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ArribaAbajoLuz

5.ª Semana de Diciembre de 1898. Barcelona, Núm. 12


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ArribaAbajoArte moderno

El ultimo libro de Tolstoi


A D. JOAQUIN TORRES GARCIA.

Recordarás, mi querido amigo Torres, que hace pocos días te hablé de lo que yo pensaba acerca de la obra ¿Qué es el Arte? del conde León Tolstoi. Pero fué tan breve é incompleto lo que te dije que me quedé con el natural deseo de volver sobre el asunto, dudando si debía hacerlo una de las regocijadas conversaciones que suelo tener contigo ó si convendría dar á mi pobre opinión la importancia de un artículo en letras de molde. Me decido, como ves, á esto último, pues creo que todo lo que se refiere al tan discutido libro de Tolstoi tiene un interés general para los que piensan en cuestiones artísticas; pero conservan estas pobres líneas el aire de una carta íntima, porque dirigiéndolas á tí, mi pacientísimo amigo, tengo la seguridad de que tú por lo menos has de leerlas, y porque me desagrada, con mis pocas ideas y mi llaneza de estilo, predicar ex cathedra al público y dogmatizar sobre arte.

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Metiéndome, pues, de hoz y de coz por esos campos de la crítica, empiezo por advertirte que no discutiré la afirmación capital de la obra, el punto de vista de todos sus razonamientos, la definición que da del arte el célebre escritor ruso. Para Tolstoi el arte es una actividad humana que tiene por objeto transmitir á los demás nuestros sentimientos. Y digo que no pienso en discutir este concepto del arte, sino que lo acepto condicionalmente hasta ver á dónde nos lleva, porque creo que en el terreno de la filosofía especulativa ó abstracta son casi todas las discusiones meras discusiones de palabras; además de que cada autor tiene, á mi ver, el derecho evidente de fijar los términos de la cuestión, anunciando claramente lo que él entiende por cada vocablo, á cuya interpretación deben amoldarse todos los que argumenten, prescindiendo del distinto valor que puedan darle al mismo vocablo otros autores por famosos que sean.

Eso no obstante, te haré notar dos cosas que caracterizan esta definición: Es la primera la claridad, cualidad que enaltece todas las obras de Tolstoi y condición esencial de las doctrinas verdaderas; y la segunda es la novedad, pues, como tú no ignoras, juntan todos los tratadistas el concepto del arte al concepto de la belleza, suponiendo que el primero tiene por objeto el realizar objetiva ó subjetivamente la segunda, en tanto que el filósofo de que te estoy hablando cree que es el arte un medio para lograr la mera transmisión de sentimientos, prescindiendo de la idea de lo bello.

Arrancando de su nueva definición divide Tolstoi el arte desde el punto de vista moral en arte bueno y arte malo, entendiendo por bueno el que transmite buenos sentimientos y llamando malo al que exprese sentimientos malos. Y aquí tienes planteado una vez más el eterno y debatido problema   —135→   de la moral en el arte, no resuelto nunca de un modo definitivo. Entiende el autor de «La sonata do Kreutzer» que lo moral, lo religioso es lo que expresa el espíritu de cada siglo, lo que está conforme con la manera con que cada época interpreta el sentido de la vida; noción, muy relativa pero bastante práctica, de la moral. De ahí que el arte moderno debe, para ser bueno, estar inspirado en los sentimientos religiosos ó sociales de este siglo, que tienden claramente á la universal fraternidad de todo el género humano y á la completa unión de todos los hombres con el fin de alcanzar su felicidad futura.

Si el arte no es esto, añade Tolstoi, si el arte es solo un medio de lograr la belleza y por ella esa fruición estética, ese ponderado sacudimiento nervioso ¿vale la pena de que por el arte se hagan ten grandes sacrificios, se consuman tantos miles de existencias? Yo, verdadero enamorado de todo lo bello, estaría tentado, mi querido Torres, de contestar afirmativamente á la pregunta que formula el gran novelista; pero no dejo de comprender que el criterio de este es más grande, más universal, de más honda trascendencia, no dejo de recordar que está comprobado por la historia, no puedo menos de confesar que el arte verdadero ha sido siempre una filosofía instintiva, una amplísima teología que ha dado, quizás de una manera inconsciente, hermosísimos ideas del hombre, de la Naturaleza y de Dios: y he aquí como la doctrina de Tolstoi concuerda en este punto con las teorías que sobre el artista como revelador ó vidente sustenta tu filósofo predilecto Arturo Schopenhaüer y, con él, un poeta amigo nuestro.

