Jornada primera |
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Salen IRENE y LÉPIDO.
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IRENE | Confiésote que es verdad, | | que a una grande
voluntad | | la da sazón un desdén; | | si cae sobre
amor, yo siento | | que es el desaire donaire, | | mas no si cae
el desaire | | sobre un aborrecimiento. | | Y así, pues
tu engaño ignora | | que tu amor aborrecí, | | lo
que te encendió hasta aquí | | te puede helar
desde ahora. | |
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LÉPIDO | Pues ya que saber merezco | | que
no me quieres... |
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IRENE | Detén; | | no es que no te quiero bien. | |
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LÉPIDO | ¿Ese extremo no es igual? | |
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IRENE |
Diferente viene a ser: | | una cosa es no querer, | | y es otra
querer muy mal. | |
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LÉPIDO | Y, en fin, me dices aquí... | |
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LÉPIDO | Con la amorosa pasión | | no pensarán
mis agravios | | que lo que hablaban tus labios | | dictaba tu
corazón. | | Mas la causa he de saber | | por qué
aborreces mi nombre. | |
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IRENE | No puedo querer yo a un hombre | | a quien venció una mujer. | |
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LÉPIDO | Aunque Cleopatra
cruel | | me venció, el ser vencedor | | no está
en manos del valor, | | la fortuna da el laurel. | | Venciome,
y aún te asegura | | esta verdad inclinada | | que a no
vencerme su espada | | me venciera su hermosura: | | que es tan
bella... |
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IRENE | Ten,
que espero | | pedirte, si eres constante, | | que te vengues como
amante, | | pero no como grosero; | | que yo no he dicho verás | | en este desdén primero | | con decir que no te quiero | | que a otro amante quiero más. | | Y tu venganza procura | | tanto encender mi tibieza, | | que alabas otra belleza | | galanteando
mi hermosura. | | Pues refrena tu osadía | | como amante;
que no es bien | | satisfacer un desdén | | con toda una
grosería. | |
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LÉPIDO | Que a ti te alabo verás | | si lo miras ingeniosa, | | que es hacerte más hermosa | | estarte queriendo más. | | ¿De alabarla sin amor | | qué
ofensa te puedo hacer, | | si esto es darte a ti a entender | | que me pareces mejor? | |
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IRENE | Yo aborrezco a Cleopatra, ya
lo sabes; | | y ni aun poco no quiero que la alabes. | |
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LÉPIDO | Pues ni aun esto no quiero que
me digas: | | de Marco Antonio tengo estos recelos. | |
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IRENE | Tú
eres el que te das a ti los celos. | |
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IRENE | Cortés soy, no te he dicho que le quiero. | |
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LÉPIDO | Pero tu amor su amor ha preferido. | |
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IRENE | Es
galán, es valiente y entendido. | |
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LÉPIDO | Con
la voz de la fama militante | | tres veces Roma me aclamó
triunfante. | |
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IRENE | Y Cleopatra eclipsar tu luz procura. | |
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LÉPIDO |
Es hermosa, y venció con la hermosura. | |
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IRENE | De grosero
otra vez das testimonio. | |
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LÉPIDO | Y tú, ¿por
qué alabaste a Marco Antonio? | |
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IRENE | Dices bien, ya
lo veo, | | resbalose la voz por el deseo. | |
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LÉPIDO | Pues
no te cause enojos | | que se fuese mi lengua hacia mis ojos. | |
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IRENE | No me quieras, y alaba a quien quisieres. | |
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LÉPIDO |
¡Qué prolijas nacisteis las mujeres! | |
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(Toquen.)
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IRENE |
Mas ¿qué clarín esparce poco atento | | las raridades
que concierta el viento? | |
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(Toquen sordinas.)
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LÉPIDO |
Mas ¿qué sordinas, con acentos graves | | divierten la
capilla de las aves? | |
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IRENE | Triunfante allí un ejército
ha ocurrido. | |
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LÉPIDO | Y otro ejército allí
marcha vencido. | |
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IRENE | ¡Oh si el cielo quisiera | | que Marco
Antonio el que ha vencido fuera! | | que aunque es mi hermano
César Octaviano, | | Es mi amante primero que mi hermano | |
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LÉPIDO | ¿Si el cielo ha permitido | | que Marco Antonio
sea el que ha vencido? | | que aunque de su amistad tanto me
obligo, | | es mi dama primero que mi amigo. | |
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IRENE | Marco Antonio
es aquel, aquel mi hermano. | |
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LÉPIDO | Éste que
llega es César Octaviano. | |
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IRENE | Pues supla a mi deseo
mi recato; | | llega en buen hora, honor del Triunvirato. | |
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LÉPIDO |
Llega a mis brazos, toma, | | llega en buen hora, libertad de
Roma. | |
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IRENE | Mis lazos se prevengan a tus lazos. | |
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LÉPIDO |
El corazón traduciré en los brazos. | |
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IRENE | Esta
fineza en tu valor se estrene. | |
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Salen por dos puertas
diferentes, MARCO ANTONIO por el lado de IRENE, y OCTAVIANO
por el de LÉPIDO.
