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ArribaAbajoActo II


Escena I

 

LUCAS. DON ALBERTO.

 
LUCAS
Señorito, antes que acaben
los eruditos adentro
de tomar café y licores,
vuestro padre con secreto
quiere hablaros; esperadle 5
aquí, que viene al momento.
DON ALBERTO
¿Y sabes tú si vendrá
mi prima también?
LUCAS
Por cierto
que está buena la pregunta.
¿Qué puedo saber yo de eso? 10
Vos os entendéis con ella:
bastantes señas y gestos
mientras duraba el convite
uno a otro os habéis hecho.
DON ALBERTO
¿Los has visto?
LUCAS
Como todos
15
los demás podían verlo.
DON ALBERTO
¡Oh Dios!, si habrán conocido
nuestro amor.
LUCAS
No estaban ellos
para hacer observaciones
amorosas; en comiendo20
bien, y bebiendo mejor,
estos sabios caballeros
ni oyen ni ven..., vuestro padre;

 (Mirando adentro.) 

Abur; después hablaremos.
 

(Se va.)

 


Escena II

 

DON PANUNCIO. DON ALBERTO.

 
DON PANUNCIO
Hijo, ¿qué te ha dicho Lucas? 25
¿Te ha revelado el secreto
de esta conferencia?
DON ALBERTO
Nada
me ha dicho, y saberlo espero.
DON PANUNCIO
Pues óyeme; que es preciso
descubrirte los misterios 30
de mi erudición. Ya sabes
que en alto grado poseo
todas las ciencias; que todo
lo que sucede en el cielo
lo anuncio; y sobre la tierra 35
todas las cosas penetro.
El filósofo, el legista,
el químico, el arquitecto,
el astrónomo, el que estudia
las máximas de Galeno; 40
el matemático, y todos,
en fin hasta el zapatero,
se dirigen, se gobiernan,
y enderezan sus entuertos,
con mi favor, con mis luces, 45
y con mis conocimientos;
que la ciencia universal
infusa está en mi cerebro,
y mi vasta erudición
es el científico fuego 50
que ameniza, que fecunda
los estériles talentos
de nuestra España; los sabios,
como yo, del extranjero
son la admiración, y son 55
gloria de nuestro hemisferio.
DON ALBERTO
Por Dios, padre, no os canséis.
Todo lo sé, y os confieso
que estoy aturdido.
DON PANUNCIO
Bien;
eso es lo que yo pretendo.60
DON ALBERTO
Pues sí; lo habéis conseguido.
DON PANUNCIO
¿Ves todos estos ingenios
que me rodean? Pues vienen
tras de mis descubrimientos,
como abeja tras la rosa, 65
como el asno tras el pienso.
Yo trabajo, y ellos lucen
con mis tareas; los dejo
ganar fama, y a la sombra
de mis laureles me siento; 70
laureles que yo he plantado,
para que los cojan ellos.
Pero, hijo mío, la palma
más brillante te reservo
de mis estudios; el ramo 75
más extendido y más bello
de sabiduría; el más
difícil, y el más selecto:
el dramático, que absorbe
los elogios lisonjeros 80
de la plebe y la nobleza,
de niños, mozos y vicios.
DON ALBERTO
¿De qué forma?
DON PANUNCIO
Oye, hijo mío,
voy a fiarte el secreto,
y el escalón de la gloria, 85
cuyo aplauso venidero
te está destinado. ¿Sabes
que una comedia he compuesto?
DON ALBERTO
Antes de irme a Salamanca
hicisteis una, me acuerdo. 90
DON PANUNCIO
Pues esa bajo tu nombre
verás en el coliseo
esta tarde.
DON ALBERTO
¿Qué decís?
DON PANUNCIO
Que para tu lucimiento
he destinado de toda 95
mi poesía el embeleso.
DON ALBERTO
No me faltaba otra cosa.

 (Aparte.) 

DON PANUNCIO
¿De qué has quedado suspenso?
DON ALBERTO
De ver que queréis privaros
de colocar en el templo 100
de la fama vuestro nombre.
No, señor, no lo consiento,
ni yo puedo permitirlo,
ni es justo. Voy allá dentro
a decir a don Cilindro, 105
a don Esdrújulo, al serio
don Epitafio, y al otro
Ventolera a lo moderno,
quién es el autor.
 

(Se quiere ir. DON PANUNCIO lo detiene.)

 
DON PANUNCIO
Aguarda,
muchacho, ¿por embustero 110
me quieres dejar? ¿No sabes
que yo he publicado, Alberto,
que es tuya?
DON ALBERTO
No importa.

