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ArribaAbajoJornada II

 

Salen TAYCO y el ALCAIDE.

 
ALCAIDE
   Ya tienes, hijo, noticia
de las cosas que, en tu edad,
te han de enseñar la verdad
y han de vencer la malicia.
   Cuanto supe te enseñé; 5
cuanto me dio la experiencia
en largos años, a ciencia
lo reduje.
TAYCO
Ya lo sé.
ALCAIDE
   Resta agora que, fingiendo
rústica simplicidad, 10
encubras la majestad
de quien eres discurriendo
   por el Imperio y mostrando
a los reyes la justicia
que una tirana malicia 15
con poder te va usurpando.
   Sepan quién eres y vean
que, por divino misterio,
eres capaz del Imperio
que regularte desean. 20
   Sé modesto en las acciones,
porque dándote favor,
te aclamen emperador
supremo de los japones.
TAYCO
   Padre, que este nombre debo 25
a tu amor y a tu crianza,
pues por ti mi vida alcanza
nueva virtud y ser nuevo;
   una cosa no me enseñas:
sin ti la vi, y aprendiendo 30
que la siento y no la entiendo:
mas dirétela por señas:
   vi la divina belleza
de la que llamas mujer,
donde abrevió su poder 35
la madre naturaleza.
   Sentí, al verla, una pasión,
un cuidado, unos antojos,
que parece que a los ojos
se asomaba el corazón. 40
   En su presencia sentía
un placer si me miraba,
un dolor si se ausentaba,
una gloria si me vía.
   Vivo, cuando estoy sin ella, 45
con tristeza y con cuidado,
y el pecho, regocijado,
salta cuando vuelvo a ella.
   El corazón, si la veo,
todo es placer, todo gloria, 50
y si no, con la memoria
la imagino y la deseo.
   Dime, ¿qué es este temor
y esta animada osadía,
esta pena y alegría, 55
esta vida y muerte?
ALCAIDE
Amor:
   eso siente el hombre que ama.
TAYCO
Dulce es amor y suave.
ALCAIDE
Quien de su rigor no sabe,
dulce, como tú, le llama; 60
   pero gustando el veneno
de los celos, el amor
es semblante de traidor,
áspides tiene en su seno.
TAYCO
    ¿Qué son celos?
ALCAIDE
Un morir
65
por ver no queriendo ver,
que se sabe padecer
y no se sabe decir.
   Pocos amaron sin ellos;
tú sabrás después quién son, 70
cuando a la dulce ocasión
quieras coger los cabellos.
 

(Vanse.)

 
 

(Salen QUILDORA y NEREA en lo alto del monte.)

 
QUILDORA
   Antes de bajar al valle,
que ya tus ojos desea,
quisiera decir, Nerea, 75
un secreto.
NEREA
No lo calle
   tu lengua, que si es de amor,
comunicado da gusto.
QUILDORA
¿Viste aquel joven robusto
que, con rústico valor, 80
   anda de mí enamorado?
Sabe que le quiero bien.
NEREA
Y ya mis ojos le ven
cruel fiera de este prado:
   ¿a un bárbaro el alma das? 85
¿Un medio bruto te agrada?
QUILDORA
Aun no estoy enamorada.
inclinada estoy no más;
   Ese bárbaro que ves
habla como sabio y cuerdo, 90
y con los ojos le pierdo.
   A sus fuerzas, a sus bríos,
yacen rendidos en tierra
los jabalís de la sierra,
los caimanes de los ríos. 95
   A sus flechas, que son rayos,
que penetran elementos,
no están libres en los vientos
los hermosos papagayos.
NEREA
   Aunque alabanzas le des, 100
es un simple, es ignorante,
y al fin eliges amante
que no sabemos quién es.
 

(Salen TAYCO y el ALCAIDE.)

 
TAYCO
   Si yo emperador me veo,
tan grandes vendrán a ser 105
tu riqueza y tu poder,
que igualen a tu deseo.
ALCAIDE
   Verte libre y sabio, es
para mí el mayor tesoro;
como a emperador, te adoro; 110
como a rey, beso tus pies.
QUILDORA
    ¡Mira el honor indecente
que le dan; aquel honor,
al sol o al Emperador
se debe dar solamente. 115
   ¿Por qué ocasión un anciano
se le postra y sus pies besa,
y adorándole, confiesa
que es el rey más soberano?
NEREA
   Hará burla de la amiga; 120
no puede ser otra cosa.
QUILDORA
Calle mi pena amorosa,
padézcase y no se diga.
ALCAIDE
    Tirando a las aves viene
el tirano Emperador; 125
disimula bien, señor.
TAYCO
Antes buscar me conviene
   la que estimo y la que adoro,
que amo y ardo sin sosiego;
lloro por matar el fuego, 130
y me enciendo más si lloro.
   Un caos, una confusión
siento en el alma sin ella:
adiós, padre, que la estrella
sigo de mi inclinación. 135

 (Vase.) 

