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Magdalena de Santiago Fuentes (1873-1922): una obra polifacética al servicio del humanismo y del regeneracionismo

Solange Hibbs-Lissorgues

Curiosidad intelectual, compromiso con la sociedad de su época, regeneración, educación e independencia son algunas de las características esenciales de la personalidad y de la obra de Magdalena de Santiago Fuentes, escritora, educadora y traductora nacida en Cuenca en 1873. Su obra, que abarca tanto la vertiente didáctica como la de creación literaria y de traducción, surge en un contexto histórico concreto de la historia española marcado por cambios sociales, educativos y políticos de profunda trascendencia. El afianzamiento del modelo liberal, los nuevos horizontes pedagógicos y culturales abiertos por las vanguardias krausistas, el papel cada vez más importante desempeñado por unos reformadores del pensamiento y de la enseñanza son algunas de las pautas que marcaron el período que transcurre desde la Restauración hasta la II República.

A partir de mediados del siglo XIX, la carrera de magisterio brindaba nuevas oportunidades laborales y económicas que supieron aprovechar las mujeres que participaron en la renovación pedagógica de aquella época. Precisamente Magdalena de Santiago se sitúa en el grupo de mujeres que, gracias a su labor pedagógica como maestras y a sus aspiraciones profesionales, pudieron expresar sus ideas con independencia, como lo refleja la abundante producción de textos y de géneros: ficción, libros de texto, libros de lecturas instructivas, manuales de higiene y de educación femeninas.

Magdalena de Santiago ejerce su labor pedagógica y regeneracionista como maestra en la enseñanza primaria en Huesca a partir de 1893, como profesora de la Escuela Normal Central de Madrid y, en la última etapa de su vida, desde 1909 hasta su muerte, en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, formando parte de la primera promoción de profesores de este centro. Su prolífica producción didáctica evidencia su incuestionable adscripción a los ideales de renovación cultural, social y ética de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). La joven profesora expresa desde muy temprano sus ideas renovadoras sobre la enseñanza, asignando a la educación un papel primordial en la obra común de modernización de España. Su colaboración con los institucionistas se concretó en conferencias y en una regular participación en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza.

Su protagonismo como educadora trasciende el ámbito escolar ya que la educación, la enseñanza y la literatura constituyen los medios para involucrarse en otros ámbitos de índole pública. Esta mujer de gran erudición y de incesantes inquietudes intelectuales fue alumna de Rafael Altamira y colaboró en el Centro Iberoamericano de Cultura Popular Femenina como profesora de historia universal y de historia general de las artes literarias iberoamericanas, dedicándose a dar conferencias en este mismo centro de 1904 hasta 1909. Los primeros años de maestra en Huesca resultan decisivos para su acercamiento al mundo de la edición, ya que traba una duradera relación con el empresario tipográfico Leandro Pérez, editor de numerosas obras suyas. También se acerca al mundo de la prensa mediante su actividad de articulista y su colaboración asidua con distintas publicaciones refleja su voluntad de participar en los debates de la sociedad española. Como muchas otras mujeres de las últimas décadas del siglo XIX, Magdalena de Santiago aprovecha esta oportunidad de acceder a un espacio público de expresión y su presencia, tanto en la prensa local como nacional, es notable. A título de ejemplo se pueden mencionar publicaciones como La Correspondencia de España, El Magisterio Español, La Basílica Teresiana, La Alhambra, Blanco y Negro, Nuevo Mundo, Feminal, El Imparcial, La Ilustración Española y Americana, Labor Nueva, entre otras.