 (Como arriba.) 

DON PANUNCIO
Espera.
DON ALBERTO
¡Oh!, no, señor; ni un momento.
¿Pudiera yo arrebataros 115
la admiración de los tiempos
sin encargar mi conciencia?
DON PANUNCIO
Pero, hijo mío...
DON ALBERTO
Venero
vuestra bondad; pero, padre,
pasar por ella no puedo. 120
Lo sabrán.

 (Queriendo irse como antes.) 

DON PANUNCIO
Oye, o me enfado.
¿Se ha visto un joven más terco
con mis beneficios? Mira;
yo en esta empresa no quiero
tener más parte que ver 125
sobre la escena el efecto
de mi erudición. Tú coges
a manos llenas los ecos
aclamatorios, palmadas
y bullicio (todo esto 130
debe haber, y mucho más);
que yo quedaré contento,
pues al fin todo recae
en mi sangre. Verás luego
como dicen: de tal padre135
tal hijo; de tal ingenio
tal producción; de tal palo
tal astilla; de tal seso
tal explosión, tal torrente,
tal comedia y tal engendro. 140
DON ALBERTO
Sí, señor; y aun muchos más
Tales se oirán por el pueblo.
Mas mi conciencia...
DON PANUNCIO
Hijo mío,
es verdad; ya voy a eso.
Acabaré de quitarte145
ese escrúpulo pequeño
que te resta. ¿Eres mi hijo?
DON ALBERTO
Yo, señor, así lo pienso.
DON PANUNCIO
Pues, hombre, si lo pensamos
los dos eres mi heredero; 150
por consecuencia te toca
todo cuanto yo poseo;
y es donación inter vivos
de este parto de mi ingenio
creador, la que te hago. 155
Desde ahora te la cedo
para ti y tus descendientes,
que os sirva de honra y provecho.
y porque puedas tranquilo
disfrutarla sin recelo, 160
te la pondré por escrito.
¿Quieres la extienda en hebreo
para mayor novedad?
DON ALBERTO
Esto no tiene remedio.

 (Aparte.) 

No, señor;  (A él.)  en castellano, 165
como queráis.
DON PANUNCIO
Pues corriendo.

 (Se sienta a escribir.) 

Verás; ningún escribano
podrá hacer un instrumento
más válido, ni que esté
más en forma de derecho. 170

 (Escribe.) 

DON ALBERTO
¿Qué puedo hacer? De la burla

 (Aparte.) 

general seré el objeto.
¿Qué dirá Isabel? Con ella
lo consultaré.


Escena III

 

DICHOS. ISABEL.

 
DOÑA ISABEL
¿Qué es esto?
Todos preguntan por vos, 175
tío, ¿y estáis escribiendo
tan despacio?

 (Acercándose a la mesa.) 

En confianza,
¿se puede saber qué es ello?
DON PANUNCIO
Retírate; no se puede.
DOÑA ISABEL
¿Sabes tú lo que es, Alberto? 180
DON PANUNCIO
No sabe nada.
DOÑA ISABEL
Pues bien:
¿Por qué no me dejáis verlo?
DON PANUNCIO
No me perturbes el juicio
con tus locuras.
DOÑA ISABEL
¿No es bueno,
que siendo vuestra sobrina, 185
siempre he de estar careciendo
de vuestras obras?
DON ALBERTO
Ay, prima,

 (Aparte a ISABEL.) 

mucho que decirte tengo.
DON PANUNCIO
Ya está.
 

(Levantándose, y retirando a ALBERTO a un lado.)

 
Tómala, hijo mío,
y con el mayor silencio 190
consérvala; que tu prima
lo ignore; su aturdimiento
nos puede desconcertar.
Recoged,

 (A los dos.) 

mientras yo vuelvo,
esos mapas, y que todo 195
quede en el mayor arreglo.
 

(Se va.)

 


Escena IV

 

ISABEL. ALBERTO.

 
DOÑA ISABEL
Gracias a Dios que se ha ido.
Vaya, ¿me dirás, Alberto,
qué papel es ese? ¿Y qué
significa este misterio?200
DON ALBERTO
Significa una desgracia
mía; pero no la puedo
explicar, cuando tú, ingrata,
te burlas de mi tormento;
cuando recibes y aplaudes 205
con semblante placentero
la nueva de que te casas
con un tonto, a mi despecho;
cuando de todos escuchas
el parabién; cuando veo, 210
que indiferente a mis penas,
miras con ojos risueños
a tu nuevo amante; en fin,
cuando me olvidas.
DOÑA ISABEL
Muy bello
discurso. ¿Conque sacamos 215
en claro de tus extremos,
de tus cuandos y tus quejas,
que el futuro casamiento
es negocio concluido?;
¿Es verdad?
 