Tú sabes muy bien que soy, en todo, ecléctico y que admiro igualmente la ruda grandeza de Esquilo que los refinamientos malsanos de Paul Verlaine; pero confesemos los dos, amigo mío, que el arte que Tolstoi preconiza, el arte profundo, sencillo, profético, el arte de Homero, de Isaías, de Ezequiel, de Ossian, del Dante, de Cervantes, de Shakespeare, el arte que expresa los sentimientos religiosos (léase sociales) de su época, es un arte más grande y más humano que nuestro arte anémico, superficial y decadente.

Tú conoces la noble austeridad de caracter que ostenta Tolstoi en todas sus obras y podrás suponer con cuánta fuerza reniega del arte de los refinados, de l'élite, que peca de artificial, hace gala de obscuro y prescinde de la noble masa del pueblo. Baudelaire y Maëterlinck; Bëcklin y Stuk todos los artistas modernísimos, los que nos hacen cosquillas en los nervios; los nuestros, en una palabra, salen malparados de las garras de león de ese Titán de las estepas. ¡Cómo hace resaltar éste la falta de grandes ideales, la pobreza de fondo que empequeñecen las obras de aquellos! ¡Con qué noble sinceridad confiesa el apóstol ruso que no entiende ese arte solo accesible á los iniciados, á los espíritus cultivados, á los que nos hemos estragado el paladar del alma hasta gustar del queso podrido y del aguardiente! ¡Hay que leerlo para compreder con qué lógica primitiva casi de salvaje, señala los límites del arte falso, que junto al legítimo crece y prospera!

El libro de Tolstoi ha de ser juzgado en conjunto, no en la imperfección de detalles sin importancia. Aunque tiene alguna, no quiero hablarte del famosísimo capítulo en que critica la obra de Wagner y la presenta como modelo de arte contrahecho. Es una apreciación independiente del conjunto de la obra, y en una y otra hay que reconocer y admirar el espíritu sincero, que tiene un criterio fijo y juzga con arreglo á él y con entera libertad.

Como ves, el último libro de Tolstoi es, en el fondo, un llamamiento á los artistas en pró de lo más grande que vive en el espíritu humano, y una diatriba demoledora contra todos los alambicamientos y obscuras pequeñeces del arte degenerado.

He de confesarte francamente que la primera impresión ha sido para mí muy desagradable, me ha producido un efecto semejante al que causa en pulmones enfermos una racha de aire sano y frío; pero me he convencido de que Tolstoi, aunque araña todo lo que hay en mí de superficial, todo lo adquirido en el eterno roce de gentes y de ideas, robustece y reanima si fondo íntimo de mi ser.

Termino ya, porque veo que me voy extendiendo demasiado, suplicándote que perdones tanta pesadez y que dispongas de este que siempre se llamará tu amigo y que, por hoy se llama.

MARTÍN ESPAÑA




ArribaAbajoJuan Pablo Federico Richter

(Continuación)

PARA LOS JOVENES

La juventud, que arde en deseos de sacrificarse por el porvenir de la patria camina hácia su objeto, pensando solo en las dificultades que nacen de una fuerza momentánea, no en las que se originan de la perseverancia incesante de cada día; pensando solo en tempestades y no en inmensos campos de hielo. Pero no hay que olvidar que en lo alto del polo, allí donde está el eje de la tierra y del firmamento, las llanuras congeladas (no hablo ya de una simple aglomeración de témpanos) con el nombre de corporaciones, colegios ó sociedades, flotan delante de vosotros, rodeando y estrechando vuestros navíos.

En los Estados, como en el mar, los campos de hielo son más de temer que las tempestades.

Conviene, por lo tanto, navegar oblícuamente, con habilidad y paciencia, pudiéndose también utilizar como verdaderos puertos las llanuras heladas.

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SOBRE LA VEJEZ

La juventud tiene el privilegio de una firme é íntima convicción, de una gran fé en el advenimiento del Sol de la verdad; el viejo, por lo contrario, considera la vida como una obscura prisión en la cual, al revés de lo que en otras sucede, se va viendo menos claro á medida que se está más tiempo.

Mas es preciso que el Maestro tenga un gran cuidado con estas fuerzas de los jóvenes; porque éstos toman por artículos de fé las suposiciones del maestro, por relámpagos sus rayos de luz, y puede aquél conturbarles con tremendas agitaciones, que no sepa luego calcular ni contener.