Su actividad se desarrolla en tres ámbitos: pedagogía, creación y traducción. Nombrada vocal de la Junta Provincial de Protección a la infancia en 1908, Magdalena de Santiago demuestra, a lo largo de su vida, el mismo incansable afán de renovación pedagógica. A nivel didáctico, la obra que mejor sintetiza sus convicciones y su preceptiva es La Escuela y la Patria. Lecturas manuscritas (Burgos, 1899; en ediciones posteriores el subtítulo reza Lecturas para niñas), y en la que la autora, a través de diversos relatos hechos por una maestra ficticia, define la escuela como «un compendio de la sociedad» en la que «palpitan las mismas pasiones y surgen las mismas ideas que inspiran después en el mundo todo lo bello, lo grandioso, todo lo sublime» (Muñoz Olivares 2004: 79). En otras obras preconiza los nuevos métodos basados en el ideal krausista de la educación y que se nutren de la práctica y de la experimentación. Es de notar la gran modernidad de los métodos pedagógicos reflejados en obras como Mercurio. Excursiones escolares (Barcelona, 1913) y Los grandes inventos explicados a los niños (Barcelona, 1914), en las que se valoran ante todo la observación personal y el aprendizaje por la experimentación así como la libertad de juicio. En un contexto cultural y social en el que la ciencia forma parte de la renovación y del debate regeneracionista del país, la divulgación de los principales avances científicos es uno de los fundamentos del programa innovador y hasta revolucionario de educación que privilegia la experiencia como paso previo a la enseñanza. En uno de los diálogos del volumen Discursos, diálogos y poesías la autora comparte sus reflexiones didácticas con los lectores y encomia la instrucción que tiene un carácter experimental, «de inmediata aplicación a la vida» (Santiago Fuentes 1920: 130).

El cosmopolitismo y el profundo conocimiento de las culturas extranjeras de la escritora conquense se reflejan en el recorrido que propone a sus jóvenes lectores por una exposición internacional e imaginaria en París, verdadero escaparate de las maravillas y de los adelantos de otras exposiciones internacionales. El subtítulo de una de sus obras (Excursiones escolares) remite a los principios esenciales de la ILE que antepone la observación y la práctica a la enseñanza libresca y memorística. Estas excursiones también favorecen el acercamiento a los adelantos y a los saberes de la ciencia de manera amena y práctica como explica Magdalena de Santiago en Los grandes inventos explicados a los niños, obra en la que su autora demuestra su habilidad pedagógica como divulgadora de la cultura científica. Si la escuela es el medio de regeneración del individuo, lo es particularmente para la mujer, cuya situación postergada es una de sus preocupaciones constantes. En un momento en que la condición de las mujeres españolas era particularmente alarmante por las cifras del analfabetismo, la falta de trabajo y la carencia de ayudas en los peores momentos, la educación debía permitir su no-dependencia económica y laboral Una vez más, la autora hace suyos los principios ineludibles de la ILE, que afirmaba en 1881 que «la causa de la enseñanza de la mujer, es la causa de su dignidad, y con esto, la causa de la edificación de la familia y de la moralización de las sociedades» (Madariaga de la Campa 2011: 82).

Si en la docencia y en las obras pedagógicas en las que priva el carácter didáctico encuentra los medios idóneos para expresar sus inquietudes sociales y éticas, su obra creativa también refleja su inquietud reformadora y regeneradora. En este aspecto sólo se mencionan las obras que están en particular sintonía con los textos traducidos por la autora. Una de las obras de ficción novelesca más interesante es Emprendamos nueva vida, publicada en Barcelona en 1905 y cuyo título apunta claramente a la situación dramática de la mujer en España y a su redención social y doméstica. La denuncia, en tono realista, de la miseria moral de la clase media, da pie a un diagnóstico sin concesiones de los principales males que aquejan a la sociedad española del momento: caciquismo, doble moral, y «un ambiente social [...] deletéreo, enervante, contrario a toda iniciativa intelectual y fabril» (Santiago Fuentes 190 y 72). La ciudad ficticia de Castrogar refleja una realidad omnipresente en España: la educación de la mujer es totalmente frívola por no decir inexistente y «sólo se cultivan pomposas pero estériles flores de salón» (Santiago Fuentes 1905: 68). En un ámbito en el que predominan la «estrechez de miras, la intransigencia sistemática», y que carece de amplios horizontes, la mujer sólo tiene dos alternativas: el matrimonio o el claustro. Por su educación deficiente, la mujer se encuentra totalmente desarmada ante lo que la autora llama «las luchas de la vida», expresión que retoma en su prólogo a la obra Amor y matrimonio (1907), traducida de Ellen Key. Sólo pueden resolverse las abdicaciones de su dignidad y el renunciamiento de su independencia intelectual y afectiva mediante garantías que son «la educación, las profesiones liberales [...] para que la desgracia, ni el interés, ni la pobreza le impusieran una vocación torcida, haciéndole perjurar en los altares» (Santiago Fuentes 1905: 170).

