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ArribaAbajoApéndice. Jacinto de Evia

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Restituida al padre Antonio Bastidas la primacía cronológica en la poesía ecuatoriana, es justo conservar el recuerdo del que lo salvó del olvido publicando sus obras, en noble afán de personal gratitud al que fue su maestro e iniciador en los campos floridos de la poesía.

Como consta de la segunda carta del padre Bastidas al padre Bermudo, Evia es «el discípulo y amigo por cuyo cuidado se imprimen estos dos libros» (el Ramillete y la Invectiva), y el que facilitó su publicación prestando su nombre; y ya que es indiscutible la importancia del volumen publicado en Madrid en 1675, como muestra primeriza fehaciente del despertar de la poesía en nuestra vida nacional, bien merece que se ponga un poco más de afán del puesto hasta ahora en dilucidar la personalidad de este enigmático maestro Jacinto de Evia.

Dato cierto no se había tenido ninguno acerca de él, fuera del que consta en la portada del Ramillete, a saber que era «natural de la Ciudad de Guayaquil», o, como puntualiza la Licencia del Consejo, «vecino y natural de ella». Pero en junio de 1947 descubrió el hilo de su ascendencia el insigne genealogista don Pedro Robles y Chambers, quien tuvo la fineza de comunicarme su hallazgo en carta de 17 del mismo mes y año. «Se trata -dice- de la Imposición de una Capellanía de misas perpetuas, que fundó don Blas de Vera con fecha 26 de octubre de 1662, y que dice así: "En la ciudad de Guayaquil, en veinte y seis días del mes de octubre de mil y seiscientos y sesenta y dos años, ante mí el Escribano y testigos pareció Blas de Vera, vecino de esta ciudad, a quien doy fe conozco, y otorgó que el susodicho instituye y funda   -250-   una capellanía de misas perpetuas por su alma y la de Bernarda de Bohórquez, su mujer ya difunta, y por sus ascendientes y descendientes, de dos mil pesos de principal, que vale la huerta de cacao que tiene en el Valle de Baba, que tiene 8000 árboles de cacao llamada El Rosario, y nombra por primer patrón de ella al Maestro Jacinto de Evia, mi nieto". - Ante el Escribano Lorenzo de Bances León».

Este abuelo del maestro Jacinto de Evia aparece en la documentación de la época como don Blas González de Vera y Gutiérrez, vecino feudatario de Guayaquil, dueño de la estancia «Toma Bellaco», casado con doña Bernarda de Bohórquez, de igual naturaleza. Entre otros hijos tuvieron a doña Catalina González de Vera y Bohórquez, casada con don Toribio de Evia. Éstos son los padres del maestro Jacinto de Evia y de Vera46. Otro hijo de don Blas, tío carnal del maestro Jacinto, fue don Francisco González de Vera y Bohórquez, quien, casado con doña Ana de Tovar y Balpuesta, tuvo muchos hijos, entre ellos doña Jacinta de Vera y Tobar, mujer de don Juan Navarro Navarrete, antepasados directos del presidente don Gabriel García Moreno.

Jacinto de Evia, no es, pues, un personaje imaginario, ni un mero nombre, sino un guayaquileño del siglo XVII históricamente identificado, si bien lo que se sabe de él con certeza apenas pasa de esta identificación. Lo que se ha añadido para abultar la figura, forma un conjunto abigarrado de suposiciones, muchas de las cuales han resultado claras falsedades. Por ejemplo el Diccionario biográfico del Ecuador de Pérez Marchant, Quito, 1928, describe a Evia: «Sacerdote, nacido en Guayaquil en 1650. Se educó   -251-   en el Colegio de los Jesuitas de Quito, teniendo por profesor de retórica y poética al celebrado Padre Bastidas. Ingresó a la Compañía de Jesús y dirigiose a España, donde residió algún tiempo. Dedicado desde muy joven al cultivo de las letras, fue el primero que se consagró a la poesía en tierra ecuatoriana... La primera obra que compuso vio la luz en Madrid en 1675... El Padre Evia falleció a principios del siglo XVIII»47. Fantasía la fecha de nacimiento de 1650. Fantasía lo de la entrada en la Compañía de Jesús. Fantasía lo del viaje a España. Inexacto que fuese el primero en consagrarse a la poesía. Ambiguo lo de «primera obra», pues fue primera y única. Por fin, mera suposición la fecha aproximada de fallecimiento, pues lo mismo puede ser fines del XVII que principios del XVIII.