ALCAIDE
   Reverencia natural
le dan mis ojos al sol:
hasta el Imperio español,
por los campos de cristal,
   tu imperio alargue.

 (Vase.) 

NEREA
Quildora,
140
sus pasos puedes seguir.
QUILDORA
Antes quiero resistir esta
inclinación agora;
   descendamos, que después
que como al sol le vi dar 145
adoración singular,
imagino, amiga, que es
   un salvaje, un simple, un loco,
si por cuerdo le tenía.
NEREA
El amor te engañaría, 150
que se contenta de poco.
 

(Van bajando del monte; el EMPERADOR tirando al cielo un arco.)

 
EMPERADOR
   Herido pájaro, subes
con plumas de tornasol,
para medïar al sol
dando púrpura a las nubes. 155
   ¿Dónde vas con la saeta
que te ha dejado sangriento?
Rastro dejas en el viento,
con que pareces cometa;
   mas ya se inclina su vuelo; 160
exhalación fuiste breve,
que la muerte no se atreve
a andar tan cerca del cielo.
   Ya bajas hecho un rubí,
de sangre tuya manchado; 165
ya pareces en el prado
una estrella carmesí;
   cogerla será el empleo
del arco que al sol consagro.

 (Tópase con las dos.) 

¿Sois mujeres? ¡Oh, milagro 170
que ha formado mi deseo!
   ¿En los campos, hay belleza
que con los cielos compita?
mas dondequiera se imita
la misma naturaleza. 175
   Yo leí que una Diana
fue en las selvas cazadora,
más hermosa que el aurora
teniña de sangre y grana.
   Pensara que sois las dos 180
ninfas suyas, a no ser
la belleza en la mujer
bosquejo de la de Dios.
 

(Pónense de rodillas y tápanse los ojos.)

 
QUILDORA
   Ni responder ni mirar
al Emperador podemos. 185
EMPERADOR
Esas son leyes y extremos
que se pueden dispensar.
   ¿En qué me habéis conocido?
QUILDORA
Una inmensa majestad
es soberana deidad 190
que del cielo ha descendido.
EMPERADOR
   No encubráis más el valor
de esos soles, yo lo mando.
NEREA
Quildora, yo estoy temblando.
EMPERADOR
¿Es respeto o es temor? 195
QUILDORA
    Uno y otro.
EMPERADOR
Levantad.
Descubrid esa luz pura;
porque sólo a la hermosura
se rinde la majestad.
    ¿Cómo os llamáis?
QUILDORA
Yo, Quildora;
200
ésta, mi amiga, Nerea;
nuestra patria es esta aldea,
nuestro caudal es agora
   lo que adquieren nuestras manos,
o cazando en esa sierra, 205
o cultivando la tierra,
oficio al fin de villanos;
    danos licencia, señor...
con dos rústicas mujeres
no estáis bien.
EMPERADOR
Ese es rigor,
210
   Quildora, y no cortesía.
QUILDORA
¡Qué han de saber dos villanas!
EMPERADOR
Di dos hermosas mañanas,
dos albas hijas del día.
QUILDORA
   Cualquier talle, cualquier brío, 215
parece en el campo bien;
ese nombre no nos dé
Su Majestad, señor mío.
EMPERADOR
   ¡Vive el sol, que eres hermosa!
El alma siento inclinada. 220
QUILDORA
¿Qué mucho? También agrada
tal vez la silvestre rosa.
 

(Sale BOMURA.)

 
BOMURA
   Ya con las pintadas plumas
cayó el pájaro, que fuera
sin alma una primavera, 225
bañado en sangre y espuma;
   vino a morir entre flores
porque Su Alteza lo vea:
¡Válgame el sol! ¿No es Nerea,
la que me mata de amores 230
   y por quien dejé la ley
del español que persigo?
¿No es éste el norte que sigo?
¡Ay de mí, si agrada al Rey
   soberano de este Imperio! 235
¡Ay de mí, si, Dayso adora
la que es luz, la que es aurora
de todo aqueste hemisferio!
   ¡Ruego al amor que no sea
tan hermosa para él, 240
como es para mí cruel!
 

(Dentro, TAYCO.)

