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Los engaños de un engaño, y confusión de un papel

Agustín Moreto



PERSONAJES
 

 
DON DIEGO DE RIBERA.
DON JUAN DE MENDOZA.
GALÓN,   gracioso.
PASAMANO,   gracioso.
DON PEDRO OSORIO.
CELIA,   criada.
DOÑA BLANCA,   hija de DON PEDRO.
DOÑA ELVIRA,   hija de DON PEDRO.
 

La escena es en Madrid.

 




ArribaAbajoJornada I

 

Sala de la casa donde posa DON DIEGO.

 

Escena I

 

DON DIEGO y GALÓN, en traje de camino; aquel con dos pliegos de cartas en la mano.

 
GALÓN
Muy descuidado te veo,
señor, y muy poco amante.
Di, ¿por qué no has ido ya
a visitar aquel ángel
de Blanca? Que te aseguro, 5
si yo viniera a casarme,
como tú, que ya estuviera...
DON DIEGO
Tente, adelante no pases,
Galón; que satisfacerte
quiero a la objeción que haces. 10
Yo sé que Blanca me adora
de suerte, que si llegase
tan de repente a sus ojos,
pudiera ser peligrase
(mejor amor lo disponga), 15
su vida; y así, pues sabes
que es tan peligroso un gusto,
y que el mismo efecto hace
una pena que un dolor,
cuando al corazón combaten, 20
este pliego has de llevar
a Blanca, y este a su padre.
Finjo que de Badajoz
les escribo, y que te partes
solo a ganar las albricias 25
de mi esposa.
GALÓN
Que me maten
si no has de dar en grosero.
DON DIEGO
Nunca anduve, tan galante.
Demás, que antes de ir a verla,
quiero en secreto informarme 30
si Blanca en mi ausencia estuvo
en amar firme y constante;
si bien pienso habrá mirado
la obligación de su sangre.
Y en sabiéndolo, Galón, 35
la visitaré esta tarde.
Y advertida de que vengo,
el susto podrá evitarse;
conque yo, alegre y contento,
sin azar que me embarace, 40
sabré si mi dama es firme,
y trataré de casarme,
logrando en dulce himeneo
la unión de dos voluntades.
GALÓN
Ahora ya no te culpo, 45
si te culpaba endenantes.
Dame las cartas, y adiós.
DON DIEGO

 (Dale las cartas.) 

Toma, y advierte que es tarde;
date priesa.
GALÓN
Ya me voy.

  (Aparte. 

Yo apostaré que me valen 50
las albricias dos millones,
sin que un ochavo les falte;
pero no he de reparar
tan to en verlos muy cabales,
como en la moneda. Plata 55
es cosa que va no vale,
el oro es cosa de pobres;
si hay de sobra algún diamante,
podrá ser tomarlo en precio,
que aunque en la plaza no pasen, 60
y aunque son piedras, al fin
son alhajas de buen aire.)

 (Vase.)  



Escena II

 

DON JUAN y PASAMANO. DON DIEGO.

 
 

(Habla DON JUAN con PASAMANO a la puerta, que será otra distinta de aquella por donde se fue GALÓN.)

 
DON JUAN
¿Aquí te han dicho que posa?
PASAMANO
Así he llegado a informarme.
DON JUAN
Bien te han dicho: que allí esta. 65
PASAMANO
Llega pues, señor, a hablarle.
DON JUAN

 (Sale.)  