Conviene que despleguemos el mapa de los pueblos y de la historia para que cada creencia, cada incredulidad, cada superstición nos conmueva con esa fuerza como de avalancha que te puede prestar el encadenamiento de los sucesos. Conviene también no forjarse desde el principio ninguna ilusión. Esto es erróneo, como la mayor parte de las opiniones teológicas de todos los siglos: un nublado ligero é inofensivo suele, si no se deshace, elevarse, condensarse encima de los pueblos y volver de nuevo con la fuerza de los truenos y de las trombas marinas.

EL DESEO INFINITO

Habita en cada hombre un deseo ardiente é infinito hácia las alturas del cielo; deseo que cada hombre quiere refrescar con las alegrías de la tierra, como las mujeres de la Judía refrescan sus senos introduciendo en ellos una serpiente. Nuestras serpientes nos hieren en el corazón, que muere sin consuelo devorado por una sed abrasadora; la serpiente de la eternidad solo refresca el pecho inflamado.

MELANCOLIA DE LA JUVENTUD

Esa seriedad poética, esa filosófica melancolía, que siguen á la primera ojeada sobre la vida, hacen á los jóvenes el servicio de suavizar el deslumbramiento que les produciría el primer resplandor del mundo y sus ciudades; como el velo negro de los viajeros en Suiza preserva los ojos del brillo de las montañas de hielo y nieve. Pero el hombre lanza este velo al llegar á la edad madura: no deslumbra entonces la vida y solo se presenta sin obscuridad á los ojos no obscurecidos.

LAS FLORES Y LAS HOJAS

Cuando las flores ya han caido ó viven solo marchitas, pálidas y pequeñas, dicen las hojas: -«¡Débiles! ¡Inútiles! Caen apenas nacidas, mientras nosotras nos sostenemos firmes y atravesamos el ardor del verano, más largas, más extendidas, más brillantes cada día, hasta que al fin, después de largos meses de trabajo, cuando hemos madurado y dado á la tierra los más hermosos frutos adornados con todos los colores del paisaje, entramos en el reposo bajo el cañonazo de la tormenta.»

Pero las flores caídas responden: «Nosotras caimos; es cierto; pero antes hemos engendrado los frutos.»

¡Hombres silenciosos, obscuros, pronto ocultados en la soledad de vuestros gabinetes de trabajo, mirados con desdén en las Academias; nobles bienhechores sin nombre en la historia; madres desconocidas: no os dejéis abatir delante de esos famosos que se pavonean en las cumbres sociales, en las montañas de oro, en los arcos de triunfo levantados sobre los campos de batalla y de sacrificio!

¡No os dejéis abatir! ¡Sois las flores!

EGOISMO DEL NIÑO Y DEL ANCIANO

En su egoismo inocente, el niño solo se ve á sí mismo, solo en sí mismo piensa; el anciano, violentamente ensimismado por el dolor, obra de un modo semejante, y junto al tiempo, que pasa friamente volviéndole la espalda, parece un solitario ó un viajero perdido en el desierto, que no oye ni ve más que su propia persona.

Solo en la clara y ardiente mitad de la vida no se encuentra el hombre cerca de sí mismo, sino cerca del mundo que le arrastra y al que el hombre arrastra á su vez. Este es como el sol sobre la mar: Al medio día solo ve su imagen en la profundidad lejana, en tanto que al aparecer y al declinar brilla en resplandor en medio de las olas.

EL CORAZON DE LA OBRA

El escritor inspirado, sobre todo el poeta, escribe, como Goethe, su Werther, solo para dar (por medio de la palabra), espacio y aire á los sentimientos que en él se aglomeran con superabundancia penosa y para quitar á dichos sentimientos su omnipotencia, como el aflijido se queja para dar al corazón expansión y consuelo.

Lo contrario hacen los imitadores que quieren, á la inversa, copiar por medio de la expresión la contínua porfía de los sentimientos ó, desde otro punto de vista, se atribuyen falsamente los sentimientos, quieren expresar en forma poética y se agitan sin motivo con fuego igual al que con motivo mostraron Goethe y Herder; son los imitadores semejantes á los corderos que, al llegar el sitio donde con razón saltó el morueco por encima de un leño tendido de través, saltan también cuando el obstáculo ha sido apartado.

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CONSUELO CONTRA LA ETERNA HUIDA DEL TIEMPO

No puedes tú detenerte un segundo y te quejas; el tiempo es una corriente continua de momentos que caen unos encima de los otros y se convierten en humo; arriba queda el porvenir, siempre invariable; debajo crece cada día el pasado y se pierde á lo lejos: ¿qué me queda?

Yo á eso te respondo: el Presente.

Aunque el tiempo huya delante de tí el presente es tu eternidad y jamás te abandona.

