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ArribaActo III


Escena I

 

DOÑA ISABEL. Después DOÑA EVARISTA.

 
DOÑA ISABEL
Mientras mi tío y Alberto
están a ver la comedia,
y mi madre se dispone
para el recibo a su vuelta,
me servirá la lectura 5
de distracción.

 (Se sienta a leer.) 

Descubierta

 (Tomando un libro, y leyendo el título.) 

de la India. Voy a ver
si de tan lejanas tierras
se verifica el proverbio
que dice: Mentiras luengas. 10
 

(DOÑA EVARISTA sale.)

 
DOÑA EVARISTA
¿Qué estás leyendo, hija mía?
DOÑA ISABEL
Las varias cosas que cuentan
los viajeros, y admiraba
la costumbre que se observa
en las riberas del Ganges; 15
donde siguen a la hoguera
el cadáver del marido
las viudas, y se queman
con él; pero no renacen
como el fénix de sus mesmas20
cenizas.
DOÑA EVARISTA
¡Qué abominable
estilo! ¿Sabes que es fuerza
prevenir al Ministerio
sobre ese abuso? No sea
que entre las modas que a España 25
nuestro comercio acarrea,
se introduzca una costumbre
tan perjudicial. ¿Qué fuera
de nosotras las viudas,
si nos privaran de aquella 30
satisfacción de llorar
al que yace? ¿Y cuántas de ellas,
relevando su hermosura
con sus lágrimas y quejas,
sacaron del novenario 35
quien minorase su pena?
DOÑA ISABEL
Y también dice un adagio,
que no tenemos en nuestra
vida un día más feliz
que aquel, en que come tierra 40
un marido. Pero, madre,
¿cómo no estáis más compuesta?
Yo pensé que el tocador
os ocupaba; si llegan
del teatro los señores 45
a darnos la enhorabuena
del aplauso de mi primo,
deben vernos petimetras.
DOÑA EVARISTA
Hija, no me hables palabra
de la maldita comedia; 50
pues teniendo que adornarme
para entonces, será fuerza
que esté así, porque se han ido
todos los de casa a verla;
y las llaves de los cofres55
se ha llevado la doncella.
El estrado está en desorden,
sin limpiar la chimenea,
el tocador destocado,
todas las salas revueltas, 60
y no hay para recibir
a las gentes otra pieza
habitable que el estudio.
Yo aseguro que no fueran
al teatro si tratasen65
de leer allí la gaceta.
En fin...


Escena II

 

DICHAS. DON PANUNCIO lleno de polvo y telarañas.

 
DON PANUNCIO
¡Oh témpora, oh mores!
¡Oh corrupción! ¡Oh simpleza
popular!
DOÑA ISABEL
¿Qué es esto tío?
DON PANUNCIO
¡Oh livor!
DOÑA EVARISTA
¿En qué refriega
70
te has puesto tan indecente,
tan inmundo?
DON PANUNCIO
En la más negra
desgracia que ha visto el sol,
y que ha sufrido la tierra,
desde que se usan desgracias75
para su oprobio y vergüenza.
¡Oh actores!, gentes ingratas,
gentes sin ley, ni conciencia;
¡oh populacho! Cerbero
can de ladrantes cabezas: 80
plegue al cielo que en el siglo
diez y nueve los poetas
mágicos de Vayalarde
a ser tus delicias vuelvan,
plegue al cielo...
DOÑA ISABEL
Pero, tío,
85
explicaos de manera
que podamos entenderos.
Estáis de pies a cabeza
lleno de manchas y polvo;
y el semblante manifiesta 90
mucha alteración.
DON PANUNCIO
Infandum,
regina, jubes; si vieras
lo que he sufrido; ¡ay!, en vano,
por sostener las tareas
del genio creador, compuse95
mil cosas sobre la escena
de repente, que previne
desde el bastidor; a fuerza
de correr por todas partes,
las malditas candilejas 100
y el polvo del vestuario
vulneraron mi limpieza.
¡Ah!, no ha bastado mi numen,
mi celo y mi diligencia;
pues los actores entraban 105
maldiciendo la comedia,
y el compositor; en nada
respetaron mi presencia.
DOÑA ISABEL
Pues ¿que sois vos el autor?
DON PANUNCIO
¿Qué es lo que hablas, bachillera? 110
DOÑA EVARISTA
Se funda, hermano. Si dices
que has añadido tan bellas
cosas de repente...
DON PANUNCIO
Y bien;
por eso no es consecuencia
que fuese mía; yo hice 115
cuanto pude en su defensa,
porque al fin es de mi hijo,
y aunque sea una miseria,
salió de mi propia sangre.
Decidle luego que venga, 120
que entre en este gabinete;
pero que nadie se atreva,
sino Alberto; y tú, sobrina,
saca ropa, con que pueda
mudarme. ¡Oh dolor! ¡Oh día 125
de desolación y afrenta!
 