(Riéndose.)

 
DON ALBERTO
¿Te estás riendo
220
de mi dolor? ¡Ojalá
que el daño no fuera cierto!
Pero ¿cómo has de oponerte
a los terribles preceptos
de tu madre y de tu tío?225
Dime ¿no lo aprueban ellos?
¿No callas tú? Qué, ¿pudieras
resolverte?...
DOÑA ISABEL
¡Grande esfuerzo
de resolución! Negar
mi mano y mi amor a un necio.230
DON ALBERTO
Qué, ¿la negará, bien mío?
DOÑA ISABEL
No tienes que agradecerlo
a la inclinación que sabes,
Alberto, que te profeso.
Pues sin ella les diría 235
francamente que no quiero.
DON ALBERTO
¡Oh Isabel mía, adorada
Isabel! ¡Feliz momento!
Deja que a tus pies...
DOÑA ISABEL
Ven, ven
a mis brazos

 (Levantándolo, y se abrazan.) 

¡Pobre Alberto,
240
qué susto has pasado! Vamos
a arreglar estos enredos,
y ensancha tu corazón.
DON ALBERTO
¡Con qué placer te obedezco!

 (Retirando a un lado los mapas.) 

DOÑA ISABEL
Pero, primo, se te olvida 245
confiarme el gran secreto
de aquel papel, que mi tío
te dejó al salir.
DON ALBERTO
Es cierto.
Tómalo;

 (Dándoselo.) 

y en el verás
otro compromiso nuevo 250
para mi reputación.
Tú me dirás lo que debo
hacer.
DOÑA ISABEL
Oye lo que dice;
que sin duda estará bueno.

«Declaro yo  (Lee.)  el declarante abajo declarado, que por la presente cesión poética cedo a don Alberto Salcedo, mi hijo, la composición dramática intitulada: el Contraste, contrastado, propia de mi talento y cosecha erudita, que se ha de representar, como suya, está tarde día de la fecha. De la que le hago donación en forma, pura, neta, y de las que el foro llama inter vivos. Y para que pueda disfrutarla sin competencias literarias, lo signo de mi puño en Madrid a seis de Agosto del siglo nuevo.» D. Panuncio Archipiélago

DOÑA ISABEL
¡Oh qué finca tan soberbia 255
has adquirido! ¡Qué bello
mayorazgo!
DON ALBERTO
Pero, prima;
si mi apellido es Salcedo,
¿Cómo se firma mi padre
de otro modo?
DOÑA ISABEL
Ya hace tiempo
260
que Archipiélago se nombra
por dar a entender lo inmenso
de su erudición.
DON ALBERTO
Dios mío,
¿a tan ridículo extremo
se ha reducido mi padre? 265
Pero lo que yo más siento
es que el maldito Contraste
Contrastado es el enredo
más lánguido, más insulso,
más sin gracia y sin ingenio 270
que se habrá visto.
DOÑA ISABEL
¿Que tú
lo has leído?
DON ALBERTO
Sí.
DOÑA ISABEL
Me alegro.
DON ALBERTO
¿Conque te alegras? Tú quieres
hacerme perder el seso.
Si quisiera era muy fácil. 275
Pero por ahora Alberto,
hasta ver la aceptación
que logra, contemplaremos
a tu padre. Es hombre honrado,
y si cuatro majaderos 280
o locos, que le rodean
por disfrutar su dinero,
no le hubieran trastornado
enteramente el cerebro,
ni le hubiesen colocado 285
en el peligroso empleo
de erudito, en toda España
no hubiera un hombre tan bueno.
Quizá llega el desengaño;
pero entre tanto pensemos 290
en divertirnos nosotros,
y que sea a costa de ellos.


Escena V

 

DICHOS. DOÑA EVARISTA.

 
DOÑA EVARISTA
Hija ¿qué?, ¿estás ocupada?
DOÑA ISABEL
Sí, señora; componiendo
el estudio, porque dice 295
mi tío que vendrán luego
aquí todos los señores.
DOÑA EVARISTA
Por eso te echaba de menos
el señor don Epitafio.
DON ALBERTO
¿Sí? Pues voy a entretenerlo 300
yo por mi prima; ya veis
que para el caso es lo mesmo.
 

(Se va.)