Don Diego, amigo, ¿qué os veo?
DON DIEGO
¡Hay tal dicha!, ¡hay tal ventura!
DON JUAN
Vuestra amistad me asegura
las finezas que en vos creo. 70
DON DIEGO
Desde que en Salsas nos vimos,
señor don Juan, no he tenido
noticia de vos.
DON JUAN
No ha habido,
después que nos dividimos,
cosa notable.
DON DIEGO
Es verdad.
75
DON JUAN
Supe de vuestra llegada;
y así, os busqué en la posada.
DON DIEGO
Debeislo a nuestra amistad,
vuestros sucesos decid,
así, amigo, os guarde Dios, 80
y sean tales, que a los dos
nos entretengan.
DON JUAN
Oíd.
De todos los trabajos que he pasado,
experiencia tendréis por lo soldado;
sucesos de la guerra no los digo, 85
porque no hay novedad; y así, prosigo.
Dejar de Flandes la marcial campaña
me fue forzoso, y el partirme a España;
porque si no lo fuera,
toda mi vida en Flandes estuviera; 90
que ya tan hecho estaba
al estallido que el mosquete daba,
que al valle más vecino agradecía
cuando el fin de los truenos repetía.
No me quise venir sin ver primero 95
de Italia las grandezas; que es grosero
quien no mira curioso
de las tierras extrañas lo famoso.
De Nápoles noté la gentileza,
de Roma la grandeza, 100
de Milán lo aseado,
y de Venecia, en fin, lo concertado.
Visité el sacro templo de Loreto;
quien tal cosa no admira,
o tan bruto se mira, 105
o bárbaro sin fe ni ley constante,
puede prestar durezas de diamante.
De Italia, en fin, me despedí contento,
confiando la vida al elemento
cuyo centro Neptuno señorea 110
cuando en carro argentado se pasea.
Pero como del mar a la inconstancia
hay tan poca distancia,
cruel el Noto en uno y otro exceso
(que por incorregible estaba preso), 115
de tal modo asaltó nuestra galera,
que despojo marcial sin duda fuera,
si el cielo, de nosotros lastimado,
no le hubiera enfrenado.
Aún mi valor aquí se maravilla, 120
porque tal vez barriendo con la quilla
las profundas arenas, zozobraba,
y tal vez con el árbol ajustaba
las más fijas estrellas,
siendo barreno de sus luces bellas. 125
Pero como, a pesar de mi desdicha,
esperándome estaba aquesta dicha,
toqué la playa alegre, besé el suelo,
dile gracias al cielo,
porque escapando de peligros grandes, 130
la vida me dejó escapar de Flandes.
Entré en Madrid, y con mis pretensiones
estudié de palacio las lecciones.
Y estando una mañana entretenido,
viéndome exento y libre de Cupido, 135
desprecio haciendo de su arpón dorado,
pisaba alegre el Prado;
mas ¡ay!, que amor activo,
viéndome tan esquivo,
una flecha tiró; pero tan cierto, 140
que, cuando libre me juzgaba, advierto
que el rigor de mi pecho endurecido,
del sol quedó a la vista derretido.
En un coche salían
dos deidades, que vida repartían 145
al campo y a las flores;
y solo yo de amores
tan absorto quedé de la una dellas,
que aunque a la vista de sus luces bellas
la vida se perdía, 150
en mi opinión hallé que la seguía,
juzgando a mejor suerte
tener en su presencia dulce muerte,
que ausente de su luz, vida penosa;
tomando ejemplo de una mariposa, 155
que temeraria y ciega,
a la llama se llega,
y en humo convertida,
yace ceniza allí lo que fue vida.
Paró el coche, llegué, pero no quise 160
hablar yo propio a Nise
con tan poco decoro
(Nise es nombre supuesto; el propio ignoro).
Y así, dije a su hermana
(Que de mi Venus era la Diana): 165
«Infeliz sois, señora,
pues vais después del sol, siendo la aurora.»
Referiros de Nise la hermosura
fuera imposible en mí, fuera locura;
porque tanta deidad, y beldad tanta, 170
da envidia a Venus y a Cupido espanta.
Sólo diré que a la naturaleza
no costó poco estudio su belleza.
Mirela en este tiempo, y ella (¡ay cielos!),
conociendo en mis ojos mis desvelos, 175
los suyos en mí aplica,
con que de amor mil penas significa;
que amor, aunque vendado,
siempre los ojos pone en su cuidado;
porque en tan dulce calma 180
son la mayor retórica del alma.
Quiero saber quién es, el coche sigo,
y de mi intento la mitad consigo;
pues solamente alcanzo, por notorio,
cómo don Pedro Osorio 185
tiene dos hijas nobles cuanto hermosas.
Discretas como airosas:
la una se nombra Blanca, la otra Elvira;
y así, el sujeto a quien mi amor aspira,
con aquestos dos nombres confundido, 190
de mí sólo en lo hermoso es conocido.
Prosigo desta forma el galanteo,
resístese al principio a mi deseo;
pero al curso continuo de un suspiro
consigue que mi amor no yerre el tiro. 195
Acércome una tarde, codicioso
de ser su Clicie, y luego más dichoso,
aliento cobro, presumiendo ufano
que quien un guante da, dará una mano.
En efecto, el amor, mas declarado, 200
nos junta varias veces en el Prado;
y al paso que repito mis amores,
mil venturas alcanzo, mil favores;
y el continuarlos llega a tanto agrado,
que hoy para el mismo sitio estoy citado, 205
donde iré a ver si puedo,
con aliento y sin miedo,
obligando cortés, rogando suave,
hacer que dure firme y no se acabe
este feliz principio que he tenido. 210
Pero ya he presumido
que el hado, a su despecho,
mayor mi dicha ha hecho,
pues la de haber llegado a vuestra vista,
bien juzgo que no dista 215
de la mayor que sucederme puede.
Y así, pues la ventura me concede
presagio tan dichoso habiéndonos visto,
no hay duda que bienquisto
con la fortuna quedo; 220
y asegurarme puedo
de que tras esta dicha,
he de perder el miedo a la desdicha;
que aunque sea importuna,
sin duda he de burlar a la fortuna. 225
DON DIEGO

 (Aparte. 