(Se va.)

 
DOÑA ISABEL
Voy, señor. Todo sucede
según mi intención desea.

 (Aparte al irse.) 

 

(Se va.)

 


Escena III

 

DOÑA EVARISTA. Después LUCAS.

 
DOÑA EVARISTA
¡Válgame Dios!, qué confusa
sus expresiones me dejan. 130
Según se explica, parece
 

(Sale LUCAS.)

 
que ha disgustado la pieza.
No lo extraño, porque el mundo
está poblado de bestias.
LUCAS
Es verdad; pero, señora, 135
algunas veces no yerran
en sus juicios. Verbi gracia,
como esta tarde. ¡Qué gresca
había!
DOÑA EVARISTA
¿Dónde?
LUCAS
En el patio,
en las gradas y lunetas, 140
barandillas, aposentos,
corredores y cazuela
del coliseo.
DOÑA EVARISTA
¿Aplaudiendo?
LUCAS
Cierto; mas de una manera
particular. Ya se ve; 145
tienen razón.
DOÑA EVARISTA
Vamos, cuenta
lo que ha sucedido, pronto.
LUCAS
Si puedo; que la cabeza
traigo aturdida. ¡Ay Dios mío!
He sacado una jaqueca 150
en forma; y el señorito
que ha presenciado la fiesta
como yo, ¿qué habrá pasado?
En la jornada primera
vi bambolear la función; 155
en la segunda tropieza
sin remedio, y de costillas
vino a dar en la tercera.
¡Qué algazara! Las palmadas
de fandango se desplegan; 160
silban todos los chisperos;
y por colmo de vergüenza,
cuando callaban abajo,
las gallinas vocingleras
taconeaban, y en tiple 165
repetían fuera, fuera.
DOÑA EVARISTA
Pero, Lucas, ¿no has sabido
cuáles los defectos eran
del drama?
LUCAS
¿Qué más defectos
que la frialdad perpetua 170
de una prosa intolerable?
¿Y las insulsas escenas
de un contraste sin contraste?
Estaba en una luneta
un abate, hombre erudito, 175
según lo que le respetan,
y dijo: la exposición
dura cerca de hora y media;
el público de este modo
ya sabe lo que le espera, 180
y no contento el autor
con esta sencillez griega,
pone a todos los actores
a escuchar tras de las puertas,
y cátate el desenlace,185
que viene como de perlas.
DOÑA EVARISTA
Pero, hombre, si el argumento
era griego...
LUCAS
No; que era
madrileño, y todo él
erizado de sentencias190
latinas; ningún sermón
se ha hecho con más moraleja;
ni para dormir tampoco
más a propósito fuera,
a no ser por el ruido 195
general.


Escena IV

 

DICHOS. DON ALBERTO.

 
DON ALBERTO
¡Oh qué vergüenza!

 (Tirando el sombrero, y arrojándose sobre una silla.) 

DOÑA EVARISTA
Sobrino mío.

 (Acercándose a él.) 

DON ALBERTO
Señora...,
no puedo hablar..., ¡oh qué afrenta!
LUCAS
Señorito, con sentir
un hombre nada remedia. 200
¿Queréis agua?
DON ALBERTO
Por piedad
déjame, Lucas.
DOÑA EVARISTA
Es fuerza,
que entres a ver a tu padre;
me encargó te lo dijera
cuando vinieses.
DON ALBERTO
Ay tía
205
idos un poco allá fuera,
yo entraré después.
DOÑA EVARISTA
Alberto,
si mi dictamen hubieras
consultado, en esta intriga
confundido no te vieras. 210
Mejor que para el teatro
es escribir la gaceta;
se guardaran de ofenderte,
y al fin es una carrera
diplomática; entre tanto 215
tus espíritus serena.
 