EL ARTE MUSICAL ES EL MAS ELEVADO ECO DEL MUNDO

Cuando habla la música no podemos saber si expresa nuestro pasado ó nuestro porvenir.

Escuchamos el rumor de los días lejanos, pasados ha mucho tiempo, y el de los días futuros; porque unos y otros están lejos y debemos nosotros á la par recordar los unos y aspirar á los otros. Ningún sonido tiene presente, ninguno se detiene, ninguno es.

Su momento es solo una corriente circular y la ondulación de una ondulación.

He aquí por qué los sonidos no nos estrechan jamás tan fuertemente como cuando en ellos vemos grandes masas de nubes, de navíos de generaciones humanas.

Ir es engañarnos.

Con los sonidos fluyen el pasado y el porvenir del corazón; pero les falta el presente que los separará. Son, pues, el eco terrestre de la eternidad y el hombre no escucha en los sonidos cosa alguna externa, sino solamente su ser interior y el eterno yo.

EL HOMBRE

Contemplando Momo los animales, dijo después de largas reflexiones: Cada animal se parece á un dios ó á una diosa, pero ¿qué animal es imagen de todos ellos? -Entonces Prometeo creó al hombre y exclamó: Aquí está.

Traducción de E. MARQUINA Y LUÍS DE ZULUETA.




ArribaAbajoEn el bosque


Y vió Dios todas las
cosas que había hecho:
y eran muy buenas.


-GÉNESIS, cap. I, vers. 31-                


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Cartel por A. de Riquer.


¡Oh viejos pinos, santos patriarcas
del bosque exuberante, que al intruso
viajero recibís de vuestra sombra,
refrescando sus sienes amarillas;
de las cosas del mundo no murmuren
vuestros ramajes con rumor monótono!
¡Cantad, cantad con vuestras lenguas verdes
al Bien universal!
   Sobre la tierra
todo en sí es bueno, porque viene todo
á cumplir su misión preestablecida.
Una eterna harmonía da las leyes
á la marcha del tiempo. No queramos
averiguar con atrevidos ojos
el oculto sentido de la vida.
Somos notas aisladas (¡las más bellas
quizás!) del himno inmenso de los mundos;
no intentemos juzgar las misteriosas
cadencias vacilantes que escuchamos.
Somos solo columnas solitarias
(¡las más fuertes tal vez!) del religioso
templo de las ideas; es inútil
sondear con profano pensamiento
su jigantesca bóveda invisible.
   ¡Oh viejos pinos, santos patriarcas,
cuyos secos ramajes se consumen
en el bendito hogar, que vivifica
la sangre adormecida en las arterias!
¡Cantad, cantad con vuestras lenguas verdes
al Bien universal!
   El Mal no existe.
Su concepto tan solo es el que mora
en nuestro pobre espíritu, agitado
por tantas tempestades. Es tan débil
la inextinguible luz del alma humana
que al extender su resplandor mezquino
por toda la Creación, deja en la sombra
la mejor parte de las cosas. A esta
oscuridad llamamos Mal. Citamos
con este nombre falso y sin sentido
á la augusta tristeza, compañera
de la meditación, pálida lluvia
que baña en noble majestad al alma;
al dolor que redime, que da bríos
al volador caballo del progreso
y que cincela nuestro tosco bronce;
y hasta la santa muerte, la más grande
expresión de la vida, la más justa
solución del problema planteado,
la inmersión más profunda en lo infinito.
   ¡Oh viejos pinos, santos patriarcas,
que en el fruto simétrico escondida
teneis una colmena silenciosa
de aprisionadas larvas de otros pinos;
cantad, cantad con vuestras lenguas verdes
al Bien universal, al bien eterno!

LUIS DE ZULUETA.



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ArribaAbajoEspaña negra

Notas de viaje de Emile Verhaeren


Traducción é ilustraciones de Dario de Regoyos.

(Continuación).

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Viático (boj).

Por fin dejamos San Sebastián empezando el viaje con un gitano que iba la feria de Pamplona y en él fijaba la atención mi amigo de tal manera que no miraba el camino, despreciando el paisaje creyendo que lo tendría este hasta Madrid. No sabía que subiendo á los altos páramos del centro de España, que pudiéramos llamar nuestras Pampas ya sea el pueblo Tafalla, Burgos, Madrid, Teruel, Cória, etc., etc. todo es lo mismo, el desierto... y hay que despedirse del color verde y de las frescuras del paisaje en general.