El Diccionario biográfico americano de José Domingo Cortés, París, 1876, prudentemente elude toda fecha y toda especificación48.

El de Gustavo Arboleda, Quito, 1910, da otra fecha de nacimiento que se acerca más a lo verosímil, pero que es también arbitraria: «Hacia 1629»49.

A esta fecha de 1629 se atienen el padre Luis Gallo Almeida en Literatos ecuatorianos, Quito, 192150, y Alfonso Cordera Palacios en su Historia de la literatura, Cuenca, 192251.

El padre Francisco Vásconez adelanta la fecha en su Historia de la literatura ecuatoriana, Quito, 191952, y da: 1620. La misma admite, como prudente conjetura, la Bibliografía ecuatoriana de Nicolás Espinosa   -252-   Cordero, Cuenca, 1924: «comienzos del siglo XVII. (1620, más o menos)»53; y eliminando la conjetura, la misma estampan Augusto Arias en la 1.ª edición del Panorama de la literatura ecuatoriana, Quito, 193654, y Luis Alberto Sánchez, quien se contenta con copiar a Arias en su Historia de la literatura americana, Santiago de Chile, 194055.

Ni 1620, ni 1629, ni menos 1650. ¿Por qué empeñarse en afirmar cuando no se sabe?

Don Vicente Emilio Molestina en su Colección de antigüedades literarias publicada en Lima en 1868, juzga a Evia un «completo culterano, cuyo modo de decir, confuso y embrollado, no conoció freno alguno»; al incluir en su antología dos composiciones de él, dice que no ha pretendido otra cosa que rendir un homenaje de simpatía al que, bien o mal, en la oscura noche de la Colonia, y antes de los demás poetas, quemó un grano de incienso en el altar de las musas. Y concluye: «Evia se hizo jesuita más tarde, y su sepulcro es ignorado»56.

Francisco Campos en su Galería biográfica, Guayaquil, 1885, se apoya en Molestina y concluye como él: «Evia entró en la Compañía de Jesús, y murió a fines del siglo XVII. Ignórase el lugar de su fallecimiento, y su tumba permanece ignorada»57.

La especie de que Evia fue jesuita, estampada por vez primera, según parece, por Molestina, hizo fortuna. La repiten, además de Campos, Manuel Gallego Naranjos en su Parnaso ecuatoriano, de 1879, la Academia Ecuatoriana de la Lengua en su Antología de 1892, Camilo Destruge en el Tomo I del Álbum ecuatoriano   -253-   de 1903, Gustavo Arboleda en el Diccionario biográfico de 1910.

No hay el menor fundamento para esta afirmación, pues no figura Evia en ningún documento de la orden, ni en el Libro del Noviciado de 1638 en adelante, ni en ninguno de los catálogos que cada seis años se mandaban a Roma. El archivero padre José Jouanen, que me daba estos datos negativos a 5 de marzo de 1940, añade en confirmación de la total improbabilidad del hecho: «Es muy dudoso que los Superiores de entonces hubiesen mandado imprimir en Madrid sus poesías, cosa entonces tan costosa y molesta por las censuras y licencias». Efectivamente hemos visto tras cuántas dificultades salió al fin a luz el Ramillete.

Pero la refutación decisiva está en el dato descubierto por el señor Robles y Chambers. Si Evia hubiese sido jesuita, nunca hubiera podido ser nombrado patrón de la Capellanía fundada por su abuelo don Blas de Vera en 1662.

De aquí en cambio se deduce con certeza que era sacerdote secular, único dato comprobado que, hasta hace poco, se podía añadir al de su origen guayaquileño y al de sus estudios hechos en un Colegio de la Compañía de Jesús. Éste fue con toda certeza el de Quito, ya que consta del Libro de Oro de la Universidad de San Gregorio (en el folio 45 verso) que se doctoró en Artes el 20 de mayo de 1657, entre otros 43 graduados aquel año.

