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Nietzsche analizó en el capítulo 4 de El nacimiento de la tragedia el cuadro de Rafael titulado Transfiguración y lo celebró como plasmación de ese acceso «inocente», puramente intuitivo -por «una intuición sin dolor»
- a un mundo elevado y a una «visión redentora»
(57, 58).
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Didier Jaén, en «Identidad cultural y tradición esotérica», señalaba «una tendencia hacia la concepción espiritualista y teosófica»
en Motivos de Proteo, del mismo modo que veía en la filosofía idealista de Ariel una raíz estética de orientación pitagórica similar a la de Vasconcelos (p. 89). Los estudiosos de la vertiente esotérica del modernismo hispanoamericano como Cathy L. Jrade, Ricardo Gullón y Enrique Marini Palmieri, coinciden en subrayar que, en general, no interesa tanto la exactitud con que los modernistas asimilaron las doctrinas esotéricas, sino cómo las reinterpretaron intuitivamente para construir su cosmovisión poética y artística.
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En otro motivo, el LI, lo dirá con otras palabras: «El "alma nueva" de Pitágoras, ya se la entienda en su sentido sobrenatural y mítico, ya en el sentido humano de una alteración que procede del fundamento orgánico de la personalidad: el "alma nueva" es el secreto de todas las superioridades geniales»
(962).