El buscaba un país triste, pero bien triste iba á ser todo; el campo se tenía que convertir en cadavérico paisaje y á él, hombre nacido entre las praderas rubias de Flandes y bajo grises aterciopelados, sin durezas ni tonos brutales, tenía que hacerle más efecto que á otro cualquiera el aspecto de los pueblos del mismo color de hueso que las caras de la gente, la aridez en todo, el clima implacable.

Para pintar aquellos campos perece que hace falta una nota de luz que sirva de dominante como el último rayo de sol rojizo o anaranjado que forme sus complementarios ú oposiciones azules, y si es en invierno una luz solar algo eléctrica de un amarillo limón con sus complementarios violáceos. Hace falta en fin una luz de tinta muy marcada que haga cantar el conjunto entonando aquellos pardos incoloros y muertos. No siendo así   —139→   Castilla es antipictórica, sin sol, porque no dice nada; todo es de coloración neutra y con sol elevado porque la paleta es impotente para reproducir aquellas vibraciones de luz tan brutal y tan blanca.

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Mendiga de Castilla.

Habíamos formado un itinerario hasta Madrid con paradas en sitios artísticos. Para ver bien un país había que visitar los pueblos pequeños y para conocer los tipos interesantes era necesario viajar en 3.ª Así lo hicimos al salir de Guipúzcoa.

En Alsasua todo cambia viniendo de Guipúzcoa. Allí empieza la tragedia del paisaje cuyos montes cuadrados en forma de mesetas hizo muy bien Verhaeren en comparar á grandes catafalcos de paño negro. Los personajes de aquel teatro son también otros tipos opuestos á los guipuzcoanos y de traje más pobretón que los de Zumárraga á tan poca distancia de allí. La diferencia de líneas de la distinguida raza basca y la castellana es tan grande hasta en los mendigos que sabría uno diferenciarlos desnudos. Una vieja vimos en la que se reflejaban las miserias del país, seco, de cerros pelados; en su cara pajiza y descompuesta se veían los colores de aquellos desiertos y las huellas de la vida de sufrimientos en tan duro clima. Sus arrugas conservaban la misma contracción sin duda de muchos años como sugeta por un resorte de tanto guiñar los ojos, luchando contra la luz fuerte; ese visage que queda fijo en la gente que vive al sol envejeciéndola antes de tiempo.

Entramos en las arideces de España por el valle de Catafalcos como había bautizado el poeta al Araquil, dirigiéndonos á Pamplona á la fiesta de San Fermin chico.

Dejemos ahora hablar al belga describiendo el gitano compañero de viaje, personage con guitarra y de gran carácter. Aquel dice así: «En un wagon de 3.ª camino de Pamplona espatarrao sobre el banco del coche enfrente de nosotros, la boca entreabierta, retorcía un pitillo con movimientos bruscos y fumaba mirando por la ventanilla, abstraído, su alma á cien leguas. Dos mechones de pelo ensortijado cubrían sus sienes; los pómulos como puños, barbeta como un codo pero con pelos como patas, picado de viruelas y con una cuchillada que por añadidura lo cruzaba la cara. Soberbio tipo de fealdad ruda y fuerte con una costra más bien que una piel en su cara.

En una estación de pueblo navarro quedó vacío su compartimento y desde el nuestro te vimos acurrucarte en un rincón y sacar de debajo del asiento un guitarrín colorado, malo é incompleto de cuerdas; se puso á cantar bajito una malagueña con voz gangosa y aunque cantaba para él se oyeron en la copla las palabras muerte, sangre, que son de cajón en los cantos andaluces y su canción le hacía soñar, indiferente á los que le mirábamos. No separando la vista de él no sé por qué no le declaramos la admiración que nos causaba. Hubiéramos querido unir nuestro viaje al suyo, á su vida canalla de vago yendo y viniendo por todos los caminos. Por qué no conocer su vida y disfrutar de ella?»

Más tarde supimos que iba á comprar los caballos muertos de la corrida para esplotar la manteca y la piel. Este hallazgo de un matón; de un sacamantecas como compañero de viaje tenía que figurar en los artículos de l'Art Moderne.

Era el hombre apropósito para nuestro belga, el que tenía que salir varias veces á nuestro encuentro en la fiesta de Pamplona. Esta era la de San   —140→   Fermin el chico como dejo dicho y que nada tiene que ver con el grande, donde teníamos que ver una corrida de toros y como en la otra fiesta era de rigor asistir al encierro de toros en la calle de la Estafeta que es célebre por este motivo. Tomamos posesión de un mal cuarto como es costumbre hacer este día con tal de tener balcón á la calle de la Estafeta para la madrugada y mientras al acostarnos veíamos por las puertas de vidrieras hombres y mujeres desnudándose en los dormitorios, pensábamos la noche que ibamos a pasar de martirio sobre colchones por el suelo esperando la recompensa del día siguiente.

