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1.      En una nota puesta al pie de este trabajo por su autor, el año 1864, esto es, cuando apenas contaba diez y siete de edad, dice: «Apuntes que yo escribía en 1864 para desahogar mi afición a la Botánica y a la Agricultura.»

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2.      El 15 de Febrero de 1899 publicaba el Dr. Juan Pablo Soler el Diario de Avisos Ilustrados, de Zaragoza, un bien pensado articulo, «La enseñanza de la Agricultura», cuya parte substancial viene a coincidir con el pensamiento de nuestro Costa. Dice el articulista:

. . . . . . . . . .

     «Así como disponemos en la localidad de Escuelas de Bellas Artes y Artes y Oficios, cuyo fin es ilustrar al obrero, mejorando notablemente sus trabajos, de cuyos admirables resultados estamos penetradas todos los que aquí vivimos, podríamos, además, disponer de mi Escuela de teórico-práctica, en donde podrían recibir sus lecciones los jóvenes braceros; y, si la afición a estos estudios se despertaba, algún día, podría crearse una sección superior para las que deseasen estudiar la. Agricultura, ya como arte o bien como Ciencia.

     »A esto último debiéramos aspirar todos, y aunque fuesen pocos los que anualmente coronasen con un franco éxito sus aspiraciones, por lo menos conseguiríamos sacar muchos hombres más inteligentes que los actuales, que se elevarían desde su fatal condición de braceros hasta la categoría de agricultores. No pocos de ellos podrían encontrar un género de vida poco explotado aún; reconociendo semillas, analizando tierras, rebuscando variedades nuevas de plantas, repoblando montes con los árboles que les sean propios y útiles, conservando y mejorando las razas de nuestros ganados, difundiendo y mejorando nuestras industrias, algunas de las cuales ya hemos perdido por abandono, negligencia y por nuestro poco saber:

     »Tenemos naciones a quienes imitar, hombres ilustres en nuestra Península a quienes pedir consejo, tierras fértiles que explotar, terrenos accidentados con variabilidad de climas que aprovechar. No falta más que querer estudiar, y para esto es preciso tener voluntad, pues inteligencia no escasea, afortunadamente. Todo esto es obra primeramente del individuo en particular y después de todos juntos; del amparo de nuestros Ayuntamientos y Diputaciones, que proporcionen medios materiales, que estimulen al trabajo y protejan a los pobres ignorantes.

     »Falta estímulo, por la carencia de medios y porque en la actualidad son muy contados los casos prácticos que nos demuestren los resultados positivos obtenidos por cada uno de los que siguieron estos estudios, y muy escasas las aplicaciones de que son susceptibles los conocimientos que pueden adquirir en uno o dos años, cuando más, aquellos jóvenes que no están lo suficientemente preparados para ello.

     »Enseñando la Agricultura con el debido detenimiento y hechas todas las experiencias que su complejo estudio requiere, ganaría nuestro cultivo notablemente, y es muy probable que después de algunos años de instrucción se sintiera la necesidad de implantación de nuevas industrias, propias hoy del extranjero, que darían vida más real a nuestra provincia.

     »No se daría el caso de dudar un momento de la existencia de la filoxera, por ejemplo, en una región, porque a estas fechas no debiera haber un aragonés mayor de edad que ignorase la generación, vida y reconocimiento probable de la misma, para prevenirse en su caso; y no esperar, como parece que lo hacemos ahora, a que se incube el huevo de invierno, en Marzo o Abril, origen de unos cuanto, miles de millones de filoxeras que en generaciones sucesivas se producen, para convencernos de su existencia, cuando ya no hay ya remedio. Y lo que decimos de esa plaga, lo hacemos extensivo a la langosta, a la peronóspora o mildew, y a tantas otras importantísimas que cada visita que nos hacen visten de luto multitud de hogares.

     »Creemos éste un asunto de vitalísimo interés para ser tratado con el calor que engendra el buen corazón y el buen deseo de la instrucción del que no sabe. Siempre que de la benéfica obra de la enseñanza pensamos, no podemos olvidar el amor rayano en frenesí de aquel maestro de escuela que Zaragoza contó durante más de veinte años, y que la modestia nos prohíbe nombrar, pero que veneramos con verdadero orgullo, maestro y sacerdote que no desperdiciaba ni un solo detalle en el niño, para ilustrarle su inteligencia y robustecer su corazón.

     »Es una misión, la de la enseñanza, muy superior a como se entiende y se practica generalmente; pues entendemos que la labor del maestro no ha terminado cuando el reloj señala la salida de la escuela o de la cátedra, y que, por el contrario, debe enseñar a toda hora y en todo lugar a quien lo necesite, con el cariño y la abnegación del sacerdote que auxilia en todo lugar y a toda hora a quien lo reclama.

     »Nada hay tan maravilloso y sublime como el despertar de una inteligencia y el sentir de un corazón; labor exclusiva del maestro con su enseñanza, con su experiencia y con su ejemplo; pues el maestro, para ser buen maestro, tiene que constituirse, además, en padre y sacerdote amantísimo de sus discípulos.»

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3.      L´agriculture et la législation douanière, en Le Correspondant, 25 de Mayo.

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4.      Journal des Economistes, Agosto 1882.

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5.      Discurso pronunciado en el acto solemne de la Inauguración del «Ateneo Oscense» por D. Joaquín Costa, el día 6 de Enero de 1866, cuando solamente contaba diez y ocho años de edad. Fue impreso por acuerdo de la Junta general y a expensas de varios socios, en la imprenta de Antonino Arizon y Compañía, de Huesca.

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6.      La Revista de primera enseñanza, que se publicaba en Huesca, en su núm. 4, correspondiente al 10 de Mayo de 1866, dio a luz este trabajo con la siguiente nota por cabeza:

«El siguiente, discurso que el estudioso joven Sr. Costa pronunció en una de las sesiones del «Ateneo Oscense», creemos podrá interesar a nuestros suscriptores por la abundancia de datos y curiosas noticias que contiene relativas a algunos puntos concernientes a la agricultura. La importancia del asunto que trata, de tanto interés para nuestra provincia, exclusivamente agricultura, nos ha decidido a dar cabida a tan extenso trabajo.»

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7.      Otros prescriben dos partes de alcohol, dos dracmas de nitro y un adarme de cloruro de amoníaco.

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8.      Puede ensayarse también tapando el tubo con pergamino agujereado en su centro con un alfiler.

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9.      El Gobierno debiera dar este encargo a los curas párrocos y a los maestros, ayudados de los tiernos discípulos, que aprenderían a estimar a sus más constantes amigos, y fomentarían la riqueza nacional. Unos y otros se hallan en la obligación patria de adelantarse a tan perentoria necesidad social, proprio motu, y auxiliados por los Ayuntamientos, pues sabido es que los Gobiernos, en España, no pueden parar mientes en tales pequeñeces.

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10.      En estas consideraciones y otras análogas está fundado un sistema que imaginé hace algunos años y que no estoy en el caso de exponer ahora, para elevar la Agricultura a un grado de perfección que no es posible adivinar.

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11.      Diccionario de Agricultura, de Collantes y Alfaro.

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12.      Una fanega y media, próximamente.

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13.      Esto prueba a ciertos escritores que no es sólo en España donde los sabios y los que gobiernan sacrifican en aras de su opulencia los sentimientos que más enaltecen: de patriotismo y de amor a la sociedad, de que indignamente forman parte.

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14.      Todo esto, por supuesto, será hablar en chino aun a los labradores que sepan leer!!!... salvas honrosas excepciones, como dice Oliván.

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15.      Más adelante tal vez pueda dar a los lectores noticias más exactas y positivas sobre los medios de preservar de las granizadas las cosechas de vino y demás. Falta un proyecto, o al menos una indicación de Sociedad mutua de Seguros entre cultivadores de una región agrícola, etc. (V. Sociedad de Cosuenda).

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16.      El cura de Elorriaga (Álava), D. Fernando Alvisú, fue tipo y dechado del «cura horticultor y arboricultor», quien consiguió extender entre sus feligreses el conocimiento de la poda, del injerto y del cultivo de ciertas plantas domésticas, haciendo de su huerto un campo de experiencias, que enseñara nuevos métodos de cultivos.