 
DOÑA EVARISTA
¡Qué amable, qué complaciente,
y qué galán es Alberto!
¿No te parece lo mismo, 305
hija?
DOÑA ISABEL
Y añadid a eso,
qué apasionado lector
de papeles extranjeros;
qué aficionado a noticias
políticas, y qué empeño 310
tiene en saber las intrigas
generales de los reinos.
DOÑA EVARISTA
¿Qué dices? Yo lo ignoraba.
DOÑA ISABEL
Ay, madre; es el novelero
universal; ahora mismo 315
me lo encontré aquí leyendo
las noticias del Japón
en un mercurio chinesco.
DOÑA EVARISTA
¡Curioso papel! Si yo
entendiera de ese imperio 320
el idioma, no faltaba
nada a mis conocimientos
políticos.
DOÑA ISABEL
Pues es fácil.
Yo voy ahora a aprenderlo,
si mi primo se conviene 325
a servirme de maestro.
DOÑA EVARISTA
Sí; se convendrá.
DOÑA ISABEL
¿Quién sabe?
Está con mi casamiento
de tan mal humor.
DOÑA EVARISTA
¿Lo siente?
DOÑA ISABEL
Parece que sí.
DOÑA EVARISTA
Lo entiendo.
330
Pero, hija, es muy ventajoso
el partido que te ha hecho
don Epitafio. Ya sabes
que es muy rico.
DOÑA ISABEL
En cuanto a eso
Alberto también es rico; 335
que es el único heredero
de mi tío.
DOÑA EVARISTA
Pero hija,
con su caudal no podemos
contar para los viajes,
que al instante emprenderemos 340
con este otro.
DOÑA ISABEL
Pero al fin
será distinto el hacerlos
con un hombre que se ocupa
en visitar monumentos,
que estar al lado de un joven, 345
que tiene en la uña el gobierno
general de Europa y Asia,
y aun de todo el mundo entero.
DOÑA EVARISTA
No dices mal, hija mía.
Te ofrezco pensar en ello 350
antes de la boda.


Escena VI

 

DICHAS. EL BARÓN.

 
EL BARÓN
Amables
damas, ¿nos dejáis?, ¡qué extremo
de incivilidad!
DOÑA ISABEL
Barón
gracias por el cumplimiento
EL BARÓN
Es très natural.
DOÑA ISABEL
Haced
355
compañía, mientras vuelvo,
a mi madre, y yo haré corte
a los otros caballeros.
 

(Se va.)

 
EL BARÓN
¡La linda joven! Madama,
¿sera verdad su himeneo 360
con el antiguo?
DOÑA EVARISTA
Barón,
todavía no he resuelto.
EL BARÓN
¡Oh!, como yo no estuviera
tan atacado de serios
asuntos, ella era mía; 365
me convenía; me encuentro
en apatía, y malado
en el estado soltero.
Mas no está posible ahora
maridarme; el Ministerio 370
se me confía, él me ocupa,
él solicita mi acuerdo;
así perdonad, madama;
más adelante...
DOÑA EVARISTA
No pienso
que mi hija...
EL BARÓN
Es deliciosa.
375
Ella posee el gracejo
español que no es de moda.
Pero puede con el tiempo
tomar de las extranjeras
aquel lánguido salero 380
con que llevan la mantilla.
¡Oh buen Dios que es un portento!
Entonces pensaré en ella.
Rien de plus.
DOÑA EVARISTA
¿Qué estáis diciendo?
Pues acaso...
EL BARÓN
Ahora trabajo
385
en detallar un proyecto
por la sociedad, que sirva
para exterminar los perros.
Esto que en nuestros diarios
fue un obraje de muy bellos 390
discursos; también, madama,
a los aguadores debo
una lección de crianza,
y lo mismo a los cocheros.
DOÑA EVARISTA
¿Y qué me diréis, Barón, 395
de los negocios secretos
del gabinete?
EL BARÓN
Rien, nada.
Soy impenetrable en ellos.
Yo lo sé todo: ellos toman
mi dictamen; yo procedo 400
discretamente; ellos saben
que yo soy mucho discreto;
y en literatura... ¡Oh Dios!
¿Sabéis que estoy traduciendo
del castellano al francés 405
los opaquísimos versos
de Góngora?


Escena VII

 

DICHOS. DON ESDRÚJULO.

 
DON ESDRÚJULO
¿Quién nombraba
a mi caro compañero
de las moradas del Pindo?
EL BARÓN
Vuestro servidor.
DOÑA EVARISTA
Me alegro
410
de que vos hayáis venido;
ved si podéis entenderos
con el Barón; porque yo
nada saco de provecho
político de su inmensa 415
conversación. Hasta luego.
 

(Se va.)