 
TAYCO
¡Quildora, Guale, Nerea!
   ¿Dónde estáis? ¿Qué selva o valle
encubre vuestra deidad?
BOMURA
Antes que su voluntad 245
más empeñada se halle,
   quiero interrumpir sus labios.
¿Dónde permiten los cielos
que la voz produzca celos
y las palabras agravios? 250
   ¡Señor, ya cayó en el prado,
sacrificada a tu flecha,
y globo de plumas hecha,
el ave a quien has tirado!
EMPERADOR
    ¿Qué importa?
BOMURA
Él está con ellas
255
con gusto y entretenido:
fiero amor, ¿cuál habrá sido
la que más agrada de ellas?
   Otra vez intento hacer
que las deje, y muchas aves 260
de las nocturnas y graves
que osaron aborrecer
   el divino resplandor,
entre esas plantas no gimen.
EMPERADOR
¿Que importa?
BOMURA
Nada. Ya oprimen
265
celos y dudas mi amor.
 

(En alto, TAYCO.)

 
TAYCO
   ¡Quildora, Guale, Nerea!
Responded a quien os llama,
esperad a quien os ama,
oid a quien os desea. 270
   No es la gloria que, conquisto
la que da hermosura al prado.
¡Vive el sol, que me he turbado
esta vez de haberla visto!
    El Emperador está 275
hablando con ella, y ella,
más enemiga y más bella,
nuevo tormento me da.
   Siento una pasión tan fiera,
un cuidado y un pesar, 280
que la quisiera matar,
cuando adorarla quisiera.
   No sé qué es esto: me inclino
con impulsos impacientes
a matarla con los dientes 285
por besarla de camino.
   No sé si es rabia o temor
esto que en mi pecho lidia;
parece que siento envidia,
parece que siento amor. 290
    Con un inculto misterio
aborrezco a Dayso agora,
más por hablar con Quildora,
que por quitarme el imperio.
   Mármol soy que no se mueve, 295
helado y ardiente estoy,
que me parece que soy
volcán cubierto de nieve.
   ¿Qué enfermedad es la mía?
¿Qué mal nuevo es éste, cielos? 300
¿Si serán estos los celos
que Polemo me decía?
   Sí, pues me siento morir;
sí, pues me siento perder;
sí, pues lo sé padecer; 305
sí, pues no lo sé decir.
EMPERADOR
   Ya que violentas os tienen
majestades semejantes,
licencia y estos diamantes
os quiero dar.
TAYCO
Aquí vienen
310
de golpe mis sentimientos;
aquí sí que mi mal llega
al alma, y ella se anega
en abismos de tormentos.
   Joyas les da; mi fatiga 315
llega al último pesar;
que quien da, quiere obligar,
y quien recibe, se obliga.
   Y ya que sufrir no puedo,
mal que en el alma no cabe, 320
cuando la pena es tan grave,
viene a ser vileza el miedo.
   Tío, tío, no les dé
los rayos del sol ansí:
mejores son para mí, 325
y amigo suyo seré.
   Porque estos dos le prometo,
que como sin barbas vienen,
que aunque más les dé, no tienen
vergüenza, amor ni respeto. 330
EMPERADOR
    ¡Simple, aparta!
TAYCO
No me llamo
ni aparta me diga, amigo;
Tayco dicen que me digo.
EMPERADOR
En señal y muestras que amo
   honestamente, tomad 335
dos diamantes que al nacer
del día pudieran ser
su hermosura y claridad.
QUILDORA
   Las villanas, gran señor,
de diamantes no entendemos; 340
bástanos que visto habemos
al supremo Emperador.
   La gloria de haber mirado
tus deidades soberanas,
es majestad que a villanas 345
ricas deja.
TAYCO
Habéis hablado
   como hombre de bien las dos:
si a matar habéis salido
aves que dejan el nido,
perdonad aquestas dos. 350
EMPERADOR
    ¡Rey de Bomura!
BOMURA
¡Señor!
EMPERADOR
Hoy he formado en el pecho
una malicia: sospecho
que este simple tiene amor.
   Siendo de celos capaz, 355
no es simple, de donde infiero
que en estos reinos espero
perturbación de la paz.
   Ponedle una guarda fiel
que, a sus acciones atento, 360
le examine el pensamiento,
y que no se aparte de él.
BOMURA
    Haráse: di si es Quildora
la que tu amor quiere y precia.
EMPERADOR
¡Qué curiosidad tan necia! 365
No lo sabréis por agora.
BOMURA
   ¡Que no he podido entender
cuál le da cuidado, cielos!
 

(Vanse.)

 
TAYCO
Terrible mal son los celos:
esto causa una mujer. 370
   Ya respiro; ya la vida
tiene su dominio entero,
habiendo estado primero
o dudosa o suspendida.
   Quildora, yo te agradezco 375
la constancia que has tenido,
el honor que has defendido
y el favor que no merezco.
NEREA
   ¿Cómo es esto? ¡Gran cordura
en el hablar muestra ya! 380
QUILDORA
Debe de ser que tendrá
intervalos su locura.
 