     D. Ramón Baldellou, cura de Torre de Obato (Huesca), proyectó y dirigió la construcción de una acequia de 11 kilómetros de desarrollo, que partiendo de Perarrúa, toma suficiente altura para regar el llano de Santa Lucía, 1500 fanegas de tierra, medida aragonesa, y aprovechó un salto de agua para construir un molino harinero. Sentíase orgulloso el respetable párroco, al contemplar desde su rectoría de Torre de Obato, edificada en alto, aquella hermosa vega, creación suya, y aquel hormigueo de gentes de siete distintas poblaciones, que van y vienen afanosas con el alma puesta en el canal de que depende su existencia, tal vez sin acordarse muchos del ingenioso párroco que lo ideó y construyó. Con posterioridad ha trazado hasta 30 proyectos de acequias y puentes colgantes, habiéndose llevado a feliz término cuatro o cinco que conocemos.

     El pueblo ha creado una leyenda alrededor de figura de este sacerdote y le designa con el nombre de «Mosén Ramón Acequias»; dictado que recuerda el de «Santo Domingo de la Calzada», y que fue para él altamente honroso.

     En Asturias conocemos a varios párrocos que se dedican a la industria «agrícola» por los procedimientos modernos, y explican a sus feligreses el método y manera de sancionar, como vía de enseñanza y estímulo.

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17.      Monseñor D. José Salamero y Martínez, fundó en su pueblo natal, Graus (Huesca), una Escuela de Artes y Oficios, para enseñanza de la juventud artesana, que costeaba de su peculio particular. La generación que recibió sus lecciones, se distingue en cultura y habilidad.

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18.      Balmes ha dicho: «En vez de perturbar a los pueblos con eternas circulares, con alocuciones, con proclamas, con manifiestos, con toda clase de papeles atestados de pasiones, de miserias, enviad a todos los párrocos de tiempo en tiempo una breve reseña de las mejoras que se hayan hecho en todos los ramos de, de selvicultura, cría de ganados y demás que pueda contribuir a la prosperidad del país: encargadles que por los medios que crean convenientes y decorosos procuren la circulación de aquellas noticias, mayormente las que puedan tener aplicación más inmediata a la tierra donde residen, y sin nuevos gastos, sin mucho aparato de cátedras, las tendréis abiertas en todo el ámbito del reino.»

     En Francia el clero de la provincia de Oise, da conferencias para comunicar a sus feligreses los conocimientos hortícolas que han adquirido con la teoría y con la práctica. En la actualidad han realizado una obra meritoria con la instalación de «huertos obreros.»

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19.      Trece escolapios y cuatro profesores de Seminario siguieron y terminaron el curso en el Jardín Botánico, bajo la dirección de D. Pascual Asensio. Se les examinó, se les dio un título o certificado y se les citó en la Gaceta. (Noticia que me ha comunicado el P. Enrique, del Colegio de Escolapios de Madrid, que fue uno de los alumnos.)

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20.      Conocida es la del emperador Carlos V. Cuando quería saber el estado intelectual, moral y económico de un pueblo, preguntaba por lo que él llamaba las tres pres: «¿Qualis praetor? ¿Qualis praeceptor? ¿Qualis presbyter?¿Que tales son el alcalde, el maestro y el cura? El emperador no calculaba que pudiera haber pueblo sin maestro, como sin cura; señal cierta de que lo común, lo general, lo corriente, era que lo hubiera en todos los pueblos de España.

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21.      Pocas cosas urgen aquí tanto corno el transformar la dirección moral de las localidades chicas y medianas mejorando el personal de maestros y de curas y haciendo de sus respectivas obras en la mutua relación, dos sumandos, en vez de ser lo que ahora, un sustraendo y un minuendo. -Joaquín Costa.- 20 Agosto 1904.

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22.      Hoy 9 de Marzo de 1871 he visto por la mañana, en la Historia de un grano de trigo, por Seco, el recurso ordinario, la comidilla consabida de los escritores españoles que alaban lo extranjero y desprecian lo propio... Gutiérrez funda una Granja-Escuela y Colonia en la provincia de Alicante... los aldeanos, en vez de agradecer la enseñanza práctica que sus cultivos les ofrecen, incendian la Colonia...

     En la tarde de este, día, he hablado con D. Modesto de Lara, canónigo ahora, cura que fue en Jorquera, provincia de Albacete, no muy distante de la de Alicante. En 1861, avergonzado (cuando se hizo el censo) de las pocas personas que sabían leer y escribir, los reprendió en un sermón, y abrió en la sacristía una escuela de adultos adonde concurrieron hasta 60 personas, algunas de ella, de cincuenta y ocho años de edad. Al mismo tiempo que les enseñaba a leer y escribir en carteles y cartillas que compró de su cuenta, les daba tres lecciones semanales de Agricultura y tres de Contabilidad, logrando en poco tiempo transformar el sentido de aquel pueblo: introdujo plantas allí desconocidas, como el almendro, de cuyas plantas cubrió laderas abandonadas; fomentó la constitución de estercoleros y fabricación de abonos, hasta el punto de que no se cortaba un pelo, ni se caía una hoja de árbol, ni se moría un perro, que no fueran al pudridero.

     ¿Cuál fue el resultado? El espíritu religioso había decaído en gran manera a causa del abandono y espíritu encogido y poco pedagógico de curas anteriores: Lara consiguió que fueran a ensanchar sus predicaciones todos los domingos.

     Cuando trató de ir a Toledo a tomar parte en un concurso, aspirando a un concurso aspirando el pueblo se sublevó oponiéndose a la salida de su párroco. «Si allá os dan 20000 reales, los daremos nosotros, pero no nos dejéis»: esto decían los feligreses. El gobernador de Albacete, Sr. Gallosteo, ofició al alcalde de Jorquera para que pasase una Comisión del Ayuntamiento a dar las gracias en su nombre al Sr. Lara por los beneficios que a tan poca costa estaba dispensando.

     D. Modesto de Lara ya no está allí: los vecinos de Jorquera recuerdan su nombre con bendiciones en los labios y lágrimas en los ojos. Ninguna tierra poseyó allí; pero todo el término estaba a su disposición. No tenía más enemigos que los usureros. Desde que él desapareció, éstos han acaparado la propiedad, y un pueblo de cultivadores se ha convertido en pueblo de jornaleros. Un cura celoso e ilustrado hubiera creado una Asociación Cooperativa de Ahorros y Crédito, y no sólo hubiera evitado la centralización de la propiedad, sino que la hubiera generalizado más y más.

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23.      Hermosos precedentes registra la historia. El Cardenal Cisneros fundó la Universidad de Alcalá de Henares. Desde el principio de su pontificado de Toledo (1495) hasta que empezaron sus cátedras de Alcalá en la Universidad de su fundación (1508), poniendo en práctica su amor a la enseñanza, pensionó a estudiantes pobres, que enviaba a estudiar en las diversas Universidades; gastando en impresión de libros y en toda clase de medios de fomentar la cultura, la parte de sus rentas, sobrantes de las buenas obras del pensionado, arriba indicado.

     Cisneros ordenó que los curas fuesen maestros de los parroquianos, y como observase que en su diócesis no había colegios en que se educasen para esto, proyectó fundar la Universidad de Alcala de Henares para que sus discípulos aprendiesen ciencia, se acostumbrasen a enseñarla y practicasen la virtud, habiéndose, puesto la primera piedra el día 14 de Marzo de 1499. Escuela normal de maestros que educasen al pueblo, había de ser, según Cisneros su proyectada Universidad.

     Análoga idea tuvieron después los Padres del Concilio de Trento, entro los cuales brillaban aventajados discípulos de la Casa de Cisneros.

     Modelo de economía arquitectónica fue la construcción del tan importante edificio universitario, pues que sus principales paredes fueron de tierra. Pocos años después del comienzo de las cátedras, fue a visitarlas el rey D. Fernando V el Católico; alabó la organización de los estudios, las enseñanzas de los profesores, a quienes escuchó lecciones, e hizo notar que «los tapiales de tierra no darían al edificio la duración a que el fundador aspiraba.»

     -«Es verdad esto ¡oh rey!» -contestó el Cardenal-; he acelerado la construcción de la obra para no preocuparme con la idea de dejarla sin terminar al morir; pero me halaga el pensamiento de que este edificio de tierra que doy a los ciudadanos será hecho de mármol por ellos.»