(Se va.)

 
LUCAS
Voy a avisar a su prima,

 (Aparte al irse.) 

porque a consolarle venga.
 

(Se va.)

 


Escena V

 

DON ALBERTO. Después DOÑA ISABEL.

 
DON ALBERTO
¡Infeliz de mí!, a qué extremo
una locura me lleva; 220
aun no bien llego a la corte,
cuando ya soy de la befa,
general el triste objeto;
y ni esperar puedo apenas
que en público disfamado 225
amor mis votos conceda.
¡Ay Isabel!
 

(ISABEL sale.)

 
DOÑA ISABEL
Primo mío,
¿qué es esto? ¿Por qué te quejas
y te abates de ese modo?
DON ALBERTO
Si complaces tus ideas, 230

 (Levantándose.) 

sabiendo lo que ha logrado
mi loca condescendencia,
oye: en el fondo de un palco
escondido, de tremendas
agonías asaltado, 235
y en fin, de pies a cabeza
temblando sufrí el oprobio
de que mi nombre se viera
escarnecer de las gentes
eruditas y las necias. 240
DOÑA ISABEL
Y bien ¿y después?
DON ALBERTO
Tirana,
después ¿preguntas? ¿Qué esperas
saber más? Al fin, después,
cuando pensé que no hubiera
nadie que salir me viese, 245
me encuentro que en la escalera
estaban unas señoras
con la mayor impaciencia,
esperando a que sus coches
arrimasen a la puerta; 250
apenas me hubieron visto,
cuando al punto cuchichean
diciendo; mira el autor
de la maldita comedia.
Unas con otras se ríen, 255
sin cesar de hacerse señas,
Y yo...
Tú no dejarías
de hacerles tu reverencia.
DON ALBERTO
¡Oh!, sí; yo hubiera querido
que me tragase la tierra 260
en aquel momento.
DOÑA ISABEL
Primo,
conque según lo que cuentas,
¿la tal comedia ha apestado?
DON ALBERTO
¿Te burlas de mi paciencia?
DOÑA ISABEL
No: pero tanto mejor; 265
porque si ella fuese buena,
nada que aplaudir dejabas
al orbe, que de ti espera
un taumaturgo.
DON ALBERTO
Cruel,
¿qué tú también me desprecias, 270
cuando por tu causa...?


Escena VI

 

DICHOS. DON PANUNCIO.

 
DON PANUNCIO
Alberto,
hijo, ¿qué voces son estas?
DOÑA ISABEL
Arrebatos juveniles;
tío, con vuestra prudencia
procurad tranquilizarlo. 275
Mejor es irme allá fuera,

 (Aparte.) 

