 76, 748, 126; 770, 106.
- Erizos, 719, 56; 875, I, 428.
- Escorpión, 680, 41; 693, 238; 696, 22; 713, 15.
- Escuerzo, 875, I, 106.
- Espín, 749, 142.
- Fénix, 12, 92; 137, 148; 200, 21; 218, 12; 221, 7; 235, 129; 256, 8; 261, 8; 268, 11; 302, 9; 305, 2; 308, 7; 308, 8; 449, 9; 450, 1; 477, 12; 677, 91; 700, II, 73, 710, 29; 742, 33; 778, 59; 853, 71; 873, 19.
- Fiera, 18, 22; 077, 2; 091, 11; 134, 2; 135, 60; 137, 139; 163, 12; 192, 95; 192, 168, 195, 64; 209, 46; 217, 12; 269, 6; 355, 12; 359, 2; 360, 13; 361, 5; 383, 44; 387, 54; 403, 57; 432, 16; 617, 9; 620, 69; 639, 327; 641, 90; 758, 49; 875, II, 656.
- Fieras, 33, 3; 137, 82; 145, 22; 145, 70; 188, 10; 204, 79; 237, 50; 433, 28; 452, 9; 465, 6; 473, 4; 639, 409; 640, 149; 733, 92; 767, 7; 767, 7; 781, 86; 788, 96; 799, 63; 875, I, 411; 875, II, 656.
- Frisón, 513, 13; 646, 14; 707, 104.
- Frisones, 781, 7.
- Galapago, 657, 15; 745, 5.
- Galga, 641, 195.
- Galgo, 566, 7; 763, 184.
- Galgos, 542, 7; 799, 61; 865, 25.
- Gallina, 187, 11; 506, 14; 643, 6; 704, 40; 767, 55.
- Gallinas, 570, 12; 643, 2; 643, 13; 643, 21.
- Gallo, 146, 148; 187, 8; 187, 11; 227, 6; 563, 6; 637, 17; 643, 14; 643, 16; 656, 71; 712, 46; 754, 126; 759, 83; 767, 53; 767, 57; 777, 92; 857, 33; 858, 11; 875, II, 306; 875, II, 704.
- Gallos, 643, 15; 767, 49.
- Gámbaro, 843, 83.
- Gamo, 641, 127; 715, 16.
- Gamuza, 760, 95.
- Ganado, 134, 11; 137, 3; 192, 46; 198, 89; 319, 6; 362, 3; 397, 15; 433, 3; 433, 25; 494, 9; 593, 12; 636, 7; 654, 66; 662, 21; 715, 14; 865, 242.
- Ganados, 29, 7; 397, 46; 401, 40; 773, 27.
- Ganga, 639, 315.
- Gangas, 695, 15; 695, 16; 849, 5.
- Garduña, 722, 54.
- Garza, 653, 44; 835, 14.
- Gatas, 580, 14; 745, 12; 746, 96; 764, 34; 803, 60; 875, I, 405.
- Gatazos, 750, 68.
- Gato, 541, 10; 685, 29; 692, 26; 692, 52; 750, 14; 750, 20; 750, 35; 750, 62; 750, 67; 750, 83; 750, 87; 750, 91; 750, 131; 750, 166; 750, 199; 750, 203; 750, 205; 758, 31; 758, 61; 767, 142; 827, 50; 828, 114, 861, 68.
- Gatos, 597, 4; 631, 11; 647, 37; 660, 54; 685, 2; 721, 56; 734, 11; 750, 4; 750, 20; 750, 195; 762, 13; 793, 9; 793, 10; 870, 12.
- Gavilán, 722, 42; 727, 22; 856, 4; 864, 130.
- Gazapo, 799, 37; 799, 51; 799, 59.
- Gazapos, 685, 16; 750, 162; 799, 9; 799, 43.
- Gerifalte, 841, 39.
- Golondrina, 149, 23; 763, 167; 850, 166.
- Golondrinas, 399, 79.
- Gorgojo, 551, 12; 843, 47.
- Gorgojos, 126, 5; 875, II, 163.
- Gorrín, 749, 136.
- Gorrión, 875, I, 685.
- Gozque, 851, 21.
- Gozquecitos, 870, 10.
- Gozques, 728, 9; 744, 71; 762, 12; 955, 48.
- Grajo, 551, 1; 687, 124; 693, 17; 749, 131.
- Grajos, 640, 60; 698, 19; 698, 20; 766, 31; 867, 62.