Lo que escribe Gustavo Otero Muñoz en un artículo sobre Domínguez Camargo, especial para El Tiempo de Bogotá (1937), que «concluidos los estudios de Humanidades fue a parar Camargo a Guayaquil, en donde en asocio con su maestro el Padre Antonio Bastidas y de su condiscípulo el Padre Jacinto Evia, Jesuitas los dos (!) crearon una academia poética, en la cual se hicieron elogios fúnebres, sonetos, inscripciones y motes a la muerte de doña Isabel de   -254-   Borbón, a la del Príncipe Baltasar Carlos y a otras ocasiones y solemnidades», es todo ello alta fantasía... Y cuando se le ve al escritor proseguir imperturbable su cuadro imaginativo: «Llamose "Academia de la Rosa", y a ella pertenecieron otros muchos poetas que se reunían para cantar a la reina de las flores. Evia fue el alma de esta justa literaria, y adoptó el nombre de Celio, a la usanza de la moda napolitana», sólo cabe exclamar: ¡Así se escribe la historia!58

La historia verdadera ha sido esquiva con Evia. No nos ha conservado sino su nombre y su libro, y los cuatro datos fundamentales apuntados: que fue guayaquileño, que fue discípulo de la Compañía de Jesús, que fue sacerdote y que se doctoró en la Universidad de San Gregorio. Añadamos un quinto punto, también fundamental: que fue poeta, que al menos tuvo ilusión y fervor de serlo59.

El hecho de que el Ramillete de flores varias apareciese a nombre suyo, y de que los dos coautores que en él figuran hayan sido presentados como extranjeros, ha dado en las historias de la literatura ecuatoriana una importancia un tanto desmesurada al maestro Jacinto de Evia. Pero aun reducida su figura a las debidas proporciones, quedará intacta y aun acrecida la simpatía que inspire el que fue conducto   -255-   e instrumento para que no se perdiesen los ambiciosos destellos que daba ya la poesía en nuestra patria a mediados del siglo XVII.

Duro ha sido Menéndez y Pelayo con Evia. Además de envolverle en la condenación general del Ramillete, al que califica de «monumento de hinchazón y pedantería»60, en el que «apenas hay una composición que no sea un puro disparate»61, juzga que «de los tres poetas quizás Evia sea el de menores vuelos» y que Bastidas «merecía tener discípulos más aprovechados que él»62. Razón tiene, por cierto, en afirmar que «nada hay en él que compita con algunos rasgos de los romances de Domínguez Camargo»63; pero muy discutible es que no iguale, por lo menos, a Bastidas. Tomándolos a los dos poetas en conjunto, hasta parece que hay en Evia una vena más fresca, más jugosa, más prometedora.

Es menos rebuscado; el verso le sale más limpio, más corrido, más claro; no se hallan en él estrofas ininteligibles como las hay, por desgracia, no pocas en su maestro.

No es posible saber si las producciones posteriores de su musa, cumplieron las halagüeñas promesas de estos principios, pero, en todo caso, sería positiva injusticia no darle un puesto honroso entre los primeros cultores convencidos y fervorosos del divino arte, que iniciaron la gloriosa trayectoria de la poesía en nuestra Patria.



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Al doctor don Cristóbal de Arvildo, el día que predicó en el convento de Santa Catalina, descubierto el Santísimo.




Romance


   Si esta ciudad de tu ingenio,
oh Arvildo, luces gozó,
el cielo de Catalina
goza hoy también tu esplendor.

   Y porque explayas tus rayos,  5
a vista del mismo sol,
entre accidentes los suyos
benigno Cristo ocultó.

   Si Juan del Cordero sacro
fue la voz que le anunció,  10
hoy de un Juan y este Cordero
feliz anuncio es tu voz.

   Con que al mesmo tiempo logras,
no sólo del Verbo Dios,
pero de la voz también  15
ser eco y aspiración.