que aunque hago rabiar a Alberto,
lo adoro, y siento su pena.
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
Y bien ¿qué piensas, Alberto?
¿Qué perturbación es esa? 280
DON ALBERTO
Ninguna; y vos ¿qué decís
de mi desgracia funesta?
DON PANUNCIO
Yo lo que digo es que el mundo
es un animal; que es fuerza
abandonar el trabajo 285
en su favor; mas mi ciencia
no se queda en reflexiones,
sino también te aconseja
que te consueles; tu obra...
DON ALBERTO
Mejor dijerais la vuestra. 290
DON PANUNCIO
Habla más bajo, hijo mío,
habla más bajo; modera
tu sentimiento.
DON ALBERTO
Sí; a vos
nada el moderarse cuesta,
puesto que estáis a cubierto 295
del oprobio que esto cuesta;
pero a mí que me confunden...
DON PANUNCIO
¡Bah!, no pienses tal simpleza.
Los talentos ilustrados
hallarán en tu comedia 300
cosas que anuncian un genio.
DON ALBERTO
En vano me lisonjea
vuestra bondad; es muy mala
la composición, perversa,
y el público hace justicia; 305
si acaso agradado hubiera
¡ah!, yo hubiera publicado
al instante que era vuestra;
y en caso de medianía,
también fueran de mi cuenta 310
sus defectos; pero siendo
detestable, mi terneza
os suplica, que haga frente
vuestro nombre a la severa
crítica que me amenaza. 315
DON PANUNCIO
¡Yo, hijo mío! ¿Pues qué piensas
tú de mí? ¿Yo?, ¡qué locura!
¿Yo por una friolera
perder mi reputación,
que ha sido la obra maestra 320
de cuarenta años de estudios?
DON ALBERTO
Pues yo no puedo, aunque quiera,
callar.
DON PANUNCIO
¿Por qué?
DON ALBERTO
Porque todos
los hombres de juicio fueran
contra mí; mis compañeros 325
de Salamanca dijeran,
que era descrédito suyo,
que saliese un mal poeta
de sus aulas; sobre todo,
en cualesquiera carrera 330
que emprendiese, de esta nota
jamás librarme pudiera;
conque...
DON PANUNCIO
¡Hola! ¿Cómo, cómo?
¿Tú puedes de esta manera
resistirme, encabritarte? 335
¿Y con pertinaz violencia
amagarme? Pues escucha:
como alguno el autor sepa
de tu boca, yo te lanzo
la maldición más tremenda. 340
DON ALBERTO
Dios mío, sólo este golpe
le faltaba a mi paciencia.
Padre amado...


Escena VII

 

DICHOS. DON CILINDRO.

 
DON CILINDRO
Don Alberto,
don Panuncio en vuestra pena
os acompaño; sin duda 345
que este choque os desconcierta;
pero ánimo.
DON PANUNCIO
Don Cilindro,
fortaleced su flaqueza,
mientras mis observaciones
Escribo sobre el cometa 350
que ha pasado; y tú, hijo mío,
de mi prevención te acuerda.
 

(Se va.)

 
DON ALBERTO
Procuraré obedeceros;
mas si este necio se empeña

 (Aparte.) 

en apurarme, imposible 355
será en mí la resistencia.
DON CILINDRO
Y bien, don Alberto, veis
como el drama en que no entra
la maquinaria se rompe.
¿No habéis visto las comedias 360
que se llamaban de magia,
en las cuales, si era fuerza
ver el vuelo de un camello,
ocho días antes la cuerda
enorme que lo enganchaba 365
estaba al público expuesta?
No sabéis en cuánto grado
esto la ilusión aumenta.
Por lo mismo...
DON ALBERTO
Por lo mismo
ahora no se representan 370
semejantes desatinos.
DON CILINDRO
Bien; pero hay máquinas nuevas;
por ejemplo, una que tengo
de mi invención estupenda.


Escena VIII

 

DICHOS. EL BARÓN.

 
EL BARÓN
Señores, ¿de qué se trata 375
actualmente?
DON CILINDRO
De mi ciencia;
nadie me gana a inventar.
EL BARÓN DE LA VENTOLERA
Diga ¿qué es lo que él inventa?
DON CILINDRO
Un modo de andar que afirma,
y da buen aire a las piernas. 380
Dará golpe: se reduce
a unos zapatos con ruedas,
que han de gastar los actores
para cuando representan.
Luego que los tienen puestos 385
se les da con ligereza
desde adentro un capirote
en la espalda; y..., run..., se ruedan.
Desde el foro o bastidor
hasta el medio de la escena. 390
¿Veis qué naturalidad
tan pasmosa?

 (A DON ALBERTO.) 

DON ALBERTO
Como vuestra.
EL BARÓN
Bravísimo; es admirable;
¿y cómo hacer la experiencia?
DON CILINDRO
Empujándome con tiento 395
vos, como si yo tuviera
los coturnos rodulantes.
EL BARÓN
Lo haré con delicadeza.
 

(EL BARÓN lo empuja por la espalda, DON CILINDRO cae.)

 
DON CILINDRO
Ay que me he perniquebrado.

 (Levantándose.) 

EL BARÓN
¿Oyes joven?,

 (A DON ALBERTO.) 