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IRENE | ¡Oh dulce dueño mío! | | móvil
que arrastra todo mi albedrío. | | ¿Cómo vienes? |
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LÉPIDO | ¿Cómo
te ha ido? | | ¿No me responderás? |
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IRENE | Marte lo ha permitido soberano. | |
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MARCO ANTONIO |
Déjame ver a César Octaviano. | |
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OCTAVIANO | ¿Qué tristeza a tus ojos ha ocurrido? | |
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MARCO ANTONIO |
De hallarte con insignias de vencido, | | ¿qué alegría
se ofrece a tu semblante? | |
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OCTAVIANO | De mirarte con señas
de triunfante. | |
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MARCO ANTONIO | Como hoy a tu valor tu
ruina estrena, | | se equivocó mi gloria con tu pena. | |
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OCTAVIANO | Y como tú has logrado una victoria | | se moderó
mi pena con tu gloria. | |
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MARCO ANTONIO | Agradezco la fe
de tu cuidado. | |
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OCTAVIANO | Cuéntame, Antonio, el triunfo
que has gozado | |
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MARCO ANTONIO | Cuéntame aquesa
lid sangrienta y fiera. | |
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OCTAVIANO | Ya te acuerdas, Antonio, de aquel
día, | | que armados de ambiciosa bizarría | | fuimos
los tres a conquistar el mundo. | |
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MARCO ANTONIO | Y que
tocó a mi acero sin segundo | | El Asia. |
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LÉPIDO | El África a los
filos de mi espada. | |
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OCTAVIANO | Y que los tres con amigable
trato | | hicimos este heroico Triunvirato. | | Júpiter
quiera que felice goce. | | La tierra austral que el rumbo desconoce. | |
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LÉPIDO | Ya sabes que por suerte o por estrella | | me
venció por el mar Cleopatra bella. | |
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MARCO ANTONIO |
Y que sabiendo tu infelice suerte | | volví del Asia
solo a socorrerte. | |
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OCTAVIANO | Que echamos los dos suertes. |
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OCTAVIANO | Que le tocó a mi brazo este castigo, | | que por la mar con ira y osadía | | fui a rendir a Cleopatra
a Alejandría. | |
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LÉPIDO | Que
yo corrido | | en Roma entonces me quedé vencido. | |
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OCTAVIANO | Pues
escucha agora: | | cuando el alba y aurora, entonces bellas, | | salen a reconocer a las estrellas; | | cuando el tardo lucero,
sin decoro, | | murmurando está el sol bostezos de oro, | | y el pájaro de verdes plumas rico | | afila al tronco
el argentado pico, | | retoza el can, y la que ruge fiera | | muestra
la presa con que al tigre espera; | | chupa el clavel el líquido
rocío | | azota el pez las márgenes del río, | | y en repetido tálamo dichoso | | la tórtola se
pica con su esposo, | | y la culebra sola | | hondeando la arena
con su cola, | | y al asomar del sol temprano el coche | | muda
la piel con que esperó la noche; | | partí cortando
al mar la verde bruma | | en trescientos centauros de la espuma, | | pues volar y correr cada cual sabe, | | medio cuerpo cristal
y medio nave. | |
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MARCO ANTONIO | La reina, entre las flores
peregrinas, | | encargó su custodia a las espinas, | | y
Clicie, que por Febo se desvela, | | era del campo fija centinela; | | roció el viento con agua destilada | | a la luna, hasta
entonces desmayada, | | y ella con animosa cobardía | |
del desmayo volvió que la dio el día; | | y a
una estrella se sale desunido, | | por acecharle al sol dónde
se ha ido, | | y porque vuelen graves | | les dio la sombra luz
a tardes aves, | | cuando marché con treinta mil soldados, | | seguros todos, porque son pagados. | |
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OCTAVIANO | Y apenas con
descuido diligente | | encargamos las velas al Poniente | | cuando
vapores del cristal sediento | | tramaron nubes que vistiese
el viento, | | el día oscureció, bramó
el Siroco, | | tejiose el sol de nieblas poco a poco | | erizósele
al mar la estéril bruma, | | que es el verde caballo
de la espuma, | | variaron descontentos a bramidos | | todos cuatro
elementos desunidos; | | sólo la vista a solo el riesgo
vía, | | de mucho armada el oído no oía; | | ya no acierta el gobierno el timonero, | | no encuentra con
la escolta el marinero; | | el más hallado es el que
más se ofusca, | | da en el fogón el que la bomba
busca; | | el padre allí del hijo es enemigo, | | no se
acuerda el amigo del amigo; | | cual hubo que a la sombra agradecía, | | por no ver todo el mal que se entendía; | | cual hubo
que el relámpago deseaba, | | por ver aquel espacio que
duraba; | | toda mi hueste en una voz se queja, | | pero a ninguno
aprovechó la queja; | | y cuál hubo, que al ver
no bien mirados, | | cubierto el mar de árboles troncados; | | tan ciego acierta, y tan despierto yerra, | | que al mar saltó
pensando que era tierra. | |
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MARCO ANTONIO | A mí me
ayudó tanto la fortuna, | | que el imán de las
aguas, que es la luna, | | influyendo por todas las estrellas, | | me señaló serenidades bellas. | | A la sed que
fatiga a mis soldados | | arroyos se desangran por los prados; | | ardiente estío me ofreció a racimos | | ociosa
fruta en árboles opimos, | | árbol allí
más grato | | ofreció calambucos al olfato, | | y
con sonoro y ajustado ruido | | las aves consonancias al oído, | | selva y prados en líquidos despojos | | dieron amenidades
a los ojos; | | y como estrella nos influye amiga, | | el ocio
fue nuestra mayor fatiga; | | y, en fin, como suaves | | nos saludaron
las pintadas aves; | | el prado, el arroyuelo, | | la selva, el
monte, luna, sol y cielo, | | sin inconstancia alguna, | | no se
halló quien creyese que hay fortuna. | |
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OCTAVIANO | Salió
el arco de paz, serenó el día, | | y en la playa
me hallé de Alejandría; | | salté en Egipto,
que es donde idolatra | | el sol los otros soles de Cleopatra; | | desembarcamos en la playa apenas; | | el llanto se rió
con las arenas | | y aunque en la playa estaba, | | la planta aún
no creyó lo que pisaba; | | cuando con ira ardiente | |
me acomete Cleopatra de repente; | | por la márgen de
un río, clara y pura, | | ¿quién ha visto con
maña la hermosura? | | resistirla procuran mis soldados, | | y moverse no pueden de cansados, | | allí con ira extraña | | se aprovechó de la ocasion la saña; | | el alarido
