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Luys Santa Marina: Perdida Arcadia. Editorial S. Rosas, Barcelona, 1952

Ricardo Gullón





Un libro de recuerdos. Capítulos breves, donde el autor rememora con nostalgia la Perdida Arcadia de la infancia. ¿Quién no la evoca, en la lejanía, coma un paraíso del que se siente desterrado? Santa Marina desgrana las cuentas de la memoria y sitúa ante el lector sucesos y personas de lo pasado, sucesos y cosas y seres que están en su vida tan presentes como lo actual, gravitando sobre el alma con suave peso: la vieja casa en la cual escuchó, cuando niño, las historias fantásticas del ama vascongada; el puerto y los barcos, incitando a soñar en evasiones posibles; los marineros de países lejanos, hablando lenguas que sonaban misteriosamente; las calles de la ciudad norteña; campos húmedos y aldea alegre, orillas de la ría...

Para contar esta historia de claras dulzuras, Santamarina despojó su lenguaje de las llamadas figuras retóricas y, esforzándose por entrar sencillamente en un tema sencillo, lo escribió en prosa diáfana y cotidiana. Por esta ascesis adquieren las páginas de su libro una calidad de lírica confidencia y las imágenes resaltan, animada y vivamente, sobre el fondo escogido para presentarlas.

Leyendo Perdida Arcadia se evocan inconscientemente los nombres de Gabriel Miró, de Muñoz Rojas, de Manuel Llano, es decir, de los hombres con quienes Luys Santamarina coincide en el don de evocar el cercano ayer como una deliciosa presencia aureolada por el encanto de lo imperecedero, como un tiempo que no ha pasado ni pasará nunca, porque se hizo sangre del alma y en ella late y vive eviternamente.





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