(Salen el REY DE BOMURA y MANGAZIL.)

 
BOMURA
   El supremo Emperador
lo ha mandado, y le has de ser
centinela, que has de ver 385
si es cuerdo o loco pastor;
   este mozo has de guardar,
sin apartarte un momento
de su lado.
MANGAZIL
Buen tormento
es el que me quieren dar: 390
   si por ninguna ocasión
en mi vida me pudrí,
porque quiero ver ansí
cuánto vive un buen poltrón,
   ¿cómo guardaré un jumento? 395
BOMURA
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ingenio tienes sutil;
a sus acciones atento
    has de estar.
TAYCO
El gavilán,
pájaros busca, atrevido: 400
¡Ox, Palomas; ox, al nido!
Porque seguras no están
    con esta gente las aves:
Rey de poco más o menos,
en estos prados amenos, 405
¿qué buscáis?
BOMURA
Lo que tú sabes.
TAYCO
   Si vos buscáis lo que sé,
sin duda buscáis muy poco,
pues si dicen que soy loco,
bestia soy, nada sabré. 410
QUILDORA
   ¿No te dije yo, Nerea?
Ya le vuelve la locura.
NEREA
Y yo no estaré segura
con este Rey que desea
   darme enfados con su amor: 415
vámonos.
BOMURA
¡Espera, ingrata!
NEREA
¡Cómo, si tu voz me mata!
BOMURA
Ya vives con tu rigor.
QUILDORA
    Vamos.
TAYCO
Yo podré rogarte
que esperes.
QUILDORA
No de esa suerte.
420
BOMURA
¿Por qué huyes?
NEREA
Por no verte.
TAYCO
¿Por qué os vais?
QUILDORA
Por no escucharte.
 

(Vanse las dos.)

 
TAYCO
   Buenos quedamos los dos
con este claro desprecio:
yo soy simple, vos sois necio; 425
remédienos sólo Dios.
BOMURA
    Tayco, esta guarda te dejo,
que siempre estará contigo,
porque yo la sombra sigo,
sin razón y sin consejo, 430
   de un imposible de amor,
de una tirana mujer
que espanto pudiera ser
de las fieras su rigor.

 (Vase.) 

TAYCO
   ¿Tú me has de guardar aquí? 435
¿Soy yo loco?
MANGAZIL
Hombre es de seso:
no reñiremos por eso;
él me ha de guardar a mí.
TAYCO
   Este Rey es bellacón,
no tiene lealtad ni fe. 440
MANGAZIL
En mi vida porfié;
digo que tienes razón.
TAYCO
   Mas, bien mirado, es mandado,
su condición no me asombre.
MANGAZIL
Es verdad, él es buen hombre, 445
como dice, bien mirado.
TAYCO
    ¿Eres mi guarda?
MANGAZIL
No y sí,
como mandare.
TAYCO
Pues ven.
MANGAZIL
Voy con él, que dices bien.
TAYCO
No vengas.
MANGAZIL
Quédome aquí.
450
TAYCO
   Y ¿sabrásme tú alcanzar
cuando corro o cuando lucho?
MANGAZIL
Me desacomodo mucho,
no sé correr ni luchar,
   no contradicen ninguno; 455
el otorgador me llaman.
TAYCO
En los corazones que aman,
no cabe secreto alguno;
   mis celos dieron recelos,
sin duda, al Emperador; 460
disimulemos, amor;
finjamos locuras, celos.
MANGAZIL
   Iba por un haz de leña
al monte, y este cuidado
por pesadumbre me han dado. 465
TAYCO
Si a éste dejo, se despeña;
   mi intención ya han de saber,
que tengo industria y valor;
si estoy con él, a mi amor
daré ausencias. ¿Qué he de hacer? 470
   Válgame el ingenio aquí:
¿quieres que en aqueste prado,
que a sueño, nos ha brindado,
durmamos un rato?
MANGAZIL
Sí,
   que yo en ganas lo tenía; 475
pero lo tengo de atar,
porque me podrá costar,
si se va, la vida mía,
   que es la cosa que más precio;
dicen que es tormento esquivo 480
atar con un muerto un vivo,
y un discreto con un necio.
TAYCO
   Ata y duerme, camarada,
que yo en la hierba me acuesto.
MANGAZIL
Ataré y dormiré presto, 485
que tengo bien sazonada
   la potencia dormitiva;
cátedra puedo leer
a un lirón.

 (Átale con una cuerda a TAYCO, y duerme.) 