- Grillo, 373, 11; 397, 51; 782, 13; 875, I, 50; 875, II, 164.
- Grulla, 466, 2; 685, 21.
- Grullas, 639, 5.
- Gusano, 34, 13; 080, 14; 097, 2; 097, 10; 133, 7; 133, 8; 142, 20; 146, 127; 147, 5; 191, 12; 221, 9; 549, 10; 564, 5; 700, II, 43; 746, 81; 749, 29; 875, II, 590.
- Gusanos, 62, 10; 116, 6; 118, 14; 142, 82; 190, 1; 191, 88; 533, 14; 598, 3; 599, 8; 635, 17; 763, 172; 763, 343; 853, 3.
- Haca, 735, 2; 735, 97; 735, 137; 751, 9.
- Hacas, 752, 72.
- Halcón, 675, 15; 700, c, 27.
- Hidra, 137, 44.
- Hidras, 192, 209; 682, 99.
- Hienas, 639, 209.
- Hormiga, 711, 103.
- Hormigas, 397, 40; 675, 103; 875, I, 177.
- Hurona, 702, 20.
- Hurones, 855, 118.
- Jabalí, 202, 80; 204, 37; 749, 144; 875, II, 450.
- Jilguero, 12, 76; 201, 18; 202, 46; 206, 7; 206, 24; 206, 41; 206, 58; 279, 52; 639, 87; 653, 23; 763, 360.
- Jimio, 748, 46.
- Jumento, 160, 1; 160, 9; 639, 275; 641, 226; 775, 23.
- Jumentos, 778, 76.
- Ladillas, 597, 10.
- Lagartija, 637, 16; 704, 26.
- Lagarto, 642, 33; 763, 358.
- Lagartos, 758, 42; 875, I, 428.
- Lampuga, 851, 1; 851, 21; 851, 91; 852, 1.
- Langostas, 772, 50; 853, 156.
- Lebrel, 204, 13; 767, 144.
- Lechón, 603, 7.
- Lechoncillos, 763, 273.
- Lechuza, 701, 14; 711, 81; 744, 27; 749, 43.
- Lechuzas, 782, 55.
- Lechuzo, 713, 68.
- León, 67, 11; 221, 5; 222, 7; 226, 8; 226, 13; 263, 1; 342, 6; 500, 8; 673, 25; 680, 34; 696, 21; 707, 82; 737, 45; 746, 87; 752, 54; 764, 19; 764, 26; 764, 30; 764, 41; 764, 49; 764, 113; 767, 55; 767, 61; 767, 93; 767, 98; 767, 120; 772, 22; 800, 7; 847, 32; 875, I, 529; 875, I, 676.
- Liebre, 682, 173; 750, 131; 858, 10.
- Liebres, 639, 260; 707, 41; 788, 51.
- Liendre, 623, 17; 817, 6.
- Liendres, 531, 9; 682, 133; 693, 12; 729, 39; 744, 23; 760, 58; 858, 112; 875, I, 427.
- Lince, 428, 25; 567, 8; 709, 5.
- Lirones, 702, 25; 875, I, 923.
- Loba, 137, 16; 745, 69; 772, 54.
- Lobas, 768, 86.
- Lobo, 147, 63; 172, 4; 263, 2; 494, 4; 875, II, 261.
- Lobos, 192, 624; 198, 120; 639, 42; 666, 17; 731, 43; 763, 350; 766, 80; 774, 48; 875, I, 378; 875, I, 425.
- Lobo, 875, I, 108.
- Macho, 767, 105; 792, 13; 792, 17.
- Machos, 681, 99; 762, 12.
- Manada, 399, 74; 761, 86
- Manadas, 64, 7; 198, 114; 393, 31; 875, I, 305
- Mariposa, 200, 3; 210, 21; 302, 7; 585, 6; 639, 441; 797, 3; 817, 4; 853, 72; 860, 38.
- Mariposas, 531, 3; 682, 286; 875, I, 452.
- Mariquita, 657, 1; 657, 6; 657, 23; 657, 40; 722, 85.
- Marisco, 541, 6; 709, 20.
- Marrano, 566, 8; 875, I, 42.
- Marranos, 533, 12; 875, I, 428.
- Marta, 754, 107; 871, 84.
- Martas, 616, 11; 736, 53; 763, 349.
- Mastín, 749, 124; 772, 20; 875, II, 199.
- Mastines, 633, 12; 636, 13; 744, 69.
- Matalote, 875, II, 637.
- Matalotes, 718, 9.