Esta misma línea argumentativa es la que encontramos en otras dos novelitas publicadas como novelas infantiles: La novela de la infancia (Burgos, 1909) y Vida de colegio (Madrid, 1916). Ambos relatos se centran en la clase media con referencias a la situación de penuria de mujeres viudas o huérfanas, y de maestros y maestras que no recibieron la adecuada preparación. Enfatizan, con finalidad moral, actitudes ejemplares de abnegación, de sacrificio y de trabajo. Estas novelas constituyen documentos completos de la sociedad del momento y tienen una evidente intención didáctica (Muñoz Olivares 2004: 221).

La extensa cultura y la erudición de Magdalena de Santiago le incitan a acercarse a obras de autores extranjeros, como se ve reflejado en su pertinaz labor de traductora. La cuidadosa selección de las obras traducidas, así como la adecuación temática con sus propios textos, demuestra que para ella la labor de traducción constituye una auténtica mediación cultural, una vía de enriquecimiento personal.

Como se puede apreciar al recorrer el conjunto de su obra, traslucen las mismas inquietudes sociales y el mismo interés regeneracionista en sus obras creativas y en su labor de traducción. Es de notar que la traducción está muy presente, ya que hace constantes referencias a autores extranjeros a los que accedía directamente, como Ibsen, Rousseau, Zola, Daudet, Verne, Tolstoi, Fleury o Ruskin. Más allá del profundo sentimiento patriótico que impregna muchas de las páginas de sus obras como La Escuela y la Patria con una primera edición en 1899 y que ha sido el título más publicado (Santiago Fuentes 1905: 79), tiene una visión cosmopolita sin duda propiciada por sus frecuentes viajes al extranjero. La curiosidad intelectual, la exploración de las diferencias culturales constituyen los fundamentos de una «educación cívica» que enaltece lo propio como lo extranjero, tal como lo demuestra uno de sus textos, que recoge, mediante sutil intertextualidad, los ejemplos de tolerancia contenidos en El diario de un niño de Alphonse Daudet (Santiago Fuentes 1920: 150).

Aprovecha su situación de becaria para viajar a Francia, Bélgica, Suiza, Italia y Portugal y está integrada en el grupo de mujeres intelectuales que, como Pilar Pascual de Sanjuán, Carmen de Burgos, Concepción Saiz de Otero y María Carbonell, entre otras, accedieron a distintos foros que les sirvieron para hacerse reconocer y oír al mismo tiempo que les permitían tener contactos con mujeres e ideas de fuera (Bailarín 2006: 515).

Precisamente es la traducción del ensayo de Ellen Key la que mejor ilustra las afinidades intelectuales y sociales con algunos de los autores traducidos. Si son los temas de la educación y de la enseñanza los que mueven a nuestra autora a acercarse a la actividad de la traducción, la cuestión del feminismo también es otro importante acicate para divulgar textos considerados como emblemáticos como el de la socióloga y pedagoga Ellen Key, autora de varios ensayos de índole filosófico-política y sociológica, personalidad femenina y feminista muy conocida en los ámbitos culturales europeos de finales del XIX e inicios del XX. Entre sus obras más difundidas se hallan Individualismo y socialismo (1896), El siglo de los niños (Barcelona, 1906; trad. de Miguel Domenge), verdadero best-seller, cuya primera edición salió a la luz en 1900 y que fue traducida al francés en 1901, y Amor y matrimonio (1907), obra vertida directamente del francés al castellano por Magdalena de Santiago con un extenso prólogo suyo. Sin lugar a dudas el prestigio de la «Biblioteca Sociológica Internacional» dirigida por Santiago Valentí Camp, editor asociado a la Casa editorial Henrich y Cía. y que desempeñó una extensa labor como mediador cultural, explica la convergencia de afinidades culturales que existían entre autores y divulgadores dentro y fuera de España y la intensa labor de traducción que generaba. En la estela de mujeres comprometidas, como Concepción Arenal, buena conocedora de la literatura sociológica internacional y de Emilia Pardo Bazán, esforzada traductora de obras como La esclavitud femenina (1892) de John Stuart Mill, Magdalena de Santiago urdió una red sutil y duradera de contactos en torno a la traducción de obras de feministas extranjeras y la divulgación de movimientos feministas de otros países. La autora conquense, que tenía un buen conocimiento del francés, entre otras lenguas, utiliza la primera edición en francés de De l'amour et du mariage, publicada en 1906 por Flammarion. En aquel momento, Ellen Key es una reconocida personalidad internacional, autora de numerosos libros sobre pedagogía y enseñanza, textos en los que promueve el desarrollo armonioso de los niños en un entorno familiar que respete su libertad personal y su autonomía intelectual. El trabajo, el esfuerzo, la reflexión crítica son algunos de los elementos propugnados por Key y valorados por Magdalena de Santiago.