     Pronto se cumplieron los vaticinios del genial franciscano. En 1513 se terminó la monumental fachada, obra del arquitecto y maestro de cantería Rodrigo Gil de Hontañón.

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24.      En Julio de 1901, publicaba en El imparcial don Vicente Vera, un interesante artículo titulado El púlpito, el Arte y Ciencia, que por coincidir en gran parte con las doctrinas de nuestro autor, anotamos con estas noticias este libro. Dice así: «Abundan en Inglaterra y en América asociaciones o Corporaciones religiosa, o simplemente filantrópicas, en las que los sermones están a cargo de señoras, las cuales, en general desempeñan bastante bien su cometido.

     Una de estas predicadoras ha introducido en Londres una innovación que hace mucho más atractivas sus homilías y sus descripciones verdaderamente gráficas.

     Mistress Maude Loreen Greene, que, así se llama la oradora a quien hago referencia, no sólo es artista de la palabra, sino del lápiz y el pincel; y saca partido de esta segunda habilidad para ilustrar sus sermones con rápidos bocetos que contribuyen a fijar la atención de sus oyentes.

     Le acomodan en la plataforma un bastidor con lienzos de colores apropiados, y provista ella de una caja con barritas de clarión, también de diferentes tintes, diseña rápidamente, saliéndose de ambas manos, sobre los asuntos más salientes de su sermón.

     Esta aplicación del arte, al púlpito ha dado gran popularidad a mistress Greene y le ha valido muchas enhorabuenas y muchos encargos de sermones.

. . . . . . . . . .

     Pero esto no es nada en comparación con lo que hacen algunos predicadores norteamericanos.

     Uno de éstos, el reverendo Carlos Tyndall (y sigo citando nombres propios para que no se diga que trato de rumores o noticias vagas), párroco de la Iglesia reformada en Mount Vernon, cerca de Nueva York, ha establecido en su templo una instalación completa de telegrafía sin hilos y desde un trasmisor, que tiene junto al púlpito envía despachos a un receptor colocado al otro extremo de la iglesia.

     «Mi objeto es -dice- fijar la atención de los oyentes y que mis ideas lleguen a su alma por el camino de la vista. Para operar con éxito con los aparatos telegráficos sin hilos, es preciso que el trasmisor y el receptor estén eléctricamente al mismo tono. Materialmente parece que no hay comunicación entre ellos, y sin embargo, las variaciones del uno corresponden a las variaciones del otro. Del mismo modo para que el alma humana sea espiritualmente receptiva, tiene que estar también espiritualmente en el tono; sólo así se puede poner en correspondencia con la divinidad y ser iluminada por ésta.»

     «Yo -prosigue diciendo el reverendo, -soy un entusiasta de la ciencia. Estoy convencido de que a todos alcanzan los beneficios materiales que sus progresos producen y deque los cambios sociales que estos mismos progresos científicos ocasionen han de ser más rápidos y más sólidos que los que puedan traer todas las disquisiciones filosóficas y todas las políticas. Pero en el orden espiritual tienen aún otra significación más grande. Aumentan, magnifican, cada día más el concepto de la Creación ante los ojos, y la inteligencia del hombre. Cada descubrimiento científico muestra una nueva fase de las maravillas, de las bellezas o de la grandiosidad de la naturaleza creada y tiene que acrecentar en nosotros la admiración, el respeto, la elevación del concepto con respecto a la Divinidad.»

     Estas ideas del predicador americano me traen a la memoria una anécdota de la vida de Laplace y que viene a tener la misma moraleja.

     Un sacerdote francés, católico fervoroso y buena predicador, lamentábase en cierta ocasión delante del sabio insigne, del poco respeto y amor a Dios que mostraban las gentes de su tiempo. -«¿Creerá usted -decía,- que les he pintado con los tonos más vivos la excelsitud de la Divinidad y las maravillas de los Cielos, acudiendo a los símiles brillantes de los más famosos autores de la antigüedad, apurando todos los recursos de mi fantasía y de mi palabra en asunto tan grandioso, y no he conseguido fijar la atención de mis oyentes, ni mucho menos conmoverlos?»

     -«Para tratar de este punto, padre, -contestó Laplace- déjese usted de fantasías. Ni todos los genios, más portentosos, ni todas las imaginaciones humanas más fecundas han sido, ni serán capaces de concebir, de idear nada tan portentoso como la realidad pura y sencilla de lo que es el Universo, quiero decir, de lo que conocemos de él. Tome usted, padre; aqui hay un libro donde están recopilados los conocimientos que a fuerza de paciencia, de estudio y de muchos siglos de observación ha logrado reunir la humanidad acerca del mundo de que formamos parte. Cuando quiera usted hablar de las grandezas de la Creación no se inspire en las más ricas fantasías, exponga lisa y llanamente algunos de los datos ahí contenidos.»

     Algunas semanas después presentóse de nuevo ante Laplace el buen sacerdote, pero algo así como apesadumbrado y cariacontecido.

     -¡Qué es eso? -preguntó el famoso astrónomo.- ¿No le ha servido a usted mi consejo?

     -Verá usted lo que ha sucedido -respondió el predicador.- Leí el libro y quedéme absorto ante los datos en él contenidos. La primera vez que volví a dirigirme a mis feligreses insistí sobre el asunto del poder de Dios y de las grandezas y maravillas de la Creación. Les expuso, en términos senci1los cómo el sol es una masa de un millón trescientas mil veces mayor que la tierra, es decir, una esfera que puesta en el lugar de nuestro planeta, llenaría el espacio hasta más allá de donde está la luna; para darles idea de la inmensidad del espacio les expliqué cómo la luz, marchando a razón de doscientos mil kilómetros por segundo, tarda, sin embargo, años enteros en llegar desde algunas estrellas hasta nosotros; les dije que la distancia que nos separa del sol es tal, que una silla de posta, corriendo al galope permanente, tardaría más de doce mil años en llegar desde la tierra hasta aquel astro; y después de esto, pensar que la estrella más cercana, el alfa del centauro, está trescientas cinco mil veces más lejos de nosotros que lo que se halla el sol.

     ¿No os abisma el pensar en estas inmensidades? ¿No os abruma, al oír esto, la idea del poder inmenso del Creador? -pregunte a mis oyentes.

     -¿Y que ha ocurrido al fin ? -interrogó Laplace.

     -Mis feligreses, señor -contestó el cura,- se olvidaron de la santidad del lugar y ...¡me han aplaudido!

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25.      El Sr. D Juan Llarena Luna, Inspector de primera enseñanza de la provincia de Lérida, dio a luz el presente trabajo en la revista pedagógica de Madrid La escuela moderna, en la pág. 284 y siguientes del núm. 4, correspondiente al mes de Abril de 1912, anotado con la siguiente: «A las bondades del actual director de la Normal oscense, D. Rosendo Rull, maestro mío cuando yo era párvulo, debí hace un año la copia íntegra del expediente que en parte se transcribe aquí ahora.»

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26.      Modelos: La Filosofía botánica de Linneo y Química de Mata, y la Psicología y Lógica de Monlau y Rey Heredia.

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27.      Alteramos el orden cronológico que nos propusimos seguir en la colocación de estas ideas pedagógicas. A fin de dar a este libro la mayor armonía, y por reunir los diferentes métodos de enseñanza que el autor propone, damos entrada a este discurso, pronunciado en la tercera sesión que celebraba el Congreso Nacional Pedagógico, que se inauguró en Madrid el 28 de Mayo de 1882, con motivo de estar discutiéndose el tema tercero, que trataba «De la intuición en las escuelas primarias, exponiendo cuál deba ser su alcance respecto de la educación. Procedimientos y medios que para aplicarla a toda ésta pueden ponerse en práctica, según las necesidades y los recursos de las escuelas, y fijándose especialmente en las lecciones de cosas los museos escolares y las excursiones instructivas».

     No había pensado el autor tomar parte en las tareas del Congreso, pero en ausencia de D. Rafael Torres Campos, que debió consumir un turno, y en vista de los muchos. congresistas que habían renunciado a usar de la palabra, nuestro Costa viose precisado a intervenir, cediendo a reiteradas instancias de la Mesa, improvisando este discurso. -Actas de las sesiones celebradas en el Congreso Nacional Pedagógico, 1882, págs. 135, 139, 146 y 147.