 
DON ESDRÚJULO
Barón, hablar con mujeres
de poesía es dar a cerdos
margaritas. Explicadme
a mí el numen altanero 420
de Góngora.
EL BARÓN
En castellano
ciertamente no lo entiendo;
pero en verso alejandrino
pareado de martilleo
será un asombro.
DON ESDRÚJULO
¿Y por qué
425
con ese conocimiento
del francés no traducís
a Racin, Molière, o al fiero
Crebillon?
EL BARÓN
¡Oh! grandes hombres;
pero no escribieron ellos 430
para mí ni para vos.
A otras cabezas dejemos
más emprendentes la idea
de españolizarlos. Estos
son bastante conocidos 435
para mi pluma; yo quiero
traducir aquellas piezas
de marionetas, aquellos
dramas de las parodias,
que son encanto del pueblo. 440
Rien de plus.
DON ESDRÚJULO
Maravillosas
composiciones se han hecho.
De esa clase. ¡Qué estro tienen!
¡Qué moral, qué enlazamiento,
tan admirable! Hacéis bien 445
en emplear vuestro genio
flamante en flamantes obras;
qué flamantísimos plectros
deben consagrar su musa
con jocosísimos metros 450
a los prodigiosos partos
de ese género moderno.
EL BARÓN
Sí, don Esdrújulo; él es
mi fuerte; él es mi contento;
él es mi manía; él es 455
la calma de mis desvelos.
Rien de plus.
 

(LUCAS sale.)

 
LUCAS
Señor Barón,
un lacayo os busca.
EL BARÓN
Esto
es espantoso; por todo
me siguen: ¿es un portero 460
de madama la marquesa
de los palacios del viento?
LUCAS
¿Qué diablos sé yo? Salid,
y entonces podréis saberlo.
 

(Se va.)

 
EL BARÓN
¡Qué incivil, qué cacoquimio, 465
y qué adusto es este viejo!
Don Esdrújulo, es preciso
partir; pero al punto vuelvo.
 

(Se va.)

 


Escena VIII

 

DON ESDRÚJULO. Después DON ALBERTO.

 
DON ESDRÚJULO
¡Oh!, cuánto envidio al Barón
el mucho conocimiento 470
que tiene de casas grandes;
donde siempre hay un cubierto
Franco, para que se llenen
la panza los caballeros
de la industria, que en mi tierra 475
se llaman alabarderos.
Estos reptiles de moda
a los poetas hambrientos
perjudican; ellos son
como el pegajoso insecto 480
de la chinche; donde pican
una vez, picarán ciento.
 

(Sale DON ALBERTO.)

 
DON ALBERTO
Don Esdrújulo, ¿tan solo?
¿Estabais haciendo versos?
DON ESDRÚJULO
No, señor; lamentaciones 485
eran las que estaba haciendo.
Pero voy a trabajar,
porque no se pierda tiempo,
en aquel epitalamio
nupcial; y pues lo primero 490
que pensé no me ha servido,
oíd otro pensamiento
alegórico; las bodas
que hizo Vulcano con Venus.
¿Qué os parece?
DON ALBERTO
Que es muy propio,
495
si el personaje sangriento
de Marte lo hiciera yo.
Ya sabéis que fue cortejo
de la diosa de Citeres.
DON ESDRÚJULO
Cáspita, que ahora me acuerdo 500
de esa aventura que ofrece
a un casado mal agüero.
Pero vamos a escribir;
quizá saldrá del tintero
mejor idea. Oh Apolo, 505
sóplame tu sacro fuego.

 (Sentándose a escribir.) 

DON ALBERTO
Mala ocasión de que sople
Elegis;

 (Mirando adentro.) 

pues, según veo,
a este estudio vienen todos.


Escena IX

 

DICHOS. DOÑA EVARISTA. DON PANUNCIO. DOÑA ISABEL. DON CILINDRO. DON EPITAFIO.

 
DON PANUNCIO
Hola, hola, ¿cómo es esto, 510
don Esdrújulo?, ¿queréis
privaros de los portentos
maquinarios y celestes
que a ver venimos?
DON ESDRÚJULO
Yo luego
los veré; dejadme ahora 515
versificar, que bullendo
musas, rimas y harmonía
siento andar en mi cerebro.
DOÑA ISABEL
Dice bien, no interrumpirle,
pues cuando están componiendo 520
los poetas, nada atienden
en cielo, tierra ni infierno.
DON PANUNCIO
Vaya; empezad, don Cilindro.
DON CILINDRO
Señores, mientras elevo
la energúmena, doy curso 525
a sus ruedas, pongo en juego
sus autómatas, y explico
de la escena los prospectos.

 (Pone el cajón sobre una silla, y hace como que lo está componiendo.) 