   Si el vergel de Catarina
se esmalta de tanta flor,
el Favonio de tu aliento
fragancias hoy respiró,  20

   siendo tu elevado ingenio
la abeja, que en su candor
-260-
néctar estudia sagrado,
por paladearnos mejor.

   El paladar delicado  25
es el convidado hoy,
que como es manjar de sabios,
es muy sutil su sabor.

  -261-  

A un puquio o manantial, que se halla en el valle de Lloa, a las raíces del monte de Pichincha.




Romance


   A la raíz de un monte excelso
un humilde valle alberga
cristal mucho en breve espacio,
hijo altivo de una peña.

   De tan soberbio presume  5
que desconoce la tierra,
y en los saltos repetidos
esfera en el aire anhela.

   ¡Oh qué ufano se halla el prado
del cristal con la soberbia!,  10
pues de un ojo de sus aguas
por Polifemo se ostenta.

   Y al Polifemo del cielo,
que de luces se alimenta,
le arrojaba las de nieve,  15
por batirle aun en su esfera.

   Cielo se halla del bosque,
y tan dueño de las selvas,
que el registro de su vista,
la más oculta penetra.  20

   Tan bella copa al subir
hace el puquio, que creyera
-262-
que hay árboles de diamantes,
como de esmeraldas tiernas.

   En dos ramos se dilata  25
el tronco, que la sustenta,
y en sus repetidas flores
al Abril y Mayo albergan.

   Tan esmaltados se miran
de su florida belleza,  30
que entre el verde de sus hojas,
sólo lo vario se apuesta.

   Munición de argentería
contra las plantas asesta,
porque pretende de Flora  35
ser martinetes de perlas.

   Y aun la mano de marfil,
como anillo se la arrea,
siendo engaste la esmeralda,
y él el diamante a quien cerca.  40

   También recama el vestido
con la plata de sus venas,
aprisionando en mil lagos
matices que la hermosean.

   Dos cintas de resplandor  45
en dos corrientes despeña,
para que en cárcel de vidrio
sus vistosas hebras prenda.

   Aqueste cristal un valle
juzgo que avaro le niega,  50
porque, a conocerle Apolo,
mucho Hipocrene perdiera.

   Y en los dos montes de Quito
su Parnaso repitiera,
en cuya cumbre sus cisnes  55
dulcemente se aplaudieran.
-263-

   De aqueste pecho de plata
suave néctar recogieran
las Musas, y en él lograran
sus alumnos las cadencias.  60

   Divulgue, pues, ya la fama
sus corrientes, que a su empresa
anhelaran mil Virgilios,
mil Orfeos, mil sirenas.

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A dos arroyos que nacen de una peña, y a otro que se destila de otra en forma de pluvia.




Romance


   Mucho cristal en su seno
concibe una adusta peña,
y ya dolores de parto
en quejidos roncos muestra.

   Todas las Ninfas del bosque  5
que le asisten en su pena,
le anuncian que dos arroyos
en cruel batalla le aquejan.

   Por gozar el mayorazgo
sin duda de aquella selva,  10
que la ambición, aun en riscos
no falta quien los fomenta.

   Su pecho en dos partes rompen,
nadie cede en la contienda,
y escamados vivoreznos  15
materno fuero atropellan.

   Y por verse ricos de aguas
más altivos se despeñan;
a que impele el precipicio
cuanto es mayor la riqueza.  20

   Un río que, caudaloso,
aqueste orgullo contempla,
-266-
breve muerte entre sus aguas
a su soberbia apareja.

   Hallando en su propia infancia  25
su cuna tumba funesta;
¡oh qué de altos pensamientos
su fin al principio encuentran!

   Una peña, que cercana
miraba aquesta tragedia,  30
trasuda en menudas gotas,
tanto este susto la aqueja.

   Lágrimas serán sin duda,
con que su malogro endecha;
que llanto aun de un pedernal  35
saca la desdicha ajena.

   Y si es que hay terrena nube,
advertido yo dijera,
que no el cielo ya en las plantas,
mas el suelo llueve en ellas.  40

   Y aun hay quien diga que es nácar,
en las que conciben perlas,
y en ricas sartas el bosque
ciñe su madeja crespa.