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28.      El 9 de Enero de 1909, publicada el docto catedrático D. Adolfo Posada, bajo el título La escuela al aire libre, lo siguiente: «La cuestión de la escuela en el campo -la sombra del árbol que señalaba Rousseau como la mejor escuela- cada día atrae con más fuerza la atención de los educadores. Y no ya para los niños reconocidamente débiles, anémicos, amiseriados de las grandes ciudades, sino para los niños Tratando del asunto, la Société belga de Pédotechnie, recuerda que la escuela del campo, la escuela del campo, la escuela del bosque, surge, en efecto, al igual que las colonias escolares de vacaciones, sugerida por la contemplación de los pobres niños raquíticos como una manifestación de los que podríamos llamar los deberes sociales de la escuela. Pero como la Sociedad citada dice, en reciente nota que insertan algunas revistas, se impone «una concepción más amplia, pudiendo preguntarse si se ha cumplido con todo los deberes limitándose a rescatar la salud de los niños débiles».

     »Porque es mucho, sin duda, salvar de la escrófula y de la tuberculosis, a los niños anémicos -el deber aquí no admite espera-, pero «¿no conviene comprender a todos los niños bajo una misma solicitud, y poner en prevenir el mal tanta abnegación como se pone en repararlo?»

     »La Sociedad belga, ve en la escuela al aire libre el símbolo de una renovación completa de los métodos educativos, y por eso propone un amplio y general ensayo en la misma. De una educación en medio de la Naturaleza atractiva, fuera de los muros y de las calles. «En vez, se dice, de considerar como fin esencial la enseñanza, de un programa dado a conocimiento el nuevo organismo deberá tener como objetivo, basándose en el estudio individual, favorecer el desenvolvimiento sinérgico de todas las funciones vitales, asegurando al niño, en lugar de la pasividad tradicional del escolar, las mejores condiciones de la expansión.»

     »Y para dar realidad a este ideal educativo de la escuela, abierta en el campo, al aire puro, escuela sin aprensión, sin encajonamientos físicos o morales, se formulan algunas interesantes conclusiones.

     »Sería útil establecer a título de experiencia, una escuela en el campo para niños que no sean ni débiles ni anormales. Merced a una comparación con escolares análogo valor intelectual y de la misma edad, recogidos en el mismo medio, pero que continuasen frecuentando la escuela actual, esta escuela permitiría:

     »1.º Examinar en qué medida la estancia en los locales cerrados perjudica la salud general del niño.

     »2.º Comprobar si la escuela del campo puede favorecer el desenvolvimiento intelectual al propio tiempo que la asimilación de los conocimientos prácticos.

     »3.º Comprobar si es capaz de provocar la formación de procedimientos nuevos en la aplicación del método experimental a las diferentes ramas de la enseñanza primaria.

     »Los niños, se añade, designados con el asentimiento de los padres, residirían en la nueva escuela durante los seis años de estudios; pero regresando todas las noches a sus casas.

     »La institución debería instalarse no lejos de la ciudad y próxima a una línea de tranvías.

     »El sistema pedagógico habría de tener carácter esencialmente familiar. Toda la educación se basaría en la actualidad personal del niño, y principalmente en los trabajos manuales; se consagraría una buena parte de los juegos y a las excursiones; la estancia en los locales cerrados reduciríase al mínimum.

     »La Sociedad belga completa sus conclusiones con otras más especiales relativas a los niños débiles y convalecientes. Recomiéndase en ellas: primero, la prolongación de las colonias escolares de vacaciones para ciertos niños -los que más lo necesiten-; segundo, el envío de los niños convalecientes a una colonia durante el año escolar y por un periodo de tiempo que el médico de la escuela determine; tercero, que haya maestros y maestras permanentemente destinados al servicio de las colonias escolares y encargados de su organización y dirección pedagógicas, y cuarto, que los niños de las colonias; visitados diariamente por los médicos.»

     El Dr. Corral y Mairá, notable higienista, hace acertadas consideraciones que merecen conocerse, siendo la más importantes a nuestro caso, las siguientes:

     »Mientras la educación del intelecto no corra pareja con el desarrollo del músculo; mientras no se enseñe a leer y a contar y declinar en pleno aire libre, la regeneración física infantil sufrirá, seguirá sufriendo, innúmeros quebrantos, entumecidos sus aquietados músculos durante los días de labor que permanecieron inertes en las, por lo general, inquisitoriales escuelas, faltas de luz y de oxígeno y sobradas de microbianos, depauperantes y aniquiladores del organismo infantil.

     »Hoy la escuela es fábrica perenne de la anemia, del raquitismo y de la escrófula, fatídico triunvirato que siega en flor la vida de los tiernos infantes que, hacinados en los insalubres salones de la escuela, respirándose, unos a otros, leucocitando o decolorando su sangre, son harto pronto víctimas de ese terrible triunvirato, heraldo precursor de la tisis, enorme plaga que es hoy el ariete demoledor de nuestra generación, que no respeta edades, y que lo mismo se asienta, y germina, y desarrolla en el pulmón, que en el vientre, que en el cerebro, que en los huesos.»

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29.      En el silencio con que el orador era escuchado, un señor profesor interrumpe con la siguiente pregunta: «¿Y dónde aprenden el Catecismo y la Historia sagrada?» El Sr. Costa contestó: «Yo sé donde se aprende Catecismo e Historia Sagrada, pero sé también donde se aprenden conveniencias sociales para no interrumpir mi forma destemplada al que está al que está en uso de la palabra.» (Estrepitosos aplausos, que interrumpen por algunos momentos al orador. Sigue el mismo profesor de antes, pronunciando palabras que no su entienden.) El Sr. Costa, dirigiéndose a la presidencia: «Señor Presidente, aunque sea arrogarme facultades que no me competen, y supliendo la cortedad del señor interruptor, que desea hablar y no se atreve a pedir la palabra, suplico a V. S. se sirva concederle uno de los turnos vacantes, a fin de que nos exponga desde aquí, cara a cara, y no a hurtadillas, todo su pensamiento.» (Grandes y repetidos aplausos.)

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30.      Algún caso exporádico hemos encontrado, de educadores expontáneos, como en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), Cifuentes (Guadalajara), Vall de Uxó (Castellón), Mora de Rubielos (Teruel).estos hechos por varios periódicos, el Gobierno dio las gracias por Real decreto, cuyo contenido encierra interesante estimulo, el cual ofrecemos al lector. Dice así: «Señora: Por la prensa, que engrandece a los países esclareciendo sus vidas con la publicidad, ha sabido España que en uno de sus pueblos sucede algo consolador, hermoso; algo que pone en los espíritus más pesimistas halagadoras esperanzas y que enseña, por el modo sugestivo o irresistible del ejemplo.

     »En Guijo de Santa Bárbara, provincia de Cáceres, las personas que por su capacidad y categoría poseen aptitud para instruir a sus convecinos se consagran a tan humanitaria y provechosa tarea y sustituyen los pasatiempos en que emplean su vagar otras poblaciones, con los nobles empeños de la instrucción, que no sirve sólo para nutrir a los entendimientos, porque también, robustece y sanea a las voluntades y a las conciencias.

     »El magnífico ejemplo de Guijo de Santa Bárbara tiene gloriosa historia. No es el amor a la cultura, de que dan tan plausibles señales, cosa reciente o transitoria. En ese pueblo, por lo escaso de su vecindario y conforme a lo prescripto por la ley, no debe haber más que una escuela mixta, y existen, sin embargo, escuelas de niños, de niñas y de párvulos, todas instaladas en magnífico edificio construido «ad-hoc», con locales espaciosos, jardín, biblioteca y viviendas para los maestros. El edificio escolar fue costeado por D. Antonio Jiménez García, verdadero patriarca, que puso al servicio de sus semejantes la fortuna de que disponía, y que murió hace cuatro años, a los ochenta de edad, bendecido por cuantos conocieron sus bondades.