y confusión crecía: | | lo que antes fue cristal,
ya es sangre fría, | | aquel, herido y fiero, | | lidiaba
con su mismo compañero; | | desesperado aquel, cuando
embestía, | | no por matar, que por morir reñía; | | uno allí desangrado | | sangre bebe que aquel ha derramado: | | pero si aquella le desmaya, en breve | | vuelve a alentar con
la que el otro bebe; | | aquel que ni se anima ni acobarda, | | esperando la lid la muerte aguarda; | | huye un soldado sin
que el riesgo aguarde, | | y le alcanza la muerte de cobarde; | | uno acomete allí más diligente, | | y se busca
su muerte de valiente, | | que no se libran de la muerte fiera | | ni el que huye, ni el que embiste, ni el que espera. | |
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MARCO ANTONIO |
Yo, con valor, enojo y osadía | | al reino de los Partos
llegué un día; | | salió su rey, su vestidura
era | | de pieles remendadas de pantera; | | sacó eminentes,
pero no constantes, | | castillos sobre espaldas de elefantes; | | tal ejército el joven acaudilla | | que ocupa más
espacio de una milla; | | son sus altas trincheras baluartes, | | al sol encubren rojos estandartes; | | mas, dije, como el mundo
no me asombra, | | «no importa, pelearemos a la sombra.» | | De
noble ira, de ardimiento armada, | | mi gente la embistió
desbaratada; | | mis tropas se dividen una a una, | | pero las
concertaba la fortuna, | | si en proporción el Parto
acometía, | | su mesma ceguedad le dividía; | | de
emboscada miré salir airados | | sobre veinte elefantes,
mil soldados, | | y aunque iban fijos antes, | | tienen tal propiedad
los elefantes | | que si tropiezan, sea del peso o pena, | | no
pueden levantarse del arena; | | y es preciso, si quieren ir
delante | | que el mismo que los guía, los levante; | |
pues cuando me buscaron | | en un reducto que hice, tropezaron, | | y como el que primero acometía | | levantarse a sí
mismo no podía, | | quedaba entre el arena sepultado | | a un tiempo el elefante y el soldado. | |
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OCTAVIANO | Sobre un
caballo, pájaro sin pluma, | | que a nado pasó
el golfo de su espuma, | | que cuando al freno su altivez sujeta, | | irritado a la voz de la trompeta, | | alzó tanto al
pisarlas peñas duras | | que él mismo se miró
las tierra duras, | | salió Cleopatra, más divina
aurora, | | animando su hueste vencedora, | | retirarme otra vez
al mar procuro | | y menos de las aguas me aseguro; | | el soldado,
que auxilios procuraba, | | por saltar en el barco en el mar
daba; | | y cual entre uno y otro grave empeño, | | se arroja
al mar sobre tronchado leño; | | recojo algunos que morir
quisieron, | | y de ser desdichados no murieron. | |
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MARCO ANTONIO |
Al Parto venzo, y viéndome triunfante, | | su rey me
llama el Asia militante. | |
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OCTAVIANO | Surco el Mediterráneo,
a Roma llego | | Rendido de Cleopatra. (Aparte. ¡Ah
dulce fuego!) | |
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MARCO ANTONIO | . Las aves me repiten la vitoria, | | los bronces la dedican a la historia. | |
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OCTAVIANO | Acuérdanme
entre aquellas peñas fieras | | mi ruina negras aves
agoreras. | |
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MARCO ANTONIO | Llego a verte, y hallándote
vencido, | | yo me parece que el vencido he sido. | |
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OCTAVIANO |
Hállote, y como elAsia has sujetado, | | yo presumo que
soy el que he triunfado. | |
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MARCO ANTONIO | Tu voz por todo
el orbe se derrama. | |
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OCTAVIANO | Tú eres el que da lenguas
a la fama. | |
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MARCO ANTONIO | Para que las edades sean testigos | | de que somos los dos fieles amigos. | |
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OCTAVIANO y LÉPIDO |
Y al rendir sus provincias una a una, | | préstanos,
Marco Antonio, tu fortuna. | |
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MARCO ANTONIO | Si haré,
César Octaviano, | | y vive el móvil primero, | | a cuyo natural curso | | se arrastran estotros cielos, | | que
ha de estrenarse Cleopatra | | en las iras de mi acero, | | aunque
embotados de herir | | tenga sus filos sangrientos. | | Marchad
otra vez, soldados; | | ea, a vengar, compañeros, | | la
sangre de los romanos | | que ha teñido el mar Tirreno. | | Ea, a Alejandría, soldados, | | y pésame que
es empeño | | en vencer una mujer, | | cuando a tantos reinos
venzo. | | Lépido, si tu desdicha | | te ha vencido, y no
tu esfuerzo: | | Octaviano, si tu estrella | | te ha vencido, y
no tu aliento; | | yo, que soy vuestra fortuna, | | vengar a los
dos prometo | | antes que al ocio le encargue | | este no vencido
acero. | | Sólo descanso en la lid; | | ea, a descansar
marchemos; | | alto, a embarcarnos, amigos; | | aten al mar con
sus remos | | para sembrarte de sangre | | esos inconstantes leños; | | ea, a vencer a Cleopatra, | | este encanto descifremos, | | que
no ha podido el valor | | ver, siendo mucho, estar ciego. | | Adiós,
César Octaviano. | | (Hace que se va.) |
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OCTAVIANO | Espérate,
que primero | | te he de cumplir la palabra | | que te he prometido.
Al tiempo | | que al Asia fuiste, ya sabes | | que fue de los dos
concierto, | | que si vienes de la guerra | | vencedor, te dé
por dueño | | a Irene, mi hermosa hermana; | | tú
has vencido ya, y supuesto | | que haces tú por mí
lo más, | | que es vengarme, yo pretendo | | darte, pues
me está tan bien, | | a mi hermana, que es lo menos. | | Irene, dale la mano. | |
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LÉPIDO | Echas a perder con eso | | nuestra venganza, Octaviano. | | ¿Vesle que airado y sangriento | | se irrita de nuestro agravio, | | y a tu ruina desatento, | |
cuando le hallas diligente | | le solicitas suspenso? | | Déjale
vencer ahora, | | que estorbar es desacierto | | las atenciones
de Marte | | con las delicias de Venus. | |
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MARCO ANTONIO | Los
dos decís bien, amigos | | y así, tomando el consejo | | de Lépido y Octaviano, | | el favor agradeciendo, | | doy
la mano y no la doy. | | Bella Irene, ya soy vuestro; | | pero
antes que en esos lazos | | se suspenda este ardimiento, | | y
antes que pague amoroso | | deudas de consorte al lecho, | | he
de vencer a Cleopatra, | | con que cumplo a un mismo tiempo, | | quedando por dueño suyo | | y yendo a vengaros luego | | con el duelo de amistad | | y de mi amor con el duelo; | | tuyo
soy, Lépido, amigo. | |
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LÉPIDO | ¿Qué dices?