¡Valgame el cielo, qué infeliz he sido!
¡Que este hombre a darme celos
y aumentar mis desvelos
de Italia haya venido!
Cuando a casarme vengo 230
con doña Blanca Osorio,
cuando en mi desposorio,
mil dichas me prevengo,
hallo (¡quién tal creyera!),
mi honor en duda mucha. 235
Pero si el alma a la razón escucha,
bien puede ser que a doña Elvira quiera,
pues que ignoraba, dijo,
el nombre de su dama,
y así, Nise la llama. 240
Pero, pues no colijo
qué nombre propio tiene,
mientras lo sé, disimular conviene.)
Tan entretenido he estado,
don Juan, con vuestro suceso, 245
que ya deudor me confieso
del placer que me habéis dado.
Quiera el cielo que gocéis
aquese dichoso empleo,
como quiere mi deseo: 250
que esta afición me debéis.


Escena III

 

GALÓN. Dichos.

 
GALÓN

 (A DON DIEGO.) 

Llegué, señor, vi y vencí:
entré al estrado, hallé luego
a tu esposa, dila el pliego,
y ella rasgó el carmesí 255
de la nema.
DON DIEGO
Acaba ya.
GALÓN
Que llegué y vi he referido;
fáltame el haber vencido.
Aquí la victoria está:
digo que albricias pedí, 260

  (Saca un bolsillo.) 

tu esposa me las ha dado;
mira si soy buen soldado,
pues que llegué, vi y vencí.
PASAMANO

 (Aparte.) 