     »La iniciativa del Sr. Jiménez García tuvo continuadores. Su hijo político D. Quintín Moreno Poblados, fallecido poco ha, acrecentó la biblioteca fundada por su padre, y a él se debe el feliz pensamiento de crear las conferencias semanales, en las que empleó su claro entendimiento; después, la tarea se ha confiado a nuevos esfuerzos, hacen de ellos alardes generosos el médico don José González Castro, hombre de vocación, escritor de mérito; el párroco, D. Juan Mateo Muñoz, sacerdote ejemplarísimo; el maestro, D. César Sánchez Mariscal, y el secretario, Don Hipólito Parrón Mateos, ambos funcionarios, de irreprochable y de notoria capacidad. Nada más grato ni justo puede ofrecer a vuestra majestad el ministro que suscribe, que el rendir un homenaje debido de consideración a quienes practican el bien en Guijo de Santa Bárbara, y este homenaje debido es, no tan sólo a los que viven, sino a los que murieron. Estos como aquéllos, se consagraron al bien de sus semejantes, hasta les cabe gloria mayor, pues todos los que realizan una obra buena merecen alabanzas, pero más vehementes las merecen los que empezaron la obra alabada.

     »Para enaltecer los servicios prestados a la cultura pública, por tan dignas personas, no halla el ministro de Instrucción pública en los procedimientos usuales medios adecuados con el fin de que el premio responda al mérito a que se aplica. Para los que gozan de la vida eterna, son inútiles distinciones que a la postre sólo recuerdan pompas y vanidades del mundo, conceder cruces a los que viven, valdría tanto como equiparar su obra, de condición extraordinaria, sobre todo en España, con las que sirven diariamente de motivo para otorgar mercedes honoríficas, y que además no cuadran en aquellos que, como los esclarecidos vecinos de Guijo, han extremado su modestia al punto, no sólo de no solicitar distinción, sino de rehusarla.

     »En este caso se debe procurar, más que la recompensa del bien, que la noticia del bien se difunda, y más que la distinción concedida en términos oficiales, la general, la que otorga el país entero cuando conoce algo que le produce estímulos provechosos y admiraciones sinceras.

     »Fundado en estas consideraciones expuestas por el ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, y queriendo dar público testimonio de la satisfacción que producen en mi real ánimo los laudables y desinteresados trabajos llevados a cabo por algunos esclarecidos y modestos vecinos del pueblo de Guijo de Santa Bárbara en pro de la cultura nacional; en nombre de mi augusto hijo el rey Don Alfonso XIII y como reina regente del reino; vengo en dar las gracias a D. José González Castro, D. Juan Mateo Muñoz, D. César Sánchez Mariscal y D. Hipólito Parrón Mateos, por su labor meritísima en bien de la enseñanza; dedicando a la vez un recuerdo a la memoria de D. Antonio Jiménez García y D Quintín Moreno Poblados. Y para que sirva de provechoso ejemplo y noble estímulo, el ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, dictará cuando disposiciones estime convenientes, para dar la mayor publicidad a este decreto. Dado en Palacio a 31 de Enero de 1902. -María Cristina.- El ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, Álvaro Figueroa.»

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31.      Un maestro de escuela de Madrid. D. Vicente Castro Laguna, decía a este respecto, desde La Correspondencia de España, el 18 de Septiembre de 1915, en su artículo «Colaboradores en la educación» lo siguiente: «Si la educación está sola y exclusivamente en manos del maestro, éste será el único que habrá de responder de su resultado, lo que de seguro no querrá admitir el Magisterio. La educación es una obra muy compleja y no puede llevarla a cabo una sola entidad. ¿Quién podría decir conscientemente «yo me basto para educar?»

     »Bismarck dijo que en la guerra de 1870 había vencido el maestro de escuela, y esto engrió a muchas gentes que tomaron la frase al pie de la letra. El maestro significaba allí no el cargo sino la ilustración y hábitos de ciudadanía de todo el pueblo alemán.

     »Pero pasan los años; una nueva guerra asola a Europa; la barbarie arruina al mundo; el pueblo alemán es tildado por algunos de cruel y sanguinario; ¿saldrá ahora el maestro de escuela a responder de tanta desdicha?

     »La educación es producto de muchos y variados factores, y por tal motivo revelan un absoluto alejamiento de la realidad quienes recientemente y en Asamblea solemne, hacia la cual convergían las miradas de todo el país, al maestro competa autonomía y total independencia en el desarrollo de la obra educativa.

     »¿Interviene en ella la familia? Pues que el padre, responda en la parte que le toque. ¿Interviene en ella la Religión? Pues que el sacerdote lleve la responsabilidad que le corresponde. ¿Interviene en ella la Medicina? Pues que el médico afronte y admita la parte de responsabilidad correspondiente.

     »Los maestros «no podemos ni queremos ser» el único factor de la educación, y por ello no debemos responder, sino solidariamente, del resultado final de esa obra.

     »Si la agricultura de España nos hace un pueblo moribundo y sin pulso, búsquese la causa de esa incultura en otra parte; en el magisterio primario no reside.

     »El Magisterio es un conjunto de funcionarios cultos y aptos para desempeñar su misión; pero no de hombres omniscientes y hacedores de milagros.

     »Por esto queremos que en la obra que nos tiene confiada la sociedad intervengan todos los elementos que la integran.

     »A la escuela que venga el médico, que venga el sacerdote, el químico, el filósofo, que venga el propagandista, que todos ayuden al maestro.

     »Pero se suele argüir: «Esos elementos se imponen y atropellan al maestro»; ¡Ah! Eso no es cierto. El maestro no admitirá imposición alguna. Su ilustración y cultura, su carácter y el cumplimiento del deber en su alto ministerio le darán fuerza y autoridad suficientes para estar siempre en su lugar y por encima de todos los coeducadores. Necesitamos la ayuda de todos, y no podemos, ni debemos repudiar la cooperación ni la inspección de nadie.

     »Los maestros que combaten a las Juntas locales, al sacerdote, al médico, al inspector, no conocen sus intereses ni encajan bien dentro del Magisterio. Si algún maestro, pensando equivocadamente que todos «somos» o «hemos de ser» iguales, reniega de ser auxiliar después de haberlo pedido con verdadera obstinación; si algún maestro combate la escuela «graduada», porque a él no llegó «aún» el turno de poseerla, o porque en ella hay director, y el trabajo escolar se sujeta a reglas y obligaciones..., ¿Qué hemos de decir de ese maestro? El Magisterio es una clase muy numerosa y no puede carecer de excepciones. Los maestros cultos, los cumplidores de su deber no encuentran tropiezos: trabajan y triunfan.

     »La escuela es un templo donde pueden ir a orar todos los hombres de buena voluntad. La escuela espera al padre, al sacerdote, al médico, al inspector, al alcalde, a todo aquel que tenga en su corazón una luz encendida para la cultura y para la patria.»

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32.      Contrariar los caprichos de los niños hasta tanto que se les pueda negar una petición sin que demuestren contrariedad.

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33.      Coincidiendo con el pensamiento del autor, en Agosto de 1906, se publicó una convocatoria para la celebración en Madrid de un Congreso Nacional de Educación, firmada por el Marqués de la Vega de Armijo como Presidente, y por D. Rafael Salillas, Secretario, cuyos interesantes párrafos dicen: «Nos dirigimos a la conciencia nacional respondiendo a la oportuna iniciativa del Consejo Penitenciario, interpretador de un anhelo vivamente sentido por los que conocen la triste manifestación de nuestras dejadeces, incurias y miserias.

     »España es un país de huérfanos, y por serlo, los infelices que pululan en la libertad del abandono son popularmente conocidos con las denominaciones de «hijo del camino», de «hijos del arroyo» y, lo que es peor, de «hijos de la casa», porque esa casa que tan frecuentemente los alberga es la cárcel.

     »Hace pocos años, con inexplicable espontaneidad, surgió de lo más hondo de nuestras picarescas tradiciones un término jergal, hacía siglos olvidado, generalizándose su uso como mancha que se extiende sobre el ropaje, porque en efecto, golfo es nombre acusador del descuido social y podría decirse que, al aparecer, evidenciaba un sumidero histórico diciéndonos a los españoles que vivimos en el siglo de la higiene, del patronato y la tutela, que no podíamos hablar autorizadamente de pulcritud, de limpieza, de saneamiento moral, mientras consintiéramos por incuria y displicente desaseo que perduraran las de Lazarillos, Guzmanes, Cortadillos y Rinconetes, hace tiempo por nuestra gran novela denunciados.