TAYCO
¡Que una mujer
de los sentidos nos priva! 490
   Muero ausente, amando muero,
sólo vivo a su luz.
MANGAZIL
Ea,
atado está ya; ruin sea
quien despertare primero.
TAYCO
   Si vasallos desleales 495
estos imperios me deben,
y las desdichas se atreven
a las personas Rëales,
   ¿qué milagro que el amor
se me atreva? Y ya sospecho 500
que ha derramado en su pecho
su melancólico humor
   el sueño. Quieran los cielos
sacarme de este cuidado
que el Emperador me ha dado 505
con sospechas y recelos.
    Mientras en el campo está,
como es tirano y cruel,
no estaré seguro de él,
celos y pena me da. 510
   Ansí Veré lo que pasa,
sin dar cuenta a este villano
de este prodigio inhumano
que me hiela y que me abrasa.

 (Ata el cordel a un laurel.) 

MANGAZIL
   ¿Dormimos? Sí, que el cordel 515
siento firme y bien atado.
¡Buen animal saqué al prado;
tan grande soy como él!
   ¡Si me pudro de guardallo!
 

(Sale el REY DE BOMURA.)

 
BOMURA
Mangazil, advierte bien 520
que aunque recelos te den...
MANGAZIL
Calle la bestia, pues callo.
BOMURA
   ¿Ese es tu cuidado infiel?
MANGAZIL
Duerma el simple, noramala.
BOMURA
Ya tu simpleza le iguala. 525
MANGAZIL
Eso sí, firme el cordel,
    atado está todavía.
BOMURA
El Rey soy: ¡mira!
MANGAZIL
Y ¡qué poco,
Rey de cabras y de bueyes,
los locos se fingen reyes! 530
Aunque yo conozco un loco
   tan simple, que maravilla,
y se tiene, ¡lindo humor!,
por el ingenio mayor
de la corte o de la villa. 535

 (Levántase.) 

   ¿Cómo el simple se te huyó?
MANGAZIL
Animal por animal,
aquí estoy yo, y otro tal
es quien de mí le fio.
   Cerca estoy de que me pese: 540
para mi poltronería,
desdicha grande sería...
BOMURA
¿Te dormiste?
MANGAZIL
El punto es ese.
   Dióme a merendar lirones
cocidos en escabeche 545
de beleño, vino y leche.
Como esta vez me perdones,
   otra dormiré a placer.
BOMURA
Detrás de él.
MANGAZIL
Con pies veloces.
 

(Dice QUILDORA dentro.)

 
QUILDORA
¡Ay de mí, Nerea!
BOMURA
Voces
550
escucho de una mujer.
QUILDORA
    ¡Nerea!
BOMURA
Darán favor
a su voz las manos mías,
si ya no son tiranías
de este injusto Emperador. 555

 (Vase.) 

 

(Salen los tres religiosos vestidos de japoneses.)

 
NAVARRETE
    Tierra que espinas produces,
hoy de nuevo te saludo,
y espero en Dios que des flores,
que son premisas del fruto.
Ya, padres, que en este traje 560
salimos del mar profundo,
no perdamos tiempo; den
a Dios verdadero culto
estos bárbaros; la mies
copiosa, y no son muchos 565
los obreros; Dios propague
la cosecha en orden suyo.
Ea, compañeros míos,
bien disfrazados, y ocultos,
al Japón habemos vuelto: 570
todos parecemos unos;
quiera Dios que lo seamos
en la fe.
FRANCISCANO
Diversos rumbos
elijamos, dilatando
la Iglesia por este mundo. 575
AGUSTINO
Yo predicaré en Fixén
y en Angalaqui.
NAVARRETE
Yo cuido
de esta provincia en que estamos;
y quiera Dios, pues nos cupo
en suerte, de parecer 580
a los Apóstoles suyos.
Agora en él, dividirnos,
que un bosquejo y un rasguño
de esa caridad seamos.
 

(Vanse todos.)

 
FRANCISCANO
Padre, adiós.
NAVARRETE
El Trino y Uno
585
ponga eficaz elegancia
en Vuestras lenguas. No dudo,
¡Gran Señor! de tu piedad,
que estos idólatras rudos
a tu Iglesia ha de traer, 590
que es éste ligero curso.
Por estos campos he visto
romper dos humanos bultos
la esfera del viento; pienso
que es mujer, y algún insulto 595
va recelando su honor.
Entre estos cauces me encubro;
no es tiempo que me conozcan.
 

(Encúbrese en unas ramas, y sale QUILDORA y el EMPERADOR.)