él se queja;
400
él grita; ¿qué es esto?
DON CILINDRO
Esto
es que tengo las caderas
del todo desconcertadas
por vuestra mucha imprudencia.
Tremendo destrozador 405
de mis máquinas.
EL BARÓN
Mas esa
no se ha roto.
DON CILINDRO
Y habéis roto
mis pobres asentaderas.
¡Oh!, pues como don Panuncio
de vuestras impertinencias 410
no me de satisfacción,
seguro está que yo vuelva
a poner el pie aquí dentro.
EL BARÓN
Y bien; esto es bagatela.
DON CILINDRO
¿Bagatela; y estoy cojo 415
por vos, señor Ventolera?
Dios mío, voy a ponerme
estopa, cola y pez griega.
 

(Se va.)

 


Escena IX

 

ALBERTO. EL BARÓN.

 
DON ALBERTO
Ojalá que él ni otro alguno
de tantos necios volvieran 420
a acordarse de esta casa;
pues los muchos que rodean
a mi padre han sido causa
de que su talento pierda.
EL BARÓN
¿Cómo qué?, ¿él ridiculiza 425
a su padre? Me contenta;
esto es moda; rien de plus;
y su lánguida comedia,
a no ser original,
sin duda pegara ella; 430
yo hice todo lo que pude
no obstante por sostenerla.
Se la estuve detallando
en su palco a la marquesa
del Traspón, que es una dama 435
muy admirable coqueta,
que decide de los genios
con mucha delicadeza.
Pero no era traducción,
no está posible; paciencia. 440
Así el primer persiflage
salió de su boca bella.
Pero ¿cómo?, rien de plus.
DON ALBERTO
Idos, Barón, allá fuera,
que no estoy para escucharos. 445
EL BARÓN
¿Estás picadillo? Deja
tonterías. Yo te quiero
consolar; y en confidencia
la traducción que ahora hago
te detallaré; es perfecta. 450
En ella al público enseño
de la gran naturaleza
los filosóficos frutos.
¿No tiene elegante idea?
DON ALBERTO
Por vos y otros ignorantes 455
de vuestra clase, se encuentra
nuestro teatro apestado
de traducciones modernas,
la mayor parte muy malas;
pues para desgracia nuestra 460
no se eligen comúnmente
las bellezas extranjeras.
EL BARÓN
¿Qué hablas, joven hombre? ¿Sabes
que me insultas?, ¿que tu lengua
me profana, y que tendría 465
placer en vengar mi afrenta?
A no verte sin espada
te atacara mi soberbia.
DON ALBERTO
En el instante; aquí mismo;
pues estoy yo para fiestas. 470
Voy a mi cuarto a traer
la espada.
 

(Quiere irse; EL BARÓN lo detiene.)

 
EL BARÓN
¡Oh!, no; qué flaqueza
tan rara; fuera un cobarde
si yo contigo riñera.
DON ALBERTO
Si sois o no sois cobarde, 475
lo veremos.

 (Como antes.) 

EL BARÓN
Está buena
la manía. ¡Desgraciado!
¿Sabes cuál es mi destreza
en batirme con florete?
Oh si con pistolas fuera 480
era seguro el combate,
sin deslucir mi nobleza.
DON ALBERTO
Decís bien; es desafío
más serio y de menos flema.
¿Vos elegís las pistolas? 485
Al instante voy por ellas.

 (Como arriba.) 

EL BARÓN
Oh, no; tampoco, tampoco;
mejor nuestra diferencia
compondremos a lo amable;
dulcemente.
DON ALBERTO
Es diligencia
490
excusada; esto es preciso.

 (Como arriba.) 

EL BARÓN
Yo no puedo sin licencia
del Gobernador batirme;
pero si en ello te empeñas
voy a pedirla; no quiero, 495
tener por esta materia
que sentir con el Ministro.
Volveré.
 

(Quiere irse; ALBERTO lo detiene.)

 
DON ALBERTO
No hay que dar vueltas;
es inútil; vos o yo
no saldremos de esta pieza 500
sino muertos o vengados.
EL BARÓN
Oye.

 (Deteniéndolo.) 

