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Los dos sobrinos o La escuela de los parientes

  —1→  

Representada por la primera vez en el teatro del Príncipe el día 30 de mayo de 1825.

PERSONAJES
 

 
DOÑA CATALINA.
DOÑA JULIANA.
PLÁCIDA.
INÉS.
DON CÁNDIDO.
DON ONOFRE.
DON JOAQUÍN.
DON BRUNO.
DON MARCELO.
MATÍAS.
UN SOLDADO.
 

La escena es en Madrid. Sala con tres puertas: una conduce a la antesala y a las habitaciones interiores, otra a la de DOÑA CATALINA y la restante al cuarto de DON JOAQUÍN.

 


ArribaAbajoActo I


Escena I

 

DON MARCELO. DON ONOFRE.

 
DON MARCELO
¿Qué resolvemos, Onofre,
de nuestro caro sobrino?
¿Te lo llevas al lugar?
DON ONOFRE
¡Si es tan apocado el niño
que no sirve para nada! 5
No es hombre, según he visto,
de coger un azadón,
ni de podar un olivo,
ni aún de cuidar de las mulas,
que es el único ejercicio 10
en que pudiera emplearle.
Si fuera como su primo...
¡Oh! Joaquín es otra cosa.
¡Qué despejado! ¡qué fino!
Y al cabo es un capitán. 15
Este sí que honra a sus tíos,
pero Cándido...
DON MARCELO
No obstante,
me parece que es preciso
llevemos la carga todos.
Ya ha siete meses cumplidos 20
que tengo a Joaquín en casa.
Fue robado en el camino,
y, como era regular,
le franqueé mi bolsillo
para hacerse un equipaje 25
—2→
conveniente a su destino.
He pagado varias deudas
que en Madrid ha contraído...
Todas por lances de honor
de que un joven de principios 30
nunca puede prescindir:
banquetes con sus amigos,
bailes, a veces el juego;
que, aunque en rigor es un vicio,
sin pasar por un quijote 35
extravagante y mezquino,
ya ves, todo un capitán...
DON ONOFRE
Eso está bien. Él es digno
de todo; él es acreedor
a cualquiera sacrificio; 40
pero el otro...
DON MARCELO
Pues el otro
me ha puesto en un compromiso.
Aquí se nos ha encajado
sin anunciarnos su arribo,
hecho un adán.
DON ONOFRE
¿Y qué culpa
45
tengo yo?
DON MARCELO
Pidió un asilo
en mi casa, y yo no pude
negárselo.
DON ONOFRE
Pues, amigo,
paciencia. A mí no me hubiera
encontrado tan propicio. 50
Ya se la puede buscar,
que no es manco ni tullido.
¡Holgazán! Con esa cara
que tiene de teatino
viene a pegarla, sin más 55
que «aquí estoy porque he venido.»
DON MARCELO
Tuve que pagar el viaje
y los gastos del camino,
porque él no trajo...
DON ONOFRE
Esa es otra.
Vaya, vaya, el señorito 60
es una buena prebenda.
DON MARCELO
Aunque el gasto es tan crecido,
no es esto lo que me apura.
DON ONOFRE
Pues ¿qué?
DON MARCELO
Que afrentado vivo
con él. Ese encogimiento, 65
ese porte tan sombrío,
tan tosco...
DON ONOFRE
Di de una vez
que es un solemne pollino
y que quieres embocarme
la maula. Pues, hijo mío, 70
desásnale tú si quieres.
DON MARCELO
Yo además de Joaquinito
tengo a doña Catalina
que hace mes y medio vino
de Cádiz; y hasta que encuentre 75
casa... Ya ves, su marido
fue amigo nuestro y no creo
regular...
DON ONOFRE
Nada; conmigo
no se viene. Es excusado
porfiar.
DON MARCELO
¿No eres su tío
80
como yo?
DON ONOFRE
Si te es gravoso,
desde este instante me obligo
a abonarte lo que gastes
con él; pero yo no admito
gaznápiros en mi casa. 85