(Continuará).

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El Cabriolet boj por W. Nicholson




ArribaAbajoLa promesa

(CUENTO)

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Sueño de amor y muerte.

¿Ves esta llanura inmensa, aquellas montañas á lo lejos, este río, estos árboles, estas flores, estos rebaños?...

-Sí, -dijo Emma- sí lo veo.

-Pués todo esto es mío y será tuyo si me entregas en cambio tu corazón.

-Es poco lo que me ofreces.

-¿Poco?... ¡oh! yo te daré más, mucho más... ¿Ves este magnífico palacio? pues en él guardo tesoros inmensos, riquezas fabulosas...

-Es poco -replicó Emma.

-¿Poco?... Si llego á poseerte un día, seré tu esclavo; tus palabras serán órdenes; tus más pequeños deseos se verán cumplidos al instante...

-Es poco aún -dijo por tercera vez.

-¿Qué deseas pues?..

-¿Ves este cielo azul, de un azul más puro y hermoso que el de mis ojos?

-Sí.

-Pués yo deseo este cielo.

-Pero Emma, esto es imposible.

-Pues imposible es también que seas el dueño de mi corazón.

-¡Oh! no, yo quiero que seas mía. Pide otra cosa, haré lo que desees con tal de verte satisfecha, lo que pides es una locura, una quimera...

Emma no me escuchaba, huyó de mi lado sin mirarme, fijos sus ojos en el cielo que tanto ambicionaba y sin acordarse de mí.

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¿Como satisfacer aquel capricho de mi amada?

Era rico, inmensamente rico pero de nada me servía el dinero en aquella ocasión. Mi única ambición se cifraba en poseer el amor de aquella mujer, pero aquella mujer a cambio de su corazón me pedía un imposible.

Estaba entregado á reflexiones bien poco lisonjeras cuando apareció ante mí una mujer hermosísima. Era rubia más que el oro, su tez blanca como la nieve, sus ojos azules me recordaron los de mi amada.

-No desesperes -me dijo- yo puedo satisfacer el capricho de Emma.

-¿Tú?

-Sí, yo soy el hada del amor. Toma estas alas, con ellas podrá volar hasta al cielo.

Y el hada desapareció.


Emma estuvo muy contenta cuando le dí las alas y se las puso enseguida y partió.

Y pasaron días, pasaron meses y Emma no volvía.

Estaba intranquilo, desesperado, cuando vino á visitarme el hada de la otra vez.

¿Estas triste? -me preguntó.

-Sí, Emma no ha vuelto.

-Ni volverá.

-¿Por qué?

-Ha encontrado tan hermoso el cielo que no piensa en volver.

-¡Pero ella me prometió su corazón!...

-Oh amigo mío, la mujer promete muchas veces lo que nunca podrá cumplir.

-Pero Emma...

-Emma es cual todas: no tiene corazón.

FRANCISCO DE A. SOLER

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Dibujo de G. T. Taslins.




ArribaAbajoEl hijo pródigo




I

   ¡Oh, qué tremenda soledad, Dios mío!
¿Donde caí por fin? ¿cuál, de los siervos
que habitan en la casa de mi padre
vive peor que yo? No tengo fuerzas
para llorar, á solas con las rocas
y entre bestias innobles -¡Cuántas veces
renegué de la vida, ante las aras
del implacable Sol!... Todo ha perdido
para mi su alegría; no comprendo
el concierto admirable de los mundos.
-Soy ave herida y no me sirve el aire
para volar y mis dos alas pesan
arrastrándome al suelo. ¡Qué tristeza!
Yo, que he vivido mis primeros años
en la disipación, que néciamente
mi tesoro de ideas he vertido
como arena infecunda, recubriendo
la costra de la tierra! -Mi entusiasmo
rodando sin objeto sobre rocas
se ha hundido en el abismo -He recorrido
el mundo entero negligentemente
y he cubierto, en un tiempo, con mi manto
la mesa de los vinos. H[oy] no tengo
ni man[to] que me abrigue, ni comida,
ni hoga[r] en donde llore. Se han cerrado
para m[í la]s entrañas de la tierra,
y es ta[rde] ya: pululan á mis plantas
los re[baños de cerdos], negras bestias
que [encierran el espíritu] maligno;
y mi cabeza débi[l y]a no sabe
levantarse á los cielos: solo aspiro,
vaho de estiércol, corrupción de musgos,
miasmas de pantano: estoy enfermo
con la fiebre cruel del que no espera.
¡Dios mío, qué tristez! ¿Por ventura
alguien me necesita? ¿No estoy solo
como el tronco sin hojas, respetado
del rayo en la mitad de un bosque muerto?
¡Oh, qué fardo pesado el de la vida!
¿Se acabarán, Señor, mis desventuras
ó he de acabarlas yo?...