DON ALBERTO
Cerraré por fuera,
porque no falte a mis iras
el objeto que desean
EL BARÓN
Virgen, qué diablo de hombre; 505
él está loco, él penetra
mi miedo..., no de morir,
sino de que en mí perdiera
la sociedad el busilis
de las gentes petimetras. 510
¡Ah!, si pudiera fugarme
por la ventana: soberbia

 (Se asoma.) 

altura tiene; este salto
no se hizo para mis piernas.
El gabinete no tiene 515
salida; bajo la mesa
me verá, y es indecente;
¡Maison, maldita!, que en ella
me soy expuesto. Veamos
si es posible abrir la puerta. 520

 (Mira por el agujero de la llave.) 

¡Oh dicha!, que está la llave
en la cerradura puesta,
y justamente entra ahora
el caballero poeta.
Hola.

 (Llamando por la cerradura.) 

DON ESDRÚJULO

 (Dentro.) 

¿Quién llama?
EL BARÓN
Yo llamo.
525
DON ESDRÚJULO

 (Dentro.) 

¿Que estáis cerrado por fuera?
EL BARÓN
Don Esdrújulo, abrid pronto,
abrid.
DON ESDRÚJULO
¿Qué diablura es esta?
 

(Abre, y sale.)

 
¡Oh!, qué del placer me hacéis;

 (Abrazándolo, y poniéndolo del lado de adentro.) 

¡Oh!, qué inaudita fineza. 530
DON ESDRÚJULO
Escuchad.
EL BARÓN
No;
 

(Se va corriendo.)

 
rien de plus.


Escena X

 

DON ESDRÚJULO. Después DON ALBERTO.

 
DON ESDRÚJULO
¿Se ha visto mayor tronera?
¿Cuál va?, el caballo Pegaso
con más rapidez no vuela.
¿Qué mosca te habrá picado 535
al tal barón Ventolera?
Yo lo sabré; mas pensemos
en lo que a mí me interesa.
¿Si me darán de beber?
Por no faltar a tan seria 540
ceremonia he vuelto aquí;
pues aunque no estén contentas
estas gentes, no es posible
que falten a la etiqueta,
y yo estoy desfallecido. 545
 

(ALBERTO sale con dos pistolas en la mano.)

 
DON ALBERTO
¿Cómo? ¿Quién abrió esta puerta?
DON ESDRÚJULO
Yo..., pero pistolas;

 (Repara en ellas, y se retira.) 

guarda.
¿Qué extraño furor os ciega
de este modo, don Alberto?
DON ALBERTO
El que en vos ahora quisiera 550
vengar.
DON ESDRÚJULO
Bajad esa mano;
que el diablo carga esas fieras
abrasadoras tronantes:
¿Pues qué hice yo que os ofenda?
DON ALBERTO
Libertar a un insensato, 555
a quien mis iras pudieran
castigar; pero hasta en esto
la fortuna me es adversa.

 (Deja las pistolas sobre la mesa.) 

DON ESDRÚJULO
¿Os ha insultado? ¿Os ha dicho
que era mala la comedia? 560
DON ALBERTO
No estoy para responderos.
DON ESDRÚJULO
Pero hablemos con franqueza;
¿no os dije yo esta mañana,
que como en ella no hubiera
algo inverosímil, algo 565
de lo que en muchas se encuentra,
no agradaría? Aunque ahora
las de magia no se aprueban,
darles mayor novedad:
qué, ¿no habéis visto en la escena 570
sacadas en procesión
las campanas de una iglesia?
Y cuando a cosas sagradas
un genio no se atreviera,
dar un golpe teatral; 575
como un consejo de guerra,
un incendio de cohetes,
como aquel de las galeras
de Carlos Quinto, y poner
dos músicas de retreta. 580
Finalmente, si el asunto
era trágico, que vieran
media docena de horcas
en el teatro. ¡Qué bella
perspectiva! ¿No os parece 585
muy patética esta idea?
DON ALBERTO
Callad, necio, pedantón;
no abuséis de mi paciencia.
DON ESDRÚJULO
¿Cómo? ¿Pedantón a mí?
Que soy el mayor poeta 590
del orbe, según mis grados
y mi traje manifiestan:

 (Extendiendo el manteo enseña que está lleno de agujeros.) 