     »Los «hijos del arroyo», los «hijos del camino», los «hijos de la casa», los golfos, en fin, son hijos sin padres aunque tengan padres. El padre es el que engendra; pero no es verdadero padre si no educa. Este segundo y gran aspecto de la paternidad constituye obligación tan naturalmente sentida por la misma fuerza de las afecciones, que en las leyes civiles está reconocida como un derecho. Pero el verdadero derecho es del hijo a que lo capaciten debidamente para ejercer las funciones de la vida en el medio social, y tiene tanta fuerza este derecho y es tan esencial a los intereses del Estado, que el Código civil de Alemania lo define en tres órdenes de relaciones: 1.ª, derecho del padre a educar libremente a su hijo; 2.ª, derecho del hijo a una educación conveniente, y 3ª, derecho del Estado a que todos los ciudadanos reciban una educación moral. El primer derecho cede ante el segundo, y si los padres resultan educadores insuficientes, asume su función el Estado, imponiendo la educación protectora.

     »Quiere decir esto que en toda sociedad firmemente constituida, solidariamente hay algo que no se puede suponer, y que si se supone o existe acusa por lo mismo disgregación o deficiencia. La orfandad no es suponible, por lo tanto, porque equivaldría declarar que no hay sostenes para lo que necesita apoyo y por no tenerlo se derrumba. Pueden los hijos, por muerte o por abandono, quedar sin el amparo sustentador de la familia; pero en tales casos a padre común, aun más poderoso y solícito que el antiguo patriarca, ha de asumir las obligaciones y los derechos. Este padre existía entre nosotros. Existió en Valencia desde mediados del siglo XIII y se generalizó a otras regiones de la Península. Fue un tribunal que se llamó del Padre de Huérfanos, algo análogo al moderno Tribunal de las tutelas de Alemania. De ese modo el sentimiento tutela es el propio sentimiento paternal sentido y asumido por las sociedades, y tuvo y tiene manifestación religiosa, manifestación benéfica; pero ha de tener con más concentrada, energía espíritu de solidaridad social, constituyente en el Estado y en el Municipio de las atribuciones y los medios de la paternidad común, inmediatamente actuante y supletoria de los desamparos de la paternidad familiar.

     »Para afirmar, con la íntima compenetración de todas las representaciones sociales, este poderoso y fecundante sentimiento colectivo, se convoca el Congreso nacional de Educación protectora de la infancia, viciosa y delincuente, pues a partir de esta afirmación ha de ser fácilmente hacedero el desenvolvimiento orgánico de la obra tutelar que se nos impone.

     »Se nos impone por dos cosas: la primera y principal, porque nuestra misma endeblez constitutiva así lo exige, obligándonos a reconocer que el mayor derroche que los pueblos pueden hacer es el de las propias energías de su raza, que se ha de mantener pujante en virtud de la fortaleza orgánica y moral de sus componentes, siendo razas débiles aquellas en que abundan los desperdigados y caídos. Nos lo confirma el testimonio de los pueblos fuertes, como que hace verdadera ostentación de energías económicas y morales procurando la regeneración de su juventud; como Prusia, que acrecienta de año en año el presupuesto para la aplicación de su ley protectora de 1900, y que si en este año se elevó a 1677977 marcos, en 1903 llegaba a 5089683 para beneficiar a 20040 menores de uno u otro sexo.

     »Nosotros somos una lamentable excepción de la Europa culta. Casi no disponemos de otro refugio que la cárcel -¡la cárcel embrutecedora y corruptora!-, incluso para que se pueda cumplir la corrección paterna. No tenemos, ni reformatorios, ni escuelas industriales, ni colonias agrícolas, ni procedimientos de colocación en familia, ni nada, en fin, de lo que constituye el sistema tutelar y educativo, ampliamente desarrollado en los demás países.

     »Y no hay que decir que por falta de recursos. Probablemente si se liquidara nuestro presupuesto general, provincial, municipal y particular de beneficencia, resultarían cantidades más que suficientes para una buena aplicación. Esto es otro de nuestros atrasos, porque la asistencia social constituye actualmente un arte definido, conducente a que la filantropía sea fecunda y no como cuando se procede ciegamente, que no logra otro efecto que el de acrecentar el parasitismo.»

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34.      El más noble escudo y mejor diploma que puede presentar un niño, es la buena conducta que observe con sus padres y maestros.

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35.      «Se habla de escuelas, de periódicos, de difundir las formas culturales y claro es que está bien y que sería muy conveniente. Pero antes que todo eso, antes que escuelas, que periódicos y que cultura hay que llevar a los pueblos humanidad.

     »Los pueblos españoles viven el drama lento y mudo de sus mil veces peores que buhardillas: de sus calle, estercoleros, donde se pudren las bestias muertas; de sus fuentes al aire libre y a la inmundicia libre; de sus alimentos, sin higiene, ni competencia, ni fiscalización.

     »Antes que a los problemas llamados culturales por antonomasia hay que atender a otros culturales, aunque no se llamen así: a los problemas fisiológicos. El raquitismo, la tuberculosis, la tarea física, arrojan esas tallas espantables de hombres que a los veinte años miden escasamente un metro y pesan 35 kilos. La esperanza española, el mañana de nuestro país, huyó de la ciudad de sus vicios y de sus decadencias, buscando el campo, su robustez y su patriarcalismo. Pero, de cuando en cuando, el drama de los pueblos lanza su agudo grito de dolor, de miseria y de fatalismo, y entones el mañana español tiembla en las callejuelas rústicas como antes en el salón de Conferencias.

     »Para que el mañana español, nuestro hijo pueda crecer robusto y mirar confiadamente al porvenir, es preciso que le acudamos y alentemos en los pueblos, que son su cuna. Se olvida demasiadamente la vida rural, el drama, lento y rudo, de unos hombres que desconocen los rudimentos de la higiene, de la comodidad y del bienestar físico; la tragedia de unas mujeres que dan a luz, en los tinados o en las eras; el retablo patético de unos niños que, en cueros a las puertas de sus casuchas, anémicos y comidos de moscas, miran pasar los automóviles del señorito, del torero y de la cupletista...» (El Porvenir, Huesca, 26 de Julio de 1914)

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36.      El día 28 de Octubre de 1899 se celebró un mitin pedagógico, por iniciativa del Ateneo Científico y de su excelso vicepresidente, el sabio catedrático de Medicina D. Ramón Gómez Ferrer, sobre la necesidad de implantar en España la educación integral y obligatoria. Aquel importante acto tuvo lugar en el paraninfo de la Universidad.

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37.      La España de Costa. -¿Qué edificio es ese, cuyas escaleras se derrumban con tanta frecuencia? -La escuela.

-¿Y ese caserón destartalado y vacío, en cuyas escaleras crece abundante la hierba? -La cárcel.

-¿Quién es ese ciudadano que vive con cierto lujo, sonríe a la vida y a cuyo paso se descubren las gentes con respeto? -El maestro.

-¿Y esotro que tiene hambre en el país de los hartos? -El verdugo.

-¿A quién pertenece aquel inmenso jardín que en lontananza se divisa? -No es un Jardín; es la campiña, que, libre ya del fisco y del feudo, pertenece a cuantos la trabajaban.

-¿Quiénes son esos niños tan limpios como robustos que caminan sonriendo al templo de Minerva? -Son los hijos del pueblo.

-¿Quién es ese vago que, despreciado, mendiga en la tierra del trabajo y del amor? -Es el descendiente de cien reyes.

-¿En qué patria vivimos? -En la España ideal... la patria de Costa, redimida ya por la escuela y por la despensa. -V. SARRIÁ.

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38.      Costa ofreció a su patria tesoros de ideas salvadoras, señalándole dónde estaban: en la «escuela y la despensa», frase imborrable que profanarán cuantos la repitan sin imponerla con su ejemplo y santificarla con su desinterés, como él hizo. José Nakens.

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39.      Esta conclusión responde a los ideales sustentados de siempre por nuestro Costa, según vamos a ver.

     En el mes de Julio de 1872 se organizó en Madrid un Congreso Nacional Escolar que revistió gran importancia, del cual fue Costa elegido representante por sus compañeros de la Facultad de Filosofía y Letras, juntamente con Canalejas y Beltrán y Rózpide. El reglamento porque se rigió este Congreso fue escrito por Costa y aprobado por unanimidad.

