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1

E. PARDO BAZÁN, Nuevo Teatro Crítico, 1891, núm. 3, p. 38.

 

2

R. VÁZQUEZ ZAMORA, «Cuentos y novelas cortas», en Baroja y su mundo, obra realizada bajo la dirección de Fernando Baeza, tomo I, Ed. Arión, Madrid, 1961, p. 79.

 

3

Ibid.

 

4

E. DE NORA, La novela española contemporánea, tomo I, Ed. Gredos, Madrid, 1958, p. 219.

 

5

C. BARJA, Libros y autores contemporáneos, Ed. V. Suárez, Madrid, 1935, página 339. Una observación semejante ha sido formulada también por E. de Nora, ob. cit., p. 125.

 

6

Sobre la aversión de Baroja por las novelas de «argumento cerrado» véase el interesante comentario que hace Juan Alberich en su obra Los ingleses y otros temas de Pío Baroja, Ed. Alfaguara, Madrid, 1966, pp. 114-115.

 

7

G. TORRENTE BALLESTER, « La lucha por la vida», en Baroja y su mundo, I, página 136.

 

8

Así, C. BARJA en la ob. cit., p. 352, dice: «Lo que se dice una obra maestra, no es fácil señalarla, si bien no es difícil señalar algunas que seguramente, representan lo más saneado y lo más intenso de la literatura de Baroja. Una de ellas, un volumen de escasas pretensiones: Vidas sombrías, obra primeriza del autor, pero de un alto valor literario y humano». Por su parte, Rafael CANSINOS ASSÉNS, en La Nueva Literatura. Los Hermes (1916), señalaba: «El Pío Baroja, cuyos hermes erigimos en este bosquecillo de lauros, es, ante todo, el Baroja de esos primeros libros que se llaman Vidas sombrías, Camino de perfección, La casa de Aizgorri, etc., hasta Paradox, rey. Este es el Baroja, extraordinariamente original e interesante, dictador de nuevas normas, el Baroja juvenil [...] Este Baroja, autor del libro acaso más verídico, más fuerte, de esta época, Vidas sombrías» (artículo reproducido en Baroja y su mundo, tomo II, Madrid, 1962, p. 89). En cambio, Juan ALBERICH considera que Vidas sombrías está lejos aún de la madurez narrativa de Baroja, al adolecer de «cierta inseguridad estilística y temática» (ob. cit., pp. 75-76).

 

9

Ya en 1904, Adolfo BONILLA Y SAN MARTÍN consideró que «Vidas sombrías viene a ser como la profesión de fe de Baroja» (en Baroja y su mundo, II, p. 30). Algo parecido señala Pablo Cabañas en sus «Notas a "Vidas sombrías", el primer libro de Baroja», en Cuadernos de Literatura, 22-24, Madrid, diciembre 1950. Una opinión semejante es la de E. de Nora (ob. cit., pp. 135 y ss.), y también la de Luis S. Granjel: «En Vidas sombrías, y en ello radica su mayor importancia, se encuentran en esbozo todos los rasgos, tanto temáticos como ideológicos y estilísticos, que han de persistir, desde entonces, en su obra novelística, imprimiéndole esa peculiar fisonomía que percibe el lector apenas se adentra en cualquiera de sus libros. La melancolía y el pesimismo, una desencantada visión de la vida. Y junto a ello acusando el contraste, la pincelada poética y sentimental, el regusto romántico coloreado de desilusión, son todos elementos que entran en la composición de los relatos agrupados en Vidas sombrías, y que no faltarán en ninguna de sus obras posteriores» (En Retrato de Pío Baroja, Editorial Barna, Barcelona, 1953, pp. 133-134). En la misma línea está la siguiente observación de Emilio González López: «Los cuentos de Vidas sombrías son de una gran variedad en su temática y en su técnica, como si fueran, en forma abocetada, un anticipo de lo que serían los principales temas y técnicas de la novela larga barojiana» (en «El cuento de Pío Baroja. "Vidas sombrías". Del simbolismo al existencialismo», Ínsula, núm. 267, Madrid, febrero 1969).

 

10

R. VÁZQUEZ ZAMORA, ob. cit., pp. 79-80.