II

   ¡Pobre, pequeño!
Ciego de corazón; cómo tropieza
sin dar con el camino! -¿No derrama
las llorosas pupilas por el campo?
¿No vé los trigos, las espigas dobles
la profusión de los arbustos verdes?
¿No siente sobre el cuerpo tembloroso
la caricia del sol, beso continuo
de la Naturaleza?- En sus momentos
de más hondo pesar ¿no ha sonreído
recordando la casa de su padre?
-Está, como una fuente de alegría,
puesta entre verdes campos: sus ventanas
se abren al sol y al viento de las sierras;
estalla la abundancia en sus graneros
y los gallos domésticos rebullen
como una llama viva entre los bueyes,
sobre el húmedo suelo del establo.
Allí su viejo padre y sus hermanos,
los llenos de vigor, los nunca enfermos;
allí el pequeño cabritillo blanco
que su mejor hermana, la más joven,
la de cuello de tórtola y sonrisas
de virgen sulamita, cuidadosa
alimenta y regala para el pródigo,
y allí, en fin, la venganza de su padre.-
Cuando el enfermo vuelva, los criados
dejarán sus trabajos: [las] palomas
recobrarán su libertad; manteles,
tejidos para él solo, aquella tarde
envolverán la mesa del banquete
y el cabritillo que su hermana cuida
se inmolará en su nombre, por que vea
que el mundo es bueno y que la Vida es grande.

E. MARQUINA.

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Dibujo de Josef Berchtold-München.




ArribaAbajoCanto de Prometeo delante de la llama de la vida

¡Oh fuente! ¡Oh llama de la Vida! Perdóname si la emoción me ha hecho enmudecer; tú que eres camino de libertad, permite que en tu presencia incline esta rodilla, nunca doblegada. Tú sola eres, en mí, señora y autoridad; por tí, ¡oh única diosa! he olvidado la majestad austera de mi orgullo.


¡Qué largo es el camino que conduce á tu completo conocimiento! Primero los años tenebrosos de la juventud llenos de nieblas, como mañana de invierno; después el combate eterno con las enfermedades y con la muerte; las luchas de las ideas ellas con ellas; luchas que el hombre dirige y en las que, triunfe quien triunfe, arrastra siempre la ley del vencido.


¡Cuántas veces, mientras hacía el Sol su brillante camino, mi alma enferma ha confundido su luz con la luz blanca de Diana! -Tan negra era la noche de mi espíritu que veía la tierra invadida de una noche eterna.


Pero hoy te contemplo cara á cara ¡oh Vida! ¡Fuente de mi criterio! Y hoy ¡oh Dioses del Olimpo! no os criticaré por haberme dejado abandonado en este destierro, solitario, indefenso y lleno de dudas.


Vuestra anterior crueldad me permite llegar vencedor y cargado de heridas delante de la amorosa Madre. Y esta es la única cosa que os agradezco ¡oh Dioses! el haberme hecho incompleto. Porque dentro de mí tendreis que confesar que ahora se encierra todo un hombre. ¡Oh Júpiter! Ya no eres solo en crear. Tú vas animando criaturas, yo las transformo en hombres.


Pero ¿qué hago? En tu presencia ¡oh llama inextinguible! todavía alucinado por tu resplandor, me entretengo en señalarte odios y pierdo el tiempo recordando agravios. Basta. No se han hecho para tí los gritos de cólera. -Tu reino es el reino del amor y de la contemplación.


Yo he venido á tí como los ríos bajando atraídos por el mar; con el ansia del caminante que busca sombra en un día ardoroso, con el deseo del enamorado nocturno que corre al lado de la amada.


Ya no temo. Me confortaré con tu recuerdo cuando termine mi vida y entre en la caída vejez á que me han condenado los dioses. Y ese recuerdo y la fé en la existencia me sostendrán. Nunca renegaré de tí ¡oh Vida! nunca creeré en el imperio de la muerte ¡oh Evolución!


Ahora te conozco bien; siempre estarás delante de mis ojos: todo el   —143→   mundo no será más que tu imágen para mí. Los rebaños que corren estendiéndose; los bosques y los sembrados invadiéndolo todo y el viento que pasa recostándose, contando con ellos á coro; todo no será más que un acto tuyo, de presencia.