Vos dejaréis la moneda,
o no seré Pasamano; 265
yo os la pegaré de mano,
cuando de puño no pueda.
DON JUAN
Don Diego, ¿casado estáis?
Mucho me huelgo os prometo;
¿podré saber el sujeto? 270
DON DIEGO
Sabreislo, si me escucháis.
Ganada Salsas (adonde,
contra la francesa lis,
su reputación España
recuperó con feliz 275
suceso), a Flandes pasamos
los dos juntos, por servir
a Filipo Cuarto, el Grande;
que en uno y otro cenit
de su altivo nombre tiemblan 280
desde el bárbaro al gentil,
murió mi hermano a este tiempo;
y como me vino a mí
de mi casa el mayorazgo,
fueme forzoso, el venir 285
a la posta. Dios aviso;
y viendo que resistís
la jornada, me embarqué.
Mas, vive Dios, que sentí
tanto el dejaros ausente, 290
que no pude distinguir,
siendo efecto de dos causas
mi pena, cuál tuvo en mí
mayor parte: o ya la muerte
de mi hermano, o el venir 295
sin vos a España. Confieso
que fue ingratitud civil;
pero pusiéronme pleito
al mayorazgo, y así,
fue forzosa mi asistencia. 300
Llegué, en efecto, a Madrid,
defendí mi patrimonio,
y del suceso feliz
os di aviso. Bien entiendo
que no ignoráis hasta aquí 305
mis lances; a los siguientes
os convido ahora: oíd.
Vi a una dama desta corte
(llámese Cloris, que así
a su fama le conviene); 310
que la vi basta decir,
para deciros que absorto
a su beldad me rendí.
Sólo a matarme de amores
a lo ameno de un jardín, 315
y a las flores dar envidia,
por mirarla junto a sí,
salió Cloris una tarde
de las del risueño abril.
Siendo todo primavera, 320
vi a dos flores competir
sobre el tiempo: una negaba
haber llegado el abril;
y otra, más cuerda, decía
que le había visto venir. 325
Y en fin, para convencerla
con argumento sutil,
le dijo en lenguaje mudo:
«¿Cloris no es flor? Di que sí.
Pues quien es flor, ¿cómo pudo 330
menos que en abril salir?»
Hallose cerca una rosa,
cuyo lucido carmín
con suavidad exhalaba
fragancias de mil en mil; 335
y viendo de sus vecinas
la pendencia, que entre sí
gustosamente altercaban,
queriéndolas departir,
halló medio con que pudo 340
sabiamente persuadir
que vino la primavera,
mas no vino en el abril.
«¿Pensaréis (dijo amorosa),
por haber visto lucir 345
las flores de aqueste prado,
las plantas deste jardín,
que al abril debéis la dicha?
Es engaño, porque aquí,
tanto verdor y frescura, 350
tanta luz, tanto festín,
si la verdad se contempla,
¿en qué puede consistir,
sino en la beldad de Cloris,
de la tierra serafín?» 355
Dando remate a mi historia,
digo que a Cloris le di
parte de mi amor; mas ella
quiso esquiva resistir
a Cupido (que ya estaba 360
en mi favor); pero, en fin,
a costa de mis suspiros
tanta dureza rendí.
Roguela, pues, que una noche
(que para mí fue infeliz), 365
saliese a escuchar mis penas
a un balcón; mas, ¡ay de mí!,
que sabiéndolo su hermano,
quiso arrojado medir
con su destreza mi brío, 370
de quien yo me resistí,
si no más fuerte, dichoso,
que fue causa de salir
mi contrario sin la vida;
que no está de Dios, en fin, 375
que acompañen a un sujeto
lo alentado y lo feliz.
Pasé a Portugal huyendo,
por parecerme que allí
seguro estaba hasta tanto 380
que juzgase convenir
volver a esta corte: un año,
poco menos, asistí
en Lisboa, y a este tiempo
fue el rebelión y motín 385
con que el de Berganza quiso
su nobleza deslucir.
Viendo tan ciego alboroto,
antes morir escogí
que no que tuviese el vulgo 390
de mi opinión qué decir.
Y aunque allí me amenazaron
si no quisiese rendir
a su intento la obediencia,
con aliento respondí 395
que era noble y caballero,
y que hacer acción tan vil
no era propia de mi pecho,
aunque quisiesen en mí
ejecutar más rigores 400
que flores tiene el pensil
de Italia, y más que de estrellas
el pabellón de zafir,
que átomos el dios de Delos,
y que arenas el viril 405
Salobre. Saqué la espada,
y comenzando a esgrimir,
de la novelera plebe
todo el escuadrón rompí;
y aun les costó algunas vidas 410
querérmelo impedir.
Mudando traje, en diez días
llegué a Badajoz; y allí,
ya con el de Monterrey,
ya con Garay, de quien fui 415
ayudante, he militado,
haciendo siempre en la lid
acciones propias de quien
sólo apetece el morir;
hasta que, habrá quince días, 420
por cartas de un adalid
que me corresponde, tuve
nuevas del gustoso fin
que a mi desventura daba
el otorgar sólo un sí. 425
Viendo, pues, que nunca pude
medio mejor admitir,
a esta corte di la vuelta;
mas, ¡ay Dios!, que contra mí
se conjuraron mi ausencia 430
y haber nacido infeliz,
o lo que más cierto fue,
ser Cloris mujer al fin;
que en las escuelas de amor
es buen modo de argüir: 435
es mujer, luego mudable.
Juzgo que para inferir
la consecuencia es bastante
causa la que anoche vi;
pues descolgar una escala, 440
ver luego a un hombre subir,
acciones son con que puedo
temer un daño (¡ay de mí!).
Sólo un refugio me queda
a que poder ocurrir, 445
y es, que una prima de Cloris
pudo, olvidada de sí,
hacer que su honor bajase,
yendo el galán a subir.
Y así, mientras no apaciguo 450
mi celoso frenesí
averiguando estas dudas,
es imposible decir
de cierto si estoy casado,
pues será fuerza rendir 455
al cuchillo la garganta
si Cloris me olvida así.
Pero si fina y constante
está como juzgo, mil
parabienes de mi dicha 460
procuraré introducir:
darele a Cloris esposo
que la quiera más que a sí,
a su padre un hijo en cambio
del malogrado infeliz, 465
y a vos un amigo firme,
como lo ha sido hasta aquí.
DON JUAN
Yo lo fui vuestro en efeto,
y me holgaré que logréis
la dicha que merecéis 470
por galán y por discreto.
GALÓN

 (Aparte.) 

Si hoy a las ocho en un coche
mi amo acaba de llegar,
¿cómo se pone a afirmar
que estuvo en Madrid anoche? 475
Lindas mentiras compone;
por Dios, que no ha estado mala
la de la prima y la escala.
PASAMANO

 (Aparte.) 

Bien mi intento se dispone,
pues detrás de aquel cancel, 480
si mal no me acuerdo, está
un brasero; él me dará
la victoria y el laurel.

 (Vase.)  



Escena IV

 

DON JUAN, DON DIEGO, GALÓN.

 
DON JUAN
Ir a visitar el Prado
me da prisa ya, don Diego de Ribera. 485
DON DIEGO

 (Aparte. 