¡De celos muero! | |
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MARCO ANTONIO | Que avises a mis soldados | | que a marchar estén dispuestos, | | que al África
he de embarcarme. | |
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LÉPIDO | Tus órdenes obedezco; | | Véngueme el cielo de ti. | | (Vase.) |
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OCTAVIANO | Déjanos solos, que hablar | | a Marco
Antonio en secreto | | conviene a un cuidado mío. | |
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IRENE |
Si tanto importa ya os dejo; | | menos valiente quisiera | | y
más amante a mi dueño. | | (Vase.) |
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OCTAVIANO | Pues salga al oído tuyo | | todo en
voces mi silencio. | |
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OCTAVIANO | ¡Oh, pluguiera a mi deseo | | que en
mi lengua y en su voz | | cupiera mi sentimiento! | |
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OCTAVIANO | . ¿Cómo quieres
tú que a un tiempo | | de una grande cobardía | | se informe tu atrevimiento? | |
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MARCO ANTONIO | ¿Cobardía?
¿Qué? ¿Has huido? | | ¿Volviste la espalda al riesgo? | |
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OCTAVIANO | Oye y sabrás el suceso. | | amigo,
yo vi a Cleopatra... | |
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MARCO ANTONIO | Tente, que has dicho
más presto | | de lo que explicarlos quieres | | a todos
tus pensamientos. | | ¿Te aficionó su hermosura? | | Responde. |
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OCTAVIANO | ¡Pluguiera
al cielo! | | que la aficion no es amor. | |
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OCTAVIANO | Un
tibio deseo, | | que está pintado en el alma | | al temple
de los afectos, | | a quien cualquiera accidente, | | sea de tibieza
o celos, | | con ser los que le hacen más | | le templan
en ser lo menos. | |
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OCTAVIANO | Tengo
amor, | | que está al olio tan impreso | | en el corazón,
adonde | | fue toda afición bosquejo, | | que no le podrá
borrar | | el pintor más sabio y diestro, | | ni de los
celos las sombras, | | ni de la ausencia los lejos; | | yo vi a
Cleopatra divina | | (como te dije primero), | | y mis ojos navegaron | | las ondas de su cabello; | | anegueme en su hermosura, | | y dije
al ver sus luceros: | | ¿cómo causan la borrasca | | los
que influyen tan serenos? | | ¡Ay de mí! que ya no soy | | ni puedo ser aquel mesmo | | que burló como dormido | | lo que lloró como ciego; | | venciome, y enamoreme, | | pero no hizo mucho en eso, | | que me rindió el corazón | | y es él el que da el esfuerzo; | | tú eres mi
amigo y mi hermano, | | tú partes agora al reino | | de
Cleopatra a conquistar | | los imposibles de un cielo; | | tú
eres dichoso, yo soy | | el más infeliz extremo | | de la
fortuna inconstante; | | tanto, que en las lides echo | | a perder
con mi fortuna | | cuanto emprendo con mi acero, | | a ti todas
las estrellas | | te favorecen; yo tengo | | por tres enemigos
míos | | a Júpiter, Marte y Venus; | | y, en fin,
soy tan infeliz | | que me he enamorado: en esto | | conocerás
mi fortuna; | | y así, noble amigo, puesto | | que eres
dichoso, hazme tú | | feliz: conquístame el cetro | | de Cleopatra, sol de Egipto; | | ve a conquistarme el imperio | | de sus ojos, a quien paga | | el dios de la venda feudo; | | si
la vences con tu dicha; | | quédate tú con su
cetro, | | y parte luego conmigo | | su hermosura; yo no puedo | | lograrme por mí esta dicha, | | tenme lástima,
que llego | | a hacer las lágrimas voces, | | y hacer ojos
sus acentos; | | vence, y logre yo sus rayos, | | y pues ha sido
concierto | | partir los dos, como amigos, | | del mundo todos
los reinos, | | tómate tú todo el mundo, | | y dame
a Cleopatra en premio, | | porque vale más Cleopatra | | que el mundo, aunque entren los cielos. | |
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MARCO ANTONIO |
Con sentir verte vencido, | | no es eso lo que más siento, | | sino que pueda en ti más | | tu amor que un vencimiento; | | tú que das voz a la fama, | | a las edades ejemplo, | | ¿has de ser de un ciego dios | | indigno y extraño objeto? | | Templa, templa esas pasiones. | |
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MARCO ANTONIO | ¿Tú con ojos en las lides? | | ¿Y tú en las delicias ciego? | | ¿Tú enamorado? |
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MARCO ANTONIO | Confieso | | que a Irene, tu hermana, adoro, | | ya por mi esposa y mi dueño; | | pero es amor tan templado | | que a vengarte voy resuelto | |
por no embarazar mi ira | | con mi amor; luego es primero | | todo
este valor que irrito, | | que todo este amor que templo. | |
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OCTAVIANO |
Como ya es Irene tuya | | estás templado. |
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MARCO ANTONIO |
No
es eso, | | sino que es ofensa mía | | la que es de los
dos, y quiero, | | en dos extremos tan grandes, | | valor y amor,
que sea menos, | | amor, que es extremo y vicio, | | que valor,
virtud y extremo. | | Convéncete. |
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MARCO ANTONIO | Pues supuesto que te miro | | incapaz de mi consejo, | | y pues tú no puedes más | | contigo, y tampoco puedo | | faltar a mi obligación | | que a mi fe y mi sangre debo, | | yo te entregaré vencido | | ese aparente portento | | que le han fingido imposible | | los
entes de tus deseos. | | Partid al puerto, soldados; | | Octaviano,
yo prometo | | de no volver a la Europa | | sin que a ti, rey verdadero | | de la otra mitad del mundo | | que con mi espada granjeo, | |
traiga para eterna fama | | la gran Cleopatra por feudo | |
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OCTAVIANO | Y, en fin, ¿prometes de nuevo | | que
será mía Cleopatra | | si la vences? |
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MARCO ANTONIO |
Al
sol mesmo | | pondré a tus plantas. |
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OCTAVIANO | Mis
brazos | | son de tus lealtades premio. | |
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OCTAVIANO | El
cielo te guarde. | | Mira, amigo, que recelo... | |
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Salen IRENE
y LÉPIDO por dos puertas.
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IRENE | Ya
otra vez | | al ruido del metal hueco | | se conciertan tus soldados. | |
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LÉPIDO | Ya al son de Marte sangriento | | templadas las
cajas tocan | | a marchar. |
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MARCO ANTONIO | Ea,
marchemos, | | hijos míos. -Bella Irene, | | dame los brazos. |
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IRENE | En
ellos | | quisiera dejarte el alma. | | | |
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(Abrázanse.)