Yo que de las bellas musas
dirijo el ala derecha;
que soy del luciente Apolo 595
el querido hijo de teta;
el pensador del Pegaso;
de la fama la trompeta;
el dichoso fontanero
de la castalia...
DON ALBERTO
Y el bestia
600
mayor y el más importuno
que se halla sobre la tierra.
DON ESDRÚJULO
¿A mí bestia? ¿Pedantón
a mí? Yo, que tengo hechas
mil doscientas elegías, 605
cuatro mil odas de inmensa
harmonía rimbombante,
cuya imitación resuena
del oriente al occidente;
yo, que cuando esdrujulea 610
mi numen...
DON ALBERTO
Si no calláis,

 (Cogiéndole el brazo.) 

Aquí os rompo la cabeza.
DON ESDRÚJULO
¿Cómo así me vulneráis
sin respeto de mi ciencia?
Pues hable...,

 (Alzando la voz cuando nombra las personas para que venga.) 

doña Evarista
615
en mi favor; o la bella...
Doña Isabel, y el criado...
Lucas; ninguno se acerca,

 (Aparte.) 

Oh..., don Panuncio.


Escena XI

 

DICHOS. DON PANUNCIO. DOÑA EVARISTA. DOÑA ISABEL y LUCAS.

 
DON PANUNCIO
¿Qué es esto?
DON ALBERTO
Nada.

 (Soltándolo.) 

DOÑA EVARISTA
¿Qué voces son estas?
620
DOÑA ISABEL
Don Esdrújulo ¿qué ha habido?
LUCAS
Sin duda será pendencia.

 (Aparte.) 

DON ESDRÚJULO
Esto es que vuestro hijo Alberto
ha perdido con la pena
el juicio. ¿No veis sus ojos? 625
¿No veis como centellean?
Atadlo por Dios, señores.
DON ALBERTO
Miserable, si no fuera
por el respeto que debo
a mi padre, yo te hiciera 630
conocer que tu locura
es sólo la verdadera.
DON PANUNCIO
Hijo, estás acalorado;
tus expresiones modera;
que a don Esdrújulo es justo 635
satisfacer de sus quejas.
DON ALBERTO
Jamás oirá de mi boca
cosa que adule su necia
pedantería.
DON ESDRÚJULO
¿No veis
como me ultraja y desprecia? 640
Pero esto nunca lo sufren
los sujetos de mis prendas.
No; jamás esta mansión
gozará de mi presencia,
mientras ese desgraciado 645
no recobre sus potencias.
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
Hijo ¿por qué das lugar
a que se enfade?
DOÑA ISABEL
Tremenda

 (Con ironía.) 

desdicha para esta casa
es la falta de un poeta. 650
LUCAS
Si todos son como él,
era mejor que no hubiera
ninguno. Siete chisperos
de su facción la comedia
han silbado por su influjo. 655
Yo lo he visto hacerles señas
en el patio, donde estaban,
como yo, viendo la fiesta.
Y aunque la composición
de mi amo por la primera 660
es una plasta, este hombre
no debió hacer tal vileza.
DON PANUNCIO
Ni tú tampoco meterte
en decir si es mala o buena;
que hablar de lo que no entiendes, 665
es demasiada licencia.
DOÑA EVARISTA
Ay hermano; otros escriben
sin entender las materias
de que tratan; pero al caso.
Yo he elegido otra carrera 670
más segura y más brillante
para un joven; en la Imprenta
Real pretendo colocarle
para copiar la gaceta.
LUCAS
Esta es otra.
DOÑA ISABEL
Calla, Lucas;
675

  (Aparte a LUCAS.)  

cada loco con su tema.
LUCAS
Pero yo me desespero,

  (Aparte a ISABEL.)  