Mejor quiero un tabardillo.
DON MARCELO
Ya he dicho que no es el gasto
lo que siento.
DON ONOFRE
Y yo repito
que a mi lado no le quiero.
DON MARCELO
En tus haciendas de Pinto 90
puede estar.
DON ONOFRE
¿Y qué dirían
las gentes si algún domingo
me viniera a visitar
de tosco sayal vestido,
con montera, con polainas, 95
abarcas y vara en cinto,
y oyeran que me decía:
Buenas tardes, señor tío?
DON MARCELO
No hay remedio. Es necesario
que yo le aguante. ¡Maldito 100
parentesco! Mantenerle
lejos de mí es un arbitrio
costoso. Al fin en la casa
se viene a gastar lo mismo
esté o no esté; pero fuera... 105
DON ONOFRE
Eso quisiera el chiquillo;
asegurar la pitanza
y vivir a su albedrío.
Pero nuestro primo Bruno,
que la echa de compasivo, 110
¿no se lo puede llevar?
DON MARCELO
No conviene. Mi designio
es muy diferente. Bruno
es viudo sin hijos, rico
y amigo de sus parientes. 115
Ya sabes tú que Fabricio
nuestro hermano, que Dios haya,
tuvo cierto disgustillo
con él.
DON ONOFRE
Sí, cuando le echó
de su casa porque quiso 120
con sus prudentes consejos
salvarle del precipicio.
DON MARCELO
Riñeron. A pocos meses
su indolencia, su prurito
de brillar, y la aprehensión 125
que le hicieron de un navío
fletado por él con carga
de géneros prohibidos,
fueron causa de su ruina
total.
DON ONOFRE
Bien; y al decomiso
130
siguió la temprana muerte
de su mujer; y Fabricio
enfermó de pesadumbre;
murió ya puesto en camino
para los baños de Caldas; 135
y lo enterraron; y su hijo
Cándido viéndose solo,
—3→
desamparado, aburrido,
viene a comernos un lado
a título de sobrino. 140
Pero todo esto...
DON MARCELO
El pobrete
haría sin duda juicio
de ser recibido mal
de Bruno. Por eso vino
a Madrid, y ni siquiera 145
una visita le hizo
al pasar por Zaragoza.
DON ONOFRE
Con todo, no le imagino
capaz de desampararlo.
DON MARCELO
Pero si yo se le envío, 150
no sólo lo admitirá
con placer y con cariño;
sino que podrá dejarle
algún día, con perjuicio
de Plácida, cuanto tiene; 155
y esto es lo que determino
evitar a toda costa.
DON ONOFRE
Cuando Cándido era niño
como un padre le quería.
DON MARCELO
Es cierto, pero hace un siglo 160
que no le ve.
DON ONOFRE
Y dime, ¿sabe
que está aquí?
DON MARCELO
¡Qué desvarío!
No se lo diré yo nunca.
DON ONOFRE
Pero... ¿y si le escribe el chico?
DON MARCELO
No lo hará; te lo aseguro, 165
porque yo no me descuido
en prevenir al muchacho
contra él.
DON ONOFRE
Ya, tú habrás dicho
para ti: la caridad
se entiende consigo mismo; 170
y el prójimo, que se dé
contra una esquina.
DON MARCELO
Es preciso
que me ayudes a inclinarle
a mi favor.
DON ONOFRE
Ya le he escrito
que Plácida es un tesoro 175
de virtudes, un hechizo.
Y mis elogios por cierto
no son muy equitativos,
porque es una linda maula.
Ahora cuatro rengloncitos 180
contra Cándido: ¿no es esto?
y negocio concluido.
Pero si se le antojara
venirse...
DON MARCELO
No, no hay peligro.
Es muy viejo. En todo caso 185
nunca vendrá de improviso,
y podremos...
DON ONOFRE
Ya, ya entiendo.
¿Y dónde está tu pupilo?
DON MARCELO
Salió con Juliana.
DON ONOFRE
¡Calla!
Aquí está. ¡Qué compungido! 190
¡qué humilde!