Y ya en mi desasosiego
engendra un nuevo cuidado.)
Id con Dios.
DON JUAN
Adiós, amigo.

 (Vase.)  

DON DIEGO

 (Aparte.) 

Fortuna, pues de tu rueda
temo el vaivén, haz que pueda 490
saber la enigma que sigo.

 (Vase.) 



Escena V

 

PASAMANO con un bolsillo en la mano. GALÓN.

 
PASAMANO

 (Aparte. 

Llena de carbones tengo
otra bolsa como aquella;
si mi destreza da en ella,
linda maula le prevengo.) 495
¡Ah, caballero!
GALÓN
¿Qué quiere?
PASAMANO
¿Conoce voacé esta prenda?
GALÓN
¡Jesús!, ¡que un hombre no atienda
a guardar lo que tuviere!
No es esta la vez primera 500
que mil veces cada día
doy en esta granjería
de dejar la faldriquera
sobre su palabra.
PASAMANO
Advierta
que si, como yo la hallé, 505
otro la hallara, no sé
si la tuviera tan cierta.
¿Dónde pensará que estaba?
Mire, en Madrid un criado
ha menester gran cuidado; 510
de aqueste modo colgaba.

  (Pónele dentro de la faldriquera el bolsillo que trae, dejando fuera los cordones; y de camino saca el que tiene en ella GALÓN.) 

  (Aparte. 

Lo que buscaba encontré;
Dios me dio buena ventura.)
Pues la bolsa está segura,
mire dónde pone el pie. 515
Digo esto con afición;
que ha de haber mucha amistad.

  (Aparte. 

Toda la dificultad
está en no ver el carbón.)
Adiós, amigo, a más ver. 520

  (Aparte. 

Esta vez la habéis mamado.)

  (Vase.)  



Escena VI

 

GALÓN.

 
¡Vive Dios, que es hombre honrado!
A fe que no ha de perder
el hallazgo. Escribir quiero
de mi gasto breve suma. 525

  (Siéntase a escribir.)  

¡Qué poco corre la pluma!
Derramóseme el tintero.
¿Agüeritos? No lo creo,
que por pecados los dan,
y mis dineros están 530
a buen recaudo. Ya leo
la memoria; dice así:
«He de sacar un vestido,
de mi nombre guarnecido,
y el forro de caniquí.» 535
No me olvido del tabaco,
de calzoncillos, calcetas,
de escarpines, de soletas,
y de un sombrero polaco.
Mas viéndome tan galán, 540
me dirá doña Fulana:
«Para ir al Prado mañana
yo no excuso el solimán,
el arrebol de Granada,
y ligas con rapacejo. 545
Mire que tengo ya viejo
el zapatillo; encarnada
sea la media; el guardainfante
venga bien con las enaguas.»
¡Bolsa, mucho te desaguas! 550
¿Si habrá dinero bastante?

  (Saca el bolsillo, y lo vacía sobre el bufete.) 

Quiero verlo... Mas, ¿qué es esto?
Sin duda son mis doblones
de duende, pues en carbones
todo mi caudal ha puesto. 555
¡Gran vestido sacaré!
Así te anda es buena tela.
Pues es lindo sanguijuela
el mocito, ¡por mi fe!
Con aquel modo de hablar 560
tan meloso parecía
que mil virtudes vendía;
y era todo por chupar
el zumo de mi bolsillo.
Honor, ¿qué hay que hacer aquí? 565
¿Sacarele al campo? Sí.
¿No será mejor sufrillo,
y no que en el desafío,
cuando venganza procure,
lo bizarro se me apure 570
o se me despida el brío;
y advertido mi contrario
de ver mi poca destreza,
me dé un tanto en la cabeza,
que por lo calvo es calvario? 575
Oste, puto: quien quisiere
vengarse riñendo, riña;
que yo le haré una rapiña,
si otra venganza no hubiere.

 (Vase.)  



Escena VII

 

Sala en casa de DON PEDRO.

 
 

DOÑA ELVIRA, DOÑA BLANCA.