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IRENE | El
cielo | | te vuelva a Europa. |
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MARCO ANTONIO | Él
querrá | | que goce tus brazos presto. - | | Lépido,
adiós. |
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LÉPIDO | Él
te traiga | | tan presto como deseo. | |
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OCTAVIANO | Mira que me das
palabra... | |
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MARCO ANTONIO | (A
la puerta.) | No acuerdes lo que te ofrezco; | | la lealtad tiene
memoria. | |
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IRENE | Advierte, esposo, que temo... | |
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MARCO ANTONIO | Pues advertid, que si dentro | | de
un año no hayan venido | | señas de mi vencimiento, | | es que el valor y fortuna | | se han trocado tan adversos | |
que él la ha influido desdichas | | y ella amenaza los
riesgos. | | ¿Y me iréis a socorrer? | |
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IRENE | Y yo he de ir a acompañarlos. | |
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OCTAVIANO | Esto
concierto. | | (Ap. | Dale laureles, fortuna.) | |
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IRENE | Volvedle a Europa, deseos. | |
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MARCO ANTONIO | Tráigame
el cielo triunfante. | |
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LÉPIDO | (Aparte) | No vuelvas ruego a los cielos. | |
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(Vanse.)
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Sale CAIMÁN.
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CAIMÁN | Yo soy un pobre
romano, | | que vino sin cobardía | | al reino de Alejandría | | con el César Octaviano; | | y en la batalla después, | | viendo que con los gitanos | | no me valían las manos, | | ne aproveche de los pies; | | pero yo estoy satisfecho, | | que
huir, como hombre mortal | | luego, luego, hace gran mal, | | después,
después, gran provecho; | | que queda un hombre corrido | | dice el vulgacho malvado; | | mas al huir me he quedado | | como
si no hubiera ido; | | díjome Octaviano fiero | | de su
ruina en el afán: | | -Dí, ¿por qué huyes,
Caimán; | | y yo dije: -Porque quiero; | | -Si mueres, dijo,
es muy cierto | | que tu fama el orbe aclama; | | -¿y qué
he de hacer con la fama, | | le dije, después de muerto?- | | Señores, ¿no es necedad | | que haya hombre de tal suerte | | que se deje dar la muerte | | por tener posteridad? | | ¿Por dar
líneas a la historia | | haya quien llegue a lidiar? | | ¿Que se entre un hombre a matar | | por dejar grande memoria? | | Hombre, a tu valor incierto | | el engaño te apercibo; | | ¿no hay quien se acuerde de un vivo, | | y quiere memoria un
muerto? | | Ahora volvamos al caso: | | en la lid sangrienta y
dura, | | deste monte en la espesura | | me escapé paso
entre paso; | | volviéronse los romanos, | | pero aunque
en Alejandría | | se quedó mi cobardía, | | no me conocen gitanos; | | pues estoy pobre, yo quiero, | | ya
que no soy buen soldado, | | buscar un oficio honrado | | que me
valga algún dinero; | | ¿Seré sastre? es devoción | | ser sastre muy abatida, | | que he de andar toda la vida | | a
cuestas con el pendón. | | ¿Aljebista? voy errado; | | desconcertaré
costillas, | | venderé lindas pastillas | | de ámbar
siendo pan mascado; | | esto no se disimula, | | y aún no
sé fraguarlas yo. | | ¿Hareme médico? no, | | sé
mucho, y no tengo mula. | | Con ropón seré letrado, | | que libros no es menester; | | boticario quiero ser, | | que es
oficio redomado; | | pues con vender cada vez | | que ocasión
precisa halle | | cuatro piedras de la calle | | molidas en almirez, | | con cuatro rótulos sólo, | | con vender a tontos
mil | | el aceite del candil | | por aceite de vitriolo; | | con que
venda a cuantos ven | | que en mi tienda se trabaja | | el agua
de la tinaja | | por el agua de llanten; | | y por jarabe después | | vender miel de letuario, | | queda un hombre boticario | | y queda
rico en un mes; | | pero no quedarán salvas | | honra y
fama que he guardado: | | que dirán que un hombre honrado | | ha nacido entre las malvas. | | ¿Seré alcahuete? No
inquiete | | mi codicia, que es mi fama. | | No le dan nada a una
dama | | ¿qué darán a un alcahuete? | | ¿Pues a qué
oficio idolatra | | mi codicioso desvelo? | |
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LIBIA |
Sale LIBIA.