Escena II

 

DON ONOFRE. DON MARCELO. DON CÁNDIDO.

 
 

(DON CÁNDIDO se presenta pobremente vestido.)

 
DON ONOFRE
¡Hola, buena pieza!
¿Cómo vienes tan marchito?
¿Dónde has dejado a tu tía?
DON CÁNDIDO
A la mitad del camino
me dijo que no gustaba 195
de acompañarse conmigo.
DON ONOFRE
Habrás hecho de las tuyas.
DON MARCELO
Cuando ella te ha despedido,
por algo será.
DON ONOFRE
La habrás
avergonzado.
DON MARCELO
Habrás dicho
200
mil necedades.
DON CÁNDIDO
Dios sabe
que yo...
DON MARCELO
¡Calla!
DON CÁNDIDO
¡Ah! yo suplico
a ustedes...
DON ONOFRE
¡Cállese usted!
Es un enorme delito
disculparse de ese modo. 205
DON CÁNDIDO
(¡Paciencia!)
DON MARCELO
Sí, ya está visto
que no haré carrera de él.
DON ONOFRE
Con ese aire de novicio
no pienses que nos engañas,
¡hipocritón!
DON CÁNDIDO
(¡Qué martirio!)
210
DON ONOFRE
¿Qué murmuras entre dientes?
Vehementísimo indicio
de tu culpa es tu silencio.
DON CÁNDIDO
Pues bien, ¿cuál es mi castigo?
¡Si callo soy delincuente, 215
y ofendo cuando replico!
DON ONOFRE
Ni callar, ni replicar.
DON CÁNDIDO
Eso es imposible, tío.
DON MARCELO
Vamos, será necesario
tomar con él un partido. 220
DON ONOFRE
Sí, sí, por incorregible
debe echársele a un presidio.
DON MARCELO
Aquí viene mi mujer
y nos dirá lo que ha habido.


Escena III

 

DON ONOFRE. DON MARCELO. DON CÁNDIDO. DOÑA JULIANA.

 
DOÑA JULIANA
¡Jesús, qué sofocación! 225
¡Jesús, Jesús, qué sobrino!

  (Se sienta.) 

DON ONOFRE
¿Qué te ha hecho ese bergante?
DOÑA JULIANA
¡Nunca le hubiera yo dicho
que me acompañase! ¡nunca
hubiera a casa venido! 230
Empeñado el muy zoquete
—4→
en ir siempre al lado mío
como si fuera un cortejo.
¡Ah qué afrenta! ¡qué suplicio!
Por más que haciéndole estaba 235
señas con el abanico
para que detrás viniera,
no he podido conseguirlo.
Ya se lo iba a decir claro,
cuando encuentro a don Faustino 240
y Conchita su mujer
al pasar por los Basilios.
Como ella es tan criticona
y tan vano su marido,
temía que ese señor 245
dijera algún desvarío
o les diera a conocer
que era mi pariente. Quiso
mi fortuna, o mi desgracia
más bien, que como es el niño 250
tan huraño y tan agreste,
sin dar lugar a mi aviso
se quedó a cierta distancia.
Con esto me tranquilizo,
y después de saludar 255
a mi amiga con cariño,
la propongo me acompañe
esta tarde en el Retiro,
cuando me agarra del brazo
ese zafio de improviso 260
y me dice: ¡Tía, tía!
¡Un coche! ¡Pronto, de un brinco
pase usted a la otra acera!
No sentí tanto el peligro
como verme abochornada 265
de tal modo. No he tenido
rato más malo en mi vida.
Estoy hecha un basilisco.
¡Qué atrevimiento! En la calle
llamarme tía, y a gritos! 270
DON CÁNDIDO
No podía imaginar
que usted se hubiera ofendido
de que la llamase tía.
Ahora, si es un delito
el ser pariente de usted 275
porque en el mundo no brillo,
eso es otra cosa; pero,
señora, si no soy rico,
¿cómo lo he de remediar?
Esta pobreza en que gimo 280
no es consecuencia funesta
de algún vergonzoso vicio.
¡La muerte de un tierno padre
sólo me deja el conflicto
de llorarla, y la desgracia 285
de ser gravoso a mis tíos!
Yo quisiera...
DOÑA JULIANA
Yo quisiera
que fuera usted más sumiso
y algo menos bachiller.
Sí, señor, así lo exijo. 290
¿Conque después que le estamos
colmando de beneficios,
aún nos viene usted con fieros?
Vaya, ¿si querrá ese erizo
que le pidamos perdón? 295
Cuando usted haya aprendido
a tratar con las señoras;
cuando sea usted tan fino
como su primo Joaquín,
depondré mi ceño esquivo 300
y no me desdeñaré
de llamarle deudo mío.
Pero no siendo elegante,
gracioso, amable, cumplido,
como él lo es; no entendiendo 305
el país de un abanico;
no sabiendo dar su voto
sobre el gusto de un vestido,
ni bailar un rigodón,
ni trinchar un palomino, 310
que me llame usted su tía
formalmente lo prohíbo.
DON ONOFRE
Dice muy bien.
DOÑA JULIANA
Y cuidado
con no serme tan altivo.
Cuidado con respetar 315
el menor de mis caprichos.
Si no acomoda, ya puedes
tomar la puerta. Clarito.


Escena IV

 

DON ONOFRE. DON MARCELO. DON CÁNDIDO.

