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[«Carducio» sic en el original, en vez de «Carduccio» (N. del E.)]

 

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Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares a 9 de octubre de 1547, y fue hijo de Rodrigo Cervantes y doña Leonor de Cortinas. Estudió en Madrid en la escuela pública de la villa que estaba en la calle del Estudio, y bajo la dirección del maestro Juan López de Hoyos, hijo de Madrid. Desde sus primeros años dio pruebas de una inclinación extraordinaria a la poesía; pero viéndose sin destino, pasó a Roma, y en dicha Ciudad se acomodó de camarero en casa del cardenal Aquaviva; poco después la guerra con los turcos le presentó la ocasión de mostrar su bizarría, alistándose y sirviendo en las campañas de 1570 y 71. En este último año se dio la memorable batalla de Lepanto y en ella quedó Cervantes estropeado del brazo y mano izquierda. En 1575, pasando de Nápoles a España, fue cautivado por los argelinos. Parecerían increíbles, si no constasen de documentos auténticos, las arriesgadas tentativas con que intentó Cervantes durante su cautiverio en Argel, no sólo su libertad, sino la de todos los cautivos cristianos, llegando a intentar alzarse con la ciudad, lo que sin duda hubiera sucedido sin las traiciones de que fue víctima. Por esto el rey Azán llegó a decir que como tuviese bien guardado al estropeado español, tendría segura su capital, sus cautivos y sus bajeles. Sin embargo de su atrevimiento, su mismo valor le hizo escapar al castigo que era consiguiente de tan feroces amos, como él mismo lo asegura en el Quijote. Solamente se encareció su rescate, que al cabo se verificó en 500 ducados de oro el día 19 de setiembre de 1580 por los padres trinitarios. Volvió a España Cervantes, y desde entonces se dedicó con más afición a sus tareas literarias, publicando la Galatea y surtiendo al teatro con sus comedias. Casose con doña Catalina Palacios de Salazar, una señora de Esquivias; vivió algún tiempo en Sevilla y Toledo, y después en la Mancha, donde, de resultas de una comisión que llevaba, fue preso en Argamasilla, y a esta prisión se debe, la inmortal fábula del Quijote, que (como él mismo dice) se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento. Cervantes, sin embargo de esta insigne obra, y las demás que publicó después, permaneció pobre y sin empleo, y esto que vivió después en Madrid casi siempre, y que obtenía la protección del cardenal de Toledo y del conde de Lemos. Las casas en que vivió en Madrid son varias. En 1600 vivía en la calle de la Magdalena a espaldas del duque de Pastrana, luego detrás de Loreto, luego en la calle del León, número 10, manzana 226, después en la de las Huertas, posteriormente en la del Estudio, y por último en la calle del León, esquina a la de Francos, n. 20, manz. 228, donde murió en 23 de abril de 1616. Mandose enterrar en el convento de las Trinitarias, que entonces estaba en la calle del Humilladero, y se cree que sus huesos fueron trasladados al nuevo convento de la calle de Cantarranas, aunque no se sabe de fijo; acaso hubiera sido posible encontrarlos, por la imperfección o falta del brazo que tenía Cervantes; pero este abandono de las anteriores edades que nos han echado justamente en cara los extranjeros, va a ser reparado por la ilustración y bondad de nuestro augusto Soberano, quien ha dado orden para que, bajo la dirección del excelentísimo señor Comisario general de la santa Cruzada, se ejecute en Roma por el célebre escultor español don Antonio Solá la estatua en bronce de Miguel de Cervantes, con destino a colocarla en una de las plazas públicas de la capital. ¡Loor al monarca que sabe reparar tan generosamente las faltas de los siglos anteriores! (N. del A.)

 

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[«Carducio» sic en el original, en vez de «Carduccio» (N. del E.)]

 

74

[«Carducio» sic en el original, en vez de «Carduccio» (N. del E.)]

 

75

[«Pereyra» en el original (N. del E.)]

 

76

[«próroga» en el original (N. del E.)]

 

77

[«ácia» en el original (N. del E.)]

 

78

[«Pereyra» en el original (N. del E.)]

 

79

[«ácia» en el original (N. del E.)]

 

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El arte de enseñar a hablar a los sordo-mudos fue invención del español Fr. Pedro Ponce de León, monje benedictino, quien tomó en los antiguos bailes pantomímicos la idea de que estos seres infelices podían ser enseñados. Juan Pablo Bonet, secretario del Condestable de Castilla, fue el primero que redujo a arte esta enseñanza, que después elevó a un grado eminente de perfección el célebre abate L'Epée, a quien muchos han creído inventor, tratando de privar de esta gloria a nuestros españoles, siendo así que el mismo abate dice en sus obras que aprendió el castellano para leer el arte de Bonet. Posteriormente en estos últimos años el Director que fue de este colegio don Tiburcio Hernández escribió otro arte, y perfeccionó el sistema de enseñanza. (N. del A.)