 
DOÑA ELVIRA
Contenta en extremo estoy 580
de tener tan buena nueva.
Quiera el cielo que os gocéis,
hermana, edades eternas;
que pues conoces mi amor,
evidente es la fineza. 585
¿Dice si ha de venir presto
don Diego?
DOÑA BLANCA
Bien lo desea
mi amor: dentro de tres días,
escribe, que será cierta
su venida. No me olvido, 590
Elvira, de aquella flecha
con que dijiste que amor
traspasa, hiere y penetra:
¿Han seguido los efectos
a la causa? Dame cuenta 595
de todo, hermana, pues sabes
que, si no fuere tercera,
seré la primera en gusto.
DOÑA ELVIRA
Oye pues, escucha atenta.
Vistoso un jilguerillo se pasea, 600
y repitiendo dulce melodía,
al campo y a las flores desafía,
contemplándose copia de Amaltea.
Su libertad ejercitar desea;
mas ¡ay!, que cuando piensa se desvía, 605
da en la prisión, y allí canta a porfía,
por ver si en su desdicha se recrea.
Jilguero fui vistoso en la campaña,
que compitiendo con el alba hermosa,
amor entre sus redes le enmaraña. 610
Prendiome, al fin, en su prisión gustosa.
¡Oh cuánto sin razón, amor, se engaña
quien dice que tu red no es red dichosa!
DOÑA BLANCA
En fin, ¿quieres a don Juan
de Mendoza?
DOÑA ELVIRA
Sí, y me espera
615
en el Prado aquesta tarde,
donde, si amor lo fomenta,
daré alivio a mis congojas
y desahogo a mis penas.
DOÑA BLANCA
Si gustas que te acompañe 620
haré el oficio de Celia;
que no siempre a las criadas
se ha de dar de todo cuenta.
DOÑA ELVIRA
Con tu singular favor
tendré la victoria cierta. 625
DOÑA BLANCA
Pues alto, a tomar los mantos.


Escena VIII

 

DON PEDRO. Dichas.

 
DON PEDRO

 (Dentro.) 

¡Blanca, Elvira!
DOÑA BLANCA
Aguarda, espera;
que ha entrado mi padre en casa.
DOÑA ELVIRA
Disimula; que ya llega.
 

(Sale DON PEDRO.)

 
DON PEDRO
Bien me puedes dar albricias 630
(de gusto el alma revienta):
tu esposo está ya en Madrid.
¡Ay hija!, si tú le vieras,
yo sé...
DOÑA BLANCA
Pues, ¿cómo tan presto,
si escribió?...
DON PEDRO
¡Qué linda flema!
635
Los deseos de quien ama,
en lugar de correr, vuelan.
Yo he estado con él ahora;
es mozo de muchas prendas,
bizarro, galán: Adonis 640
no pudo hacer competencia
a don Diego; aquesta noche
vendrá a verte. Está contenta
con el desposado, hija;
que yo sé que cuando vean 645
tus amigas tantas partes
en don Diego de Ribera,
te han de quedar envidiosas
de la dicha que te espera.
Ya Blanca, tienes esposo. 650
Tú también, Elvira, espera
que le has de tener muy presto;
con las partes que deseas.
LAS DOS
Señor...
DON PEDRO
No me digáis nada;
que ya sé que sois discretas, 655
y hacer lo que os he mandado
será la mejor respuesta.

 (Vase.)  



Escena IX

 

DOÑA BLANCA, DOÑA ELVIRA.

 
DOÑA ELVIRA
Sin escucharnos se ha ido.
DOÑA BLANCA
La edad los padres renuevan
con el gusto de los hijos. 660
DOÑA ELVIRA
Sin duda en el Prado espera
don Juan. ¿Qué habemos de hacer?
DOÑA BLANCA
Ahora las cinco y media
son no más. Mi padre dijo
que a casa daría vuelta 665
a las nueve con don Diego.
Pues que vivimos tan cerca
del Prado, que nuestra calle
es la calle de las Huertas,
tiempo bastante tendremos. 670
DOÑA ELVIRA
Entremos, y haré que Celia
cuidadosa a todo asista
mientras volvemos.
DOÑA BLANCA
Aprisa;
que se va pasando el tiempo.
DOÑA ELVIRA
Si amor permite que sea 675
don Juan constante en su fe,
confesaré que sus flechas
son disparadas del arco
que el iris de amor enseña.
 

(Vanse.)

 


Escena X

 

Prado de San Jerónimo.

 
 

DON JUAN, PASAMANO.

 
DON JUAN
Amor, mi locura          cura, 680
porque en tan querida          herida
gane mi atrevida          vida,
si se aventura,          ventura.
Cupido en blandura          dura,
será el desagrado,          agrado, 685
huirá el desdichado          hado;
y será mi acierto          cierto,
el desconcierto          concierto,
feliz el prestado          estado.


Escena XI

 

DOÑA ELVIRA y DOÑA BLANCA, con mantos, tapadas. Dichos.