 
DON MARCELO
¿Ves a lo que das lugar
con tu imprudencia? Es preciso 320
enmendarse. ¿Qué te cuesta
darle gusto? ¿Qué perjuicio
se te sigue de ser dócil,
callado, humilde, expresivo
y cariñoso con ella? 325
Si se indispone contigo
es por tu bien. Por ahora
tus desaciertos olvido
y te quiero perdonar.
Procura no repetirlos 330
si deseas conservarte
en mi gracia. Harto te digo.


Escena V

 

DON ONOFRE. DON CÁNDIDO.

 
DON ONOFRE
La reprimenda no es floja,
pero ¡vanos raciocinios!
A ti nada te hace mella. 335
Yo no sé a quién has salido,
tan torpe, tan bigardón,
tan ingrato, tan arisco,
tan... ¿Qué veo! ¿Estás llorando?
¡Ay qué gracia de angelito! 340
Vamos, desmáyate ahora.
¡Cuidado que es un prodigio
el muchacho! Con más cuartos
—5→
que un arriero vizcaíno,
¡llorar como una madama! 345
¿Y piensas que no concibo
que ese llanto es de soberbia?
¡Muy bien! ¡Estamos lucidos!
¡Sobre que ya no se puede
hacer bien en este siglo! 350
DON CÁNDIDO
¡Ah señor! El hacer bien
nunca...
DON ONOFRE
Calla, que me irrito.
Tú has venido a deshonrarnos.
Mi hermano hizo un desatino
en recibirte en su casa 355
y darte el pan de sus hijos.
¿Si querrás que te contemplen
y que te traten con mimo?
¡Vaya, no faltaba más!
¿Por qué no naciste obispo? 360
Él te llena la bartola
y yo te calzo y te visto.
Pues ¿qué más quieres? Peor
fuera estar en el hospicio.
¡Ah qué bien dice el refrán! 365
Al que Dios no le da hijos,
para purgar sus pecados
el diablo le da sobrinos.


Escena VI

 

DON CÁNDIDO.

 
No es posible tolerar
tratamiento tan indigno. 370
Me avergüenzo del estado
de humillación en que vivo,
y sólo la fuga puede
salvarme del precipicio
a que tantas sinrazones 375
me conducen de continuo.
¡Huyamos, sí! Poco pierdo
en dejar tan triste asilo.
Mejor es morirme de hambre
que depender de mis tíos. 380


Escena VII

 

DON CÁNDIDO. DON JOAQUÍN.

 
 

(DON CÁNDIDO se queda triste y pensativo a un extremo de la escena. DON JOAQUÍN sale de su cuarto leyendo un papel con dirección a la habitación de DOÑA CATALINA.)

 
DON JOAQUÍN
Perfectamente. No puede
estar mejor. Yo me pinto
sólo para hacer sonetos.
Ni Jerjes, ni Tito Livio
sirven para descalzarme. 385
¡Es mucho numen el mío!
Se lo voy a presentar...
¡Hola! Buenos días, primo.
Me alegro mucho de verte.
Ya sabes tú que me pico 390
de poeta. Vas a oír
este soneto que he escrito
a nuestra huéspeda amable
casi, casi de improviso.
Oye, y verás ¡qué conceptos 395
tan armoniosos! ¡qué estilo
tan bien medido! ¡qué rima
tan sentimental!
DON CÁNDIDO
Amigo,
no estoy de humor para coplas.
Déjame.
DON JOAQUÍN
Yo necesito
400
tu aprobación.
DON CÁNDIDO
Yo lo apruebo
desde ahora sin oírlo.
DON JOAQUÍN
No importa. Es un jefe de obra,
y lo has de oír.
DON CÁNDIDO
(Estoy frito.)
DON JOAQUÍN

 (Leyendo.)  