| Justicia venga del cielo | | sobre la reina Cleopatra. | | Apelaré del rigor | | con que al precepto me irrito, | | ¿que haya mandado en Egipto, | | que no haya quien tenga amor? | | ¿Que con su casta pureza | | la cruel Cleopatra intente | | derogar
por accidente | | lo que obra naturaleza? | | Si con ser irracionales | | en la tierra y mar mejor, | | se tienen también amor | | peces, plantas y animales. | | Desde que ha que todos ven | |
este precepto importuno, | | no encuentro hombre ninguno | | que
no me parezca bien. | | Con dos mil faltas escojo | | a todos,
tan torpe soy, | | que tras un tuerto me voy | | porque me hace
del ojo. | | Y cuando llegue a faltar | | un tuerto, que querré
advierto | | a un calvo, con ser bien cierto | | que no le puedo
pelar. | | A un lindo mi tema rara | | le pone ducientos nombres; | | si es feo, digo: los hombres | | no han de tener buena cara. | | Si un chiquito hallo en la calle, | | digo: aqueste me merece; | | si un largo: ¡qué bien parece | | en los hombres un
buen talle! | | Y de tal suerte se ven | | mis ansias, porque me
asombre, | | que me vengo tras este hombre | | porque me parece
bien. | | ¡Que nuestra reina aperciba, | | porque su virtud se
crea, | | que la que adúltera sea | | la saquen a quemar
viva! | | ¡Y que otra ley nos advierta, | | porque el riesgo se
repare, | | que la que se descuidare | | la saquen a quemar muerta! | | Señores míos, protesto | | que me endiablo o
enquillotro, | | ¿qué les queda para esotro | | si queman
aquí por esto? | | Esta sujeción cansada | | más
a mi deseo aumenta; | | viva yo agora contenta | | y muera después
quemada | | pero tengo tal estrella | | que no ha de quererme creo | |
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CAIMÁN | (Aparte.) | Mujer es esta, y deseo | | parecer hombre con ella. | |
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CAIMÁN | (Aparte.) | ¡Hay
tal menguado! | | ¿Qué tardo? Quiero llegar. | |
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LIBIA | (Aparte.) | Aunque me hayan de quemar. | |
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LIBIA | Por siempre, y pase adelante; | | pues ya en
la ocasión me veo. | |
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CAIMÁN | ¿Habrá un
poquito de empleo | | para un amor vergonzante? | |
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LIBIA | Llegue y no tenga recelo; | | acérquese,
hermano. |
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CAIMÁN | El
cielo | | le pague la caridad. | |
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CAIMÁN | Págueoslo
Cupido; | | de hambre sólo la tomo, | | tres meses ha que
no como | | bocado de lo que pido; | | ya que en amoroso lazo | |
tan piadosa os alargáis | | que un poco de mano dais, | | dadme un bocado de un brazo. | |
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LIBIA | Yo soy una pecadora; | | óyeme,
hermano. |
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LIBIA | Véngaseme acá otro día. | | (Ap. |
Más a quererle me incito.) | |
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LIBIA | Hermano, la privación | | es causa del apetito. | |
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CAIMÁN | Su fineza he de estimar, | | seré su amante muy fiel. | |
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LIBIA | Ruego al cielo que
por él | | no me saquen a quemar. | |
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LIBIA | Es
ley promulgada | | contra el humano apetito. | |
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CAIMÁN | Si
ello es después del delito, | | quémente, no importa
nada. | | ¿Y en el castigo se encierra | | el hombre también? |
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CAIMÁN | No me voy yo desta tierra. | |
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LIBIA | Con pasiones
tan erradas, | | ¿cómo a amarme te acomodas? | | respóndeme. |
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CAIMÁN | Porque
a todas | | las deseo ver quemadas. | |
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| Y el quererte ahora, es | | según de la ley confío... | |
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LIBIA | Dime, ¿por
qué? Caimán mío! | |
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CAIMÁN | Porque
te quemen después. | |
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CAIMÁN | Al
anfiteatro | | que está del mar a la orilla, | | la Reina
entra. |
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LIBIA | Maravilla | | del mundo es este teatro. | | Ya digo que no te quiero. | |
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CAIMÁN |
Yo desde hoy te he de querer, | | que espero que te he ver. | |
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Salen CLEOPATRA, LELIO, de barba, soldados
y acompañamiento de hombres.
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LELIO | Reina de Egipto,
sol de Alejandría, | | luz que escribe en la luz que
pauta el día. | | Comparación tú sola a
tu grandeza, | | símbolo sola tú de tu pureza | | que el ser tan generosa | | te hace que parezcas más
hermosa; | | excepción de la regla, aún no creída, | | pues no eres fea y eres entendida, | | que del amor burlaste
los engaños, | | prudente sin la costa de los años. | | Hoy, que de escamas rústicas plateados | | los peces
de tus luces deslumbrados | | salen del mar, que tu verdad serena | | hasta quedarse en seco en el arena. | | Hoy, pues, que al permitir
tus rayos rojos | | las águilas peligran en tus ojos, | | cuando hidrópicos llegan sus desmayos | | a beberse
el concurso de tus rayos; | | hoy, que conoce la teñida
rosa... | |
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CLEOPATRA | Detente, no me alabes por hermosa; | | en
vano, Lelio, a mi beldad prefieres; | | alaba mi valor, si alabar
quieres, | | y no antepongas cuando yo te asombre | | indicios
de mujer a señas de hombre. | | ¿Yo no he vencido a Lépido
el romano? | | ¿Yo no teñí de espumas el mar cano? | | ¿Yo de sus popas, árboles y quillas, | | no he fabricado
túmulos de astillas? | | ¿Yo no vencí a Octaviano
en esa playa, | | que aunque se enoje, el mar le tiene a raya? | | ¿Yo no dejo grabada | | en la testa de hueso flecha alada | |
al venado, que es, sin dar engaños, | | rústico
coronista de sus años, | | pues para que los lea el que
los cuente | | se imprimen los instantes en la frente? | | ¿Yo
a Marco Antonio, a quien el Asia aclama, | | ese, de quien es
voz toda la fama, | | a que venga no espero | | a estrenarse en
los filos de mi acero? | | ¿Pues este vencimiento, esta grandeza, | | débese a mi valor o a mi belleza? | | ¿No los venció
mi espada? Sí, ella ha sido; | | pues si mi espada es
la que ha vencido | | y mi hermosura no, que no es segura, | |
no alabes desde hoy más a mi hermosura. | | ¿Quién
puede haber que sea tan osado | | que diga que a mis ojos se
ha inclinado? | | ¡Que si alguno me diera esos enojos, | | yo misma
me sacara a mí mis ojos! | | Si esta alma que a mí
me anima rara, | | del sol, con ser deidad, se aficionara | | del
mismo al contemplarle | | me dejara cegar por no mirarle. | | ¡Oh,
quién trocara el sexo recibido! | | De una mujer me pesa
que he nacido, | | por ser mujer, que a ser flaqueza toca; | |
¡Oh, si hubiera nacido de una roca! | |
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LELIO | Sentarte agora
puedes, | | que pues es día hoy de hacer mercedes | | pues
con aplauso, que serán tus glorias, | | celebra Alejandría
tus vitorias, | | que renueves te digo | | al perdón los
preceptos del castigo. | |
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CLEOPATRA | Cualquier delito mis piedades
crea, | | como el romper la castidad no sea. | | (Siéntase.) |
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LELIO | En estos dos empecemos | | que has de sentenciar agora. | |
