121
El parentesco de estos cuentos, trazados sobre el esquema de un viaje de aventuras con el propósito de hacer el bien más o menos manifiesto, es evidente con los libros de caballería. Para la relación entre ambos, sin embargo, ha de tenerse en cuenta lo que se advierte bajo el epígrafe «Los cuentos populares en Hispanoamérica».
122
En realidad la
definición de Propp es acumulativa y no se encuentra
completa en ningún lugar de su libro. Parte de la
definición empírica que sitúa esta clase de
relatos entre los números 300 al 479 del índice de
Aarne-Thompson (Propp dice que es una definición
«preliminar», «artificial»; op.
cit., p. 31);
continúa en la definición esencial de función,
como «acción de un personaje
definida desde el punto de vista de su significación en el
desarrollo de la intriga»
(p. 33); el verdadero núcleo de la
definición es, por consiguiente, el conjunto de las treinta
y una funciones que el mismo autor propone, en el orden en que las
presenta y no otro, más las diversas cualidades
estructurales de ese conjunto (por ejemplo: aunque no aparezcan
todas las funciones en un cuento, el orden se mantiene;
etc.). Entre las
páginas 115-116 propone la siguiente definición:
«El cuento maravilloso es un relato
construido según la sucesión regular de las funciones
citadas en sus diferentes formas, con ausencia de algunas de ellas
en tal o cual relato, y repeticiones de otras en tal
otro»
. Le preocupa a continuación que se haya
podido perder el valor de la palabra «maravilloso», y
añade: «Los cuentos maravillosos
podrían ser designados como cuentos que siguen un esquema
con siete personajes [...] Si se define a estos cuentos desde un
punto de vista histórico merecen su antiguo nombre, en la
actualidad abandonado, de cuentos míticos»
.
Las siete aclaraciones que hacemos a nuestra definición constituyen de hecho un desarrollo de la definición de Propp, absolutamente imprescindible si se quiere entender en toda su pureza lo que para el científico ruso tal vez no precisaba de más explicación, dada la evidencia de determinados rasgos diferenciales en la rica y bien conservada tradición de los cuentos maravillosos rusos. Tanto más nos parece necesario a nosotros, cuanto que la expresión «de hadas» no significa prácticamente nada en español -tal nombre ni siquiera aparece en nuestros cuentos. «De encantamiento» ha sido la denominación convencional de los folkloristas, pero los hay de muy diversa naturaleza, como hemos venido explicando. En el área lingüística del catalán sí tiene uso el término «maravilloso», como en francés.
123
La colección más sobrecargada de una dosis artificial de moralidad es la de Sánchez Pérez.
124
Los cuentos donde hemos advertido mayor franqueza en esta cuestión son los gaditanos de Arcadio de Larrea Palacín, aunque los cuentos de esta colección están bastante deteriorados.
125
Ed. Losada, Buenos Aires, 1976. El original es de 1941.
126
Espinosa, I, XXVIII.
127
Ed. Gredos, Madrid, 1975.
128
Así,
José Asunción Silva en
«Crepúsculo» atribuye a esos cuentos un
nacimiento entre «los potentes arios
primitivos/hasta las enclenques razas del futuro»
, y
habla de duendes y hadas, con claro desconocimiento de la propia
tradición española, tan arraigada en
Hispanoamérica. El propio Martí escribió dos
versiones libres de cuentos famosos... uno del francés
Lefèvre de Laboulaye, y otro de Andersen.
129
Véase la bibliografía del libro de Terence Leslie Hansen: The types of the folktale in Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo and Spanish South América, Berkeley, U. P., 1957, y la nuestra en este trabajo.
130
Espinosa, I, XXVIII.