   Aprisionando plumajes,  45
que de esmeralda la arrean;
que aun lo insensible las galas
vanamente hoy aprecia.

   El dueño de aqueste sitio,
Flora diré, ya más bella  50
que esotra, más casta Venus
que la que Chipre celebra,

   de este llanto compasiva
ataja en curiosa senda
aquel cristal malogrado,  55
que antes vano se despeña.
-267-

   Con que apacible en sus ondas
más advertido pasea
por celosías de flores,
por enrejados de hiervas,  60

   fabricando en breve espacio
a esta Flora y Venus nueva,
de oloroso jaspe casa,
en que siempre el Mayo alberga,

   donde su consorte amado,  65
donde sus dos hijas bellas
logran en lazo amoroso
dichas que el cielo las feria.

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A la profesión de doña Sebastiana de San Buenaventura.




Jácara


   En nombre de Dios comienzo,
que es el Cristus de mi lengua:
sin el Jesús, mi cartilla
nunca supe meter letra.

   Nací en el signo de Virgo,  5
y estoy con él tan contenta,
que no quiero más sagrado,
ni busco mejor estrella.

   Diome luceros y abriles,
nieve, corales y perlas  10
la naturaleza, y dio
en darme en cara con ellas.

   Mi inclinación y mi nombre
callo, porque no se sepa,
que por blanco de su amor  15
soy Sebastiana de Flechas.

   Comuniquele mi intento
a cierta Madre Abadesa,
y ella por darme sagrado
un año in albis me deja.  20

   He pasado un noviciado,
y ya no tengo paciencia,
que me hace votar a Dios
y a cuatro votos me arrestan.
-270-

   Voto, ninguno me ataje,  25
porque voto a la obediencia,
a la pobreza y clausura,
y a la celestial pureza.

   Para no quedarme en blanco
se me ha puesto en la cabeza  30
el velillo; no hay que andar,
no lo dejaré aunque muera.

   Esto sí, Cuerpo de Cristo,
aunque he votado pobreza,
crédito no ha de faltar,  35
teniendo esta capa negra.

   Ya soy San Buenaventura,
que no deja de ser buena
la ventura, por hacer
esta vez gala de negra.  40

   Porque a sucederme en blanco,
fuera una novicia eterna
por lo negro soy tan grave,
como cualquiera profesa.

   Ya tengo dote y Esposo,  45
¡oh qué dicha tan deshecha!
él precia de manirroto,
y esto es cuanto se desea.

   Con Jesucristo me quedo,
vaya el mundo en hora buena,  50
o se vaya en hora mala,
que yo quedo muy contenta.

  -271-  

Al mesmo intento que al pasado




Romance


   Oigan, señores curiosos,
los que a mi velo han venido,
que una Gitanilla sabia
mi buena ventura ha dicho.

   Dice que he de ser casada  5
y monja, a ese tiempo mismo;
este imposible ajustar
sólo podrá Jesucristo.

   Aunque tan niña me acusan,
y aunque el Esposo es tan fino,  10
quiere me cueste la vida
su vista y primer cariño.

   Y siendo aquesto verdad,
en otra raya que ha visto,
me anuncia una vida eterna,  15
porque es mi Esposo infinito.

   Cuanto es mayor mi pobreza,
me pretende más rendido;
sin dote Esposo que casa,
mucho tiene de divino:  20

   Tanto atiende a los regalos
de la esposa, que ha querido
que adivine el pensamiento,
por excusarla el aviso.
-272-

   Por Sebastiana me anuncia,  25
seré blanco de sus tiros;
dichoso sea mi pecho
si me flecha tal Cupido.

   Con velo cubre mis ojos,
sospechas habrá tenido;  30
pero no, que darles velo
es tratarlos por divinos

   Y pues es tal mi ventura
con un Esposo tan rico,
de Buenaventura el nombre  35
ajustado me ha venido.

  -273-  

Con el nacimiento de Cristo se vio a la media noche otro firmamento con nuevo sol, astros y planetas en el portal de Belén.