- Merlo, 872, 1.
- Merluzas, 871, 45.
- Mices, 541, 8; 581, 14; 685, 3.
- Mico, 637, 17; 748, 14.
- Micos, 763, 349; 875, I, 378.
- Mielgas, 871, 28.
- Milano, 138, 37; 653, 60; 654, 73.
- Milanos, 711, 93.
- Mirla, 853, 142.
- Mizas, 685, 23.
- Mizos, 770, 118.
- Mochuelo, 653, 44.
- Mona, 583, 12; 627, 24; 682, 102; 731, 39; 767, 109; 787, 32.
- Mono, 708, 71; 843, 139.
- Morciégalo, 869, 57.
- Morlacos, 861, 42.
- Mosca, 67, 7; 518, 3; 519, 2; 532, 2; 571, 6; 577, 1; 620, 8; 653, 67; 656, 29; 662, 4; 662, 8; 662, 16; 662, 19, 662, 23; 662, 25; 662, 28; 662, 33; 662, 40; 662, 45; 662, 46; 662, 52; 682, 12; 757, 181; 768, 80; 816, 7; 824, 1; 843, 121; 853, 28; 855, 145; 859, 60; 862, 16; 872, 36; 875, II, 96.
- Moscas, 538, 6; 631, 11; 662, 12; 687, 120; 709, 58; 741, 12; 757, 19; 764, 11; 772, 12; 787, 82; 799, 82; 851, 49; 860, 28; 875, I, 160; 875, I, 287; 875, I, 288; 875, II, 163.
- Mosco, 817, 3.
- Moscón, 538, 10; 662, 32.
- Moscos, 531, 1.
- Mosquito, 67, 14; 532, 2; 641, 161; 662, 31; 662, 46; 666, 11; 666, 21; 666, 31; 666, 41; 666, 51; 816, 8; 817, 8; 849, 11; 871, 85.
- Mosquitos, 581, 13; 673, 9; 719, 24; 728, 50; 851, 65; 857, 108; 872, 77; 873, 35.
- Mula, 185, 11; 426, 11; 521, 12; 524, 5; 543, 10; 544, 5; 588, 2; 635, 8; 651, 11; 653, 51; 713, 91; 725, 52; 735, 11; 735, 13; 735, 33; 735, 38; 735, 65; 757, 191; 783, 57; 795, 83; 823, 1; 862, 35.
- Mulas, 733, 53; 735, 1; 759, 4; 770, 125; 192, 25; 858, 84; 858, 116; 865, 244; 866, 65, 867, 61.
- Mulitas, 746, 25.
- Mulo, 637, 17.
- Murciégalo, 537, 3; 723, 16; 783, 55.
- Murciélagos, 853, 25.
- Múrice, 146, 125; 202, 70; 534, 5; 575, 4; 763, 267.
- Neblí, 749, 28.
- Novillo, 650, 24; 715, 15; 738, 126.
- Novillos, 327, 14.
- Nutria, 778, 39.
- Onzas, 799, 65.
- Oso, 18, 11; 077, 8; 722, 74; 767, 126.
- Osos, 975, II, 257.
- Ostro, 575, 4; 763, 267.
- Ostros, 854, 46.
- Oveja, 68, 2; 172, 4; 710, 1; 763, 105; 847, 31.
- Ovejas, 53, 14, 198, 138; 433, 30; 747, 19; 763, 342; 767, 107; 802, 4; 875, II, 262.
- Ovejita, 843, 105; 852, 63.
- Pájara, 700, b, 2; 700, d, 52.
- Pájaras, 531, 6.
- Pajarillo, 711, 87.
- Pajarillos, 875, I, 779.
- Pajarito, 327, 8; 767, 99; 852, 69.
- Pajaritos, 680, 108.
- Pájaro, 192, 682; 199, 99; 201, 28; 202, 68; 279, 78; 298, 10; 398, 10; 359, 1; 389, 7; 700, b, 48; 700, c, 1; 875, I, 782.
- Pájaros, 279, 20; 667, 9; 752, 84; 758, 43; 766, 30.
- Paloma, 36, 55; 097, 9; 171, 9; 192, 15; 192, 425; 192, 428; 198, 168; 270, 5; 399, 157; 529, 4; 609, 14; 645, 9; 778, 65.
- Palomas, 399, 80.
- Palomino, 747, 20; 764, 99; 770, 58; 779, 30.
- Palomita, 850, 168.
- Papagayo, 648, 32; 750, 206; 763, 280; 828, 48.