Cuando oigo tales simplezas.
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
Hermana, no me parece
disparatada tu idea. 680
Pero antes, que reflexione
entre las profundas ciencias
que poseo la que puede
adquirirle fama eterna.
Ya sabe de astronomía 685
puesto que ha visto el cometa;
en fin, para un hombre joven
hay mil objetos que puedan
ejercer y adelantar
sus talentos. Di ¿a qué piensas 690
dedicarte?
DOÑA ISABEL
Primo mío,
que te declares es fuerza.
Ninguna ocasión mejor

 (Con intención.) 

de explicar lo que deseas.
DON ALBERTO
¿Te parece que es ya tiempo 695
de hablar?
DOÑA ISABEL
Sí.
DON ALBERTO
Pues lo que anhela
mi corazón es la mano
de Isabel. ¡Ah!, sólo es ella
el objeto, el dulce objeto
por quien suspiro; mi tierna 700
inclinación sólo pide
la dicha de poseerla.
DOÑA EVARISTA
Resuélvete, hermano mío;
para mí no es cosa nueva
su pasión y yo la apruebo. 705
¿Qué dices?
DON PANUNCIO
Que tú la apruebas,
porque no está tu palabra
comprometida de veras
con otro.


Escena XII

 

DICHOS. LUCAS que trae una carta.

 
LUCAS
Don Epitafio
manda esta carta; y espera 710
el criado que la trae
a que le deis la respuesta.
DON PANUNCIO
Sobrina, tómala y lee.
 

(La da a ISABEL, que la abre.)

 
Contendrá algunas finezas
de tu novio; y es preciso 715
que tú se las agradezcas.
DON ALBERTO
Amor, duélete de mí.

 (Aparte.) 

DOÑA ISABEL
Pues dice de esta manera.

«Como la comedia de vuestro hijo es detestable, no volverá a representarse, ni logrará imprimirse; y por consecuencia el borrador vendrá a ser con el tiempo un manuscrito digno de eternizar el mal gusto de nuestro siglo en los futuros. Enviádmelo con el dador, para que a este fin lo coloque entre los papeles de igual clase, que adornan mi museo.»

Don Epitafio.
DON PANUNCIO
Don Bruto.

 (Quitándola la carta.) 

¿Se dará tal desvergüenza? 720
Lucas, dile a su criado,
que como su amo vuelva
otra vez a visitarme,
castigaré su insolencia
en él, en toda su casta, 725
y por venganza completa
no quedará en su museo
un títere con cabeza.
Picaron.
LUCAS
Yo por mi parte
le echaré sal y pimienta 730
al recado. Ojalá a todos
lo mismo los despidiera.
Cierto que para mi ama
venían lindas finezas.
DOÑA ISABEL
Y si él hubiera leído 735
la donación ¿qué dijera?
DON PANUNCIO
¿Tú la has visto?
DOÑA ISABEL
Aquí la tengo.

 (La saca, y se la enseña.) 

DON PANUNCIO
Dios mío; Lucas, espera.
Le añadirás al criado,
que mi sobrina detesta 740
a su amo, y que se casa
con Alberto en tu presencia.
O..., que entre.
DON ALBERTO
No es menester,
para que mi dicha sea
la mayor, otros testigos 745
que el que mi prima consienta.
DOÑA ISABEL
Yo ya había consentido,
pues mi madre lo celebra.
¿No es verdad?
DOÑA EVARISTA
Y con mis brazos
vuelvo a afirmarlo de veras. 750

 (La abraza.) 

DON ALBERTO
¡Oh placer!
DON PANUNCIO
Sobrina mía,
yo confío en tu prudencia.
DOÑA ISABEL
Seguro estáis del secreto.
Que sea la mayor prueba
romper esta donación. 755

 (La rompe.) 

Y pues Alberto desprecia
el nombre, que a su pesar
alcanzaba, de poeta;
dejad vos el de erudito
universal, que acarrea 760
la crítica de los sabios,
y de los necios la befa.
No volváis a recibir
jamás estas sanguijuelas
literarias.
DON PANUNCIO
Desde ahora,
765
Lucas, no has de abrir la puerta
a nadie, si mi sobrina
no te concede licencia.
LUCAS
Jamás una orden tan sabia
ha dictado vuestra lengua. 770
¡Qué contento!
 

(Se va.)

 
DON PANUNCIO
¿Quieres más?

 (A ISABEL.)  

DOÑA ISABEL
Quiero que de mis vivezas
me perdonéis, y que unidos

 (Tomando por la mano a su madre y a su tío.) 

en la amorosa cadena,
que para nuestros placeres 775
formó la naturaleza,
para elegir los amigos
usemos de más reserva:
pues hombres de bien y sabios
son pocos los que se encuentran. 780