     En una de las sesiones presentó Costa una proposición pidiendo se elevase una petición a las Cortes relativa a la primera enseñanza; acordado por el Congreso, se nombró ponente al autor de la proposición. Redactada por Costa la razonada exposición, ocupóse en ella con preferencia del aumento de sueldo a los maestros y, sobre todo, de que el Estado se encargase de pagar a éstos. Era un trabajo muy bien escrito, redactado en lenguaje varonil y estilo sangriento, en el que ponía de relieve sus grandes amores por la cultura y sus preferencias por el magisterio. -N. del H.

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40.      Joaquín Costa: Crisis política de España (Doble llave al sepulcro del Cid). Madrid, 1914. Tercera edición.

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41.      De La Publicidad, de Barcelona, 21 de Mayo de 1915.

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42.      Conversa y mitin pedagógicos, celebrados en Tárrega (Lérida) en 1.º de Julio de 1907. Para éste envió nuestro llorado autor este hermoso pensamiento cuyo valor estimará el lector. -N. del H.

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43.      En justificación de cuanto lamenta nuestro autor, nos hablan, con elocuencia los siguientes datos:

     Faltan en España, según la última estadística oficial, 10148 escuelas, de las cuales corresponden a Galicia nada meaos que 228O.

     En Albacete faltan 170; en Alicante, 241; en Almería, 277; en Ávila, 34; en Badajoz, 296; en Baleares, 191; en Barcelona, 571; en Burgos 8; en Cáceres, 130; en Cádiz, 357; en Canarias, 365; en Castellón, 149: en Ciudad Real, 174; en Córdoba, 258; en La Coruña, 607; en Cuenca, 39; en Gerona, 123; en Granada, 324; en Guadalajara, 13; en Huelva, 160; en Huesca, 19; en Jaén 339; en León, 58; en Lérida, 37; en Logroño, 96; en Lugo, 780; en Madrid, 430; en Málaga, 357, en Murcia, 561; en Navarra, 77; en Orense, 396; en Oviedo, 268; en Palencia, 48; en Pontevedra, 497: en Salamanca, 45; en Santander, 123.

     He ahí unas cifras que están explicando otras muchas que nos abochornan como buenos españoles.

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44.      Tomado del libro recopilado por D. Antonio Puig, titulado «Joaquín Costa y sus Doctrinas Pedagógicas». Valencia, 1911.

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45.      Escrito por Costa para la Revista de Geografía Comercial.-Tercer trimestre de 1893, reproducido por la Revista Mercantil, de Valladolid, el 27 Febrero 1911.

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46.      La Asociación de Maestros de esencias públicas de esta corte ha tomado el acuerdo de dirigir un mensaje, de gratitud al ilustre patricio D. Joaquín Costa por la justicia que resplandece en sus juicios al tratar de la misión del magisterio y del penosísimo trabajo realizado por dicha clase, tan desconocida como injustamente tratada. (El Liberal, Marzo de 1908.)

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47.      En el mes de Febrero de 1901, los yanquis organizaron una serie de Conferencias pedagógicas en el teatro de la capital de Puerto Rico, y en una de ellas, el Comisionado de Instrucción, Mr. Brumbaugh, que, representaba al Gobierno de los Estados Unidos. decía a propósito de los maestros:

     -«Yo quisiera poder convencer al público que me escucha de que es necesario elevar las escuelas a su más alto nivel. Por mucho que se le pague a un maestro, nunca será bastante retribuido por haber adquirido esos conocimientos que después difunde entre sus semejantes como una lluvia benéfica.

     »La capacidad profesional de transmitir sus conocimientos no es patrimonio de todos, y el que esto posea nunca será recompensado.

     »El mundo material fue hecho para que el espíritu lo venza y lo utilice; y la escuela, como base de las sociedades, para hacer hombres de carácter que en no lejano día sirvan a su patria en todas las manifestaciones de su vida.»

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48.      La Correspondencia de España publicaba en su edición del día 2 de Noviembre de 1915 la siguiente exposición, que había sido elevada a S. M. la cual dice:

     «Señor:

     Hay un gran problema nacional, el primero de los que deben embargar la atención de un gobernante, que está todavía sin resolver en España. Este gran problema nacional es el de la educación. En vano nos esforzaremos en hacer una patria rica, próspera, poderosa y feliz, si esta patria nueva no la comenzamos a formar en la escuela de la educación del hombre. Jamás pueblo alguno realizó obra de su engrandecimiento y de su redención sin haber antes resuelto brillantemente el problema de la educación: Grecia llegó a ser el país más culto, más rico y más poderoso del Oriente; pero antes había declarado en los periodos de su constitución la enseñanza primaria obligatoria, y la educación del pueblo primera función del Estado; y levantó por todo el territorio aquellas famosas escuelas, cuya labor comenzaba en el niño y concluía en el hombre, produciendo sus sistemas de educación, aun a través de los siglos, la admiración del mundo.

     En cuanto a Roma, imitó en todo a Grecia, y fue grande, poderosa e inmortal, mientras siguió las sabias lecciones que en la ciencia de formar los pueblos habían aprendido de los maestros griegos Cicerón, Séneca, Quintiliano, Plutarco y el Emperador Marco Aurelio. Mientras supo formar hombres, un sol de gloria alumbró las páginas de su brillante historia y, en cuanto dejó en el mayor abandono tan alta misión social de los pueblos cultos, se precipitó por la inclinada pendiente de su ruina, hasta llegar al fondo fatal de su destrucción.

     Antes que Inglaterra fuera esa nación que impone al mundo su hegemonía, cerebro del comercio universal, emporio del poder colonial, reina de los mares, ante cuyo inmenso poderío se postra atónito el mundo, ya se habían difundido por todo el territorio millares de establecimientos de cultura y de educación para todas las clases sociales, en donde se formó el nuevo pueblo inglés capacitado para llenar toda la redondez de la tierra; ya Roberto Owen, Bronglian, Lancaster y Hamilton habían creado la Pedagogía nacional, y va sus obras literarias de educación se difundían por Europa y América, para después de haber redimido a Inglaterra, enseñar y engrandecer al mundo entero.

     Antes de que Alemania llegara a ser fuerte, rica y poderosa, temida de todas las naciones europeas, hasta de aquellas que en un tiempo le impusieron sus leyes y la pesadumbre de su dominación, levantó la escuela primaria, formó al niño, brotaron de su fecundo seno los maestros ilustres que formaron aquel pueblo alemán vencedor en Sudán, en París, Metz y en cien puntos más de la tierra, pudiendo decir a Guillermo I el gran Bismarck: «Señor, aquí tenéis los vencedores de la Francia, los que han conducido la patria al campo glorioso del triunfo», al mismo tiempo que le presentaba la Comisión de maestros de escuela que fueron a felicitar al Emperador por las recientes victorias de la patria.

     Cuando en 1642 se estableció la primera colonia (Massachusset), núcleo glorioso de población que ensanchándose por el Norte de América había de formar la más grande de la Tierra, lo primero que se construyó fue la casa-escuela de la educación primaria, y aquella constitución inmortal, base de un gran pueblo, se discutió por los colonos ingleses emigrantes de la Metrópoli, congregados en aquel santo edificio de la enseñanza del tierno niño, proclamándolo como el taller bendito del hombre y sagrado santuario de las leyes que habían de convertir unas pobres colonias de emigrantes en una de las naciones más ricas, mas prósperas y más fuertes de la Tierra.

     Culto, rico, poderoso, admiración de la historia es hoy un gran pueblo el gran pueblo japonés; asombrada, la Humanidad contempla el apogeo de aquel apartado país del extremo Oriente, hace medio siglo casi olvidado de la Historia, hoy llenando sus eternas páginas con el brillo de sus inmortales hechos. A raíz de una revolución gloriosa, sintió la necesidad de renacer a nueva vida, de crear una patria, de engrandecerse, de vivir, de ser inmortal, de llenar el mundo y persiguiendo este ideal sublime, que la Providencia bendice siempre que los pueblos lo sienten, pensó en la formación del hombre, en modelar al ciudadano nuevo, plenamente capacitado para realizar la gran obra, y levantó la escuela primaria, difundió por todo el territorio los centros de la educación y de la cultura humana. «Todo el país, todo el mundo, dice el ilustre escritor nipón Koskoi, lo supimos convertir en escuela japonesa, porque allí donde podía adquirirse una idea, un rayo de ciencia, un aliento de civilización y de progreso, allí mandaba sus hijos el Japón, aunque hubiera que recorrer el Polo, y cuantos hombre podían importar a nuestras islas un rasgo de saber, un átomo de cultura, eran conducidos a nuestro territorio como importadores santos de bendita redención.»