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LELIO | Señora, | | dos prodigios, dos extremos; | | uno está preso, porque | | es tan tierno o es tan blando, | | que está siempre
enamorando | | a cuantas mujeres ve; | | y otro quiere pretender | | premios, que es justo que pida, | | y es de que en toda su
vida | | nunca ha hablado con mujer; | | éste pide que te
obligues | | desta obediencia. |
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|
LELIO | Y el otro pide también... | |
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CLEOPATRA | ¡Extremo notable ha sido! | |
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LELIO | Que
esto está probado infiere. | |
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CLEOPATRA | En fin ¿uno a
todas quiere, | | y otro a ninguna ha querido? | |
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LELIO | El premio
y castigo libre | | igual de justicia el peso. | |
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CLEOPATRA | Pues
soltadme al que está preso | | y prendedme al que está
libre; | | que si ese quiere una a una | | a todas juntas, se infiere, | | que, pues a todas las quiere, | | no tiene amor a ninguna; | | y por evidente ten, | | aunque tu engaño lo ignora, | | que ese que a ninguna adora, | | es que a alguna quiere bien | | pues perdone mi grandeza, | | y castigue mi porfía | |
del uno la hipocresía | | y del otro la flaqueza. | |
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|
LELIO | Un hombre de baja suerte | | está condenado a muerte, | | porque dice mal de ti. | |
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LELIO |
Ahora
lo sabrás: | | que eres, dice el maldiciente, | | generosa
solamente | | porque se diga que das; | | y después desta
malicia, | | con nueva temeridad, | | que sólo es en ti
crueldad | | lo que parece justicia; | | que eres soberbia, impaciente; | | que eres vana, codiciosa, | | y que el nacer tan dichosa | | te
hace parecer valiente. | |
|
|
CLEOPATRA | ¿Hay atrevimiento igual? | | Y dime, Lelio, también | | si dice de alguno bien. | |
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LELIO |
No hay de quien no diga mal. | |
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|
CLEOPATRA | . Pues yo revoco esa
pena | | por lo que a todos me iguala, | | que era señal
de ser mala | | si dijera que era buena. | | Soltadle, y logre
esta suerte, | | pero en esto se repare, | | que al punto que me
alabare, | | mando que le den la muerte. | | Porque en un extremo
tal | | no me estaba bien aquí | | que hable sólo
bien de mí | | quien de todos habla mal. | |
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|
CAIMÁN |
Señora, si así libráis | | el perdón
para la ofensa, | | si cuando el castigo piensa | | al que murmura
premiáis; | | por Júpiter, vuestro dios, | | os suplica
mi cuidado, | | que me admitáis por criado, | | que yo diré
mal de vos: | | que me recibáis confío. | |
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CAIMÁN | Si
es razón, | | pido que me hagáis bufón. | |
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CAIMÁN |
Soy
romano, | | y ser gitano querría. | |
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CLEOPATRA | ¿Quién
os trujo a Alejandría? | |
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CAIMÁN | ¿Quién?
el César Octaviano. | |
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CLEOPATRA | Y en la batalla se ve | | que os perdisteis. |
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|
CAIMÁN | Reina
sí, | | al principio me perdí, | | pero a la postre
me hallé. | | Huí de ti, y en Egito | | escondido
he estado. |
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Sale UNA MUJER tapada.
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LELIO | La mujer que
ves está | | sentenciada a quemar. |
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LELIO | Con un hombre, su amor ciego | | tus preceptos ha violado; | | el delito está probado. | |
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MUJER | Si estas lágrimas que lloro | | pueden templar
tu rigor, | | sabe, que él me tiene amor | | al paso que
yo le adoro. | | Y acúsele tu piedad | | este error escandaloso, | | que con palabra de esposo | | le entregué mi voluntad. | | A que me la cumpla aguarde | | la piedad que en ti se espera. | |
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|
CLEOPATRA | ¿No aguardarais que os la diera? | |
|
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|
LELIO | Que la perdonéis os digo, | | que ha
de parecer muy mal | | por ser mujer principal, | | la infamia
deste castigo. | | Otro castigo, otra pena | | moderad, reina piadosa. | |
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|
CLEOPATRA | De esa campaña espaciosa | | de flores y áspides
llena | | dos áspides aplicad, | | y en sus alevosos brazos | | tengan ponzoñosos lazos | | que indicios de mi crueldad | | la aflijan con tal dolor, | | que se reduzga mortal | | en ponzoña
irracional | | la ponzoña del amor. | | Esta sangre de amor
ciego | | este tormento desangre, | | sea mi castigo la sangre, | | pues no queréis que sea a fuego. | |
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|
MUJER | El cielo,
puesto que muero, | | con justicia soberana, | | permita, reina
tirana, | | que te mate un áspid fiero. | | Y también
llego a pedir, | | que por más sangrienta espada | | mueras
tan enamorada | | como yo voy a morir. | |
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|
CLEOPATRA | Esa desdicha
no espero | | pues con justa causa mueres. | |
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|
MUJER | Y si algún
hombre quisieres, | | se dé muerte con su acero. | |
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|
MUJER | El
cielo te maldiga, | | véngueme el cielo de ti. | |
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|
MUJER | Y otra vez pido, enemiga, | | que pruebes tanto el dolor, | | que antes que yo en esta suerte | | pruebe efectos de la muerte, | | pruebes efectos de amor; | |
de ti seas escarmiento, | | y tengas como yo el fin. | | (Vase.) | (Tocan.) |
|
|
CLEOPATRA | ¿Mas qué sonoro clarín | | rompe la región del viento? | |
|
|
LELIO | Vuelve los ojos
a la mar serena, | | verás su playa de bajeles llena, | | ducientas y más naves, | | peces del aire y de la espuma
aves, | | con no seguro paso | | vienen cortando al mar el azul
raso; | | un pájaro de pino en vez de pluma | | hace de
azul cristal nevada espuma, | | son sus flámulas bellas
carmesíes, | | sus árboles se engastan de rubíes; | | del ébano que al sol la cara empache, | | la popa trae
relieves de azabache; | | de bronce el espolón que le
asegura, | | a quien supo bordar la arquitectura; | | y trae, porque
la tenga el sol decoro, | | palamenta de plata y timón
de oro. | |
|
|
CAIMÁN | Ya en el mar cristalino | | las abatió
de enfermo lino. | |
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|
LELIO | Ya el áncora a su curso alado
enfrena, | | fiada a la constancia de la arena. | |
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|
CLEOPATRA | Ya
un hombre en nuestra orilla se ha arrojado; | | ¡llega a mis
iras, infeliz soldado! | |
|
|
LELIO | De paz es la bandera que despliega; | | llega, infeliz soldado. |
|
|
CLEOPATRA | Llega,
llega, | | y pues de tu valor das testimonio, | | di, ¿quién
eres, soldado? |
|
|
|
CLEOPATRA | Temor de oír su nombre he recibido, | | y esta es la vez primera que he temido; | | pero es valor este
temor primero; | | echar el velo a mi hermosura quiero; | | que
pues mi espada el triunfo me asegura, | | no quiero que le venza
mi hermosura. | |
|
|
|
CLEOPATRA | ¡Toda
soy de hielo! | | (Échase el velo en la cara.) |
|
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|
Sale MARCO ANTONIO.
|
MARCO ANTONIO | Guarde, Cleopatra,
tu hermosura el cielo. | |
|
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CAIMÁN |
Obedecerte
intento. | | (Vase.) |
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|
(Siéntanse sin mirarse.)