Soneto


   Cuando la noche, más de horror vestida
y de escuadras de sombras más armada,
esgrimen éstas la triunfante espada
de los ojos y luz contra la vida;

   y cuando más gozosa esta homicida,  5
de nuevos rayos viéndose asaltada,
se queja al sol, al sol toda turbada,
que envidioso, que infiel su curso impida;

   mas reconoce ya, que un sol que llora
en luz la anega en su primera aurora;  10
y, transformado el suelo en firmamento,

   cada lágrima es astro al lucimiento;
formando de María el pecho bello
la Vía Láctea en su mayor destello.

  -[274]-     -275-  

Al intento del mesmo nacimiento.


No me hieran tus flechas,
oh hermoso Niño,
porque es muy corta hazaña
para un rendido.






Glosa


   A contemplar la hermosura
de ese rostro tan divino,
desarma el rigor amante
el corazón más esquivo:
por el arco de esa gruta  5
rayos y flechas admiro,
mas ¿qué mucho si las tira
el que es sol y el que es Cupido?
No me hieran tus flechas,
oh hermoso Niño,  10
porque es muy corta hazaña
para un rendido.

   Ardor duplica al oriente
este sol recién nacido,
no es prodigio, pues su Madre  15
rayos le ministra activos:
¿a qué obstinación no postran
arpones tan bien unidos?
-276-
las manos pone MARÍA,
y JESÚS asesta el tiro:  20
No me hieran tus flechas,
oh hermoso Niño,
porque es muy corta hazaña
para un rendido.

   No sólo rinden sus ojos  25
al que los mira lucidos;
pero también avasalla
al aire de sus suspiros:
arco le ministra el labio,
cuerdas nacaradas hilos,  30
que al dividirse en dos partes
hiere a un tiempo con dos tiros.
No me hieran tus flechas,
oh hermoso Niño,
porque es muy corta hazaña  35
para un rendido.

  -277-  

Dícese la buena ventura a Cristo.



   Dame una limosnita,
Niño bendito,
dame las buenas Pascuas
en que has nacido:
Niño de rosas,  5
dale a la Gitanita
paga de glorias.

   Si me das la mano,
Infante divino,
la buena ventura  10
verás que te digo.

   Miro aquí la raya,
que muestra que aun niño
verterás tu sangre,
baño a mis delitos.  15

   Serás de tres reyes
rey reconocido,
y a este mismo tiempo
de un rey perseguido.

   En tu propria patria,  20
con ser el rey mismo,
vivirás humilde,
vivirás mendigo.

   Dame una limosnita
Niño bendito,  25
-278-
dame las buenas Pascuas
en que has nacido.

   Miro esotra raya,
que es de tu martirio,
morirás en Libra,  30
si naciste en Virgo.

   Tendrás corta suerte
aun de los amigos,
pues de un paniaguado
te verás vendido.  35

   A los treinta y tres,
¡oh con qué prodigios!
dejarás la vida,
de amores rendido.

   Si el cruzado leño  40
fuere tu cuchillo,
cuchillo de palo
cortará tus bríos.

   Dame una limosnita,
Niño bendito,  45
dame las buenas Pascuas
en que has nacido.

  -279-  

A la expectación del parto de la Virgen de la O.




Romance


   Albricias pido a los cielos
porque ya el primer albor
en las ansias de una Virgen,
de Jesús produjo el Sol.

   La antigua esperanza en ella  5
aún no perdió su verdor,
que es difícil arrancarse
lo que una vez se arraigó.

   Con tener al Sol consigo,
aún espera al mesmo Sol;  10
del esperar se socorre
por avivar más su amor.

   Estratagema es del gusto
dar largas a su pasión,
porque, conseguido el bien,  15
mucho del gusto perdió.

   Suspiros vierte a los aires
su abrasado corazón,
que al aire de sus suspiros
quiere acrecentar su ardor.  20

   Enigma con una letra,
en un círculo cifró,
porque su vientre es la esfera
con que abrevió a todo el Sol.
-280-

   Y si es esfera MARÍA,  25
será el centro el mesmo Dios,
quietaranse ya sus ansias,
pues que tal centro adquirió.