- Patos, 866, 44.
- Pavón, 137, 55; 641, 76.
- Pavones, 399, 53
- Pavos, 570, 12; 715, 70.
- Pece, 620, 17.
- Peje, 513, 4; 865, 190; 871, 79.
- Pelícanos, 700 c, 32 y passim.
- Perdiz, 202, 65; 689, 3; 716, 33; 716, 36.
- Perras, 744, 68; 763, 183.
- Perrazo, 566, 1.
- Perrazos, 866, 10.
- Perrengues, 698, 44.
- Perrillo, 520, 8; 730, 15.
- Perritos, 651, 30.
- Perro, 397, 15; 397, 47; 520, 9; 537, 8; 563, 12; 603, 11; 609, 14; 631, 10; 633, 28; 637, 16; 639, 172; 675, 7; 679, 48, 680, 56; 689, 33; 689, 34; 700, d, 59, 728, 11; 732, 80; 744, 73; 827, 49; 861, 81; 875, I, 43, 875, I, 69; 875, I, 337; 875, I, 680; 875, II, 340.
- Perros, 77, 1; 192, 62; 204, 3; 346, 13; 494, 4; 682, 197; 685, 47; 698, 44; 703, 85; 734, 49; 735, 134; 738, 103; 744, 45, 744, 67; 744, 75; 746, 21; 750, 179; 767, 130; 793, 33; 875, I, 64; 875, II, 563.
- Pescada, 871, 42.
- Pescado, 121, 3; 121, 5; 602, 7; 638, 13; 713, 11; 771, 9.
- Pescados, 719, 67; 867, 12; 871, 55.
- Pez, 145, 24; 397, 45; 397, 54; 406, 2; 583, 7; 583, 7; 603, 1; 642, 17, 666, 19; 692, 33; 741, 28; 745, 97; 767, 88; 771, 148; 860, 28; 868, 9; 871, 77.
- Picaza, 711, 85, 713, 1.
- Picazas, 731, 19.
- Pichón, 646, 70.
- Piojo, 644, 42; 803, 71; 843, 48; 872, 7.
- Piojos, 774, 60, 875, I, 426.
- Podenco, 670, 20.
- Polilla, 774, 73, 868, 20.
- Polla, 576, 11; 700, 351.
- Pollina, 704, 14.
- Pollino, 732, 52; 770, 28.
- Pollitas, 708, 34.
- Pollo, 558, 8; 653, 61.
- Pollos, 138, 38; 700, c, 45; 728, 32; 770, 59, 774, 38; 855, 135.
- Polluelos, 700, c, 20; 777, 91.
- Potro, 386, 45; 828, 43; 854, 82; 861, 12; 869, 75.
- Potros, 565, 11; 695, 11; 851, 11; 853, 148.
- Puerco, 642, 32; 668, 26; 773, 166; 789, 39.
- Puercos, 828, 131; 875, I, 859.
- Pulga, 532, 7; 620, 7; 628, 47; 816, 5; 875, b, 176.
- Pulpos, 871, 47.
- Quebrantagüesos, 735, 138.
- Rana, 397, 53, 581, 8; 666, 1; 666, 11; 666, 21; 666, 31; 666, 41; 666, 51; 748, 89; 771, 8; 817, 5; 843, 110; 871, 86.
- Ranas, 538, 3; 620, 9; 719, 24; 758, 44; 851, 65; 863, 56.
- Ranillas, 843, 56.
- Ratón, 67, 9; 067, 13; 523, 1; 523, 2; 685, 15; 707, 90; 758, 1; 758, 54; 759, 70.
- Ratones, 523, 13; 685, 49; 685, 55; 750, 160; 762, 16; 774, 64; 853, 18; 855, 46; 865, 13.
- Rebaño, 14, 1; 641, 163.
- Recua, 735, 106; 855, 92.
- Renacuajo, 538, 10.
- Res, 767, 204.
- Reses, 636, 7; 760, 46.
- Rocín, 288, 8; 582, 3; 673, 143; 675, 112; 707, 24; 749, 120; 777, 101; 875, I, 105.
- Rocines, 578, 5; 631, 11; 770, 121.
- Rucio, 707, 5; 707, 6; 792, 13; 875, II, 195.
- Ruiseñor, 12, 75; 202, 48; 362, 6; 399, 148, 610, 2; 666, 47.
- Sabandija, 673, 15; 713, 67.
- Sabueso, 204, 10; 875, I, 75; 875, I, 286.