A pesar de las diferencias religiosas e incluso políticas que separan a ambas mujeres, la misión educadora de la escritora sueca, su empresa de divulgación científica así como su reflexión comprometida sobre la situación de la mujer suscitan la adhesión intelectual de la traductora, que encomia «la penetrante observación social y psicológica de Ellen [que] la induce a realizar trabajos de verdadera profilaxis en el terreno afectivo» (Key 1907: XXXV). El prólogo de la versión española refleja los motivos de la traducción entre los que destacan la propia personalidad de Key, «una de las personalidades femeninas más complejas, valientes y luchadoras de la mentalidad contemporánea», y que se caracteriza por su amor a la verdad y el desprecio de los convencionalismos (Key 1907: VI). Sin lugar a dudas esta obra de la autora sueca legitima lo que Magdalena de Santiago define como «un feminismo templado, razonable, práctico» que se ha librado de estereotipos y de «exaltaciones más que feministas, antifemeninas que constituyen una de las fases de la degeneración moderna» (Key 1907: VIII). Como traductora demuestra su profundo conocimiento de los filósofos y autores como Fleury, Rousseau, Ibsen y Tolstoi. También accede directamente a algunas fuentes utilizadas por Key, como la obra del sacerdote francés Joseph Fonssagrives.

La filiación intelectual, por no decir espiritual de la autora sueca con Rousseau, es ampliamente comentada en el prólogo, en el que la traductora señala el excesivo optimismo e idealismo de algunos proyectos e hipótesis. No cabe duda que lo más relevante de esta obra es la cuestión feminista que suscita reflexiones de una extraordinaria modernidad y que se «encaminan [...] a la redención y ennoblecimiento de la mujer» (Key 1907: XXXVII). La traductora recoge muchas de las ideas y sugerencias cuyas resonancias ya eran perceptibles en novelas como Emprendamos nueva vida, en la que la mujer es considerada como un elemento regenerador de la sociedad. Suscribe asimismo todas las soluciones prácticas que se encaminan a «la redención social y doméstica de la mujer» y sintetiza en estas páginas del prólogo sus preocupaciones habituales: debido a su educación deficiente, la mujer se encuentra desarmada ante les luchas de la vida, abdica de su independencia y de su dignidad. Por lo tanto, en todos los países, la formación de la mujer moderna requiere «sinceridad y no elogios» (Key 1907: XLVII). El prólogo subraya de manera recurrente la especial relevancia de una obra redactada por una de «las pocas defensoras de las prerrogativas femeninas que no incurren en la tradicional adulación con que los eternos cantores de la mujer han arrullado su ignorancia» (Key 1907: XLVII). Si no duda en expresar algunas discrepancias con respecto a la autora sueca, por ejemplo en lo que se refiere a sus «prejuicios sectarios en el orden religioso», Magdalena de Santiago expresa su admiración y su respeto por una mujer cuya obra constituye a la vez un «breviario del amor» y una síntesis lúcida de la cuestión femenina. En la conclusión de su prólogo, y después de las distintas aportaciones críticas en torno a los cinco capítulos de la obra de Key, elogia la utilidad de este texto que constituye una valiosa aportación, una «auténtica profilaxis moral» para la cuestión femenina en España. Porque si las aportaciones de Key son imprescindibles en muchos países,

«en España urge más que en ninguno el que una inteligencia esclarecida y una voluntad enérgica vengan a sacarla de su anodino adormecimiento. [...] Años y centurias se han deslizado sobre el hogar español sin que la mujer, eterna y encantadora durmiente, haya introducido en él la higiene, el bienestar, el progreso, el arte, que prolongan y embellecen la vida, hasta que crueles y amargas realidades han interrumpido su atávico sopor».