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MARCO ANTONIO |
Cleopatra valerosa, | | según dice la fama, muy hermosa, | | que es lo que agora menos te asegura, | | pues yo no he de
rendirme a tu hermosura; | | reina de Egipto, no como solía, | | porque hoy ha de ser mía Alejandría, | | Yo vengo,
así una ofensa restituyo, | | a llevarte a mi reino por
el tuyo. | |
|
|
CLEOPATRA | Marco Antonio imprudente, | | para con los
cobardes muy valiente. | | Y según el clarín armonioso | | para con infelices venturoso; | | no rey del Asia ya como solía, | | porque el Asia también ha de ser mía; | | vuélvete
al mar salado, | | si no quieres, quedando aprisionado | | en mi
reino, que llama Europa suyo, | | que vaya luego a conquistar
el tuyo; | | que a Lépido he vencido, ¿no lo sabes? | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Diole sepulcro el mar a ochenta naves. | |
|
|
CLEOPATRA | A Octaviano
venció mi brazo airado. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Él
se dejó vencer de enamorado; | | tus ojos, me contó
que le rindieron. | |
|
|
CLEOPATRA | Pese a mis ojos si ellos le vencieron; | | (Levántanse.) | ¡Viven ellos, que al sol causan enojos, | | que no te he de enseñar a ti mis ojos, | | porque al
verte vencido, | | no digas que mis ojos te han rendido! | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Pues yo bien sé cuando a tu luz me llego, | | que no
puede rendirme el amor ciego. | |
|
|
CLEOPATRA | Aunque verme deseas, | | soy mucho yo para que tú me veas | | ni he de verte,
por no darte indignado | | los méritos de haberte yo
mirado. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Aunque eso dices, responderte
puedo. | | Que no me ves, por no tenerme miedo. | |
|
|
CLEOPATRA | Y
tu valor mirarme no procura, | | porque teme rendirse a mi hermosura. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Y aunque mirara de tu luz el fuego... | |
|
|
CLEOPATRA | ¿Qué hicieras si me vieras? | (Descúbrese,
y míranse.) |
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|
|
CLEOPATRA | Vete, apártate, joven, porque al
verte | | estoy viendo la imagen de mi muerte | |
|
|
MARCO ANTONIO |
No te apartes, dulcísima homicida, | | que en ti miro
la imagen de mi vida. | |
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|
CLEOPATRA | No sé lo que contemplo
al contemplarte, | | que me infunde temor para mirarte. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
No sé qué estrella a mi infelice suerte | | le
ha influido valor para quererte. | |
|
|
CLEOPATRA | ¿Qué haré
para templarme? | | quiero inclinarme y no puedo inclinarme. | |
|
|
MARCO ANTONIO | ¿Qué contrario es al tuyo mi destino? | | no quisiera inclinarme, y más me inclino. | |
|
|
CLEOPATRA |
Di, si eres tan galán, Antonio airado, | | ¿porqué
hablabas con iras de soldado? | |
|
|
MARCO ANTONIO | Si eras
divina, porque amor te crea, | | ¿porqué hablabas con
señas de ser fea? | |
|
|
CLEOPATRA | Hombre, que templas cuantos
das enojos, | | no turbes las quietudes de mis ojos. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Hiena, que así me obligas con gemidos, | | no turbes
la atencion a mis oídos. | |
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|
CLEOPATRA | Antonio, vete,
tarde me resisto, | | yo me voy a morir de haberte visto. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
¡Oh quién de sí se huyera! | | (Hace que se va.) |
|
|
CLEOPATRA | No te vayas, Antonio, aguarda, espera, | | mas ¿cómo
el culto a mi deidad profano? | |
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|
MARCO ANTONIO | ¿Mas yo
rendido del amor tirano? | |
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|
CLEOPATRA | ¡Ah soldados! lograd feliz
la suerte, | | prended a Marco Antonio, dadle muerte. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
En la ocasión aprovechad los bríos, | | dad la
muerte a Cleopatra, amigos míos. | | (Tocan cajas.) |
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|
CLEOPATRA |
Mas tened, no me deis a mí esa herida. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Mas no la deis la muerte, que es mi vida. | | ¡Ay Octaviano
amigo, | | qué igual es tu castigo a mi castigo! | | No
he de tener amor. |
|
|
CLEOPATRA | No
soy amante; | | Vete, Antonio. |
|
|
MARCO ANTONIO | No
puedo, | | que me infundiste valeroso miedo; | | mas ya obedezco;
voyme al mar salado | | vencido, por estar enamorado. | |
|
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CLEOPATRA | ¡Oh
pena mía! | | no te vayas, ya es tuya Alejandría; | | hazte señor de su elevado muro. | |
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MARCO ANTONIO |
No es esa la ciudad que yo procuro. | |
|
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MARCO ANTONIO | El
de tus ojos por quien veo. | |
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|
CLEOPATRA | Tuya es el alma, patria
del deseo; | | Mas, ¡oh, pese a mi voz! ¡Pese al Dios ciego! | |
|
|
MARCO ANTONIO | ¿Mas, yo inclinado al amoroso fuego? | |
|
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CLEOPATRA |
Dadle la muerte a Antonio, mi enemigo. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Estrenad en Cleopatra mi castigo; | | mas tened, no me deis
a mi esa herida. | |
|
|
CLEOPATRA | Mas no le deis la muerte, que
es mi vida. | |
|
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CLEOPATRA | ¿No has de volver a verme? |
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LOS DOS | Guerra contra el amor, alarma, guerra. | |
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