- Sabuesos, 720, 24; 875, I, 75; 875, I, 286.
- Salamandra, 210, 23; 302, 1; 369, 9; 379, 11; 406, 2; 450, 5.
- Salamandras, 200, 14.
- Salmón, 871, 46.
- Salmones, 876, 62.
- Sanguijuela, 656, 77.
- Sanguijuelas, 673, 9; 700, c, 19.
- Sapos, 541, 9; 763, 72; 875, II, 442.
- Sardesco, 725, 30; 735, 112; 749, 124.
- Sardina, 849, 95.
- Sardinas, 638, 7; 692, 34; 735, 79; 768, 96; 852, 65; 855, 1; 868, 90; 871, 51.
- Sarna, 533, 7; 576, 9; 620, 43; 667, 23; 781, 43; 738, 32; 780, 13.
- Serpiente, 192, 489; 342, 5; 577, 8; 699, 29; 713, 2; 729, 71; 875, 185.
- Serpientes, 192, 492.
- Tenca, 871, 78.
- Ternera, 611, 5; 843, 108.
- Tiburón, 871, 21.
- Tigre, 585, 7; 767, 147.
- Topo, 709, 6; 716, 18; 854, 70.
- Topos, 774, 64.
- Torazo, 673, 138; 767, 176.
- Tordillo, 779, 16.
- Tordo, 682, 191; 774, 88; 875, II, 90.
- Torillejo, 675, 34.
- Torillo, 677, 22.
- Toritos, 673, 58.
- Toro, 54, 14; 069, 3; 069, 13; 113, 3; 146, 165; 146, 201; 185, 12; 204, 111; 217, 10; 342, 1; 344, 2; 399, 71; 453, 14; 497, 7; 578, 11; 601, 8; 639, 131; 641, 44; 641, 47; 641, 123; 641, 191; 673, 40; 673, 41; 673, 86; 673, 158; 675, 11; 675, 33; 675, 45; 675, 64; 674, 88; 675, 105; 680, 40; 682, 228; 682, 229; 682, 238; 682, 241; 690, 65; 716, 8; 725, 66; 749, 91; 760, 16; 760, 73; 767, 85; 767, 87; 767, 101; 767, 135; 767, 139; 767, 147; 767, 169; 768, 131; 871, 83; 873, 5; 875, II, 209; 875, II, 209.
- Toros, 53, 14; 216, 8; 497, 4; 497, 12; 514, 13; 618, 4; 673, 51; 673, 134; 673, 148; 675, 25; 675, 55; 677, 21; 677, 53; 677, 171; 693, 81; 723, 15; 726, 95; 750, 128; 752, 141; 752, 144; 760, 57; 854, 8.
- Tórtola, 36, 37; 201, 32; 349, 10; 383, 4; 383, 59; 399, 85; 851, 39.
- Tórtolas, 198, 127; 389, 42; 413, 6.
- Tortuga, 727, 19; 733, 7; 767, 165; 849, 75.
- Tortugas, 673, 166.
- Torzuelo, 778, 147.
- Tritones, 138, 64; 210, 14.
- Trucha, 871, 103.
- Truchas, 871, 43.
- Unicornio, 36, 46; 641, 17; 700 d, 51.
- Unicornios, 716, 60.
- Urraca, 755, 36; 769, 41; 778, 127.
- Urracas, 731, 44; 772, 95; 777, 81; 788, 127.
- Vaca, 146, 93; 146, 97; 344, 8; 344, 12; 681, 43; 682, 266; 687, 120; 752, 182; 760, 119; 764, 8; 773, 180; 847, 23.
- Vacada, 146, 134; 633, 48.
- Vacadas, 875, I, 326.
- Vacas, 122, 6; 590, 12; 778, 136.
- Venado, 77, 9; 146, 86; 641, 127; 641, 226; 875, II, 642.
- Vencejo, 577, 7.
- Verme, 837, 2.
- Víbora, 105, 8; 233, 7; 342, 13; 464, 1.
- Víboras, 192, 211; 641, 20.
- Vicuñas, 763, 341.
- Yegua, 641, 87; 731, 1; 731, 2; 731, 21; 861, 11.
- Yeguas, 677, 36.
- Zángano, 433, 83.
- Zorra, 583, 13; 622, 23; 682, 174; 702, 18; 702, 36; 767, 149; 875, I, 236; 875, II, 593.
- Zorras, 545, 13; 581, 14; 639, 260; 666, 17; 740, 31; 745, 42; 875, I, 246.
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