 
QUILDORA
¿Cómo, cielos, estáis mudos,
sin dar voces a un tirano, 600
cuando rayos fueran justos?
EMPERADOR
Quildora hermosa, detente;
¿no ves, no sabes que oculto
el mundo con mi poder,
como el sol, hermoso y rubio? 605
¿Quién de mí puede librarse?
El mismo cielo, presumo,
pues volví a encontrarle sola,
que ha correspondido al gusto
que tengo de estar contigo. 610
Oveme agora.
QUILDORA
El que es sumo
Emperador del Japón,
¿pierde así el decoro suyo?
Quien compite con los dioses,
¿imita acciones del vulgo? 615
Tanto es mayor tu delito.
EMPERADOR
Pues sin razón ni discurso
te resistes al amor
del que es inmortal trasunto
de los dioses soberanos, 620
ya deben hacerme tuyo
la violencia y tiranía.
QUILDORA
¡Válgame el sol!
 

(Sale NAVARRETE, y pónese en medio de los dos.)

 
NAVARRETE
El no pudo
valer a nadie; su autor,
dueño y señor absoluto 625
del hombre, te ha de valer.
Monarca bárbaro, en cuyos
hombros estriba el imperio
de estos piélagos profundos;
¿cómo quebrantas las leyes 630
que la humana razón puso
a los hombres, siendo tú
quien sus fueros y estatutos
debe amparar?
EMPERADOR
¿Tú te atreves,
como fiera, como bruto, 635
a mi alteza y majestad?
Romperá el acero duro
de esta flecha, un pecho aleve
en quien tal audacia cupo.
NAVARRETE
La violencia y tiranía 640
aborrece Dios, y puso
a su cuenta la venganza
del humilde y pobre.
EMPERADOR
Dudo
que eres hombre; di quién eres
que con secretos impulsos, 645
me detienes el brazo,
o mis fuerzas quitas.
NAVARRETE
Busco
la salvación de las almas.
EMPERADOR
¿Eres, por ventura, alguno
de mis dioses?
NAVARRETE
Hombre soy,
650
y son falsos y perjuros
tus dioses, y sólo el mío,
es verdadero.
EMPERADOR
¿Qué escucho?
¿Cómo no te doy la muerte?
NAVARRETE
No podrás, si el Dios que es sumo, 655
Él licencia no te da.
EMPERADOR
¿Eres mágico?
NAVARRETE
No supo
la magia lo que sé yo.
EMPERADOR
¿Qué celestiales influjos
me suspenden?
NAVARRETE
Los de Dios.
660
EMPERADOR
¡Tente!
NAVARRETE
Escúchame.
EMPERADOR
Me turbo
en tu presencia.
NAVARRETE
Tu vida
pretendo sólo.
EMPERADOR
Pues huyo:
no eres vida, sino muerte.
NAVARRETE
¡Cómo! ¿Te vas?
EMPERADOR
Voy confuso.
665
NAVARRETE
¿No eres tú Emperador?
EMPERADOR
No,
pues temo a un hombre.
NAVARRETE
¿Quién pudo,
sino Dios, vencerte?
EMPERADOR
¡Cielos!
No soy Dayso si esto sufro

 (Vase.) 

NAVARRETE
Tú, mujer, ¿quién imaginas 670
que te libra?
QUILDORA
Eso pregunto.
NAVARRETE
El Dios de los españoles,
cuyo sacerdote, cuyo
ministro soy del Dios bueno;
el que en una cruz se puso 675
para dar vida a los hombres.
 

(Sale TAYCO.)

 
TAYCO
Los celos y amor presumo
que son veneno, que son
dioses de poder oculto
que me arrebatan el alma. 680
Siguiendo voy..., mas ¿qué busco
desengaños y quietud
tan en vano?
NAVARRETE
Murió el Justo
para pagar por nosotros,
y con su sangre nos trujo 685
al poder del Padre Eterno.
TAYCO
No me han visto entre estos juncos,
saetas del campo: quiero
escucharlos.

 (Llégase a ellos.) 

NAVARRETE
Si dispuso
tu remedio, bien te quiso; 690
tenle amor, y sin descuido
pídele mercedes, que es
dueño del cielo y del mundo;
rica serás si le quieres.
TAYCO
Aquí les cojo en el hurto 695
de mis dichas; éste, en nombre
del tirano cruel e injusto,
a Quildora solicita:
quiero escuchar.
NAVARRETE
Si discurso
tienes de razón, Quildora, 700
ama a este Señor.
TAYCO
¿Qué dudo?
El Emperador la adora,
y éste es su tercero.
NAVARRETE
Un punto
es la humana vida sólo;
eternos años y lustros, 705
inmortales siglos, vive
quien va a su reino: trasunto
del retrato soberano
del Señor que amor te tuvo,
he de darte, y pues has dado 710
en Tomás a Dios tal fruto,
que ya te conozco, toma.