 
DOÑA ELVIRA
¡Qué alegre el campo apercibe 690
la amenidad que enamora,
desperdiciando de Flora
los tesoros que recibe!
DOÑA BLANCA
Dichoso en un sauce vive,
vecino de tanta flor, 695
el melifluo ruiseñor,
que por no dar celos canta;
y así, con su voz levanta
los quilates del amor.
DOÑA ELVIRA
Ya, si no me engaño, un hombre 700
está, hermana, en la estacada,
pasamano, a la criada
has de preguntar el nombre
de mi dueño.
PASAMANO
El sobrenombre
le preguntaré también. 705
DON JUAN
Mira si parece quien
deseo.
PASAMANO
Si no es antojo,
dos tapadas de medio ojo...
DON JUAN
¿Si será alguna mi bien?
PASAMANO
Pregúntalo, y lo sabrás. 710
DOÑA ELVIRA

 (Aparte.) 

Si mi corazón alcanza
lo que pretende mi fe,
amor, sólo en ti pondré
el aplauso y la alabanza.

 (Descúbrese.)  

DON JUAN
Ya se descubre; yo llego. 715
PASAMANO
El norte que sigues es.
DON JUAN
Ya lo entiendo.
PASAMANO
Llega pues.
DON JUAN
En el mar de amor navego.
Quedé a vuestra vista ciego,

 (Llega.)  

señora, después que os vi 720
absorto el alma os rendí,
con que empecé a agradeceros
la dicha del conoceros,
que fue la mayor en mí.
DOÑA ELVIRA
Antes que os viese os amé, 725
porque si os amara y viera,
a un mismo tiempo, no hubiera
qué agradecer a mi fe;
y según esto, se ve.
Que se aventaja mi amor 730
al vuestro, pues en rigor
quien ha más tiempo que vive,
fuerzas mejores recibe
y ostenta aliento mejor.
 

(Hablan aparte DON JUAN y DOÑA ELVIRA, y PASAMANO se llega a DOÑA BLANCA.)

 
PASAMANO
¿Podrá, señora, un lacayo 735
ver dese rostro el barniz,
el perfil desa nariz
y aquese asombro del mayo?
DOÑA BLANCA
¿Quiere, señor papagayo,
verlo solamente?
PASAMANO
Quiero
740
conque me diga primero
el nombre de aquesa dama.
DOÑA BLANCA
Doña Fulana se llama.
PASAMANO
Parece nombre extranjero.

  (Aparte. 

Ahora bien, con la bolsilla 745
la he de engañar, que es mujer,
y si la ve, podrá ser
que me cante la cartilla.)
Si vuesa merced se humilla
a responderme a mi asunto 750
quedaré desde este punto
con nuevas obligaciones,
Satisfaciendo en doblones,
señora, lo que pregunto.

  (Saca un bolsillo.) 

DOÑA BLANCA

 (Aparte. 

Este quiere usar de traza 755
y ha de ser el engañado.)
Si vuesa merced da traslado
dese bolsillo que abraza,
y aflojando la tenaza,
la voluntad me granjea, 760
direle lo que desea,
si es que lo quiere escuchar.
PASAMANO
. Si es tan presta en aceptar,
señora, Dios la provea.
Mas si en aquesto consiste 765
el saber lo que pretendo,
quien le estaba prometiendo
de darle no se resiste.

 (Dásele.)  

DOÑA BLANCA

 (Aparte. 

¡Extremado ha sido el chiste!
¡Que aquí mi bolsillo esté! 770
El cómo ha sido, sabré
en otra ocasión.) No ha una hora
que sirvo a aquesta señora,
y así su nombre no sé.
Vuesa merced me perdone, 775
y vuélvase por acá
mañana; que en mí hallará
quien el gusto le sazone.
PASAMANO

 (Aparte.) 

¡Mal haya el hombre que pone
su confianza en mujeres! 780
Corazón, no desespere;
que si esta ganó cien días
de perdón, si tú porfías,
ganarás los que quisieres.
DOÑA ELVIRA
En fin, ¿seréis firme?
DON JUAN
Sí.
785
¿Vos constante?
DOÑA ELVIRA
En adoraros.
¿Guardareisme fe?
DON JUAN
En amaros.
¿Quereisme bien?
DOÑA ELVIRA
Más que a mí.
DON JUAN
Pues si lo que pretendí,
mediando amor, alcancé, 790
diré alegre que os miré
para mi feliz empleo,
cortesana en el aseo,
labradora en guardar fe.
DOÑA ELVIRA
Y yo en tan alegre estado 795
viéndome tan venturosa,
agradeceré amorosa
las lecciones que he tomado
de amor; aunque me ha costado
tanta pena el aprender, 800
hasta que llegué a saber,
logrando vuestro favor,
que a los principios amor
enseña mucho a querer.
PASAMANO

 (Aparte.) 