Podéis sentaros.
DOÑA ISABEL
Aquí,
madre mía;
 

(Colocando sillas, de modo que ella quede junto a ALBERTO.)

 
y este asiento
530
para mi tío; aquí vos

  (A DON EPITAFIO.) 

junto a mi madre; tú, Alberto.
a esta esquina; y para mí
queda esta silla de en medio.
DOÑA EVARISTA
¡Qué viveza!

 (Sentándose.) 

DON ALBERTO
¡Qué placer!
535
 

(Apartándose al lado de DON EPITAFIO.)

 
DON PANUNCIO
Vaya que tienes ingenio
 

(Sentándose al lado de DON EPITAFIO.)

 
para arreglar un estrado.
DON EPITAFIO
Señores oíd.
DON PANUNCIO
Silencio.
DON CILINDRO
Yo el maquinista mayor
 

(Mientras habla DON CILINDRO conversan aparte ISABEL y ALBERTO.)

 
de la Europa; yo que espero 540
dar dirección a los globos
y derechura al cangrejo;
en este óptico prodigio
a vuestra vista presento
las valerosas hazañas 545
de los héroes; concurriendo
en su tubo orbicular
sus figuras a este efecto.
No veréis ciudades, tropas,
ni desgracias de toreros 550
horriblemente pintadas;
pero veréis los volteos
de la cuerda floja, el salto
mortal, y el tropel inmenso
con que andan los valencianos 555
tras de romperse el pescuezo.
Después veréis otra cosa.
DON PANUNCIO
Para pescuezo tremendo
el del cometa. Hijo mío,
¿son las cuatro?
DON ALBERTO
Lo veremos.
560

 (Sacándose el reloj.) 

Sí, señor las cuatro en punto.
DON PANUNCIO
Pues por ahora

 (Levantándose.) 

dejemos
la energúmena, que importa
mucho ver un fenómeno
como este.
DON CILINDRO
Ved que es desaire
565
de mi ciencia.
DON PANUNCIO
No por cierto;
pues bien pueden observarse
dos cosas a un mismo tiempo
como ahora. Don Epitafio,

 (A él.) 

aplicad un ojo vuestro 570
al telescopio.
DON EPITAFIO
Bien.

 (Poniéndose a mirar por el telescopio que está preparado desde el acto primero.) 

DON PANUNCIO
¿Pasa?
DON EPITAFIO
No.
DON CILINDRO

  (A DON EPITAFIO.) 

Venid: que estáis perdiendo
la perspectiva.
 

(Pasa DON EPITAFIO a la máquina.)

 
DON PANUNCIO
Isabel,
mira tú si puedes verlo.
 

(ISABEL va al telescopio.)

 
DON ESDRÚJULO
Don Alberto acá; escuchad 575
el mejor de los sonetos.
 

(ALBERTO va a la mesa.)

 
DON PANUNCIO
¿Ves algo?

 (A ISABEL.) 

DOÑA ISABEL
Nada.
DON PANUNCIO
Evarista,
a ver tú.
DOÑA EVARISTA
Aunque no lo creo,
 

(Va al telescopio, e ISABEL pasa a la máquina.)

 
miraré por darte gusto.
DON ESDRÚJULO
¿Qué tal?

 (A ALBERTO.)  

DON ALBERTO
Amigo, soberbio.
580
DON CILINDRO
¿Os admiráis?

 (A DON EPITAFIO.) 

DON EPITAFIO
No.
DON CILINDRO
¡Qué tonto!
Venid acá, don Alberto.
 

(ALBERTO va a la máquina, y se pone al lado de ISABEL.)

 
DOÑA EVARISTA
Hermano, no se ve más
que un gran pedazo de cielo.
DON CILINDRO
Aquí se ven otras cosas; 585
venid, señora.
 

(Va DOÑA EVARISTA a la máquina.)

 
DON PANUNCIO
¿Están ciegos
todos? Pero a la verdad,

 (Mira por el telescopio.) 

que tampoco yo lo veo.
Don Esdrújulo venid
a observar.
DON ESDRÚJULO
Ahora no puedo.
590
DON PANUNCIO
Pues qué ¿no habéis acabado?
DON ESDRÚJULO
Falta poco; doce versos.
DON PANUNCIO
Pues tenéis adelantado
bastante para un soneto.
¡Qué demonio de manía 595
poética! Estamos buenos:
con la energúmena y ella
me dejan solo. Hola, Alberto,
¿qué diablos haces?
DON ALBERTO
 

(Ha estado hablando en secreto con ISABEL.)

 
Señor...

 (Con turbación.) 