 (Déle una imagen de Cristo crucificado.) 

TAYCO
Aquí mi desdicha escucho,
aquí se me arranca el alma;
si responde bien, no dudo. 715
Trances de amor, vientos leves,
traed en orden confuso
a mis oídos su voz,
si ha de ser mi muerte.
QUILDORA
Gusto
me ha dado escucharte; el tiempo, 720
que dando vueltas y turnos
todo lo vence, quizás
mudará mi pecho y culto;
daré el alma al Rey que dices,
a quien beso y a quien juzgo 725
por igual del sol.
TAYCO
¡Ah, cielos!
Ya con nuevas ansias lucho,
con la rabia y con la muerte:
árboles nunca desnudos
de las hojas que os vestís, 730
cristales blancos y puros,
¿cómo locuras no hago
cuando lágrimas produzco?
Daré voces a los vientos
porque en sus senos oscuros 735
formen rayos que me acaben;
pero a Quildora no culpo;
mi desdicha es solamente
quien me agravia.
NAVARRETE
No procuro
darte enfado: adiós, Quildora, 740
estima esa imagen.

 (Vase.) 

TAYCO
Tuvo
la muerte en pálidas sombras.
Mas ¡horror, hados injustos!
¿Qué penas me destináis?
Falsa ingrata, en quien no cupo 745
firme honor, ¿cómo rendiste
las altiveces y puntos
vanagloriosos que amor
Con tal pompa, con tal triunfo...
¿No tiene ley ni es esclava 750
la voluntad? No lo dudo:
pudiste rendirte; pero
si me agravio, si me injurio,
si padezco, si te adoro,
no es mucho, ingrata, noes mucho 755
que lo sienta y que me queje.
Ese retrato, que suyo,
en tus manos, dice que es,
dará a mis ojos confusos
la venganza y el sosiego, 760
porque en este tronco duro
le he de clavar, ¡vive el cielo!
QUILDORA
Estás loco; espera.
TAYCO
Busco
mi remedio y mi venganza.

 (Quítale la imagen y clávala con la daga, y hácele sangre en la cara.) 

QUILDORA
¿Qué has hecho, bárbaro injusto? 765
Que es el Dios de los cristianos,
y aquel sacerdote suyo
que la ley me predicaba...
Loco estás.
TAYCO
Dime difunto.
   ¡Válgame el sol soberano! 770
Es tu forma y ya se enoja,
reflejos de sangre roja,
rayos de púrpura humana,
ya de mi mano tirana
el mismo cielo se asombre. 775
¡Señor, perdonad, que el nombre
que tenéis yo no lo sé!
¿Qué mucho que muerte os dé
si venís en forma de hombre?
   Pero ya, si bien se advierte, 780
estáis vos crucificado
sin ser hombre desdichado:
¿quién os dió, Señor, la muerte?
Caso es duro, trance es fuerte,
que siendo vos solo y uno, 785
os den dolor importuno
en edad tan juvenil;
que acá tenemos diez mil,
y no matarnos ninguno.
   Ni yo os niego, ni yo os creo, 790
que, si no es para serviros,
no os conozco, y del error,
que me perdonéis deseo.
Enojado, Dios, os veo;
vuestras venas se rasgaron, 795
sangre viva me arrojaron;
mi cólera me engañó.
¿Qué mucho que os hiera yo,
si los vuestros os mataron?
QUILDORA
   Quien esto sabe decir, 800
no es simple, sino discreto.
TAYCO
Dios del cristiano, en secreto
un don os pienso pedir:
si me hacéis restituir
este imperio soberano, 805
tengo de hacerme cristiano.
QUILDORA
¿Qué en secreto le dijiste?
TAYCO
Que te adoro.
QUILDORA
Di que fuiste
muy celoso.
TAYCO
Y muy tirano.
QUILDORA
   El viejo que anda contigo, 810
buscándote viene: adiós;
que no quiero que a los dos
nos halle juntos.
TAYCO
No sigo
tu sol, hermosa, por ver
a qué Lepolemo vino. 815
QUILDORA
Escucharlos determino.
Aquí me quiero esconder.
 

(Salen el ALCAIDE, LEPOLEMO y el REY DE SIGUÉN.)