Mi dinero dio al través. 805
Vive Dios, si no llegara
su ama, que le quitara
el bolsillo a puntapiés;
pero yo sabré después
adquirir lo que perdí. 810
DOÑA ELVIRA
Idos, señor, por allí,
sin seguirme; yo os lo pido.
DON JUAN
Pues adiós, dueño querido.
DOÑA ELVIRA
¿Vamos, doña Blanca?
DOÑA BLANCA
Sí.
 

(Vanse DOÑA ELVIRA y DOÑA BLANCA.)

 


Escena XII

 

DON JUAN, PASAMANO; después, DON DIEGO DE RIBERA.

 
PASAMANO

 (Aparte.) 

A doña Blanca nombró 815
una de ellas; claro está
que a la señora será,
que la que conmigo habló,
aunque no se descubrió,
que era criada no hay duda; 820
y así, cuando mi amo acuda
a oír de su dama el nombre,
le diré, como muy hombre,
lo que le debe a mi ayuda.
 

(Habla DON JUAN con PASAMANO, y sale DON DIEGO.)

 
DON DIEGO
Curioso al Prado he salido 825
por averiguar mis celos;
y aunque siento los desvelos
con que me aflige Cupido,
sacar a luz no he podido
a quién adora don Juan. 830
Elvira y Blanca me dan,
celos esta, aquella vida;
pero en vida tan crecida
celos sin duda serán.
DON JUAN
¿En fin, Pasamano, dices 835
que doña Blanca se llama
el objeto de mi amor?
PASAMANO
Ya dije que la criada,
movida del interés
(que el oro todo lo alcanza), 840
alegre cantó de plano;
y viendo qué bien lo canta,
luego al momento le puse
lo que prometí en la manga.
En fin, que era Blanca dijo, 845
por no dejarme sin blanca.
DON JUAN
Digo que la diligencia
fue, Pasamano, extremada;
yo satisfaré tu empeño.
PASAMANO
Beso mil veces tus plantas, 850
porque temiendo tu enojo,
temblando, señor, estaba.

  (Aparte. 

No será muy gran delito
engañar, pues que me engañan;
pero, pues de cierto sé 855
el nombre de doña Blanca,
para cobrar mis doblones
lícita juzgo esta traza.)

 (Vase.)  



Escena XIII

 

DON DIEGO, DON JUAN DE MENDOZA.

 
DON DIEGO
Don Juan esta allí; su lengua
quiero ver si se declara. 860
¿Cómo os fue, señor don Juan,
en la amorosa batalla?
DON JUAN
Don Diego, amigo, vencí,
porque firme doña Blanca
(que este es el nombre que os dije, 865
si os acordáis, que ignoraba),
aumentó mis presunciones
hoy con nuevas esperanzas.
DON DIEGO

 (Aparte.) 

Doña Blanca dijo; ¡cielos!
Aún peor está que estaba. 870
DON JUAN
¿Cómo, don Diego, os fue a vos?
¿Sacasteis a luz la causa
de vuestras penas? Hablad.
DON DIEGO

 (Aparte. 

¿Qué he de hacer en dudas tantas?
El descubrirle mis celos 875
no da remedio, antes daña;
pues en sabiendo que soy
su enemigo, cosa es clara
que hará recato de mí,
si antes no se recelaba. 880
Pero un medio se me ofrece
para acudir a mis ansias.)
Yo he colegido mis dichas,
don Juan, de vuestras palabras
porque siendo doña Elvira 885
a quien yo Cloris llamaba,
porque no la conocieseis
fingí aquello de la escala,
recelando que pudiera
ser Elvira vuestra dama. 890
Pero, pues, decís que fino
tenéis a Blanca en el alma,
satisfecho de mis dudas,
las doy ya por bien lloradas.

  (Aparte. 

Con esto aquieto en don Juan 895
el cuidado y vigilancia
con que ocultara su pecho
si a saber mi amor llegara.
Galantearé a doña Elvira;
que pues con celos su hermana 900
me mata, justo es que celos
de celos sean triaca,
y a verlas iré esta noche,
pues que su padre me aguarda.)
DON JUAN
Don Diego sois de Ribera, 905
por amigo os estimaba;
pero ya nuestra amistad
mucho más firme se enlaza
con vínculos más estrechos
y obligaciones más altas. 910
DON DIEGO

 (Aparte.) 

Vuestro amigo fuera siempre
si los celos me dejaran.
DON JUAN
Ya va cerrando la noche.
DON DIEGO
Pues adiós hasta mañana.
DON JUAN
Adiós, don Diego.
DON DIEGO
Él os guarde.
915

  (Aparte. 

Sufra como yo la ingrata.)



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