  -281-  

A San Juan Bautista.




Romance


   Contra la mayor cabeza
esgrime el acero un rey,
que es muy impaciente el mando
si compiten su altivez.

   Ímpios impulsos le presta  5
una arrestada mujer:
ofendida se juzgaba,
¿qué no intentará cruel?

   Del divino Juan el cuello
huella de una niña el pie;  10
estrella infeliz del justo,
que arma al odio aun la niñez.

   Aja su casta azucena
el más impuro clavel;
de su candor irritado  15
mancha su nevada tez.

   Celos le estimulan torpes
espurios hijos del bien,
que siempre la impura sangre
siguió atrevida, obró infiel.  20

  -[282]-     -283-  

Al ilustre mártir San Lorenzo




Romance


   ¿Cómo es Laurencio oprimido
con el rigor del incendio?
Porque es oro que demuestra
en él quilates de precio.

   Aun entre voraces llamas  5
vive gallardo su aliento,
que salamandra de amor
no le consume su fuego.

   Si en rojas pavesas vuelve
leves plumas de su cuerpo;  10
flamante fénix se hereda
vida a dilatados tiempos.

   Si no es que en la triste noche
para que destruya el hielo
de sus contrarios, se aplica  15
de las hogueras por leño.

   O halagado de las llamas
del amor, se arroja al riesgo,
cual la mariposa, que halla
túmulo honroso en su fuego.  20

   Y porque en humo suave
le goce aun el mesmo cielo
se abrasa todo en su ardor
por escalarle más presto.
-284-

   De su occidente en la pira  25
muere en cenizas resuelto,
porque en repetido oriente
sol resucite más bello.

  -285-  

Al Divino Sacramento del Altar.




Loa


   Muy retirado hoy el Sol
sale en nevados embozos
que es industria de su amor,
por mejor franquearse a todos.

   Porque si águila el discurso  5
hiciera empeños lustrosos,
débil cegara a sus rayos,
que es luz mucha a flacos ojos.

   Sale a vista de la fe,
y a su teatro glorioso,  10
y así quiere le veneren,
no que le miren curiosos.

   Es el timbre de su alteza
el mérito, no el arrojo;
¿qué mucho en créditos libre  15
nuestros más crecidos logros?

   Aunque el ropaje que roza
de accidentes, no es costoso,
mucho le costó a su amor,
pues su vida dio en retorno.  20

   Sólo mira nuestro bien,
y porque éste sea propio,
distancias abrevia muchas
a este suelo de ese polo.
-286-

   Tan a industria de su ingenio,  25
que siendo su sangre el golfo,
fueron vela las especies,
si sus suspiros los soplos.

   Pan expone a los deseos
que le buscan más ansiosos;  30
que gustarle desganado
nunca fue del gusto logro.

   Unos su abundancia alaban,
y advertirlos dicen otros
que no hay para dos bocados,  35
y lo cierto dicen todos.

   Esta cifra de la fe,
este asombro misterioso,
este templo reverente
festeja en breves encomios.  40

   Porque reducir a un Dios
al breve de una Hostia globo,
¿qué panegiris, por grande,
no se atrasará por corto?

   Celebra también la dicha  45
de esta ciudad, de este emporio
en la cabeza que rige
a aciertos de un juicio pronto.

   Un Pedro dirá en constancia,
que si él es blasón de esotro,  50
piedra será en su firmeza,
y al mayor riesgo un escollo.

   Dígalo, pues, el gobierno,
que sufren tus fuertes hombros,
y aun fuerzas te sobran muchas  55
para pesos más costosos.

   Y si Castillo te nombran,
¿quién no admira en eso propio,
-287-
que es sobrescrito a las glorias
de tu esfuerzo el nombre solo?  60

   Castillo fuerte, tu pecho
fue en los peligros más rotos,
dígalo Chile, y la fama
que así voló en tus encomios.

   Y vosotros que a su lado  65
gobernáis, Numas dichosos,
mil parabienes os rindo,
pues que sois de este Argos ojos.