Por mirarte con lúbrico entusiasmo 405
corta la parca mi vital estambre.
Me voy quedando ya como un alambre
y tú tienes la culpa. No me pasmo.
De tu desdén el rígido sarcasmo
en materias de amor me mata de hambre; 410
y cual si fueras cálido fiambre
no te puedo mirar sin pleonasmo.
Ni Venus misma con su hermoso físico
merece ser de Catalina el prólogo.
Pero ¿has de permitir que muera tísico? 415
¡Ah! bien puedo decir sin ser teólogo,
según me hieren tus miradas áridas,
que tus ojos, mi bien, son dos cantáridas.
¿Qué tal? ¿Se encuentran sonetos
de este mérito en los libros? 420
Cálido fiambre... ¡Vaya
si es donoso el adjetivo!
Lo del rígido sarcasmo
¿no es un concepto exquisito?
Confieso que el consonante 425
me tenía apuradillo.
Ya iba a abandonar la empresa,
cuando a mi socorro vino
—6→
la palabra pleonasmo,
grave, de hermoso sonido, 430
y sobre todo oportuna.
Eso de morirme tísico
es lo que enmendar quisiera;
pero ya está puesto en limpio
y así ha de ir. Vamos, hombre: 435
todavía no me has dicho
qué te parece.
DON CÁNDIDO
¿No acabas
de ponderarlo tú mismo?
DON JOAQUÍN
No importa. Yo soy modesto
y a tu fallo me remito. 440
DON CÁNDIDO
¿Podré decir sin rebozo
mi dictamen?
DON JOAQUÍN
Sí, sí, dilo.
DON CÁNDIDO
Pues bien, a mí me parece
cada verso un solecismo.
DON JOAQUÍN
¿Te burlas, hombre?
DON CÁNDIDO
No estoy
445
para burlas. Lo repito,
tu soneto es detestable.
DON JOAQUÍN
Sólo un hombre tan borrico
como tú diría eso.
Vamos, bien dijo quien dijo, 450
que la miseria embrutece
a las gentes.
DON CÁNDIDO
Si has creído
impunemente insultarme,
te equivocas, Joaquinito.
DON JOAQUÍN
¡Hola! ¿Conque eso es decir 455
que te batirás conmigo?
Pues bien, corriente. No doy
por tu vida dos cominos.
¿Cómo quieres que riñamos;
a cuchilladas, o a tiros? 460
Testamento... no lo harás,
se supone; esto lo digo
porque no tienes de qué.
¿Piensas buscar un padrino?
¿quieres que...
DON CÁNDIDO
No quiero nada.
465
Soy opuesto a desafíos.
Lo que quiero es que me dejes
en paz y que tengas juicio.
DON JOAQUÍN
Al fin eres un gallina
sin honor y sin principios. 470
DON CÁNDIDO
Yo no conozco ese honor
que tanto los libertinos
decantan. En la virtud
únicamente lo cifro
y no en andar a estocadas 475
por tan frívolo motivo.
Yo sé respetar las leyes
y obedecerlas sumiso;
pero aunque ves que no peino
bigotes, ni espada ciño; 480
 

(Va acercándose a DON JOAQUÍN, y éste retrocediendo.)

 
ni llevo dos charreteras
que deslumbren con su brillo
en los bailes y en el Prado;
ni tengo hoja de servicios
llena, no de campamentos, 485
de batallas y de sitios,
sino de hospitalidades,
deserciones y castillos;
desprecio a los fanfarrones
que escupen por el colmillo, 490
y los doy de bofetadas
sin necesitar padrino.
DON JOAQUÍN
Pero, hombre... no te sofoques.
Nunca ha sido mi designio
que fuéramos a matarnos. 495
¡Qué disparate! ¡dos primos!
Ya ves tú, los que tenemos
el genio así... un poco vivo,
nos excedemos a veces...
Vaya, vengan esos cinco 500
y olvidemos lo pasado.
Ya sabes tú que te estimo.
DON CÁNDIDO
Harto hago con aguantar
la injusticia de mis tíos,
sin sufrir tus insolencias. 505
Procura en lo sucesivo
tratarme con más respeto,
porque si no...

  (Amenazándolo a la cara.)  

te confirmo.


Escena VIII

 

DON JOAQUÍN.

 
¡Toma! será muy capaz
de hacerlo como lo ha dicho. 510
¿Quién había de creer
que tuviera tantos bríos
un pobretón? No, con este
no es fácil sacar partido,
porque pudiera dejarme 515
de un bofetón sin carrillos.
Pero es mucha necedad
decir que no vale un pito
mi soneto. A bien que yo
estoy muy bien persuadido 520
de lo contrario, y me basta.
¡Eh! ya es tiempo de lucirlo
con la huéspeda. Yo voy
a leérselo ahora mismo.
¿Y si Plácida lo sabe? 525
La voy a tener de hocico
quince días. ¿Qué me importa?
Si a la viudita conquisto,
que es hermosa, rica y joven,
pronto con mi prima rifo 530
y desbarato la boda;
y si no saco partido,
fácil me es desenojarla,
y más estando los tíos
de mi parte, y teniendo ella 535
tantas ganas de marido.

  (Entra en el cuarto de DOÑA CATALINA.)