11
Roland Forgues. «Entre la esperanza y el desencanto. Entrevista a Manuel Scorza». Table ronde. Manuel Scorza. L'homme et son oeuvre. (Varios autores). Bordeaux: GIRDAL / AFERPA, Maison de Pays d'Iberique / Université de Bordeaux III, 11.
12
Hugo Neira. «Scorza aquí y allá: mirada limeña y mirada parisina sobre Manuel Scorza». Table ronde. Manuel Scorza. L'homme et son oeuvre. (Varios autores). Bordeaux: GIRDAL / AFERPA, Maison de Pays d'Iberique / Université de Bordeaux III, 101.
13
Roland Forgues y Gregorio Martínez, «Imprecaciones y adioses...» Art. cit. (Apud Hugo Neira. «Scorza aquí y allá...». Table ronde. Manuel Scorza. L'homme et son oeuvre. Ed. cit., 101).
14
Ibidem (Apud Hugo Neira. «Scorza aquí y allá...» Table ronde. Manuel Scorza. L'homme et son oeuvre. Ed. cit., 101).
15
Albert Bensoussan. «El camino del escritor [cronología]». Crisis, núm. 12 (abril de 1974), 48.
16
Mario Vargas Llosa. El pez en el agua. Memorias. Barcelona: Seix Barral, 1993, 104.
Mario Benedetti,
por su parte, afirma que el Colegio Militar
Leoncio Prado no es exactamente una escuela militar sino de
enseñanza media, pero es dirigida por oficiales del
ejército, y los alumnos (por lo general, muchachos reputados
como rebeldes y confinados allí por sus padres «para
que se hagan hombres») pertenecen a la burguesía
limeña o a familias de terratenientes serranos, aunque
también suele haber cholos y negros
(«Mario Vargas
Llosa y su fértil escándalo».
Crítica cómplice. Madrid: Alianza Editorial,
1988, 225-226).
17
Manuel Scorza. «El Cervantes que nunca conocí». La Vanguardia (6 de diciembre de 1983), 39.
18
Hugo Neira. «Scorza aquí y allá...». Table ronde. Manuel Scorza. L'homme et son oeuvre., Ed. cit., 102.
19
La prima volta che mi
scontrai con il potere politico poteve avere quindici anni, non di
più [...] e allora mi unii alle organizzazioni politiche che
combattevano contro il dittatore Benavides a quell'
epoca
(Walter Mauro y Elena Clementelli.
«Manuel Scorza». La trappola e la nudità: lo escrittore e il
potere. Milán: Rizzoli, 1974, 206).
20
Hugo Neira. «Manuel Scorza: biografía ordenada de un mago». Socialismo y Participación, núm. 31, septiembre de 1985, 57 (Publicado originalmente, en enero de 1984, en Le Monde Diplomatique).
La Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA),
según opinión de Eric J. Hobsbawm, fue uno de los escasos partidos obreros de tipo
europeo que triunfaron en el hemisferio occidental, si bien no
consiguió ver cumplidas sus ambiciones revolucionarias
(Historia del siglo XX, 1914-1991. Barcelona:
Crítica, 1995, 113. Edición original: Age of Extremes the Short Twentieth
Century 1914-1991. Londres, Michael Joseph, Ltd., 1994).
Creado el 7 de mayo de 1924 en la ciudad de
México, pretendía, según Adam Anderle, cinco
puntos esenciales: 1. La oposición de los países de
América Latina contra el imperialismo yanqui, 2. La unidad
política de América Latina, 3. La
nacionalización de la tierra y de la industria, 4. La
internacionalización del Canal de Panamá, y 5. La
solidaridad con todos los pueblos y con todas las clases
oprimidas
(Los movimientos políticos en el
Perú. Entre las dos guerras mundiales. La Habana: Casa
de las Américas, 1985, 110). Éste era el programa
máximo, marco general a partir del cual cada partido
nacional elaboraba su propio programa específico. En el caso
del aprismo peruano, desapareció el adjetivo yanqui dentro
de la línea antiimperialista; y aun ésta quedó
diluida: Concedieron que el capital extranjero
era necesario y aceptable en el Perú siempre que estuviera
controlado y se sometiera a las leyes locales
(Robert Marett.
Perú. Buenos Aires: Francisco de Aguirre, 1977,
179. Edición original: Londres, Ernest Benn Ltd., 1969). El
tercer punto del programa (la nacionalización de la tierra y
de la industria) experimentó una amortiguación
similar
(Ibidem, 179). En cuanto al punto segundo, el APRA peruano
defendía la causa del indio en su ideario integracionista
interamericano
(Eugenio Chang-Rodríguez.
Poética e ideología en José Carlos
Mariátegui. Madrid: Porrúa Turanzas, 1983,
167).
Ciro
Alegría, testigo de excepción, anota: «A raíz de la muerte de Augusto B.
Leguía, ocurrida en 1930, Luis Eduardo Enríquez
fundó oficialmente el Partido Aprista Peruano en Lima.
Antenor Orrego formó entonces el comité aprista de
Trujillo. Éramos quince»
(Mucha suerte con
harto palo. Memorias. Buenos Aires: Losada, 1976, 112).