DON PANUNCIO
Examina, majadero. 600
DON ALBERTO
Preciso será adularle,

 (Pasando al telescopio.) 

pues ha visto mis extremos.
A ver... ¡Oh!, ya está pasando

 (Mirando.) 

sí, señor, ya lo estoy viendo.
DON PANUNCIO
¿El cometa?
DON ALBERTO
Sí, el cometa.
605
DON PANUNCIO
¿Tiene cola?
DON ALBERTO
Y según pienso,
que cubre toda la Europa.
DON PANUNCIO
¿Qué es Europa? Poco es eso,
y aun toda la España. Mira,
¿si es transparente su cuerpo, 610
si se enrosca, si echa chispas,
o es de color verdinegro?
Don Epitafio, por Dios
no perdáis momento.
DON ALBERTO
Sí, amigo, y mejor que yo 615
podréis explicarlo luego.
 

(DON EPITAFIO pasa sin hablar, y mira por el telescopio.)

 
DON PANUNCIO
¿Lo veis?
DON EPITAFIO
No.
 

(Se aparta y mira DON PANUNCIO.)

 
DON PANUNCIO
Ni yo tampoco;

 (Aparte.) 

pero mi hijo no creo
que me engañe, porque nunca
ha dado en ser embustero. 620
Ni es posible imaginar
que en un asunto tan serio
mintiera.


Escena X

 

DICHOS. EL BARÓN.

 
DON PANUNCIO
Barón, Barón,

 (Viéndole entrar.) 

venid a mirar, que es tiempo.
 

(EL BARÓN mira.)

 
¿Qué veis?
EL BARÓN
Rien, nada.
DON PANUNCIO
¡Qué, gentes
625
tan torpes! Me desespero.
DON EPITAFIO
Incógnito para todos.
DON ALBERTO
Menos para mí.
DON CILINDRO
Os espero,
Barón, venid a observar.
EL BARÓN
¿Es por aquí?

 (Al arrimarse rompe un vidrio con el espadín.) 

DON CILINDRO
¿Qué habéis hecho,
630
hombre insensato?
DOÑA ISABEL
Un destrozo.
DOÑA EVARISTA
¡Jesús!, y cómo lo siento.
¿Es grande el daño?
EL BARÓN
¡Oh!, no es nada.
DON ESDRÚJULO
Pues si no es nada, me siento.

 (Se había levantado al ruido del vidrio, y ahora se sienta otra vez.) 

Apolo, vuelve a inspirarme. 635
EL BARÓN
Ello es un vidrio de menos.
DON PANUNCIO
Qué desgracia, don Cilindro.

 (Acudiendo a la máquina.) 

A ver si lo componemos
entre los dos.
DOÑA ISABEL
Lo que es raro
es, que el Barón, que es modelo 640
de la moda, traiga espada.
EL BARÓN
Madama, sé lo que debo
a mi elevación. Son días
en que se estrena un ingenio
dramático. ¿Lo ignoráis? 645
Sí, señora; y bien por esto
me soy puesto en gala.
DOÑA EVARISTA
Hija,
yo me alegro de saberlo,
pues por lo mismo nosotras
petimetras nos pondremos. 650
DON CILINDRO
No, don Panuncio, es en vano
buscar ahora el remedio
y acudiendo a la máquina.
A esta desgracia. ¡Qué ira!
Hola, Manuel, Lucas, Pedro. 655
 

(Salen los criados.)

 
Levantad con gran cuidado
la máquina, que al momento
yo os sigo. Llevadla a casa.
 

(Los criados se van llevando el cajón.)

 
DON PANUNCIO
Mas, don Cilindro; a lo menos
no faltaréis al teatro. 660
DON CILINDRO
¿Qué sé yo? Allá lo veremos;
pero si queréis gozar
de los prodigios perpetuos
de mi ciencia, que el Barón
restrinja su aturdimiento. 665
 

(Se va.)

 
EL BARÓN
¿Aturdido a mí? Que soy
el juicioso balanceo
del Estado. Oh, que mi espada
 

(Empuña la espada, y DON ESDRÚJULO se levanta.)

 
quiere batirse. ¡Qué extremo
de avilantez! Serenadme, 670
madamas.
DOÑA ISABEL
Ya estáis sereno.
¿No es verdad? Vaya tomad
mi abanico, haceos fresco.
 

(EL BARÓN toma el abanico, y se sienta haciéndose aire.)

 
DON ESDRÚJULO
¿Se serenó? Pues, Apolo,
vuelve a inspirarme tu fuego. 675

 (Vuelve a sentarse.) 