(Key 1907: XLVII)



La traducción y el estudio de la obra de Ellen Key son indisociables de la labor de educación y de concienciación emprendida por Magdalena de Santiago tanto en su obra pedagógica como novelística.

En 1910, propone la traducción de una obra que coincide también con sus intereses pedagógicos. Se trata del estudio de Frédéric Queyrat L'imagination et ses varietés chez l'enfant, publicado en Francia en 1893 y que figura en el catálogo de la editorial Sucesores de Hernando con el título La imaginación y sus variedades en el niño. Estudio de psicología experimental aplicado a la educación intelectual. Este psicólogo francés es conocido por sus trabajos de investigación de grao repercusión, como lo atestiguan otras obras suyas en el ámbito de la psicología experimental aplicada a la educación intelectual: La logique chez l'enfant et sa culture (1903) y La curiosité (1911). La edición de La imaginación y sus variedades en el niño, traducida por Magdalena de Santiago, no lleva peritexto de la traductora pero el prólogo, que da razón del título y del contenido, justifica ampliamente el interés de la traductora por el nuevo campo de experimentación pedagógica. Se señala que el receptor no es un especialista ya que

«estas páginas no han sido escritas para psicólogos, sino que se dirigen especialmente a este público considerable que, sin profundizar en los progresos de la ciencia del espíritu, se interesa más o menos vivamente por los de la instrucción. A causa de esto, siempre que nos ha sido posible, hemos cedido la palabra a los maestros, cuya competencia en tales asuntos constituye una verdadera autoridad».

(Queyrat 1910: 7-8)



A lo largo de la obra, basada en un conjunto de observaciones de la psicología contemporánea, se insiste en la necesidad de desarrollar métodos de instrucción para los niños que estén adaptados a las capacidades individuales y en la observación y la experimentación: «Ningún método puede ser absoluto y la iniciativa personal, discreta y reflexiva creará, en muchos casos, procedimientos apropiados y fecundos» (Queyrat 1910: 175). Las referencias a autores como Pestalozzi, Ribot, Taine y Spencer reflejan la difusión y la apropiación de ideas que circulan en Europa y que se convierten en fuentes de conocimiento imprescindibles para numerosos humanistas y educadores, como la propia Magdalena de Santiago.

No resulta sorprendente, por lo tanto, que la traductora de Queyrat demuestre un interés particular por la obra del conocido sociólogo italiano Pasquale Rossi. Traduce al español, en colaboración con su hermana Carmen, el volumen Psicología colectiva morbosa (1900) con el título Psicologia collettiva morbosa, que apareció en 1908 en la colección «Biblioteca de Ciencias Filosóficas y Experimentales» (Barcelona, Carbonell y Esteva). P. Rossi era un autor reconocido, con abundante producción sobre cuestiones de psicología y de sociología y varios de sus ensayos y libros habían sido vertidos al castellano. Entre sus obras traducidas pueden mencionarse L'anima della folla (1898), vertida por Ricardo Carreras en 1906, Mistici e settari (1900), traducida por José Buixó Monserdá en 1905, así como otros dos volúmenes: I sugestionatori e la folla (1902), con versión española de Féliz Limendoux en 1906, y Sociología e psicología colectiva (1904), traducido por Eduardo Ovejero. Es de notar que todas las obras mencionadas fueron vertidas al castellano poco tiempo después de su publicación. Psicología colectiva morbosa es un tratado sobre la educación de grupos humanos y la psiquis de las masas. Para la educadora el principal interés de esta obra reside indudablemente en los aspectos relacionados con las formas y los procedimientos educativos en la colectividad y que pueden contribuir a una pedagogía activa (Muñoz Olivares 2004: 206).