¡Adios, pues, oh madre! De tu enorme brasero yo me llevo una pequeña llama. Tú, que apenas te has dado cuenta de mi presencia, no sentirás esta menuda falta. -Será el recuerdo del árbol de la Vida que llevaré á los míos ¡cree que, en las tinieblas que les rodean, sabrán aprovecharlo!


Y entiende, Diosa, que si pasados los años, se agotase este río de fuego, se ennegreciese el sol, cayesen las estrellas y aquí únicamente quedasen los restos de una cosa pasada: nosotros lo remediaríamos; nosotros, hechos ya grandes con la ayuda de esta tea que hoy te arranco, renovándote Fénix, encenderíamos tus cenizas.

J. PIJOAN.




ArribaLos libros viejos

Nada hay nuevo sobre la tierra, -Hé aquí una sentencia mil veces y en mil idiomas repetida y que no dejará de estrañar á los lectores de nuestra pequeña revista, amigos, por ende, de lo nuevo, de lo avanzado, de lo modernísimo. -Y sin embargo, la sentencia es tan verdadera como antigua: lo propiamente nuevo, lo original en absoluto, lo sin precedentes ni abolengo está todavía por descubrir. Desde los primeros chinos civilizados acá, todos los géneros literarios, todas las formas artísticas se han intentado. Como si quisiera el hombre demostrar el poder de su inteligencia soberana, ha cerrado ya el círculo de sus universales conocimientos, apoyándose en lo que sabe para adivinar lo que ignora. -Se ha dormido el hombre del pasado durante la noche, pero en sus labios se dibuja una sonrisa, anunciándonos que ha previsto la aurora del porvenir. Podreis vosotros gozarla de un modo más adecuado, podreis analizar los colores de sus nubes y sentir la frescura de sus rocíos, pero la impresión estética de aquel incendio triunfante, la íntima satisfacción del que descubre la luz, la sintieron ellos, los hombres del pasado, vuestros buenos abuelos, lo mismo que vosotros, hombres del presente, abuelos á vuestra vez de nietos sapientísimos y de hombres modernos por venir.

Tomaos la molestia de repasar algunos libros viejos: no es una faena desagradable, os lo aseguro. El pergamino de las cubiertas que cruje y se retuerce como la piel seca de una momia; las hojas blandas, húmedas siempre; la impresión extraña y de un negro atenuado en rojo, sobre el papel amarillento, la ortografía caprichosa y pintoresca; todo el pequeño volúmen, en fin, tiene un aire tan cándido, tan sencillo, tan de abuelo desengañado y poco figurón, que convida á leerlo, que seduce y obsesiona ligeramente. -Y una vez leído, y una vez estudiado y una vez vuestra alma de hombre moderno puesta en comunicación con el alma vieja del autor del libro viejo ¿qué descubrís? Hablando sinceramente ¿os sentís superiores al que escribió el libro de Job? ¿La poesía es más grande hoy que en tiempo de Homero? ¿Somos más sutiles y refinados que Horacio? ¿Verlaine resulta más obscuro, más misterioso que Persio? ¿Es Apuleyo menos escatológico que Zola?- He aquí, pues, la gran enseñanza que trasciende de la lectura de libros viejos. Una ecuanimidad, una indiferencia tranquila y una serenidad de espíritu que confortan y regeneran. -El lector profundo de libros viejos deseará ver, aunque no logre hacerse ver; desengañado del estilo, se irá derecho al fondo y procurará como los autores que he citado dormirse en la noche del pasado, pero con la confiada sonrisa del que ha presentido y abarcado el porvenir.

Un libro viejo es como un vino rancio, bebido á sorbos junto á un buen fuego: nos conforta y nos inspira sueños deliciosos.

ANGEL CUERVO

El día 18, en el local de la sociedad coral «Cataluña Nova» el maestro Morera hizo la explicación del Tratado de Harmonía que acaba de escribir, y de la manera que él emplea esta importante parte de la música.

La explicación fué clara y concisa y por ella nos atrevemos á asegurar que es un tratado superior á todos los españoles, á muchos franceses, y á algunos alemanes, entre los cuales contamos uno de cuya traducción se encargó un músico español sobradamente conocido, no sabemos por qué.

¡¡OJO SEÑORES!!

Gran liquidación en el «Salón de ventas».

¡¡¡Cuadros á seis pesetas con marco y todo!!!

¿Quién no se permite hoy el lujo de decorar sus salones con obras de arte de tal naturaleza?

¡Ah! y que firman los cuadros artistas conocidísimos: Llinás, Pou, Reig, Susasisemendi... ¡la mar!

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