DOÑA EVARISTA
Hija, no te has divertido
con la máquina, y lo siento.
DOÑA ISABEL
No importa; con otras cosas,
madre mía, me divierto.
DON PANUNCIO
Como que tiene presente 680
a su esposo.
DOÑA EVARISTA
Aún hay en eso
mucho que decir.
DON PANUNCIO
Pues cómo;
¿te opondrás a mis intentos?
DOÑA EVARISTA
Sí, hermano; es fuerza contar
con mi hija lo primero; 685
después los preliminares
extender; después ponerlos
en mi poder, porque pueda
con el maduro congreso
de sentidos y potencias 690
consultar mi entendimiento.
DON PANUNCIO
¡Qué mujer!, y tú, sobrina,
¿qué dices?
DOÑA ISABEL
Que yo no puedo
gustar de don Epitafio.
EL BARÓN
Y él debiera conocerlo. 695
DON EPITAFIO
¿Nada?
DOÑA ISABEL
Nada.
DON EPITAFIO
Buenas tardes.

 (Haciendo cortesía.) 

DON PANUNCIO
¿Dónde vais?
DON EPITAFIO
Estoy impuesto.
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
¿Tú te atreves de este modo
a trastornar mis proyectos?

  (A ISABEL.)  

DOÑA ISABEL
Yo obedeceré a mi madre. 700
DOÑA EVARISTA
Hija, tú tienes talento,
pues que conoces el mío.
Sígueme nos dispondremos
a recibir las visitas
con el mayor lucimiento. 705
 

(Se va.)

 
Con esta declaración

 (Aparte.) 

mi primo estará contento.
 

(Se va.)

 
EL BARÓN
Pero, amigo don Panuncio,
vos hacéis gran desacierto
en afrontar las mujeres. 710
Ellas son de dócil genio,
ellas son...
DON PANUNCIO
Son unas sierpes
sin juicio y sin miramiento:
¿hacer a don Epitafio
semejante desafuero, 715
cuando más lo necesito?
¿Cuando con su favor cuento
para aplaudir la comedia?
EL BARÓN
¡Oh Virgen! ¿Y qué por eso
calculáis en vuestro daño, 720
sabiendo que yo os protejo?
¡Oh!, que él no se atreverá
a reprocharla os protesto.
 

(Se va.)

 
DON ALBERTO
Pero, padre, si tenéis
del buen éxito recelo, 725
¿por qué no dais vuestro nombre,
y entonces todos?...
DON PANUNCIO
Silencio,
muchacho. ¿No ves allí
a don Esdrújulo?
DON ALBERTO
Pero...
DON PANUNCIO
Pero te mando callar; 730
¿se ha visto mayor exceso
de terquedad?


Escena XI

 

DICHOS. LUCAS.

 
LUCAS
Señorito,
señor, que se pasa el tiempo;
y empezarán la comedia.
Yo me voy, porque no quiero 735
perder el principio.
DON PANUNCIO
Vamos,
hijo, no nos echen menos.
DON ALBERTO
¿Y que no viene mi prima?
DON PANUNCIO
¿Pues qué nos importa eso?
¿No lo sabe ya su madre? 740
Que venga o no ¿qué tenemos?
Tú, Lucas, ponte en el patio;
observa los movimientos
de la plebe; los discursos
del gentío turbulento; 745
haz un exordio en favor
del drama; y enardeciendo
las mentes desracinadas...
LUCAS
Vaya, que tenéis empeño
en hablar conmigo, como 750
si yo entendiera el hebreo.
Tiempo perdido; lo he dicho;
pero, señor don Alberto,
con las palmadas de Lucas
podéis contar desde luego. 755
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
Hijo, no nos detengamos.
DON ALBERTO
Cielos,  (Aparte.)  dadme sufrimiento.
 

(Se van los dos.)

 
DON ESDRÚJULO
No puedo más por ahora;
pero, señores, silencio,
oiréis qué maravillosas 760
cuatro rimas de un soneto.

 (Se levanta, y lee sin mirar a otra parte.) 

«Con el fuelle soplando a dos carrillos
Vulcano excita la ferviente llama,
como el amor se excita de quien ama
a la vista de dos o tres chiquillos.» 765
¿Qué tal?

 (Dejando de leer, y mirando la escena.) 

Hola, ¿qué no hay nadie?
¿Me dejan en un aprieto
semejante? ¿Si será
por la comedia? Corriendo
me voy al teatro; allí 770
con el numen verdadero,
que inflama a los literatos
cuando oyen algo de nuevo,
les juro que mis silbidos
se oirán en el firmamento. 775
 

(Se va.)