     ¡Ah! Señor, vuestro padre, en quien los españoles adoraban, se llamó Alfonso el Pacificador, porque su dichoso advenimiento al solio concluyó con las guerras fratricidas que devoraban a España. Sed vos Alfonso el Regenerador; si, el regenerador de la patria por la escuela primaria, por la educación del pueblo, por la difusión del saber, pues este es el camino que han de seguir siempre todos los pueblos para llegar a su redención y engrandecimiento. Hacedlo así, Señor, por el amor de España, por la vida de nuestra amada patria, tan abatida, tan necesitada de que brille muy pronto la aurora de su redención.

     A L. R. P. de V. M., El maestro Irredento

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49.      Fragmentos tomados del trabajo inserto en la página 264-267, § 4 de este Capítulo XII.

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50.      También fue publicada esta carta por otros varios diarios madrileños, como El Imparcial, Las Novedades, La Época, La República Ibérica.

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51.      Todos los conceptos aquí emitidos, los incluyó el elocuente orador en su obra Historia del movimiento republicano en Europa, tomo III. págs. 158-167. Madrid, 1874.

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52.      Según cuentan las crónicas, la bandera española tuvo su origen por el año 873, cuando era rey de Francia y de Aquitania D. Carlos el Carlo.

     Estaba el rey Carlos en guerra con los normandos, cierto día en que dirigía un combate desde lo alto de una colina, observó que sus huestes, briosamente atacadas por el enemigo, iban a ser vencidas y estaban a punto de emprender vergonzosa retirada, cuando se presentó un nuevo campeón que, con inusitado empuje, atacó a los normandos, consiguiendo que la afrentosa derrota se convirtiera en hermosa victoria.

     El bizarro y desconocido campeón, que en crítico instante, cambió el curso de los acontecimientos, cayó mortalmente herido en la refriega.

     Quiso el rey conocerle y darle las gracias personalmente, por su valor y arrojo, quedando sorprendido al ver en su presencia a Wifredo el Velloso, que, por propio y espontáneo impulso, había acudido en auxilio de su rey.

     Movido D. Carlos por un sentimiento de gratitud, dijo Wifredo:

     -Si mueres, será Barcelona el primero de mis Estados: si vives, os libro de mi feudo y quedas nombrado rey.

     A lo cual contestó Wifredo:

     -Señor, quiero y espero vivir. Tened la bondad de señalar a mi nuevo reino las armas que ha de usar.

     Entonces el rey de Francia mojó los dedos en la sangre que brotaba del pecho de Wifredo, y pasándolos después por el escudo de oro que brillaba en la coraza del Conde de Barcelona, le dijo:

     -Este será tu nuevo escudo, tu sangre, vertida hoy, honrará siempre a tus Estados.

     Desde entonces, la sangre y el oro, el rojo y el gualda, fueron los colores de las armas de Barcelona.

     Adoptados por los reyes de Aragón cuando este reino se unió al de Castilla, acordaron doña Isabel y don Fernando que esos mismos colores se adoptasen para la bandera nacional: el amarillo oro, como símbolo de poder, de hidalguía, de riqueza y de nobleza; el rojo sangre, emblema de virilidad, de valor, de arrojo y de despego a la vida

     Este fue el origen de la bandera española

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53.      En el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra apareció en 30 de Abril de 1906 una convocatoria, solicitando con el mayor empeño el concurso de todos los poetas nacionales, para premiar una breve composición donde sea saludada y enaltecida la bandera nacional como representación de la madre España, simbolizando en ella juntamente la gloria innegable de nuestro pasado y la legítima esperanza de nuestro porvenir.

     La composición premiada previo acuerdo con el Ministerio de Instrucción pública había de ser fijada en todas las escuelas del Estado, en forma de cartel, para que los niños la reciten o lean diariamente a modo de invocación al nombre de la Patria.

     Formaron el jurado los Sres. D. José Echegaray, don Eugenio Sellés, D. Jacinto Octavio Picón, D. Leopoldo Cano y D. Federico de Madariaga; cuyos señores, previo examen de todas las composiciones presentadas reuniéronse el 30 de Junio siguiente para dar cima a su honroso encargo.

     La composición laureada es original de D. Sinesio Delgado, tenía el núm. 546 del Concurso y el lema «Viriato», cuyos versos son los siguientes:

Salutación a la bandera
          ¡Salve, bandera de mi Patria, Salve!
y en alto siempre desafía al viento,
tal como en triunfo de la tierra toda
te llevaron indómitos guerreros.
   Tú eres, España, en las desdichas grande,
y en ti palpita con latido eterno
el aliento inmortal de los soldados
que a tu sombra, adorándote, murieron.
   Cubres el templo en que mi madre reza,
las chozas de los míseros labriegos,
las cunas donde duermen mis hermanos,
la tierra en que descansan mis abuelos.
   Por eso eres sagrada. En torno tuyo,
a través del espacio y de los tiempos,
el eco de las glorias españolas
vibra y retumba con marcial estruendo.
   ¡Salve, bandera de mi Patria, Salve!,
y en alto siempre desafía al viento
manchada con el polvo de las tumbas,
teñida con la sangre de los muertos...»

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54.      Publicado por el periódico de Huesca, La Concordia, el día 13 de Octubre de 1892.

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55.      Menos Universidades y más sabios. No se encierra todo en levantar el nivel de la cultura general: es preciso, además, por diversos motivos que no caben en este bosquejo, producir grandes individualidades científicas que tomen activa participación en el movimiento intelectual del mundo y en la formación de la ciencia contemporánea. Para ello, y por añadidura, para, cegar una de las fuentes más del proletariado de levita, han de reducirse las Universidades a dos o tres, concentrando en ellas los profesores útiles de las demás y crear Colegios españoles, a estilo del de Bolonia, en los principales centros científicos de Europa, para otras tantas colonias de estudiantes y de profesores, a fin de crear en breve tiempo una generación de jóvenes imbuidos en el pensamiento en las prácticas de las naciones próceres para la investigación científica, para la administración pública, para la industria y para la enseñanza. -Vid el libro de este mismo autor, Reconstitución y europeización de España, Madrid, 1900, páginas 27-28

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56.      Joaquín Costa pedía algo más. El Sr. D. Aniceto Sela, publicista y catedrático de la Universidad de Oviedo consignaba a este respecto, lo siguiente:«Si el actual Parlamento quisiera, para justificar su existencia, emprender en este punto una obra provechosa, le bastaría proponerse como propaganda el siguiente plan del Sr. Costa:

     »Millones, muchos millones, para hacer maestros de verdad; millones, muchos millones, para hacer escuelas, de que asimismo carecemos; millones, muchos millones, para proveerlas de primera materia que son los niños, fomentando la producción, emancipando de la miseria a los padres, a fin de que puedan mantener a sus hijos hasta los catorce años siquiera, en vez de tener que exigirles que se ganen la vida.» El Liberal: Madrid, 8 de Diciembre de 1900.

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57.      La eximia escritora D.ª Concepción Arenal, definía nuestra escuela primaria de esta desconsoladora manera: «Local mal sano, donde el niño aprende poco, sufre mucho y se desmoraliza bastante».

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58.      Revista Nacional. Madrid, 31 Octubre 1899, número 15, págs. 321,322 y 323.

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59.      Párrafos de un artículo del Diario de Avisos de Zaragoza, 11 Octubre 1899.

     Es muy interesante el folleto de este misino autor, titulado La Pedagogía como ciencia social, discurso pronunciado en el «Congreso para el Progreso de las Ciencias», celebrado en Valladolid el año 1915.

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60.      Reflexiones sobre educación, del Sr. Webster, Revista Nacional, pág. 167, números 7 y 8.

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