 
ALCAIDE
   Hijo, buscándote viene
el Rey de Siguén, que es hombre
de valor, prudencia y nombre, 820
y amor de padre te tiene.
   Dél te fía, que desea
verte señor del Imperio.
SIGUÉN
Dame tus pies.
QUILDORA
¿Qué misterio
es éste? ¡No hay quien lo crea! 825
TAYCO
    Levanta, Rey, y los brazos
serán en nuestra amistad
lazos de la voluntad.
SIGUÉN
Y serán eternos lazos.
TAYCO
   Ya me ha dicho Lepolemo 830
que a mi padre amor tuviste,
y que obediente le fuiste.
SIGUÉN
A mi Emperador supremo
    debo amor.
QUILDORA
¡Válgame el cielo!
¿Se burlan de él? ¿Qué será? 835
Pero amor nuevo me da
ver que postrado en el suelo
    le habla un Rey.
SIGUÉN
Tayco Soma,
que este nombre te es debido,
la ignorancia que has fingido, 840
a empresa heroica te llama.
   Finge bien, porque te den
la locura y el desprecio
imperios.
QUILDORA
Fingido necio,
con razón te quise bien. 845
SIGUÉN
    Yo lo dispondré de modo
que muchos Reyes tomemos
las armas, y coronemos
tu persona Real.
QUILDORA
En todo,
   la dicha y el bien me falta. 850
No es su igual la sangre mía.
Sólo cuerdo le quería,
mas no persona tan alta.
ALCAIDE
    Tayco, advierte que el amor
te ha de dañar, porque ansí 855
tendrá recelos de ti
el tirano Emperador.
   Demás de esto, si te fias
de mujer, yo te prometo
que no te guarde secreto. 860
SIGUÉN
Haces mal si no desvías
   esa pasión de tu pecho.
Reprímela, gran señor;
disimula, que el amor
muchos reinos ha deshecho. 865
TAYCO
   Advertido estoy muy bien;
yo lo he de hacer de esa suerte.
SIGUÉN
A la noche vendré a verte.
 

(Vanse.)

 
TAYCO
Pues adiós. Rey de Siguén.
   Perdonad, amor, que ya 870
enfreno vuestra pasión,
y el Imperio del Japón
alta esperanza me da.
   Perdonad, amor, que agora
pienso coronar mi frente 875
la beldad resplandeciente
de los ojos de Quildora.
   Perdone esta vez, amor,
que dais muerte con la ausencia;
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .880
cese ya vuestro rigor.
QUILDORA
¡Tayco amigo!
TAYCO
¡Amigo yo!
Engañarme quieres, boba.
¡Qué bien entiendo la trova!
Sospecho que no soy yo. 885
QUILDORA
   ¿En qué te puedo engañar,
si sabes que estimo mucho
tu persona?
TAYCO
Si esto escucho,
mal podré disimular.
   Quildora, el Emperador 890
diz que te daba diamantes
al mismo sol semejantes:
tomallos fuera mejor.
   Ya me ha vuelto mi locura;
y cuando estoy más ajeno 895
de jüicio, estoy más bueno,
pues olvido tu hermosura.
QUILDORA
    Tayco, no debes fingir
simplicidades agora
con la mujer que te adora. 900
TAYCO
¡Qué bien lo sabes decir!
QUILDORA
   Y sentirlo sé mejor.
TAYCO
Luego ¿tú bien me has querido?
QUILDORA
Y ya te adoro.
TAYCO
Este ha sido
el primer gusto de amor. 905
   Quildora me quiere bien:
perdone el laurel supremo,
perdóneme Lepolemo,
perdone el Rey de Siguén.
QUILDORA
   Temo, que amor has fingido. 910
TAYCO
Y ¿por qué no lo creías?
QUILDORA
Porque de mí no te fías.
TAYCO
Luego ¿tú nos has oído?
QUILDORA
    Y me ha pesado.
TAYCO
¿De qué?
QUILDORA
De que hombre humilde no seas. 915
TAYCO
¿Por qué ese mal me deseas?
QUILDORA
Porque ansí te perderé.
TAYCO
   No sabe de amor quien dice
que abomina del amor.
QUILDORA
Rica soy con tu favor. 920
TAYCO
Amándote soy felice.
QUILDORA
    Si reinas...
TAYCO
Tuyo seré.
QUILDORA
Si no reinas...
TAYCO
Tuyo soy.
QUILDORA
Tayco, esta rosa te doy.
TAYCO
Vale más que un reino, a fe. 925
QUILDORA
   Lisonja ha sido famosa.
TAYCO
Llámala verdad suprema.
QUILDORA
Si perdieres la diadema...
TAYCO
No perderé aquesta rosa.
   ¿Dónde podremos los dos 930
    vernos siempre?
QUILDORA
En estos prados.
TAYCO
Contentos.
QUILDORA
Y enamorados.
TAYCO
Pues adiós, Quildora.
QUILDORA
Adiós.

 
 
FIN DE LA SEGUNDA JORNADA