Dentro de un registro bastante diferente se sitúa la primera obra traducida por Magdalena de Santiago, Muecas humanas, cuyo autor es el italiano Roberto Braceo. Conocido por su obra teatral más que por su producción en prosa, este dramaturgo cultivó el teatro intimista y psicológico y la influencia de Ibsen en su obra es patente. En España era conocido por el éxito de obras como Maternità y Don Pietro Caruso. Muy amigo de Carmen de Burgos, le dedicó su obra En el mundo de las mujeres (Conversaciones feministas), obra traducida en 1906 al castellano por la homenajeada. No es ninguna casualidad, por lo tanto, que fuera la propia Carmen de Burgos la que prologara Muecas humanas, publicada por F. Sempere y Compañía, editores de Valencia y Madrid, en 1906.

Esta serie de quince novelas cortas se centra en el análisis de costumbres y en la captación realista de determinados aspectos de la sociedad de su época. Si la traducción de Magdalena de Santiago recibe una elogiosa valoración por parte de Carmen de Burgos, no consta ningún comentario o prólogo de la traductora que refleje los motivos de esta elección. En todo caso, algunos temas que rozan la problemática femenina, como sucede en la obra En el mundo de las mujeres, pueden justificar que haya vertido la obra al castellano.

El recorrido de la vida y de la obra de Magdalena de Santiago Fuentes permite apreciar el espíritu y la inquietud de una mujer cuyo compromiso en la labor regeneracionista de su época la llevó a interesarse por las corrientes y las obras de autores extranjeros. Su labor de traducción obedece al mismo afán de búsqueda y renovación que rige su trabajo educativo y de formación.

Traducciones

  • Muecas humanas, traducción de M. de Santiago, prólogo de Carmen de Burgos, Valencia, F. Sempere y Cía., 1906 < Somorfie umane (1906) de Roberto Braceo.
  • Amor y matrimonio, traducción y prólogo de M. de Santiago, Barcelona, Imprenta Henrich y Cía., 1907 < De l'amour et du mariage (1906) de Ellen Key.
  • Psicología colectiva morbosa, traducción de Magdalena y Carmen de Santiago, Barcelona, Carbonell y Esteva, 1908 («Biblioteca de Ciencias Filosóficas y Experimentales») < Psicologia collettiva morbosa (1900) de Pasquale Rossi.
  • La imaginación y sus variedades en el niño. Estudio de psicología experimental aplicada a la educación intelectual Traducción por M. de Santiago de la tercera edición francesa, Madrid, Librería Sucesores de Hernando, 1910 < L'imagination et ses varietés chez l'enfant (1893) de Frédéric Queyrat.

Bibliografía

  • BALLARÍN, Pilar. 2006. «Educadoras» en Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XIX a los umbrales del XX, Madrid, Cátedra, III, 505-322.
  • BRACCO, Roberto. 1906. En el mundo de las mujeres (Conversaciones feministas), Madrid, Viuda de Rodríguez Serra.
  • KEY, Ellen. 1907. Amor y matrimonio. Traducción y prólogo de Magdalena de Santiago, Barcelona, Henrich y Cía.
  • MANDADO, Ramón E., Juana SÁNCHEZ-GEY & Benito MADARIAGA (eds.). 2011. La Institución Libre de Enseñanza y la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Bosquejo sobre la educación española del siglo XIX, Santander, UIMP.
  • MARTÍN GAMERO, Amalia. 2006. «La Institución Libre de Enseñanza y las mujeres» en Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XIX a los umbrales del XX, Madrid, Cátedra, III, 487-503.
  • MUÑOZ OLIVARES, Carmen. 2004. Rincones de la vida. Mujeres comprometidas: Magdalena de Santiago Fuentes, Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca.
  • QUEYRAT, Frédéric. 1910. La imaginación y sus variedades en el niño. Estudio de psicología experimental aplicada a la educación intelectual. Traducción de Magdalena de Santiago, Madrid, Librería Sucesores de Hernando.
  • SANTIAGO FUENTES, Magdalena de. 1905. Emprendamos nueva vida, Barcelona, Henrich y Cía. («Biblioteca de Novelistas del Siglo XIX»).
  • —— 1920. «Apéndice» en Pilar Pascual de Sanjuán et al., Discursos, diálogos y poesías (propios para ser recitados por niños y niñas de diferentes actos escolares), Barcelona, Sucesores de Blas Camí, 126-171.
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