   No ciudades, mas imperios
podéis regir espaciosos,  70
porque en su pecho cada uno
un Filipo alienta heroico.

   Una norma de prudencia
os propondré en un coloquio,
el sobrescrito convida  75
al discreto como al docto.

   Por prudentes os aplaudo
si la atención me dais prontos,
que es calificarse necios
parlar, cuando hablan otros.  80

   Y aquesa deidad alada,
en generosos apodos
divulgue aqueste misterio,
y el amor de sus devotos.

  -[288]-     -289-  

A la Asunción de la Virgen.




Loa


   Nuevo sol y nuevo fénix,
hoy de sus cenizas rojas
renace en luces MARÍA,
del empíreo para gloria.

   Que si ese claro topacio  5
agoniza entre las sombras
del ocaso, donde tumba
le da la elevada roca,

   de aquesas mesmas cenizas
después repite a la aurora  10
la vida que se fomenta
en sus llamas luminosas,

   estrenando por instantes,
y remudando por horas
la llama nueva que hereda,  15
una siempre y siempre propia.

   El ave que del Arabia
entre preciosos aromas,
más que pira, muelle cuna,
en que nuevo aliento cobra,  20

   porque, batiendo las alas,
al ser se arresta ambiciosa,
que es logro perder la vida
por recobrarla más pronta,
-290-

   adquiriendo entre pavesas  25
de plumas la pompa airosa,
que rizadas de su pico
bella es del Iris la copia.

   MARÍA, pues, en las alas
que del corazón la informan,  30
do se habilita en la muerte
cual la ciega mariposa,

   pues ésta en el fuego
halla túmulo, que incauta ronda,
que es ceguedad presumida  35
juzgar el riesgo lisonja.

   Que su vida, aunque eclipsada
de la muerte en pardas sombras
sol bello y flamante fénix
la adquiere más animosa.  40

   Y si gozosa remuda
la unión que mejor la informa,
trueca también por el polvo
aquesas lucidas zonas.

   Quizás porque el suelo ingrato  45
no aprecia tan rica joya,
y ambiciosos de sus dichas
aquesos astros la roban.

   Pero no, que sólo ha sido
por ver que el cielo no goza  50
de su perfección el colmo,
si ésta su ser no corona.

   Pues, si luminar mayor
Jesús al empíreo adorna,
el esplendor de MARÍA  55
falta por segunda antorcha.

   Y así la tierra y la esfera
se alborozan con tal gloria,
-291-
que si una la engasta rica,
otra la adquiere Patrona.  60

   Y pues celestes influjos
en la distancia se logran,
de tal sol serán seguros,
cuando más se nos remonta.

   Gozosa sube a ese empíreo  65
en las ruedas luminosas,
do los querubes alados
son pías a su carroza.

   ¿Quién sus rayos, quién su luz
más codicioso no ronda?  70
que es imán, que atrae el retiro
al Norte, aunque más se esconda.

   Porque lo precioso y raro
añade no sé qué gloria,
si se retira al sentido,  75
si las manos no le tocan.

   Atentos hoy sus devotos
en su ausencia más se gozan,
pues sólo sube a sus dichas,
y a asegurar su corona.  80

   Este alborozo del pecho,
y regocijo así apoyan,
que sus glorias han querido
celebrar con otras glorias,

   de un santo, que por extraño  85
toda la atención se roba,
que con ser sastre, escalar
pudo aquesa esfera heroica.

   Que tan difícil la aguja
puede entrar la puerta angosta  90
de ese cielo, como en ella
el camello más de norma.
-292-

   Para este encanto o prodigio,
que así la atención remonta,
excusado me parece  95
pediros orejas prontas,

   pues es día donde es fuerza
que la elevación absorta
admira ya de MARÍA,
ya de sus hijos la tropa,  100

   que girasoles atentos,
así sus candores notan,
que para beber sus luces
hacen de sus ojos copas.

   Todo demanda atención,  105
todo admiración forzosa
del ánimo más esquivo,
de la potencia más sorda.

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