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De patrio ardor el corazón se inflama, |
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y lucha en la batalla, Colatino; |
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mientras el hijo del feroz Tarquino, |
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urde contra su honor, horrible trama. |
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Vuela aquel do su esposa le reclama, |
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y oye su acento, noble y argentino, |
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que le dice -morir es mi destino- |
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manché mi honor, pero salvé tu fama. |
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Perdona, pues, si a nuestro amor esquiva, |
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y de vergüenza y de dolor cubierta |
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un puñal en mi seno clave altiva. |
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Ya la existencia es para mí desierta... |
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y antes que intentes perdonarme, viva, |
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honrada quiero que me llores muerta! |
1879 |